miércoles, 24 de agosto de 2011

San Maximiliano Maria Kolbe


1894-1941
Fiesta: 14 de agosto

"Tenemos que ganar el mundo entero y cada alma, ahora y en el futuro hasta el final de los tiempos, para la Inmaculada
y a través de ella, para el Corazón Eucarístico de Jesús".
(San Maximiliano María Kolbe)


LA NIÑEZ

María Dabrowska, madre de San Maximiliano, era una joven piadosa que pensó en ser religiosa "para gozar del paraíso junto a las almas puras". Pero los problemas políticos de la época no lo hicieron posible. Polonia, su patria, estaba ocupada por los rusos, quienes habían cerrado los conventos y dispersado a los religiosos. Apenas existía algún que otro convento clandestino. Entonces rezó: "Señor, no quiero imponeros mi voluntad. Si vuestros designios fueran otros, dadme al menos un marido que no blasfeme, no tome alcohol, no vaya a la taberna a divertirse. Esto, Señor, te lo pido incondicionalmente".

María deseaba emprender una vida familiar cristiana. Dios la escuchó. El elegido de su corazón fue Julio Kolbe, católico fervoroso perteneciente a la Tercera Orden Franciscana, de la cual era dirigente y en la que ingresó ella también. Era dulce y sensible, casi tímido, y sin vicios.

Los jóvenes esposos de la ciudad de Pabiance tenían un su casa un taller y un altarcito con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.

PRIMEROS AÑOS; LA VIRGEN LO VISITA

Allí nacieron los hijos. El primero fue Francisco; luego, el 8 de enero de 1894 nació Raimundo quien mas tarde tomaría el nombre religioso de Maximiliano. Nacieron tres hijos mas: José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente. La casa de los Kolbe era pobre pero llena de amor. Los padres, laboriosos y religiosos educaron con rectitud a los tres niños, llenos de vida y traviesos. San Francisco era el ideal en el que los jóvenes crecieron.

"Maximiliano deseaba desbordar de alegría como San Francisco; y como Francisco deseaba conversar con los pájaros" (Proc.Vars., fol 340)

Alrededor del 1906, sucede un acontecimiento que marca un jalón fundamental en la vida de Maximiliano, y que deja preocupada y desconcertada a la madre. Ella misma lo relata, a los pocos meses del martirio del hijo. "Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que sera de ti!. Después, yo no pensé mas, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se podía reconocer mas. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual el a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenia una conducta superior a su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lagrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunte: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu mamita!

Temblando de emoción y con los ojos anegados en lagrimas, me contó: "Mama, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que seria de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miro con cariño y me pregunto si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba... (las dos). Entonces la Virgen me miro con dulzura y desapareció".

El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, para mi, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su "Madrecita" celestial es algo mas que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos mas audaces; es el manantial de su santidad y de apostolado.

VOCACIÓN FRANCISCANAMaximiliano

Alrededor de Pascua de 1907 se realizo en Pabianice una Misión predicada por los Franciscanos Conventuales, los que se ganaron la admiración de los jóvenes Kolbe. Al final, uno de los frailes, el P. Pellegrino Haczela, anunció que se había abierto en Leopolis un seminario que recibiría a todos los jóvenes que deseasen consagrarse al Señor en la Orden franciscana. Maximiliano sentía su vocación ya preparada por la Virgen y por la vida Franciscana de su hogar. Los dos hermanos en la sacristía hablaron con los Misioneros, pidiéndoles los recibieran en la Orden. Sus padres dieron su consentimiento aunque sabían que seria un gran sacrificio para toda la familia.

Ingresaban en los Frailes Menores Conventuales el mes de octubre del ano 1907 en Luov, en la Polonia ocupada por Austria. Raimundo tomó el nombre de Maximiliano María. El padre Wilk asi describe a Maximiliano: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración."

Pero entró la crisis en los dos hermanos. Maximiliano llegó a convencerse y convencer a su hermano de abandonar el seminario. ¿La noche oscura del alma?, ¿temor ante un reto que el se tomaba tan en serio que le pareciera por encima de su potencial?,¿dudas de como cumplir con su opción de las dos coronas cuando se le apareció la virgen?. Cuando estaban por hablar con el superior, de pronto les visita la madre llena de alegría al verlos. Orgullosa les cuenta que el hermano menor también va a entrar en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera sera toda la familia Franciscana!. La madre les aseguró que ella siempre oraría por sus hijos. Abrazos y lágrimas acentuaban sus palabras.

Aquella visita disipó todas las dudas en los corazones de los hermanos. Nueve años mas tarde, desde Roma, recuerda aquella visita en una carta a su madre y la considera "salvador, providencial y regalo de la Inmaculada". Su madre tristemente le comunica la salida de su hermano Francisco de la orden.

El 4 de septiembre de 1910 vistió el sayal franciscano, ciño a su cintura el cordón de San Francisco, y comenzó su año de noviciado. ¡Que gran emoción, y tenia apenas dieciséis años!

En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.

LOS AÑOS DE ESTUDIO EN ROMA

En 1917, por razón del 75 aniversario de la conversión de Alphonse Ratisbon, conocido agnóstico anti-católico de linaje judío, San Maximiliano fue inspirado a fundar una asociación pia de fieles conocida como "La Milicia de la Inmaculada". Su proposito es promover el amor y el servicio a la Inmaculada, la conversión de las almas a Cristo.

Era también ese el año de las apariciones en Fátima. La Milicia debía responder a la Inmaculada Mediadora para la conversión y santificación de los no católicos, especialmente aquellos que rechazaban a la Iglesia. Sus miembros se consagran a la Stma. Virgen María y cada día lo viven ofreciéndolo todo a ella por la conversión de los pecadores y esforzándose por todos los medios por establecer el Reino del Corazón de Jesús sobre el mundo.

A lo largo de siete años (1912-1919) le absorbe fundamentalmente el estudio. Maximiliano termina sus estudios romanos con dos doctorados. El primero en filosofía, 1915 en la famosa Universidad Gregoriana. El segundo en teología en 1919 en el Colegio Seráfico Internacional. No tenia por ello vanidad intelectual sino que su deseo era "poder confundir a los incrédulos".

"Por la misericordia de Dios a través de la intercesión de la Inmaculada, el 28 de abril de 1918, fui consagrado sacerdote de nuestro Señor Jesucristo", anota Maximiliano. Celebra su primera Misa en el altar de la Aparición en S. Andrés "delle Fratte", lugar de la conversión de Alfonso Ratisbonne. Es su primer sacrificio eucarístico, a los pies de su Reina inmaculada.

REGRESO A POLONIA Y CRECIMIENTO DE LA MILICIA DE LA INMACULADA

El P. Maximiliano vuelve a su Polonia querida. Solo tiene 25 años, pero intelectual, moral y espiritualmente, es un hombre cabal. Pero tiene mala salud, sus pulmones están lesionados. "Ha vuelto enfermizo, débil , sin dar grandes esperanzas de trabajo" escribe el P. Kubit. Pero había vuelto con una fuerza espiritual extraordinaria. Pocos lo escuchaban y lo comprendían y no faltaron las persecuciones y luchas, las calumnias y obstáculos. "Sin embargo, aunque todo este en contra de nosotros, tenemos, cual faro y brújula la santa obediencia, a través de la cual se manifiesta la voluntad de la Inmaculada".

Enseña Historia de la Iglesia en Cracovia, Polonia. Allí organiza el primer grupo de la milicia fuera de Italia. Por causa de su mala salud su orden lo libera de otros cargos para que pueda dedicarse exclusivamente a la promoción de la Milicia.

"La Milicia de la Inmaculada es todo el ideal de mi vida". Hablaba de ella y exaltaba su misión. Insistía en la necesidad de organizarse; invitaba a asociarse a la M.I. Su "idea fija" lo perseguía. Y el quería contagiar su entusiasmo a todos.

El 7 de octubre de 1919, Fiesta del Rosario, seis hermanos clérigos con su maestro el P. Keller han rubricado su adhesión a la Milicia de la Inmaculada, mediante la cual quiso expresar, ya antes de ser sacerdote, su amor a la Inmaculada y su ardoroso celo apostólico.

Pese a su pobre salud, fue dada la sesión inaugural de la M.I.: el 12 de enero de 1920. ¡Fecha preciosa en los anales de la M.I.! En ese día el P. Kolbe pudo cosechar para la Inmaculada la adhesión y consagración de todos aquellos a los que el había formado y comunicado su fuego mariano. Entre ellos había estudiantes y obreros, soldados y amas de casa. A pesar de la oposición y altibajos, muchos habían sentido un llamado interior de renovación cristiana, a la luz de la Inmaculada, y se consagraron para ser "cosa y propiedad" de la Inmaculada, esclavos de Ella, como Ella lo había sido del Señor (Lc. 1,48).

EL CABALLERO DE LA INMACULADA

El amor a la Inmaculda reclama un medio para comunicarlo y para salvar almas. Se debe hacer todo lo posible para llegar a todos y forjar santos que dieran su vida por amor. Además los miembros necesitaban vincularse y formar una verdadera familia espiritual, armarse con una visión clara de los designios de Dios, llegar a una coherencia de vida. Para ello nació la necesidad de un boletín de enlace. La M.I. debía utilizar todo medio de propaganda y divulgación, para el advenimiento del reinado de María.

En la mente del padre Kolbe "El Caballero de la Inmaculada" debía tener un aliento amplio y generoso. No solo debía servir para estrechar vínculos de fervor entre los asociados de la M.I, sino que también debía abrirse a todas las familias de Polonia y del mundo. Debía "llevar a la Inmaculada a las casas, para que las almas, acercándose a María, reciban la gracia de la conversión".

Por noviembre de 1922, la Milicia de la Inmaculada se traslada con todo su taller a la ciudad de Grodno. El padre Kolbe quiere conquistar para la gloria de la Virgen el mundo entero con las nobles armas de la cultura y verdad. Quiere "forrar el mundo entero con papel impreso para devolver a las almas la alegría de vivir". Allí el crecimiento de la M.I. será vertiginoso en las dos vertientes: editorial y vocacional. El padre Maximiliano emprendió esta nueva tarea editorial que llego a ser la obra quizás mas fecunda de apostolado en nombre de la Inmaculada. Como toda obra nueva conoció las dificultades iniciales. Le costo tiempo para ser conocida, apreciada e imponerse.

La M.I. necesitaba servidores, pero debían ser consagrados y no obreros a sueldo. El altísimo ideal mariano requería ser servido con todo el corazón y para toda la vida. La entrega y la generosidad de los servidores de la Inmaculada debían ser incondicionales y sin limites. El trabajo que realizarían, debía ser una liturgia, un acto de amor, una ofrenda. La obra de María no podía ser una simple empresa comercial, sino una consagración.

-"No olviden, muchachos, no se trata de ganar suscritores, sino de salvar almas." "Es muy importante que se imprima ‘El caballero’ en millones de ejemplares; pero es más importante que con él se invie una oración, porque cada número ha de ser preparado con la oración, con el postrarnos de rodillas"

El P. Maximiliano hizo fotografiar a los hermanos, en habito franciscano, ocupados en las distintas fases de trabajo en el taller, y publicar las fotos. Causaron tremenda conmoción. Todos, particularmente los jóvenes quedaron impresionados al ver frailes y monjas llenos de gozo en el servicio a la Virgen por medio de la imprenta. Cundieron los deseos de consagrar la vida a la Virgen, vinieron mas vocaciones. Una llamada a evangelizar con todas las fuerzas con la imprenta pero desde una base de vida consagrada y sin diluir las exigencias de los votos. He ahí la profunda innovación del P. Maximiliano.

La técnica del taller debía servir a la Inmaculada dentro de una vida en la Bienaventuranzas, con los votos religiosos y con el mas exigente seguimiento al Señor. El padre Kolbe era exigente como lo era consigo mismo: Les pide sus mismos ideales religiosos y marianos: una obediencia total, una filial devoción a la Virgen, fervor de apostolado a través de la prensa y otros medios de progreso moderno, heroicos renunciamientos según el lema: "¡Nada para si, todo para la Inmaculada!".

El diario se publica según estas ideas: 1-formato pequeño, 2-el mas bajo costo para hacerlo accesible a todos, 3-noticias frescas, breves y abundantes. Todo para el fin de llevar el conocimiento de la Inmaculada entre las clases mas humildes.

A los periodistas el P.Kolbe les sugiere:

1-Escribir la verdad objetiva aportando documentos.

2-Escribir no toda la verdad, sino sólo la que sirve al bien público.

3-No condenar a los que se equivocan.

4-No apresurarse a la afirmación de una mala voluntad.

5-Respetar siempre la autoridad espiritual y civil (En Masiero p.159).

SE PUEDE Y SE DEBE SER SANTO

He aquí un diálogo del padre Kolbe con los jóvenes:

-¡Quiero que sean santos y grandes santos!

-Padre, ¿no le parece pedir demasiado?

-¡No! La santidad no es un lujo, sino un deber y un compromiso de familia. Dios lo quiere: "¡Sed santos, porque yo soy santo!", Todo hijo ha de imitar a su madre. Nuestra madre es la Inmaculada, la santa. Por eso debemos ser santos.

-Pero ser santo ¿no es algo engorroso?

-No, muchachos, es lo más sencillo y fácil. ¿Tienen una tiza? Pues bien, aquí sobre el pizarrón voy a escribir la fórmula de la santidad. ¡Cómo es de simple!

Escribe: v = V = S

-Es apenas una ecuación. La v minúscula es nuestra voluntad. La V mayúscula es la voluntad de Dios. Cuando estas voluntades chocan, es el dolor, el sufrimiento. Cuando estas dos voluntades se identifican, cuando nuestra voluntad se identifica con la de Dios, es la santidad, es la paz del corazón. ¡Que sencillo es! ¿Verdad? (En Winowsca p.153)

"La vida es breve, Hemos de emplear todo nuestro tiempo... Se vive una sola vez. Es necesario ser santos, no a medias, sino totalmente, para gloria de la Inmaculada y la mayor gloria de Dios" (En Ricciardi p.306).

Hizo una modificación de la consigna de San Ignacio enseñando que "No sólo ad maiorem Dei gloriam, sino ad maximam Dei gloriam " (No solo para gloria de Dios sino para la máxima gloria de Dios)

"¡Todo esto se aprende de rodillas! (En Winowka p. 154).

Niepokalanów (ciudad deno es este lugar, o estos edificios, o esta maquinaria. Niepokalanów es nuestra alma, es nuestro corazón"

En Niepokalanow, María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. ¡Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!

NIEPOKALANOW: CIUDAD DE LA INMACULADA

En 1929, entre enfermedad y dificultades el P. Kolbe se lanza a su nueva fundación en unos terrenos que le fueron logrados milagrosamente: su ciudad mariana. NIEPOKALANOW, o ciudad de la Inmaculada, o mejor, "casa, propiedad y reino de la Inmaculada". Decía que el, la M.I., y cada caballero, son cosa y propiedad de la Virgen. En Niepokalanow María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. Los caballeros son los hijos felices y los servidores fieles de la Madre celestial. "!Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!"

Consistía de un convento de sacerdotes y hermanos franciscanos comprometidos a promover la Milicia por todas partes por medio del uso de todos los medios de comunicación que estuviesen a su alcance.

Ante todo se construyo la capilla. Mas tarde se trajeron las maquinarias y todos los elementos de la imprenta. La aspiración del P. Maximiliano era que Niepokalanow fuera una escuela de santidad. "No sólo para mayor gloria de Dios, sino para la Máxima gloria de Dios".

Todos eran pobres y felices, felices porque eran pobres, felices porque estaban al servicio de la Inmaculada.

"Niepokalanów no es este lugar, o estos edificios, o esta maquinaria. Niepokalanów es nuestra alma, es nuestro corazón"

LA INMACULADA EN EL JAPON

Dos años mas tarde San Maximiliano, como respuesta al llamado del Santo Padre a los religiosos a favor de las necesidades misioneras de la Iglesia desea ir al Oriente para fundar otra ciudad de la Inmaculada en Mugenzai No Sono, Japón. La visión del P. Maximiliano era llevar La Inmaculada a todo el mundo. En Roma ya había pensado en esto. En una ocasión, al encontrarse con un japones pagano sintió el deseo de evangelizar ese país. Ahora le parece que ha llegado el momento. Pide permiso para irse al Japón pero su superior no lo cree posible. No habla Japones ni tenia contactos para semejante obra. El padre Kolbe se somete con obediencia pero sabía que la Inmaculada lo quería y que por medio del superior se manifestaría su voluntad. Esa noche el superior no pudo dormir. Al fin el padre Kolbe recibió permiso para ir a Japón con cuatro frailes. Tan solo los movía el amor a la Virgen Inmaculada.

Un 25 de mayo de 1930 llega a la Niepokalanow polaca este telegrama: " Hoy expedimos "El Caballero en japonés. Tenemos imprenta. Viva la Inmaculada. P. Maximiliano".

Al leer el telegrama, no faltaron frailes que quedaron estupefactos y gritaron milagro, ya que , humanamente hablando, el hecho era inexplicable. El milagro fue fruto de la fe en Dios y la inmensa confianza en la Inmaculada. La heroicidad del trabajo intenso, los grandes sufrimientos, la oración y sacrificio. La Virgen corresponde a sus fieles.

En los años de 1935 y 1936 por el clima calido y húmedo del Japón, las condiciones de salud del P. Maximiliano habían empeorado notablemente. Sufría frecuentes vómitos de sangre. Ante el agravamiento de su salud, con la esperanza de una mejora, y ante el unánime deseo de los frailes de Niepokalanow, el nuevo Capitulo Provincial de 1936 nombro al P. Maximiliano superior de esa primera ciudad mariana.

ULTIMO PERIODO EN LA CIUDAD DE LA INMACULADA EN POLONIA

Vuelve a Niepokalanow en 1936 y bajo su dirección el número de frailes crece hasta exceder en los meses próximos a la II Guerra Mundial, el número de 900. El apostolado de publicaciones producía en exceso de un millón de revistas mensualmente y 125,000 ejemplares de un diario destinado para el millón de miembros de la Milicia en el mundo.

Pero el padre Kolbe no se hace ilusiones ni se deja absorber por los triunfos. Mas bien presentía su fin y el acercarse del calvario para sus hijos. Hizo de los tres años en Niepokalanow un cursillo de formación. Cada día se reunía con los hermanos de una sección. Aprovechaba toda ocasión para enseñarles una nueva verdad acerca de la Inmaculada y para prepararlos para todo evento. Lo que la Virgen le enseñaba el lo compartía con los suyos.

El padre Kolbe es un profeta de la Virgen. En marzo del 1938 dice a los hermanos:

"Hijos míos, sepan que un atroz conflicto se avecina. No sabemos cuáles serán las etapas. Pero, para nosotros en Polonia, hay que esperar lo peor. En los primeros tres siglos de historia, la Iglesia fue perseguida. La sangre de los mártires hacía germinar el cristianismo. Cuando más tarde la persecución terminó, un Padre de la Iglesia comenzó a deplorar la mediocridad de los fieles y no vio con malos ojos la vuelta de las persecuciones. Debemos alegrarnos de lo que va a suceder, porque en las pruebas nuestro celo se hará más ardiente, ¿Y que? ¿No estamos acaso en las manos de la Virgen?... Nuestro ideal, ¿no es también dar la vida por Ella?... se vive una sola vez. Se muere una sola vez. Vida y muerte, pero como gustan a ella" (Winowska p.160).

Dice también:

"La guerra está mas cerca de lo que pueda preverse, y las persecuciones en períodos bélicos son posibles...

Uds. Los profesores, que son los padres espirituales de Niepokalanóv, deben estar preparados para tiempos peores. Esto ciertamente lo permite la Inmaculada pare nuestro bien.

Estallada la guerra, sucederá la dispersión de la comunidad. No nos contristemos, sino que debemos conformarnos con la voluntad de la Inmaculada. Que esa conformidad con la Inmaculada sea cada día más fuerte, sentida y viva. De esta manera, la persecución no nos hará daño, sino que acrecentará nuestra santidad" (Ricciardi p.307)

Tres dias antes de estallar la guerra prepara los corazones:

"Trabajar, sufrir y morir caballerescamente, y no como un burgués en la propia cama. He ahí: recibir una bala en la cabeze, para sellar el propio amor a la Inmaculada. Derramar valientemente la sangre hasta la última gota, para acelerar la conquista de todo el mundo para Ella. Esto les deseo a Uds. Y me deseo a mi mismo.

"Nada mas sublime puedo augurarme y augurarles.

"Jesús mismo lo dijo: ‘No hay amor mas grande que dar la vida por el propio amigo" (Masiero p.154).

EL CALVARIO DE LA GUERRA

En septiembre de 1939 estalla la Segunda Guerra mundial. Sangre, muerte, destrucción, crueldad, odio, bestialidad e infamia sin fin. Los nazis, llenos de soberbia, invaden Polonia. En pocas semanas, el ejercito y toda la nación polaca sufren la humillación de la derrota. Quedan completamente subyugados.

Pocos días después, llega la Wermach, o ejercito de ocupación, que sin miramiento alguno comete todo tipo de tropelía, saqueos y vandalismos en la ciudad mariana: destrozan imágenes, encienden fogatas con ornamentos sagrados, retiran y se llevan una buena parte de la maquinaria tipográfica. El P. Kolbe, el fundador, esta presente ante esos destrozos sacrílegos. No se deja dominar por el odio ni grita venganza. Solo reza, llora y consuela... Pese al clima de odio al enemigo, el perdona como Cristo en la Cruz; el ama a todos: "¡Animo muchachos, la Inmaculada nos lo dio. La Inmaculada nos lo quito. Ella bien sabe como están las cosas!".

El 19 de septiembre se presento en Niepokalanow la Wermacht alemana con gritos: "Todos fuera!.. ¡Todos en marcha!.. Todos los frailes fueron acorralados en el patio, encolumnados y cargados en camiones rumbo al occidente. Pasaron de un campo de concentración a otro: de Lamsdorf a Amtitz, de aquí a Ostrzeszow. Aun no se había llegado a los horrores posteriores de los campos de concentración; sin embargo, no faltaban los sufrimientos. Había de sobra dolor para poner a prueba hasta a los mas fuertes: abusos, prepotencia, desprecio, violencia, repugnante suciedad, hambre, frío, promiscuidad, piojos. Pese a todo, había algo de libertad que permitía a los frailes tener vida común, instalar una imagen en la repisa de un galpón, rezar y cantar juntos, hacer su retiro espiritual.

El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, luego de tres meses de encierro, fueron inexplicablemente liberados. Era un regalo de la Virgen. Pero triste espectáculo les brindo Niepokalanow al regresar. Primeramente, los bombardeos y los saqueos habían destrozado la mística ciudad. Ahora, todo se hallaba ocupado por los deportados y desbandados. Sin embargo, no hubo desmayo, sino que en seguida se organizo la vida religiosa con tandas continuadas de Adoración ante el Santísimo.

De inmediato, la numerosa comunidad tuvo que enfrentar no tanto los problemas culturales de las revistas y ediciones, cuanto los mas prosaicos y graves de la subsistencia: comida, ropa, remedios, Para resolverlos, como también para salir al encuentro de las necesidades del pueblo de los alrededores, se abrieron talleres de herrería, carpintería, mecánica, servicios automovilísticos, y también una lechería. Ocasionalmente tuvieron que prestar servicios también a las autoridades de ocupación. Niepokalanow brindo su asistencia a varios miles de pobres desheredados, entre los cuales había un millar de judíos, marcados por los nazis con una estrella amarilla sobre el pecho.

El P. Maximiliano había impartido a sus frailes estas pautas de conducta: la caridad ha de estar abierta a todos sin discriminación; sus únicos limites han de ser los de las posibilidades, que, gracias a su gran espíritu de sacrificio, llegaban a los extremos de la misma generosidad.

El P. Kolbe se las arregló para enviar mensajes a los hermanos dispersos: "Trabajemos en la acción misionera. Conquistemos para la Inmaculada otros corazones. Recemos mucho por la venida del reino. Ofrezcámosle nuestros sufrimientos. Nuestra consigna sea ésta: que la Inmaculada esté contenta de nosotros. Vivamos de amor. Comuniquemos a los otros fuego de amor"

La Navidad de 1939 es Navidad de guerra: nuevos aprestos bélicos en el frente ruso, carecen los alimentos y la calefacción, aumenta el miedo, las persecuciones y arrestos... ¿Quien se acuerda de celebrar Navidad? -El P. Maximiliano. Organiza una fiestecita infantil para los muchos niños alojados en Niepokalanow: teatrillo, cantos, modestas golosinas, para devolver a los niños un poco de alegría y hacer brillar de nostalgia los ojos de las madres.

PRESIDIO

El P. Kolbe esta en la lista negra de la Policía Secreta. ¿Por que? El Padre Kolbe es el superior de Niepokalanow, cuyas actividades marianas tienen tanta influencia en toda Polonia. Los nazis quieren destruir esa influencia y a la vez quieren vengarse de que de esos talleres salía "El Pequeño Diario" cuya predica patriota y católica tanto los había enfurecido. Peor mas aun, el P. Kolbe por su sacerdocio, cultura y posición era dirigente notable. En el programa de ocupación estaba previsto el exterminio de los intelectuales y dirigentes. Además, en Niepokalanow se brindaba asilo a los judíos. A los ojos antisemitas de los nazis, eso era un delito que merecía el castigo de los campos de concentración.

El P. Maximiliano presentía que vendrían para apresarlo pero seguía firme en compromisos. Estaba convencido de que su vida estaba en manos de Dios y que la Inmaculada velaba por todos. Seguía trabajando por la difusión de sus ideales marianos. Deseaba reeditar "El Caballero de la Inmaculada" para llevar autentica esperanza y paz a ciento de miles de hogares en tiempo de tanto dolor y confusión. Finalmente, en diciembre del 1940, luego de infinitas gestiones con los ocupantes invasores, pudo editar el ultimo numero, en el cual brillaba la belleza del amor mariano.

Un día de febrero del 1941 por la mañana dos autos negros de la Gestapo se paran ante Niepokalanow. Los policías piden hablar con el P. Kolbe, quien al saber su llegada contesta con temblor al hermano portero: "¡Bien, bien, hijo mío!¡María!". Reúnen a todos los frailes en el patio, mientras tanto ellos inspeccionan bruscamente todo el convento. Hacia mediodía, el Padre Maximiliano y otros cinco padres son obligados a introducirse en los autos. Parten para un viaje sin retorno. El P. Maximiliano inicia su vía crucis sereno y tranquilo, como siempre. Dejó su querida Niepokalanow, su predilecta ciudad mariana, para no volver mas.

Para todo polaco, el "Pawiak" es el nombre de la terrible cárcel de Varsovia, que "hace helar la sangre". Ahí ingreso el 17 de febrero de 1941 el P. Maximiliano Kolbe.

AUSCHWITZ

El campo de concentración de Auschwitz es llamado por los polacos: "campo de la muerte", porque en sus campos, bloques y sótanos, han perecido miserable y trágicamente, mas de cinco millones de personas. Levantado sobre los escombros de unos cuarteles y granjas, esta situado en la Polonia meridional, en una zona pantanosa, insalubre, para que no hubiese testigos indiscretos de esa fabrica de muerte. Rodeado por altas alambradas electrizadas y de torres de control. Allí toda crueldad e infamia, toda bestialidad y aberración, toda atrocidad y todos los horrores se habían dado cita para transformarlo en un verdadero infierno. Continuas muertes por enfermedades y por inanición, frío, fatigas agotadoras, escorbuto, disentería, traumas e infecciones. El pelotón de fusilamiento acribillaba a docenas a la vez contra un paredón forrado de caucho, para atenuar el ruido del disparo. En la plaza de armas cinco personas subían a la banqueta. El verdugo les colocaba el lazo al cuello. Con una patada a la banqueta quedaban las víctimas suspendidas. Auschwitz se había hecho famoso por la instalación de la primera cámara de gas. Lo que mas se temía no eran las balas, ni las horcas, ni las cámaras de gas, sino los sótanos de la muerte, o "Bunker", de la lenta agonía, del martirio enloquecedor del hambre y de la sed.

En Auschwitz murieron millones de católicos y también, como es sabido, millones de judíos. El objetivo mas profundo de Hitler en sus masacres es poco conocido. El hecho es que el odiaba la revelación divina confiada a Israel y también a Jesucristo, particularmente a la Iglesia Católica.

Entra en Auschwitz el P. Maximiliano la tarde del 28 de mayo de 1941 con un transporte de otros 320 presos. Sobre el portón de entrada había un letrero en alemán: "El trabajo libera". Era una mentira mas. En realidad, al entrar los prisioneros, se les decía que los judíos tenían el derecho de vivir dos semanas y los sacerdotes católicos un mes.

Apenas llegan agotados, se pasa lista. Cada preso ha de pasar debajo de una doble fila de sayones, los que armados de látigos y bastones, se divierten sádicamente, golpeándolos o haciéndoles zancadillas, que obligan los presos a saltos, manotazos, morisquetas y terribles crispaciones. Todo esto provocaba en los verdugos burlas y risotadas.

Maximilano siempre iba al final de la línea de la enfermería a pesar de la severa tuberculosis que padecía.

La mañana del 29 de mayo despertó a los 320 con un deshumanizante programa. Desnudados, fueron sometidos a una ducha colectiva de violentos chorros de agua fría. Después golpeados y escarnecidos obscenamente por sus desnudeces, fueron revestidos de raídas casacas, muchas de ellas aun manchadas de sangre. Cada casaca lleva un numero. Desde ahora en adelante, cada preso no será mas que un numero. El del Padre Maximiliano María Kolbe era el 16670.

Mas tarde, todo el grupo salió a la plaza de armas, para la asignación a las brigadas de trabajo o bloques. El P. Kolbe en seguida fue ocupado como peón en el acarreo de cantos rodados y arena para la construcción de un muro alrededor del horno crematorio. El P. Kolbe consolaba a sus compañeros y decía " todo lo que sufrimos, es por la Inmaculada".

Un día, después de una tremenda paliza dada por el cabo que estaba a cargo, y que lo había dejado mas muerto que vivo, el P. Kolbe fue internado en el hospital, atacado de neumonía, con fiebre altísima y con el rostro estriado de moretones. "Con su conducta ante el sufrimiento, asombraba a médicos y enfermeros. Soportaba el dolor virilmente y con completa resignación a la voluntad de Dios, solía repetir: "Por Jesús soy capaz de padecer aun mas. La Inmaculada esta conmigo y me ayuda".

EL MARTIRIO FINAL

El bloque 14 había salido para la cosecha de unas parcelas de trigo. Aprovechando algún descuido de los guardias, un preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del jefe: "Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre en el bunker o sótano de la muerte.

A todos aterrorizaba el lento martirio del cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros bloques siguen sus faenas diarias. Los del bloque 14 han de quedar en posición de atención en la explanada bajo el sol calcinante de verano, sin comer ni beber. Tres horas pasan como la eternidad. El P. Maximiliano, el de los pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. El solía repetir: "En la Inmaculada todo lo puedo". A las 21 horas se distribuyo la comida. Pero no para el bloque 14. Estos pobres observaron como sus raciones eran tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas todos van a catres sabiendo que al día siguiente diez de entre ellos serian escogidos para el bunker de la muerte. Ya había ocurrido en dos ocasiones.

Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch, el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y macilentos. "El fugitivo no ha sido hallado... Diez de ustedes serán condenados al bunker de la muerte... La próxima vez serán veinte".

Con total desprecio a la vida humana, los condenados son escogidos al azar. ¡Este!... ¡Aquel!... grita el comandante. El ayudante Palitsch marca los números de los condenados en su agenda. Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final.

¡Adiós, adiós , mi pobre esposa!.. ¡Adiós , mis hijitos, hijitos huérfanos! dice sollozando el sargento Francisco Gajownieczek.

Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen mas. Mientras los diez condenados responden al grito: "¡Quítense los zapatos!", porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre lo que nadie podía imaginarse.

He aquí los testimonio de los que estaban presente:

"Después de la selección de los diez presos atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el P. Maximiliano salió de las filas y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme! ante el comandante. Este sorprendido, dirigiéndose al Padre, dijo: "Que quiere este cerdo polaco?". "El P. Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para la muerte, contesto: "Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar su lugar, porque el tiene esposa e hijos...".

"El comandante maravillado, pareció no hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano, pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!..., ordeno a Gajowniczek que regresara a su fila. De este modo, el P. Maximiliano María Kolbe tomo el lugar del condenado".

"Parece increíble que el comandante Frisch haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del P.Kolbe, y que mas bien no haya condenado a los dos al bunker de la muerte. Con un monstruo como ese, todo era posible"

"Los diez pasaron ante nuestras filas", declara Fray Ladislao Swies, palotino, "y entonces observe que el Padre Kolbe seguía por ultimo, y sostenía a tientas a otro de los condenados, mas débil que el, que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas".

A la Virgen dirige su oración: "Reina mía, Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto que yo he nacido!".

"El sacrificio del P. Kolbe, mientras provocó la consternación entre las autoridades del campo, provocó la admiración y el respeto de los presos", (Sobolewski). "En el campo casi no se notaban manifestaciones de amor al prójimo. Un preso rehusaba a otro un mendrugo de pan. En cambio, el había dado su vida por un desconocido" (Dr. Stemler)

El sol se estaba hundiendo en el horizonte detrás de las tétricas alambradas. El cielo estaba tomando los colores rojos de los mártires. "Fue una magnifica puesta del sol, una puesta nunca vista", relatan los pocos supervivientes de esa tarde de fines de julio de 1941. Entre el odio brilló mas fuerte el amor que la Virgen nos concede. "No hay amor mas grande que dar la vida por un amigo" (San Jn 15:13) .

Los diez condenados al hambre y la sed bajan al sótano de la muerte del que solo salen cadáveres directamente al crematorio.

Bruno Borgowiec, un polaco encargado de retirar los cadáveres, dio su testimonio: "Después de haber ordenado a los pobres presos que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En otras celdas vecinas ya se hallaban otros veinte de anteriores procesos. Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: "Ahí se van a secar como cascaras". Desde ese día los infelices no tuvieron ni alimentos ni bebidas"

"Diariamente, los guardias inspeccionaban y ordenaban retirar los cadáveres de las celdas. Durante estas visitas estuve siempre presente, porque debía escribir los nombres-números de los muertos, o traducir del polaco al alemán las conversaciones y los pedidos de los presos.

"Desde las celdas donde estaban los infelices, se oían diariamente las oraciones recitadas en voz alta, el rosario y los cantos religiosos, a los que se asociaban los presos de las otras celdas. En los momentos de ausencia de los guardias yo bajaba al sótano para conversas y consolar a los compañeros. Loas fervorosas oraciones y cantos a la Virgen se difundían por todo el sótano. Me parecía estar en una iglesia. Comenzaba el P. Maximiliano y todos los otros respondían. A veces estaban tan sumergidos en las oraciones, que no se daban cuenta de la llegada de los guardias para la acostumbrada visita. Sólo a los gritos de estos, las voces se apagaban.

"Al abrir las celdas, los pobres infelices, llorando a lágrima viva, imploraban un trozo de pan y agua, pero les era negado. Si alguno de entre los más fuertes se acercaba a la puerta, en seguida recibía de los guardias patadas al vientre, tanto que cayendo atrás sobre el cemento, moría en el acto o era fusilado.

"Del martirio que han debido padecer los pobres condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho de que los cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los desgraciados, a causa de la sed, tomaban la propia orina".

"El P. Maximiliano se comportaba heroicamente. Nada pedía y de nada se quejaba. Daba animo a los demás. Persuadía a los presos a esperar de que el fugitivo sería hallado y ellos serían liberados.

"Por su debilidad recitaba las oraciones en voz baja. Durante toda visita, cuando ya casi todos estaban echados sobre el pavimento, se veía al P. Maximiliano de pie o de rodillas en el centro, mirando con ojos serenos a los llegados. Los guardias conocían su sacrificio, sabían también que todos los que estaban con el morían inocentemente. Por esto, manifestando respeto por el P. Kolbe, decían entre si: "Este sacerdote es todo un caballero. ¡Hasta ahora no hemos visto nada semejante!".

Así pasaron dos semanas, mientras tanto los presos morían uno tras otro. Al termino de la tercera semana, solo quedaban cuatro, el P. Kolbe entre ellos.

A las autoridades pareció que las cosas se alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. "Por esto, un día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el criminal Boch, el cual propino a cada uno una inyección endovenosa de ácido fénico. El P. Kolbe, con la plegaria en los labios, el mismo ofreció el brazo al verdugo.

"Partidos los guardias con el verdugo, volví a la celda donde encontré al P. Kolbe sentado", narra Borgowiec, "recostado en la pared, con los ojos abiertos y concentrados en un punto y la cabeza reclinada hacia la izquierda (era su posición habitual). Su cuerpo limpio y luminoso. Su rostro lucia sereno y bello, radiante, mientras los demás muertos estaban tendidos sobre el pavimento, sucios y con los signos de la agonía en el rostro.

"En el campo por meses se recordó el heroico acto del sacerdote. Durante cada ejecución se recordaba el nombre de Maximiliano Kolbe.

"La impresión del hecho se me grabó eternamente en la memoria".

La Inmaculada se lo llevó la víspera de su gran fiesta: La Asunción. Moría un santo sacerdote en Auschwitz, mártir por Dios, de la Virgen y por un padre de familia. El padre Kolbe venció al mal con el poder del amor. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Según el certificado de defunción del campo, P. Maximiliano María Kolbe falleció a las 12:50 del 14 de agosto de 1941. Tenia 47 años."

El día siguiente, 15 de agosto, el cadáver del P. Kolbe fue llevado al horno crematorio. Cinco meses antes en la misma mañana del arresto, el P. Maximiliano María Kolbe así escribía en su agenda personal (02-17-1941):

"La Inmaculada, que había sido todo el poema de su vida, la luz de su inteligencia y de su genio, el latido de su corazón, la llama de su apostolado, el éxtasis de su plegaria, su inspiradora y guía, su fortaleza y su sonrisa, la Reina de sus "ciudades" y la Dama de sus caballeros, en breve la vida de su vida; Ella quiso, arrebatárselo en luz de gloria entre los ángeles que festejaban su supremo triunfo".

Cumplió su deseo máximo: "Concédeme alabarte, Virgen Santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir..."

San Maximiliano se encontró en medio de un gran choque espiritual en la batalla que se libra en el mundo entre la Inmaculada Virgen María y Satanás. El supo dar la talla y vencer con las armas del amor. Como respuesta a la brutalidad del trato de los guardias de la prisión, San. Maximiliano era siempre obediente, manso y lleno de perdón. Aconsejaba a todos sus compañeros de prisión a confiar en la Inmaculada: "¡Perdonen!", "Amen a sus enemigos y oren por los que os persiguen". . Es una batalla que ahora, con su ejemplo e intercesión debemos nosotros luchar.

El 17 de Octubre de 1971, luego de dos milagros obtenidos gracias a su intercesión, el Padre Maximiliano Kolbe fue beatificado por el Papa Paulo VI. En su mensaje el Papa proclamó: "Maximiliano Kolbe ha sido un apóstol del culto a la Virgen, contemplada en su primer, originario y privilegiado esplendor, el de su propia definición en Lourdes: "LA INMACULADA CONCEPCION. Resulta imposible separar el nombre, la actividad, la misión del Beato Kolbe, del nombre de María Inmaculada....Ningún titubeo estorbe nuestra admiración, nuestra adhesión a esa consigna que el Beato nos deja en herencia"

Un compatriota suyo, el Papa Juan Pablo II lo canonizó en 1982: Mártir de la caridad. El mismo Papa sufrió mucho en la misma guerra y Dios lo libró de la muerte para que pueda ser testigo de la victoria de la Inmaculada en San Maximiliano Kolbe.


San Maximiliano es uno de los patrones de nuestra comunidad:

  • Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y de María. ( www.corazones.org ) Su testimonio heróico de amor radical a Jesucristo, a la Virgen María, a la Iglesia y a cada persona están siempre ante nosotros.

  • Numerosos otros institutos y organizaciones han sido fundados por el o lo tienen como patrón:

  • Los Frailes Franciscanos de la Inmaculada

  • Las Hermanas Franciscanas de la Inmaculada

  • La Academia de la Inmaculada

  • El movimiento "Misión de la Inmaculada Mediatrix" y otros.


En inglés:

HOMILY FOR THE BEATIFICATION OF ST. MAXIMILIAN MARY KOLBE
His Holiness Pope Paul VI

The following was the homily given by His Holiness Pope Paul VI on the occasion of the beatification of the Servant of God, Fr. Maximilian Mary Kolbe on October 17, 1971

Maximilian Kolbe-Blessed! What does this mean? It means that the Church recognizes in him an exceptional figure, a man in whom God's grace and the soul have so interacted as to produce a stupendous life. Anyone who observes it closely discovers this symbiosis of a dual operating principle, the divine and the human. One is mysterious, the other can be experienced; One is transcendent but interior, the other natural but complex, and expanded to the point of reaching that extraordinary image of moral and spiritual greatness that we call holiness; that is, perfection reached on the religious parameter, which as we know, soars towards the infinite heights of the Absolute. 'Blessed,' therefore, means worthy of that veneration permitted by the Church in certain places and among certain groups, a veneration that implies admiration of the one who is their object because of some unusual and magnificent reflection of the Sanctifying Spirit in him. It means 'saved and glorious.' It means 'citizen of heaven' with all the peculiar signs of a citizen of earth; it means 'brother and friend' whom we know is still ours, more so than ever, in fact, because he is identified as an active member of the Communion of Saints, which is the Mystical Body of Christ, the Church, living both in time and in eternity. It means, therefore, 'advocate and protector' in the kingdom of love, together with Christ "who is always able to save those who approach God through him, since he forever lives to make intercession for them" (Heb. 7,25: cf.Rom. 8,34). Finally, it means 'exemplary specimen'-a type of man to whom we can conform our way of life, since he, the Blessed, is recognized as having the apostle Paul's privilege of being able to say to the Christian people "I beg you then, be imitators of me" (I Cor. 4, 16).

Life of Fr. Maximilian Kolbe

This is what we can think of Maximilian Kolbe, the new Blessed, from today onwards. But who is Maximilian Kolbe? We know him well! He is so close to our generation and so imbued with the actual life and experiences of our times that everything is known about him. Rarely does a beatification process deal with such a wealth of documents. Just for the sake of our modern passion for historical truth, we include almost as an epigraph, the biographical sketch of Father Kolbe written by one of the most assiduous of the scholars devoted to him.

Fr. Maximilian Kolbe was born in Zdunska Wola near Lodz on January 8, 1894. In 1907 he entered the Seminary of the Franciscan Conventuals. He was sent to Rome to continue his ecclesiastical studies at the Pontifical Gregorian University and the Seraphicum of his Order. When still a student, he founded a movement, the Militia Immaculatae. Ordained a priest on April 28,1918, he returned to Poland and began his Marian apostolate, particularly with the monthly publication Rycerz Niepokalanej (The Knight of the Immaculata), which reached a press run of one million copies in 1938. In 1927 he founded Niepokalanow (City of the Immaculata), a center of religious life and of various forms of apostolate. In 1930 he left for Japan where he founded another similar institution. Returning to Poland permanently, he dedicated himself wholly to his work with various religious publications. The Second World War found him at the head of the most imposing publishing complex in Poland. On September 19, 1939 he was arrested by the Gestapo, who deported him to Lamsdorf, Germany, then temporarily to the concentration camp at Amtitz. Released on December 8, 1939, he returned to Niepokalanow, resuming his interrupted activity. Arrested again in 1941, he was put into Pawiak Prison in Warsaw, and then deported to the concentration camp at Oswiecim (Auschwitz). Having offered his life for an unknown man condemned to death, as a reprisal for the escape of a prisoner from their block, he was sentenced to a starvation bunker. He prepared his co-victims for death, and on August 14, 1941, on the eve of the Feast of the Assumption, he was finished off with an injection of phenol. His body was cremated.

But in a ceremony such as this, the biographical data, in a way, dissolve in the dazzling splendor of the principle lines of the many faceted figure of the new Blessed. Let us fix gaze for a moment on these lines which characterize him and entrust him to our memories.

Secret of Kolbe's Sanctity--Love and Devotion to Mary

Maximilian Kolbe was an apostle of the formal religious veneration of the Blessed Virgin, seen in her first, original privileged splendor, as she defined herself at Lourdes: the Immaculate Conception. It is impossible to separate the name, the activity and the mission of Blessed Kolbe from that of Mary Immaculate. It was he who instituted the Militia Mariae Immaculatae here in Rome, even before he was ordained a priest, on October 16, 1917. We can commemorate its anniversary today.

It is well known how the humble and meek Franciscan with incredible audacity and extraordinary organizational genius developed the initiative and spread devotion to the Mother of Christ, contemplated as "clothed with the sun" (cf. Rev. 12, 1). This devotion was the focal point of his spirituality, his apostolate and his theology.

Let no hesitation restrain our admiration and commitment to all that our new Blessed had left us as a heritage and an example, as if we too were distrustful of such and exaltation of Mary in view of two other theological movements, the Christological and ecclesiological, which seem to compete today with the Mariological. On the contrary, there is no competition, for in Father Kolbe's Mariology, Christ holds not only the first place but the only necessary and sufficient place in the economy of salvation. His love of the Church and its salvational mission was never forgotten either in his doctrinal outlook or in his apostolic aim. On the contrary, it is precisely from our Lady's complementary, subordinate role in regard to Christ's universal, saving design for man that she derives all of her prerogatives and greatness.

How well we know it! And Kolbe, in accord with the whole of Catholic doctrine, the whole liturgy and the entire theology of the interior life, sees Mary included in God's plan of salvation as the "term fixed by eternal counsel," as the woman filled with grace, as the Seat of Wisdom, as the woman destined from eternity to be the Mother of Christ, as the Queen of the Messianic Kingdom, and at the same time as the Handmaid of the Lord, chosen to participate in the Redemptive Act as Mother of the God-Man, our Saviour. "Mary is the one through whose intercession men reach Jesus and the one through whom Jesus reaches men" (L. Bouver: Le trone de la Sagesse; p. 69).

Therefore our Blessed is not to be reproved, nor the Church with him, because of their enthusiam for the formal religious veneration of the Mother of God. This veneration with its rites and practices will never fully achieve the level it merits, nor the benefits it can bring precisely because of the mystery that unites her to Christ, and which finds fascinating documentation in the New Testament. The result will never be a "Mariolatry," just as the seen will never be darkened by the moon; nor will the mission of salvation specifically entrusted to the ministry of the Church ever be distorted if the latter honors in Mary an exceptional Daughter and a Spiritual Mother. The characteristic aspect, if you like, and the original quality of Blessed Kolbe's devotion, of his "hyperdulia" to Mary, is the importance he attributes to it with regard to the present needs of the Church, the efficacy of her prophecy about the glory of the Lord and the vindication of the humble, the power of her intercession, the splendor of her exemplariness, the presence of her maternal charity. The Council confirmed us in these certainties, and now from heaven Father Kolbe is teaching us and helping us to meditate upon them and live them. This Marian profile of our new Blessed places him among the great saints and seers who have understood, venerated and sung the mystery of Mary.

The Heroic Death of Fr. Maximilian

Next let us consider the tragic and sublime conclusion of Maximilian Kolbe's innocent and apostolic life. It is mainly to this that we owe the glorification of the meek humble, hard-working religious, exemplary follower of St. Francis and knight in love with Mary Immaculate that the Church celebrates today. The circumstances of his departure from this life are so horrible and harrowing that we would prefer not to speak of them, and never to contemplate them again, in order not to see the depths of inhuman degradation to which the abuse of power can lead, an abuse which seeks to make a pedestal of grandeur and glory from the impassive cruelty it inflicts upon helpless beings that it has degraded to the rank of slaves and doomed to extermination. There were millions of these victims sacrificed to the pride of force and the madness of racism. Nevertheless it is necessary to scan this dark picture again in order to pick out, here and there, the gleams of surviving humanity. Alas, history cannot forget these frightful and tragic pages. And so it cannot but fix its horrified gaze on the luminous points that reveal, but at the same time overcome, their inconceivable darkness.

One of these points, perhaps the one glowing most brightly, is the calm, drained figure of Maximilian Kolbe. A serene hero, always pious and sustained by a paradoxical, yet reasonable confidence. His name will remain among the great; it will reveal what reserves of moral values lay among those unhappy masses, petrified by horror and despair.

Over this immense vestibule of death hovers a divine and imperishable word of life, that of Jesus revealing the secret of innocent suffering: to be the expiation, the victim, the burnt sacrifice and, above all, to be love for others. "There is no greater love than this; to lay down one's life for one's friends" (Jn. 15:13). Jesus was speaking of himself in the imminence of his sacrifice for the salvation of men. Men are all friends of Jesus, if they at least listen to his words. Father Kolbe fulfilled his maxim of redeeming love in the fatal concentration camp of Oswiecim. And this by a double title.

Kolbe--Perfect Exemplar of Priesthood

Who among us does not recall the incomparable episode? "I am a Catholic priest," he said, offering his own life unto death-and what a death!-to save the life of an unknown companion sentenced to the starvation bunker in blind reprisal. What a magnificent moment! His offer was accepted. It came from a heart trained to give itself. It was as natural and spontaneous as if it were a logical consequence of his priesthood. Is not a priest a "second Christ?" Was not Christ the Priest, the redeeming victim of mankind? What a glory it is for us priests, and what a lesson, to find in Blessed Maximilian such a splendid exemplification of our consecration and of our mission! What a warning he addresses to us in this hour of uncertainty, when at times human nature would like to assert its rights to the detriment of our supernatural vication to follow Christ through the total gift of ourselves to him! What a consolation it must be for that close-knit, faithful legion, so beloved and noble, of good priests and religious who, filled with the legitimate and praiseworthy desire to transcend personal mediocrity and social frustration, understand their mission just as he did. "I am a Catholic priest, and for this reason I offer my life to save those of others." Such would seem to be the commission which the new Blessed leaves especially to us, ministers of God's Church, and in some way to all in the Church who accept the Spirit.

The Apostle of Unity

And to this priestly title we can add another, one which shows that Blessed Maximilian's sacrifice was motivated by a friendship: he was a Pole. As a Pole he was condemned to that unhappy concentration camp, and as a Pole he was willing to give up his life for that of a fellow countryman, Francis Gajowniczeck. How many thoughts come to our minds at the memory of this human, social and ethnical aspect of the voluntary death of Maximilian Kolbe, a son of noble Catholic Poland! This nation's historic destiny of suffering seems to document, in this typical and heroic case, the centuries-old vocation of the Polish people to find in its shard passion a single, united conscience; a knightly mission for freedom achieved in the pride of the spontaneous sacrifices of its sons and daughter, and their readiness to give themselves for one another and to overcome their vivacity in invincible concord; and indelible Catholic character which makes of it a living and suffering member of the universal Church; a firm conviction that the secret of its renascent prosperity lies in the miraculous but tear-stained protection of the Blessed Virgin. These are the iridescent rays of light issuing from the new Polish martyr: they show us the true visage of his country and lead us to ask Blessed Maximilian, its emblematic hero, for firmness in faith, ardor in charity, prosperity and peace for all his people. The Church and the whole world will rejoice over it together! Amen.


HOMILIA DE LA CANONIZACION POR S.S. JUAN PABLO II
EN INGLES

HOMILY AT THE CANONIZATION OF ST. MAXIMILIAN MARY KOLBE

His Holiness Pope John Paul II

The following was the homily given by His Holiness Pope John Paul II on the occasion of the canonization of the Blessed Maximilian Mary Kolbe on October 10, 1982

"Greater love has no man than this, that a man lay down his life for his friends" (John 15:13).

From today on, the Church desires to address as "Saint" a man who was granted the grace of carrying out these words of the Redeemer in an absolutely literal manner.

For towards the end of July, 1941, when the camp commander ordered the prisoners destined to die of starvation to fall in line, this man-Maximilian Maria Kolbe-spontaneously came forward and declared himself ready to go to death in the place of one of them. This readiness was accepted and, after more than two weeks of torment caused by starvation, Father Maximilian's life was ended with a lethal injection on August 14, 1941.

All this happened in the concentration camp at Auschwitz where during the last war some four million people were put to death, including the Servant of God, Edith Stein (the Carmelite Sister Teresa Benedicta of the Cross), whose cause for beatification is in progress at the competent Congregation. Disobedience to God-the Creator of life who said, "Thou shalt not kill"-caused in that place the immense holocaust of so many innocent persons. And so at the same time, our age has thus been horribly stigmatized by the slaughter of the innocent.

Father Maximilian Kolbe, himself a prisoner of the concentration camp, defended in that place of death an innocent man's right to life. Father Kolbe defended his right to life, declaring that he was ready to go to death in the man's place, because he was the father of a family and his life was necessary for his dear ones. Father Maximilian Maria Kolbe thus reaffirmed the Creator's exclusive right over innocent human life. He bore witness to Christ and to love. For the Apostle John writes: "By this we know love, that he laid down his life for us. And we ought to lay down our lives for the brethren" (1 John 3:16).

The Church has venerated Father Maximilian as "Blessed" since 1971. By laying down his life for a brother, he made himself like Christ.

Gathered today before the Basilica of St. Peter in Rome, we wish to express the special value which Father Maximilian Kolbe's death by martyrdom has in the eyes of God.

"Precious in the sight of the Lord is the death of his saints." These are the words we have repeated in today's responsorial psalm. It is truly precious and inestimable! Through the death which Christ underwent on the Cross, the redemption of the world was achieved, for this death has the value of supreme love. Through the death of Father Maximilian Kolbe, a shining sign of this love was renewed in our century which is do seriously and in so many ways threatened by sin and death.

In this canonization liturgy there seems to appear before us that "martyr of love" of Oswiecim (as Paul VI called him), saying: "O Lord, I am thy servant. I am thy servant, the son of thy handmaid. Thou has loosed my bonds" (Psalm 115 (116):16).

And as though gathering together in one sacrifice the whole of his life, he-a priest and a spiritual son of saint Francis-seems to say: "What shall I render to the Lord for his bounty to me? I will lift up the cup of salvation and call on the name of the Lord" (Psalms 115 (116):12).

These are words of gratitude. Death undergone out of love-in the place of one's brother-is an heroic act of man. It is an act through which, together with the one already beatified, we glorify God. For from God comes the grace of such heroism, of this martyrdom.

Therefore let us today glorify God's great work in man. Before all of us gathered here, Father Maximilian Kolbe lifts up his "cup of salvation." In it is contained the sacrifice of his whole life, sealed with the martyr's death "for a brother."

Maximilian prepared for this definitive sacrifice by following Christ from the first years of his life in Poland. From these years comes the mysterious vision of two crowns-one white and one red. From these our saint does not choose. He accepts them both. From the years of his youth, in fact, Maximilian was filled with the great love of Christ and the desire for martyrdom.

This love and this desire accompanied him along the path of his Franciscan and priestly vocation, for which he prepared himself both in Poland and in Rome. This love and this desire followed him through all the places of his priestly and Franciscan service in Poland and in his missionary service in Japan.

Immaculate Virgin Inspired His Life

The inspiration of his whole life was the Immaculata. To her he entrusted his love for Christ and his desire for martyrdom. In the mystery of the Immaculate Conception there revealed itself before the eyes of his soul that marvelous and supernatural world of God's grace offered to man.

The faith and works of the whole life of Father Maximilian show that he thought of his cooperation with divine grace as a warfare under the banner of the Immaculate Conception. This Marian characteristic is particularly expressive in the life and holiness of Father Kolbe. His whole apostolate, both in his homeland and on the missions, was similarly marked with this sign. In Poland and in Japan the centers of this apostolate were the special cities of the Immaculata-Niepokalanow in Poland and Mugenzai no Sono in Japan.

God Found Him Worthy of Himself

What happened in the starvation bunker in the concentration camp at Oswiecim (Auschwitz) on August 14, 1941?

The reply is given in today's liturgy. "God tested" Maximilian Maria "and found him worthy of himself" (Wisdom 3:5). God tested him "like gold in the furnace and like a sacrificial burnt offering he accepted him" (Wisdom 3:6).Even if "in the sight of men he was punished," yet "his hope is full of immortality." For "the souls of the righteous are in the hands of God and no torment will ever touch them." And when-humanly speaking-torment and death came to them, when "in the eyes of men they seemed to have died...", when "their departure from us was thought to be an affliction...", "they are in peace." They experience life and glory "in the hands of God" (Wisdom 3:1-4).

This life is the fruit of death like Christ's death. Glory is the sharing of his resurrection. So what happened in the starvation bunker, on August 14, 1941?

There were fulfilled the words spoken by Christ to the Apostles that they "should go and bear fruit and that their fruit should abide" (John 15:16).

In a marvelous way the fruit of the tragic death of Maximilian Kolbe endures in the Church and the world!

In Their Minds It Was Not "Death"

Men saw what happened in the camp at Auschwitz. And even if to their eyes it must have seemed that a companion of their torment "dies," even if humanly speaking they could consider "his departure" as "a disaster," nevertheless in their minds this was not simply "death." Maximilian did not die but "gave his life...for his brother." In that death, terrible from the human point of view, there was the whole definitive greatness of the human act and of the human choice. He spontaneously offered himself up to death out of love.

And in this human death of his there was the clear witness borne to Christ: the witness borne in Christ to the dignity of man, to the sanctity of his life, and to the saving power of death in which the power of love is made manifest.

Maximilian's Death a Sign of Victory

Precisely for this reason the death of Maximilian Kolbe became a sign of victory. This was victory won over all systematic contempt and hate for man and for what is divine in man-a victory like that won by our Lord Jesus Christ on Calvary.

"You are my friends if you do what I command you" (John 15:14). The Church accepts this sign of victory-won through the power of Christ's redemption-with reverence and gratitude. She seeks to discern its eloquence with all humility and love.

As ever when the Church proclaims the holiness of her sons and daughters, as also in the present case, she seeks to act with all due exactness and responsibility, searching into all the aspects of the life and death of the Servant of God.

Yet at the same time the Church must be careful, as she reads the sign of holiness given by God in his earthly Servant, not to allow its full eloquence and definitive meaning to go unnoticed. And so, in judging the cause of Blessed Maximilian Kolbe even after his Beatification, it was necessary to take into consideration many voices of the People of God-especially of our Brothers in the episcopate of both Poland and Germany-who asked that Maximilian Kolbe be proclaimed as a martyr saint.

Before the eloquence of the life and death of blessed Maximilian, it is impossible no to recognize what seems to constitute the main and essential element of the sign given by God to the Church and the world in his death.

Does not this death-faced spontaneously, for love of man-constitute a particular fulfillment of the words of Christ? Does not this death make Maximilian particularly like unto Christ-the Model of all Martyrs-who gives his own life on the Cross for his brethren? Does not this death possess a particular and penetrating eloquence for our age? Does not this death constitute a particularly authentic witness of the Church in the modern world?

And so, in virtue of my apostolic authority, I have decreed that Maximilian Maria Kolbe-who after his Beatification was venerated as a Confessor-shall henceforeward be venerated also as a Martyr!

"Precious in the eyes of the Lord is the death of his faithful ones!" Amen



ver también:

Oración de consagración>>>
¡Amen a la Inmaculada!
- Dialogo de San Maximiliano con sus frailes>>>
Novena en honor of the Immaculate Conception>>>
Milicia de la Inmaculada Mi-international.org Milicia Inmaculada>>>

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