viernes, 18 de mayo de 2012

San Félix de Cantalicio


Félix de Cantalicio (OFMCap)
Rubens Felice da Cantalice.JPG
Cuadro de Peter Paul Rubens
Santo
Nombre Felice Puerro
Nacimiento 1513 o 1515
Cantalice, Rieti, Italia
Fallecimiento 18 de mayo de 1587
Roma, Italia
Venerado en Iglesia Católica
Beatificación 1 de octubre de 1625 por el papa Urbano VIII
Canonización 22 de mayo de 1712, en Roma por Clemente XI
Principal Santuario Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos, Via Veneto, Roma
Festividad 18 de mayo
Atributos Hábito capuchino
Patronazgo Spello, criadores de gusanos de seda de Italia
Tumba de san Félix de Cantalicio en la iglesia romana de Nuestra Señora de la Concepción de los capuchinos.
San Félix de Cantalicio (Cantalice, Italia, 1513 - 18 de mayo de 1587) fue un religioso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos.

Biografía

Hijo de dos campesinos muy pobres y piadosos, Félix de niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Era muy devoto del Santo Rosario, y decía que En cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por Él todo lo que se hace o sufre.

Capuchino

Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Dios dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitarlos en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la comunidad religiosa más exigente que existía en ese entonces. El amigo le dijo que eran los padres Capuchinos. Entonces se dirigió a un convento de esta Orden para que pedir ser admitido.
El superior intentó disuadirle, y le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: "Padre, ¿en mi habitación hay un crucifijo?". "Sí, lo habrá", le dijo el superior. "Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia". El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.
El oficio de Félix fue por 40 años el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero le decía: "Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el Santo Rosario". Y repetía: "O santo, o nada". "La única tristeza es la de no ser santo". Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.
La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: "En un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Santísima Virgen María".
Era amigo de San Felipe Neri. Un día, Felipe le dijo: "Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo". Fray Félix le respondió: "Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así consiga una gran gloria en la eternidad".
Siempre viajaba descalzo por calles y caminos. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: "Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar", y el santo le respondió: "Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma".
Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: "Que Dios te haga un santo. Pediré por ti".
Eran tantas las veces que repetía la frase "Gracias a Dios", que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito "Gracias a Dios".
San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para conseguir que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: "Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino".
Al franciscano Felice Peretti, Padre Montalto, que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: "Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento". Montalto, futuro Sixto V, siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.
Desde pequeño se sintió favorecido por la Santísima Virgen. Cuando pasaba frente a las imágenes de María, repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: "Acuérdate que eres mi Madre". Y decía frecuentemente: "Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos".

Muerte y canonización

Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme.
Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.
El papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.
En 1712, el papa Inocencio XI lo declaró santo. Su fiesta se celebra el 18 de mayo.

Referencias

Véase también

Enlaces externos



Detalle de Murillo, entre 1664-66Fuente: artehistoria.com
San Félix de Cantaliciocapuchino, místico
Amante de Cristo en la pobreza, la humildad y la gratitud.
+18 Mayo 1587

Nació en Cantalicio, cerca de Citta Ducale, en la Apulia.  Sus padres eran campesinos muy piadosos.  Supieron educarle tan bien que sus compañeros de juegos, cuando lo veían acercarse, le gritaban: "¡Ahí viene San Félix!"  El santo pastoreaba las vacas desde niño, conducía su rebaño a algún paraje tranquilo, donde pasaba largas horas en oración ante una cruz que había grabado en el tronco de un árbol.  Cuando tenía doce años, entró a trabajar en la casa de un rico propietario de Citta Ducale, llamado Marco Tulio Pichi o Picarelli, quien le empleó primero como pastor y después como cultivador.
Era todavía muy joven cuando aprendió a meditar durante el trabajo y pronto alcanzó un alto grado de contemplación.
Tanto en Dios como en las criaturas que le rodeaban como en sí mismo, encontraba abundante materia de meditación.  Más tarde, un religioso le preguntó cómo podía vivir en la presencia de Dios en medio del trabajo y las ocasiones de distracción.  El santo le respondió: "Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal de que sepamos mirarlas con ojos  sencillos." Su materia predilecta para meditación era la Pasión del Señor, que no se cansaba de contemplar. Félix era tan alegre como humilde; jamás se dio por ofendido cuando alguien le injuriaba; en vez de responder groseramente, replicaba: "Voy a pedir a Dios que te haga un santo." El relato de la vida de los padres del desierto le produjo cierto deseo de seguir la vida eremítica; pero comprendió que era un género de vida muy peligroso para él.
Todavía se hallaba en duda sobre su vocación, cuando un accidente vino a mostrarle la voluntad de Dios.  Se hallaba un día arando un terreno con un par de bueyes nuevos, cuando su amo se acercó a él.  Los animales, asustados por la presencia del propietario u otra razón, derribaron a Félix quien trató de contenerlos; aunque el arado le pasó por encima el santo se levantó ileso. Para agradecer a Dios aquel milagro, Félix pidió ser admitido como hermano lego en el convento capuchino de Citta Ducale.  El padre guardián, después de hablarle de la austeridad de la vida conventual, le dejó frente a un crucifijo:  "Considera, le dijo, que el Señor sufrió por nosotros." Félix rompió a llorar y el superior comprendió que, si sentía tan intensamente la pasión de Cristo, debía ser un alma elegida.  
Félix hizo el noviciado en Antícoli. Desde los primeros meses, pasó imbuido en el espíritu de su orden, pues amaba la pobreza, la humildad y la cruz. Con frecuencia rogaba a su maestro de novicios que le redoblaran las penitencias y mortificaciones y le tratase con mayor severidad que a los demás, pues sus compañeros eran, según él, más dóciles y más inclinados a la virtud.  Aunque estaba persuadido de que todos eran mejores que él, sus hermanos de religión le llamaban "el Santo", como lo habían hecho antaño sus compañeros de juegos.
En 1545, hacia los treinta años de edad, hizo los votos solemnes.  Cuatro años más tarde, fue enviado a Roma, donde durante cuarenta años, es decir, casi hasta su muerte, salió diariamente a pedir limosna para el mantenimiento de la comunidad.  El oficio era muy pesado, pero San Félix se regocijaba por la humillaciones, fatigas e incomodidades que traía consigo y nada le podía distraer su pensamiento de Dios. Con la aprobación de los superiores, que tenían absoluta confianza en su discreción, ayudaba generosamente a los pobres con las limosnas que juntaba. Además, visitaba los enfermos, a los que servía personalmente y consolaba a los moribundos.  San Felipe Neri le prodigó gran estima y le gustaba conversar con él; a manera de saludo, los dos santos de Dios se deseaban mutuamente una participación más intensa en la Pasión de Cristo.  San Carlos Borromeo envió a San Felipe Neri las reglas que había redactado para los oblatos, pidiéndole que las revisara; San Felipe se excusó de no poder hacerlo y recomendó para ello a San Félix. En vano protestó éste de que jamás había hecho estudios; los superiores ordenaron que se le leyesen las reglas y que diera su opinión sobre ellas.  El santo recomendó que se suprimiesen unas disposiciones demasiado severas.  San Carlos Borromeo siguió el consejo y manifestó su admiración por la prudencia de manifestó.
San Félix se trataba a sí mismo con gran severidad. Andaba descalzo y usaba cilicio; ayunaba a pan y agua, ya que podía hacerlo sin llamar la atención y se contentaba con los mendrugos de pan que encontraba en el fondo de su alforja.
Ocultaba celosamente los dones sobrenaturales que Dios le concedía; sin embargo, algunas veces, cuando ayudaba en la Misa, era arrebatado en éxtasis a la vista de todos.  Por todo lo que veía y acontecía, daba gracias a Dios; tan frecuentemente pronunciaba las palabras "Deo gratias", que los abuelos de la calle le llamaban el hermano Deogracias. Cuando Félix era ya muy anciano y achacoso, el cardenal protector de la orden, que quería mucho al santo, aconsejó a sus superiores que le relevasen de su oficio; pero Félix les rogó que le dejasen seguir pidiendo limosna, diciendo que el alma se marchita cuando el cuerpo no trabaja.  Dios le llamó a Sí a los setenta y dos años de edad, después de consolarle en el lecho de muerte con una visión de la Santísima Virgen. 
El santo obró muchos milagros después de su muerte y fue canonizado en 1709



Felicidad plena en el desprendimiento


Durante cuarenta años el humilde capuchino fray Félix pidió limosnas para su convento, volviéndose una de las más queridas figuras de la Ciudad Eterna

En nuestra época de lucha de clases y de revueltas sociales, es oportuno conocer la vida de un Santo que nació, vivió y murió en la más extrema pobreza, alabando siempre a Dios y cantando sus glorias. San Félix de Cantalicio es uno de los más joviales y alegres santos del calendario. Tenía él la perfecta alegría de servir a Dios en la persona de sus superiores y hermanos, y, a pesar de su continua mortificación, nunca perdió el buen humor.
De familia pobre, pero temerosa de Dios
Tercero de una familia de cinco, Félix nació en Cantalicio, pequeño poblado italiano del territorio de Città Ducale, en la provincia de Umbría. Sus padres eran pobres campesinos cuya única riqueza consistía en ofrecer sus hijos a la Religión católica, que les enseñaron desde la cuna.
A los doce años, para disminuir una boca en la tan parca alimentación doméstica, Félix fue mandado a trabajar en Città Ducale, en la hacienda de un hombre temeroso de Dios, que cuidaba de él como si fuera parte de su familia. La infancia y juventud de Félix pueden ser resumidas con estas palabras: pocas letras, mucho trabajo y mucha oración.
Pastoreando el ganado del patrón, Félix grababa una cruz en el tronco de algún árbol y, de rodillas, rezaba muchos rosarios. Poco a poco, guiado por el Espíritu Santo, comenzó a hacer meditación durante el trabajo, llegando a la contemplación de Dios en sus obras. Decía: “Todas las criaturas pueden llevarnos a Dios, con tal que sepamos mirarlas con ojos simples”.
Sus compañeros de infancia, y después de juventud, lo respetaban tanto que sólo se referían a él como San Félix. En su presencia, ninguna palabra menos pura, ninguna broma dudosa, ningún acto equívoco se practicaba. Y todos se contagiaban con la alegría que él irradiaba a su alrededor, fruto de su perfecta conformidad con a voluntad de Dios.
Asistía a Misa diariamente y dedicaba su tempo libre a la oración y a las buenas obras.
Un accidente le lleva al estado religioso
En esa vida simple e inocente vivió 28 años. Un accidente, que puso en riesgo su vida, lo llevó a decidir hacerse religioso. Estaba arando el campo con una yunta de bueyes, cuando éstos, asustándose por algún motivo, se volvieron contra él, que cayó por tierra, y pasaron con el arado por encima de él. Cuando se levantó sin ningún arañón, Félix vio en aquello un aviso de Dios y fue a pedir su admisión en el monasterio capuchino de la ciudad.
El padre Guardián que lo atendió, para certificarse de su vocación, describió las austeridades de la Orden con las tintas muy cargadas. Félix le replicó que, si en la celda hubiese un Crucifijo, bastaría mirarlo para soportar cualquier sufrimiento o contrariedad. Consciente de que estaba ante alguien que meditaba constantemente en la Pasión del Salvador, el Guardián lo admitió de muy buen grado.
Su noviciado en Áscoli, a donde fue enviado, se caracterizó por una oración continua día y noche, y por fiebres graves y prolongadas, que él juzgó que eran de origen infernal para impedirle seguir la regla con toda fidelidad. Por eso, un día se levantó y le fue a decir al superior que estaba sano. Y realmente comenzó a trabajar y a seguir todos los puntos de la regla, inclusive ayunos, sin mayor dificultad.
Cantalice o Cantalicio, poblado natal de San Félix, conserva aún hoy el encanto de los viejos tiempos

Un alegre limosnero en las calles de la Ciudad Eterna
Félix aprendía de memoria oraciones, antífonas, salmos, versículos, himnos litúrgicos y pasajes evangélicos para alimentar su devoción. Con frecuencia, rogaba al maestre de novicios que redoblase sus penitencias y mortificaciones y lo tratase con más severidad que a los otros, pues juzgaba a sus compañeros más dóciles e inclinados a la virtud.
En 1545, a los 30 años, pronunció los votos solemnes. Transcurridos cuatro años, fue enviado a Roma. Durante 40 años, o sea, casi hasta su muerte, salía diariamente para pedir limosnas en las calles de la ciudad, con vistas a la manutención de la comunidad.
Siempre alegre y contento, le decía a su compañero de fatigas: “Buen ánimo, hermano: los ojos en la tierra, el espíritu en el cielo, y en la mano el santísimo rosario”.
Además de solicitar limosnas para su convento, él las pedía también, con permiso del superior, con el fin de auxiliar a otros necesitados. Socorría principalmente a los niños abandonados en las calles de la ciudad.
Para llamar la atención del pueblo, acostumbraba gritar: Deo gratias (gracias a Dios), por lo que quedó conocido en la ciudad como Fray Deogratias. Su humildad era la fuente de su jovialidad. Decía: “Yo no soy fraile, sino que estoy con los frailes; soy el burrito de los capuchinos”. Y cuando alguien le preguntaba cómo estaba, respondía: “Estoy mejor que el Papa, que tiene tantos contratiempos; yo no cambiaría esta alforja por el papado y el Rey Felipe juntos... Vivo tan feliz, que ya me parece estar en el Cielo”.
Tres grandes santos se encuentran en Roma
En las apiñadas calles de la Ciudad Eterna, se encontraba con todo el mundo, inclusive con santos. Uno de ellos era el gran Felipe Neri, tan jovial y lleno de buen humor como Fray Félix. Y ellos se saludaban a su manera:
– Buenos días, fray Félix –le decía Felipe. ¡Ojalá lo quemen por amor a Dios; así se irá más rápido al Paraíso!
– Saludos, padre Felipe –le respondía el capuchino. ¡Ojalá lo maten a palos y lo descuarticen en nombre de Cristo!
Era común ver en Roma este espectáculo inusitado: el capuchino puesto de rodillas para recibir la bendición del padre Felipe, y a éste arrodillarse al mismo tempo, pidiendo la bendición de fray Félix.
Cierto día fray Félix se encontró en la calle con el propio Papa, que le suplicó un pedazo de pan recibido de limosna. Pero que tomase uno cualquiera, sin escogerlo. El capuchino hundió la mano en la alforja y sacó justamente un pan negro y reseco que le entregó al Papa, sonriendo y diciendo: “¡A Dios gracias, Santo Padre, que Vuestra Santidad también fue monje!”
Otro santo que admiraba y buscaba la amistad de fray Félix era el cardenal Carlos Borromeo. Éste le pidió un consejo para transmitir a sus sacerdotes, a fin de que progresen en la virtud. Fray Félix respondió: “Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino”.
En otra ocasión, San Carlos Borromeo le pidió a San Felipe Neri que revise unas reglas que había redactado para unos oblatos. San Felipe le sugirió que se las mostrase a San Félix. Éste quedó estupefacto, pues era casi analfabeto y sin estudios. Pero San Carlos Borromeo insistió y él hizo la revisión, mostrando algunos puntos en que había demasiada severidad. El cardenal admiró la prudencia y sabiduría del humilde lego.
Cuando le preguntaban a fray Félix de dónde le venía tanta sabiduría, el respondía: “Toda mi ciencia está encerrada en un librito de seis letras: cinco rojas, las llagas de Cristo, y una blanca, la Virgen Inmaculada”.
Nuestra Señora le entrega al Niño Jesús
Y la devoción de Félix a la Virgen se manifestaba a cada paso, en las calles de la Ciudad Eterna, ante las innumerables Madonne que adornan edificios y monumentos. Decía: “Acuérdate que eres mi Madre. Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos”.
Un día en que fray Félix rezaba en el convento ante una imagen de Nuestra Señora con el Niño, Ella, según un testigo ocular, le cedió al Niño para que lo acariciase. Este hecho fue inmortalizado en una cuadro del gran pintor Murillo.
Fray Félix poseía otro talento: dotado de una bella voz de barítono, componía y cantaba canciones religiosas, que pronto se volvieron populares en Roma.
Un contemporáneo suyo, así lo describe: “Bajo de estatura, pero de cuerpo lleno y moderadamente robusto. La frente espaciosa y arrugada, las narices anchas, la cabeza algo grande, los ojos vivos y de color que tiraba a negro; la boca, no afeminada, sino grave y viril; el rostro alegre y lleno de arrugas; la barba no larga, sino inculta y espesa; la voz apacible y sonora; el lenguaje de tal calidad que, aunque rústico, por ser simple y humilde, convertía en hermosura la rusticidad”.
Sobria tumba de San Félix de Cantalicio en la iglesia de los Capuchinos, en Roma

Premio de la gloria eterna y canonización
En su vida de religioso, dice uno de sus biógrafos, fray Félix practicó con perfección ejemplar los tres votos monásticos: “Obediente, sin vacilaciones ni resistencias; pobre hasta los límites del más absoluto desprendimiento; y casto, con la inocencia de quien no conoció derrotas ni sabe lo que es la malicia de la pasión”.
Al fin, el 18 de mayo de 1587, a los 72 años de edad, fray Félix de Cantalicio entregó su pura e inocente alma a Dios.
El pueblo de Roma quiso canonizarlo inmediatamente. El Papa reinante, Sixto V, que lo conoció bien, recolectó dieciocho milagros obrados por intercesión del Santo para su beatificación. Fray Félix de Cantalicio fue canonizado en 1712.



Pasó cantando las últimas fatigas de la enfermedad, y en una de sus canciones originales voló a los cielos.
«Amor mio, Gesù, Gesù, il mio cor deh! prendi tu, nè ridarmelo mai più».
«Jesús, Jesús, amor mío. Róbame el corazón y no me lo devuelvas ya.»
 VIDAS DE SANTOS - SAN FÉLIX DE CANTALICIO
Nació en 1513, en Cantalicio, pueblo de la Umbría, hijo de padres pobres, pero temerosos de Dios. Jamás perdió la inocencia bautismal; amó siempre a Dios y fue devoto singular de la Virgen. Siendo niño guardó ovejas, y luego fue labrador, orando en medio del campo. Leyendo la Vida de loa Santos, resolvió imitarlos.
A los veintiocho años entró en el noviciado de la religión de PP. Capuchinos, en calidad de lego, donde cayó enfermo. Recobrada la salud, le enviaron a Roma, de oficio limosnero, que ejerció cuarenta años con grande edificación. Era austero para si mismo y extremadamente cariñoso con los demás. En su sencillez se descubría delicadeza, genio y buen gusto. Mortificaba tanto los sentidos, que más parecía ángel que hombre. Su ardiente caridad con los pobres era hija del encendido amor que a Dios tenía. En los quince últimos años de su vida comulgaba diariamente. Ayunaba a pan y agua todas las vísperas de la fiesta de la Virgen, y María Santísima se le apareció y le puso al Niño Jesús en sus brazos. Con tan ricos consuelos ya no pensó sino en desasirse de la mortaja corporal.
Subió al Cielo el 18 de Mayo de 1587, y el papa Clemente XI le canonizó en 1712. Amén.


 HIMNO
La humilde alforja limosnera
recoge pan de puerta en puerta;
pide fray Félix por amor
y un don de amor pidiendo entrega.
Juntas se encuentran para el pobre,
servidas juntas en la mesa,
la caridad del Padre bueno,
la bendición de quien la ofrenda.
Camina humilde, como templo
que dentro lleva la Presencia,
y si dialoga, sus palabras
vienen de Dios cual Buena Nueva.
Mirad las cinco flores rojas,
rosas que son de llagas bellas;
mirad la blanca flor bendita,
María, fúlgida azucena.
Ellas serán sus libros santos,
fuente secreta de su ciencia;
todo lo ignora y todo sabe
quien a Dios tiene y se contenta.
ìHonor a Cristo, nuestro Hermano,
que a los sencillos se revela;
honor, que el Padre así lo quiso
y en los humildes se deleita! Amén.



Liturgia franciscana: 18 de mayo, 

san Félix de Cantalicio,

I Orden

18 de mayo
SAN FÉLIX DE CANTALICIO,
RELIGIOSO, I ORDEN
Familia Franciscana: MO
OFM Cap: FIESTA
Nació en1515. Alos treinta años soltó la mancera para ingresar entre los capuchinos. Durante ocho lustros se le vio recorrer las calles de Roma con su alforja de limosnero. Trabó una gran amistad con San Felipe Neri y San Carlos Borromeo. Brilló por su candor y sencillez evangélica. Adornado de carismas celestiales murió en Roma en 1587. Lo canonizó Clemente XI en 1712.
Del Común de santos varones: para los religiosos.
Himnos latinos propios en el Apéndice.
Invitatorio
Ant. Venid, adoremos al Señor que revela los secretos de su reino a la gente sencilla. (T.P. Aleluya.)
El salmo invitatorio como en el Ordinario.
Oficio de lectura
Himno de Laudes.
SALMODIA
Ant. 1. Dichoso quien pone su felicidad y gozo en las santas palabras y obras del Señor. (T.P. Aleluya.) 
Salmo 1
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
En el juicio los impíos no se levantarán,
ni los pecadores en la asamblea de los justos;
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
Ant. Dichoso quien pone su felicidad y gozo en las santas palabras y obras del Señor. (T.P. Aleluya).
Ant. 2.
La pura y santa simplicidad confunde toda la sabiduría de este mundo y la prudencia de la carne. (T.P. Aleluya).
Salmo 11
Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblez de corazón.
Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua fanfarrona
de los que dicen: «La lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?»
El Señor responde: «Por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre, yo me levantaré,
y pondré a salvo al que lo ansía.»
Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga,
refinada siete veces.
Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente:
de los malvados que merodean
para chupar como sanguijuelas sangre humana.
Ant. La pura y santa simplicidad confunde toda la sabiduría de este mundo y la prudencia de la carne. (T.P. Aleluya.)
Ant. 3.
Dichosos los que trabajan por la paz, dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (T.P. Aleluya.)
Salmo 23
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
–¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
–El hombre de manos inocentes
y puro corazón,
que no confía en los ídolos
ni jura contra el prójimo en falso.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
–Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, héroe valeroso;
el Señor, héroe de la guerra.
¡Portones!, alzad los dinteles,
que se alcen las antiguas compuertas:
va a entrar el Rey de la gloria.
–¿Quién es ese Rey de la gloria?
–El Señor, Dios de los ejércitos.
Él es el Rey de la gloria.
Ant. Dichosos los que trabajan por la paz, dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (T.P. Aleluya.)
V. El Señor condujo al justo por sendas llanas. (T.P. Aleluya.)
R. Le mostró el reino de Dios. (T.P. Aleluya.)
PRIMERA LECTURA
De la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios                                         1, 17–31
Dios quiso valerse de la necedad de la predicación,
para salvar a los creyentes
Hermanos: No me envió Cristo a bautizar, sino a anunciar el Evangelio, y no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo. El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero, para los que están en vías de salvación –para nosotros– es fuerza de Dios. Dicela Escritura: «Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces.» ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el sofista de nuestros tiempos? ¿No ha convertido Dios en necedad la sabiduría del mundo?
Y como, en la sabiduría de Dios, el mundo no lo conoció por el camino de la sabiduría, quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes. Porque los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero, para los llamados –judíos o griegos–, un Mesías que es fuerza de Diosy sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
Y si no, fijaos en vuestra asamblea: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dicela Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»
RESPONSORIO                                                                                                                   Sb 6,12
R. La sabiduría es radiante, * Y nunca se marchita. (T.P. Aleluya.)
V.
Fácilmente la ven los que la aman. * Y nunca. (T.P. Aleluya.)
SEGUNDA LECTURA
De los escritos de San Francisco de Asís
(Regla I, cap. XVII: BAC 399, San Francisco de Asís, Madrid 1980, pp. 102–103)
Guardémonos de toda soberbia y vanagloria
En la caridad, que es Dios, ruego a todos mis hermanos, predicadores, orantes, trabajadores, tanto clérigos como laicos, que procuren humillarse en todo, no gloriarse ni gozarse en sí mismos, ni exaltarse interiormente de las palabras y obras buenas; más aún, de ningún bien que Dios hace y obra alguna vez en ellos y por ellos, según lo que dice el Señor: Pero no os alegréis de que los espíritus os estén sometidos.
Y tengamos la firme convicción de que a nosotros no nos pertenecen sino los vicios y pecados. Y más debemos gozarnos cuando nos veamos asediados de diversas tentaciones y al tener que sufrir en este mundo toda clase de angustias o tribulaciones de alma o de cuerpo por la vida eterna.
Guardémonos, pues, todos los hermanos de toda soberbia y vanagloria; y defendámonos de la sabiduría de este mundo y de la prudencia de la carne, ya que el espíritu de la carne quiere y se esfuerza mucho por tener palabras, pero poco por tener obras, y busca no la religión y santidad en el espíritu interior, sino que quiere y desea tener una religión y santidad que aparezca exteriormente a los hombres. Y éstos son aquellos de quienes dice el Señor: En verdad os digo, recibieron su recompensa. El espíritu del Señor; en cambio, quiere que la carne sea mortificada y despreciada, tenida por vil y abyecta. Y se afana por la humildad y la paciencia, y la pura, y simple, y verdadera paz del espíritu. Y siempre desea, más que nada, el temor divino y la divina sabiduría, y el divino amor del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Y restituyamos todos los bienes al Señor Dios altísimo y sumo, y reconozcamos que todos son suyos, y démosle gracias por todos ellos, ya que todo bien de él procede. Y el mismo altísimo y sumo, solo Dios verdadero, posea, a él se le tributen y él reciba todos los honores y reverencias, todas las alabanzas y bendiciones, todas las acciones de gracias y la gloria; suyo es todo bien; sólo él es bueno.
Y, si vemos u oímos decir o hacer malo blasfemar contra Dios, nosotros bendigamos, hagamos bien y alabemos a Dios, que es bendito por los siglos.
RESPONSORIO                                                                              Col 3, 17; 1Cr 29, 17; 1Co 1, 25
R. Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, ofreciendola Acciónde Gracias a Dios Padre por medio de él. * Dios mío, con sincero corazón te lo ofrezco todo. (T.P. Aleluya.)
V.
Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres * Dios mío.
HIMNO Te Deum.
Oración
Oh Dios, que diste a tu Iglesia y a la Orden franciscana un ejemplo vivo de candor y sencillez evangélica en san Félix de Cantalicio, concédenos, te rogamos, seguir sus huellas para buscar y amar intensamente a Cristo. Que vive y reina contigo.
Laudes
HIMNO
La humilde alforja limosnera
recoge pan de puerta en puerta;
pide fray Félix por amor
y un don de amor pidiendo entrega.
Juntas se encuentran para el pobre,
servidas juntas en la mesa,
la caridad del Padre bueno,
la bendición de quien la ofrenda.
Camina humilde, como templo
que dentro lleva la Presencia,
y si dialoga, sus palabras
vienen de Dios cual Buena Nueva.
Mirad las cinco flores rojas,
rosas que son de llagas bellas;
mirad la blanca flor bendita,
María, fúlgida azucena.
Ellas serán sus libros santos,
fuente secreta de su ciencia;
todo lo ignora y todo sabe
quien a Dios tiene y se contenta.
¡Honor a Cristo, nuestro Hermano,
que a los sencillos se revela;
honor, que el Padre así lo quiso
y en los humildes se deleita! Amén.
Ant. 1. Dios mío, has escuchado mis votos y me has dado la heredad de los que veneran tu nombre. (T.P. Aleluya.)
Los salmos y el cántico, del domingo de la semana I.
Ant. 2. Santos y humildes de corazón, bendecid al Señor. (T.P. Aleluya.)
Ant. 3.
Señor, tú has agarrado mi mano derecha y me has llevado a un destino glorioso. (T.P. Aleluya.)
LECTURA BREVE                                                                                                        Rm 12, 1–2
Os exhorto, hermanos, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
RESPONSORIO BREVE
Tiempo pascual:
R. Ante Dios realizó grandes proezas. Y de todo corazón alabó al Señor. * Aleluya, aleluya. Ante Dios.
V. Fue un verdadero adorador de Dios, manteniéndose en la inocencia. * Aleluya, aleluya. Gloria. Ante Dios.
Fuera del tiempo pascual:
R. Ante Dios realizó grandes proezas. * Y de todo corazón alabó al Señor. Ante Dios.
V. Fue un verdadero adorador de Dios, manteniéndose en la inocencia. * Y de todo. Gloria al Padre. Ante Dios.
Benedictus, ant. Dichosos los que trabajan por la paz, dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. (T.P. Aleluya.)
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, el Dios santo, y, pidiéndole que nos enseñe a servirle con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días, aclamémosle diciendo:
Tú solo eres santo, Señor.
Señor Jesús, que a todos nos llamas a la perfección del amor,
danos el progresar por caminos de santidad.
Señor Jesús, que nos diste un ejemplo de sencillez evangélica en san Félix,
concédenos seguir sus huellas.
Señor Jesús, que viniste al mundo no para que te sirvieran, sino para servir,
haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad.
Señor Jesús, fuente de todo gozo,
haz de nuestras vidas una gozosa entrega a ti.
Padre nuestro.
Oración
Oh Dios, que diste a tu Iglesia y a la Orden franciscana un vivo ejemplo de candor y sencillez evangélica en san Félix de Cantalicio, concédenos, te rogamos, seguir sus huellas para buscar y amar intensamente a Cristo. Que vive y reina contigo.
Hora intermedia
Las antífonas y los salmos, del día correspondiente.
Tercia
LECTURA BREVE                                                                                                        Sb 7, 27–28
La sabiduría, siendo una sola, todo lo puede; sin cambiar en nada, renueva el universo, y, entrando en las almas buenas de cada generación, va haciendo amigos de Dios y profetas; pues Dios ama sólo a quien convive con la sabiduría.
V. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud. (T.P. Aleluya.)
R. y enseña su camino a la gente sencilla. (T.P. Aleluya.)
Sexta
LECTURA BREVE                                                                                                                 St 2, 5
Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?
V. Dichosos los pobres en el espíritu. (T.P. Aleluya.)
R. Porque de ellos es el reino de los cielos. (T.P. Aleluya.)
Nona
LECTURA BREVE                                                                                                             Rm 15, 13

Que el Dios de la esperanza colme vuestra fe de alegría y de paz, para que con la fuerza del Espíritu Santo desbordéis de esperanza.
V. Que se alegren los que se acogen a ti, Señor. (T.P. Aleluya.)
R.
Con júbilo eterno, y protégelos. (T.P. Aleluya.)
La oración como en Laudes.
Vísperas
HIMNO
En flor primera de tu joven vida,
eligiendo las normas de Francisco,
a Jesús entregaste jubiloso
vida y cariño.
Siempre en faenas de las más humildes,
sigue el camino del humilde padre,
lleva en su pecho caridad divina
que luce y arde.
Vigila el corazón púdicamente
y entrena el cuerpo con la cruz diaria.
En su oración nocturna a Dios descubre,
goza y descansa.
Sereno y generoso compadece,
los ánimos alivia, se consagra
al pobre y al enfermo, y su sonrisa
cura y levanta.
Astro del cielo y de estos tus hermanos,
pide al Señor Jesús nos dé tu espíritu
cortés, agradecido, sobrio y dócil,
siempre en servicio.
Gloria a Dios Padre y a su Hijo amado,
así como al Espíritu Paráclito,
a Dios Señor por los siglos sempiternos,
Único y Trino. Amén.
SALMODIA
Ant. 1.
El Señor levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes. (T.P. Aleluya.) 
Salmo 112
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.
Ant. El Señor levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes. (T.P. Aleluya.)
Ant. 2.
Lo hallaron perfecto y sin mancha: su gloria será eterna. (T.P. Aleluya.)
Salmo 145
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos,
el Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos,
sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Ant. Lo hallaron perfecto y sin mancha: su gloria será eterna. (T.P. Aleluya.)
Ant. 3. Bendito sea Dios que nos eligió para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. (T.P. Aleluya.)
                                                                             Cántico                                          Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Ant. Bendito sea Dios que nos eligió para que fuése mos santos e irreprochables ante él por el amor. (T.P. Aleluya.)
LECTURA BREVE                                                                                                            Col 3, 1–4
Hermanos: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
RESPONSORIO BREVE
Tiempo pascual:
R.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. Y vivid alegres. * Aleluya, aleluya. Que la paz.
V. A ella habéis sido convocados en un solo cuerpo. * Aleluya, aleluya. Gloria al Padre. Que la paz.
Fuera del tiempo pascual:
R. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. * Y vivid alegres. Que la paz.
V. A ella habéis sido convocados en un solo cuerpo.* Y vivid. Gloria al Padre. Que la paz.
Magníficat, ant. Dejad que los niños se acerquen a mí: de los que son como ellos es el reino de Dios. (T.P. Aleluya.)
PRECES
Adoremos, hermanos, a Cristo, Salvador nuestro diciendo:
Jesús, fuente de sabiduría, escúchanos. 
Señor Jesús, que confiaste a tus discípulos de un modo particular el precepto del amor,
ayúdanos a hacer el bien a todos.
Señor Jesús, que dijiste: «Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios»,
haz que contemplemos tu rostro en nuestros hermanos.
Señor Jesús, que has trabajado con tus propias manos,
da sentido a nuestro trabajo, para que todos, al vernos, puedan glorificar al Padre.
Señor Jesús, paz y reconciliación nuestra,
concede a nuestros hermanos difuntos el gozo de la felicidad de tus santos.
Padre nuestro.
Oración
Oh Dios, que diste a tu Iglesia y ala Orden franciscana un ejemplo vivo de candor y sencillez evangélica en san Félix de Cantalicio, concédenos, te rogamos, seguir sus huellas para buscar y amar intensamente a Cristo. Que vive y reina contigo.
APÉNDICE
Himnos en latín
OFICIO ORDINARIO
18 de mayo
san Félix de Cantalicio
Laudes
Flore primáevo nítidae iuvéntae
sancta Francísci documénta vitae
éligens, Iesu vóluit libénter
es se fidélis.
Is diu fervens húmili labóre
sémitas Patris premit obsequénter:
totus et sancto calefáctus igni,
luce refúlget.
Pérvigil custos ánimi pudíci,
corpus infórmat crucis ad palaestram:
gaudet insómnis précibus Supérnum
fléctere Numen.
Cóndolens maestis ánimo seréno
érigit vires; míseris amícas
pórrigit palmas; rélevans et aegros
laude nitéscit.
O iubar caeli, simul et tuórum!,
sóbriam, mitem docilémque mentem
ímpetra nobis: vígilans doléntem
réspice terram.
Sit decus Patri genitáeque Proli
et tibi, compar utriúsque virtus
Spíritus semper, Deus unus, omni
témporis aevo. Amen.
Vísperas
Felix, puéllus ínnocens,
virtúte fulges plúrima:
piis, honéstis móribus
indesinénter prómines.
Francísci in hortum fértilem
translátus inde próvide,
vernis redúndas flóribus
fructúsque profers úberes.
Corpus labóre sédulo
afflígis, ac ieiúniis:
pressus flagéllis, ímmolas
veram Deo te víctimam.
Praebens iuvámen lánguidis
in valle plena lácrimis,
locátus inter cáelites,
audi cliéntes súpplices.
Deo Patri sit glória
eiúsque soli Fílio,
cum Spíritu Paráclito,
nunc et per omne sáeculum. Amen.

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