viernes, 28 de octubre de 2011

Los sábados y Santa María



La liturgia de rito romano consagra el sábado a hacer memoria de Santa María. Es un recuerdo -sin que parezca ni sea una fiesta o solemnidad- por aquel sábado en que María Santísima fue la única creyente aguardando la resurrección de su Hijo. Así la liturgia nos ofrece "la posibilidad de una frecuente conmemoración litúrgica mariana con el recurso a la Memoria de Santa María "in Sabbato": memoria antigua y discreta, que la flexibilidad del actual Calendario y la multiplicidad de los formularios del Misal hacen extraordinariamente fácil y variada" (Pablo VI, Marialis cultus, n. 9).

Los sábados la Liturgia en Laudes hace mención de la Virgen casi siempre en alguna de las preces de Laudes y en la Hora Intermedia, especialmente relevante la oración de Nona, donde rezamos: "Escucha, Señor, nuestra oración y danos la abundancia de tu paz, para que, por intercesión de la santísima Virgen María, después de haberte servido durante toda nuestra vida, podamos presentarnos ante ti sin temor alguno. Por Jesucristo nuestro Señor", y así cerramos la semana antes de abrir el domingo con las I Vísperas.

La Virgen María es modelo de creyente, tipo y figura de la Iglesia, aliento en nuestros pasos, intercesora ante el trono de su Hijo. Si la contemplamos y pedimos su ayuda, caminaremos como discípulos verdaderos de su Hijo, como seguidores del Señor crucificado y Resucitado.

Saboreemos las preces de Laudes de hoy por el reflejo que ofrecen de Santa María y por las peticiones que orientan nuestra plegaria matutina al Señor.


"Invoquemos a Dios por intercesión de María, a quien el Señor colocó por encima de todas las creaturas celestiales y terrenas, diciendo:
Mira, Señor, a la Madre de tu Hijo y escúchanos.

-Padre de misericordia, te damos gracias porque nos has dado a María como madre y ejemplo;
santifícanos por su intercesión.

-Tú que hiciste que María meditara tus palabras, guardándolas en su corazón, y fuera siempre fidelísima hija tuya,
por su intercesión haz que también nosotros seamos de verdad hijos tuyos y discípulos de tu Hijo.

-Tú que quisiste que María concibiera por obra del Espíritu Santo,
por intercesión de María otórganos los frutos de este mismo Espíritu.

-Tú que diste fuerza a María para permanecer junto a la cruz y la llenaste de alegría con la resurrección de tu Hijo, por intercesión de María confórtanos en la tribulación y reanima nuestra esperanza".

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