sábado, 27 de agosto de 2011

Magisterio de la Iglesia



Etim.: del latín, magister, enseñar

El magisterio es la autoridad de la Iglesia, investida a los obispos, como sucesores de los Apóstoles, para enseñar la fe bajo la autoridad del Sumo Pontífice, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia católica. El magisterio incluye la enseñanza de la doctrina, la moral y las costumbres.

INDICE
En esta Página: El magisterio según el Catecismo
En otras Páginas de Corazones.Org.:

-Como saber el nivel de autoridad de una enseñanza de la Iglesia.
-Infalibilidad


(Ver también en el Catecismo la Constitución Jerárquica de la Iglesia #1874)

El Magisterio según el Catecismo

85. "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado solo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo" (DV 10), es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.

86. "El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar solamente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído" (DV 10).

87. Los fieles, recordando la palabra de Cristo a sus apóstoles: "El que a vosotros escucha a mí me escucha" (Lc 10, 16; Cf. LG 20), reciben con docilidad las enseñanzas y directrices que sus pastores les dan de diferentes formas.
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2034 El Romano Pontífice y los obispos como "maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo ... predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica". El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.

2049 El Magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y la predicación tomando como base el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todo hombre.

2050 El Romano Pontífice y los obispos, como maestros auténticos, predican al pueblo de Dios la fe que debe ser creída y aplicada a las costumbres. A ellos corresponde también pronunciarse sobre las cuestiones morales que atañen a la ley natural y a la razón.


2032 La Iglesia, "columna y fundamento de la verdad" (1 Tm 3, 15), "recibió de los apóstoles este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad que nos salva".[73] "Compete siempre y en todo lugar a la Iglesia proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualesquiera asuntos humanos, en la medida en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona humana o la salvación de las almas".

2033 El magisterio de los pastores de la Iglesia en materia moral se ejerce ordinariamente en la catequesis y en la predicación, con la ayuda de las obras de los teólogos y de los autores espirituales. Así se ha transmitido de generación en generación, bajo la dirección y vigilancia de los pastores, el "depósito" de la moral cristiana, compuesto de un conjunto característico de normas, de mandamientos y de virtudes que proceden de la fe en Cristo y están vivificados por la caridad. Esta catequesis ha tomado tradicionalmente como base, junto al Credo y el Padre Nuestro, el Decálogo que enuncia los principios de la vida moral válidos para todos los hombres.

2034 El Romano Pontífice y los obispos como "maestros auténticos por estar dotados de la autoridad de Cristo ... predican al pueblo que tienen confiado la fe que hay que creer y que hay que llevar a la práctica". El magisterio ordinario y universal del Papa y de los obispos en comunión con él enseña a los fieles la verdad que han de creer, la caridad que han de practicar, la bienaventuranza que han de esperar.

2035 El grado supremo de la participación en la autoridad de Cristo está asegurado por el carisma de la infalibilidad. Esta se extiende a todo el depósito de la revelación divina; se extiende también a todos los elementos de doctrina, comprendida la moral, sin los cuales las verdades salvíficas de la fe no pueden ser salvaguardadas, expuestas u observadas.

2036 La autoridad del Magisterio se extiende también a los preceptos específicos de la ley natural, porque su observancia, exigida por el Creador, es necesaria para la salvación. Recordando las prescripciones de la ley natural, el Magisterio de la Iglesia ejerce una parte esencial de su función profética de anunciar a los hombres lo que son en verdad y de recordarles lo que deben ser ante Dios.

2037 La ley de Dios, confiada a la Iglesia, es enseñada a los fieles como camino de vida y de verdad. Los fieles, por tanto, tienen el derecho de ser instruido s en los preceptos divinos salvíficos que purifican el juicio y, con la gracia, sanan la razón humana herida. Tienen el deber de observar las constituciones y los decretos promulgados por la autoridad legítima de la Iglesia. Aunque sean disciplinares, estas determinaciones requieren la docilidad en la caridad.

2038 En la obra de enseñanza y de aplicación de la moral cristiana, la Iglesia necesita la dedicación de los pastores, la ciencia de los teólogos, la contribución de todos los cristianos y de los hombres de buena voluntad.

La fe y la práctica del Evangelio procuran a cada uno una experiencia de la vida "en Cristo" que ilumina y da capacidad para estimar las realidades divinas y humanas según el Espíritu de Dios. Así el Espíritu Santo puede servirse de los más humildes para iluminar a los sabios y los constituidos en más alta dignidad.

2039 Los ministerios deben ejercerse en un espíritu de servicio fraternal y de entrega a la Iglesia en nombre del Señor. Al mismo tiempo, la conciencia de cada cual en su juicio moral sobre sus actos personales, debe evitar encerrarse en una consideración individual. Con mayor empeño debe abrirse a la consideración del bien de todos según se expresa en la ley moral, natural y revelada, y consiguientemente en la ley de la Iglesia y en la enseñanza autorizada del Magisterio sobre las cuestiones morales. No se ha de oponer la conciencia personal y la razón a la ley moral o al Magisterio de la Iglesia.

2040 Así puede desarrollarse entre los cristianos un verdadero espíritu filial con respecto a la Iglesia. Es el desarrollo normal de la gracia bautismal, que nos engendró en el seno de la Iglesia y nos hizo miembros del Cuerpo de Cristo. En su solicitud materna, la Iglesia nos concede la misericordia de Dios que va más allá del simple perdón de nuestros pecados y actúa especialmente en el sacramento de la Reconciliación. Como madre previsora, nos prodiga también en su liturgia, día tras día, el alimento de la Palabra y de la Eucaristía del Señor.


El Magisterio de la Iglesia, su infalibilidad
La Iglesia, por especial asistencia de Dios, es infalible, sin posibilidad de error en su enseñanza.

El Magisterio de la Iglesia, su infalibilidad
El Magisterio de la Iglesia, su infalibilidad



El Magisterio

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella. Lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.” (Mt 16,18)

En busca de la verdad

John Douglas, antropólogo, es director de la Unidad de Ciencias de la Arqueología, Antropología y Paleontología que él mismo fundó, revolucionando estas ramas de la ciencia. Su trabajo consiste nada menos que en leer el pensamiento de nuestros antepasados muertos hace miles de años, para lograr un mayor conocimiento de su cultura y costumbres.

Pero Douglas no puede inventar que existió una civilización, si no tiene al menos una prueba de ello. Cuando los arqueólogos encuentran una prueba y se la entregan, Douglas la ve con detenimiento, la cuida para que nadie la toque o la destruya, la analiza detalladamente y de ella saca las conclusiones que luego da a conocer al mundo entero.

Douglas es el encargado oficial de descubrir la verdad en los casos de hallazgos arqueológicos, en cualquier parte del mundo. Su labor ha ayudado a descubrir las verdaderas razones del actuar del hombre moderno, partiendo de la forma como actuaban y pensaban sus antepasados.


Pedro, custodio de la Verdad

Del mismo modo que los arqueólogos llaman a Douglas para que les ayude a descubrir la verdad acerca de los hallazgos que encuentran en sus excavaciones, Dios también quiso nombrar un experto para la custodia de la Verdad. Este experto debía ser capaz de recibir la Verdad, conservarla, descubrirla en la Revelación y transmitirla a todos los hombres.

Fue entonces cuando Dios fundó la Iglesia sobre un hombre llamado Pedro y sobre los Apóstoles, y les dio al Espíritu Santo, experto en la Verdad, para que les ayudara a descubrirla, interpretarla, transmitirla y mantenerla intacta, sin invenciones o suposiciones erróneas.

Pedro y los Apóstoles recibieron de Cristo esta tarea y la extendieron a sus sucesores, el Papa y los obispos en comunión con él, quienes también tienen el auxilio del Espíritu Santo para garantizar que no se van a equivocar en sus interpretaciones.

El Papa y los obispos tienen la autoridad y la gracia para conservar, predicar e interpretar la Palabra de Dios. A esta tarea, exclusiva del Papa y los obispos, se le llama Magisterio de la Iglesia.

La palabra Magisterio se deriva de la misión que tiene la Iglesia de ser Maestra de los hombres. La Iglesia es la encargada de proteger a todo el Pueblo de Dios de las desviaciones y de los fallos, y de garantizarle una profesión sin error de la fe auténtica. El oficio del Magisterio está encaminado a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la Verdad.

Para cumplir este servicio, Cristo les ha dado a los pastores el carisma de infalibilidad en cuestiones de fe y de costumbres. Esto significa que, por la ayuda especial que tienen del Espíritu Santo, el Papa y los obispos en comunión con él, no pueden equivocarse cuando dicen algo en materia de fe o de moral. Más adelante explicaremos las diversas modalidades como se ejerce esta infalibilidad.


Las evidencias para conocer la Verdad

De la misma manera que Douglas no puede inventar que existió una civilización sin tener pruebas, la Iglesia no puede inventar verdades que no hayan sido reveladas por Dios, pues el Magisterio de la Iglesia está al servicio de la Palabra de Dios y de ella saca todas sus enseñanzas.

Las pruebas de la Verdad que transmite la Iglesia están en la Revelación, conformada por las Sagradas Escrituras y la Tradición.

Al igual que Douglas con sus evidencias, la Iglesia escucha la Palabra devotamente, la custodia de manera celosa, la explica fielmente y de esta única fuente saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído.

Los cristianos, sabiendo que Cristo dejó la Verdad en manos de la Iglesia, recibimos con docilidad las indicaciones que nos dan nuestros pastores en nombre del mismo Cristo.
“El que os escucha a vosotros, a Mí mismo me escucha.” (Lc 10,16)



La Iglesia formada por todos los bautizados

El trabajo de Douglas se facilita cuando los arqueólogos que encuentran los restos son expertos también, ya que ellos adelantan las conclusiones. En la Iglesia, a veces sucede lo mismo. La Iglesia no es sólo la jerarquía: el Papa, los obispos y los sacerdotes, sino que está integrada por todos los bautizados que formamos una comunidad universal de salvación unida por el mismo Jesús.

Los bautizados que conformamos la Iglesia también contamos con el Espíritu Santo como guía por lo que hay verdades que nosotros mismos descubrimos con certeza.

Cuando desde los obispos hasta el último de los laicos cristianos afirman estar completamente de acuerdo en cuestiones de fe y moral por el sentido sobrenatural de la fe que les da el Espíritu Santo, entonces podemos estar seguros que esa verdad es parte de la Verdad revelada por Dios.


Dogma

Es una verdad contundente, coherente y vinculada con las otras verdades de la revelación, confirmada por el Magisterio de la Iglesia, que obliga a ser creída y aceptada por todos los cristianos.

Se define un dogma, cuando la totalidad del Pueblo de Dios (fieles, sacerdotes y obispos) cree con firmeza en una verdad esencial de nuestra fe, siempre y cuando el Magisterio de la Iglesia la confirme, iluminado por el Espíritu Santo, como una verdad contundente, coherente y vinculada con las otras verdades de la Revelación.

Algunos dogmas en los que creemos como verdad revelada por Dios son la Inmaculada Concepción de María y la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía.

Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. Si tenemos una vida recta, cercana a Dios, nuestro corazón y nuestra inteligencia estarán abiertos a aceptar estos dogmas de fe y nos adheriremos a ellos con gusto.

Se pueden presentar problemas nuevos y situaciones difíciles, pero la Iglesia siempre encontrará una respuesta en su tesoro de sabiduría divina.


¿Puede equivocarse el Magisterio?

Como ya dijimos, la Iglesia, por especial asistencia de Dios, es infalible, sin posibilidad de error en su enseñanza cuando proclama solemne y universalmente la verdad en materia de fe y moral, ya que tiene asegurada la presencia y asistencia del Espíritu Santo.

Esta infalibilidad se ejerce de varias maneras:

  • El Papa goza de esta infalibilidad cuando, como Pastor y Maestro supremo de todos los fieles, proclama en forma solemne y definitiva una verdad de fe o de moral. Entonces decimos que el Papa habla ex-cáthedra.

  • El Colegio episcopal, integrado por los obispos, también goza del carisma de infalibilidad cuando ejerce su magisterio en unión con el Papa, sobre todo cuando participa en un concilio ecuménico.

  • El carisma de infalibilidad también se ejerce cuando la Iglesia propone por medio de su Magisterio supremo un dogma, algo que se debe aceptar como revelado por Dios para ser creído. Esta infalibilidad abarca todo el depósito de la Revelación.

  • Cuando los obispos enseñan en comunión con el Papa, proponiendo enseñanzas que conducen a un mejor entendimiento de la Revelación dentro del magisterio ordinario, no son infalibles pero los fieles debemos adherirnos a sus enseñanzas con obediencia y docilidad.


    El Espíritu Santo ayuda a encontrar la verdad


    En la vida de la Iglesia, gracias a la ayuda del Espíritu Santo, también se ha ido comprendiendo cada vez mejor la verdad revelada por Dios.

    Sin embargo, esta mayor comprensión sirve de muy poco en la vida de la Iglesia, si los únicos que la ven con claridad son el Papa y los obispos.

    Todos los fieles cristianos debemos trabajar para comprender la Verdad y aplicarla en nuestras vidas. ¿Cómo?

  • Recopilando las pruebas que esconden la Verdad.

  • Leyendo y estudiando la Sagrada Escritura y la Tradición.

  • Tratando de descubrir lo que Dios te dice en ellas.

  • Analizando con detenimiento estas pruebas, pensando cuál puede ser su significado. Esto lo lograrás repasando en tu corazón las verdades que conoces desde siempre y que, tal vez, no has asimiliado en toda su extensión. Por ejemplo, sabes desde niño que Dios es tu Padre, pero tal vez no has pensado en lo que significa en tu vida tener un Padre Omnipresente, Omnipotente… El día que esta verdad se meta en tu corazón, entonces toda tu vida cambiará.

  • Escuchando y obedeciendo los consejos de los expertos. Es decir, escuchando la palabra del Papa y los obispos que son los expertos autorizados por Dios para interpretar la verdad contenida en la Revelación. La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos y ligados, de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros.

    “Si os mantenéis fieles a mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.” (Jn 8,31-32)
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