viernes, 7 de octubre de 2011

LA "RECONVERSIÓN" DE SAN PABLO



Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la conversión de San Pablo, el apóstol de los gentiles. En el camino de Damasco, sabemos la historia, una luz cegadora y una voz, "Saulo, Saulo, porqué me persigues", inician el camino de la conversión de Pablo, o mejor dicho de su "reconversión". Saulo de Tarso es un ferviente judío, fariseo para mas señas, discípulo de Gamaliel, que movido por su celo, es comisionado para apresar a aquellos que el considera herejes a la fe de Moises. Sin embargo algo extraordinario le sucede en esa empresa que le hace tambalear, la presencia del Resucitado. En ese momento comienza su "reconversión", es decir, el volver a plantear sus creencias a la luz de este encuentro. No necesita convertirse al verdadero y único Dios, necesita descubrir en Jesús de Nazareth, el rostro humano de Yavéh. Este cambio radical en Pablo se va operando paulatinamente. Primero es conducido a casa de Ananías y es acogido precisamente por aquellos a los que quería perjudicar. Una nueva luz cae sobre sus esquemas mentales que le vuelve a cuestionar todo lo que él creía hasta entonces. ¿Aquellos a los que yo perseguía me acogen a mí su enemigo? Algo nuevo y sorprendente, a la luz del Espíritu, va transformando el corazón, la mente y el espíritu de Pablo. Mientras sigue ciego físicamente va viendo con los ojos del espíritu una realidad nueva que le desconcierta y al mismo tiempo le atrae. Ananías lo instruye con paciencia en la Buena Nueva de la iglesia naciente. Pablo termina aceptado la predicación de los Apóstoles y es bautizado. El sacramento de la iluminación, ilumina plenamente el alma del nuevo apóstol y la luz de Cristo que ilumina ahora su alma, le devuelve la luz a sus ojos físicos. Ahora Pablo "reconvertido" de nuevo a la verdadera fe de Israel, porque el Mesías no ha venido a abolir su Ley sino a darle cumplimiento perfecto, descubre en Jesús el cumplimiento de estas promesas hechas a Abraham, a Isaac y a Jacob, vislumbra con los ojos renovados que la Iglesia es el término de aquella peregrinación en la fe que comenzó el arameo errante. Los cristianos son el verdadero y auténtico Israel. Y que él y todos los miembros del Pueblo de la Alianza tienen su casa en el Pueblo de la Nueva Alianza, pues son una sola cosa. Ya no hay que esperar más, Dios ha cumplido con creces su promesa en su Hijo, haciéndonos hijos en El. Pablo seguirá durante toda su vida convirtiéndose, reconvirtiéndose al Señor, hasta que pueda decir, "ya no soy yo quién vive, es Cristo quién vive en mí".

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