viernes, 7 de octubre de 2011

EL QUE NO ENTRA POR LA PUERTA


"El Señor nos dice en el evangelio que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. Pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. Jesús emplea una imagen muy conocida por aquellos hombres que escuchan su predicación. Es un ejemplo tomado de la vida cotidiana de un pueblo que cuidaba sus rebaños, la imagen del pastor y de las ovejas, resultaba muy apropiada en este contexto. Es un tema habitual en los profetas del Antiguo Testamento, el pueblo elegido es llamado el rebaño del Señor y Dios es su pastor. Este nombre de pastor, se aplicaba también a los reyes de Israel y a los sacerdotes del Templo. Continuamente vemos como Dios por medio de los profetas pone en evidencia a los malos pastores que pierden a las ovejas del Señor. El profeta Ezequiel les reprocha sus delitos y les anuncia que Dios les arrebatará el rebaño a ellos encomendado y se lo entregará a un nuevo pastor descendiente de David. Jesús se presenta como el cumplimiento de estas profecías, El es el Buen Pastor, es Dios mismo el que pastoreará a su rebaño porque sus pastores no han cumplido con fidelidad su trabajo. El Señor les está diciendo a aquellos hombres de su tiempo que los que se creen buenos pastores y que están al frente del pueblo de Dios, no lo son. Seguramente los sacerdotes, escribas y fariseos, al oír estas palabras, pronto comprendieron que iba por ellos y que el Maestro les estaba, proféticamente, denunciado en sus pecados. Jesús nos previene ante los que no son pastores del rebaño, sino ladrones y salteadores. Sin embargo quien es buen pastor entra por la puerta, es decir, va abiertamente, no tiene nada que ocultar, no tiene intenciones torcidas, es veraz y se comporta con naturalidad y sencillez. Llega como cada amanecer y entra por la puerta del redil para llevar a sus ovejas a los pastos, el guarda lo reconoce y le deja entrar, las ovejas oyen su voz y lo reconocen, y le siguen confiadas. ¡Qué imagen más hermosa! La Iglesia, el nuevo pueblo de Israel, es ese redil dónde estamos todos los cristianos. Y entramos al redil por la puerta que es Cristo, es decir, por el Bautismo. Nadie puede entrar por otra puerta que no sea ésta. Los que entran por ella son buenos pastores y buenas ovejas. Por Cristo los buenos pastores entran en el corazón de las ovejas porque no le predican otra cosa que ha Cristo, y este crucificado, como dirá Pablo. Si un pastor se predicara a sí mismo sería un ladrón y un salteador que salta por la cerca y no entra por la puerta. El Señor nos previene contra esos pastores que traicionan la Palabra de Dios, que tergiversan su Evangelio, que dan aguas corrompidas y pastos secos a las ovejas, que las enflaquecen y esquilan sin piedad, y que incluso las llegan a matar, porque son lobos con piel de cordero. Cristo es la puerta del redil y únicamente los que siguen fielmente a Cristo pueden entrar y ser reconocidos por El. El Señor les recrimina a los falsos pastores es ser asalariados que no les importan las ovejas porque no son suyas, y por eso las abandonan ante el peligro. ¿Somos quizás, también, nosotros sacerdotes, así? Si no estuviéramos dispuestos a dar la vida por la porción del pueblo de Dios a nosotros encomendado seríamos malos pastores. Nuestro sacerdocio ministerial no puede ser una profesión cuantificada en un horario. Somos sacerdotes las 24 horas del día. Ciertamente que no somos superhombres, que el agotamiento y el cansancio en ocasiones nos pueden vencer, entonces recordamos las palabras del Señor, venid conmigo a un sitio apartado para descansar, porque era tanta la gente que no tenían tiempo ni para comer. Sin embargo cuando el Señor se veía rodeado de aquellas gentes que eran como ovejas sin pastor, El, a pesar de no haber comido ni dormido, se ponía a enseñarles con calma. ¿Somos así nosotros? Cuantas veces despachamos a la gente que nos pide hablar, confesar, solucionar un problema, etc..., diciéndoles que vengan en horario de oficina. Ahora no toca. Es mi tiempo libre, yo también necesito un tiempo para mí. ¿No hemos pensado y pensamos así en ocasiones? El tiempo es de Dios y tú y yo somos de Dios. No nos pertenecemos, Dios nos ha enviado con una misión con respecto al rebaño de Cristo: Ser reflejo del Buen Pastor, de Aquel que ha dado la vida por las ovejas. Y dar la vida es precisamente eso, no tener tiempo ni para comer. Es ese morir a cada instante a nosotros mismos, a nuestras cosas, a nuestras comodidades, a nuestros horarios, a nuestros planes y proyectos, a nuestros sueños e ideales, a nuestros juicios y planteamientos, incluso a lo legítimo en nuestras vidas, para ser por entero otros cristos, el mismo Cristo. Que nuestro tiempo sea el tiempo de Cristo, nuestra comodidad la suya, nuestras cosas las cosas de Dios, nuestros horarios los horarios de El, nuestros sueños e ideales los suyos solamente, etc... Así seremos verdaderamente pastores del rebaño, de aquellos que entran y salen por la puerta verdadera que es Cristo, de aquellos que se ponen entre las ovejas y los lobos para defenderlas, de aquellos que sienten como suya cada una de las ovejas, que no abandonan ni a una tan siquiera, que sufre y padece por todas, que desea ardientemente que todas las ovejas, incluso las que no son de este redil, escuchen la voz del Buen Pastor y se reunan formando un solo rebaño bajo un solo Pastor.

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