¿Quieres un lugar donde escapar cuando necesitas silencio y soledad?
La
experiencia demuestra que buscamos "lugares para orar". Se edifican
altares, templos, santuarios, ermitas, grutas, monasterios…; espacios de
oración. Si bien el corazón es el lugar del encuentro y de la Alianza
con Dios, los espacios de oración ayudan mucho a centrarnos en Dios y en
María.
La
piedad del pueblo cristiano en todas partes se manifiesta en lugares
reservados exclusivamente para recogerse en oración. Esto es algo
evidente en Italia, por ejemplo, donde a cada paso se encuentran
imágenes de la Santísima Virgen María en las calles.
En
muchos hogares de las familias más pobres de México, casitas que miden
apenas 25 metros cuadrados, está siempre presente un altar donde tienen
colocado un crucifijo, la imagen de la Virgen María y el patrono del
pueblo, adornado con flores frescas y veladoras que representan la fe
viva del orante.
El
n. 2696 del Catecismo de la Iglesia Católica habla del oratorio
personal o familiar como uno de los lugares más favorables para la
oración. Y el número 2691 del Catecismo dice: "para la oración personal,
el lugar favorable puede ser un "rincón de oración", con las Sagradas
Escrituras e imágenes, a fin de estar "en lo secreto" ante nuestro
Padre. En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece
la oración en común."
Por
eso es muy recomendable que en todo hogar católico haya un espacio
reservado a la Virgen María: un altar dentro de casa o una gruta en el
jardín. Será un lugar de encuentro de padres e hijos con nuestra Madre
del cielo, un espacio donde los esposos puedan resolver situaciones
matrimoniales o familiares en presencia de María, un refugio donde poder
escaparse cuando se siente la necesidad de silencio y soledad. Ella
estaba presente en el Cenáculo con los Doce, que "perseveraban en la
oración, con un mismo espíritu" (Hch 1,14)
Un
rincón de oración en casa, dedicado a nuestra Madre del cielo, es un
modo de decirle a María que queremos ser como el discípulo amado, que la
acoge en la intimidad familiar. Allí podemos "orar con ella y orarle a
ella" (Catecismo 2679).
Es
provechoso tener en casa un espacio así porque María es la gran maestra
de oración y su sola presencia inspira y nos invita a hacer un alto
para elevar la mirada al cielo:
"La
oración de María se nos revela en la aurora de la plenitud de los
tiempos. Antes de la encarnación del Hijo de Dios y antes de la efusión
del Espíritu Santo, su oración coopera de manera única con el designio
amoroso del Padre: en la anunciación, para la concepción de Cristo; en
Pentecostés para la formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. En la fe
de su humilde esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba
desde el comienzo de los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho "llena
de gracia" responde con la ofrenda de todo su ser: "He aquí la esclava
del Señor, hágase en mí según tu palabra". Fiat, ésta es la oración
cristiana: ser todo de El, ya que El es todo nuestro." (Catecismo 2617)
Una
gruta dedicada a la Virgen María es también una ofrenda para nuestra
Madre. Sabemos que le gustan estos lugares, espacios donde sus hijos
acudan a su encuentro; Ella misma lo pidió en Lourdes y en la colina del
Tepeyac. Para quienes no lo tienen aún, puede ser un buen regalo para
Ella en el mes de mayo.
Lo ideal sería que se edificara en familia, como suele hacerse con el Belén o Nacimiento en Navidad.
La experiencia demuestra que buscamos "lugares para orar". Se
edifican altares, templos, santuarios, ermitas, grutas, monasterios…;
espacios de oración. Si bien el corazón es el lugar del encuentro y de
la Alianza con Dios, los espacios de oración ayudan mucho a centrarnos
en Dios y en María. Por ejemplo, la imagen que aparece arriba la colocó
el Papa Juan Pablo II frentea la ventana de su despacho en el Vaticano, a
la vista de todos los peregrinos.
La piedad del pueblo cristiano en todas partes se manifiesta en lugares reservados exclusivamente para recogerse en oración.
Esto es algo evidente en Italia, por ejemplo, donde a cada paso se
encuentran imágenes de la Santísima Virgen María en las calles.
En muchos hogares de las familias más pobres de México, casitas que
miden apenas 25 metros cuadrados, está siempre presente un altar donde
tienen colocado un crucifijo, la imagen de la Virgen María y el patrono
del pueblo, adornado con flores frescas y veladoras que representan la
fe viva del orante.
El n. 2696 del Catecismo de la Iglesia Católica habla del oratorio
personal o familiar como uno de los lugares más favorables para la
oración. Y el número 2691 del Catecismo dice: "para la oración personal,
el lugar favorable puede ser un "rincón de oración", con las Sagradas
Escrituras e imágenes, a fin de estar "en lo secreto" ante nuestro
Padre. En una familia cristiana este tipo de pequeño oratorio favorece
la oración en común."
Por eso es muy recomendable que en todo hogar católico haya
un espacio reservado a la Virgen María: un altar dentro de casa o una
gruta en el jardín. Será un lugar de encuentro de padres e
hijos con nuestra Madre del cielo, un espacio donde los esposos puedan
resolver situaciones matrimoniales o familiares en presencia de María,
un refugio donde poder escaparse cuando se siente la necesidad de
silencio y soledad. Ella estaba presente en el Cenáculo con los Doce,
que "perseveraban en la oración, con un mismo espíritu" (Hch 1,14).
Un rincón de oración en casa, dedicado a nuestra Madre del cielo,
es un modo de decirle a María que queremos ser como el discípulo amado,
que la acoge en la intimidad familiar. Allí podemos "orar con ella y
orarle a ella" (Catecismo 2679).
Es provechoso tener en casa un espacio así porque María es la gran maestra de oración y su sola presencia inspira y nos invita a hacer un alto para elevar la mirada al cielo:
"La oración de María se nos revela
en la aurora de la plenitud de los tiempos. Antes de la encarnación del
Hijo de Dios y antes de la efusión del Espíritu Santo, su oración
coopera de manera única con el designio amoroso del Padre: en la
anunciación, para la concepción de Cristo; en Pentecostés para la
formación de la Iglesia, Cuerpo de Cristo. En la fe de su humilde
esclava, el don de Dios encuentra la acogida que esperaba desde el
comienzo de los tiempos. La que el Omnipotente ha hecho "llena de
gracia" responde con la ofrenda de todo su ser: "He aquí la esclava del
Señor, hágase en mí según tu palabra". Fiat, ésta es la oración
cristiana: ser todo de El, ya que El es todo nuestro." (Catecismo 2617)
Una gruta dedicada a la Virgen María es también una ofrenda para
nuestra Madre. Sabemos que le gustan estos lugares, espacios donde sus
hijos acudan a su encuentro; Ella misma lo pidió en Lourdes y en la
colina del Tepeyac. Para quienes no lo tienen aún, puede ser un buen
regalo para Ella en el mes de mayo.
Lo ideal sería que se edificara en familia, como suele hacerse con el Belén o Nacimiento en Navidad.
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