jueves, 27 de octubre de 2011

Las alegrías del Purgatorio


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El_Purgatorio

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La Editorial Rialp ha publicado una revelación particular sobre el Purgatorio. El sujeto de las revelaciones ha preferido permanecer en el anonimato por consejo de su padre espiritual. Aquí consignamos un bello capítulo del libro:


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Oración de la mañana: una gran luz aparece ante mi vista interior, y contemplo a una religiosa mayor que tiene en la mano un tamiz de oro lleno de brasas.

Avanza hacia mí y dice: “¡Alabado sea Jesucristo por siempre!”. Me pregunta:


Hijo mío, ¿quieres rezar por mí?

Nadie reza por mí

porque he muerto en gran paz,

con fama de santidad,

y mis queridas hermanas

seguramente me creen en el Paraíso,

y no ruegan por mí.

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Le prometo mi oración y se vuelve radiante, una inmensa luz la inunda con sus rayos. Prosigue:


Como ves, estoy en la Antesala del Paraíso,

languideciendo de amor;

cerca de mi Divino Esposo;

este amor es el motor de mi júbilo

y la causa de la pena que me tortura.

El dolor es nuestra alegría en el Purgatorio,

pues es tormento de amor, enfermedad de amor.

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Ruego por esta alma, y de vez en cuando caen algunas brazas rojizas del tamiz, que se vacía poco a poco, pero la religiosa no se da cuenta y me dice alborozada, levantando los ojos al Cielo:


Comienzas a conocer el Purgatorio,

y no has experimentado

ni sus alegrías ni sus penas.

Di a tus hermanos que vuestras grandes alegrías

en la tierra

no son más que viento y humo,

al lado de las sublimes alegrías del Purgatorio.

La mayor felicidad para un alma es estar en el Cielo.

¡Es la Bienaventuranza Eterna!

Pero inmediatamente después,

no hay alegría más grande

que saborear las alegrías del Purgatorio.


Y aprende esto: cuanto más va hacia la plenitud

nuestra unión,

más disminuyen nuestras penas,

que se concentran hasta desaparecer.

No queda más que esta enfermedad de amor

que conocemos aquí,

en la Antesala del Paraíso.

¡Sí, habla de las penas del Purgatorio,

pero habla también de sus inefables alegrías!


Radiante, desapareció de mi vista interior dejando mi alma consolada.

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