Para Ti, Señor, los primeros serán los últimos.
Nosotros nos afanamos en tener poder,
en brillar, en triunfar, en ganar y en llegar.
Competimos en todo, desde que somos niños,
y Tú, nos invitas, a que nos relacionemos en igualdad.
Dices que sirva a todos quien quiera ser el primero.
Nosotros, en cambio, queremos ser servidos ¡y bien!
Somos exigentes con las personas,
intentamos que nos hagan lo más posible,
y Tú te echas al suelo y lavas los pies a tus amigos.
Vivimos en una sociedad jerarquizada:
el que más tiene, el que más sabe, el que más gana,
el que más puede, el que más hace, el que más crea...
Pero Tú vienes a cambiar el orden de las cosas.
Nos dices que las prostitutas nos precederán en tu Reino.
Urge que cambiemos de código, de baremo, de estilo.
Tenemos que vivir a tu manera:
comenzar a bajar, en lugar de trepar
y construir contigo la gran fraternidad,
que es lo único que nos puede salvar.
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