lunes, 21 de mayo de 2012

¿Después de la Ascensión, qué?


¡No podemos quedarnos mirando al Cielo! Ahora nos toca a nosotros ser la voz de Jesús para alentar y consolar.

¿Después de la Ascensión,  qué?

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que anuncie la Buena Nueva. Ahora nos toca a nosotros, sus discípulos, hacerlo. Los Sacerdotes predicando(sobre todo)con la palabra, los laicos predicando(sobre todo) con el ejemplo, los padres de familia predicando con la palabra y el ejemplo.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que compadezca a los pobres y lo enfermos. Ahora nos toca a nosotros.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que multiplique los panes y los pescados para alimentar a las multitudes. Esa es ahora nuestra tarea, multiplicando nuestros esfuerzos para dar de comer sino a las multitudes, por lo menos a los pobres que podamos.

Después de la Ascensión ya no va a ser Jesús el que cuide a sus ovejas. Ahora nosotros tenemos que velar por ellas, especialmente por aquellas (el cónyuge, los hijos, los hermanos, los trabajadores) que Dios nos ha encomendado a cada uno.

Después de la Ascensión a nosotros nos toca ser la voz de Jesús para alentar y consolar. Sus manos para tenderlas a todo el que necesite ayuda. Sus pies para llevarlo a donde no lo conocen.

Después de la Ascensión:

¡No podemos quedarnos mirando al Cielo!


 lunes 21 Mayo 2012
Lunes de la séptima semana de Pascua

San Carlos José Eugenio de Mazenod


Leer el comentario del Evangelio por
Beato Tito Brandsma : «En el mundo, tendréis luchas, pero tened confianza: yo he vencido al mundo»

Lecturas

Hechos 19,1-8.


Mientras Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior, llegó a Efeso. Allí encontró a algunos discípulos
y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?". Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo".
"Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan", respondieron.
Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús".
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús.
Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.


Salmo 68(67),10.20-21.


Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
El carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.



Juan 16,29-33.


Sus discípulos le dijeron: "Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Tito Brandsma, carmelita holandés, mártir (1881-1942)
Conferencia «Paz y amor por la paz» del 11/11/1931

«En el mundo, tendréis luchas, pero tened confianza: yo he vencido al mundo»

Aunque amemos la paz y tengamos esperanza en el fondo del corazón
de que nuestra acción en favor de la paz no será inútil, ni vosotros ni yo
podremos eludir las presiones de este tiempo. Esto significa que no
podemos liberarnos de la duda de que, según las leyes de la historia, algo
pueda cambiar: una guerra sucede a otra guerra, y cada vez, esto es un
golpe mortal para la causa de la paz. Vivimos todavía demasiado bajo la
influencia de los que afirman que los que quieren la paz deben armarse para
vencer la guerra...Es notable de comprobar que en el curso de los siglos,
brotan constantemente héroes de paz, predicadores del mensaje de paz...
Encontramos a estos mensajeros, estos apóstoles de la paz en todo tiempo y
en todo lugar. Y en nuestros días, por suerte, no carecemos de eso. Pero
ningún mensajero de la paz, ha encontrado un eco más vasto que aquel al que
llamamos el Rey de la paz (Is 9,5). Permitidme recordaros quién es este
mensajero. El día de Pascua, parecía que los apóstoles habían perdido toda
esperanza desde la muerte de Cristo en la cruz. Mientras que a los ojos del
mundo la misión de Cristo había terminado, había fracasado, era
incomprendida, él apareció en medio de sus apóstoles reunidos en el
Cenáculo por temor a los enemigos, y, en lugar de declaraciones belicosas
contra sus adversarios, ellos escuchan decir: "Os dejo mi paz, os doy mi
paz. No os la doy como la da el mundo" (Jn 14,27)... Querría repetir
esta palabra, hacerla resonar en el mundo entero, sin preocuparme de quién
la escuchará. Querría repetirla tan a menudo que, aunque la neguemos,
lográramos escucharla hasta que todos nosotros la hayamos oído y
comprendido.

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