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Mayolo, Santo |
Abad de Cluny
Martirologio Romano: En Souvigny, de Borgoña, san Mayolo,
abad de Cluny, quien, firme en la fe, seguro en
la esperanza y repleto de una doble caridad, renovó numerosos
monasterios de Francia e Italia (994)
Etimológicamente: Mayolo = Aquel nacido
en el mes de mayo, es de origen latino.Hijo de Foquer, señor rico y poderoso
en Provenza. Mayolo o también Mayeul nació en el año
906, en la pequeña villa de Valenzola. Sus padres murieron
pronto, cuando Mayolo era aún muy joven. Pronto le ronda
por la cabeza el pensamiento de abandonar sus muchas posesiones
y retirarse a la soledad; pero antes de tomar esta
determinación le obligan a salir de sus tierras los sarracenos
que van haciendo incursiones desde España. Esta es la razón
de refugiarse en Mâcon donde le conociera el obispo Bernon
que le da la prebenda de un canonicato al ver
sus buenas cualidades y disposiciones. Termina sus estudios en la
entonces célebre escuela de Lyon de donde regresa para instruir
en filosofía y teología al clero local, recibir el diaconado
y ser nombrado arcediano, o sea, el primero del orden
de los diáconos. Como el ministerio del diaconado lleva consigo
preparar la mesa a los pobres, repartiéndoles las limosnas de
la iglesia, su nuevo cargo le proporciona la ocasión de
ejercitar la caridad limosnera de un modo poco común; de
hecho, vende sus muebles, casas y tierras para repartirlos entre
los más menesterosos, incrementando así las limosnas del obispo.
Quieren nombrarlo
obispo de Besanzon a la muerte de Guifredo; pero se
resiste y, temeroso de que se presenten otras ocasiones que
no pueda declinar, se retira al claustro. Cluny la abadía
recientemente fundada -en el 910, bajo la advocación de san
Pedro apóstol y sometido a la autoridad del papa, por
Guillermo, duque de Aquitania-, será su casa desde entonces, cuando
su tercer abad es Aymardo. Se observa estrictamente la Orden
de San Benito de Arriano. Allí le encargan de la
biblioteca y le nombran apocrisario, una especie de legado para
resolver asuntos fuera del convento y, de modo especial, los
que se refieren a las relaciones con los nobles o
los príncipes.
Pasa a ser abad de Cluny al quedarse Aymardo
imposibilitado para el gobierno por la ceguera. Con el abad
Mayolo es cuando la abadía más resplandece por su rectitud,
disciplina y espíritu de reforma, volviéndose hacia ella los ojos
de los príncipes, emperadores y papas.
La reforma propugnada por Cluny
pasa a los monasterios de Alemania a petición del emperador
Otón I y de la emperatriz Adelaida.
Las abadías de Marmontier
de Turena, San German de Auxerre, Moutier-San-Juan, San Benito de
Dijon y San Mauro de las Fosas, en las proximidades
de París, conocen la reforma cluniacense en Francia. El mismo
papa Benedicto VII encomienda al abad Mayolo la reforma del
monasterio de Lerins.
Fue toda una labor apasionante y pletórica
realizada sólo en diez años. Claro está que nada de
esto hubiera podido realizarse con un espíritu pusilánime o sin
oración, sin penitencia y sin su piedad recia que incluía
el tierno amor a Santa María como queda expresado en
sus peregrinaciones a los santuarios de Nuestra Señora de Valay
y de Loreto.
No todos los trabajos fueron ad intra propiciando
la reforma de los buenos. Tuvo también escarceos apostólicos y
proselitistas con los infieles sarracenos durante el tiempo en que
le tuvieron preso, en Pont-Ouvrier, y de quienes fue rescatado
por una fuerte suma de dinero que pudo reunirse entre
los frailes y con las ayudas de amigos y ricos
nobles conocidos.
El emperador Otón II quiso que fuera elegido papa,
pero topó con su firme negativa.
Cansado de trabajos y pensando
que su misión estaba concluida, propone se elija a su
fiel discípulo Odilón para sucederle y renuncia a ser abad.
Pero, aunque anciano ya, le queda todavía una última aventura
reformadora; fue Hugo, el fundador de la dinastía de los
Capetos, quien le pide como rey de Francia que regrese
a París para introducir la reforma en la abadía de
san Dionisio; no supo negarse, se puso en camino y
muere en el intento generoso de mejorar ese monasterio para
bien de la Iglesia; en Souvigni, el 11 de Mayo
del año 994, casi nonagenario, muere el reformador Mayolo, uno
de los hombres más eminentes de la cristiandad del siglo
X, organizador insigne que preparó el estallido de vitalidad del
siglo XI. Su figura se presenta magnífica en la escena
del siglo de hierro en un mundo que estaba en
construcción. Además de extender la Orden de Cluny en influencia
y prestigio para reformar el mundo cristiano, su obra se
extiende a otros aspectos de la vida social: construye y
restaura, favorece las letras e introduce las ideas cristianas en
los gobiernos de Alemania, de Francia y de Italia y,
además, es incapaz de contemplar a un necesitado sin derramar
lágrimas.
La abadía de Cluny, el templo mayor del mundo hasta
que en el siglo XVI se construyó en Roma la
basílica de san Pedro, que llegó a ser uno de
los más importantes centros religiosos, que preparó decisivamente el camino
a la reforma gregoriana y que se convirtió en potente
foco de radiación del románico europeo, está convertida hoy en
un montón de ruinas sólo recuperadas para la posteridad en
el papel y el diseño. Se cerró y arrasó en
el 1790 por la Revolución francesa. Se entiende que no
todas las revoluciones son respetuosas con la cultura, ni con
el arte, ni con la historia o que quizá existan
más interpretaciones de historia, de arte y de cultura.
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