martes, 29 de noviembre de 2011

Hay un solo pecado imperdonable: resistirse al Espíritu Santo, ¡es decir, rechazar a Jesús!


Nadie tiene que irse al infierno por los pecados y maldades cometidos en esta vida si los confiesa, se arrepiente y pide el perdón de Jesús. Dios no se enoja tanto con el pecador por incumplir las reglas, pues Él sabe que el pecador es pecador y que no las puede obedecer. Pero sí se enoja cuando rechazan el regalo de Su amor y Su Salvación. El mayor pecado es que a uno le ofrezcan el amor de Dios y lo rechace. (Jn.3:19)
Todo pecado, toda culpa, pueden ser perdonados por el Señor, menos uno. El único pecado imperdonable, el único pecado que el Señor no perdona ni puede perdonar a nadie es el de rechazar Su amor y Su Salvación manifestados por el tierno amor del Espíritu Santo. Jesús mismo dijo que ese pecado no sería perdonado, ¡ni en este siglo ni en el venidero! (Mat.12:31,32)
El Diablo tienta a la gente a que se resista al Señor, diciéndole: «¡Haz lo que te dé la gana! Tú eres el amo de tu alma, el árbitro de tu destino. ¡Aunque tengas la frente herida, manténla erguida!» ¡Esa es la horrible imagen del pecador que desafía a Dios! La bella imagen del santo es mucho mejor, la del pecador arrepentido, que de rodillas, dice: «¡Señor, ten misericordia de mí, pecador!» (Luc.18:9-14) ¿Cuál de ellos eres tú?

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