domingo, 29 de enero de 2012

Serrano (Asturio Anulino), Santo


Obispo, 29 de enero
Serrano (Asturio Anulino), Santo
Serrano (Asturio Anulino), Santo
Las primeras noticias sobre Asturio -o Astúrico Anulino- las proporciona San Ildefonso de Toledo en su obra "De viris illustribus", compuesta en los años de su episcopado (657-667). Allí reúne las biografías de catorce antecesores suyos en la silla toledana, donde asigna a Asturio el lugar noveno en la sucesión de los obispos de Toledo, en cuya sede sucedió a Audencio.

En cualquier caso, el texto de San Ildefonso ha sido mal interpretado generalmente por los historiadores de Alcalá. Dice así el obispo toledano:

"Fue (Asturio) bienaventurado en su episcopado y digno de un milagro, porque mereció encontrar en su sepulcro terreno los cuerpos de aquellos a quienes iba a unirse en el cielo. En efecto, cuando desempeñaba el obispado de su sede, se cuenta que fue advertido por revelación divina para que indagase sobre unos mártires sepultados en el municipio complutense que está situado a casi sesenta millas de su ciudad. Acudió rápidamente y encontró ocultos, bajo el peso del túmulo y el olvido del tiempo, a aquellos que merecían la luz y la gloria de ser conocidos en la tierra. Una vez descubiertos, no quiso volver a su sede. Dedicado al servicio y devoción de los santos, terminó sus días. No obstante, mientras vivió nadie ocupó su sede. Por eso, según la tradición, se le considera como el noveno obispo de Toledo y primero de Complutum".

Una lectura detenida del relato clarifica bastante las confusiones acumuladas a lo largo del tiempo por los distintos tratadistas del tema. La intervención sobrenatural aparece muy matizada por San Ildefonso y reducida a su condición de tradición oral cuando dice "...se cuenta que...".

También deja muy claro San Ildefonso el lugar donde se hallaban los restos de los mártires, "en su sepulcro...", y "...ocultos bajo el peso del túmulo" con lo que deben descartarse todas las interpretaciones posteriores sobre una búsqueda y hallazgo azaroso o casual. Estas mismas palabras revelan la existencia en tiempos de Asturio de la "cella martyris" o sus patentes restos.

Finalmente, y respecto al lugar ocupado por Asturio en los episcopologios toledano y complutense, ya advierte San Ildefonso que ese noveno lugar en la silla toledana y el primero en la complutense eran considerados "según la tradición", evitando así cualquier afirmación categórica. Debe advertirse que situar a Asturio como primer obispo de Complutum constituye un error, pues el Concilio I de Zaragoza, celebrado en 380, recoge en sus Actas la firma de "Ampelio, obispo complutense", mientras que la firma de Asturio no se documenta hasta el Concilio I de Toledo del año 397, lo que indica que en Cómpluto hubo obispos anteriores a Asturio.

En cambio, sí debe ser este último considerado como renovador e impulsor del culto a los santos Justo y Pastor, pues siguiendo el texto de San Ildefonso las reliquias de los mártires estaban ocultas "bajo el peso del túmulo y olvido del tiempo...", lo que revela una decadencia en su veneración pública. Y aunque en ningún lugar del texto menciona expresamente San Ildefonso los nombres de Justo y Pastor, todos los autores admiten que dicho santo se refiere a ellos por no existir referencia alguna a ningún otro mártir complutense en esta época.

Se puede documentar a Asturio como obispo de Toledo en el año 397 y, siguiendo a San Ildefonso, su renuncia a la sede de Toledo y su paso a la Complutense tuvo lugar en una fecha difícil de determinar, aunque distintos autores, según los Anales Complutenses, lo sitúan en los años 398 y 400 ó 402. Pero no debe olvidarse que los Anales toman como fuente frecuente para este periodo a los Falsos Cronicones. Generalmente se acepta el 412 como año del traslado de Asturio a Cómpluto.

Por su parte, Ambrosio de Morales afirma que el hallazgo de los restos de los Santos Niños tuvo lugar entre 407 y 414, lo que resulta mucho más verosímil si aceptamos la ocultación de las reliquias y destrucción de la "cella martyris" en torno a las invasiones del 409. Ambrosio de Morales completa el relato diciendo que Asturio, después de encontrar los cuerpos ya no quiso regresar a Toledo y se quedó en Complutum como obispo. Dejó las reliquias en el lugar original de su enterramiento y mandó construir para ellas un arca de jaspe de 12 pies de largo por 4 de ancho que, en su tiempo (1568), se encontraba bastante deteriorada.

Con todas las reservas que las fuentes nos ofrecen, y atendiendo a la lógica en la cronología de los hechos, no resulta extraño pensar que Asturio ordenase la construcción de un nuevo templo en honor de los mártires en el lugar donde en origen fueron muertos y sepultados.

Quizás el 1 de noviembre de 424 moría en Complutum Asturio Anulino, siendo enterrado en el templo que había mandado construir sobre el lugar del martirio de los Santos Niños. Cuatro siglos después su cuerpo, junto con el del obispo de Toledo San Julián, fue llevado a Oviedo, donde recibió culto bajo el nombre de San Asturio Serrano o San Serrano. Así siguió el mismo camino que muchas reliquias de santos y mártires que fueron llevadas hacia el norte durante la persecución a los mozárabes de Abd-el Rhamán II. Seguramente por la toponimia Asturio fue llevado a Asturias.

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