jueves, 13 de octubre de 2011

Salmo de la solidaridad 2



Quiero cambiar mi vida.
Quiero fuerza interior para cambiar el mundo.
Quiero empeñarme,
comprometerme en el mundo de los que sufren;
dejar de decir sólo palabras y mojarme en hechos
Quiero vivir en mi carne el dolor de los hombres rotos;
'sobrevivir' con los que sobreviven apenas;
saber lo que es vivir con ritmo de muerte continua.
Quiero ser voz del hombre amordazado.
Y manos del amarrado.
Quiero ser el grito de los hombres que mueren en la noche.
Aquí estoy, Señor Jesús,
con las manos abiertas a la ayuda;
con el corazón cercano al que sufre;
queriendo ser no violento.
Aquí estoy, Señor, para aprender
que solo el amor cambia la vida;
para denunciar sin odios las injusticias;
para llevar esperanzas al hombre pisoteado.
Señor Jesús, yo sé que tu vida se complicó demasiado.
Yo sé que luchaste por la paz y la justicia y la libertad;
que lo diste todo por el amor y la verdad;
que perdonaste y devolviste la dignidad humana
a muchas personas.
que viviste entre marginados y asumiste su vida.
Yo sé que proclamaste que Dios era Padre para ellos;
que llamaste a vivir en tu Reino
a los hombres de corazón roto;
que fuiste sincero, verdadero, transparente.
Yo sé que no te entendieron, que te quedaste solo.
Yo sé que te acorralaron los poderosos
y te condenaron;
que te metieron en la cárcel
y te sentaron en el banquillo;
que te clavaron en un madero como un maldito;
que te mataron para que las cosas siguiesen igual.
Yo sé que tu muerte fue un fracaso. ¡Un fracaso!
Pero yo sé que tú diste la vida con amor;
que tu vida, tu estilo de vida,
no podía quedar en el sepulcro;
que tu Padre, Señor de la Historia,
te levantó, te puso en pie.
Yo sé que resucitaste.
Lo sé. Y creo en ti,
SEÑOR RESUCITADO.

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