Señor mío: Tú me diste estos ojos;
dime dónde he de volverlos en esta noche larga,
que ha de durar más que mis ojos.
Rey jurado de mi primera fe:
Tú me diste estas manos;
dime qué han de tomar o dejar
en un peregrinaje sin sentido para mis sentidos,
donde todo me falta y todo me sobra.
Dulzura de mi ardua dulzura:
Tú me diste esta voz en el desierto;
dime cuál es la palabra
digna de remontar el gran silencio.
Soplo de mi barro: Tú me diste estos pies...
Dime por qué hiciste tantos caminos
si Tú solo eres el Camino, y la Verdad, y la Vida.
*"Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como sueños de los que uno despierta; arroja tus cuidados, abandona todo pensamiento vano, renuncia a tu cuerpo. Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en la oración de recogimiento. Unos desean la gloria; otros las riquezas. Yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti solamente la esperanza de mi alma devastada por la pasión"
miércoles, 19 de octubre de 2011
Señor mío
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