domingo, 5 de febrero de 2012

Hermano Pedro de San José Betancurt


(1626-1667)

El Beato Pedro de San José Betancur nace en Vilaflor de Tenerife el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667. La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.

El Beato Pedro de San José Betancur supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; a los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.

Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.

En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.

Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».

Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el Beato penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Beato escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aún cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.

El Beato Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes.Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.

Muere apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en su nativa Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra. El Hermano Pedro fue Beatificado solemnemente por Vuestra Santidad el 22 de junio de 1980, en un acontecimiento de incalculable valor pastoral y eclesial para Guatemala y para toda América.


VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO

CANONIZACIÓN DEL BEATO HERMANO PEDRO DE SAN JOSÉ DE BETANCURT

HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

Ciudad de Guatemala, martes 30 de julio de 2002

1. "Venid vosotros, benditos de mi Padre; ...Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis" (Mt 25, 34.40). ¿Cómo no pensar que estas palabras de Jesús, con las que se concluirá la historia de la humanidad, puedan aplicarse también al Hermano Pedro, que con tanta generosidad se dedicó al servicio de los más pobres y abandonados?

Al inscribir hoy en el catálogo de los Santos al Hermano Pedro de San José de Betancurt, lo hago convencido de la actualidad de su mensaje. El nuevo Santo, con el único equipaje de su fe y su confianza en Dios, surcó el Atlántico para atender a los pobres e indígenas de América: primero en Cuba, después en Honduras y, finalmente, en esta bendita tierra de Guatemala, su "tierra prometida".

2. Agradezco cordialmente las amables palabras que me ha dirigido Mons. Rodolfo Quezada, Arzobispo de Guatemala, presentándome a estas queridas comunidades eclesiales. Saludo a los Señores Cardenales, a los Obispos guatemaltecos, al Obispo de Tenerife y a los venidos de otras partes del Continente americano.

También saludo con gran estima a los sacerdotes y a los consagrados y consagradas. Un saludo especial y afectuoso también a los Hermanos de la Orden de Belén y a las Hermanas Bethlemitas, fruto de la inspiración de la Madre Encarnación Rosal, primera Beata guatemalteca y reformadora del Beaterio donde fraguó la fundación para recuperar los valores fundamentales de los seguidores del Hermano Pedro.

Agradezco particularmente la presencia en esta celebración de los Presidentes de las Repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, del Primer Ministro de Belice y demás Autoridades civiles. Aprecio también la participación en este acto de la Misión oficial que el Gobierno Español ha querido enviar para esta feliz ocasión.

Deseo asimismo expresar mi aprecio y cercanía a los numerosos indígenas. El Papa no os olvida y, admirando los valores de vuestras culturas, os alienta a superar con esperanza las situaciones, a veces difíciles, que atravesáis. ¡Construid con responsabilidad el futuro, trabajad por el armónico progreso de vuestros pueblos! Merecéis todo respeto y tenéis derecho a realizaros plenamente en la justicia, el desarrollo integral y la paz.

3. "Que su Espíritu los fortalezca interiormente y que Cristo habite en sus corazones. Así, arraigados y cimentados en el amor, podrán comprender [...] la profundidad del amor de Cristo" (Ef 3, 16-19). Estas palabras de san Pablo que hemos escuchado hoy, manifiestan cómo el encuentro interior con Cristo transforma al ser humano, llenándole de misericordia para con el prójimo.

El Hermano Pedro fue hombre de profunda oración, ya en su tierra natal, Tenerife, y después en todas las etapas de su vida, hasta llegar aquí, donde, especialmente en la ermita del Calvario, buscaba asiduamente la voluntad de Dios en cada momento.

Por eso es un ejemplo eximio para los cristianos de hoy, a quienes recuerda que, para ser santo, "es necesario un cristianismo que se distinga ante todo en el arte de la oración" (Novo millennio ineunte, 32). Por tanto, renuevo mi exhortación a todas las comunidades cristianas, de Guatemala y de otros países, a ser auténticas escuelas de oración, donde orar sea parte central de toda actividad. Una intensa vida de piedad produce siempre frutos abundantes.

El Hermano Pedro forjó así su espiritualidad, particularmente en la contemplación de los misterios de Belén y de la Cruz. Si en el nacimiento e infancia de Jesús ahondó en el acontecimiento fundamental de la Encarnación del Verbo, que le lleva a descubrir casi con naturalidad el rostro de Dios en el hombre, en la meditación sobre la Cruz encontró la fuerza para practicar heroicamente la misericordia con los más pequeños y necesitados.

4. Hoy somos testigos de la profunda verdad de las palabras del Salmo que antes hemos recitado: el justo "no temerá. Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece por los siglos de los siglos" (111, 8-9). La justicia que perdura es la que se practica con humildad, compartiendo cordialmente la suerte de los hermanos, sembrando por doquier el espíritu de perdón y misericordia.

Pedro de Betancurt se distinguió precisamente por practicar la misericordia con espíritu humilde y vida austera. Sentía en su corazón de servidor la amonestación del Apóstol Pablo: "Todo cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres" (Col 3, 23). Por eso fue verdaderamente hermano de todo el que vive en el infortunio y se entregó con ternura e inmenso amor a su salvación. Así se pone de manifiesto en los acontecimientos de su vida, como su dedicación a los enfermos en el pequeño hospital de Nuestra Señora de Belén, cuna de la Orden Bethlemita.

El nuevo Santo es también hoy un apremiante llamado a practicar la misericordia en la sociedad actual, sobre todo cuando son tantos los que esperan una mano tendida que los socorra. Pensemos en los niños y jóvenes sin hogar o sin educación; en las mujeres abandonadas con muchas necesidades que remediar; en la multitud de marginados en las ciudades; en las víctimas de organizaciones del crimen organizado, de la prostitución o la droga; en los enfermos desatendidos o en los ancianos que viven en soledad.

5. El Hermano Pedro "es una herencia que no se ha de perder y que se ha de transmitir para un perenne deber de gratitud y un renovado propósito de imitación" (Novo millennio ineunte, 7). Esta herencia ha de suscitar en los cristianos y en todos los ciudadanos el deseo de transformar la comunidad humana en una gran familia, donde las relaciones sociales, políticas y económicas sean dignas del hombre, y se promueva la dignidad de la persona con el reconocimiento efectivo de sus derechos inalienables.

Quisiera concluir recordando cómo la devoción a la Santísima Virgen acompañó siempre la vida de piedad y misericordia del Hermano Pedro. Que Ella nos guíe también a nosotros para que, iluminados por los ejemplos del "hombre que fue caridad", como se conoce a Pedro de Betancurt, podamos llegar hasta su hijo Jesús. Amén.

¡Alabado sea Jesucristo!

Al final, el Papa dirigió las siguientes palabras:

Antes de dejar este estupendo lugar, el lugar de la canonización del primer santo guatemalteco y tinerfeño, deseo deciros que me habéis conmovido una vez más. Gracias, muchas gracias, Guatemala. Con esta fe, esta cordialidad, estas calles tan maravillosamente decoradas. Gracias porque sé que detrás de cada flor hay un corazón. Sed fieles a Dios, a la Iglesia, a vuestra tradición católica, iluminados por el ejemplo del santo hermano Pedro. Guatemala siempre fiel, bajo la protección del Santo Cristo de Esquipulas. Guatemala, te llevo en mi corazón.

Pedro de San José Betancur

Pedro de San José Betancourt
Sanhermanopedro.JPG
Misionero franciscano canario en Guatemala y fundador de la Orden de los Betlemitas (escultura en la Cueva del Santo Hermano Pedro al sur de Tenerife).
Nacimiento 21 de marzo de 1626
Vilaflor, Tenerife
Fallecimiento 25 de abril de 1667
Ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala, Guatemala
Venerado en España y Guatemala
Beatificación 22 de junio de 1980
Canonización 30 de julio de 2002
Festividad 24 de abril (por celebrarse el día 25 a San Marcos Evangelista)
Atributos Campana
Patronazgo Islas Canarias y Guatemala

Santo Hermano Pedro de San José Betancur (n. Vilaflor de Chasna, Tenerife, Islas Canarias, España) fue bautizado en la Parroquia de San Pedro de Vilaflor de Chasna el 21 de marzo de 1626, siendo sus padres Amador González Betancur y Ana García. Falleció en la Ciudad de Santiago de los Caballeros, hoy Antigua Guatemala, el 25 de abril de 1667). Religioso terciario franciscano español, Primer Santo Canario y Primer Santo Guatemalteco.

Ingresó muy joven en la OFS en Guatemala, donde trabajó como misionero, evangelizando y ayudando a la gente pobre en dicho país. Fundó en 1656 la Orden de los Hermanos de Nuestra Señora de Bethlehem (conocida como Orden de los Betlemitas).

Fray Pedro de Betancur (o el "Hermano Pedro", como le llaman en Canarias y en Guatemala) fue beatificado en 1980 y canonizado por el Papa Juan Pablo II en 2002. Su casa natal fue rehabilitada y en ella se construyó una iglesia y convento al cuidado de la orden betlemita.

Es lugar de masivas peregrinaciones la Cueva del Santo Hermano Pedro, en el municipio sureño de Granadilla de Abona en Tenerife, cerca de la costa, donde vivía cuando era joven mientras pastaba con su rebaño en invierno. El Hermano Pedro tenía una gran devoción por la Virgen de Candelaria (Patrona General del Archipiélago Canario). De hecho uno de sus deseos fue volver a su tierra e ir en peregrinación a su Santuario.


Semblanza del Santo Hermano Pedro

Nacimiento y Primeros Años

El Santo Hermano Pedro de San José de Betancur nace en Villaflor, población del sur de la Isla de Tenerife el 21 de marzo de 1626 y muere en Guatemala el 25 de abril de 1667. La distancia en el tiempo no opaca la luz que emana de su figura y que ha iluminado tanto a Tenerife como a toda la América Central desde aquellos remotos días de la Colonia.

Pedro de Betancur supo leer el Evangelio con los ojos de los humildes y vivió intensamente los Misterios de Belén y de la Cruz, los cuales orientaron todo su pensamiento y acción de caridad. Hijo de pastores y agricultores, tuvo la gracia de ser educado por sus padres profundamente cristianos; tuvo cuatro hermanos: Mateo, Pablo de Jesús, Catalina y Lucía. De ellos, Mateo se vino a América, posiblemente a Ecuador; Pablo de Jesús se trasladó a Orotava, cerca de Tenerife, muriendo a avanzada edad; Catalina, la hermana mayor, se casó y vivió en Garachico, hasta su muerte; y Lucía, la menor, se hizo monja.

El origen de la familia se remonta a don Juan de Benthancourt, conquistador de las Islas Canarias en 1401. El apellido Betancur era originalmente Bethancourt, de origen normando, sufriendo cambios a Bethancur, Betancurt, Bethancuourt y Betancur. Este apellido, en varias de sus diferentes modalidades, se encuentra en otros países de América, por ejemplo Cuba, Colombia, Argentina y Guatemala, pero se desconoce si son del mismo origen familiar.

La niñez de Pedro transcurrió en la bella campiña de Villaflor, tranquila y alejada del mundo. Era un niño modesto, callado, talvéz un poco retraído, pero de constitución fuerte por sus trabajos en el campo. Desde muy pequeño tuvo predilección por las cosas de Dios, orando todo el tiempo, incluso cuando estaba en el campo cuidando las ovejas de su padre.

La familia Betancur no poseía dinero, eran de abolengo pero de pocos recursos. Su papá tenía tierras y ovejas, que perdió en manos de un usurero, habiendo aceptado que Pedro, entonces de 12 años, entrada al servicio de tal persona como condición para recuperarlas. Varios años estuvo Pedro en esta condición, que desempeñó con toda humildad y fidelidad.

A los 23 años abandonó su nativa Tenerife y, después de 2 años, llegó a Guatemala, tierra que la Providencia había asignado para su apostolado misionero.

Apostolado en Guatemala

Apenas desembarcado en el Nuevo Mundo, una grave enfermedad lo puso en contacto directo con los más pobres y desheredados. Recuperada inesperadamente la salud, quiso consagrar su vida a Dios realizando los estudios eclesiásticos pero, al no poder hacerlo, profesó como terciario franciscano en el Convento de San Francisco, en la actual La Antigua Guatemala, con un bien determinado programa de revivir la experiencia de Jesús de Nazaret en la humildad, la pobreza, la penitencia y el servicio a los pobres.

En un primer momento realizó su programa como custodio y sacristán de la Ermita del Santo Calvario, cercana al convento franciscano, que se convierte en el centro irradiador de su caridad. Visitó hospitales, cárceles, las casas de los pobres; los emigrantes sin trabajo, los adolescentes descarriados, sin instrucción y ya entregados a los vicios, para quienes logró realizar una primera fundación para acoger a los pequeños vagabundos blancos, mestizos y negros. Atendió la instrucción religiosa y civil con criterios todavía hoy calificados como modernos.

Construyó un oratorio, una escuela, una enfermería, una posada para sacerdotes que se encontraban de paso por la ciudad y para estudiantes universitarios, necesitados de alojamiento seguro y económico. Fue el primer alfabetizador de América. Recordando la pobreza de la primera posada de Jesús en la tierra, llamó a su obra «Belén».

La Orden Bethlemita

Otros terciarios lo imitaron, compartiendo con el Santo penitencia, oración y actividad caritativa: la vida comunitaria tomó forma cuando el Santo escribió un reglamento, que fue adoptado también por las mujeres que atendían a la educación de los niños; estaba surgiendo aquello que más tarde debería tener su desarrollo natural: la Orden de los Bethlemitas y de las Bethlemitas, aun cuando éstas sólo obtuvieron el reconocimiento de la Santa Sede más tarde.

El Hermano Pedro se adelantó a los tiempos con métodos pedagógicos nuevos y estableció servicios sociales no imaginables en su época, como el hospital para convalecientes, el primero de este tipo en el mundo. Sus escritos espirituales son de una agudeza y profundidad inigualables.

Muerte y Proceso de Canonización

Muere el 25 de abril de 1667, apenas a los 41 años el que en vida era llamado «Madre de Guatemala». Sus restos se encuentran en la Iglesia de San Francisco en la Antigua Guatemala donde es visitado por miles de fieles todos los años. El 2 de mayo de ese año llega a Guatemala la Real Cédula, que doña Mariana de Austria, Reina Gobernadora, regente de Don Carlos II, había expedido el 10 de noviembre de 1666 otorgando la autorización para la fundación del Hospital de Belén.

El proceso para la canonización del Santo Hermano Pedro de Betancur llevó aproximadamente 350 años. El proceso se inicia formalmente en 1698, aunque se venía recopilando información sobre la vida, muerte y virtudes del Hermano Pedro desde un año después de su muerte.

El Papa Clemente XIV lo declaró Venerable, el 25 de julio de 1771.

Sin embargo, la supresión de la rama masculina de la Orden Betlemita, en 1820, la falta de dinero y la ausencia de milagros testificados por médicos y testigos presenciales hicieron que la causa se detuviera por mucho tiempo, siendo reactivada completamente en la década de los años ´60 del siglo pasado.

En 1974, se presenta al Papa Pablo VI la solicitud para que beatificara a cinco venerables, entre ellos al Hermano Pedro, en vía excepcional por "fama miraculorum". Cuatro años más tarde, Juan Pablo I se declaró de acuerdo con el modus procedendi de la causa, indicado por Pablo VI. Igualmente Juan Pablo II declaró favorable las disposiciones de sus predecesores y, el 22 de junio de 1980, beatificó al Hermano Pedro, en procedimiento extraordinario.

A más de tres siglos de distancia, la memoria del «hombre que fue caridad» es sentida grandemente, viva y concreta, en Tenerife, en Guatemala y en todos los lugares donde se conoce su obra.

El papa Juan Pablo II canoniza al Hermano Pedro el 30 de julio de 2002 en la Ciudad de Guatemala, durante su Tercera Visita al país centroamericano. De esta manera el Hermano Pedro se convirtió en el primer santo de las Islas Canarias, en el primer santo de Guatemala y en el primer santo de Centroamérica.

Futura gran iglesia dedicada al Santo

En la actualidad está en proceso de construcción un gran templo en la capital de la isla de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife (la con-Catedral de Santa Cruz o Basílica del Santo Hermano Pedro en el barrio de Cabo-Llanos)1 que estará dedicada al Santo Canario.

La iglesia tendrá una superficie de 2.000 metros cuadrados, junto a una plaza pública de 1.000 metros cuadrados y será la parroquia central de la vicaría de Santa Cruz de Tenerife. Además se ha barajado la posibilidad de que parte de las reliquias del Santo que se encuentran en Guatemala sean colocadas en esta gran iglesia tras su consagración.

Pensamientos del Santo Hermano Pedro de San José Betancur

"Acordaos Hermanos que un alma tenemos, y si la perdemos no la recobramos"
"Un alma tenemos, no más, y si la pierdes ¿Qué harás?"
"Más vale un gordo humilde y obediente que un flaco triste sobervio y penitente."

Himno del Santo Hermano Pedro

"¡Oh, Pedro de Vilaflor,

Primer Santo de Canarias!
Dios hizo tu corazón
canario de Guatemala.

Llevaste pan a los pobres
en tu mano solidaria
y fue antorcha en tu camino
la Virgen de Candelaria.
Así hiciste universal
tu cuna de bruma y lava
y has llevado al santoral
olor de alisio y retama.

En la tierra peregrino
de Fe, de Amor y Esperanza.
Consuelo de desvalidos,
Apóstol de Guatemala.

Tu sueño, tu Fundación;
tu Patria, la Patria hermana;
dos orillas y una voz,
Hermano Pedro, te aclaman.

Excelso por ser humilde,
por ser pastor de las almas.
Comparten tu misma historia
dos tierras que a ti te cantan.
Tu entrega a los marginados
y tu vida consagrada,
han pintado los altares

con bandera azul y blanca."

Referencias

Véase también

Enlaces externos


No hay comentarios: