jueves, 10 de mayo de 2012

Meditación de San Alberto Hurtado, un verdadero jesuita



 


Los grandes ídolos de nuestro tiempo son el dinero, la salud, el placer, la comodidad: Lo que sirve al hombre. Y si pensamos en Dios, siempre hacemos de Él un medio al servicio del hombre. Le pedimos cuentas, juzgamos sus actos, nos quejamos cuando no satisface nuestros caprichos. Dios en sí mismo parece no interesarnos. La contemplación está olvidada, la adoración y la alabanza es poco comprendida. Al hombre de mundo sólo le corresponde trabajar y gozar.
El criterio de eficacia, rendimiento y utilidad fundan nuestra manera de actuar. No se comprende el acto gratuito, desinteresado, del que nada hay que esperar económicamente. Mucho menos se entiende el valor del sacrificio. La explicación es simple: En este siglo industrial todo se pesa, todo se cuenta, todo se mide. La adhesión de la inteligencia se obtiene a fuerza de utilidad y de propaganda. ¿Cómo no extender este criterio al dominio de las almas? Los medios sobrenaturales como la Penitencia y la Eucaristía, son reemplazados por recetas naturales: higiene, dignidad, testimonio indiscutible de un debilitamiento del sentido de Dios.
Muchos continúan pronunciando el nombre de Dios. No pueden olvidar sus enseñanzas que desde pequeños les enseñaron sus padres, pero se han acostumbrado al sonido de la palabra Dios como algo cotidiano y se contentan con ella sola, tras la cual no hay ningún concepto que pueda comparase en lo grande y terrible, en lo tremendo y arrobador de la realidad que es Dios.
No niegan a Dios; lo invocan, pero nunca han penetrado su grandeza y la bienaventuranza que puede hallarse en Él. Dios es para ellos algo inofensivo con lo que no hay que atormentarse mucho. La existencia misma de Dios nunca se ha interpuesto en su camino, gigantesca o inaccesible como una montaña. Dios queda en el horizonte como un volcán que está bastante lejos para no temerle, pero aún bastante cerca para darse cuenta de su existencia. A menudo Dios no es más que un cómodo refugio mental. Todo lo que es incomprensible en el mundo o en la propia vida se le achaca a Dios: ¡Dios lo ha dicho! ¡Dios lo ha querido!
A veces Dios es un cómodo vecino a quien se puede pedir ayuda en un apuro o en una necesidad. Cuando no se puede salir del paso, se reza, esto es, se pide al bondadoso Vecino que lo saque del peligro, pero se volverá a olvidar de Él cuando todo salga bien. Éstos no han llegado hasta la presencia abrumadora de la proximidad de Dios.
Al hombre siempre le falta un tiempo para pensar en Él. Tiene tantos otros cuidados: comer, beber, trabajar y divertirse. Todo esto tiene que despacharse antes de que él pueda pensar con reposo en Dios. Y el reposo no viene. Nunca viene.
Hasta los cristianos a fuerza de respirar esta atmósfera estamos impregnados de materialismo práctico. Confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida de cada día está lejos de Él. Nos absorben mil ocupaciones. Nuestra vida de cada día es pagana. En ella no hay oración, ni estudio del dogma, ni tiempo para practicar la caridad o para defender la justicia. La vida de muchos de nosotros, ¿no es, acaso, un absoluto vacío?
Todo lo que es propio del cristiano, conciencia, fe religiosa, espíritu de sacrificio, apostolado, es ignorado y aún denigrado. Nos parece superfluo. Los más llevan una vida puramente material de la cual la muerte es el término final. ¡Cuántos bautizados lloran delante de la tumba como los que no tienen esperanza!
La inmensa amargura del alma contemporánea, su soledad, las neurosis y hasta la locura, tan frecuentes en nuestro siglo, ¿no son fruto de un mundo que ha perdido a Dios? Ya bien lo decía San Agustín: "Nos creaste, Señor, para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti".
Felizmente el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca, como el girasol busca el sol. En el hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus, en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios. En medio de un mundo en delincuencia hay grupos de almas escogidas que buscan a Dios con toda su alma y cuya voluntad es el supremo anhelo de sus vidas. Y cuando lo han hallado, el espíritu comprende que lo único grande que existe es Él. Las decisiones realmente importantes y definitivas son las que yacen en Él.
El que halla a Dios se siente buscado por Dios, como perseguido por Él, y en Él descansa. Ve ante sí un destino junto al cual las cordilleras son como granos de arena. Esta búsqueda de Dios sólo es posible en esta vida, y esta vida sólo toma sentido en esa misma búsqueda. Un día cesará la búsqueda y será el definitivo encuentro. Llegará un día en que veremos que Dios fue la canción que meció nuestras vidas. ¡Señor, haznos dignos de escuchar esa llamada y de seguirla fielmente!


Alberto Hurtado

San Alberto Hurtado
Saint Alberto Hurtado.jpg
Nombre Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga
Nacimiento 22 de enero de 1901
Viña del Mar, Chile
Fallecimiento 18 de agosto de 1952
Santiago, Chile
Venerado en Iglesia Católica Romana
Beatificación 16 de octubre de 1994
Canonización 23 de octubre de 2005
Festividad 18 de agosto
Atributos Fundación Hogar de Cristo, Camioneta verde, niños, sotana negra
Patronazgo Niños pobres, Trabajadores sociales
Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga (Viña del Mar, Chile, 22 de enero de 1901Santiago, Chile, 18 de agosto de 1952), conocido popularmente como Padre Hurtado, fue un sacerdote jesuita chileno, fundador del Hogar de Cristo. Desde su canonización, llevada a cabo por el Papa Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005, los católicos lo veneran como San Alberto Hurtado. Es considerado en Chile como el patrono de los trabajadores.

Biografía

Primeros años

Alberto Hurtado Cruchaga nació en la ciudad de Viña del Mar, en el seno de una familia de la aristocracia vasca1 chilena, hijo de Alberto Hurtado Larraín y Elena Cruchaga Tocornal. Tras la muerte de su padre a manos de salteadores, se trasladó junto a su familia a Santiago a la edad de cuatro años. En 1908 ingresó al Colegio San Ignacio (Alonso Ovalle) dirigido por la Compañía de Jesús gracias a una beca. Inició su trabajo con los más pobres de la ciudad cuando entró a trabajar en el Patronato anexo a la Parroquia de Nuestra Señora de Andacollo. Alberto trabajaba en la secretaría, la dirección de la biblioteca y la caja de ahorro de los alumnos de la escuela y del Centro Obrero.2 y trabajó en El Diario Ilustrado, un conservador periódico santiaguino. En su conciencia social jugó un importante rol su director espiritual, el jesuita Fernando Vives, pionero en el tema de la responsabilidad social del católico. Ingresó en 1918 a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En 1919 ingresó al Partido Conservador. Su tesis para optar al título de abogado trato del “Trabajo a domicilio”, donde mostró la situación y malas condiciones en que efectuaban el trabajo a domicilio, las costureras. En 1920 ingresó al ejército en la llamada Guerra de don Ladislao, ante la amenaza ficticia de nuevo conflicto bélico con Perú. En 1923 se recibió de abogado. Sin embargo, su vocación religiosa lo llevó a ingresar, el 14 de agosto de 1923, a la Compañía de Jesús. Su instrucción la inició en el Noviciado de los jesuitas en Chillán, luego recorrió Argentina, España y Bélgica. El 24 de agosto de 1933 fue ordenado sacerdote por el cardenal Jozef-Ernest Van Roey, primado de Bélgica, en la ciudad de Lovaina. Fue comisionado por el Ministerio de Educación a que estudiara en Bélgica y Alemania, donde recibio el doctorado en Pedagogía el 10 de octubre de 1935. Regresó a Chile en febrero de 1936.

Trabajo social

A su retorno en Santiago, su trabajo se concentró en acercar la Iglesia a la juventud y a los más pobres. Trabajó como profesor en el Colegio San Ignacio y en la Universidad Católica, donde también contribuyó a la creación de la Facultad de Teología. El 9 de octubre de 1938 puso la primera piedra del Noviciado y la Casa de Ejercicios de Marruecos, pueblo que en la actualidad lleva el nombre de Padre Hurtado en honor al santo.
En 1941 fue nombrado asesor de la Acción Católica Juvenil de la Arquidiócesis de Santiago, cargo en el cual trabajaría con el Obispo de Talca, Monseñor Manuel Larraín Errázuriz, quien fue compañero suyo en el San Ignacio. El dinamismo y entusiasmo que le entregó a este grupo permitió que, en 3 años, fuese ampliado al resto del país y que sus integrantes aumentaran de 1.500 a 12.000 y sus centros, de 60 a 600. Sin embargo, la defensa de los derechos de los obreros, aun invocando la Doctrina Social de la Iglesia y las encíclicas de los Pontífices, lo llevó a un conflicto con su amigo de juventud y Obispo Auxiliar de Santiago (ahora transformado en su superior jerárquico), Monseñor Augusto Salinas Fuenzalida. El obispo conminó a Hurtado a que renunciara a la asesoría de la Acción Católica. El Padre Hurtado, fiel al voto de obediencia, acató la renuncia.
Su defensa a los pobres y trabajadores llevó a que los sectores más acomodados y conservadores de la sociedad y la Iglesia lo apodaran de "cura rojo" o "cura comunista". Sin embargo, se cree que Alberto Hurtado estuvo influenciado fuertemente por La Falange Nacional, la que posteriormente se transformaría en el Partido Democrata Cristiano chileno, aunque el propio Padre Hurtado desmintió cualquier vínculo con la falange. Lo cierto es que los líderes de este partido salieron de la Acción Católica, dirigida por Hurtado en aquella época.

Hogar de Cristo y trabajos intelectuales

Imagen del Padre Hurtado en un altar de la Catedral de Santiago.
Luego de su participación en el mundo juvenil, se dedicó a ayudar a los más pobres. Así, comenzó una campaña, principalmente en el diario El Mercurio que llevó a la fundación del Hogar de Cristo. El 21 de diciembre de 1944 colocó la primera piedra de la construcción de la sede principal de la fundación, ubicada en la calle Bernal del Mercado, en la comuna de Estación Central.
Fundó, en junio de 1945, la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH). A pesar de las reticencias iniciales de la Conferencia Episcopal de que fuera utilizada como una trinchera del comunismo dentro de la Iglesia, fue reconocida por ésta en 1950. El 8 de octubre de 1947 fue recibido por el Papa Pío XII, a quién solicitó ayuda para preparar dirigentes obreros sindicalistas y patrones jóvenes en el pensamiento católico y la Doctrina social de la Iglesia.
Publicó en 1949 El Orden Social Cristiano en los documentos de la Jerarquía Católica y Sindicalismo, Historia, Teoría, Práctica. En octubre de 1951 fundó la Revista Mensaje como una forma de difundir la doctrina social católica.

Últimos días

Oración al padre Hurtado.
El 18 de agosto de 1952 falleció a los 51 años a causa de un cáncer de páncreas que había desarrollado durante los últimos años. Sin embargo, su muerte no implicó el fin de sus enseñanzas y mensajes. El Hogar de Cristo se volvió la institución de beneficencia más grande del país y se volvió un ícono para los jóvenes, pobres, ancianos y obreros. El Gobierno de Chile declaró el 18 de agosto como el "Día de la solidaridad".

Beatificación

Tras la acreditación de un milagro, consistente en la sanación de un tumor cerebral a la sra. María Alicia Cabezas, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994 en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano. A la celebración asistieron miles de chilenos, encabezados por el Presidente de la República, Eduardo Frei, y los presidentes de las cámaras legislativas.

Canonización

Luego de que las comisiones de médicos, teólogos y cardenales verificaran un segundo milagro, en la persona de Viviana Galleguillos, una joven que logró salir completamente sana de la condición de muerte cerebral debida a un accidente automovilístico, el Padre Hurtado fue declarado Santo de la Iglesia en una Misa Solemne celebrada por S.S. Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005 en la Plaza de San Pedro, siendo la primera canonización de su pontificado. Concelebraron los obispos chilenos junto a cardenales de la Curia Romana, y concurrieron a Roma un número superior a siete mil peregrinos chilenos, entre los cuales se encontraba un grupo de jóvenes y adultos de escasos recursos beneficiados por el Hogar de Cristo. La delegación oficial fue encabezada por el Presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar, acompañado de su esposa, la Primera Dama de Chile Luisa Durán. En aquella ocasión, Lagos definió al Padre Hurtado como "nuevo padre de la Patria"

Medios de comunicación

En 1990, Canal 13 de Chile (Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile) emitió la miniserie biográfica "Crónica de un Hombre Santo", la cual explora la vida personal de San Alberto Hurtado desde su nacimiento hasta su muerte. Su elenco estuvo lleno de populares figuras de telenovelas, y cuatro actores de diversas edades encarnaron al Padre durante su vida: el popular actor Cristián Campos interpretó al Padre durante sus años de apostolado. La serie también ha sido emitida por el canal católico EWTN. Con motivo de la canonización, el mismo Canal 13 produjo el film: "Alberto: cuánto cuesta hacer un ojal", que relata la historia de la tesis del joven Alberto Hurtado para obtener el título de abogado, la cual versó sobre las costureras y los derechos laborales. Este largometraje fue protagonizado por el actor Iván Álvarez de Araya.

Véase también

Referencias

  1. «Ayuda vasca permite crear primera empresa discapacitados en Chile (SID)» (HTML). Consultado el 31 de marzo de 2010.
  2. Hurtado, S.J., Alberto, "Cartas E Informes del Padre Alberto Hurtado, S.J.," Santiago: Ediciones Universidad.

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