jueves, 27 de octubre de 2011

Multiplicar en vez de sumar



Nunca debemos de perder la esperanza en la raza humana. Aunque a diario los periódicos y noticieros nos bombardeen con noticias duras y tristes, aunque la crónica ya no sea roja, sino morada, no podemos perder la esperanza. Siempre habrá luz al final del túnel, pero debemos de atravesar el túnel para llegar a ella.
Son muchas las personas que se esfuerzan cada día por cambiar el mundo, por mejorarlo. He tenido la suerte de conocer a varios y les daré siempre gracias por haberme contagiado algo de su optimismo y entusiasmo. Dios sigue sembrando en los corazones el deseo de construir la Civilización del Amor, hacer realidad el plan que El trazó desde la eternidad y que busca lograr la felicidad de todos.
Sin embargo preocupa ver que muchos de estos entusiastas, se cansan y abandonan el camino. Como que no logran pasar del entusiasmo al compromiso, a la opción de vida. Muchas veces la principal explicación que dan es que se cansaron de luchar solos.
Y es que cuando pensamos que la tarea de renovar el mundo la podemos con solo nuestras fuerzas, sólo nos dedicamos a sumar, cuando lo que se debe hacer es multiplicar. Quién cree que puede con sus propias fuerzas, y deja de lado a Dios, nunca logrará grandes metas. Sumará esfuerzos hasta desgastarse por completo y abandonar el ideal.

Quien incluye a Dios, abre dos grandes oportunidades: en sí mismo y en los demás. Ya no cuenta sólo con sus propias fuerzas, pues Dios es quien le fortalece. Y es esa presencia de Dios la que hace que el entusiasmo se transforme en compromiso. Y así como en los primeros tiempos del cristianismo fue el martirio lo que movió a tantos a aceptar la fe, el heroísmo de quien lucha con Dios y para Dios contagia a muchos. De ahí que las fuerzas se multipliquen.
Hoy te invito a seguir luchando, porque hay mucho que construir. Pero para alcanzar la meta debemos multiplicar. Si Dios está con nosotros, quién puede contra nosotros.
Hasta el Cielo.

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