viernes, 7 de octubre de 2011

SIEMPRE SALE EL SOL


"¿Has visto lo hermoso que es ver salir el sol por la mañana? Todo está en penumbras y poco a poco, va apareciendo la luz y las cosas vuelven a adquirir su color. Luego el disco solar va asomando por el horizonte y lentamente se va elevando mientras va tiñendo de tonos rojizos y anaranjados el firmamento. Todavía se pueden ver algunas estrellas que poco a poco van desapareciendo eclipsadas por la luz del sol, mucho más potente que la de ellas. Es un espectáculo maravilloso. Cada mañana sucede lo mismo, así desde hace millones y millones de años. Todos los días se produce este "milagro" de la naturaleza. Con el sol recibimos la luz y el calor que necesitamos para vivir. Sin el sol no habría vida sobre la faz de la tierra, no existiría ningún ser vivo. El sol es la vida para nosotros los hombres y para el mundo que habitamos. Es vida y es alegría, nos reconforta y nos calienta, ilumina nuestras vidas y nos hace estar felices y a gusto. Cada mañana sale el sol y cada noche se oculta para dar paso a la oscuridad. En nuestra vida también a veces suceden acontecimientos que nos ponen tristes, melancólicos, oscurecen nuestro espíritu. Problemas, dificultades, enfermedades, contradicciones, enfrentamientos, etc... pueden quitarnos la felicidad que teníamos y que deseamos. Pero al igual que cada mañana sale el sol y con él la alegría, pensemos que después de toda dificultad siempre vuelve la paz y la serenidad, "sale el sol" en nuestra vida. Tenemos que enfrentar las contradicciones con optimismo y como dice el refrán: no hay mal que cien años dure. Solo se desespera aquel que no espera nada, más que penas, dolor y sufrimiento. Nosotros los cristianos sabemos que todas esas cosas nos pueden suceder y que con seguridad pasaremos por ellas en algún momento de nuestra vida, pero vivimos esperanzados porque creemos en la vida eterna y confiamos en el amor y la misericordia de nuestro Dios. Todo sucede para bien de los que Dios ama. La esperanza no defrauda. Trás la noche viene un nuevo amanecer, del mismo modo tras las tinieblas de la noche, esperamos la luz de una nueva vida junto al Señor. Cuando estamos excesivamente atados a las cosas de este mundo más nos cuesta pensar siquiera con el momento de tener que dejarlo, sin embargo, si nuestro corazón se une cada día más a Dios veremos como una dicha lo que para el mundo es algo terrible. Que no tiemble vuestro corazón, nos dice el Señor, pues no hay temor en el amor. El que pone su esperanza en Cristo vive de la esperanza, y lleva ya en si mismo algo del gozo celestial, pues la esperanza es fuente de alegría y permite soportar con paciencia los sufrimientos. La esperanza como hemos dicho es fruto del amor. San Agustín, afirma que la esperanza es imposible si no hay algún amor. Si estamos en estos momentos pasando una dura prueba, estamos sumidos en la tristeza, el temor o la desesperanza, escuchemos las palabras del Señor que nos dice: venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y Yo os aliviaré. Pensemos que cada mañana amanece de nuevo, que Dios nos ama y descansemos en sus brazos, miremos hacia la meta que nos aguarda, aquello que esperamos con fe, lo que nos dice el Apóstol: Ni ojo vio, ni oído oyó, lo que Dios tiene reservado para los que lo aman

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