viernes, 7 de octubre de 2011

COMO TAMBIÉN NOSOTROS


"Es una petición del Padrenuestro: perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Quizás nunca nos hayamos parado a pensar en lo que realmente le pedimos a Dios. Le pedimos el perdón de nuestras ofensas, de nuestras faltas y pecados, pero lo supeditamos al perdón que nosotros ofrecemos al que nos hace una ofensa. Le estamos diciendo a Dios que nos perdone en tanto nosotros sabemos perdonar a nuestros semejantes. Si perdonamos al que nos hace daño, le decimos a Dios que de igual manera El nos perdone, pero también le estamos atando las manos a Dios con respecto a nuestras ofensas. Si nosotros no sabemos perdonar al que nos ofende le estamos pidiendo a Dios que El tampoco nos perdone a nosotros las ofensas que hagamos. Esta petición es quizás la que más trabajo nos cuesta cumplir porque nos cuesta perdonar. Muchos dicen que perdonan pero no olvidan, o que queriendo olvidar, no pueden. Conviene aclarar ésto. Muchas veces no olvidamos el daño sufrido, como tampoco olvidamos tantas y tantas cosas buenas y malas que nos suceden, máxime si nos han afectado profundamente. Olvidar es casi imposible, tendrían que borrarnos la memoria, pero eso no significa que le tengamos en cuenta al prójimo sus ofensas. Cuando decimos que no olvidamos no decimos que no recordamos lo que nos ha pasado, al decir ésto, muchas veces nos estamos refiriendo a anotar en el "debe" del prójimo sus acciones para cobrárselo en cuanto tengamos ocasión. Ese "no olvido" significa para muchos, el esperar el momento adecuado para hacerles pagar todas juntas el mal que nos hicieron. Es tratar al prójimo que nos ha ofendido de otra manera, mirarlo con otros ojos, es quizás el devolverle mal por mal, ignorarlo o ponerlo en evidencia ante los otros. Todas estas actitudes no son las que nos pide el amor de Dios y el amor al prójimo. Cuando le pedimos a Dios que perdone nuestras ofensas, estamos pidiendole que se olvide de ellas. Dios no lleva cuentas del mal y no nos trata como merecen nuestros pecados, sino que es misericordioso, lento a la ira y rico en perdón. Cuando Dios perdona olvida totalmente nuestras ofensas, y ese olvido no significa que no recuerda nuestra historia, porque eso sería imposible, pues para Dios todo es presente y nada de lo que hacemos se le oculta. Al decir "olvida" queremos decir que no nos lo apunta con el propósito de devolvernos mal por mal. Dios jamás podría hacer eso, porque Dios es el Bien sumo y en Él no puede haber maldad alguna. Dios nos devuelve siempre bien por bien. El Señor en la cruz no profirió amenazas, ni pidió el castigo para los que lo crucificamos, sino que pidió nuestro perdón: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Dios nos perdona totalmente, pues un corazón quebrantado y humillado, Dios no lo desprecia, pues si llevara cuentas del mal y nos apuntara el delito, ¿quién podría resistir? Dios nos enseña a perdonar así. Cuando decimos perdónanos nuestras ofensas, queremos que Dios nos de la gracia para perdonar a los que nos ofenden de igual manera que El nos perdona. Debemos perdonar las ofensas que recibimos, y no debemos tenérselas en cuenta al prójimo, es más debemos obedecer al Señor que nos pide rezar por los que nos persiguen y amar a los que nos odian. No devolver nunca mal por mal, sino al contrario, ahogar el mal en abundancia de bien.

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