sábado, 18 de febrero de 2012

Martín Lutero

Para otros usos de este término, véase Lutero (desambiguación).
Martín Lutero
Luther46c.jpg
Lutero a los 46 años de edad
(Lucas Cranach el Viejo, 1529)
Nacimiento 10 de noviembre de 1483
Eisleben, Electorado de Sajonia, Sacro Imperio Romano Germánico
Fallecimiento 18 de febrero de 1546 (62 años)
Eisleben, Sacro Imperio Romano Germánico
Ocupación Teólogo
Cónyuge Catalina de Bora
Firma
Autograf, Martin Luther, Nordisk familjebok.png

Martín Lutero (10 de noviembre de 148318 de febrero de 1546), nacido en Eisleben, Alemania como Martin Luder,1 después cambiado a Martin Luther, como es conocido en alemán, fue un teólogo, fraile católico agustino y reformador religioso alemán, en cuyas enseñanzas se inspiró la Reforma Protestante. Inauguró la doctrina teológica y cultural denominada luteranismo e influyó en las demás tradiciones protestantes. Su exhortación para que la Iglesia regresara a las enseñanzas de la Biblia, impulsó la transformación del cristianismo y provocó la Contrarreforma, como se conoce a la reacción de la Iglesia Católica Romana frente a la Reforma protestante. Sus contribuciones a la civilización occidental fueron más allá del ámbito religioso, ya que sus traducciones de la Biblia ayudaron a desarrollar una versión estándar de la lengua alemana y se convirtieron en un modelo en el arte de la traducción. Su matrimonio con Catalina de Bora el 13 de junio de 1525 inició un movimiento de apoyo al matrimonio sacerdotal dentro de muchas corrientes cristianas.


Primeros años de vida

La Casa de Lutero, donde vivió entre los 14 y 17 años mientras asistía a una escuela privada en Eisenach.

Hijo de Hans y Margarette Lutero, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 en Eisleben (Alemania) y fue bautizado el día que se celebraba la festividad de San Martín de Tours. En 1484 su familia se trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose criado en un medio campesino, Hans Lutero ansiaba que su hijo llegara a ser funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.

En 1501, a los 19 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba el laúd y recibió el apodo de El filósofo. Lutero recibió el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17 candidatos.2 Siguiendo los deseos de su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo cambió durante una tormenta eléctrica en 1505. Un rayo cayó cerca de él mientras se encontraba de regreso de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado, gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.3

Su vida monástica y académica

El joven Lutero se dedicó por completo a la vida del monasterio, empeñándose en realizar buenas obras con el fin de complacer a Dios y servir a otros mediante la oración por sus almas.Su vida se complicó cuando se dedicó con mucha intensidad al ayuno, a las flagelaciones, a largas horas en oración, al peregrinaje y a la confesión constante. Cuanto más intentaba agradar a Dios, más se daba cuenta de sus pecados.4

Johann von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que comenzara una carrera académica. En 1507 Lutero fue ordenado sacerdote, y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios Bíblicos el 9 de marzo de 1508. Dos años después realizó una visita a Roma, que lejos de redituarle espiritualmente, le causó una gran decepción al percatarse del estado vano y mundano en el cual había caído la curia romana.5 El 19 de octubre de 1512, Martín Lutero recibió el grado de Doctor en Teología y el 21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo once monasterios.6

Durante esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y los matices de las palabras utilizadas en las Escrituras, conocimientos que luego utilizaría para la traducción de la Biblia judía .

Teología de la gracia de Lutero

Las ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las Escrituras en profundidad. Influido por la vocación humanista de ir ad fontes («a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia primitiva. Debido a esto, términos como la penitencia y la probidad tomaron un nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había perdido la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las Escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la justificación sólo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido solamente por la fe.7

Más tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto inicial esencial en el estudio de las Escrituras. Notó que la falta de claridad al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios era la causa de la incorrecta comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época, institución a la que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores teológicos fundamentales.

La controversia por las indulgencias

Homenaje a Lutero en una calle de Heidelberg.

Además de sus deberes como profesor, Martín Lutero sirvió como predicador y confesor en la iglesia de Santa María de la ciudad. También predicaba habitualmente en la iglesia del palacio, llamada también "de todos los santos", debido a que tenía una colección de reliquias donde había sido establecida una fundación por Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo cuando el joven sacerdote se dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses.

Una indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia, ya fuera para sí misma o para sus parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar un obispado para Alberto de Hohenzollern.

Lutero vio este tráfico de indulgencias no solo como un abuso de poder, sino como una mentira, que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Pero su enojo siguió creciendo y, según la tradición, el 31 de octubre de 1517 fueron clavadas las 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.

Las 95 tesis de Martín Lutero8 fueron traducidas rápidamente al alemán y ampliamente copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno de los primeros casos de la Historia en los que la imprenta tuvo un papel importante, pues facilitaba una distribución más sencilla y amplia de cualquier documento.

Respuesta del Papado

Después de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un "borracho alemán quien escribió las tesis" y afirmando que "cuando esté sobrio, cambiará de parecer",9 el Papa León X ordenó en 1518 al profesor dominico de teología Silvestre Mazzolini investigar el tema. Éste denunció que Lutero se oponía de manera implícita a la autoridad del Sumo Pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas, por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus tesis. En ella mantuvo la autoridad papal sobre la Iglesia y condenó cada "desviación" como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se desarrolló una controversia.

Mientras tanto, Lutero tomó parte en la convención agustina en Heidelberg, donde presentó una tesis sobre la esclavitud del hombre al pecado y la gracia divina. En el curso de la controversia por las indulgencias, el debate se elevó hasta el punto de dudar del poder absoluto y de la autoridad del Papa, debido a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y la "Tesorería de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina y práctica de las indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del Papa Clemente VI. En vista de su oposición a esa doctrina, Lutero fue calificado de hereje, y el Papa, decidido a suprimir sus puntos de vista, ordenó llamarlo a Roma, viaje que no se realizó por problemas políticos.

Lutero, que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia, negaba ahora abiertamente la autoridad papal y apelaba a que se efectuara un concilio. También declaraba que el papado no formaba parte de la inmutable esencia de la Iglesia original.

Deseando mantenerse en términos amistosos con el protector de Lutero, Federico el Sabio, el Papa realizó un intento final de alcanzar una solución pacífica al conflicto. Una conferencia con el chambelán papal Karl von Miltitz en Altenburgo, en enero de 1519, llevó a Lutero a decidir guardar silencio en tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una humilde carta al Papa y componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica. La carta escrita nunca fue enviada, debido a que no contenía retractación alguna. En el tratado que compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las indulgencias en el Purgatorio.

Cuando Johann Eck retó a Carlstadt, un colega de Lutero, a un debate en Leipzig, Lutero se unió a este debate (27 de junio18 de julio de 1519), en el curso del cual negó el derecho divino del solio papal y la autoridad de poseer el "poder de las llaves", que según él había sido otorgado a la Iglesia (como congregación de fe). Negó que la pertenencia a la Iglesia católica occidental bajo la autoridad del Papa fuera necesaria para la salvación, manteniendo la validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después del debate, Johann Eck aseguró que había forzado a Lutero a admitir la similitud de su propia doctrina con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la hoguera.

La brecha se ensancha

Lutero a través de los acontecimientos

Martín Lutero.

De esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de Lutero circulaban ampliamente por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los estudiantes se dirigían a Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus comentarios sobre la Epístola a los gálatas y su Operationes in Psalmos (Trabajo en los Salmos).

Las controversias generadas por sus escritos llevaron a Lutero a desarrollar sus doctrinas más a fondo, y su "Sermón en el Sacramento Bendecido del Verdadero y Santo Cuerpo de Cristo, y sus Hermandades" extendió el significado de la eucaristía para el perdón de los pecados y el fortalecimiento de la fe en aquellos quienes la reciben, apoyando además a que se realizara un concilio para restituir la comunión.

El concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado en su Von dem Papsttum zu Rom (En el Papado de Roma), una respuesta al ataque del franciscano Augustín von Alveld en Leipzig (junio de 1520); mientras que su Sermon von guten Werken (Sermón de Buenas Obras), publicado en la primavera de 1520, era contrario a la doctrina católica de las buenas obras y obras de supererogación (aquellas efectuadas por encima de los términos de la simple obligación), mantenía que las obras del creyente son verdaderamente buenas en cualquier llamado secular (o vocación) ordenado por Dios.

Los tratados de 1520

La Nobleza Alemana

La controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara contacto con los humanistas, particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de Rotterdam, y que mantuviera relaciones con el caballero Ulrich von Hutten, quien a su vez influyó al caballero Franz von Sickingen. Von Sickingen y Silvestre de Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su protección, invitándolo a su fortaleza en la eventualidad de que no se sintiera seguro en Sajonia a causa de la proscripción papal.

Bajo estas circunstancias de crisis y confrontando a los nobles alemanes, Lutero redactó A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (agosto de 1520), donde encomendó al laicado, como un sacerdote espiritual, la reforma requerida por Dios pero abandonada por el Papa y el clero. Por primera vez, Lutero se refirió públicamente al Papa como el Anticristo.10 Las reformas que Lutero proponía no sólo se referían a cuestiones doctrinales, sino también a abusos eclesiásticos: la disminución del número de cardenales y demandas de la corte papal; la abolición de los ingresos del Papa; el reconocimiento del gobierno secular; la renuncia del papado al poder temporal; la abolición de los interdictos y abusos relacionados con la excomunión; la abolición del peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo número de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la mendicidad y de la suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación del celibato del clero; la reunificación con los bohemios y una reforma general de la moral pública.

El Cautiverio Babilónico

Lutero escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.

En lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al laicado; en la llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, pero rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el sacrificio ofrecido a Dios.

Con respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación sólo si se combinaba con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen.

Sobre la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de exculpación recibidas por la fe. Para él, sólo estos tres sacramentos podían ser considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa divina de salvación conectada con ellos. Estrictamente hablando, sólo el bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que sólo ellos tienen un "signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el pan y el vino en la eucaristía. Lutero negó en su documento que la confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extrema unción fueran sacramentos.

Libertad de un Cristiano

De manera análoga, el completo desarrollo de la doctrina de Lutero sobre la salvación y la vida cristiana se expuso en su libro En la libertad de un Cristiano (publicado el 20 de noviembre de 1520), donde exigió una completa unión con Cristo mediante la Palabra a través de la Fe, la entera libertad de un cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y un perfecto amor al prójimo.

La excomunión de Lutero

El Papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula papal Exsurge Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos. En octubre de 1520 Lutero envió su escrito En la Libertad de un Cristiano al Papa, añadiendo la frase significativa: "Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra de Dios". Mientras tanto, se había rumoreado en agosto que Eck había llegado a Meissen con una prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre. Este último esfuerzo de Lutero por la paz fue seguido el 12 de diciembre por la quema de la bula, la cual tomaba efecto en un plazo de 120 días, y el decreto papal en Wittenberg, defendiéndose en su Warum des Papstes und seiner Jünger Bücher verbrannt sind y su Assertio omnium articulorum. El Papa León X excomulgó a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula Decet Romanum Pontificem.

La ejecución de la prohibición, sin embargo, fue evitada por la relación del Papa con Federico III de Sajonia y por el nuevo emperador Carlos V quien, viendo la actitud papal hacia él y la posición de la Dieta, encontró contraindicado apoyar las medidas contra Lutero. Este fue a Worms diciendo que "Iría allí aunque hubiese tantos demonios como tejas en los tejados".

Dieta de Worms

Artículo principal: Dieta de Worms

El 3 de enero de 1521 fue publicada en Roma la bula papal, Decet Romanum Pontificem, por la que León X excomulgaba a Lutero.11

El emperador Carlos V inauguró la Dieta imperial de Worms el 22 de enero de 1521. Lutero fue llamado a renunciar o reafirmar su doctrina y le fue otorgado un salvoconducto para garantizar su seguridad.

Lutero se presentó ante la Dieta el 16 de abril. Johann Eck, un asistente del Arzobispo de Tréveris, presentó a Lutero una mesa llena de copias de sus escritos. Le preguntó a Lutero si los libros eran suyos y si todavía creía en lo que esas obras enseñaban. Lutero pidió un tiempo para pensar su respuesta, el cual le fue concedido. Lutero oró, consultó con sus amigos y mediadores y se presentó ante la Dieta al día siguiente. Cuando se trató el asunto en la Dieta, el consejero Eck le pidió a Lutero que respondiera explícitamente: "Lutero, ¿rechaza sus libros y los errores que en ellos se contiene?", a lo que Lutero respondió: "Que se me convenza mediante testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo ni al Papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado, contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la conciencia no es seguro ni saludable". De acuerdo con la tradición, Lutero entonces dijo estas palabras: "¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura! ¡Que Dios me ayude!"12

En los siguientes días se hicieron conferencias privadas para determinar el destino de Lutero. Antes de que la decisión fuese tomada, Lutero abandonó Worms. Durante su regreso a Wittenberg desapareció.

El emperador redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521, declarando a Martín Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.

Exilio en el castillo de Wartburg

Castillo de Wartburg en Eisenach.

La desaparición de Lutero durante el viaje de regreso de Wittenberg fue planeada. Federico el Sabio dispuso que una escolta enmascarada a caballo capturase a Lutero y lo llevase al castillo de Wartburg en Eisenach, donde permaneció cerca de un año. Le creció una amplia y brillante barba, tomó el atuendo de un caballero y se asignó el pseudónimo de Junker Jörg (Caballero Jorge). Durante este periodo de estadía forzada, Lutero trabajó a paso firme en la traducción del Nuevo Testamento.

La estancia de Lutero en Wartburg fue el comienzo de un periodo constructivo de su carrera como reformador. En su «desierto» o «Patmos» de Wartburg (como le llamaba en sus cartas), empezó a traducir la Biblia, imprimiéndose el Nuevo Testamento en septiembre de 1522. Además de otros escritos, preparó la primera parte de su guía para párrocos y su Von der Beichte (Sobre la confesión), en la que niega la confesión obligatoria y admite la sanidad de las confesiones privadas voluntarias. También escribió en contra del arzobispo Albrecht, a quien obligó a desistir de reiniciar la venta de indulgencias.

En sus ataques a Jacobus Latomus, avanzó en su visión de la relación entre la gracia y la ley, así como en la naturaleza comunicada por Cristo, distinguiendo el objetivo de la gracia de Dios para el pecador, quien, al creer, es justificado por Dios debido a la justicia de Cristo, de la gracia salvadora que mora dentro del hombre pecador. Al mismo tiempo puso énfasis en la insuficiencia del «principio de justificación», en la persistencia del pecado después del bautismo y en la inherencia del pecado en cada buena obra.

Martín Lutero predicando en el Castillo de Wartburg, cuadro de Hugo Vogel.

Lutero a menudo escribía cartas a sus amigos y aliados respondiendo o preguntándoles por sus puntos de vista o por consejos. Por ejemplo, Philipp Melanchthon le escribió preguntándole cómo responder a la acusación de que los reformistas renegaban del peregrinaje, del ayuno y de otras formas tradicionales de piedad. Lutero le respondió el 1 de agosto de 1521: «Si eres un predicador de la misericordia, no predicas una misericordia imaginaria, sino una verdadera. Si la misericordia es verdadera, debes padecer el pecado verdadero, no imaginario. Dios no salva a aquellos que son sólo pecadores imaginarios. Sé un pecador y deja que tus pecados sean fuertes, pero deja que tu confianza en Cristo sea más fuerte, y regocíjate en Cristo, quien es el vencedor sobre el pecado, la muerte y el mundo. Cometeremos pecados mientras estemos aquí, porque en esta vida no hay un lugar donde la justicia resida. Nosotros, sin embargo, dice Pedro (2ª Pedro 3:13), estamos buscando más allá un nuevo cielo y una nueva tierra donde reine la justicia».

Su habitación en el castillo de Wartburg, en Eisenach.

Mientras tanto, algunos sacerdotes sajones habían renunciado al voto del celibato, en tanto que otros atacaron la validez de los votos monásticos. Lutero en su De votis monasticis (Sobre los votos monásticos) aconsejó tener más cautela, aceptando en el fondo que los votos eran generalmente tomados «con la intención de la salvación o la búsqueda de justificación». Con la aprobación de Lutero en su De abroganda missa privata (Sobre la abrogación de la misa privada), pero en contra de la oposición firme de su prior, los agustinos de Wittenberg realizaron cambios en las formas de adoración y suprimieron las misas. Su violencia e intolerancia, sin embargo, desagradaron a Lutero, que a principios de diciembre pasó unos días entre ellos. Al regresar a Wartburg, escribió Eine treue Vermahnung... vor Aufruhr und Empörung (Una sincera amonestación por Martín Lutero a todos los cristianos para guardarse de la insurrección y rebelión). Aun así, Carlstadt y el ex-agustino Gabriel Zwilling demandaron en Wittenberg la abolición de la misa privada y de la comunión bajo las dos especies, así como la eliminación de las imágenes de las iglesias y la abrogación del magisterio.

Matrimonio y familia de Martín Lutero

Retrato de Catalina von Bora, esposa de Martín Lutero, por Lucas Cranach el Viejo. 1526. Wartburg-Stiftung, Eisenach, Alemania.

El 8 de abril de 1523, Lutero le escribe a Wenceslaus: "Ayer recibí a nueve monjas de su cautiverio en el convento de Nimbschen". Lutero había decidido ayudar a escapar a doce monjas del monasterio cisterciense en Nimbschen, cerca de Grimma en Sajonia, sacándolas del convento dentro de barriles. Tres de ellas se marcharon con sus parientes, mientras que las otras nueve fueron llevadas a Wittenberg. En este último grupo se encontraba Catalina de Bora. Entre mayo y junio de 1523 se pensó que la mujer se casaría con un estudiante de la Universidad de Wittenberg, Jerome Paumgartner, aunque probablemente su familia se lo negó. El Dr. Caspar Glatz era el siguiente pretendiente, pero Catalina no sentía "ni deseo ni amor" por él. Se supo que se quería casar con Lutero o con Nicolás von Amsdorf. Lutero sentía que no era un buen marido, ya que había sido excomulgado por el Papa y era perseguido por el Emperador. En mayo o a principios de junio de 1525 se conoció en el círculo íntimo de Lutero su intención de casarse con Catalina. Para evitar cualquier objeción por parte de sus amigos, actuó rápidamente: en la mañana del martes 13 de junio de 1525 se casó legalmente con Catalina, a quien afectuosamente llamaba "Katy". Ella se mudó a la casa de su marido, el antiguo monasterio agustino en Wittenberg, y comenzaron a vivir en familia. Los Lutero tuvieron tres hijos y tres hijas:

La Guerra del Campesinado

La Guerra o Revuelta de los campesinos (1524–25) fue una respuesta a la doctrina Luterana, la cual influyó fuertemente en la clase baja trabajadora, compuesta principalmente por campesinos. Esta clase trabajadora retó de manera implícita la autoridad que los nobles tenían sobre éstos. Las revueltas de los campesinos se habían producido a pequeña escala desde el siglo XIV, pero ahora muchos campesinos creían erróneamente que los ataques de Lutero a la Iglesia y la jerarquía de la misma significaban que los reformadores les ayudarían en su ataque a las clases dominantes. Dado que los sublevados percibían lazos profundos entre los príncipes seculares y los príncipes de la Iglesia, interpretaban equivocadamente que Lutero, al condenar a los segundos, condenaba también a los primeros. Las revueltas comenzaron en Suabia, Franconia y Turingia en 1524, obteniendo apoyo entre los campesinos y nobles afectados, muchos de los cuales poseían deudas en ese periodo. Cuando Thomas Müntzer llegó a ser líder del movimiento, las revueltas desembocaron en una guerra, que jugó un papel importante en la fundación del movimiento anabaptista. Inicialmente Lutero parecía apoyar a los campesinos, condenando las prácticas opresivas de la nobleza que habían incitado a muchos campesinos. Debido a la dependencia que Lutero tenía en el apoyo y la proteccion de los príncipes y la nobleza, tenía miedo de disponerlos en su contra. En Contra las Hordas Asesinas y Ladronas del Campesinado (1525) incentivaba a la nobleza a que castigara rápida y sangrientamente a los campesinos. Muchos de los revolucionarios consideraron las palabras de Lutero como una traición. Otros desistieron al darse cuenta de que no había apoyo ni de la Iglesia ni de su oponente principal. La guerra en Alemania terminó en 1525, cuando las fuerzas rebeldes fueron masacradas por los ejércitos de Felipe I de Hesse y de Jorge de Sajonia en la batalla de Frankenhausen, en la que seis mil sublevados perdieron la vida. En total perecieron durante todo el conflicto entre cien mil y ciento treinta mil sublevados, según diferentes estimaciones. La Biblia alemana de Lutero.

Biblia de Lutero de 1534.

Cuando Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán, la mayoría de la sociedad era analfabeta. La Iglesia tenía el control del conocimiento, sus miembros eran estudiosos y educados, en contraste con la sociedad analfabeta que adquiría sus conocimientos a través de la transmisión oral, la memorización y la repetición de los textos bíblicos. Lutero hizo posible el acceso al conocimiento, la información y la educación, desmitificando la Biblia con el fin de lograr la búsqueda de la verdad. Lutero facilitó la propagación del protestantismo, siendo la primera persona que imprimió un libro, - la Biblia alemana - la cual tradujo de un manuscrito sagrado a la lengua materna de esa nación. De esta forma le restó el poder a la Iglesia católica romana sobre el pueblo alemán, y precursó la reforma protestante, que ocurrió gracias a la impresión de la Biblia que Lutero había traducido. La intención de Lutero era que el pueblo tuviera acceso directo a la fuente sin la necesidad de intermediarios, haciendo posible la interpretación libre de los textos sagrados y la erradicación del analfabetismo en la sociedad alemana. La traducción de la Biblia la inició durante su estadía en el castillo de Wartburg en 1521. Estando escrita ésta en latín medieval, Lutero la tradujo al griego para posteriormente hacerlo al idioma alemán, con la ayuda de diccionarios en griego, latín, hebreo y alemán. Éste deseaba traducirla del griego al alemán, con la intención de revelar las escrituras con exactitud. Inicialmente sólo incluyó el Nuevo Testamento, ya que los textos originales del Antiguo Testamento no estaban escritos en latín o en griego. El Antiguo Testamento estaba escrito en caldeo-arameo (idioma que carece de vocales en el sistema escrito; compuesto por letras consonantes) y solamente los rabinos conocían qué letras se escribían. Lutero utilizó una edición griega del Nuevo Testamento que originalmente fue escrita en griego por Erasmo, texto que más tarde fue llamado Textus Receptus. Durante el proceso de traducción, Lutero visitó pueblos y mercados cercanos con la intención de investigar el dialecto común de la lengua alemana. Escuchaba a las personas hablar, para así poder transcribir en lenguaje coloquial. La traducción se publicó en septiembre de 1522, lo que causó gran conmoción en la iglesia católica romana. Lutero le dedicó la Biblia alemana a Federico El Sabio, a quien estimaba grandemente.

Lutero tenía una mala percepción de los libros de Ester, Hebreos, Santiago, Judas y del Apocalipsis. Llamaba a la epístola de Santiago una "epístola de paja", encontrando que era muy poco lo que apuntaba a Cristo y su obra salvadora. También tenía duras palabras para el Apocalipsis, del que decía que no podía "de ninguna forma detectar que el Espíritu Santo lo haya producido".13 Tenía razones al cuestionar la apostolicidad de estos libros, debido a que la iglesia primitiva los catalogaba como antilegomena, lo que significaba que no eran aceptados sin reservas, al contrario que los canónicos. Aun así Lutero no los eliminó de su edición de las Escrituras. Lutero incluyó como apócrifos aquellos pasajes que, encontrándose en la Septuaginta griega, no lo estaban en los textos masoréticos disponibles en aquel entonces. Estos fueron incluidos en las primeras traducciones, pero luego omitidos y calificados como "de buena lectura", pero no como palabra inspirada por Dios. La exclusión de estos textos fue adoptada desde un comienzo por casi todos los evangélicos.

La primera traducción completa al alemán, inclusive el Antiguo Testamento, se publicó en 1534 en seis tomos y fue producto del esfuerzo común de Lutero, Johannes Bugenhagen, Justus Jonas, Caspar Creuziger, Philipp Melanchthon, Matthäus Aurogallus y George Rörer. Lutero continuó refinando su traducción durante el resto de su vida, trabajo que fue tomado como referencia para la edición de 1546, el año de su muerte. Como se ha mencionado anteriormente, el trabajo de traducción de Lutero ayudó a estandarizar el alemán del Sacro Imperio (desde el cual se construiría la nación alemana en el siglo XIX) y es considerado como uno de los pilares de la literatura alemana.

Martín Lutero en su Comentario sobre San Juan reconoció que habían recibido la Biblia por medio de la Iglesia católica apostólica y romana: "Estamos obligados a reconocer a los papistas que son ellos los que tienen la Palabra de Dios, que la hemos recibido de ellos, y que sin ellos no tendríamos ningún conocimiento de ésta".

Transformaciones en la liturgia y el gobierno de la iglesia

Lutero revisó la liturgia en su Deutsche Messe (Misa Alemana) de 1526, estipulando cómo debían ser los cultos diarios y la catequesis. Aun así, se oponía a una nueva ley de formas e instó a que se mantuvieran las otras liturgias. Aunque Lutero apoyaba la libertad cristiana en estas materias, también estaba a favor de mantener y establecer uniformidad litúrgica entre aquellos que compartían la misma fe en un área dada. Vio en la uniformidad litúrgica una expresión física de unidad en la fe, mientras que la variación litúrgica era un posible indicador de variación doctrinal. No consideraba una virtud el cambio litúrgico, especialmente cuando era hecho por personas o congregaciones, pues le complacía conservar y reformar lo que la iglesia había heredado del pasado. Conservó el bautismo de infantes, por tradición, en contra de la oposición anabaptista la cual solo admitía el bautismo de adultos, por lo que condenó a sus miembros.

La transformación gradual de la administración del bautismo se realizó en el Taufbüchlein (Cuadernillo Bautismal) (1523, 1526).

En mayo de 1525 tuvo lugar en Wittenberg la primera ordenación evangélica. Lutero había rechazado la visión católica romana de la ordenación como un sacramento. Un servicio de ordenación, con la imposición de manos junto con una oración en un servicio congregacional solemne, era considerado suficiente.

Para suplir la falta de altas autoridades eclesiásticas debida a que muy pocos obispos adoptaron la doctrina reformadora en tierras alemanas, Lutero sostuvo a partir de 1525 que las autoridades seculares deberían tomar parte en la administración de la iglesia. Estas tareas no eran necesariamente exclusivas de las autoridades seculares, y Lutero hubiera preferido que recayeran en manos de un episcopado evangélico. Declaró en 1542 que los príncipes evangélicos sólo serían "obispos de urgencia" y preconizó que los poderes eclesiásticos pudieran ser ostentados por congregaciones cristianas,14 si bien decidió esperar el curso de los acontecimientos y ver qué hacían los párrocos y estudiosos para que descubrieran por sí mismos cuáles eran las personas apropiadas. Los resultados de su viaje a Sajonia (1527-29) le hicieron ver que los párrocos y estudiosos no estaban preparados para tal responsabilidad, siendo necesario que se mantuvieran las estructuras eclesiásticas tal y como fueran diseñadas al principio de la Reforma.

Lutero tuvo especial interés por la educación. En sus diálogos con George Spalatin en 1524 se planeó un sistema escolar, declarando que era deber de las autoridades civiles el proveer escuelas y el velar por que los padres enviaran a sus hijos a ellas. También apoyaba el establecimiento de escuelas primarias para la educación femenina.

Mientras tanto, las iglesias luteranas en Escandinavia y muchos estados bálticos mantuvieron el Episcopado Apostólico y la sucesión apostólica, incluso aquellas que habían adoptado la teología antipapista de Lutero.

Visiones eucarísticas y controversias

La naturaleza de la eucaristía se convirtió en un tema importante en la vida de Lutero. Rechazaba la doctrina católica romana de la transubstanciación, pero mantenía la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo bajo el pan y vino sacramental. Apoyaba el significado literal de las palabras "Este es mi cuerpo", "Esta es mi sangre". Sintetizó sus creencias sobre el tema en su Catecismo Menor al escribir: "¿Qué es el Sacramento del Altar? Es el verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo en el pan y el vino, entregado a nosotros cristianos para comer y beber, instituido por Cristo mismo". Rehusando definir el misterio de la Eucaristía con conceptos como la consubstanciación, Lutero utilizó la analogía patrística de la doctrina de la Unión Personal de dos naturalezas en Jesucristo para ilustrar su doctrina eucarística "por analogía del hierro puesto en el fuego donde ambos, fuego y hierro, unidos en el hierro al rojo vivo, se mantienen a pesar de todo sin cambio", un concepto que él llamó "Unión Sacramental."15

La doctrina de Lutero se diferenciaba de la de Carlstadt, Zuinglio, Leo Jud y Ecolampadio, quienes rechazaban la presencia real. Carlstadt, Zuinglio y Ecolampadio daban diferentes interpretaciones a lo estipulado por Cristo: Carlstadt interpretaba el "Esto" de "Esto es mi cuerpo" como la acción de Cristo apuntándose a sí mismo. Zuinglio interpretaba el "es" como "significa" y Ecolampadio interpretaba "mi cuerpo" como "un signo de mi cuerpo". En la controversia que se suscitó, Lutero le responde a Ecolampadio en el prefacio de Syngramma Suevicum (Escritos Suabos), exponiendo sus puntos de vista en el Sermon von den Sakramenten. . . Wider die Schwärmgeister (Sermón en el Sacramento. . . Contra los Espíritus Fanáticos) y en Dass diese Worte. . . noch feststehen (Estas Palabras . . . Todavía se Mantienen Firmes), y más exhaustivamente en Vom Abendmahl Christi Bekenntnis (Confesión con respecto a la Cena del Señor) (1528).

Debido a los peligros de las medidas de la Segunda Dieta de Espira en 1529 contra el protestantismo, y a la coalición del Emperador con Francia y el Papa, el Landgrave Felipe deseaba una unión de todos los reformistas, pero Lutero se declaró opuesto a cualquier alianza que ayudara a la herejía, aunque aceptó la invitación del Landgrave a asistir a una conferencia en Marburgo (1529) para resolver las materias en controversia. En dicha dieta el 19 de abril de dicho año 19 delegados, 5 príncipes y 14 ciudades protestaron contra la derogación de la tregua de tolerancia acordada en la Dieta de Worms y por eso se les llamó protestantes a los partidarios de Lutero. En Marburgo, Lutero se enfrentó a Ecolampadius, mientras que Melanchthon fue antagonista de Zuinglio. Aunque establecieron una armonía no esperada en otros aspectos, no se pudo alcanzar un acuerdo en la Eucaristía. Lutero rehusó llamar a sus oponentes "hermanos", aunque les deseaba paz y amor. Lutero estaba convencido de que Dios había cegado los ojos de Zuinglio, por lo que no podía ver la doctrina verdadera de la Cena del Señor. Con su habitual estilo polémico, Lutero denunció a Zuinglio y sus seguidores llamándolos "fanáticos" y "demonios".

Los mismos príncipes habían suscrito los Artículos de Schwabach, respaldados por Lutero como una condición para la alianza con él. Las bases de Lutero en materia de doctrina eucarística partían del entendimiento simple y directo de las palabras de Cristo, si bien daba importancia al sacrificio corporal de Cristo y al hecho de ofrecer ese mismo cuerpo a los comulgantes en la Eucaristía. Cuando Zuinglio excluyó la posibilidad de la presencia real por la incapacidad de la naturaleza humana de Cristo para bilocarse o estar en otra parte que no fuera un lugar concreto, Lutero reafirmó la integridad de la unión hipostática: Cristo no está dividido y dondequiera que esté es Dios, incluso como hombre. Lutero citaba como evidencia los tres modos de la presencia según Guillermo de Ockham: "local, circunscrita" (estando en un lugar a la vez, ocupando espacio y teniendo peso), "definitiva" (desligado del espacio pero estando donde se precise) y "repletiva" (llenando todos los espacios a la vez) para introducir la probabilidad de que el cuerpo y la sangre de Cristo estén realmente presentes en la Eucaristía.16

Lutero sostuvo que la sola recepción de la comunión es inútil sin fe. Insistió en que los impíos e incluso las bestias que toman y beben los elementos consagrados, comen y beben la sangre y el cuerpo de Cristo, pero el beber y comer "indignamente" les sería juzgado (1ª Corintios 11:29). Aunque no compartía la visión de que la Eucaristía fuese sólo una simple conmemoración, reconoció la existencia de una dimensión conmemorativa. En cuanto al efecto del sacramento en los creyentes, recordaba con fervor las palabras "fue entregado por todos vosotros", poniendo así énfasis en la expiación y en el perdón mediante la muerte de Jesucristo.

Los Catecismos Menor y Mayor

Federico III pidió a Lutero en 1528 que visitara las iglesias locales para determinar la calidad de la educación cristiana que recibía el campesinado. Lutero escribió en el prefacio del Catecismo Menor, "¡Piedad! ¡Buen Dios! ¡Qué miseria tan abundante he observado! La gente común, especialmente en las villas, no tiene conocimiento de ninguna doctrina cristiana, y muchos pastores unidos son incapaces e incompetentes para enseñar". Como respuesta, Lutero preparó los Catecismos Menor y Mayor. Se trata de materiales de instrucción y devoción que Lutero consideraba como los fundamentos de la fe cristiana, entre los que se encontraban los Diez Mandamientos, el Credo apostólico, el Padrenuestro, bautismo, confesión y absolución, la eucaristía y oraciones. El Catecismo Menor iba dirigido a la gente sencilla, mientras que el Mayor a los pastores.

La Dieta de Augsburgo y la cuestión de la resistencia civil

La aparición de un enemigo común a todo el Sacro Imperio (el ejército turco) cambió el escenario político: ahora Carlos V buscaba la unidad para poder hacer frente a la nueva amenaza, para lo cual se convocó en 1530 la Dieta de Augsburgo, con el fin de aclarar de forma definitiva la relación del Imperio con el protestantismo. Lutero, prófugo del Imperio, permanecía a salvo en Coburgo, inspirando desde allí el discurso de Melanchthon ante el Emperador. Si bien Martín Lutero se abstuvo de mantener una actitud autoritaria, no le agradó la delicadeza y la cautela de Melanchthon, porque éste no llegó a plantear cambios doctrinales, salvo el de la abolición del papado. El Emperador, forzado por la guerra contra los turcos y contra la Liga de Esmalcalda (un ejército organizado por los príncipes en defensa del protestantismo), consiguió asegurar la unidad mediante la Paz de Nuremberg de 1532, que retrasaba la solución definitiva del problema hasta que se celebrara un Concilio General. Desde la Dieta de Espira (1529), el problema se había transformado en algo de suma importancia. La cuestión radicaba en que la Dieta de Espira había decidido en 1526 que de ninguna manera aceptaría la imposición del Edicto de Worms, que permitía matar a Lutero sin miedo a sanciones. Esa misma Dieta consagraba la tolerancia religiosa bajo el lema Cuius regio, eius religio (es decir, A cada región la religión de su Señor). Nuevamente en la Dieta de Espira de 1529, y ante la intención de los católicos de anular la tolerancia adoptada en 1526, los reformistas emitieron una airada queja de protesta, motivo por el cual se les llama desde entonces "protestantes". Ahora la Paz de Nuremberg establecía la aceptación de los reformistas en el seno del Imperio. Esta situación se vio forzada por la situación política del momento, ya que si el Emperador se oponía a la paz, los príncipes se verían legitimados para realizar o apoyar una resistencia armada contra Carlos V, cuyo poder empezaba a estar seriamente amenazado por los turcos.

Este contexto político tuvo su dimensión teológica en la llamada cuestión de la desobediencia civil. Hasta ese instante Lutero sostenía que de ningún modo desobedecería al Emperador, incluso si su decisión era equivocada. De esa manera se opuso a cualquier alianza entre los príncipes, ya fuera ofensiva o defensiva. Martín Lutero mantuvo esta actitud incluso ante la Liga de Esmalcalda. Pero su posición fue cambiando poco a poco al escuchar la opinión de juristas que aseguraban que, en los casos de notoria injusticia pública, las propias leyes imperiales otorgaban derecho de resistencia. Fue en 1531 cuando aceptó la posibilidad de adoptar la desobediencia civil en su escrito Warnung an die lieben Deutschen (1531), siempre y cuando se efectuara "por las causas correctas". Más tarde, en cartas escritas en 1539, se retractaría de tales afirmaciones.

Lutero y los judíos

Portada del libro antisemita "Sobre los judíos y sus mentiras" escrito por Martín Lutero (1543).

Las opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas como antisemitismo racial o religioso17 o como antijudaísmo.18 En los inicios de su carrera pensaba que los judíos no habían creído en Jesús a causa de los errores de los cristianos y de la proclamación de lo que para él era un evangelio impuro. Sugería que responderían favorablemente al mensaje evangélico si se les presentaba de la forma adecuada. Cuando descubrió que no era así, atacó con furia a los judíos.

En su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras), publicado en 1543, escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos, «aplastar y destruir» sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su dinero y obligar a esos «gusanos venenosos» a realizar trabajos forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del Dr. Robert Michael, parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos.19

Para el historiador británico Paul Johnson, Sobre los judíos y sus mentiras es el «primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso de gigante en el camino hacia el holocausto». Cuatro siglos después de haber sido escritos, los nazis citaron los ensayos de Lutero para justificar la Solución Final. Algunos estudiosos han atribuido la Solución Final nazi directamente a Martín Lutero.20 Sin embargo, otros refutan este punto de vista.21

Desde la década de 1980, los grupos y organizaciones de la Iglesia luterana han condenado estos escritos, aunque no consideran que Lutero fuese antisemita.22

Lutero con respecto a la brujería y magia

Lutero compartía la creencia medieval de que la brujería existía y era antagónica al cristianismo. Es por ello que las brujas y los hechiceros fueron perseguidos tanto en los territorios protestantes como en los católicos. Lutero compartía algunas de las supersticiones sobre la brujería que eran comunes en su tiempo. Aseguraba incluso que las brujas, con la ayuda del demonio, podían robar leche simplemente al pensar en una vaca.23 En su Catecismo Menor Lutero enseña que la brujería era un pecado contra el segundo mandamiento.24

Otros escritos de Lutero

Firma de Martín Lutero.

El número de libros atribuidos a Martín Lutero es bastante alto. Sin embargo, algunos estudiosos de Lutero creen que muchas de tales obras fueron al menos esbozadas por algunos de sus amigos, como Melanchthon. La fama de Lutero les daba una audiencia potencial mayor que la que hubieran obtenido de ser publicados bajo los nombres de sus verdaderos autores.

La más completa colección de los voluminosos escritos de Lutero es Weimar Ausgabe (Edición de Weimar), que consta de 101 volúmenes infolio, aunque sólo una fracción de estos escritos ha sido traducida.

Algunos de sus libros explican cómo se establecieron las epístolas con su canonicidad, hermenéutica, exégesis y exposición, y muestran cómo se integran los libros de la Biblia entre sí. Destacan entre ellos los escritos sobre la Epístola a los Gálatas, en los cuales se compara a sí mismo al Apóstol Pablo en su defensa del Evangelio (por ejemplo, el comentario en Lutero y la Epístola a los Gálatas).

Lutero también escribió sobre la administración civil y eclesiástica y sobre el hogar cristiano.

El estilo literario de Lutero era polémico, en parte porque cuando le apasionaba un tema llegaba a insultar a sus oponentes. Al igual que otros reformadores era muy intolerante con otras creencias y con los puntos de vista opuestos al suyo25 y esto puede haber exacerbado la Reforma protestante en Alemania.

Último viaje de Lutero y muerte

El último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las familias de sus hermanos y hermanas, quienes continuaban en la mina de cobre de Hans Lutero, que estaba amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de controlar esa industria para su beneficio personal. La controversia involucró a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y Gerhard. Lutero viajó dos veces hacia fines del año 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones para llegar a un acuerdo. Fue necesaria una tercera visita a principios de 1546 para completar las negociaciones. El 23 de enero Lutero dejó Wittenberg acompañado por sus tres hijos. Las negociaciones concluyeron con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la tarde de ese día, Lutero sufrió dolores en el pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu; me has redimido, oh Señor, fiel Dios», tal y como se oraba habitualmente cuando llegaba la hora de la muerte. A la una de la madrugada despertó con un agudo dolor de pecho y fue envuelto con toallas calientes.

Sabiendo que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su Hijo, en quien él había creído. Sus compañeros Justus Jonás y Michael Coelius gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor Jesucristo y confesando la doctrina que enseñó en su nombre?» Un distintivo «» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18 de febrero de 1546 en Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la Iglesia del Palacio de Wittenberg, cerca del púlpito desde el cual había transformado al cristianismo.

Su legado

Monumento a Martín Lutero en Erfurt.

Martín Lutero fue el principal artífice de la Reforma Protestante, en la que tuvo un papel mucho más destacado que otros reformadores. Gracias a la imprenta, sus escritos se leyeron en toda Alemania y ejercieron influencia sobre otros muchos reformadores y pensadores, dando origen a diversas tradiciones protestantes en Europa y en el resto del mundo.

Tanto la Reforma protestante como la consecuente reacción católica, la Contrarreforma, supusieron un importante desarrollo intelectual en Europa, por ejemplo, mediante el pensamiento escolástico de los jesuitas en el caso del catolicismo. Por su traducción de la Biblia, Lutero es considerado además uno de los fundadores de la literatura en alemán.

En los territorios luteranos disminuyó grandemente el poder absoluto de los reyes. Católicos y protestantes sostuvieron entre sí terribles guerras religiosas. Un siglo después de las protestas de Lutero, una revuelta en Bohemia provocó la Guerra de los Treinta Años, un conflicto entre católicos y protestantes que arrasó gran parte de Alemania y acabó con la vida de cerca de un tercio de la población.

Veneración

Está elevado a los altares por la Iglesia anglicana, la cual celebra su festividad el 31 de Octubre y por la Iglesia episcopal en los Estados Unidos de América, la cual tiene el 18 de Febrero como su día litúrgico.

Referencias

  1. www.luther.de: Infancia y juventud
  2. Schwiebert, p. 128.
  3. Schwiebert, p. 136.
  4. Roland H. Bainton, "The Gospel," en Here I Stand: a Life of Martin Luther (New American Library, 1950), pp. 40-42.
  5. Vidal, p. 108
  6. Ibid.
  7. Markus Wriedt, "Luther's Theology," en The Cambridge Companion to Luther (Cambridge University Press, 2003), pp. 88-94.
  8. www.luther.de: 95 tesis
  9. Philip Schaff, History of the Christian Church (Charles Scribner's Sons, 1910), 7:99; W.G. Polack, The Story of Luther (Concordia Publishing House, 1931), p. 45
  10. Martín Lutero, An Open Letter to The Christian Nobility of the German Nation Concerning the Reform of the Christian Estate, 1520, trad. C. M. Jacobs, en Works of Martin Luther: With Introductions and Notes, Volumen 2 (A. J. Holman Company, 1915; Project Wittenberg, 2006)
  11. León X excomulga a Martín Lutero
  12. Frase extraída de la página de luteranismo alemán.
  13. WELS Q&A.
  14. Martín Lutero, "A Nicholas Hausmann (Wittenberg,) 29 de marzo de 1527," Tr. Gottfried G. Krodel, en Trabajos de Lutero ed. Gottfried G. Krodel (Fortress Press, 1972), 49:161-164; Weimar Ausgabe Briefwechsel (abreviado: WABr) 4:180-181.
  15. Contra los Profetas Celestiales (1525) y Confesión con respecto a la Cena del Señor (1528) citados en F.L. Cross, ed. The Oxford Dictionary of the Christian Church, Oxford, 1958, p. 337.
  16. Trabajos de Lutero 37:214-15.
  17. Paul Johnson, A History of the Jews, (HarperCollins Publishers, 1987), p. 242.
  18. Uwe Siemon-Netto, "Luther and the Jews." Lutheran Witness 123 (2004) No. 4:19.
  19. Robert Michael, "Luther, Luther Scholars, and the Jews," Encounter 46 (1985) 4:343.
  20. William Shirer, "The Rise and Fall of the Third Reich" (Simon and Schuster, 1990), 91, 236.
  21. Uwe Siemon-Netto, The Fabricated Luther: The Rise and Fall of the Shirer Myth, (Concordia Publishing House, 1995), 17-20.
  22. "Q&A: Luther's Anti-Semitism", Iglesia Luterana - Sínodo Missouri.; "Declaration of the Evangelical Lutheran Church in America to the Jewish Community", Iglesia Evangélica Luterana en América, 18 de abril de 1994.; "Statement by the Evangelical Lutheran Church in Canada to the Jewish Communities in Canada", Iglesia Evangélica Luterana en Canadá. 12 - 16 de julio de 1995.; Time to Turn. Las Iglesias Evangélicas Protestantes en Austria y los Judíos. Declaración del Sínodo General de la Iglesia Evangélica A.B y H.B., 28 de octubre de 1998; "Christians and Jews: A Declaration of the Lutheran Church of Bavaria", 24 de noviembre de 1998. Impreso en Freiburger Rundbrief 6:3 (1999), 191-197.
  23. Martín Lutero, Sermon on Exodus, 1526, 16, pp. 551-53.
  24. Martín Lutero, Luther's Little Instruction Book, Trad. Robert E. Smith, (Fort Wayne: Project Wittenberg, 2004), Catecismo Menor 1.2.
  25. The Protestant Inquisition

Véase también

Iglesias Luteranas afiliadas

Otras iglesias luteranas no afiliadas

Bibliografía

  • Atkinson, James. Lutero y el nacimiento del protestantismo. Madrid: Alianza Editorial, 1980. ISBN 84-206-1315-0.
  • Fevre, Lucien. Martín Lutero: un destino. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1956. ISBN 968-16-0549-7.
  • Fliedner, Federico. Martín Lutero: su vida y su obra. Editorial Clie, 1983. ISBN 84-7228-563-4.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 1: Romanos (rústica). Editorial Clie, 2003. ISBN 84-8267-364-5.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 2: Gálatas. Editorial Clie, 1998. ISBN 84-7645-988-2.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 3: Tito, Filemón y Hebreos. Editorial Clie, 1999. ISBN 84-8267-066-2.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 4: Selecciones de 1ª Corintios. Editorial Clie, 2001. ISBN 84-8267-136-7.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 5: 1a Timoteo. Editorial Clie, 2001. ISBN 84-8267-137-5.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 6: 1ª y 2ª Pedro, Judas y 1ª Juan. Editorial Clie, 2001. ISBN 84-8267-197-9.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 7: Mateo: Sermón del Monte y el Magníficat. Editorial Clie, 2002. ISBN 84-8267-198-7.
  • Lutero, Martín. Comentarios de Martín Lutero Vol. 8: Evangelio de Juan caps. 1-4. Editorial Clie, 2002. ISBN 84-8267-243-6.
  • Lutero, Martín. Escritos políticos. Editorial Anaya, Madrid, 1986. Traducido por Abellán, Joaquín. ISBN 84-309-1267-3.
  • Moreno, Alfonso María. Martín Lutero: historia de una rebeldía. Bilbao : Mensajero, 1985. ISBN 84-271-1435-4
  • Oberman, H. Lutero. Madrid, 1991.
  • O'Neill, Judith. Martín Lutero. Akal Ediciones, 1991. ISBN 84-7600-548-2
  • Schwiebert, E.G. Luther and His Times. St. Louis: Concordia Publishing House, 1950. ISBN 0-570-03246-6.

Filmografía

  • 1953: Martin Luther, película teatral, con Niall MacGinnis como Lutero; dirigida por Irving Pichel. Nominaciones a los Premios de la Academia por cinematografía en blanco y negro y dirección de arte/escenarios. Relanzada en 2002 en DVD en 4 idiomas.
  • 1974: Luther, película teatral, con Stacy Keach como Lutero.
  • 1981: Where Luther Walked, documental presentando a Roland Bainton como guía y narrador, dirigido por Ray Christensen (lanzamiento en VHS en 1992), ISBN 1-56364-012-0
  • 1983: Martin Luther: Heretic, presentado en televisión con Jonathan Pryce como Lutero, dirigido por Norman Stone.
  • 2002: Martin Luther, una película histórica de Lion TV/PBS serie Imperio, con Timothy West como Lutero, narrada por Liam Neeson y dirigido por Cassian Harrison.
  • 2003: Lutero, película alemana rodada en inglés, con Joseph Fiennes como Lutero y dirigido por Eric Till.

Enlaces externos

Las 95 tesis de Martín Lutero

Disputación acerca de la determinación

del valor de las indulgencias.

En 1517 fray Martín Lutero envio al arzobispo de Magdeburgo, Alberto de Brandeburgo una carta pidiendo se pusiera fin a los abusos en la predicación de las indulgencias en la diócesis e instándole a una controversia sobre el tema. Adosaba sus 95 tesis sobre las indulgencias que aquí presentamos. En la carta el fraile agustino le decía al arzobispo:

«Perdóname, reverendísimo padre en Cristo y príncipe ilustrísimo, que yo, hez de los hombres, sea tan temerario, que me atreva a dirigir esta carta a la cumbre de tu sublimidad.... Bajo tu preclarísimo nombre se hacen circular indulgencias papales para la fábrica de San Pedro, en las cuales yo no denuncio las exclamaciones de los predicadores, pues o las he oído, sino que lamento las falsísimas ideas que concibe el pueblo por causa de ellos. A saber: que las infelices almas, si compran las letras de indulgencia, están seguras de su salvación eterna; ítem, que las almas vuelan del purgatorio apenas se deposita la contribución en la caja; además que son tan grandes los favores, que no hay pecado por enorme que sea, que no pueda ser perdonado aunque uno hubiera violado hipótesis imposible— a la misma Madre de Dios; y que el hombre queda libre, por estas indulgencias, de toda pena y culpa. ¡Oh Dios Santo! Tal es la doctrina perniciosa que se da, Padre óptimo, a las almas encomenadas a tus cuidados. Y se hace cada vez más grave la cuenta que has de rendir de todo esto. Por eso, no pude por más tiempo callar.... ¿Qué hacer, excelentísmio prelado e ilustrísimo prícipe, sino rogar a tu Reverendísima Paternidad se digne mirar esto con ojos de paternal solicitud y suprimir el librito e imponer a los predicadores de las indulgencias otra forma de predicació, no sea que alguien se levante por fin, y con sus publicaciones los refute a ellos y a tu librito, con vituperio sumo de tu Alteza?... Desde Wittenberg 1517, en la vigilia de Todos los Santos. Martín Lutero, agustiniano, doctor en sagrada teología.» (1)

¿Cuál fue la situación concreta que motivó el escrito? Ya desde 1507 el Papa Julio II había concedido una indulgencia a quien colaborara con su limosna en la construcción de la nueva basílica de San Pedro. El Papa León X renovó dicha indulgencia en 1514. Pero lo que tal vez suscitó el malestar en Alemania fue el permiso otorgado a Alberto de Brandeburgo para predicar la misma indulgencia, solamente que con otros fines. El arzobispo había contraido una copiosa deuda con los conocidos banqueros Függer que le habían adelantado dinero para poder hacerse de una terecera diócesis, Maguncia. El dispositivo ideado para saldar la deuda fue que la mitad de las limosnas recogidas en la predicación de la indulgencia irían a parar a manos de los banqueros, y la otra mitad iría a las arcas de la Cámara Apostólica. Este hecho, sumado a una teología equivocada sobre los efectos de la indulgencia en los muertos (se decía en la predicación popular "No bien cae la limosna en el cestillo el alma sale del purgatorio"), inflamó a toda Alemania.

Históricamente debemos ser críticos sobre la tradición que hace a Lutero clavando las tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg.(2) Mas bién el motivo de la difusión de las tesis hay que explicarlo por la respuesta que daban a un verdadero anti-romanismo presente en todos los estamentos de la sociedad alemana.


Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

  1. Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.
  2. Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.
  3. Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.
  4. En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.
  5. El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.
  6. El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
  7. De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.
  8. Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.
  9. Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.
  10. Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.
  11. Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.
  12. Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.
  13. Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.
  14. Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.
  15. Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.
  16. Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.
  17. Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.
  18. Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.
  19. Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.
  20. Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.
  21. En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.
  22. De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.
  23. Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.
  24. Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.
  25. El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.
  26. Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.
  27. Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
  28. Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
  29. ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.
  30. Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.
  31. Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.
  32. Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
  33. Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.
  34. Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.
  35. Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.
  36. Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.
  37. Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.
  38. No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.
  39. Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.
  40. La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.
  41. Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.
  42. Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.
  43. Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.
  44. Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.
  45. Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.
  46. Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.
  47. Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
  48. Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.
  49. Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.
  50. Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.
  51. Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.
  52. Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.
  53. Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.
  54. Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.
  55. Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.
  56. Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.
  57. Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
  58. Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.
  59. San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
  60. No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.
  61. Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
  62. El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.
  63. Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.
  64. En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.
  65. Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.
  66. Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.
  67. Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.
  68. No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.
  69. Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.
  70. Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.
  71. Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.
  72. Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.
  73. Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.
  74. Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
  75. Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
  76. Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.
  77. Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
  78. Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.
  79. Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
  80. Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
  81. Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.
  82. Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?
  83. Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?
  84. Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?
  85. Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?
  86. Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?
  87. Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?
  88. Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?
  89. Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?
  90. Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.
  91. Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.
  92. Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.
  93. Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.
  94. Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.
  95. Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.

Wittenberg, 31 de octubre de 1517.


Martín Lutero fue una figura crucial de la Edad Moderna en Europa, la influencia del conjunto de sus teorías y doctrinas (que suele ser denominado luteranismo) se extendió, más allá de la religión, a la política, la economía, la educación, la filosofía, el lenguaje, la música y otros espacios de la cultura.

Nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483. Recibió una sólida educación en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach. En 1501, a los 17 años de edad, ingresó en la Universidad de Erfurt, donde se licenció en 1502 y doctoró en 1505. Después quiso estudiar Derecho, pero en el verano de 1505 abandonó de pronto sus estudios. En el otoño de 1506 profesó como monje y un año después se ordenó sacerdote, e ingresó en el monasterio de los agustinos de Erfurt. Con el propósito de estudiar teología para ocupar una cátedra en una de las muchas universidades alemanas regidas por los monjes, su amigo y consejero Johann von Staupitz, vicario general de los agustinos, le asignó en 1508 un curso introductorio de filosofía moral en la nueva Universidad de Wittenberg (fundada en 1502). En 1509 se licenció en teología y volvió a Erfurt, donde impartió clases y estudió (1509-1511). En noviembre de 1510 visitó Roma en representación de siete monasterios agustinos y cumplió los deberes religiosos acostumbrados para un visitante piadoso, pero la mundanidad del clero romano le indignó. Al poco tiempo de reanudar sus deberes en Erfurt, fue enviado a Wittenberg para estudiar el doctorado de teología. En 1512 se doctoró y asumió la cátedra de Teología Bíblica que conservó hasta su muerte, el 18 de febrero de 1546. Después de articular su teología básica en sus primeros escritos —De la libertad del cristiano (1519), Manifiesto a la nobleza cristiana de la nación alemana (1520), La cautividad de Babilonia (1520), De la esclavitud del arbitrio (1525)— publicó su libro más famoso, Pequeño catecismo (1529).

Lutero fue el iniciador de la Reforma protestante en Alemania y que posteriormente se extendería a toda Europa occidental. El punto de partida fue la publicación de sus 95 Tesis (en 1517) que desafiaban la teoría y la práctica de las indulgencias papales. La Reforma supuso el fin de la hegemonía de la Iglesia católica y la instauración de las distintas iglesias ligadas al protestantismo y alteró por completo el modo de vida de Europa occidental e inicio la edad moderna.

Pero la Reforma luterana fue la culminación de circunstancias que se remontan a fechas anteriores y que conjugan elementos doctrinales, políticos, económicos y culturales. Entre estas circunstancias podemos destacar el poder que había ido acumulando la Iglesia católica sobre el control del gobierno civil de las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial, en definitiva la supremacía del papado en los asuntos políticos.

Esto sentó las bases sobre las que Lutero, y posteriormente Juan Calvino reivindicaran que la única autoridad posible era el juicio individual aplicado al estudio de la Biblia.

La Reforma se extendió vertiginosamente por el pueblo, Lutero incluso fue recibido como un líder revolucionario. Los campesinos tomaron algunos puntos defendidos por Lutero, que desaprobó la utilización de sus doctrinas para justificar una revolución social. Y aunque en un principio procuró buscar una salida pacífica al conflicto, pronto se volvió contra los campesinos y les condenó por recurrir a la violencia. Los campesinos fueron derrotados, pero la escisión producida entre los católicos y los luteranos se incrementó.

A pesar de la diversidad de las fuerzas reformadoras, la Reforma tuvo resultados importantes allí donde triunfó. En general, el poder y las riquezas perdidas por algunos nobles y por la jerarquía católica pasaron a la clase media y a los monarcas. Varias regiones de Europa ganaron independencia política, religiosa y cultural. La religión ya no era tanto una parcela privilegiada del alto clero, sino una expresión directa de las creencias de la población. Sin embargo, la intolerancia religiosa no disminuyo y los enfrentamientos religiosos continuaron siendo frecuentes.

Toda la teoría política de Lutero está basada en sus principios religiosos. A diferencia de Maquiavelo que elaboró una teoría política sobre las formas de gobernar de los príncipes, Lutero no intenta elaborar una teoría política sino que su pensamiento político tiene un carácter ocasional y marginal. Todo su preocupación radica en explicar el comportamiento que debe tener un cristiano en su vida temporal, abarcando cada ámbito en los que ésta vida se desenvuelve: la familia, el trabajo, la economía, las artes, etc.

Todo su pensamiento político se encuentra en la doctrina de los dos reinos: el reino de Dios y el reino del mundo. Lutero divide a los hombre en dos partes: los que pertenecen al primer reino, el reino de Dios, es decir los cristinos y los que pertenecen al reino del mundo, los no cristianos.

Afirma Lutero que hay que diferenciar ambos reinos pero que los dos son necesarios, por que no es suficiente el uno sin el otro: el gobierno espiritual de Cristo es necesario porque sin él nadie puede llegar a ser justo ante Dios, pero si sólo reina él sobre un país (partiendo de que no se extiende a todos los hombres, sino sobre los cristianos, que forman, un número reducido y viven entre los no cristianos) “se suelta el freno a la maldad y se deja lugar para todas las fechorías porque todos los hombres comunes no pueden aceptar ni entender este gobierno”; el gobierno secular es necesario para reprimir la maldad, sin él no sería posible la vida del hombre en sociedad, pero si sólo rige el gobierno secular o la ley “habrá pura hipocresía, pues sin el Espíritu Santo en el corazón nadie llega a ser bueno”.

El poder político es una institución querida pos Dios. Lutero insiste en que en orden político forma parte del orden providencial querido por Dios para este mundo. Los dos reinos, son dos modelos por los cuales Dios gobierna a los hombres, están en el mismo plano pues su origen es divino.

El reino espiritual está gobernado por Cristo, sus normas son la ley de Dios, el derecho divino, que se comunica a través de la Palabra. Los ministros de este reino tienen la única función de inculcar la Palabra, no tienen autoridad por que todos los cristianos son sacerdotes. El gobierno secular está gobernado por la espada, que representa al derecho y a la ley, que obligan externamente a aquellos que no son cristianos. Este gobierno secular tiene leyes que no afectan más que al cuerpo, a los bienes y a todas las cosas exteriores que hay en la tierra. Lutero mantiene que la espada no tiene poder en los asuntos de fe y por ello no puede obligar a creer por que se trata de un acto personal e íntimo.

Otro tema que plantea Lutero es el de si un cristiano debe por una parte, obedecer a la espada y por otra, si debe servirla. En la primera cuestión afirma que el poder y la espada son un servicio a Dios, por que aunque el cristiano no necesita la espada se somete a ella por amor al prójimo, porque es necesaria y útil al mundo. Lutero dice, en la segunda cuestión, que si la espada es un servicio a Dios, tiene que ser también un servicio a Dios todo lo que el poder necesite para llevar la espada, así los cristianos pueden ser verdugos, jueces, alguaciles, siempre que lo hagan para el bien del prójimo y no en interés suyo. Así para Lutero un príncipe es bueno cuando se despoja en su corazón de su poder y autoridad y hace suyas las necesidades de sus súbditos y actúa como si fueran sus propias necesidades.

En resumen no hace falta demostrar la importancia e influencia que tuvieron las ideas de Lutero, sobre todo en el plano religioso. El luteranismo, en un primer momento, produjo la creación de iglesias independientes nacionales y territoriales, precipitando así la ruptura de la unidad que vertebraba el cristianismo occidental, y a pesar de que siguieron intermitentes guerras religiosas, se llegó la Paz de Augsburgo (1555), acuerdo donde se estipulaba que la religión del gobernante de cada territorio dentro del Sacro Imperio romano tenía que ser la religión de sus súbditos, autorizando de un modo efectivo así a las iglesias luteranas y reconociendo además a los príncipes territoriales como primados de sus respectivas iglesias.

Con la reforma el poder del príncipe o monarca salió reforzado en cuanto a su propia autonomía, porque ya no depende ni siquiera indirectamente de la organización eclesiástica, y en cuanto a sus competencias, la Iglesia dejó al Estado toda la dirección de la sociedad, incluida la propia Iglesia.

Parece contradictorio que Lutero defendiera la libertad de la fe del dominio de la Iglesia católica alegando que es un acto personal e íntimo y se desembocara en una iglesia nacional dirigida por los monarcas.

No hay comentarios: