viernes, 25 de mayo de 2012

 


 Como Celebrar El Domingo de la Divina Misericordia

El Milagro de Misericordia, el Sacramento de la Reconciliación, Parte #1

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¿Sabía usted que la única función del Sacerdote es hacernos santos?

Todos están llamados para participar en la misma bienaventuranza divina que quiere decir bendición. Debemos convertirnos en los que bendicen. Esta imagen de la Divina Misericordia nos muestra en quien se supone que debemos ser. Debemos hacernos santos. Somos bendecidos por Dios para que nos podamos ser santos. Eso es todo por lo que El vive. Esa es su esencia. Dios es El que bendice, y El quisiera que compartamos en Su vida y que bendigamos a los demás.

La misión de Santa Faustina en el cielo es compartir las buenas noticias de la Divina Misericordia con las almas que están en la miseria.

“Siento muy bien que mi misión no terminará con mi muerte, sino que empezará. Oh almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios, para que ya no hirieran más el Dulcísimo Corazón de Jesús con desconfianza. Dios es Amor y Misericordia.” (Diary 281)

Entonces ¿Cómo podemos vivir en esta manera misericordiosa?

En nuestra miseria, debemos sumergirnos en el océano infinito de la misericordia de Dios con completa confianza en Jesús. Cuando las dudas me invaden, puedo rezar sin cesar, “¡Jesús, yo confío en Ti!” Puedo tomar la decisión de descansar cerca del corazón misericordioso de Jesús. (Diary 1726)
Nuestro Señor habla:
“Soy el Amor y la Misericordia Misma.” (Diario 1074). . . “Que ningún alma tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata.” (Diario 699) . . . “Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero” (Diario 1485) . . . “Antes el cielo y la tierra se vuelven a la nada, que Mi misericordia deje de abrazar a un alma confiada.” (Diario 1777) . . . “Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia” (Diario 723).
Dios trata decirnos que estamos heridos por el pecado, y El quiere sanarnos. El quiere que pongamos nuestra confianza en El.

El Milagro de la Misericordia, El Sacramento de la Reconciliación

Cuando pecamos, empezamos a alejarnos de la gracia. Primero con pecados veniales lentamente nos alejamos de nuestras promesas de Bautismo, entonces los pecados mortales hacen una separación total, construyen una pared de separación entre nosotros y nuestro Redentor. Comenzamos a decirle al Señor, “¡Ahora es mi voluntad, no la Tuya!” Pero por el Sacramento de Reconciliación renovamos los votos de nuestro bautismo. De nuevo proclamamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, no Satanás. Abrimos la puerta que habíamos cerrado y le decimos que quisiéramos tener una relación personal con El.
“‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes’ Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió ‘Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los tengan.’” (San Juan 20:22-23)
Cuando Jesús murió en la cruz, El perdonó todos nuestros pecados. Cuando nos bautizamos, estamos bautizados en Cristo y limpiados blancos como la nieve. Aceptamos Su misericordia, y ponemos sobre El nuestros pecados, pero a través de la vida fracasamos y pecamos de nuevo. Nos hacemos almas dudosas, y dudamos del poder de Su cruz misericordiosa. No creemos que El quitó nuestros pecados. Los sacerdotes nos lo confirman en la confesión. Entonces El pronuncia las palabras de absolución de Su cruz en el Calvario de hace dos mil años. Dios vive, como mencione antes, en la eternidad de ahora, las gracias de Su cruz viajan de allá para acá a través del tiempo. En el confesionario quizás vemos al sacerdote, pero en realidad es Cristo ofreciéndonos una y otra vez su cruz y dejándonos saber una y otra vez que estamos perdonados. El quitó nuestros pecados. Cuando dudamos, debemos estar cerca de Jesús para que podamos escuchar Sus palabras, “Tus pecados te son perdonados,” las palabras que son comunicadas a través del sacerdote.

Las palabras de Nuestro Señor a Faustina

Nuestro Señor habla:
“Cuando te acercas a la confesión, a esta Fuente de Mi Misericordia, siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de Mi Corazón y ennoblece tu alma.” (Diario 1602) . . . “En el tribunal de la misericordia (el Sacramento de la Reconciliación) . . . tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente” (Diario 1448). . .“Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la misericordia” (Diario 1602)… basta acercarse con fe a los pies de Mi representante” (Diario 1448) . . . “Yo Mismo te espero en el confesionario, sólo que estoy oculto en el sacerdote . . . Yo Mismo actúo en tu alma.” (Diario 1602) . . . “así te confiesas ante Mí; el sacerdote es para Mí sólo una pantalla. No analices nunca de qué clase de sacerdote Me estoy valiendo y abre el alma al confesarte como lo harías Conmigo, y Yo llenaré tu alma con Mi luz.” (Diario 1725).
Nuestro Señor habla:
“Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. De esta fuente de misericordia las almas quitan las gracias solo con la vasija de confianza. Si hay confianza, no hay límite a Mi generosidad.” (Diary 1448).
Al demostrar la importancia de la confesión, Nuestro Señor la hizo necesaria para obtener Su promesa de perdón completo de los pecados y de las penas al observar la Fiesta de la Misericordia.

El Milagro de Misericordia, el Sacramento de la Reconciliación, Parte #2

Jesus crowned with thorns

El Perdón de la Mujer Pecadora (San Lucas 7)

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. El fariseo estaba enojado porque pensaba que si Jesús era profeta, conocería quién y qué clase de mujer era. El debería saber que ella era una mala pecadora.
En el Versículo 40 dice: “Pero Jesús le dijo: ‘Simón, tengo algo que decirte’ ‘¡Di, Maestro!,’ respondió él. ‘Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?’ Simón contestó: ‘Pienso que aquel a quien perdonó más’ Jesús le dijo: ‘Has juzgado bien.’” Hace dos mil años Nuestro Señor decía, al igual que hoy,“Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que tiene a Mi Misericordia.” ¿Quién le amará más? El que ha pecado mucho, porque sus muchos pecados le han sido perdonados.

El Confesor es un médico del alma

¿Cómo puede recetar un doctor un buen remedio si no sabe la naturaleza de la enfermedad? Nunca podrá hacerlo. Si no revela al confesor la miseria de su alma (sus pecados), ¿Cómo puede el doctor ayudarle? Jesús nos da una libre voluntad y si queremos guardar nuestros pecados, El respeta nuestros deseos.

Abrase completamente en el Confesionario

Esto ocurre con la paciencia y la bondad del sacerdote. El doctor no puede sanarle si no sabe donde le duele el paciente. No guarde nada en el Confesionario. ¿Cómo puede recetar el doctor un buen remedio si no sabe que tipo de enfermedad es?

La humildad es la llave para una confesión excepcional

Un alma no se beneficia como se debe del Sacramento de la sanación si no es humilde. El orgullo lo mantendrá en la oscuridad. El alma erige una pared, y evita el remedio para sanarse. El orgullo y la vergüenza previenen la unión íntima de su alma con Dios.

La obediencia es también clave para avanzar en Santidad

Cuando el alma entra en el sacramento de la sanación, debe de mantenerse humilde sin reservarse nada, entonces puede empezar a avanzar en santidad.

En el Confesional, Dios derrama sabiduría dentro del alma.

Si quisiera conocerle, y quiero decir realmente conocerle y quisiera convertirme en usted, ¿Cómo lo haría? Tendría que vivir con usted, caminar con usted, estar con usted y hacerle pregunta tras pregunta sobre usted. Tendría que meterme dentro de su piel. Pues bien, esto es lo que debe pasar en el confesional. Cristo esta verdaderamente presente, escondido por el sacerdote. Háblele como a un amigo. Viva en el confesional y permítale que El le vacíe toda Su sabiduría y gracias que necesita para convertirse en otro Cristo. El desea que usted tome Su divinidad. ¿Cómo se hicieron nuestros Santos grandes Santos? Con confesión frecuente.
Nuestro Señor Habla:
Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. (1448) Como te preparas en Mi presencia, así te confiesas ante Mí; el sacerdote es para Mí sólo una pantalla (1725) Siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de Mi Corazón y ennoblece el Alma (1602)… En el tribunal de la misericordia [El Sacramento de la Reconciliación]

¿Cual es el tribunal de la Misericordia?

Santa Faustina: Cuando me alejé de la rejilla (del confesionario), una alegría inconcebible inundó mi alma hasta tal punto que me retiré a un lugar apartado del jardín, para esconderme de las hermanas y permitir al corazón desbordarse plenamente hacia Dios. La presencia de Dios me penetró por completo y en un solo momento toda mi nada se sumergió en Dios y en aquel momento sentí, es decir distinguí las Tres Personas Divinas que habitaban en mí (Diario 175) La Confesión es un encuentro con las Tres Personas Divinas. Es un encuentro con la Santísima Trinidad.

Antes de ir a Confesarse debe tener lágrimas de arrepentimiento

Antes de ir a Confesarse, derrame un poco de lágrimas de arrepentimiento y no hay mejor manera de hacer esto que al recordar la pasión de Cristo (en el Calvario). Estar en contacto con lo que Cristo sufrió por usted y por mí. Debe de darse cuenta que con cada pecado, usted ayudó a clavarle a El los clavos. Aquí esta ese “eterno y ahora” otra vez. Si Dios vive en el eterno y ahora, entonces El vio sus pecados futuros, así que usted también clavo los clavos en Su cuerpo purísimo. En el confesional, usted debe revolver su corazón con gran confianza, entonces Dios le dará un corazón nuevo.
Para derramar las lágrimas del arrepentimiento, el corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (Catecismo 1432).

El Milagro de Misericordia, el Sacramento de la Reconciliación, Parte #3

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¿Dónde tienen lugar los milagros más grandes?

Nuestro Señor habla:
“En el tribunal de la misericordia (el Sacramento de Reconciliación) . . . allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente.” (Diary 1448).
Nunca hubiera pensado que sería en el confesionario, pero eso es lo que dijo Nuestro Señor a Santa Faustina. Yo habría pensado que sería un cierto servicio de sanación, o que tendría que ir a Lourdes, o a Fátima, o a alguno de esos sitios de apariciones. Pero no, Nuestro Señor dice que tienen lugar en el confesionario.
Nuestro Señor habla:
“Para obtener este milagro no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar algunos ritos exteriores, sino que basta acercarse con fe a los pies de Mi representante y confesarle con fe su miseria y el milagro de la Misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud.” (Diary 1448).
Jesús no dice, vaya a Medjugorje, Lourdes, o a Fátima, sino al confesionario. ¿Cuántos de ustedes han estado a Medjugorje? ¿Cuál es el foco principal en Medjugorje? ¡Los Sacramentos! Los confesionarios están llenos de gente. Este es el milagro de Medjugorje. La conversión ocurre en el confesionario.

¿Por qué Nuestro Señor dice, Vengan a mí en el confesionario para revelar nuestra miseria?

Estamos heridos. Necesitamos ser sanados. Oh, que miserables están las almas desgraciadas que no se aprovechan del milagro de la misericordia de Dios. ¿Qué dice Nuestro Señor de nuevo? Somos como un cadáver pudriéndose y desde un punto de vista humano, no habría esperanza. Pero no es así con Dios. El desea que estemos junto a su Sagrado Corazón y sanados de nuestra miseria. Nuestro Señor dijo Santa Faustina:
Nuestro Señor habla:
“Lucha por la salvación de las almas, invitándolas a confiar en Mi misericordia, ya que ésta es tu tarea en ésta y en la vida futura.”
Faustina lucha por nosotros para que tengamos confianza en Su misericordia. Solamente el alma que la rechaza será condenada, porque Dios no condena a nadie. Si voy al confesionario solo para recibir el perdón de mis pecados, me estoy perdiendo todo esto. Consigo lo que pido. Recibo en proporción de lo que espero. Si voy a confesarme con la confianza, de que los milagros más grandes de mi vida van a ocurrir y se van a repetir incesantemente, y van a restaurarme completamente, eso es una cosa distinta. Es aun más que los pecados perdonados. Cuanto más espera, más recibe. Todo depende de la confianza. Ahora pues, vaya a confesarse esperando milagros.
Nuestro Señor habla:
“Sólo que estoy oculto en el sacerdote, pero Yo Mismo actúo en tu alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la misericordia. Di a las almas que de esta Fuente de la Misericordia las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de confianza. Si su confianza es grande, Mi generosidad no conocerá límites. (Diary 1602) . . . Los soberbios permanecen siempre en pobreza y miseria, porque Mi gracia se aleja de ellos dirigiéndose hacia los humildes.” (Diary 1602).

Cuando el sacerdote lo absuelve de sus pecados, es Cristo quien lo está perdonando.

Nuestro Señor habla:
“Mi hija, mientras te preparas en Mi presencia, así te confiesas ante Mí; el sacerdote es para Mí sólo una pantalla. No analices nunca de qué clase de sacerdote Me estoy valiendo y abre el alma al confesarte como lo harías Conmigo, y Yo llenaré tu alma con Mi luz.”
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros (San Juan 13:34)
Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso (San Lucas 6:36)


Exijo de Ti Obras de Misericordia, Parte #1

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Nuestro Señor habla:
“Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo: la primera – la acción, la segunda – la palabra, la tercera – la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia Mí. De este modo el alma alaba y adora Mi misericordia.” (Diary of Saint Faustina, #742)
Nuestro Señor habla:
“Escríbelo para muchas almas que a veces se afligen por no tener bienes materiales, para practicar con ellos la misericordia. Sin embargo, el mérito mucho más grande lo tiene la misericordia espiritual que no necesita ni autorización ni granero siendo accesible a cualquier alma. Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá Mi misericordia en el día del juicio. Oh, si las almas supieran acumular los tesoros eternos, no serían juzgadas, porque su misericordia anticiparía Mi juicio.” (#1317)
La Iglesia nos enseña como ser misericordioso en diferentes maneras:

Las 7 Obras de Misericordia Espirituales

1. Corregir al que se equivoca.
2. Enseñar a los ignorantes.
3. Dar buen consejo al que lo necesite.
4. Consolar a los afligidos.
5. Soportar con paciencia los defectos de los demás.
6. Perdonar las injurias.
7. Orar por los vivos y por los muertos.

Las 7 Obras de Misericordia Corporales

1. Dar de comer al hambriento.
2. Dar de beber al sediento.
3. Vestir al desnudo.
4. Dar posada al peregrino.
5. Consolar a los encarcelados.
6. Visitar a los enfermos.
7. Enterrar a los muertos.

Fallando el Tiro

¿Buscamos a veces los grandes actos de misericordia y pasamos por alto los pequeños actos que podemos hacer con gran amor?
¿Pasamos por alto a nuestros niños que necesitan nuestra ayuda, para pasar muchas horas ayudando a otros mientras que nuestros niños están desatendidos? ¿Ayudamos en todas las funciones de la parroquia mientras que nuestra esposa está en casa deseando unas horas con su marido? Sí, hay muchas obras de misericordia alrededor de su propia casa, como cambiar un pañal, arrullar a su bebé para dormirlo, enseñar a su hijo como andar en bicicleta, rezar un rosario en familia, ayudar con las tareas, preparar la comida, y con cada acto que haga dígase a usted mismo, “Jesús, esto lo hago por amor a Ti.I do this for love of you, Jesus.”

Haga obras de misericordia en familia. Las Obras de Misericordia Corporales

1. Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento. Lleve a sus niños a un comedor de beneficencia para que sean voluntarios. Compre con los niños comestibles para los pobres.
2. Vestir al desnudo. Nuestro Señor nos dice que si uno tiene dos abrigos, debe dar uno a alguien que le haga falta. La ropa que usted no necesita puede donarla a los que la necesitan.
3. Dar posada al peregrino. Los que no tienen trabajo que viven en carros o túneles abandonados están en extrema necesidad de ayuda material y espiritual. Los parientes ancianos se pueden sentir sin hogar cuando salen de sus casas y son cambiados a las residencias para jubilados. Lleve a su familia y vaya a visitarlos en las casas de los ancianos.
4. Consolar a los encarcelados. Visitar a los encarcelados es una cosa preciosa, pero algunos son prisioneros dentro de sus propias casas. Los minusválidos, los enfermos, los ancianos, la madre que acaba de dar a luz. Para aquellos, el consuelo puede ser nada más que una visita para decirles, “Te quiero.”
5. Visitar a los enfermos. Todos estamos muy ocupados, y es difícil tener el tiempo para visitar a los enfermos, pero a los que reciben su visita es una cosa muy preciosa.
6. Enterrar a los muertos. Expresiones personales para dar un pésame incluyen un abrazo, un apretón de manos, o un regalo como alguna comida para la familia. Puede ofrecer una Misa por el ser querido. Puede orar por su alma. Recuerde que debemos consolar a los vivos en su tristeza.

Exijo de Ti Obras de Misericordia, Parte #2

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Una parábola de Misericordia (San Lucas 10:29-37)

Un abogado preguntó a Jesús: ¿Quién es mi prójimo? Jesús respondió con la parábola del Buen Samaritano. Al terminar la parábola Nuestro Señor dijo, “Ve, y haz tú lo mismo.” Sí, debemos ser buenos Samaritanos cuando vemos a nuestro vecino en necesidad; debemos ser misericordiosos con los necesitados.

Las Obras de Misericordia Espirituales

1. Corregir al que se equivoca. Es difícil corregir a alguien. Significa defender los principios morales en el trabajo, en la escuela, en la política, o en el hogar. Amonestar no es decir a alguien cuanto sabe uno de la Biblia, pero es para defender la verdad. Al hacer esto, protegemos a los niños.
2. Enseñar a los ignorantes. No todos pueden hacerse maestros de la escuela, sacerdotes, o líderes religiosos, pero sí podemos instruir a nuestras familias sobre los principios morales básicos. Estamos llamados a ser un pueblo sacerdotal y a evangelizar por el mundo entero.
3. Dar buen consejo al que lo necesite. Aconsejar no vale mucho, pero hay más amor en la orientación. No podemos ignorar las dudas acerca de la fe, del aborto, del matrimonio, o preguntas sobre la muerte, o el divorcio. Las dudas requieren la orientación o dirección desde un punto de vista cristiano.
4. Consolar a los afligidos. La muerte, el divorcio, una enfermedad grave, el desempleo, los problemas de la familia, la angustia mental, y la cirugía. ¿Cuántos de estos dolores afligen a personas a su alrededor y pasan desapercibidos sin que reciban ni un abrazo, ni una palabra de consuelo, o una simple oración? A veces con solo pasar un tiempo con ellos y hacerlos reír es una buena expresión de amor.
5. Soportar con paciencia los defectos de los demás. Las quejas de los ancianos, el tráfico en el autopista, el trabajo pesado y aburrido, las personas que nunca dicen ni una palabra amable – todos requieren paciencia. Debe esforzarse para alcanzar la paciencia. Ofrézcales a aquellos una simple sonrisa y una oración.
6. Perdonar las injurias. Críticas agudas, heridas físicas, chismes acerca de sus hijos, una muerte por un conductor ebrio, todo eso requiere mucho perdón. Pensar mucho en la ofensa empeora y agranda las cosas. Engendrar odio resultará en odio hacia sí mismo. El perdón lo sana todo.
7. Orar por los vivos y por los muertos. Es imposible estar presente con todos, aún aquellos de su propia familia, pero podemos alcanzarlos con la oración. Toda la gente, viva o muerta, se beneficia cuando los recordamos con una oración. No hay regalo más grande que el de ofrecer una Misa para un alma en el purgatorio o para un amigo vivo.
Nuestro Señor habla:
“Escríbelo para muchas almas que a veces se afligen por no tener bienes materiales, para practicar con ellos la misericordia. Sin embargo, el mérito mucho más grande lo tiene la misericordia espiritual que no necesita ni autorización ni granero siendo accesible a cualquier alma. Si el alma no practica la misericordia de alguna manera no conseguirá Mi misericordia en el día del juicio.” (Diary 1317).
Rece mucho en familia. Rece el rosario con su familia por la conversión del mundo. Vaya a la adoración del Santísimo Sacramento. Visite a Jesús porque El es el gran médico. Estudie las Escritura junto con su familia. Estudie su Catequismo.

Novena de nueve días a la Divina Misericordia

novena page image El Viernes Santo de 1937, Nuestro Señor Jesús le pidió a Santa Faustina que hiciera una novena especial. El mismo le dictó las intenciones para cada día. Por medio de esta oración específica ella debía de traer a Su corazón a un grupo diferente de almas y de esa manera las sumergiera en el océano de Su misericordia. Ya que el Señor ordenó que Santa Faustina pusiera por escrito esta novena, Su intención ha de ser que la novena sea para el uso de muchos y no solamente en preparación para la Fiesta de la Misericordia, pero también para rezarla en otras ocasiones.

Primer Día

“Hoy, tráeme a toda la humanidad y especialmente a todos los pecadores, y sumérgelos en el mar de Mi misericordia. De esta forma Me consolarás de la amarga tristeza que Me sume la pérdida de las almas.”

Segundo Día

“Hoy, tráeme a las almas de los sacerdotes y las almas de los religiosos, y sumérgelas en Mi misericordia insondable. Fueron ellas las que Me dieron fortaleza para soportar Mi amarga Pasión. A través de ellas, como a través de canales, Mi misericordia fluye hacia la humanidad.”

Tercer Día

“Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Estas almas Me consolaron a lo largo del Vía Crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.”

Cuarto Día

“Hoy, tráeme a los paganos y aquellos que todavía no Me conocen. También pensaba en ellos durante Mi amarga Pasión y su futuro celo consoló Mi Corazón. Sumérgelos en el mar de Mi misericordia.”

Quinto Día

“Hoy, tráeme a las almas de los herejes y de los cismáticos, y sumérgelas en el mar de Mi misericordia. Durante Mi amarga Pasión, desgarraron Mi cuerpo y Mi Corazón, es decir, Mi Iglesia. Según regresan a la Iglesia, Mis llagas cicatrizan y de este modo alivian Mi Pasión.”

Sexto Día

“Hoy, tráeme a las almas mansas y humildes y a las almas de los niños pequeños, y sumérgelas en Mi misericordia. Éstas son las almas más semejantes a Mi Corazón. Ellas Me fortalecieron durante Mi amarga al pie de Mis altares. Sobre ellas derramo torrentes enteros de gracias. Solamente el alma humilde es capaz de recibir Mi gracia; concedo Mi confianza a las almas humildes.”

Séptimo Día

“Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican Mi misericordia de modo especial y sumérgelas en Mi misericordia. Estas almas son las que más lamentaron Mi Pasión y penetraron más profundamente en Mi espíritu. Ellas son un reflejo viviente de Mi Corazón compasivo. Estas almas resplandecerán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del infierno. Defenderé de modo especial a cada una en la hora de la muerte.”

Octavo Día

“Hoy, tráeme a las almas que está en la cárcel del purgatorio y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Que los torrentes de Mi sangre refresquen el ardor del purgatorio. Todas estas almas son muy amadas por Mí. Ellas cumplen con el justo castigo que se debe a Mi justicia. Está en tu poder llevarles alivio. Haz uso de todas las indulgencias del tesoro de Mi Iglesia y ofrécelas en su nombre…Oh, si conocieras los tormentos que ellas sufren ofrecerías continuamente por ellas las limosnas del espíritu y saldarías las deudas que tienen con Mi justicia.”

Noveno Día

“Hoy, tráeme a las almas tibias y sumérgelas en el abismo de Mi misericordia. Estas almas son las que más dolorosamente hieren Mi Corazón. A causa de las almas tibias, Mi alma experimentó la más intensa repugnancia en el Huerto de los Olivos. A cause de ellas dije: Padre, aleja de Mí este cáliz, si es Tu voluntad. Para ellas, la última tabla de salvación consiste en recurrir a Mi misericordia.”
(Diario 1210-1228)





Alma, Aun No Estas Perdida

you are not yet lost image Perdición es para el alma que quiere perderse, porque para quién desea salvarse, para él es el mar inagotable de misericordia del Señor. (Diario de Santa Faustina 631)

Diálogo de Dios misericordioso con una alma pecadora

Nuestro Señor habla:
“No tengas miedo, alma pecadora, de tu Salvador; Yo soy el primero en acercarme a ti, porque sé que por ti misma no eres capaz de ascender hacia Mí. No huyas, hija, de tu Padre; desea hablar a solas con tu Dios de la Misericordia que quiere decirte personalmente las palabras de perdón y colmarte de Sus gracias. Oh, cuánto Me es querida tu alma. Te he asentado en Mis brazos. Y te has grabado como una profunda herida en Mi Corazón.” (Diario 1485)
El Alma: Señor, escucho Tu voz que me llama a abandonar el mal camino, pero no tengo ni valor ni fuerza.
Nuestro Señor habla:
“Yo soy tu fuerza, Yo te daré fuerza para luchar.”
El Alma: Señor, conozco Tu santidad, y tengo miedo de Ti.
Nuestro Señor habla:
“¿Por qué tienes miedo, hija Mía, del Dios de la Misericordia? Mi santidad (80) no Me impide ser misericordioso contigo. Mira, alma, por ti he instituido el trono de la misericordia en la tierra y este trono es el tabernáculo y de este trono de la misericordia deseo bajar a tu corazón. Mira, no Me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes el acceso a Mí en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar contigo y deseo concederte gracias.”
El Alma: Señor temo que no me perdones un número tan grande de pecados; mi miseria me llena de temor.
Nuestro Señor habla:
“Mi misericordia es más grande que tu miseria y la del mundo entero. ¿Quién ha medido Mi bondad? Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de Mi misericordia. ¿Por qué habrías de disputar Conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de Mis gracias.” (Diario 1485)

Diálogo de Dios misericordioso con el alma desesperada

Nuestro Señor habla:
“Oh alma sumergida en las tinieblas, no te desesperes, todavía no todo está perdido, habla con tu Dios que es el Amor y la Misericordia Misma.” (Diario 1486)
Pero, el alma permanece sorda ante la llamada de Dios y se sumerge en las tinieblas aún mayores. Jesús vuelve a llamar:
“Alma, escucha la voz de tu Padre misericordioso.”
En el alma se despierta la respuesta: “Para mí ya no hay misericordia. Y cae en las tinieblas aún más densas, en una especie de desesperación que le da la anticipada sensación del infierno y la hace completamente incapaz de acercarse a Dios.”
Jesús habla al alma por tercera vez, pero el alma está sorda y ciega, empieza a afirmarse en la dureza y la desesperación. Entonces empiezan en cierto modo a esforzarse las entrañas de la misericordia de Dios y sin ninguna cooperación de parte del alma, Dios le da su gracia definitiva. Si la desprecia, Dios la deja ya en el estado en que ella quiere permanecer por la eternidad.
Nuestro Señor habla:
“Con cuánta alegría se llena Mi Corazón cuando vuelves a Mí. Te veo muy débil, por lo tanto te tomo en Mis propios brazos y te llevo a casa de Mi Padre.”
El alma, (como si se despertara, pregunta con temor): ¿Es posible que haya todavía misericordia para mí?
Nuestro Señor habla:
“Precisamente, tú niña Mía. Tienes el derecho exclusivo a Mi misericordia. Permite a Mi misericordia actuar en ti, en tu pobre alma; deja entrar en tu alma los rayos de la gracia, ellos introducirán luz, calor y vida.”
El alma: Sin embargo me invade el miedo tan sólo al recordar mis pecados y este terrible temor me empuja a dudar en Tu bondad.
Nuestro Señor habla:
“Oh alma, todos tus pecados no han herido tan dolorosamente Mi corazón como tu actual desconfianza. Después de tantos esfuerzos de Mi amor y Mi misericordia no te fías de Mi bondad.” (Diario 1486)
El alma: Oh Señor sálvame Tú Mismo, porque estoy pereciendo; sé mi Salvador. Oh Señor, no soy capaz de decir otra cosa, mi pobre corazón está desgarrado, pero Tú Señor . . .
Jesús no permite al alma terminar estas palabras, la levanta del suelo, del abismo de la miseria y en un solo instante la introduce a la morada de su propio Corazón, y todos los pecados desaparecen en un abrir
Nuestro Señor habla:
“He aquí, Oh alma, todos los tesoros de Mi Corazón, toma de él todo lo que necesites.” (Diario 1486)
“Di todo, niña, sin ningún reparo, porque te escucha el Corazón que te ama, el Corazón de tu mejor amigo... No te abismes en tu miseria – eres demasiado débil para hablar – mira más bien Mi Corazón lleno de bondad, absorbe Mis sentimientos y procura la dulzura y la humildad. Sé misericordiosa con los demás como Yo soy misericordioso contigo y cuando adviertas que tus fuerzas se debilitan, ven a la Fuente de la Misericordia y fortalece tu alma, y no pararás en el camino.” (Diario 1486)

Una Iglesia de Compasión y Amor Te Esta Esperando

Tomado de “El Evangelio de la Vida” Marzo 25, 1995, undécima encíclica del Papa Juan Pablo II
Una reflexión especial quisiera tener para vosotras, mujeres que habéis recurrido al aborto. La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se haya tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Os daréis cuenta de que nada está perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida. Por medio de vuestro compromiso por la vida, coronado eventualmente con el nacimiento de nuevas criaturas y expresado con la acogida y la atención hacia quien está más necesitado de cercanía, seréis artífices de un nuevo modo de mirar la vida del hombre.
Hay muchos ministerios de sanación post-aborto, pero nosotros recomendamos: Hermanas de la Vida (718) 325-9002, Viñedo de Raquel (877) 467-3463 y Bethesda Ministerio de Sanación (614)309-0810 (Línea en Español) por si usted o alguien que conoce necesita hablar con una voz cariñosa. (Life Foundation no esta afiliado a las Hermanas de la Vida, al Viñedo de Raquel o a Bethesda Ministerio de Sanación).

Preparación para la Confesión

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¿Qué es el Sacramento de la Penitencia (Reconciliación)?

La Penitencia es el Sacramento en el cual los pecados hechos después del bautismo son perdonados. Es un Sacramento para sanar las heridas ocasionadas por pecado. También debería enseñarnos como evitar todo pecado. Este (San Juan 20:21) (San Mateo 16:18) por medio los sacerdotes.

Oración antes de la Confesión

Oh, Espíritu Santo, fuente de toda luz, ven a mi presencia y concédeme hacer una buena confesión. Ilumíname, y ayúdame a ver mis pecados, porque un día tendré que reconocerlos ante el tribunal de Cristo. Que pueda recordar lo mal que he hecho, y lo bien que he dejado de hacer. Concédeme, además, dolor de corazón por mis pecados, y la gracia de una confesión sincera, para que yo pueda ser perdonado y sea llevado a Tu eterna amistad. María, Madre mía, ruega por mí, para que yo haga una buena confesión. (Ave María, 3 veces)

EXAMEN DE CONCIENCIA



Los Diez Mandamientos



1) Amarás al Señor tu Dios sobre todas las cosas. Yo, el Señor, soy tu Dios. No habrá para ti otros dioses delante de mí.

El primer mandamiento prohíbe adorar a los dioses falsos, creer en adivinos o en la astrología. Pecamos contra el primer mandamiento cuando reemplazamos a Dios con alguien o alguna cosa, como los deportes, la TV, las personas, los alimentos, las posesiones, el Internet, la radio, el sexo, el alcohol o las drogas. Al no respetar a las personas, lugares y cosas relacionadas especialmente con Dios, por el ateísmo, la herejía y el cisma, por faltar a Misa los domingos y los Días Festivos de Obligación. Incluye también al faltar a aprender las verdades de Dios y salir de la Iglesia Católica de Dios (cuando hemos creído que es completamente fiel en enseñar las verdades de Dios a todos los hombres como Su plan de salvación). Demostramos gran honor al nombre de Dios cuando lo invocamos con reverencia en nuestras oraciones y cuando lo adoramos.

2) No tomarás el nombre de Dios en vano.

El segundo mandamiento prohíbe todos los juramentos falsos, imprudentes, innecesarios e injustos; la blasfemia, maldiciones, y palabras profanas (por ej. malas palabras, groserías y maldecir el Santo Nombre de Dios).

3) Santificarás las fiestas. Recuerda el día del sábado para santificarlo.

El tercer mandamiento nos obliga escuchar la Misa los domingos y los Días Festivos de Obligación y prohíbe todo trabajo innecesario y servil los domingos. Al descansar de nuestro trabajo normal, es más fácil reunirnos con la familia y con otros cristianos para celebrar el domingo.

4) Honra a tu padre y a tu madre.

El cuarto mandamiento prohíbe toda la desobediencia, desprecio y terquedad en contra de nuestros padres o superiores legales, (por ej. replicar a nuestros padres y a profesores, ser desobediente con toda autoridad a menos que haya pecado implicado). Demostramos amor a nuestros semejantes cuando obedecemos a las autoridades legales, ya sean del país, de la sociedad civil, o de la Iglesia. Aun la autoridad del gobierno civil viene de Dios. San Pablo escribió: “Todos deben someterse a las autoridades constituidas, porque no hay autoridad que no provenga de Dios y las que existen han sido establecidas por El. En consecuencia, el que resiste a la autoridad se opone al orden establecido por Dios, atrayendo sobre sí la condenación.” (Romanos 13:1-2).

5) No matarás.

El quinto mandamiento prohíbe todo el asesinato deliberado, lucha, cólera, odio, venganza, mal ejemplo, aborto y anticonceptivos ilegales. Cristo vino para darnos la vida, no para quitarla. Todos los seguidores de Cristo deben de oponerse a lo que tiene tendencia a destruir o a abusar la vida humana: asesinato, suicidio, aborto, eutanasia, abuso de las drogas, embriaguez, peleas y cólera. “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida.” (1 Juan 3:15)

6) No cometerás adulterio.




7) No robarás.

Pecamos al ser indiferentes hacia las necesidades de los demás, al violar los derechos de otros, al robar, al dañar deliberadamente la reputación o la propiedad de los demás, al hacer trampa, engañar, en no pagar las deudas, o al discriminar sin justificación a alguien.

8) No levantarás falsos testimonios, ni mentirás.

El octavo mandamiento prohíbe todo el juicio imprudente, difamación, chisme, y las mentiras. Exagerar los defectos de otros, inventar cuentos sobre alguien o dañar la reputación de alguna persona, todos son pecados contra el octavo mandamiento. “Que no injurien a nadie y sean amantes de la paz, que sean benévolos y demuestren una gran humildad con todos los hombres.” (Tito 3:2)

9) No codiciarás la mujer de tu prójimo.

Los mandamientos sexto y noveno prohíben los pensamientos o deseos impuros hacia el marido o la esposa de otra persona; toda impureza y toda falta de modestia al hablar, miradas, pensamientos, diversiones amorales, acciones, o la ropa que lleva puesta. El uso de la facultad sexual es un derecho y privilegio de los que están legalmente casados. Por lo tanto, el adulterio, la fornicación (tener relaciones sexuales antes del casamiento), la masturbación, la pornografía, la diversión indecente, los actos de impureza y un deseo completamente deliberado de cometer estos actos esta seriamente mal y es pecado contra el sexto y el noveno mandamiento. “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.” (San Mateo 5: 27-28)

10) No codiciarás los bienes de tu prójimo.

El décimo mandamiento prohíbe todos los deseos de quitar o quedarse ilícitamente lo que pertenece a otro. Todos los bienes de este mundo vienen del buen Dios. El ha puesto suficientes bienes a la disposición de la humanidad. Los bienes materiales que Dios nos da no son para nosotros solos, El nos los dio para que sean compartidos con los más necesitados, especialmente los desamparados. Otros pecados contra el décimo mandamiento son - el fraude, dañar la propiedad de otros, no pagar deudas, no hacer un esfuerzo de encontrar al dueño de algo que usted encontró, privar a un trabajador de salario justo, malgastar el tiempo y el dinero, privar a la familia del dinero necesitado, perdiéndolo en el juego, bebida y toda clase de necesidades absurdas.

Los Siete Pecados Cardinales

Son el orgullo, la codicia, la lujuria, la cólera, la glotonería, la envidia y la pereza.

¿Qué es necesario hacer una buena confesión?

A) Examinar la conciencia.
B) Confesar todos pecados, aun los pecados veniales.
C) Dolor del pecado (el deseo de no cometer jamás el mismo pecado).
D) Firme resolución de nunca más ofender a Dios.
E) Confesar nuestros pecados al sacerdote. (Diga todos los pecados mortales que usted ha cometido y cuántas veces lo ha hecho que pueda recordar).
F) Decir la penitencia que el sacerdote nos da.

Método de Confesarse

Entre en el confesionario, comience con la señal de la cruz, con una voz baja moderada, diga: Bendígame Padre porque he pecado. Confieso al Dios todopoderoso, y a usted Padre. Hace (cuanto tiempo) que no voy a confesarme.
Confiese todos sus pecados. Escuche el sacerdote, conteste a todas las preguntas. Preste atención a la penitencia que el le da. Mientras que el sacerdote recita la Absolución, diga su Acto de Contrición. El sacerdote dirá: “Vete, y no peques más.”

Acto de Contrición

Oh Dios Mío, estoy sinceramente arrepentido de haberte ofendido, porque temo la pérdida del cielo y la pena del infierno, pero sobretodo porque te he ofendido, Tú que eres infinitamente bueno y mereces todo mi amor. Resuelvo firmemente, con la ayuda de Tu gracia, confesar mis pecados, cumplir la penitencia y enmendar mi vida. Amén.

La Santisima Madre Revela a Santa Faustina

BVM reveals image “Oh, cuán agradable es para Dios el alma que sigue fielmente la inspiración de su gracia. Yo di al mundo el Salvador y tú debes hablar al mundo de su gran misericordia y preparar al mundo para su segunda venida. El vendrá, no como un Salvador Misericordioso, sino como un Juez Justo. Oh, qué terrible es ese día. Establecido está ya es el día de la justicia, el día de la ira divina. Los ángeles tiemblan ante ese día. Habla a las almas de esa gran misericordia, mientras sea aún el tiempo para conceder la responderás por un gran número de almas. No tengas miedo de nada, permanece fiel hasta el fin, yo te acompaño con mis sentimientos” (Diary # 635)

Decreto de la Penitenciaria Apostolica

Indulgencias Adjuntadas a la Devoción en Honor de la Divina Misericordia

Pope John Paul !!

Indulgencia Plenaria

Para hacer que los fieles vivan con intensa piedad esta celebración, el mismo Sumo Pontífice ha establecido que el citado domingo se enriquezca con la indulgencia plenaria, como se indicará más abajo, para que los fieles reciban con más abundancia el don de la consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente caridad hacia Dios y hacia el prójimo, y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos a su vez perdonen generosamente a sus hermanos.

Perdón a los que pecan contra nosotros

De esta forma, los fieles vivirán con más perfección el espíritu del Evangelio, acogiendo en sí la renovación ilustrada e introducida por el concilio ecuménico Vaticano II: “Los cristianos, recordando la palabra del Señor ‘En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros’ (Juan 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. (...) Quiere el Padre que en todos los hombres reconozcamos y amemos eficazmente a Cristo, nuestro hermano, tanto de palabra como de obra” (Gaudium et spes, 93)

Tres condiciones para la Indulgencia Plenaria

Por eso, el Sumo Pontífice, animado por un ardiente deseo de fomentar al máximo en el pueblo cristiano estos sentimientos de piedad hacia la Misericordia divina, por los abundantísimos frutos espirituales que de ello pueden esperarse, en la audiencia concedida el día 13 de junio de 2002 a los infrascritos responsables de la Penitenciaría apostólica, se ha dignado otorgar indulgencias en los términos siguientes:
  • Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Misericordia divina, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Misericordia divina, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o conservado en el Sagrario, el adrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, confío en ti”).;
  • Se concede la indulgencia parcial al fiel que, al menos con corazón contrito, eleve al Señor Jesús misericordioso una de las invocaciones piadosas legítimamente aprobadas.

Para aquellos que no pueden ir a la iglesia o los que están gravemente enfermos

Además, los navegantes, que cumplen su deber en la inmensa extensión del mar; los innumerables hermanos a quienes los desastres de la guerra, las vicisitudes políticas, la inclemencia de los lugares y otras causas parecidas han alejado de su patria; los enfermos y quienes les asisten, y todos los que por justa causa no pueden abandonar su casa o desempañan una actividad impostergable en beneficio de la comunidad, podrán conseguir la indulgencia plenaria en el domingo de la Misericordia divina si con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, rezan, frente a una piadosa imagen de nuestro Señor Jesús misericordioso, el Padrenuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, “Jesús misericordioso, confío en ti”).
Si ni siquiera eso se pudiera hacer, en ese mismo día podrán obtener la indulgencia plenaria los que se unan con la intención a los que realizan del modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso una oración y a la vez los sufrimientos de su enfermedad y las molestias de su vida, teniendo también ellos el prepósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones prescritas para lucrar la indulgencia plenaria.

El deber de los sacerdotes: informar a los feligreses, escuchar confesiones y dirigir las oraciones.

Los sacerdotes que desempañan el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, informen oportunamente a sus fieles acerca de esta saludable disposición de la Iglesia, préstense con espíritu pronto y generoso a escuchar sus confesiones, y en el domingo de la Misericordia divina, después de la celebración de la santa misa o de las vísperas, o durante un acto de piedad en honor de la Misericordia divina, dirijan, con la dignidad propia del rito, el rezo de las oraciones antes indicadas; por último, dado que son “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” Este decreto tiene vigor perpetuo. No obstante cualquier disposición contraria.

JUAN PABLO II MISIÓN DE MISERICORDIA

En 1938, después de la muerte de Santa Faustina, esta devoción se propagó como reguero de pólvora y se mantuvo aun durante los horrores que el pueblo polaco sufrió durante la Segunda Guerra Mundial. Al frente de esta revelación estaba un joven sacerdote polaco, Karol José Wojtyla.
Fuerzas de oposición intentaron prevenir la difusión de estas santas revelaciones, y también la Santa Madre Iglesia, con su prudencia en relación con las revelaciones privadas sin comprobación o investigación.
El Papa Juan XXIII y el Vaticano recibieron traducciones erróneas y confusas del Diario de Sor Faustina.
Consecuentemente, la Santa Sede silenció esta devoción, esto pasó justo como Santa Faustina lo había profetizado. Veinte años más tarde, gracias a los grandes esfuerzos del entonces Obispo Wojtyla, el Papa Pablo VI levantó la prohibición del Vaticano. Nuestro futuro Papa polaco se dedicó personalmente a completar una traducción exacta del Diario de Sor Faustina. Subestimamos al decir que su persistente influencia afectó singularmente la aprobación de las revelaciones de Cristo y de esta mujer Polaca quien escribió su Santo Diario.
La devoción a la Divina Misericordia fue traída a América por el Padre Jarzebowski de la Inmaculada Concepción. Con las fuerzas del Tercer Reichs los regimientos Nazis rodeaban Polonia y amenazaban una invasión, este fiel sacerdote se entregó completamente a la Divina Misericordia, y pasó de contrabando, con mucho cuidado, las escrituras de Santa Faustina a través de las líneas enemigas y a través de su largo viaje hasta llegar a América.
El Padre Jarzebowski hizo un voto al Padre Miguel Sopoko, el guía espiritual de Sor Faustina, que él reproduciría y distribuiría los materiales sobre la Divina Misericordia en América. Con la ayuda del Provincial de San Stranislaus Kostka de los Marianos, comenzaron activamente a proclamar, imprimir y a producir el material sobre la Divina Misericordia. Cuando el Vaticano entregó la prohibición contra las escrituras de Sor Faustina, los Marianos obedientemente dejaron de promover la Devoción de la Divina Misericordia.
Cuando el Papa Pablo VI en Abril de 1978 levantó la prohibición sobre el Diario, inmediatamente empezaron a promover la devoción. El 16 de octubre de 1978, el Cardinal Wojtyla se convirtió en el Papa Juan Pablo II.


La Eucaristía: Vida y Cumbre del Domingo de la Divina Misericordia, Parte #1

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En el Camino a Emaús:

Se encuentran a Jesús en el camino de Emaús. Hablan con Él, y sus corazones están ardiendo pero no reconocen a Cristo. El hace como si va a continuar su camino, y ellos le piden que se detenga y que parta el pan con ellos. Cristo parte el pan y lo bendice, y ellos lo reconocen al partir el pan. Este es nuestro problema hoy en día. No reconocemos a Jesús al partir del pan (la Eucaristía), si lo hiciéramos, nuestras miserias serían transformadas en gozo. Cuando sufrimos, la tristeza entra en nuestros corazones. Si creyéramos verdaderamente en la presencia de Jesús en la Eucaristía, nuestros sufrimientos se convertirían en alegría.

El Velo

“Mi misión no terminará con mi muerte, sino que empezará. Oh almas que dudan, les descorreré las cortinas del cielo para convencerlas de la bondad de Dios, para que ya no hirieran más el Dulcísimo Corazón de Jesús con desconfianza. Dios es Amor y Misericordia.” (Diario 281)
Santa Faustina, Ayúdanos a penetrar el Velo, para que podamos comprender mejor la Eucaristía.
La Eucaristía está viva. Si un extraño nos viera recibir la Eucaristía, ¿Se daría cuenta? Nuestro Señor dijo a Santa Faustina: “Oh cuanto me duele que muy rara vez las almas se unan a Mí en la Santa Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad, y ellas desconfían de Mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. Mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia.” (Diario 1447)

Cristo en la Eucaristía

La Iglesia enseña que la Eucaristía es el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Cristo, y esto quiere decir toda la completa esencia divina: Dios Padre, Dios Hijo, y Dios Espíritu Santo. La Iglesia dice que debemos reverenciar juntos y siempre la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad. ¿Qué pensamos cuando empieza la misa? Jesús mira su reloj y dice: “Hasta luego, Papá. Hasta luego Espíritu Santo. Hasta luego Mamá. Tengo que ir a la Misa para el sacrificio. Tengo que entrar en la Eucaristía.” ¡No! ¡Eso es absurdo! La Iglesia enseña que Cristo está en la Eucaristía a la vez que está en el cielo. Santa Faustina escribe: “Una vez, después de la Santa Comunión, oí estas palabras; Tú eres nuestra morada. En aquel momento sentí en el alma la presencia de la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, me sentía el templo de Dios, sentía que era hija del Padre; no sé explicar todo, pero el espíritu lo entiende bien. Yo entendí más claramente que nunca que las personas divinas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno. Mi alma está en comunión con Estos Tres.” (Diario 451) Así, cuando entramos en la comunión, entramos en la Trinidad completa.

Hay solamente una Misa

Hay solamente una liturgia, Cristo el único sumo sacerdote, y todos los otros sacerdotes comparten en el sacerdocio de Cristo. Los laicos, en una manera diferente, comparten en el sacerdocio de Cristo, pero Cristo es siempre el sumo sacerdote. Cristo está eternamente en el cielo a la diestra de Dios intercediendo por nosotros, adorado por todos los ángeles y santos. Solo en la eternidad comprenderemos que maravillosa es la Misa.

Haciendo algo más que solamente recibir la Comunión

Debemos de hacer algo más que solamente recibir la Comunión. Debemos llegar a ser la Comunión. Debemos entrar en la Comunión con Dios. Cuando la recibimos, vivimos dentro de El y El vive dentro de nosotros. “El que come mi carne y bebe me sangre, en mí permanece, y Yo en él.” (San Juan 6:56)

¿Cómo entramos en Comunión?

Hay dos tipos de comida: La primera es la comida sacramental. Cuando estamos recibiendo este sacramento, recibimos con fe que éste es verdaderamente el cuerpo, la sangre, el alma y la divinidad de Cristo.
La segunda es la comida espiritual. La comida espiritual es donde nosotros hacemos algo. Nos unimos activamente con Cristo. Las dos deben suceder al mismo tiempo.

No hay límite de cuántas veces al día podemos recibir la Comunión espiritual.

Hay comunión sacramental y hay comunión espiritual, y si usted no puede recibir a Nuestro Señor en los sacramentos todos los días, puede recibirlo espiritualmente. En la comunión espiritual usted se une con El con un deseo de recibirlo sacramentalmente. Si usted tiene tal deseo y anhelo de recibir la comunión, y no puede debido a cierta circunstancia, Cristo honra este deseo y la gracia puede ser igual. Digamos que una persona va a Misa, recibe Comunión, y sale inmediatamente después de la Comunión para ver el fútbol del domingo. ¿Dónde está su corazón? Por otro lado otra persona sufre de cáncer y no puede asistir a Misa, pero tiene un gran deseo recibir a Nuestro Señor espiritualmente por la Comunión. ¿Quién recibe más gracias? La primera persona recibe gracias, pero no tanto como la segunda.

La Eucaristía: Vida y Cumbre del Domingo de la Divina Misericordia, Parte #2

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Si lo invitamos a entrar en nuestros corazones, El toma el control y se hace el anfitrión

Esto es lo que pasó en el camino a Emaús. Se encontraron a Cristo. Lo invitaron a sus casas, y ¿qué hizo Cristo? Se hizo el anfitrión de la casa. Partió el pan y se los dio a ellos para comer, y lo reconocieron. Esto es lo que le pasa a usted cuando lo invita a entrar en su corazón. El entra y se hace el anfitrión y le da a usted todas las gracias que le faltan cada día. La hostia (la Eucaristía) que recibimos se hace el anfitrión en nuestros corazones. El prepara la comida y nos alimenta.

Nosotros también estamos bienvenidos dentro de Su corazón.

“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.” (San Juan 6:56) Ahora entramos en Su corazón, Su hogar, Su reino celestial. Ya que Cristo no está solo, entramos en el Padre-Hijo-Espíritu Santo y en todo el reino celestial. Todos los santos y ángeles están presentes cuando usted recibe a Cristo en la Eucaristía, cuerpo, sangre, alma y divinidad. Si muere en estado de gracia, usted esta unido a Cristo en el cielo. Esta es la liturgia celestial que nos es dada a nosotros. Cuando usted muere, va a estar con Cristo. Esta es una promesa de Nuestro Señor.
Cuando Santa Teresa recibió su Primera Comunión ella lloró. Se dio cuenta de que su madre (que había fallecido años antes) estaba presente durante su Comunión. Cuando entramos en la Comunión, nos unimos con todos los santos.

La vida eterna tiene que ser ahora, cada vez que recibimos la Comunión.

La función completa de la Comunión es para transformarnos. La vida eterna debe comenzar ahora, no al momento de la muerte, pero el día de hoy, todos los días con la Santa Comunión. Debemos empezar a vivir como vive Dios. Compartiendo Su vida hoy, en este momento. No tenemos que esperar hasta que nos muramos. Lo podemos hacer ahora. Los santos sabían esto y ellos lo vivían.

Se supone que debemos convertirnos en lo que comemos

La función de la Eucaristía es que debemos de convertirnos en otro Cristo. Se supone que debemos ser transformados. Con cada Santísima Comunión, nos hacemos más y más como Cristo. San Pablo escribe, “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” La Eucaristía debe ser un incentivo para una nueva manera de vivir, una manera de vivir separada de este mundo. La Comunión no es el fin. Ahora nos hacemos misioneros por Cristo. Salimos y nos convertimos en Cristo para los demás. Nuestra actitud a la Eucaristía determina nuestra evangelización a los demás del mundo. Descubrir a Cristo en la Eucaristía no es suficiente. Usted debe de llevar a Jesucristo a los demás. El mundo es un gran territorio para las misiones.

Le duele a Nuestro Señor si no creemos en Su verdadera presencia en la Eucaristía.

Nuestro Señor habla:
“Mi gran deleite es unirme con las almas . . . cuando llego a un corazón humano en la Santa Comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas al alma, pero las almas ni siquiera Me prestan atención. Me dejan solo y se ocupan de otras cosas. Oh, qué triste es para Mí que las almas no reconozcan al Amor. Me tratan como una cosa muerta.” (Diario 1385)
El pecado, la ansiedad, y el no reconciliarnos con nuestro prójimo, son las tres cosas que impiden una ferviente recepción de la Eucaristía. Nuestras heridas se pueden sanar por el sacramento de la Reconciliación. El evangelio para el domingo de la Divina Misericordia es San Juan 20:19-31, donde Cristo instituye el Sacramento de la Reconciliación a los Apóstoles y lo que Nuestro Señor apoda como “La Fuente de Mi Misericordia” (1602). “en el tribunal de la misericordia (El Confesionario). . . tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente.” (Diario 1448)


Como Celebrar el Domingo de la Divina Misericordia

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El Purgatorio

Es el estado o condición de purificación para uno que muere en amistad con Dios (Estado de Gracia), pero que todavía tiene pecados o penas temporales a los cuales les falta expiación. El castigo temporal no perdonado durante esta vida es perdonado al sufrir en el Purgatorio.

La Fiesta de la Divina Misericordia

Esta fiesta es para celebrar y proclamar la tierna misericordia de Dios, que esta disponible para todos los que se vuelven a El con confianza. Las compuertas de la Misericordia de Dios se abren. Dios, en Su gran misericordia nos da otra oportunidad para empezar de nuevo sin castigo temporal.
Para prepararnos para el domingo de la Divina Misericordia prometemos, por el sacramento de la reconciliación, fijar la vista en la misericordia de Dios, que es amor y que es más poderoso que el mal, el pecado y la muerte. Ofrecemos una confesión de corazón sin reservar nada y sin retener nada a Nuestro Señor.

La Novena de nueves días a la Divina Misericordia

No es una novena para intenciones personales, pero es una oración por las necesidades de toda la iglesia y del mundo. Hacemos esta novena durante los nueves días antes del Domingo de la Divina Misericordia. La novena empieza el Viernes Santo.

Venerando la Imagen del Señor Misericordioso

Un propósito de la Imagen es de recordarnos que nos hacemos imágenes de la misericordia de Dios, iconos vivos de misericordia.

Las tres de la tarde, la Hora de Misericordia

A las tres es la hora de la muerte del Señor en la cruz. A las tres es una hora hermosa para rezar la Coronilla de la Divina Misericordia. La Coronilla es una oración sacerdotal de ofrecer nuestro Sumo Sacerdote, Jesús, al Padre – es la extensión del ofrecimiento de la Misa a cada momento.
Para beneficiarse de estos grandes regalos, tenemos que: seguir las condiciones de la devoción de la Divina Misericordia (confiar en la bondad de Dios y amar activamente a nuestro prójimo), estar en estado de Gracia Santificada (haber ido a la Santa Confesión) y dignamente recibir la Santa Comunión.
Podemos simplificar el mensaje de la Divina Misericordia en las Tres “S” de la Misericordia
A - Solicite Su Misericordia
B - Sea misericordioso
C - Sin cesar confíe completamente en Cristo
Las devociones de la Divina Misericordia encuentran su propósito solo dentro del marco de las “Tres S” de la Misericordia.
Las devociones siempre se dirigen hacia la voluntad de Dios y no a la nuestra.
Las devociones, por supuesto, no son para sustituir las fuentes de Gracia (los Sacramentos de Bautismo, Reconciliación y la Eucaristía, que nos dan nueva vida y sustento). Las devociones son para fijar la vista en Jesús: Su misericordia, Su voluntad, Su gloria, y para atraernos a los Sacramentos.


Celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia

Veneración de la imagen

La imagen de Jesús de la Divina Misericordia, debe tener un lugar de honor en la Fiesta de la Misericordia – como recuerdo visual de lo que Jesús nos ha dado por Su pasión y Su muerte.
Nuestro Señor pidió expresamente a Santa Faustina que recitara la Coronilla durante los nueve días antes de la Fiesta de Misericordia.
Estamos llamados a ser lavados en el amor de Jesús a través de la confesión y por la Sagrada Comunión. No importa que tan terribles sean nuestros pecados, podemos empezar nuestra vida de nuevo.
Para recibir esta extraordinaria abundancia de Gracias, debemos recibir la Sagrada Comunión en el mismo día de la Fiesta de la Divina Misericordia, a menos que existan circunstancias más allá de nuestro control (por ejemplo, servicio militar, enfermedad grave, encarcelamiento). Revise las Indulgencias Plenarias página.
El mejor escenario sería ir a confesarse el mismo día de la Fiesta . . . El segundo sería confesarse durante la Semana Santa . . . y el tercero durante la Cuaresma. Sería aceptable ir a la confesión después del día de la Fiesta si hay circunstancias más allá de su control. (Por ejemplo: guerra, enfermedad, anciano, prisión, falta de tiempo de los sacerdotes en escuchar todas confesiones). Por favor revise la Indulgencia Plenaria página para leer una explicación con más detalle. Recuerde que usualmente muchos vienen a la celebración de la Divina Misericordia, y quizás no habrá bastantes sacerdotes para escuchar todas las confesiones. Se le aconseja sinceramente que reciba este sacramento antes de la celebración del Domingo de la Misericordia.

Celebrando la Fiesta de la Divina Misericordia:

  1. Celebre la Fiesta el domingo después de la Pascua.
  2. Arrepiéntase sinceramente de todos los pecados.
  3. Confíe completamente en Jesús.
  4. Vaya a confesarse, de preferencia antes del domingo de la Fiesta, debido a gran cantidad de gente que se espera.
  5. Reciba, si es posible la Sagrada Comunión el día de la Fiesta.
  6. Venere la Imagen de la Divina Misericordia.
  7. Sea misericordioso con otros por hechos, palabras y oraciones.

El Ladrón bueno experimenta la Divina Misericordia

Jesus and John

El Ladrón bueno experimenta la Divina Misericordia

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro lo increpaba, diciéndole: ¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él? Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo. Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino. El le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso.” (San Lucas 23:39-43)

Al cumplir tres condiciones este hombre recibió la vida eterna.

A) Estaba en comunión directamente con Cristo, como cuando estamos ante el Santísimo Sacramento. Cada vez que recibimos la Eucaristía, estamos en comunión con Nuestro Salvador.
B) Estaba arrepentido. El estaba arrepentido por sus pecados (y probablemente era ladrón y asesino).
C) El puso su confianza en el Señor y miró Sus heridas. Este hombre quizá estaba todavía vivo y vio la sangre y el agua salir del costado de Nuestro Señor, lo cual vemos en la imagen de la Divina Misericordia. ¿Empieza a entender este paralelo entre el criminal, nosotros y la Fiesta de la Misericordia?

¿Cuáles son las condiciones de la Indulgencia Plenaria para la Fiesta de Misericordia?

1) Confesión. Arrepentirse de todos los pecados, tener una conversión total de corazón y lamentar realmente nuestros pecados. Dejar que nuestras heridas sean sanadas por Nuestro Señor oculto por el sacerdote en el confesionario (durante la Cuaresma o durante la Fiesta de la Misericordia) esperando recibir el regalo del Domingo de la Divina Misericordia.
2) Recibir la Eucaristía durante la Fiesta de la Misericordia. Saber que El está verdaderamente presente en cuerpo, sangre, alma, y divinidad. Reconocer que El es nuestro Dios, así como lo supo el ladrón bueno en la cruz. Orar por las intenciones del Papa y tener un espíritu completamente desapegado a la inclinación del pecado, aún de los pecados veniales. Participar en las oraciones y las devociones celebradas en honor de la Divina Misericordia, o quien, en presencia del Santísimo Sacramento expuesto o reservado en el Sagrario, recite el Padre Nuestro y el Credo, añadiendo una oración con devoción al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo: “¡Jesús Misericordioso, Confío en Ti!”¡) (Refiera a la última página para explicación.)

¿Cuál es la promesa de Nuestro Señor?

Nuestro Señor habla:
“Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida (confesión), recibirá el perdón total de las culpas y de las penas.” (Diario 699)

¿Por qué algunos sacerdotes ignoran la Fiesta de la Misericordia?

Para algunos sacerdotes es solamente otra devoción, pero nuestro Señor es el que nos invita a participar en las oraciones y devociones. Los Sacramentos son la clave, y eso es lo que nos demanda Nuestro Señor para que recibamos las gracias: Comunión, Confesión, y Confianza.

¿Nos daría Nuestro Señor a nosotros y a los sacerdotes una tarea imposible?

No. El quiere que la Fiesta de la Misericordia sea tan fácil como la experiencia del ladrón bueno en la cruz. A causa de la falta de sacerdotes, esta idea de ir a la confesión el mismo día, u ocho días antes, es una tarea imposible. Nuestro Señor no lo demandaría el mismo día de la Fiesta. Sugiero que vaya a la confesión durante la Santa Semana o durante la Cuaresma. Si no, entonces vaya a confesarse en el día de la Fiesta de la Misericordia. Invito a todos sacerdotes que estén abiertos a escuchar confesiones durante el día de la Fiesta de la Misericordia.
Nuestro Señor habla:
“Hija Mía, habla al mundo entero de la inconcebible misericordia Mía. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias.” (Diario 699)
Recordemos que la Coronilla, la Novena y la Imagen son secundarios para recibir las gracias de la Divina Misericordia. Las dos condiciones son la Confesión y la Comunión, pero Nuestro Señor nos invita a hacer algo más, y Su Iglesia reconoce esto.
Nuestro Señor habla:
“Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte . . . porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil.” (Diario 742).
Sí, la Fiesta de la Misericordia es una purificación total, pero una vez que el corazón está sanado, empezamos una vida nueva con Cristo. Mostramos nuestro amor a Cristo por obras de misericordia y de caridad con nuestros prójimos.

Sed Misericordiosos como su Padre Celestial es Misericordioso, Parte #1

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La parábola del Fariseo y el Publicano

“Dos hombres subieron al Templo para orar; uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, de pie, oraba así: ‘Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago la décima parte de todas mis entradas’. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se animaba siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!’. Les aseguro que este último volvió a su casa justificado, pero no el primero. Porque todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.” (San Lucas 18:10-14)
“Por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor” (Isaías 54:7-8). . . “Aunque se aparten las montañas y vacilen las colinas, mi amor no se apartará de ti, mi alianza de paz no vacilará, dice el Señor, que se compadeció de ti.” (Isaías 54:10)

La misericordia y el pecado

El Evangelio es la revelación, por Jesucristo, de la misericordia de Dios hacia los pecadores. El ángel anunció a José: “Le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de todos sus pecados”. Lo mismo es verdad de la Eucaristía, el Sacramento de la Redención: “Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos para la remisión de los pecados.”
San Agustín dice: “Dios nos creó sin nosotros: pero no es su voluntad de salvarnos sin nosotros.” Para recibir Su misericordia debemos admitir nuestras faltas. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad.” (1 Juan 1:8-9) Nuevo Catequismo #1846-184
Durante la Misa, justo antes de la Elevación Menor, oramos: Aunque somos pecadores, confiamos en Tu misericordia y en Tu amor. No tomes en cuenta lo que en realidad merecemos, pero concédenos Tu perdón, por Cristo nuestro Señor.

Gracias extraordinarias

Nuestro Señor habla:
“Deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia.” (Diario 687) “Soy el Amor y la Misericordia Misma. Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la colmo con tal abundancia de gracias que ella no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia sobre otras almas.” (Diario 1074)

¿Qué es un Sacramental?

“Los sacramentales son signos sagrados, por los que, a imitación en cierto modo de los sacramentos, se significan y obtienen por intercesión de la Iglesia unos efectos principalmente espirituales” (Canon 1166). Algunos ejemplos son: agua bendita, escapulario, medallas, y rosarios. Otros son acciones como bendiciones y exorcismos. Son distintos de los siete sacramentos que Cristo instituyó. Mientras la iglesia instituye los sacramentales, también los puede abolir. Las gracias recibidas por los Sacramentales dependen del corazón del individuo y de la intercesión de la iglesia o las oraciones.
Cristo siempre está presente en los sacramentos, no importa nuestra fe o nuestras creencias, pero en los sacramentales experimentamos a Cristo solo por nuestra disposición y por las oraciones de la iglesia, por eso, recuerde que los sacramentales son secundarios. Los sacramentos son los principales.

¿Qué es en Sacramento?

Los Sacramentos son señales externas instituidos por Cristo, que dan la gracia que significan. Los Sacramentos producen Gracia (vida de Dios).

¿Qué es una Devoción?

Preparación y buena voluntad de dedicarse al servicio de Dios, un abandonamiento total a Dios en oración y estar abierto a Su llamado.
A Dios le gustan las oraciones sencillas como las de los niños,- háblele a Dios sencillamente como lo haría un niño. Todos hemos experimentado en nuestras vidas momentos difíciles de rezar y parece que no hay suficientes horas en el día. Los días están llenos de responsabilidades del trabajo y de la familia. Nuestro Señor comprende estos tiempos ocupados de nuestras vidas. Para ayudarnos en nuestra vida de oración, El nos ha enviado, a través de los siglos, a Su Madre, a los Santos, a los Profetas y muchos de Sus amigos celestiales para traernos devociones especiales. Las Devociones se hacen como gasolina para las almas que se están quedando vacías, un combustible para ayudarnos a llegar a nuestro destino final (El Cielo). Las Devociones re-energizan el alma para ayudarle a proseguir su viaje hacia el Cielo. Nuestro Señor nos dio Su iglesia y sus riquezas para ayudarnos. ¿Por qué no usar los sacramentales y las devociones que están disponibles para ayudarle acercarse a Dios, a las santas escrituras, y a los Sacramentos?

Los pecadores primero deben de arrepentirse y estar en comunión con Dios, después las obras de la misericordia y los devocionales se harán parte de la vida.

Debemos poner las cosas en su orden de importancia y lo más importante es la conversión del corazón para confesar los pecados y volverse a Dios. Todos son pecadores. Todos están heridos. Dejemos de juzgar, y oremos por ellos, y guiémoslos a Dios.

Sed Misericordiosos como su Padre Celestial es Misericordioso, Parte #2

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Definición de Indulgencia

Un favor o un privilegio, una remisión de la pena que debe ser pagada después de que el pecado ha sido perdonado.

Definición de Remisión

Liberación o perdón de una deuda, tal como de los pecados.

Definición de Plenaria

Una participación completa por todos miembros.

La iglesia recibe poder por Cristo para atar y para desatar:

San Mateo 16:19 - Yo te dará las llaves del Reino de los Cielos.
San Lucas 10:16 - La autoridad de hablar con la voz de Cristo.
San Mateo 18:18 - La autoridad de legislar.
San Mateo 28:18-20 - Jesús delega toda autoridad a los Apóstoles.

La iglesia es el cuerpo de Cristo.

Colosenses 1:18 - El es la cabeza del cuerpo que es la iglesia.

Definición de Divino

(Divus, un dios) proveniente de Dios, que es de Dios o como Dios o de un dios, dedicado a Dios. Religioso, sumamente grande, bueno.

Definición de Misericordia

Comportamiento bondadoso o compasivo hacia un enemigo, un infractor, etc., que esta bajo de su poder. Compasión o bondad hacia otros, sobre todo aquellos en angustia. El poder mostrar clemencia o perdón.

¿Entonces, qué es la Divina Misericordia?

Dios demostrando clemencia, compasión, y perdón a los que lo han dejado. Los que han olvidado a Dios quizás no lo saben, pero ellos están bajo el poder de Dios. Por el pecado rechazamos a Dios. Podemos rechazar su amistad, pero Dios siempre está ofreciendo Su Divina Misericordia. En un mundo que es tan pecaminoso, ¿Es esta Fiesta de la Misericordia un cuento de hadas? No, es la Divina Misericordia en acción.
“En ese día los sacerdotes han de hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita” (Diario 570)
El Santo Padre enfatizó este mismo punto en su homilía de la Canonización de Santa Faustina cuando él estableció el Domingo de la Misericordia para el mundo entero. El salmo Responsorial 118, es un himno a la misericordia de Dios, y en la lectura del Evangelio vemos en San Juan 20:19 - 31 que la institución de la Confesión se les es dada a los Apóstolos, el gran acto de la Divina Misericordia. También vemos en el mismo Evangelio que Jesús nos muestra sus heridas misericordiosas, así como la Imagen de la Divina Misericordia a Santo Tomás. Santo Tomás dijo, después de que nuestro Señor le mostró sus heridas, “Señor Mío y Dios Mío.”
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Nuestro Señor habla:
“Cuando reces esta oración con
corazón contrito y con fe por
algún pecador, le concederé la
gracia de la conversión. Esta
oración es la siguiente:
‘Oh Sangre y Agua que brotaste
del Corazón de Jesús como
una Fuente de Misericordia
para nosotros, en Ti confío.’”

(Diario 187)

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La Imagen de la Divina Misericordia

¿Era ésta la imagen que vieron los Apóstoles y Santo Tomás? Ellos vieron a Nuestro Señor en Su gloria con Sus heridas, andando hacia ellos en el cenáculo, y ¿Qué les dijo? “¡La paz esté con ustedes!”, y El instituyó el Sacramento de la Penitencia. Es este el mismo cuarto en donde, el Jueves Santo, Jesús estableció la Eucaristía.
A la Imagen de la Divina Misericordia se le debe dar gran honor en nuestras casas y en nuestras iglesias.
Nuestro Señor habla:
“Quiero que la imagen sea bendecida solemnemente el primer domingo después de Pascua y que se le venere públicamente para que cada alma pueda saber de ella” (Diario 341). Nuestro Señor resucitado tiene rayos pálidos y rojos que fluyen de su lado. Estos rayos simbolizan la sangre y el agua que fluyeron de su lado mientras que El estaba en la cruz, pero en su aparición a Santa Faustina, habían sido transformados en rayos gloriosos. El rayo rojo es el sacramento del Eucaristía, la sangre y la vida del alma. Es el alimento que nos hace uno con Nuestro Señor. Su sangre y nuestra sangre se unen. El rayo pálido es el Sacramento del Bautismo y de la Reconciliación, que nos lleva a una unión con Cristo. Cuando estamos heridos por el pecado, el gran médico nos cura a través de sus sacerdotes.

La Imagen

En 1931, Nuestro Señor se le apareció a Santa Faustina en una visión. Ella vio a Jesús vestido con una túnica blanca. Tenía su mano derecha levantada para bendecirnos. Su mano izquierda estaba tocando su ropa sobre el pecho en el área del corazón, de donde salían dos rayos grandes, uno rojo y el otro pálido. En silencio, ella atentamente miraba al Señor. Su alma con mucha reverencia estaba llena de temor, pero también llena de un gran gozo. Jesús le dijo a ella:
Nuestro Señor habla:
“Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma: Jesús, en Ti confío….Prometo que el alma que venere esta imagen no perecerá. También prometo, la victoria sobre los enemigos (sus enemigos) y, sobre todo, a la hora de la muerte. Yo Mismo la defenderé como Mi gloria. (Diario 47, 48)... Ofrezco a los hombres un recipiente con el que han de venir a la Fuente de la Misericordia (los Sacramentos) Ese recipiente es esta imagen con la firma: Jesús en Ti confío.” (Diario 327) ... “Deseo que esta imagen sea venerada primero en su capilla y en el mundo entero” (Diario 47).
Santa Faustina le preguntó a Nuestro Señor, “¿Qué quieren decir estos dos rayos?”
Nuestro Señor habla:
“Los dos rayos significan la Sangre y el Agua. El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas. El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas . . . Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón agonizante fue abierto en la cruz por la lanza . . . Bienaventurado quien viva a la sombra de ellos, porque no le alcanzará la justa mano de Dios. (Diario 299)... A través de esta imagen concederé muchas gracias a las almas; ella ha de recordar a los hombres las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil.” (Diario 742).

Cuando pecamos, no cambiamos Su amor por nosotros.

Cuando pecamos, nosotros desfiguramos Su imagen en nosotros. Cuando pecamos, nosotros pensamos que El nos va a dar una paliza. Nosotros mismos somos los que nos damos una paliza. Nuestros corazones se endurecen y bloqueamos la entrada de Sus bendiciones. Todo lo que Dios desea es nada más que bendecirnos. Este cuadro de la Misericordia Divina es una bendición. Mire a esta imagen. ¿Está El enojado? No, El está bendiciendo. Una mano levantada en señal de bendición, la otra señalando a su corazón misericordioso. El le invita a Su corazón y está derramando Su Espíritu sobre nosotros. El amor de Dios es una acción y eso es una bendición. El Papa Juan Pablo II dijo que Jesús vino a revelar al Padre, que es rico en misericordia. Esa era la misión de Nuestro Señor, revelar la misericordia de Dios. Desde el comienzo y hasta la consumación de los tiempos, toda la obra de Dios es bendición. (Catequismo de la Iglesia Católica 1079). El Padre es reconocido y adorado como la fuente y el fin de todas las bendiciones de la creación y de la salvación. A través de su Verbo, que es Jesucristo, nos colma de sus bendiciones y por El derrama en nuestros corazones el Don que contiene todos los dones: el Espíritu Santo. (Catequismo de la Iglesia Católica 1082).

 

La Coronilla de la Divina Misericordia

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La Coronilla de la Divina Misericordia

En 1935, Santa Faustina recibió una visión de un ángel enviado por Dios para castigar a cierta ciudad. Ella comenzó a pedir misericordia, pero sus rezos eran impotentes. De repente ella vio a la Santísima Trinidad y sintió dentro de sí misma el poder de la gracia de Jesús. Al mismo tiempo ella se encontró rogando a Dios por misericordia con unas palabras que ella oyó en su interior:
Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. (Diario 476)
Al seguir diciendo la oración que le había sido inspirada vio la impotencia del ángel, que no podía cumplir el justo castigo. (Diario 474, 475). A la mañana siguiente cuando ella entró en la capilla, escuchó esta voz interior:
Nuestro Señor habla:
“Cuantas veces entres en la capilla, reza en seguida esta oración que te enseñé ayer.” (Diario 476).
Entonces oyó estas palabras:
Nuestro Señor habla:
“Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre Nuestro y el Ave María y el Credo, después, en la cuentas correspondientes al Padre Nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por Su dolorosa pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.” (Diario 476)
Dios no rechazará nada cuando se le pida con la voz de Su Hijo. El sacrificio de usted es nada en si mismo, pero cuando se une al sacrificio de Jesucristo, se hace -todopoderoso y tiene el poder aplacar la ira divina. Dios nos ama en su Hijo. La pasión dolorosa del Hijo de Dios constantemente desvía la ira de Dios.
Oh Mi Creador y Señor, siento que descorreré las cortinas del cielo para que la tierra no dude de Tu bondad. Palabras de Santa Faustina del Diario, # 483)..
Nuestro Señor habla:
Anima a las almas a rezar la coronilla que te he dado. (Diario 1541) . . . Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte (Diario 687) . . . Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso (Diario 1541) . . . Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita. (Diario 687) . . . A través de ella obtendrás todo, si lo que pides está de acuerdo con Mi voluntad. (Diario 1731).

¿A qué hora debo rezar la coronilla?

La coronilla se puede rezar en cualquier momento. Es una oración muy poderosa y se debe rezar a menudo. Le invito especialmente que la rece en la Fiesta de la Misericordia a las 3:00 de la tarde.

A las tres de la tarde es una hora importante de rezar la coronilla.

A las tres de la tarde es la hora de la gran misericordia. Esta es la hora cuando murió Nuestro Señor en la cruz. El Señor nos invita a que recemos la coronilla cada día a las tres de la tarde, recordando la muerte de Cristo en la cruz. También sería muy apropiado decirla después de recibir la Sagrada Comunión.

¿Alejará esta oración a las personas del Rosario?

No. Al contrario, puesto que Nuestro Señor pide que la recemos en las cuentas del rosario, esto debe conducirle consecuentemente al rosario.

Todavía no estoy seguro si entiendo la coronilla.

Con la coronilla, no estamos pidiendo a Dios que nos conceda algo que quizá El nos tiene retenido. Estamos ofreciendo un sacrificio de alabanza. Reconocemos, afirmamos, y aclamamos a Dios como al Misericordioso que en Cristo ha concedido, de una vez por todas, todo lo que necesitamos para satisfacer Su propósito que tiene para nosotros. Estamos ofreciendo a Dios Padre, Su Hijo muy Amado, que con Su sacrificio en El Calvario nos ha abierto el cielo y ha reparado el daño de nuestros pecados, así que nuevamente podemos hacernos uno con Dios. A través de la coronilla estamos uniendo en oración a nuestro Salvador en nombre de los pobres pecadores.

Las Promesas del Señor que acompañan a la Coronilla de la Divina Misericordia

  • “A las almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá en vida y especialmente a la hora de la muerte.” (Diario 754)
  • “Cuando la recen los pecadores empedernidos, colmaré sus almas de paz y la hora de su muerte será feliz.” (Diario 1541)
  • “Ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad.” (Diario 1541)
  • “Cuando recen esta coronilla junto a los moribundos, Me pondré entre el Padre y el alma agonizante no como el Juez justo sino como el Salvador misericordioso.” (Diario 1541)
  • “Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte.” (Diario 687)
  • “Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación. Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita.” (Diario 687)


Como Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia

La coronilla se reza usando un Rosario común.
Comience con la Señal de la Cruz mientras que sostiene el Crucifijo. Entonces rece 1 Padre Nuestro, 1 Ave María y 1 Credo.
En las cuentas grandes recitar lo siguiente:
V. Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo,
R. Para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.
En las cuentas pequeñas recitar lo siguiente:
V. Por su Dolorosa Pasión
R. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Al finalizar de repite tres veces:
V. Santo Dios, Santo Todopoderoso, Santo Inmortal
R. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.
Termine esta oración haciendo la Señal de la Cruz.
LA SEÑAL DE LA CRUZ:
En el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén
PADRE NUESTRO:
Padre Nuestro, que estás en el Cielo. Santificado sea Tu Nombre. Venga a nosotros tu Reino. Hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
AVE MARÍA:
Dios te salve, María. Llena eres de gracia: El Señor esta contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres. Y bendito es el fruto de tu vientre: Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
EL CREDO:
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos en el perdón de los pecados la resurrección de los muertos y la vida eterna. Amén.

     




Tú eres la secretaria de Mi Misericordia

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Tu misión

Nuestro Señor habla:
“Tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre Mi misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a Mí. Así, pues, deseo que todos los momentos libres los dediques a escribir. (Diario 1693) . . . Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo en ésta y en la vida futura. (Diario 1605). . . En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a Mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso. (Diario 1588) . . . exijo que todos los momentos libres los dediques a escribir de Mi bondad y misericordia; ésta es tu misión y tu tarea en toda tu vida para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia... (Diario 1567) Diles a las almas, hija Mía, que les doy Mi misericordia como defensa, lucho por ellas Yo solo y soporto la justa ira de Mi Padre.” (Diario 1516)
Aunque la misión de Santa Faustina era ser monja y ser obediente a sus superiores, Nuestro Señor también la llamó a una misión especial: ella debía ser Su apóstol de la Divina Misericordia, compartir Su misericordia al mundo entero con su ejemplo, su sufrimiento, su obediencia, y al escribir todo en un diario. En 1934, su confesor, el Padre Miguel Sopocko le dijo a Santa Faustina que ella debía escribir en un diario todas sus experiencias interiores que tenía con Jesús. El Padre Sopocko no tenía tiempo de escuchar esas confesiones muy largas de Santa Faustina. “. . . Hija Mía, no vives para ti, sino para las almas. Escribe para el bien de ellas.” (Diario 895).
Nuestro Señor habla:
“...Hija Mía, no vives para ti, sino para las almas. Escribe para el bien de ellas.” (Diary 895).
“...Tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre Mi misericordia...”(Diario 1693).

Este diario ha llegado a casi todos los rincones de la tierra.

No sólo es en la lengua original polaca, sino también en inglés, español, francés, portugués, ruso, italiano y alemán. Sí, Su misericordia será conocida por todo el mundo. Ella no sólo obedeció a Jesús en escribir el diario, ella también dirigió cuando pintaban la imagen de Jesús de la Divina Misericordia. Ella dio a conocer la Coronilla de la Misericordia y animó a los que podían trabajar para el establecimiento de la Fiesta de la Misericordia.

Preguntas Y Respuestas Con Respecto Al Domingo De La Divina Misericordia


Pregunta:
¿Es suficiente con ir a misa la noche del sábado, o tenemos que asistir de nuevo el domingo?

Respuesta:
La misa de la noche del sábado es suficiente con tal de que sea la misa del domingo.

Pregunta:
¿Qué pasa si el sacerdote de mi parroquia no celebra nada el Domingo de la Divina Misericordia, puedo recibir las gracias especiales del domingo de la Divina Misericordia?

Respuesta:
Sí, usted puede. Las cosas principales que desea Nuestro Señor son: Confesión, Sagrada Comunión, ser misericordioso con los demás, la veneración de Su Imagen y Confianza.

Pregunta:
¿Pero qué de la confesión en el mismo día?

Respuesta:
En la mayoría de las parroquias esto es absolutamente imposible. Hacer que cada persona vaya a la confesión en ese día es imposible. Y Jesús no pediría el imposible. No hay suficientes sacerdotes, ni tiempo para escuchar todas las confesiones durante un solo día. Seguramente entonces, nuestra confesión debe ser antes de la Fiesta de la Misericordia. El Cardinal Francis Macharski, Arzobispo de Cracovia, dijo en su carta pastoral de 1985 que debemos hacer nuestra confesión aún antes de la Semana Santa: “Pido sinceramente que los sacerdotes fielmente realicen su ministerio en el confesionario, y que los fieles no dejen la confesión para la Semana Santa”. Debido a la escasez de sacerdotes y con la aprobación de la Iglesia en declarar este día como Indulgencia Plenaria, serían aceptables aún 8 a 20 días después de la Fiesta.

Pregunta:
¿Y qué de las personas que todavía desean ir a confesarse el mismo día, aún cuando no necesitan, es decir están en estado de gracia, y ya se han ido a confesar durante la Cuaresma o Semana Santa para el domingo de la Divina Misericordia?

Respuesta:
Si no es necesario, entonces deben tener bastante confianza en Jesús de que El va a hacer lo que El dice. Algunas personas parece que nunca tienen la suficiente confianza en que Jesús puede hacerlo y lo hará. Y la confianza es necesaria sobre todo para cosechar la abundancia de la Divina Misericordia de Cristo. Aunque el diario habla frecuentemente sobre la confesión, Jesús dijo que la confianza es muy necesaria para recibir Su Misericordia:
Nuestro Señor habla:
“Cuando te acercas a la confesión, a esta Fuente de Mi Misericordia, siempre fluye sobre tu alma la Sangre y el Agua que brotó de Mi Corazón y ennoblece tu alma. Cada vez que vas a confesarte, sumérgete toda en Mi misericordia con gran confianza para que pueda derramar sobre tu alma la generosidad de Mi gracia. Cuando te acercas a la Confesión debes saber que Yo Mismo te espero en el confesionario, sólo que estoy oculto en el sacerdote, pero Yo Mismo actúo en tu alma. Aquí la miseria del alma se encuentra con Dios de la misericordia. Di a las almas que de esta Fuente de la Misericordia las almas sacan gracias exclusivamente con el recipiente de confianza. Si su confianza es grande, Mi generosidad no conocerá límites. Los torrentes de Mi gracia inundan las almas humildes. Los soberbios permanecen siempre en pobreza y miseria, porque Mi gracia se aleja de ellos dirigiéndose hacia los humildes.” (Diario #1602)

Pregunta:
¿Debe de celebrarse la misa de la Divina Misericordia a las 3:00 de la tarde?

Respuesta:
Si, si se puede, pero no tiene que ser. Jesús nunca dijo eso en referencia a la Fiesta de la Misericordia, aunque Jesús sí dijo que a las 3 de la tarde es la “hora de la gran misericordia.” Las horas normales de sus misas del domingo son suficientes, con tal de que haya bendición y la veneración de la Imagen, y también que el sacerdote predique sobre la Divina Misericordia.

Pregunta:
¿Qué pasa si nuestro sacerdote no desea hacer nada con la imagen y él ni siquiera predica sobre la misericordia de Dios?

Respuesta:
Mi sugerencia sería buscar una parroquia que esté celebrando propiamente el Domingo de la Divina Misericordia, y si esto no es posible, entonces haga todo que usted puede hacer, como por ejemplo tenga una imagen para venerar en su hogar y hagan una bendición con su familia. Recuerde las palabras de Nuestro Señor: “Si su confianza es grande, no hay límite a mi generosidad..”

Pregunta:
¿Es suficiente celebrar nada más la misa regular de domingo? ¿Qué Jesús no pidió una celebración solemne?

Respuesta:
Sí, esto sería suficiente. La misa es la oración más grande de todas. No hay mayor forma de rezar que cuando Jesús se ofrece a sí mismo al Padre, pero no olvidemos que esto es una Fiesta, y una Fiesta es una celebración.

Pregunta:
¿Y qué de la gente que está en prisión, o en la guerra? ¿Y del enfermo y el moribundo que no pueden celebrar la Fiesta de la Misericordia el mismo día, o no tienen ninguna manera de ir a confesarse un mes antes o aún un mes después?

Respuesta:
Si usted se refiere al último Decreto Apostólico de la Penitenciaría de Juan Pablo II sobre la Indulgencia Plenaria, él dijo: “Se concede la indulgencia plenaria, con las condiciones habituales (confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice) al fiel que, en el domingo segundo de Pascua, llamado de la Divina Misericordia, en cualquier iglesia u oratorio, con espíritu totalmente alejado del afecto a todo pecado, incluso venial, participe en actos de piedad realizados en honor de la Divina Misericordia, o al menos rece, en presencia del santísimo sacramento de la Eucaristía, públicamente expuesto o reservado en el Sagrario, el Padre Nuestro y el Credo, añadiendo una invocación piadosa al Señor Jesús misericordioso (por ejemplo, Jesús misericordioso, confío en ti).

Pregunta:
¿Cuántos de ustedes prestaron atención a lo qué dijo Jesús para que recibamos su perdón completo de los pecados y del castigo? ¿Qué no dijo que el alma que vaya a la Confesión y a la Sagrada Comunión recibiría esta gran gracia? El no dijo la Confesión y el santo sacrificio de la misa. ¿Por qué no?

Respuesta:
La respuesta es porque Jesús desea que cada alma tenga una oportunidad de recibir su gracia especial. Por lo tanto, Jesús estaba atento de los minusválidos, de los encamados o convalecientes, de los enfermos en hospitales, en nuestras clínicas de reposo, aquellos en la guerra y en cualquier persona que no puede ir a la misa en ese domingo pero podrían recibir la Sagrada Comunión. Jesús desea que nadie sea excluido. Sé que alguien preguntará erróneamente, “¿Eso quiere decir que no tengo que ir a la Misa el domingo?” ¿De verdad? ¿Cómo puede pensar tal cosa?

Pregunta:
¿Necesito hacer la Novena de nueve días y la Coronilla de la Divina Misericordia en el día de la Fiesta para recibir el perdón absoluto de todos los pecados y las penas?

Respuesta:
No, Nuestro Señor pide la Confesión y la Sagrada Comunión.

Pregunta:
¿Qué tal si nuestro sacerdote desea hacer más?

Respuesta:
Que bueno, sea bienvenido. Nuestro Señor nos invita siempre a que hagamos más. ¿Cómo qué? Pues, puede pedir el Viernes Santo que cada uno empiece a rezar la Coronilla junto con la Novena a la Divina Misericordia, rezar las estaciones de la cruz y exponer el Santísimo Sacramento el Domingo de la Fiesta de Misericordia. (Información con respecto a la Novena y la Coronilla se encuentran en las páginas NOVENA y CORONILLA).

Pregunta:
¿Cuál es el mensaje que Jesús desea que escuchemos y que hagamos?

Respuesta:
Que Jesús es la Divina Misericordia, y El desea que cada uno de nosotros escuche y que tengamos devoción a Su Misericordia. Como Jesús dijo en el diario #965 otra vez en #998:
“Deseo que Mi misericordia sea venerada; le doy a la humanidad la última tabla de salvación, es decir, el refugio en Mi misericordia. Mi corazón se regocija de esta Fiesta.”
¿Y dónde mejor podemos recibir la Divina Misericordia de Jesús que en el Confesionario y en la Sagrada Eucaristía? Esta es la razón por la cual el Diario tiene tantos párrafos que habla sobre la Confesión y la Eucaristía. Dos ejemplos son: en #1407 Santa Faustina escribió después de recibir la Sagrada Comunión ella le preguntó a Nuestro Señor:
“¿Por qué una sola [hostia] viva, si estás igualmente vivo en todas las Hostias? El Señor me contestó:Es así, soy el Mismo en todas las Hostias, pero no todas las almas Me reciben con una fe tan viva como la tuya, hija Mía, y por eso no puedo obrar en sus almas igual que en tu alma.” (Diario 1407)
En # 1810 Jesús dijo:
“Quiero decirte, sin embargo, que la vida eterna debe iniciarse ya aquí en la tierra a través de la Santa Comunión. Cada Santa Comunión te hace más capaz para la comunión con Dios por toda la eternidad.
Ahora para hacer algunas distinciones muy importantes con respecto a Santa Faustina y el domingo de la Divina Misericordia:
1) El Diario de Santa Faustina merece gran respecto y honor, pero no es un libro inspirado, no es la Biblia. 2) Santa Faustina no es la Divina Misericordia, ni la Divina Misericordia es Santa Faustina. Santa Faustina, aunque fue canonizada en el domingo de la Divina Misericordia, ella tiene su propia fiesta, el 5 de octubre de cada año, el día que ella murió. ¿Pero entonces por qué fué ella canonizada en el domingo de la Divina Misericordia? La respuesta es obvia. Es para que Jesús, Santa Faustina, y el Papa Juan Pablo II pudieran tornar nuestras mentes y corazones hacia Jesús como la Divina Misericordia. La mejor comparación que puedo pensar es que Santa Faustina es el volante de un coche, (es decir, la Divina Misericordia), pero Jesús es el único conductor de Su Divina Misericordia. Por lo tanto, Jesús pide que cada uno de sus sacerdotes le asista en acercar a las almas a Su Divina Misericordia, especialmente predicando sobre Su Divina Misericordia el domingo de la Divina Misericordia y dándose tiempo para administrar los Sacramentos.


La Fiesta de la Misericordia

Pope John Paul II Collage
Nuestro Señor habla:
“Esta es tu misión y tu tarea . . . que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia . . .” (Diario 1567)

La Fiesta de la Divina Misericordia

El establecimiento de esta Fiesta fue solicitado por Jesús en 1931, El dio a conocer Su voluntad mientras se estaba pintando la Imagen de la Divina Misericordia.
Nuestro Señor habla:
“Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia. Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel, sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese Domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia.” (Diario 49)
¿Por qué se apareció Jesús en este momento de la historia? Porque no hay momento más importante que hoy en día en que necesitamos Su Divina Misericordia.

¿Qué es una Fiesta?

La iglesia honra a Jesús, o a Nuestra Señora o a algún Santo en días especiales, conocidos como Fiestas. La Fiesta de la Divina Misericordia es una celebración de la misericordia de Dios.

¿Por qué necesitamos el Domingo de la Divina Misericordia?

¡En pocas palabras: “Por sus pecados y por los míos”! El Domingo de la Divina Misericordia nos trae la promesa de Nuestro Señor de “un mar de gracias” para las almas, “especialmente para los pobres pecadores”, y para cada uno de nosotros que como pecadores necesitamos más abundantemente las gracias del Cristo resucitado para lavar aquellos pecados. Aún para nosotros que nos esforzamos por alcanzar la santidad, nos falta conversión más profunda y renovación constante. El pecado es el problema, la Divina Misericordia es la respuesta. Seríamos necios si ignoramos la oferta tan amable de Dios.

30 de abril de 2000 - el Papa Juan Pablo II anuncia que el primer domingo después de Pascua, sea la Fiesta de la Divina Misericordia.

El Papa Juan Pablo II dijo en la canonización de Santa Faustina, “Es importante que aceptamos el mensaje completo, que se nos entrega a nosotros, de la palabra de Dios en este segundo Domingo de Pascua, que de ahora en adelante, por toda la iglesia se le llamará el Domingo de la Divina Misericordia.”
El Papa dijo que este don de misericordia será necesitado especialmente durante el tercer milenio. El Domingo de la Divina Misericordia, como la revelación principal dada a Santa Faustina por Jesús, es la coronación del don de la Misericordia para el mundo entero en nuestra época.

¿Qué quiere decir con el derramamiento de Sus gracias en este día?

Nuestro Señor le dijo a Santa Faustina su deseo de inundarnos con Sus gracias en este día en particular.
Nuestro Señor habla:
“Esta Fiesta ha salido de las entrañas de Mi misericordia y está confirmada en el abismo de Mis gracias.” (Diario 420)...“Deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua… Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acercan al manantial de Mi misericordia. ” (Santa Comunión) (Diario 699)

¿Qué es gracia?

La gracia es Dios compartiendo Su vida con nosotros, así cuando hay un derramamiento de gracia, Dios comparte Su vida en abundancia.
Nuestro Señor habla:
“Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida, (Confesión) recibirá el perdón total de las culpas y de las penas.” (Diario 300)

¿Así qué, a través de la Fiesta de la Misericordia, todo queda limpio y lavado?

Sí, es como si fuéramos bautizados de nuevo. No purgatorio, no castigo. Aunque suene demasiado bello para ser cierto, es la misericordia de Dios en acción.

¿Qué es el Purgatorio?

El purgatorio nos purifica de los pecados veniales y de todo castigo temporal debido al pecado. Aquellos que están en el purgatorio son distintos de los condenados porque esencialmente están en unión con Dios, pero es una unión imperfecta. El purgatorio purifica para que esa unión sea perfecta.


Santa Faustina

St. Faustina image

¿Quién es Santa Faustina a quien Nuestro Señor le pide que divulgue Su misericordia?

Sor Faustina Kowalska es conocida como el apóstol de la Divina Misericordia.
Fue la tercera hija entre diez hermanos de una pobre y piadosa familia de la aldea de Glogoweiec, Polonia. Ya desde los 7 años ella sintió en su alma el llamado a la vida religiosa. La niña intentó apagar dentro de sí el llamado de Dios; sin embargo, apresurada por una visión del Cristo sufriente y Sus palabras de reproche: “¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?” Sor Faustina ingreso al Convento de clausura de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, en Varsovia.
Toda su vida se concentraba en caminar con constancia a una cada vez más plena unión con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de la salvación de las almas.
A esta sencilla monja, sin grandes estudios, pero valerosa y abandonada totalmente en Dios, el Señor Jesús le confió una gran misión: el mensaje de la misericordia dirigido a todo el mundo. Este mensaje fue registrado en un diario escrito por Santa Faustina.
Nuestro Señor habla:
“Te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso.” (Diario 1588) “Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo en ésta y en la vida futura.” (Diario 1605)... “. . . para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia . . . ” (Diario 1567)
Nuestro Señor habla:
“Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores.” (Diario 699) “Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi misericordia. Si no adoran Mi misericordia, morirán para siempre.” (Diario 965)

La visión de Santa Faustina sobre el infierno

La Hermana Faustina registro en su diario una visión del Infierno:
“Yo, Sor Faustina, por orden de Dios, estuve en los abismos del infierno para hablar a las almas y dar testimonio de que el infierno existe . . . Los demonios me tenían un gran odio, pero por orden de Dios tuvieron que obedecerme. Lo que he escrito es una débil sombra de las cosas que he visto. He observado una cosa: la mayor parte de las almas que allí están son las que no creían que el infierno existe.”
“Hoy guiada por un ángel he estado en los abismos del infierno… Es un lugar de grandes tormentos, ¡qué espantosamente grande es su extensión! Los tipos de tormentos que he visto: el primer tormento que constituye el infierno es la pérdida de Dios; el segundo, el continuo remordimiento de conciencia; el tercero, es que el destino de uno no cambiará jamás; el cuarto tormento es el fuego que penetrará al alma, pero no la aniquilará, es un tormento terrible, es un fuego puro espiritual, incendiado por la ira divina; el quinto tormento, es la oscuridad permanente, un horrible, sofocante olor; y a pesar de la oscuridad los demonios y las almas condenadas se ven mutuamente y ven todos el mal de los demás y el suyo; el sexto tormento, es la compañía continua de Satanás; el séptimo tormento, es una desesperación tremenda, el odio a Dios, las imprecaciones, las maldiciones, las blasfemias. Son los tormentos de los sentidos. Cada alma es atormentada de modo tremendo e indescriptible con lo que ha pecado.”
“Nadie puede decir que el infierno no existe. Que el pecador sepa: con el sentido que peca, con ese será atormentado por toda la eternidad.” (Diario 741)

El Diario de Santa Faustina

El Diario de Santa Faustina es un recuerdo de su experiencia de vida – el peregrinar de su alma. Ella tenía el don de comunión especial con Dios, y el diario expresa su convicción de que este tipo de comunión debe estar al centro de nuestras vidas. Nuestro gran deseo es que este diario sea en verdad un agente de gracia para todos que lo lean. Porque en leerlo podemos entender que la misericordia de Dios vive para siempre. Sobre todo, esperamos que todos se den cuenta, con la verdad, de que la humanidad no obtendrá la paz hasta que se vuelva con confianza a la misericordia de Dios.
Santa Faustina murió el 5 de octubre de 1938, tenía apenas 33 años. Había sido líder religiosa por 13 años.
La Hermana Faustina, por orden de Nuestro Señor, escribió el diario durante los últimos cuatro años de su vida.
Las revelaciones privadas no nos ofrecen nuevas doctrinas o creencias, pero sí proveen una guía extraordinaria para la Iglesia, dando énfasis específico y urgente para poner en acción la fe. Nos presentan con lo que Dios evalúa como lo más necesario en un tiempo en particular.



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