jueves, 13 de octubre de 2011

ADORACIÓN por los SACERDOTES



2 COR 4, 5
"Nosotros no somos más que servidores de ustedes por amor de Jesús"

CUANDO SE PIENSA...
... que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote;
... que ni tos ángeles, ni los arcángeles, ni Miguel, ni Gabriel, ni Rafael, ni príncipe alguno de los que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote;
... que Nuestro Señor Jesucristo, en la Ultima Cena realizó el milagro más grande que la creación del universo con todos sus esplendores, y fue convertir el pan y el vino en su Cuerpo y Sangre para alimentar al mundo; y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote;

... que el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar que es perdonar los pecados, y que lo que él ata en el fondo de su humilde de su humilde confesionario. Dios, obligado por sus propias palabras, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios;
... que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y esa Sangre redentora, que sólo un sacerdote puede realizar;
... que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino;

... que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y que las gentes aullarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quién se los de; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quién las absuelva,
y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos;
... que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él;
... que un sacerdote, cuando celebra en el altar tiene una dignidad infinitamente mayor que un rey; y que no es ni símbolo, ni siquiera embajador de Cristo, sino que es CRISTO MISMO que está allí repitiendo el mayor milagro de Dios;
Cuando se piensa todo esto, un comprende la inmensa necesidad de fomentar las vocaciones sacerdotales;

Y UNO COMPRENDE...

... el afán con que, en tiempos antiguos, cada familia ansiaba que de su seno brotase, como una vara de nardo, una vocación sacerdotal;
... el inmenso respeto que los pueblos tenían por los sacerdotes, lo que se reflejaba en las leyes;
... que el peor crimen que puede cometer alguien es impedir o desalentar una vocación;
... que provocar una apostasía es ser como Judas y vender a Jesús de nuevo;
... que si un padre o madre obstruyen la vocación sacerdotal de un hijo, es como si renunciaran a un título de nobleza incomparable;
... que más que una iglesia, y más que una escuela, y más que hospital, es un seminario o un noviciado;
... que dar para construir o mantener un seminario o un noviciado es multiplicar los nacimientos del Redentor;
... que dar para costear los estudios de un joven seminarista o de un novicio es allanar el camino por donde ha de llegar al altar un hombre, que durante media hora, cada día, será mucho más que todas las dignidades de la tierra y que todos los santos del cielo, pues será CRISTO MISMO, sacrificando Su Cuerpo y Su Sangre, para alimentar al mundo.

• Lectura de la carta a los Filipenses
"Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús. H, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en e! cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre" Flp 2,5-11

Madre Teresa de Calcuta...La noche antes de su muerte Jesús nos ha dado dos grandes dones: el don de sí mismo en la Eucaristía y el don del sacerdocio para que Su presencia siga estando viva en la Eucaristía. SIN SACERDOTES NO TENEMOS A JESÚS. Sin sacerdotes no tenemos la absolución. Sin sacerdotes no podemos recibir la comunión.

Nada se puede comparar a ¡a vocación del sacerdote. Es como una sustitución de Jesús en el altar, en el Confesionario, y en todos los otros sacramentos en los cuales él emplea e! pronombre "Yo", como Jesús. Piensen hasta qué punto el sacerdote tiene que ser una entidad con Jesús para que Éste lo use en Su lugar, en Su nombre, para que pronuncie Sus palabras, para que cumpla Sus acciones, para que anule los pecados, para que transforme el simple pan y vino en el pan de Vida de Su Cuerpo y en Su Sangre. ¡Qué pura tiene que ser la boca de un sacerdote, y qué puro debe ser su corazón para que él pueda pronunciar las palabras: "Este es mi cuerpo" y transformar el pan en el Jesús viviente! ¡Qué puras deben ser las manos del sacerdote, qué total debe ser la identificación con las manos de Jesús, si en ellas, cuando él eleva esas manos, está la
tan preciosa sangre de Jesús!

Un pecador se va a confesar oprimido por el pecado, y cuando deja el confesionario es un pecador sin pecado. ¡Qué puro y sagrado debe ser un sacerdote para quitar y pronunciar las palabras: "Yo te absuelvo"!

• Rezamos todos juntos...
Oh Redentor Nuestro, acepta vivir en los sacerdotes, transfórmalos en Ti. Hazlos por tu gracia ministros de tu misericordia, obra a través suyo, y haz que, imitando fielmente tus virtudes, se revistan en todo de Ti, y actúen en Tu nombre y con la fuerza de tu Espíritu. Contempla, Señor Jesucristo, cuántos son todavía los que duermen en las tinieblas del error, cuántas son las ovejas que caminan al borde del precipicio. Dirige tu mirada a tantas y tantos pobres, hambrientos y débiles, que lloran en medio de su soledad. Vuelve Tú a nosotros por medio de has sacerdotes. Muéstrate en ellos y, obrando a través suyo, recorre el mundo de nuevo, enseñando, perdonando, santificando y renovando los lazos de amor entre tu Corazón divino y nuestros pobres corazones. Amén.

• Respondemos a cada intención: Señor, danos Sacerdotes Santos,
Para conseguir el perdón de los pecados...
¡'ara que no nos falte la Sagrada Eucaristía...
Para que prediquen a Cristo, y a éste crucificado...
Para que den testimonio de la Verdad...
Para que los niños conserven la Gracia...
Para que la juventud conozca y siga a Cristo...
Para que los mayores conformen sus vidas según la Ley de Dios...
Para que tengamos hogares cristianos...
Para que en nuestros pueblos se viva la unión y la caridad cristiana...
Para que los enfermos reciban los auxilios espirituales...
Para que nos acompañen a la hora de nuestra muerte y ofrezcan la Santa Misa por nosotros...

Santa María, Madre de la Iglesia, Reina de los Apóstoles, alcánzanos del Señor muchos y santos sacerdotes. Así sea.

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