lunes, 28 de mayo de 2012

EL HESICASMO I y II ( Sistema espiritual para buscar a Dios )

Es el movimiento místico conocido en el siglo VII y más adelante con Simeón el Nuevo Teólogo en el siglo IX que alcanzó pleno desarrollo en el siglo XIV en el Monte Athos.

El Hesicasmo es un sistema espiritual de orientación esencialmente contemplativa, que coloca la perfección del hombre en la unión con Dios mediante la plegaria u oración continua. Lo que lo caracteriza es precisamente la afirmación de la necesidad, de la Hesyjhia, o quietud en sentido un tanto amplio, para llegar a tal unión. Sólo se llega con esfuerzo, renuncia y ascesis. Es un medio para buscar a Dios.

Se requiere soledad, al menos en ratos de silencio también, para asegurar la calma, la paz el reposo, la tranquilidad, fuera de las cuales es imposible el recogimiento, la oración, y por tanto, la unión con Dios.


Soledad interior y exterior


Dos formas de Hesyjhia: una exterior, que consiste en la separación de la gente, del ruido,del traqueteo, otra interior, que reside en el alma y en sus facultades, y que es la más importante; pero supone la primera.


De esto resulta que el Hesicasmo, en sus propósitos de contemplación, irá acomodando y eligiendo un modo de existencia proporcionado y apropiado junto con la búsqueda de un estado habitual al cual está ordenado tal género de existencia. Una vez admitida la idea o postulado de que para el hombre la perfección coincide con la vida de continua oración, vemos que, a fin de cuentas, se trata mucho menos de una cuestión de orden doctrinal que de una cuestión de orden psicológico y experimental.

1. DEFINICION


El término HESICASMO, en lengua bizantina, designa un sistema de espiritualidad que tiene por norma la excelencia, e incluso la necesidad, de la Hesyjhia.

Hesyjhia quiere decir tranquilidad, silencio, reposo. Se dan múltiples géneros de reposo: desde la ausencia de guerras, hasta la suspensión de las facultades; en el reposo místico; pasando por la inercia y la pereza, el silencio de las cosas y de las personas, el apaciguamiento del espíritu y del corazón. Mientras haya seres, conjuntos o partes de ser susceptibles de agitación, habrá otra tantas clases de reposo, apelables todas ellas Hesyjhia...

Platón decía que las gentes de bien, -honorables- están siempre en disposición de vivir la vida de reposo ( hesueon hion ).

La palabra reposo (hesyhia ) designa toda a VIDA EREMITICA cristiana, desde la huida de los hombres, totalmete exterior a uno mismo, hasta la misticísima “eliminación de los pensamientos.” Su resultado es la unión con Dios mediante la oración. Es un medio, no una meta, para llegar a la meta que es la unión con Dios y la oración continua.

II. UNA DISTINCION:


Soledad y paz interior


Se dan dos clases de reposo: Exterior y otro interior. Uno en las cosas y otro en las fuerzas de la naturaleza y un silencio en las facultades del alma.

No caminan a la par. Hay quien se ve turbado cuando todo en su alrededor esta en calma; hay quien hace de la calma una posesión propia aun en momentos en que parece que se va a venir el mundo abajo. Así se ha constatado en ciertas vidas de los santos...

El abad Moisés dijo al abad Macario, de Sceté: “Yo deseo, “HESUCHASAI,” quiero estar en reposo, y los hermanos no me dejan. El Abad Macario le dijo: “Me parece que tú eres de natural tierno y delicado y no eres capaz de deshacerte de un hermano importuno. Si tú realmente buscas la hesyjhia, ve al desierto, bien dentro, a Petra; verás como allá obtienes el reposo.” Así lo hizo, y consiguió la paz.


El que se ve sin paz y distraído, debe reforzar su soledad. Para San Arsenio los hesicastas son aquellos monjes que evitan todo encuentro con las personas.

III. UNA CUESTION



Soledad y caridad fraterna


Planteamos un problema que no afecta a los hesicastas precisamente sino a los cristianos, sobre todo, a aquellos que deben enseñar a otros el camino de la perfección. La vida ascética tiene únicamente una meta: la salvación del alma, que consiste en la caridad, según san Irineo que la opuso al intelectualismo de los falsos gnósticos. Desde entonces la única sabiduría y el único deber es abrazar el género de vida que conduce con mayor certeza a la más alta caridad.

¿Qué es la caridad? Jesús da la respuesta: “Amarás a Dios con todo el alma, con toda tu inteligencia, con todo tu corazón, con todas tus fuerzas, y al prójimo como a tí mismo.” Palabras que no dejan de levantar nuevos problemas cuando se trata de llevarla a la práctica.


Amor a Dios y al prójimo


¿Cómo compaginar el amor de Dios con el amor del prójimo? Si la medida para amar a Dios es amarle sin medida, al decir de Orígenes, ¿no es cierto que sería preciso ordenar todas las fuerzas del alma y momentos de la vida en busca de este amor?

¿Qué queda para las prácticas de caridad fraterna? Y cómo saber si nuestros sentimientos provienen de una caridad realmente auténtica?

No ha muerto en nosotros la PHILAUTIA, cuyo virus infecta la fuente misma de nuestra afectividad, según enseña Máximo el Confesor...

Casiano dice: “Cuán preciso es saber desprenderse de toda imagen llegado el momento de la oración! Hay que ir a un lugar apartado, sobre la montaña y a ejemplo de Jesucristo, orar allí secretamente...Unicamente pueden contemplar su divinidad con ojos muy puros los que, elevándose por encima de todas las obras y pensamientos bajos y terrenos, se retiran y suben con El a esta morada elevada de la soledad.

En ella Jesucristo aparta a las almas del tumulto de las pasiones y las separa de la turbación de los vicios. Y así, sublimadas con la aureola de las virtudes, les revela la gloria y el esplendor de su rosotro. Es que tienen los ojos del corazón puros para contemplarle.

Es necesario subir –como Pedro, Santiago y Juan – a las montañas de las virtudes. Así es como en otro tiempo se apareció a Moisés (Ex 3, 2) y habló a Elías ( 3 Reg 19ss) en el fondo de una soledad.

Jesús no tenía necesidad de retiro y soledad para alcanzar la perfecta pureza. Además, no podía contaminarse con el roce de las muchedumbres. Al contrario cuando le place, su contacto y su presencia santifica y aquilata cuanto hay de impuro en los hombres. Y sin embargo, se retira “a la montaña, completamente solo, para orar.” ( Mt 14, 23 ).

Nos quiso enseñar con esta actitud que cuando queremos ofrecer a Dios oraciones perfectas y puras, debemos separarnos, como El, de la confusión y bullicio del mundo.

En qué consiste el fin y la perfección de nuestra plegaria? ¿Qué es la perfecta oración y cómo debe ser para no perder continuidad? El Señor ora: “Para que el amor con que Tú me has amado esté en ellos y ellos en nosotros.” ( Jn 17m, 26 y 21ss ).

Tal debe ser la meta, el ideal del solitario. Con todas las energias de su ser, debe aspirar desde esta vida a merecer la posesión de la futura bienaventuranza y a pregustar en su cuerpo mortal la vida de la gloria celestial. Este es el fin de toda perfección: que el alma, libre de todo lastre de la carne, como alada, se despegue de las cosas visibles y vuele rauda hacia las alturas del espíritu. Que toda su vida, que todos los movimientos de su corazón no formen en adelante más que una oración única e ininterrumpida.

Santo Tomás tomando el nombre de “monje” como unidad, en oposición a la división, se cumple lo que es: “El monje se llama monje porque noche y día vive en intercambio con Dios, porque no tiene la imaginación ocupada sino en las cosas de Dios, y así ya no posee nada sobre la tierra.”

Se llama monje porque no toma mujer y renuncia a vivir con la gente, tanto externa como internamente. Externamente quiere decir que renuncia a las cosas materiales y a los negocios del mundo. E, interiormente, significa que se priva de todos los pensamientos referentas a la gente, tratando también de desprenderse de toda preocupación meramente de pasatiempo.

En segundo lugar se llama “monje” porque invoca a Dios siempre en continua oración, a fin de que le purifique el espíritu, despojándosele de la multiplicidad de cavilaciones y elucubraciones, de forma que, apartado de todo esto su espíritu, ya solitario, puede volar solamente al verdadero Dios, sin recibir jamás las sugestiones del mal, y así poder guardar siempre la pureza requerida y permanecer terso y claro en su tender hacia Dios.

A los monjes se les ha dado el cuidado del alma, el “solo con el solo” sin la predicación del Evangelio ni la solicitud por las Iglesias.

Dionisio escribía: “Entre todos los iniciados, la dichosa cohorte de los monjes es la de rango más elevado, que se dedican a purificarse plenamente y a realizarlo todo con perfecta santidad. Además, está admitida a la contemplación de lo sagrado...”

El MONJE por vocación, está consagrado únicamente a la prosecución de la unión con Dios mediante la oración, que presupone el desprendimiento total, la perfecta purificación, la renuncia a todo aquello que podría retardar o perjudicar su ascensión espiritual.

Veremos las experiencias respecto a las ventajas e inconvenientes de la “huida de los hombres.”

VARIOS GRADOS DE LA SOLEDAD


Uno está solo cuando no tiene idea o posibilidad de poderse encontrar con otro ser humano allá donde él pueda pasear o vivir. Esto se llama “fuga de los hombres,” “ARSENI, FUGE, HOMINES.”

También está uno solo cuando lleva mucho tiempo sin charlar con nadie. Es la soledad del silencio: “ARSENI, TACE.” ( Arsenio, calla ).

Finalmente está sola una persona mientras es espíritu en su intimidad no posee ningún interlocutor, ni compañía alguna. Es la soledad del corazón: “ARSENI QUIESCE.” ( Arsenio en quietud ).


Materialmente hablando, la soledad más auténtica es la primera: la huida de la convivencia con los hombres. Moralmente, la soledad más profunda es la tercera: la del corazón.

El silencio está entre dos extremos: es forzoso, si uno está solo, es decir, aislado; y es difícil de mantener si uno está acompañado. Puede ser además, silencio material, por el mero hecho de no pronunciar palabras; y también, interior, cuando a pesar de la conversación externa el corazón permanece en soledad, bien forzosa o bien voluntaria.

Veamos, pues, lo que han pensado los cristianos, y sobre todo los monjes, de estas tres cosas:

Huida de los hombres.


Silencio.

Soledad interior.


1. HUYE : Fuge


La vida eremítica no ha sido inventada por los cristianos. Su origen se confunde con los orígenes de la filosofía. ¿Cómo poder reflexionar con profundidad en medio de mil causas de distracción, en presencia de gentes que para desembarazarse de su soledad interior no encuentran otro recurso que la evasión de sí mismos mediante el parloteo?

Respeto a los orígenes de la filosofía, todos conocemos la controversia referente a la edad helénica. ¿Fueron los egipcios, los persas, los caldeos o los judíos los primeros filósofos? La misma Grecia se dio su filosofía.

Sólo la India tenía su filosofía en el sentido propio de la palabra. Grecia conoció la India con las conquistas de Alejandro. Desde entonces se habla mucho de los “qymnosofistas,” admirándoseles hasta el punto de que, en pleno siglo IX a. C. el viejo Licurgo, acaba por hacerse pasar como discípulo de aquellos. Así, estos sabios-nudistas huían el trato con los hombres.


Los cristianos también les conocieron, y merece la pena hacer notar la primera reacción de uno de ellos: Tertuliano: “Nosotros, los cristianos, no somos ni Brahamanes, ni qymnosofistas indios, gente que mora en los bosques exilados de la vida.”

Sin duda fueron los griegos los primeros en comprender la necesidad de la soledad, quizá por ser filósofos a natura.


Según Platón, los pocos hombres que llegaron a comprender que la sociedad es una jungla donde no hay posibilidad de ser útil en algo, se dieron al reposo contemplativo ocupándose de sus propios negocios, “al igual que en tiempos de borrasca se refugia uno tras una pared...”, “se torna uno hacia la ciudad interior que lleva dentro de sí.” Palabra admirable y profunda, última palabra, amargura y resignación de la enorme sabiduría platoniana...

El tratado “De vita contemplativa,” que a veces se le disputaba, hoy en día casi todos se lo conceden en propiedad. Casi podemos asegurar que más tarde de su aparición esta obra disfrutó de gran aprecio por parte de los monjes. Según él, los terapeutas cuya vida describe, moraban en los manasterios, es decir, en celdas o casitas cercanas las unas de las otras, constituyendo una especie de colonia de eremitas. “Pasaban su tiempo en los huertos y en lugares solitarios, buscando el aislamiento.”

Filón elogia la vida solitaria tomando como objeto a los terapeutas. Incluso la divina sabiduría –dice- “es amiga del desierto.” El Logos de Dios es solitario y así los que quieren darse a la búsqueda de la cotemplación, buscan vivir en soledad y apartamiento. Y, pora poner un ejemplo, cita a los Setenta traductores de la Biblia, que buscaron la tranquilidad en la soledad. Bastantes de los términos empelados por Filón para expresar estos pensamientos pasaron a ocupar plaza en el vocabulario monástico.


“La instrucción y la filosofía requieren ambas, mucha soledad y apartamiento de las distracciones,” nos dice Dión Crisóstomo. Podríamos recoger muchas máximas de este tipo. Insisten en el recogimiento interior más que en el aislamiento externo.

La famosa proposición de las Enneadas: “Esta es la vida de los dioses y de los hombres divinos: DESPRENDIMIENTO DE TODO, de las cosas de abajo; negación de todo placer producido por las cosas presentes, huida en soledad hacia el Solo”. La vida de Plotino es un testimonio que nos ayuda a hacer la exégesis de estas palabras.

HUIR DE LOS HOMBRES

En todos estos textos, la huida de los hombres tiene como fin y meta el bien de la inteligencia, la instrucción o la contemplación.
 
 
 
 

EL HESICASMO II “Soledad y vida contemplativa"



Pensamientos 

 1.“Monjes, escribe Evagrio Póntico, es aquel que está separado de todos y unido a todos.” Nuestros antepasados tenían más desarrollado que nosotros el sentido de la unidad vital en la caridad.

2.“Los santos, dice Orígenes, mediante la contemplación, están unidos a Dios, entre sí y con los demás.”

3. Doroteo de Gaza dice: “Cuanto más unido está el hombre con el prójimo, tanto más unido a Dios se encuentra, y pone el ejemplo siguiente:

4. “Hagan de cuenta que tienen sobre la tierra un círculo y que en medio de él hay un centro. Piensen que ese círculo es todo el mundo, y que en medio de ese mismo redondel es Dios, y que los radios de la circunferencia, yendo de éstos al centro, son los caminos y profesiones, en la vida de los hombres. Así cuanto más desean los santos aproximarse a Dios, más se dirigen hacia el interior del círculo caminando por los radios, y más cerca están cada vez de Dios y más próximos los unos de los otros, según la proporción de su diligencia en caminar; cuanto más se acercan a Dios, más cerca se encuentran de Dios. Y lo mismo sucede si uno toma el camino contrario: del centro para fuera. Cuanto más se avanza hacia la periferia del círculo, tanto más se separan de Dios, y uno de otro; y cuanto más se alejan uno de otro, tanto más se alejan de Dios. Tal es la naturaleza de la caridad, pues en tanto cuanto nos alejamos del centro del círculo dejamos de amar a Dios y nos alejamos de nuestros hermanos. Y al contrario, si nos acercamos a Dios y le amamos, cuanto más amor pongamos en ello, tanto mas unidos estaremos al prójimo por la caridad. Dios por su gracia nos quiere hacer dignos de oír lo que nos es provechoso y dignos también de llevarlo a la práctica. Es que, cuanto más cuidadosos seamos y más nos preocupemos por poner en práctica todo aquello que de bueno escuchemos, más nos iluminará el Señor y más claramente nos mostrará cuál es su buena y santa voluntad. A El la gloria. Amén.”
 
5. Todo progreso en santidad realizado por un miembro, beneficia al resto de la comunidad; todo ascenso hacia Dios establece un nuevo contacto entre El y la humanidad en cuanto tal.

6. Todo oasis de espiritualidad torna al desierto de este mundo menos salvaje y más habitable.

7. Se ama la soledad para llevar a cabo la “obra de Dios.” El primero en emplear estas palabras fue San Antonio en el desierto. Y esta obra de Dios no tiene otro principio más que la caridad, y, como meta exclusiva, establecer el reino de Dios-Amor.

8. Jesús que no tenía necesidad de “huir de los hombres” para encontrar a Dios, “tenía la costumbre durante su vida pública, de retirarse a lugares solitarios para orar (Lc 5, 16).

9. Por lo anterior no podemos reducir toda oración a un ejercicio de comunidad.

10. Elías es el representante máximo del celibato evangélico y en virtud de esta gracia fue elevado al cielo en un carro de fuego.

11. Llamamos angélica la vida de los monjes porque, “el monje viene a ser igual que los ángeles, aspira a ver el rostro del Padre que está en los cielos, para caminar “inmaterial hacia el Inmaterial.

12. Hay algo eminente en dos medios: “El Carmelo de Elías y el desierto de San Juan Bautista” puesto que “entre todos los nacidos de mujer no hay ninguno mayor a Juan Bautista” (Mt 11, 11).

13. Consideren, monjes, su dignidad: Juan es el iniciador de esta institución; él es monje, pues en cuanto nació se fue al desierto.” Por eso “vino Juan en el poder y la fuerza de Elías, en su espíritu, ya que también era eremita.”

14. Estos pensamientos anteriores son compartidos con San Basilio, igual que San Gregorio Nacianceno en su devoción a Elías y Juan Bautista. Casiano tiene la misma idea.

15. Es igual la idea de San Pacomio y se lee: San Antonio es el imitador del gran Elías, de Eliseo y de San Juan Bautista, que excitaron la obsesión por el desierto.

16. Un Apotegma: “El abad Arsenio, estando aún en palacio imperial, oraba al Señor en estos términos: Señor llévame a una vida donde yo encuentre mi salvación. Y una voz vino y le dijo: Arsenio: huye de los hombres y te salvarás.”

17. Arsenio siendo ya anacoreta, oró y oyó una voz que le decía: huye, calla, reposa. Estas son las raíces de la impecabilidad.

18. Un arzobispo se presentó a Arsenio y le pidió el favor de una palabra. Después de unos instantes de silencio le dijo: ¿la cumplirá? Y se comprometió, entonces el anciano le dijo: “Bueno, pues cuando oiga decir que acá o allá se encuentra Arsenio, no se le ocurra ir a verlo.”

19. Arsenio cuando iba al oratorio se sentaba detrás de una columna, para que nadie lo viera y tampoco él pudiera fijarse en nadie.

20. ¿Por qué huyes? Le preguntó el abad Marcos y Arsenio respondió: “Dios sabe que yo los amo, pero es que no puedo estar con Dios y con los hombres. Los millares de millares y las miríadas de la alto tienen una sola voluntad; pero los hombres tienen un montón de voluntades. No puedo dejar a Dios y marcharme con los hombres.”

21. “No es posible llegar a ser monje de veras y seguir visitando ciudades, en las cuales el alma se atiborra de imágenes que le vienen de afuera.”

22. El pensamiento de las cosas materiales sirve de obstáculo, estorba, detiene, la comprensión espiritual. Esta comprensión es lo que llamamos oración.

23. San Gregorio Nacianceno, llamado el Teólogo nos habla sobre soledad y oración y dice: Tomé la resolución de no abandonar mi cabaña; pues el objeto de nuestro combate resulta que es la contemplación de los seres y de la Trinidad Santa.”

24. Sólo la memoria o recuerdo de las cosas es ya un impedimiento para la oración. ¿Cómo se podrá llegar así a la contemplación?

25.Dañan la oración: los ojos, el oído, la memoria, la caracterísitica del temperamento. Memoria y temperamento los llevamos con nosotros a la soledad; precisamente por esto no basta huir de los hombres y de las cosas.

26. “Por la vista la inteligencia recibe los pensamientos más propios de ella, pues recibe imágenes; por los oídos recibe algunos que suscitan imágenes y otros que no.”

27. Si queremos llegar a Dios mediante la oración-contemplación-teología, es preciso “no dejar que nuestra inteligencia suministre imágenes.”

28. ¿Cómo encontrar el “lugar de Dios” si la inteligencia no se desprende de toda impresión material?

29. El monje tiene el deber, sirviéndose de la virtud de la prudencia, de huir todo aquello que hiera su alma e impida a su espíritu ( se encontrará por tanto con dos obstáculos) marchar en la prosecución de su ideal y meta: la oración pura y la unión con Dios.

30. La mayor parte de los monjes no han podido alcanzar la soledad porque aún permanecen con los hombres, y, como resultado, han visto que no tienen la fuerza necesaria para renunciar a todas sus voluntades.

31. Muchos se ven vacíos de virtud porque van y vienen al retortero de sus pasiones, de los prejuicisos humanos y según las voluntades del hombre viejo...”

32. Dice Ammonas que la soledad es necesaria para vencer la propia voluntad. Los Apotegmas de los Padres proclaman que para obtener resultado nada mejor que la sumisión al anciano.

33. “La soledad engendra la ASCESIS y las lágrimas; las lágrimas engendran el TEMOR; el temor, a su vez, es la fuente de la HUMILDAD, y del don de la DISCRECIÓN. La discreción engendrá la CARIDAD; y la caridad permite que el alma se vea sin MANCHA, LIMPIA, SANA, IMPASIBLE; entonces el hombre se da cuenta de que según todo esto, no se encuentra lejos de Dios.

34. El que desee llegar a la posesión gozosa de todas las virtudes procurará evitar toda preocupación respecto a hombre alguno, a fin de no juzgarlo. Vivirá siempre preparándose para la muerte.

35. Cada vez que se ora, se reflexiona sobre lo que nos separa de Dios, y lo suprimirá. No debes sentir gusto por este mundo y podrás ver cómo la bondad de Dios, nos concede rápidamente todas las virtudes.

36. En la VITAE PATRUM (la Vida de los Padres) encontramos la máxima: “huye de los hombres” ¿extraño caso? No es esta frase sino la glosa al título de MONACOS: Monje.

37. San Antonio decía: “Aquel que se ha establecido en el desierto, es decir, el hesicasta, se ha desembarazado de tres guerras: la del oído, la de la palabra y la de la vista; no le queda más que una sola: la del corazón.

38. San Nilo insiste en que es preciso abrazar la MONOSIS o sea la soledad “que es la madre de la filosofía.” Filosofía en Nilo es igual a vida monástica en perfección.

39. Ammonas no dice que es preciso no abandonar la soledad y el aislamiento antes de haber conseguido la perfección estable.

40. El abad Filemón predicaba: "Sin perfecta soledad es imposible agradar a Dios, de acuerdo con la filosófica enseñanza de nuestro santo Padre Moisés; la soledad engendra la ascesis."

41. Hablando de silenzio, huida de los hombres y soledad es asombroso el caso de un santo muy grande de actualidad en el próximo Oriente, en el Líbano: San Charbel Makhluf.

42. “Permanece quieto en tu celda y ella te enseñará todo.” Más que autor, esta frase parece ser un texto sagrado.

43. El abad Isaías dijo al abad Macario: Dime una palabra. Y el anciano le dijo: huye de los hombres. El abad le dijo: Qué es eso de huir de los hombres? Y el anciano le respondió: Quedarte quieto en la celda y llorar tus pecados.

44. San Máximo: “En el tiempo de la tentación no abandones tu monasterio, es mejor que resistas valientemente ante las olas de los pensamientos, máxime los de la tristeza y la acedia.”

45. Tan necesaria es la soledad a la paz del corazón, como necesario es el aire para la respiración o la comida para la alimentación y desarrollo físico.

46. “Hay quienes parece están callados, pero su corazón condena a los demás. Esos tales hablan sin cesar. Hay otros que se pasan hablando de la mañana a la tarde, y resulltaa que guardan silencio, ya que no dicen nada que no esté ordenado a una utilidad espiritual.”

47. Pitágoras fue quien, de entre los antiguos, pasó por el hombre que mejor llegó a conocer el alto valor del silencio. Era tal su enseñanza que prescribía a sus discípulos hasta 5 años de silencio. Consideraba que la mayor hazaña y lo que más maestría requería era amaestrar la lengua.

48. San Gregorio el Teólogo se imponía laragos períodos de silencio absoluto. Una vez pasó una cuaresma completa sin pronunciar una sola palabra.

49. Hay personas que son capaces de pasar todo un dia diciendo o escuchando novedades.

50. La más célebre sentencia de los Apotegmas de san Arsenio: “Muchas veces me arrepentí de haber hablado, y nunca de haber callado.”

51. El abad Titoés: No pido a Dios, ya que me libre del pecado, sino que me libre de mi lengua.”Y sin embargo hasta ahora todos los días caigo por culpa suya y cometo pecado.

52. Si ves algo espectacular,u oyes algún cuento (chisme), no vayas a contárselo a tus vecinos.

53. Cómo vamos a guardar el corazón mientras tengamos abierta la lengua y el estómago?

54. “Hace bien quien habla por Dios; y quien calla por Dios, lo mismo.”

55. Toda palabra es inútil, si no coopera en nada al fin propuesto en el servicio de Dios.

56. Sólo el canto de los salmos debe interrumpir nuestro silencio.

57. Arsenio: silencioso y extático, extático y silencioso. Silencioso por voluntad propia, extático a pesar suyo. Durante tres años le pidió a Dios: No me glorifiques en la tierra. Pero de tal modo le glorificó Dios que ninguno podía fijar en él los ojos, a causa del resplandor que irradiaba su persona.

58. Pambo, hombre sin estudios, fue en busca de alguien que le enseñara un salmo. Pero en cuanto aprendió el primer versíclo: “Yo dije, vigilaré mi proceder para que no se me vaya la lengua, del salmo 38, no quiso ya pasar al segundo.

59. Todos los que aman a Dios coinciden en una cosa: su amor al silencio. Cuanto más gustan de la dulzura del Señor, más silenciosos son.

60. Cuando veas que ya casi eres un teólogo, sábete que el silencio es más admirable y digno que la misma teología.

61. En un principio nosotros elejimos y nos imponemos el silencio. Después, de nuestro mismo silencio, nos nace un no se qué que nos hace buscarlo con más deseo. Que Dios nos haga sentir esa cosa que nace del silencio.

62. Una vez que el alma ya no piensa más en sí misma, pierde costumbre de hablar, y se ve entonces liberada gracias a su fe en Dios.

63. Muchas gentes corren para encontrar, y no encontrará sino aquel que continuamente vive en silencio.

64. Todo hombre locuaz aunque cuente cosas admirables, manifiesta que está vacío por dentro. Si amas la verdad, sé amante del silencio.

65. El silencio es el misterio del mundo futuro; mientras que la palabra es el instrumento del mundo presente.

66. Más provechoso es un “Sactus” con atención antes de dormir que una vigilia de 4 horas a base de frases inútiles.

67. “Una vez que has entrado al Yermo has de tener una idea fija: todos tus parientes y amigos han muerto.”

 68. El “hesicasta” en sentido cristiano practica la soledad y el silencio por amor a la oración, a la unión con Dios y a la perfección espiritual.

69. Ojo! Nicodemos el Hagiorita, decía: nosotros llevamos en nuestro interior una conversacioón continua, en virtud de la cual “hacemos mil razonamientos, componemos descoponemos, juzgamos para nuestros adentros, leemos libros enteros, y todo ello en silencio y sin que la boca hable.”

70. “Te desparrames en muchas preocupaciones, dijo el Señor a Marta; muchas te atosigan, y no te das cuenta que una sola es necesaria, y de ésta te priva tu agitación, se trata de la quietud, la hesihjhia, la contemplación de María.”

71. La moral cristiana nos advierte: cuidado con no liarse demasiado, de no vivir siempre angustiados y en tensión. No olvidemos que creemos en Dios todopoderoso sin cuyo concurso nada sucede.

72. San Bernardo, siguiendo al gran Orígenes, lo dice bien claro: “He aquí cual es la medida: CUANDO SE TRATA DE AMAR A DIOS NO HAY QUE PENSAR EN MEDIDA, NI EN METODO; LO MEJOR ES DARLE TODO LO QUE SE TIENE.” La medida del amor a Dios es amarle sin medida.

73. La casa construida sobre roca, no ha de preocupar ni por el maligno ni por la tribulación, o por las persecuciones que pueden sobrevenir por causa de la Palabra.

74. El Señor no ha dicho: Miren cómo vuelan los pájaros, sino que éstos se alimentan sin tener que preocuparse de ello...No dijo que no sembráramos, sino que no debe hacerse de la siembra una preocupación agobiante. Ni que no se debe trabajar, sino que no hay que tener una alma tan mezquina que se deba ahogar por las ocupaciones de cada día.”

75. Enseñó San Juan Clímaco: “El gran quehacer de los hesicastas, es poseer a priori una indeferencia perfecta respecto a todas las cosas humanas, incluso aunque aparezcan ante nuestros ojos como muy convenientes.”

76. Los que haceres desprovistos de sentido, que no tienen razón de ser, son los que constituyen los pecados, o al menos los que conducen a ellos y quedan incluidos aquí también las actividadaes que desde un principo aparecen como inútiles espiritualmente.

77. Aún la preocpación por los pobres o el prójimo, el monje debe huirlas, pues como dice San Juan Clímaco, “aquel que les abre la puerta, verá con asombro que sin darse cuenta ha caído en las redes de éstas y de las primeras después.

78. La hesyhjhia es la eliminación de pensamientos y negación de preocupacines que parecen razonables y convenientes.”

79. Evagrio dice: “es la oración la que se encarga de eliminar los pensamientos.”

80. “Quien tiene a bien dedicarse a la heyjhia, no se preocupará ni de su cuerpo. Pues Aquel que ha permitido (ocuparse) es incapaz de mentir.

91. Quien quiere poner ante Dios una innteligencia pura y luego se deja desbordar por las preocupaciones, se parece a un hombre que tiene los pies atados con cadenas, y que está intentando correr.”

92. “El que cree que es bueno dedicarse a amar a Dios, lanzarse a la empresa de esperar su reino, dedicarse a la penitencia por las faltas pasadas, el que cree que es bueno tomarse en serio aquello del juicio y castigo eterno, el que cree que es bueno vivir con temor acerca de la propia muerte, ese ya no necesita preocparse de más cosas; ni del dinero, ni de más amores, ni de más nada, en absoluto. Ya no siente interés por nada, todo lo transitorio lo ha desechado y a todo ha cogido tirria; y no digamos nada respecto a su propia carne. Nada le causa preocupaciones y así puede marchar alegremente en busca y seguimiento de Cristo.

93. Señor nunca me he cansado de andar tras de Tí, y no he anhelado nunca el poder apartarme de Ti para hacer lo que me viniera en gana; lo salido de mis labios enfrente de tu faz ha estado.”

94. Es vergonzoso que después de haber dejado todas las cosas y habernos decidido a entrar bajo el techo de una vocación que nos viene del Señor y no de hombre alguno, nos preocupemos por cosas que de nada nos servirán en el momento definitivo, es decir el de nuestra muerte.

95. A lo anterior, es lo que el Señor llama volver la vista atrás, y no ser aptos para el reino de los cielos.




96. El Señor, que ve con qué facilidad nos exponemos a dar pasos en falso el comienzo de nuestra conversión, y que sabe que pronto nos volveríamos al mundo si tratásemos con la gente, o sólo si la encontrásemos de vez en cuando, dijo a quien le pidió permiso para ir a enterrar a su padre: “Deja a los muertos que entierren a sus muertos.”

97. Cuando uno está apegado a una cosa o persona por pasión, el síntoma fatal que pronto o tarde aparece, es la tristeza.

98. Quien tenga tirria al mundo, ese ha escapado de la tristeza. Y quien por el contrario, conserve un afeacto desordenado hacia alguna cosa visible, no estará plenamente exento de tristeza.

99. No se llega a ser anacoreta (eremita o ermitaño) de verdad sino mediante un triple renunciamiento: primero a las cosas y a los hombres, incluso parientes; después a la propia voluntad y “la tercera renuncia es a la de ls vanagloria que resulta de ver uno que es obediente.”

100. Sin profecías, sin iluminaciones, si cosas maravillosas y raras, sin milagros, muchísimas gentes han conseguido la salvación; sin humildad sin huida de toda vanagloria, ninguno entrará en la sala nupcial.”

101. La humildad protege a los taumaturgos; la taumaturgia puede destruir la humildad.

102. La mención de los milagros reservados para los monjes y de las cuales se ven privados las gentes del mundo, vienen a confirmar, por testimonio divino, la superioridad del eremitismo, que también quedó sólidamente cimentada en otra clase de agumentos.

103. En palabras de San Juan Crisóstomo: al igual que la moral del NT. Es más dura que la del Antiguo, como también es mucho más difícil ser monje por dentro, en espíritu y de corazón, que por fuera, es decir por las observancias; es que el tercer grado de toda vida espiritual exige un número de mortificaciones que los dos anteriores no han hecho sino preparar.

104. La separación de cosas y personas es menos costoso que eliminar pensamientos agradables o penosos, pues esa separación se sirve para eliminarlos. La hesyjhia, en el sentido preciso de la expresión, es un quehacer exclusivamente interior, es la guerra invisible, o más bien, el resultado de la victoria conseguido en esta guerra contra todas las potencias de turbación, agitación o nerviosismos y pasión.
 

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