miércoles, 12 de octubre de 2011

La rana vanidosa





Había una vez una rana que vivía en una pequeña charca. Nunca había salido de ella y pensaba que era la más grande, la mejor de todas las charcas.
Un día otra rana, mayor y más sabia, que vivía en una charca enorme, llegó a esta pequeña charca.
La rana vanidosa que vivía en la pequeña charca no hacía más que vanagloriarse de lo afortunada que era por vivir en una charca tan grande, la mejor charca que pudiera existir.
La rana recién llegada, la escuchaba y sin ánimo de ofenderla y por sacarla de su ignorancia, le quiso explicar que había charcas más grandes, y le explicó, además, la conveniencia de conocer otras charcas, y otras ranas.
Pero la rana de la pequeña charca negaba la existencia de otras charcas más grandes, incluso se sentía molesta ante el atrevimiento de esta nueva rana y pensaba: “¿qué se cree esta? ¡Viene a mi charca y me insulta diciendo que es pequeña!”
Pasaron los días, la rana vanidosa pensaba: ¿y si es cierto? y le mostró a la rana sabia cierta inquietud e interés en conocer otras nuevas charcas; y, así, la rana sabia de la charca más grande se ofreció a llevarla para verlas, incluso, con el fin de ayudarle a salir de su ignorancia y para que ampliara su conocimiento sobre nuevas charcas, le llevaría sobre su lomo.
Por el camino, la rana vanidosa e ignorante se quejó en varias ocasiones que iba incómoda y que quién le mandaría salir de su maravillosa charca. Se encontraron diferentes obstáculos: escorpiones, cocodrilos, piedras, la noche, el frío, el hambre... ya que hasta que llegaran a una nueva charca, había un gran camino que recorrer. Antes de llegar, la rana, que había viajado sobre el lomo de la rana compasiva, se negó a continuar, e insultó a la rana sabia que le había hecho salir de su maravillosa charca y era su culpa que ahora se encontrara lejos de su hogar.
La rana sabia quiso explicarle que conocería más ranas, con quienes podría convivir, y que podría seguir conociendo otras charcas cerca, y elegir dónde vivir; pero la vanidad de esta rana le impidió escuchar y abandonó sin llegar al final del camino dejando a la sabia rana, sola, ofendida e insultada.

La ignorancia, dicen las Escrituras, es la mayor prisión. El conocimiento es el medio para liberarte de las rejas de la ignorancia. El sabio es un hombre libre que libremente enseña a otro ser libre que libremente quiere aprender lo que es la libertad.

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