miércoles, 9 de mayo de 2012

San Pacomio

 
EL MONACATO EGIPCIO
San Pacomio, fundador del cenobitismo

Recorramos un poco su historia:
Pacomio nació en Latópolis (Esneh) en torno al año 290, de padres paganos. Tras enterarse de la existencia de los cristianos en una prisión. Promete bautizarse al salir de esta y así es. Como desea hacerse monje se pone bajo la dirección espiritual del anciano Palamón que le inicia en la vida anacorética. Pacomio había descubierto la vida cristiana como amor y como servicio a los hombres pero después de su bautismo se orientó hacia la vida anacorética.
Tras una crisis vocacional entiende que: "La voluntad de Dios es que te pongas al servicio de los hombres para reconciliarlos con Él". Ensanchó su celda para acoger a más monjes y se les llamó los tabennesionitas porque la celda se encontraba en tabennisi. A los nuevos discípulos se les exige una renuncia absoluta de sus bienes, todo lo ponían en común. Así comienza una gran expansión: Pbow, Akhmin, thebiou, tsi, tsiminé... El primero albergó 600 monjes.
Tras su muerte en 351 llegaron a ser 2000 monjes sólo en Alejandría.
La comunidad como camino de encuentro con Dios:
En el anacoretismo había alejado el servicio de Dios del de los hombres. Pacomio lo une en la vida comunitaria. Quiso una koinonía al estilo de vida de la primera comunidad de Jerusalén. La vida comunitaria tenía tres pilares:

1- Ponían en común todos los bienes
2- Tenían una misión mutua
3- Fidelidad a la Regla
Cenobitismo: (koinos: común; Bios: vida)vida en común.
Vida en el monasterio de Pacomio:
Solo había una puerta que era vigilada por el portero designado por el superior. Celebraban la eucaristía con los laicos. La obediencia es el principio fundamental de la orden. El trabajo era fundamental así como la oración. Todo lo que debía hacer el monje estaba escrito en la regla.
Pero surge una reforma: La reforma de Schenute:
En Egipto hubo unos monasterios a parte, llamados "el monasterio blanco". El abad nació en 348. Tuvo 2200 varones y 1800 monjas. Le pareció que la regla de Pacomio era muy suave y la reformó con:
· Mortificaciones.
· Bastonazos por mentir. Tanto es así que un fraile se le murió.
· Obediencia absoluta.
. Hacía que los laicos participaran.
 


Pacomio
StPakhom.jpg
Icono copto de San Pacomio
Nacimiento 287
Egipto
Fallecimiento 14 de mayo de 346
Egipto
Venerado en Iglesia Copta, Iglesia Católica, Iglesia Ortodoxa
Festividad 9 de mayo
Pacomio fue un soldado romano del siglo IV que luchó en el bando de Majencio en la Segunda Tetrarquía. Se convirtió al cristianismo en el transcurso de un viaje a Alejandría, altamente impresionado por las buenas cualidades que pudo ver entre los cristianos de aquellas tierras, en especial la caridad. Fue entonces cuando decidió retirarse como ermitaño para llevar una vida de oración y austeridad, junto a uno de los templos de Serapis que por aquel entonces se hallaba en ruinas.

Monasterio pacomio

Tras un tiempo de vida como ermitaño decidió crear una regla para monjes en comunidad que debían tener el trabajo como medio de subsistencia importante. Con esta regla monástica sentó las bases para lo que fuera más tarde el Ora et labora que proclamó San Benito. Los monasterios creados por Pacomio llegaron a ser centros fabriles de producción, con un recinto rodeado por un muro, en el que había cabida hasta para mil monjes repartidos en las distintas casas.1 Dentro del cercado había distintas edificaciones y en cada una trabajaban y oraban cuarenta monjes. A su vez cuatro de estos edificios formaban una tribu con 160 monjes. Al frente del conjunto del monasterio había un abad. Cada cierto tiempo se reunían todos los frailes para tratar asuntos comunes y de religión. Estas reuniones se hicieron célebres con el nombre de pacomias.
La vida monástica de los pacomios tuvo gran aceptación entre las comunidades cristianas. A la muerte de Pacomio existían ya nueve monasterios de monjes y dos de monjas, siendo el primero de todos el que fundó en Tabennisi cerca de Denderath (Egipto). Murió hacia el año 346.

Véase también

Bibliografía consultada

  • Enciclopedia Católica, 1999.

Notas

  1. En los monasterios pacomios se fabricaba gran diversidad de productos como muebles, calzado, telas y variedad de productos agrícola. Contaban incluso con barcos para poder trasportar los artículos y materiales por el Nilo.



  2. La espiritualidad del monaquismo está basada en el contemptus saeculi. Las primeras noticias que tenemos de esta forma de vida nos las proporcionan San Atanasio y San Jerónimo en sus escritos sobre los monjes de los desiertos de Egipto. El monacato cristiano nació en la segunda mitad del siglo III en Egipto como anacoretismo. Llevadas por el deseo de observar de modo radical el evangelio, algunas personas se desprendían de todos sus bienes e incluso abandonaban la comunidad social a fin de vivir en adelante sólo para Cristo.
    En la primera mitad del siglo IV aparece San Antonio Abad (251-356), en los desiertos de Nitria y Scete (Bajo Egipto). Lleva una vida anacorética de soledad y silencio. En el Alto Egipto vivía San Pablo de Tebas por aquella misma época.
    Después de veinte años de soledad, San Antonio reúne a sus discípulos y se forma la primera comunidad de anacoretas sin regla. Así aparece la primera forma de vida común.
    En el Alto Egipto (Tebaida), San Pacomio (286-346) inaugura la vida cenobítica que es también una forma de vida común, pero con obediencia a un superior religioso mediante una "Regla." Los monjes viven en un claustro (casa con celdas para muchos monjes rodeada de un muro). Al frente del monasterio o cenobio está un abad. A la muerte de San Pacomio había ya nueve cenobios en la Tebaida con millares de monjes. Había también dos cenobios de mujeres. La abadesa era María, una hermana de San Pacomio.
    Además de este ejemplo de monacato femenino, tenemos en el siglo IV el suceso de las damas romanas que, dirigidas por San Jerónimo, se trasladaron a Belén y fundaron un cenobio para mujeres.
    Otras formas primitivas de monacato son las de:
    San Sabes: vida anacorética y eremítica en los desiertos de Judea y Siria; aparecen las lauras en Jerusalén, que son una fusión de la vida eremítica y cenobítica;
    San Efrén: en la segunda mitad del siglo IV, vida anacorética y eremítica en Edesa (Siria nororiental); ahí estuvieron San Juan Crisóstomo y San Jerónimo;
    En Asia Menor Eustacio, obispo de Sebaste (380) promueve la vida cenobítica. San Basilio fue discípulos suyo y propiamente se le considera el fundador del monaquismo en Oriente. En los monasterios fundados por él se vivía en común, se practicaba el amor al prójimo y se cultivaba una forma de cultura elevada. San Basilio escribió reglas monásticas.
    Más tarde aparecen otros tipos de vida monacal:
    los sarabaitas: vivían dos o tres en la misma celda;
    los giróvagos: iban vagando de una comunidad a otra;
    los reclusos: se hacían emparedar vivos en celdas muy estrechas, de por vida;
    los estilitas: como San Simón, que vivió treinta años, cerca de Antioquía, en una columna.
    Entre los siglo IV y VIII se desarrolla el monaquismo urbano. Por ejemplo, en Constantinopla había ochenta monasterios en tiempo de Justiniano (siglo VI) que escribió sobre los monjes y a quienes dedicó las "novelas" 5 y 139.
    Son dignos de mención, dentro del monacato urbano, los acemetas ("akoimetoi"): los insomnes. Su fundador fue San Alejandro. Se dedicaban a la "oración perpetua." El monasterio de Studion fue un monasterio de acemetas muy famoso en la antigüedad, fundado por el cónsul Studios. Los monjes "estuditas" fueron firmes defensores del Primado romano contra los monofisitas, en el siglo VI).
    Los monjes solían ser laicos (legos). Vestían hábito (túnica negra, cinturón de cuero, piel de cordero o cabra, capuchón), ejercían un trabajo manual y hacían oración. Había algunos pocos sacerdotes entre ellos.
    Entre los monjes orientales no parece haber habido dependencias con esenios, neoplatónicos, pitagóricos, budistas, etc.

    San Atanasio de Alejandría dio a conocer estas formas de vida en Treveris (Alemania), durante uno de sus exilios. Escribió una biografía sobre San Antonio.
    Los primeros monjes de Occidente aparecen bajo la forma de vida cenobítica en las islas del mediterráneo (la isla de Lerins, frente a Marsella). Practican el monaquismo San Ambrosio, San Agustín y San Paulino de Nola.
    El monacato se extendió por el África latina. San Agustín fundó un monasterio en su casa de Hipona. Se vivía "vida apostólica" que consistía en que el clero vivía en la casa del obispo. Es el antecedente de los "Canónigos regulares" de la Edad media. Escribió una regla para varones y mujeres. Durante la reconquista bizantina del África del Norte (siglo VI) seguían muchos monasterios organizados según esta regla de San Agustín.
    En el centro de las Galias también se extiende el monaquismo a través de San Martín de Tours que funda el monasterio de Ligugé (Poitiers) y el de Marmoutier (Tours, año 370).
    En el sudeste de las Galias (Provenza) aparecen formas de vida monacal en Marsella y Lerins. Juan Casiano funda en Marsella la Abadía de San Víctor. Honorato funda en Lerins "lauras" como las de Palestina (vida cenobítica y eremítica combinadas). Otros promotores insignes del monaquismo occidental fueron Salviano de Marsella y San Vicente de Lerins. De esos monasterios salieron obispos famosos como Hilario y Cesareo de Arles, Máximo y Fausto de Riez, y Euquerio de Lyon.
    Un siglo más tarde San Benito (480-547), patriarca del cenobismo occidental, propaga la vida monacal. San Benito nació en Nursia (Sabina del norte) y muere en Montecasino en plena guerra gótica. Estudia en Roma, va a Subiaco (Sublacum, en los montes sabinos: lago artificial construido por el emperador Claudio junto a las ruinas de un palacio campestre de Nerón). Ahí funda una comunidad según el modelo de los monasterios de San Pacomio.
    La segunda fundación es Montecasino (529), en Campania, entre Roma y Nápoles. Ahí se instaura la vida cenobítica completa con el "ora et labora" (oración litúrgica, lectio divina y trabajo).
    San Benito escribe su "regla" el año 540. San Gregorio Magno, que fue monje benedictino, dice que se trata de un "código notable por su discreción y claro en su lenguaje." Está inspirada en la "Regula Magistri" del siglo VI también.
    La Orden benedictina fue la única que, hasta el siglo XII, rigió el monaquismo occidental. Uno de los benedictinos ilustres fue Casiodoro, hombre público que bajo el dominio de los ostrogodos (540) funda "Vivarium" un monasterio en Calabria, donde se copiaban manuscritos antiguos. Este saber pasaría a los anglosajones y luego los monjes ingleses lo llevaría a toda Europa.
    La hermana de San Benito, Santa Escolástica (+547) funda un monasterio para mujeres.

    La literatura hagiográfica que nace en el siglo IV está estrechamente relacionada con el monaquismo. Hasta entonces en la Iglesia se había venerado sólo como santos a los mártires, y se habían transmitido sus testimonios en panegíricos, vidas y actas de mártires. Con los monjes apareció en escena un segundo grupo de cristianos ejemplares a los que se peregrinaba como a "santos vivientes," al tiempo que se acudía también a los santos lugares de la vida de Cristo en Palestina y a las tumbas de los santos (principalmente de los apóstoles y mártires en Roma). Y se escribían y divulgaban sus vidas.
    Entre la literatura monástica están las siguientes obras:
    la Regla de San Pacomio, que fue escrita ya en vida de él (9 de mayo de 347). Se ha conservado íntegra sólo en la traducción latina de San Jerónimo. Se divide en cuatro partes con un total de 193 instrucciones breves. El original fue escrito en copto. La base espiritual de la regla de San Pacomio y la medida para todo es la Sagrada Escritura. Sus dos características supremas son la funcionalidad de todas sus instrucciones para promover la vida cenobítica y la moderación que ella mantiene en todo. La virtud fundamental es la obediencia como función creadora y conservadora de la comunidad.
    Las Reglas de San Basilio el Grande. San Basilio conoció los centros monásticos de Siria, Mesopotamia, Palestina y Egipto. Para sus reglas también se inspira en la Regla de San Pacomio, pero sus reglas son totalmente nuevas, de acuerdo con el tiempo que se vivía. San Basilio moderó el afán de ascetismo que había en su época en su Corpus asceticum. Las Reglas de San Basilio representan una colección de normas concretas nacidas de la experiencia y que obedecen a unos principios básicos comunes. El primer principios es el de San Pacomio: la Sagrada Escritura. El segundo es el integrar el monacato en la Iglesia total. Basilio fundamenta sus Reglas en el mandamiento del amor recíproco.
    Los escritos monásticos de San Agustín: tiene reglas masculinas y femeninas, y su De opere monachorum,.
    El opus de Evagrio Póntico (nacido en 345 en Ibora, en el Ponto) consta fundamentalmente de dos géneros: comentarios bíblicos (según el método exegético alegórico origenista) y escritos ascéticos y monásticos (que se cimientan en la mística origenista pero sin limitarse a repetirla).
    Los escritos de Simeón de Mesopotamia (Macario), de la misma época de Evagrio. Se atribuyeron a San Macario, uno de los padres del monacato egipcio. Fue un griego culto que vivió con su comunidad monástica en la parte superior del Éufrates. Escribió cartas, homilías y logia (dichos).
    Los escritos de Juan Casiano, que es el tercer gran escritor del siglo IV. Nació hacia el año 360 y murió después del 432. Entre otros escritos suyos están las Institutiones y las Collationes.
    Las vidas e historias de santos: Vita Antonii de Atanasio, Vita Macrinae y la Vita Gregorii Thaumaturgi de Gregorio de Nisa, la Vita Ambrosii de Paulino de Nola y la Via Augustinii de Posidio.
    Los itinerarios, como el Itinerarium Egeriae.
    San Pacomio es contemporáneo de Constantino III el Grande y coincide por tanto con la época en que el cristianismo se convierte en la religión oficial del imperio Romano. Pacomio era precisamente uno de los soldados que luchó en el bando de Majencio. En un viaje a Alejandría, lo que más le admiró fue la caridad cristiana. Tanto que se convirtió al cristianismo, y a continuación, deseoso de llevar una vida lo más santa y austera posible, se retiró a hacer vida de ermitaño junto a uno de los templos de Serapis (el dios médico), ya en ruinas. Quizá se inspiró en los monjes egipcios de Serapis, o quizá quiso ofrecer una fórmula alternativa a la vida solitaria, el caso es que creó un nuevo concepto de vida religiosa en comunidad, basada en el trabajo. Los monasterios que creó eran auténticos centros fabriles.
    Su primer monasterio lo fundó en Tabennisi, junto a Denderath. Al morir dirigía nueve monasterios de monjes y dos de monjas. Un monasterio pacomiano era una pequeña ciudad, que contaba incluso con naves en el Nilo para acarrear la materia prima y llevar a los mercados los productos manufacturados por los monjes y monjas. Tuvo una gran aceptación la propuesta monástica de san Pacomio, porque era mucho más flexible que la vida eremítica en cuanto a austeridad y mortificación. Existían unos mínimos para todos los monjes, a partir de los cuales cada uno podía añadir lo que quisiera. El monasterio era un conjunto de construcciones rodeado por un muro. En un monasterio de estas características podían vivir más de mil monjes. En cada edificio vivían y trabajaban y hacían la oración de cada día 40 monjes. Los monjes de cada cuatro edificios, formaban una tribu (160 monjes). Y en un monasterio podía llegar a haber hasta 10 tribus. En cada casa había un prepósito (un monje que estaba al frente de todos) y el conjunto del monasterio era gobernado por un abad. Los sábados y los domingos, los oficios divinos revestían especial solemnidad y se celebraban en la iglesia del monasterio.
    El monasterio producía libros, calzado, muebles, tejidos, productos agrícolas, etc. Una institución que se hizo célebre y que mantuvo su nombre en la Edad Media fueron la "pacomias," que así se llamaron durante siglos las reuniones de los frailes para tratar temas religiosos, filosóficos, ascéticos, morales, etc. Esta práctica fue imitada por muchas otras órdenes religiosas, que así han venido denominándolas, en honor de su fundador. La aportación de san Pacomio a la evolución integral de la sociedad cristiana salida ya de las catacumbas, fue muy importante.
    Tras su muerte en 351 llegaron a ser 2000 monjes sólo en Alejandría.
    La comunidad como camino de encuentro con Dios: El anacoretismo había alejado el servicio Divino de los hombres. Pacomio lo une en la vida comunitaria. Quiso una koinonía al estilo de vida de la primera comunidad de Jerusalén. La vida comunitaria tenía tres pilares:
  3. Ponían en común todos los bienes
  4. Tenían una misión mutua
  5. Fidelidad a la Regla
Vida en el monasterio de Pacomio:
Solo había una puerta que era vigilada por el portero designado por el superior. Celebraban la eucaristía con los laicos. La obediencia es el principio fundamental de la orden. El trabajo era fundamental así como la oración. Todo lo que debía hacer el monje estaba escrito en la regla.

Catequesis pronunciada por nuestro muy venerable santo padre Pacomio, el santo archimandrita con motivo de un hermano que guardaba rencor contra otro; en tiempos del abad Ebonh, que había llevado a aquel hermano a Tabennesi. (Pacomio) le dirigió estas palabras en presencia de otros padres ancianos, para su gran alegría. En la paz de Dios! Desciendan sobre nosotros sus santas bendiciones y las de todos los santos! Que todos podamos ser salvados! Amén!
Hijo mío, escucha y sé sabio (Pr 23:19), recibe la verdadera doctrina hay, en efecto, dos caminos.
Sé obediente a Dios como Abraham, que dejó su tierra, marchó al exilio y vivió bajo una carpa con Isaac en la tierra prometida, como en tierra extranjera; obedeció, se humilló a sí mismo, recibió una heredad, incluso fue puesto a prueba con respecto a Isaac, fue valiente en la prueba y ofreció a Isaac en sacrificio a Dios. Por eso Dios lo llamó: "Mi amigo" (St 2:23).
Recibe aquel ejemplo de bondad de Isaac, cuando escuchó a su padre, y le estuvo sometido hasta el sacrificio, como cordero inocente.
Recibe asimismo el ejemplo de la humildad de Jacob, su obediencia, su perseverancia, hasta convertirse en luz que ve al Padre del universo; fue llamado Israel.
Recibe aquel ejemplo de la sabiduría de José y su sumisión. Lucha en la castidad y en el servicio hasta reinar.
Hijo mío, imita la vida de los santos y practica sus virtudes. Despierta, no seas negligente, incita a tus conciudadanos, de los cuales te has constituido el garante (Pr 6:3), levántate de entre los muertos; y Cristo te iluminará (Ef 5:14), y la gracia se infundirá dentro de ti.
La paciencia, en efecto, te revela todas las gracias. Los santos fueron pacientes y consiguieron las promesas. El orgullo de los santos es la paciencia. Sé paciente para ser contado en las filas de los santos, confiando que recibirás una corona incorruptible.
¿Un mal pensamiento? Sopórtalo con paciencia, hasta que Dios te dé la calma. ¿El ayuno? Persevera con firmeza. ¿La oración? Sin descanso, en tu habitación entre tú y Dios. Un solo corazón con tu hermano; la virginidad en todos los miembros, virginidad en tus pensamientos, pureza de cuerpo y pureza de corazón; la cabeza inclinada y el corazón humilde, bondad en el momento de la cólera.
Si un pensamiento te oprime, no te desalientes sopórtalo con valor diciendo: Todos me rodearon, pero yo en el nombre del Señor los rechacé (Sal 117:11). De improviso te llega el auxilio de Dios, los alejas de ti, Dios te protege y la gloria divina camina contigo, porque el coraje camina con el que es humilde y tú serás saciado como lo desea tu alma (Is 58:11). Los caminos de Dios son la humildad de corazón y la bondad. Pues está escrito: ¿A quién cuidaré sino al humilde y al pacífico? (Is 66:2). Si caminas por las sendas del Señor, él te custodiar, te dará fuerza, te colmará de ciencia y de sabiduría, pensara en ti en todo tiempo, te liberará del diablo y en tu muerte te dará la gracia en su paz.
Hijo mío, te ruego: vigila, sé sobrio, para conocer a aquellos que tienden trampas contra ti. El espíritu de la maldad y el de incredulidad suelen caminar juntos; el espíritu de la mentira y del fraude caminan juntos; el espíritu de la avaricia, el de la codicia y el del perjurio, aquel de la deshonestidad y el de la envidia caminan juntos; el espíritu de la vanagloria y el de la glotonería caminan juntos; el espíritu de la fornicación y el de la impureza caminan juntos; el espíritu de la enemistad y el de la tristeza caminan juntos. Desgraciada la pobre alma en la que habiten (estos vicios) y la dominen! A esa alma, la apartan de Dios, porque ella está en su poder, va de aquí para allí hasta que cae en el abismo del infierno.
Hijo mío, obedéceme, no seas negligente, no concedas el sueño a tus ojos, ni reposo a tus párpados, para que puedas escapar de las trampas como una gacela (Pr 6:4-5). Hijo mío, muchas veces, desde mi juventud, cuando estaba en el desierto, todos los espíritus me han molestado, me afligían a tal punto que mi corazón se deprimía, al extremo de pensar que no podía resistir las amenazas del dragón. Me atormentaba de todas las formas. Si yo progresaba, excitaba contra mí a (sus espíritus) que me hacían la guerra; si me retiraba, me afligía con su insolencia; muchas veces mi corazón se turbó, iba de un lado a otro y no encontraba quietud. Si, en cambio, huía cerca de Dios derramando l grimas con humildad, con ayunos y noches de vigilias, entonces el adversario y todos sus espíritus quedaban impotentes frente a mí, el ardor divino venía a mí y de repente reconocía el auxilio de Dios, porque en su clemencia da a conocer a los hijos de los hombres su fuerza y su bondad.
Hijo mío, no condenes a ningún hombre, si ves que alguno es alabado, no digas: "Este ya ha recibido su recompensa." Cuídate de este pensamiento pues es muy malvado. Dios no ama a quien se alaba a sí mismo y odia a su hermano. Pues quien se dice a sí mismo: "yo soy," cuando no es nadie, se engaña a sí mismo (Ga 6:3). ¿Quién podrá ayudarlo si es orgulloso, si se presenta del mismo modo en que se presenta Dios diciendo: Nadie es como yo (Ex 9:14)? Oirá en seguida su propio reproche: Descenderás a los infiernos, serás arrojado con los muertos, debajo tuyo estará la podredumbre, te cubrirán los gusanos (Is 14:ll-19). En cuanto al hombre que ha adquirido la humildad, se juzga solo a sí mismo, diciendo: "Mis pecados sobrepasan los de los demás," no juzga a nadie, no condena a nadie. ¿Quién eres tú para juzgar a un siervo que no es tuyo? Al que esta caído, en efecto, su Señor tiene el poder de hacerlo levantar (Rm 14:4). Vigila sobre ti mismo, hijo mío, no condenes a ningún hombre, gusta de todas las virtudes y custódialas.
Si eres extranjero, permanece aparte, no busques refugio cerca de alguien y no te mezcles en sus asuntos. Si eres pobre, no te desanimes por ninguna cosa, para que no te sea dirigido el reproche: La pobreza es mala en la boca del impío (Sl 13:24-30) ni debas oír que se te dice: Si padecen hambre se entristecerán y maldecirán al jefe y a los ancianos (Is 8:21). Cuida para que no se te haga la guerra porque te falta cualquier cosa respecto de las necesidades del cuerpo, con motivo de la comida. No te desanimes, sé paciente. Ciertamente Dios obra en lo secreto. Piensa en Habacuc en Judea y Daniel en Caldea. La distancia que los separaba era de cuarenta y cinco estadios; y además Daniel, entregado como alimento a las fieras, estaba en lo hondo de la fosa, y con todo (el profeta) le proveyó la comida. Piensa en Elías en el desierto y en la viuda de Sarepta; ésta estaba oprimida por el flagelo de la carestía y el tormento del hambre, y en tal indigencia no fue pusilánime, sino que luchó, venció y obtuvo lo que Dios le había prometido; su casa disfrutó de abundancia en tiempo de carestía. No es ciertamente prodigalidad dar pan en tiempo de abundancia y no es pobreza estar desalentado en la indigencia. Está escrito, en efecto, sobre los santos: Estaban necesitados, atribulados y afligidos (Hb 11:37), pero se gloriaban en sus tribulaciones. Si eres perseverante en la lucha según las Escrituras, no sufrirás ninguna esclavitud, como está escrito: Que nadie los engañe en cuestión de comida y de bebida o respecto de las fiestas, novilunios o sábados. Estas cosas son las sombras de aquellas futuras (Col 2:16-17).
Medita en todo momento las palabras de Dios, persevera en la fatiga, da gracia en todas las cosas, huye de las alabanzas de los hombres, ama a quien te corrige en el temor de Dios. Que todos te sean de provecho, para que tú seas de provecho a todos. Persevera en tu obra y en palabras de bondad. No des un paso adelante y otro atrás, a fin de que Dios no deje de amarte. La corona, en efecto, será para quien haya perseverado. Obedece siempre más a Dios, y él te salvar .
Cuando te encuentres en medio de tus hermanos no provoques las bromas. Sadrac, Mesac y Abed-Negó rechazaron las diversiones de Nabucodonosor; por eso éste no pudo convencerlos con las melodías de sus instrumentos, ni engañarlos con las comidas de su mesa. Y así ellos sofocaron aquella llama que se elevaba a una altura de cuarenta y nueve codos; no fueron disolutos con quien era disoluto, sino que fueron rectos con quien era recto, es decir con Dios. Por eso Dios los constituyó señores de sus enemigos. También Daniel, por su parte, no obedeció al malvado pensamiento de los Caldeos, por esto se convirtió en un gran elegido y fue hallado vigilante y sabio, y cerró las fauces de los leones salvajes (Hb 11:33).
Ahora hijo mío, si pones a Dios como tu esperanza, él será tu auxilio en la hora de la angustia; Quien se acerca a Dios debe creer que él existe y que recompensa a aquellos que lo buscan (Hb 11:6). Estas palabras han sido escritas para nosotros, para que creamos en Dios, para que jóvenes y ancianos, luchemos con ayunos, oraciones y otras obras religiosas. Ni siquiera la saliva que se seca en tu boca durante el ayuno, la olvidará Dios, sino que encontrarás todo esto en la hora de la angustia. Sólo humíllate en todo, contrólate en el hablar, incluso si has comprendido todas las cosas; no te acostumbres a insultar, sino soporta con alegría toda prueba. Si conocieras el honor que resulta de las pruebas no rezarías para ser librado, porque es bueno para ti orar, llorar, suspirar, hasta ser salvado, antes que relajar tu corazón y caer prisionero. ¿Oh hombre, qué haces en Babilonia? Has envejecido en tierra extranjera (Ba 3:10), porque no te has sometido a la prueba y no obras con rectitud delante de Dios. Por esto, hermano, no relajes tu corazón.
Tal vez, eres un poco negligente, pero tus enemigos no acostumbran a dormir, ni son negligentes en tenderte trampas noche y día. Por eso no busques cosas grandes para no ser humillado y alegrar así a tus enemigos. Busca la humildad, porque quien se ensalza será humillado y quien se humilla será ensalzado (Mt 23:12; Lc 18:14). Y si no estás en condiciones de bastarte a ti mismo, únete a otro que trabaje según el evangelio de Cristo y avanzarás con él. Escucha o bien sométete a quien escucha; sé fuerte, para ser llamado Elías, o bien obedece a quienes son fuertes, a fin de ser llamado Eliseo, quien por haber obedecido a Elías recibió doble parte de su espíritu.
Si quieres vivir en medio de los hombres, imita a Abraham, Lot, Moisés y Samuel. Si deseas vivir en el desierto, he aquí todos los profetas que te han precedido. Imita a aquellos que vagaron por el desierto, por los valles y las cavernas de la tierra (Hb ll:38.37), pobres, atribulados y afligidos. Está escrito también: La sombra de quien está sediento y el Espíritu de los hombres que han soportado la violencia te bendecirán (Is 25:4). Además, el ladrón sobre la cruz profirió una palabra, el Señor perdonó sus pecados y lo recibió en el paraíso. Entonces, qué gran honor recibirás si eres paciente en la prueba, o ante el espíritu de fornicación, o ante el espíritu de orgullo, o bien frente a cualquier otra pasión! Tú luchas contra las pasiones diabólicas, no para seguirlas, y Jesús te dará lo que te ha prometido. Cuídate de la negligencia, porque ella es la madre de todos los vicios.
Hijo mío, huye de la concupiscencia, porque entenebrece la mente y no permite conocer el misterio de Dios; te hace extraño al lenguaje del espíritu; te impide llevar la cruz de Cristo, y no deja que tu corazón esté sobrio para alabar a Dios. Cuídate de los apetitos del vientre, que te hacen ajeno a los bienes del paraíso. Cuídate de la impureza, ella provoca la ira de Dios y de sus ángeles.
Hijo mío, vuélvete hacia Dios y ámalo; huye del enemigo, y ódialo; así las bendiciones de Dios descenderán sobre ti, y podrás heredar la bendición de Judá, hijo de Jacob. Está escrito, en efecto: Judá, tus hermanos te bendecir n, tus manos estarán sobre la espalda de tus enemigos, y los hijos de tu padre te servirán (Gn 49:8). Cuídate del orgullo, porque es el principio de todo mal. El comienzo del orgullo es alejarse de Dios y lo que le sigue es el endurecimiento del corazón. Si te cuidas de esto, tu lugar de reposo será la Jerusalén celestial. Si el Señor te ama y te da gloria, cuídate de exaltar tu corazón; antes bien, persevera en la humildad y habitarás en la gloria que Dios te ha dado. Vigila sobre ti, porque: Dichoso quien sea encontrado velando; será constituido sobre los bienes de su Señor (Mt 24:46-47), y entrará lleno de alegría en el Reino. Los amigos del esposo lo amar n, porque lo encontraron cuidando la viña.
Hijo mío, sé misericordioso en todas las cosas, porque está escrito: Esfuérzate por presentarte ante Dios como un hombre probado, un trabajador irreprensible (2 Tm 2:15). Vuélvete hacia Dios como el que siembra y cosecha, y almacenarás en tu granero los bienes de Dios. No ores ostensiblemente como aquellos hipócritas, sino renuncia a tus deseos, obra para Dios obrando así por tu propia salvación. Si te aguijonea una pasión: amor por el dinero, envidia, odio y otras pasiones, vela sobre ti, ten un corazón de león, un corazón valiente, combate las pasiones, destrúyelas como a Sijón, Hog y todos los reyes de los Amorreos. El Hijo amado, el Unigénito, el rey Jesús, combate por ti para que puedas heredar las ciudades enemigas. Rechaza todo orgullo lejos de ti y sé valiente. Mira: cuando Jesús, el hijo de Navé, fue valeroso, Dios le entregó en sus manos a sus enemigos. Si eres pusilánime, te haces extraño a la ley de Dios; la pusilanimidad te colma de pretextos para ceder a la pereza, a la incredulidad y a la negligencia, hasta que perezcas. Ten un corazón de león, grita también tú: ¿Quién nos separará del amor de Dios? (Rm 8:35), y di: Aunque mi hombre exterior se desmorone, el interior se renueva día a día (2 Co 4:16).
Si habitas en el desierto, lucha con oraciones, ayunos y mortificaciones. Si vives en medio de los hombres: Sé prudente como las serpientes y sencillo como las palomas (Mt 10:16). Si alguien te maldice, sopórtalo de buen ánimo, espera en Dios que realizará lo que es bueno para ti. Tú no maldigas a la imagen de Dios, pues Dios te ha dicho: A quien me glorifique, yo lo glorificaré, a quien me maldiga yo lo maldeciré (1 S 2:30). Y si te alaban, no te alegres, porque está escrito: Pobres de ustedes si todos los hombres los alaban (Lc 6:26). También está dicho: Dichosos ustedes cuando los insulten, los persigan, y rechacen su nombre como maldito (Lc 6:22). Del mismo modo nuestros padres Bernabé y Pablo, después de ser alabados, rasgaron sus vestiduras y se entristecieron, porque aborrecían la gloria de los hombres. También Pedro y Juan, después de haber sufrido ultrajes en el Sanedrín, salieron llenos de alegría porque habían merecido ser ultrajados por el santo nombre del Señor. Tenían su esperanza en la gloria de los cielos.
Pero tú, hijo mío, huye de los comodidades de este mundo, para estar en la alegría del mundo futuro; no seas negligente dejando pasar día tras día, no sea que te vengan a buscar antes de que tú lo adviertas y conozcas la angustia; y los servidores del ángel de la muerte te rodeen, te rapten cruelmente y te lleven a sus moradas de tinieblas, llenas de terror y angustia. No te aflijas cuando seas ultrajado por los hombres, sino aflígete y suspira cuando peques - este es el verdadero ultraje - y cuando seas doblegado por tus pecados.
Te ruego insistentemente odiar la vanagloria. La vanagloria es el arma del diablo. De este modo fue engañada Eva. (El diablo) le dijo: Coman del fruto del árbol, se abrirán sus ojos y serán como dioses (Gn 3:5). Ella escuchó pensando que era verdad, buscó tener la gloria de la divinidad y le fue quitada incluso aquella gloria humana. Lo mismo tú, si sigues la vanagloria, ella te hará ajeno a la gloria divina. Pero para Eva no había nada escrito a fin de advertirla sobre esta guerra, antes que el diablo la tentase; para esto vino el Verbo de Dios y tomó carne de la Virgen María: para liberar a la estirpe de Eva. Tú, en cambio, respecto a esta guerra, te has instruido en las santas Escrituras, por los santos que te han precedido. Por eso, hermano mío, no digas: "No había oído hablar, no me habían informado ni ayer ni antes de ayer." Pues está escrito, en efecto: El clamor de su voz se ha difundido por toda la tierra, y sus palabras han llegado hasta los confines del mundo (Sal 18:15; Rm 10:18). Ahora, pues, si eres alabado, refrena tu corazón y da gloria Dios. Y si, en cambio, te insultan, da gloria a Dios y agradécele de ser digno de la suerte de su Hijo y de sus santos. Si han llamado "impostor" a tu Señor, "locos" a los profetas, y "tontos" a otros, cuanto más nosotros, (que somos) tierra y ceniza, no debemos entristecernos cuando somos calumniados. Este es el camino para que tengas vida. Si, en cambio, es tu negligencia la que te precipita, entonces llora y gime. En efecto: Aquellos que se criaban entre púrpura, ahora están cubiertos de basura (Lam 4:5), porque han descuidado la ley de Dios y han seguido sus caprichos. Ahora, hijo mío, llora delante de Dios en todo tiempo, porque esta escrito: Dichoso el que has elegido y has tomado contigo! (Sal 64:5). Has puesto en su corazón tus pensamientos en el valle del llanto, lugar que tú has preparado (Sal 83:6-7).
Adquiere la inocencia, sé como esas ovejas inocentes, que si se les quita la lana no dicen ni una palabra. No vayas de un lugar a otro diciendo: "Aquí o allá encontraré a Dios." Dios ha dicho: Yo lleno el cielo, Yo lleno la tierra (Jr 23:24). Y de nuevo: Si pasaras a través del agua, Yo estoy contigo (Is 43:2). Y: Los ríos no te sumergirán (Is 43:2). Debes saber, hijo mío, que Dios vive dentro de ti, para que permanezcas en su ley y en sus mandamientos. El ladrón estaba en la cruz y entró en el paraíso. Judas, en cambio, era uno de los apóstoles y traicionó a su Señor. Rajab yacía en la prostitución y fue contada entre los santos; Eva, en cambio, en el paraíso fue engañada. Job sobre la basura fue comparado a su Señor, Adán en el paraíso se desvió del precepto. Los ángeles estaban en el cielo y fueron precipitados al abismo; Elías y Henoc fueron conducidos al reino de los cielos. En todo lugar, por tanto, busquen a Dios, busquen en todo tiempo su fuerza (1 Cro 16:11; Sal 104:4). Búsquenlo como Abraham que obedeció a Dios, ofreció en sacrificio a su hijo y por esto fue llamado "mi amigo." Búsquenlo como José, que luchó contra la impureza hasta reinar sobre sus enemigos. Búsquenlo como Moisés, que siguió a su Señor; él lo constituyó legislador y le hizo conocer su imagen. Lo buscó Daniel y (Dios) le dio a conocer grandes misterios y lo salvó de las fauces de los leones. Lo buscaron los tres santos y lo encontraron en el horno ardiente. Job se refugió en él, y él le curó sus heridas. Lo buscó Susana, y (Dios) la salvó de las manos de los impíos. Lo buscó Judit, y lo encontró en la carpa de Holofernes. Todos estos lo buscaron, y él los salvó, y también salvó a los otros.
En cuanto a ti, hijo mío, ¿hasta cuándo serás negligente? ¿cual es el límite de tu negligencia? Este año es como el año pasado y hoy es como ayer. Mientras seas negligente, no habrá ningún progreso para ti. Sé sobrio, eleva tu corazón. Deberás comparecer delante del tribunal de Dios y rendir cuentas de lo que has hecho en lo secreto y de lo que has hecho públicamente. Si vas a un lugar donde se combate la guerra, la guerra de Dios, y si el Espíritu de Dios te exhorta: "No te duermas en este lugar, porque hay insidias," y el diablo por su parte te susurra: "Cualquier cosa que te suceda, es la primera vez, o si has visto esto o aquello, no te aflijas"; no escuches sus astutos discursos. No sea que el Espíritu de Dios se retire de ti y te desanimes, que pierdas la fuerza como Sansón, que los extranjeros te aten con cadenas y te lleven a la rueda de moler; es decir, al rechinar de dientes y te conviertas para ellos en un objeto de irrisión, es decir que se burlen de ti y que ya no conozcas más el camino hacia tu ciudad, porque te han sacado los ojos por haberle abierto tu corazón a Dalila, es decir al diablo que te ha capturado con el engaño, porque no has escuchado los consejos del Espíritu. Has visto también lo que le sucedió a un hombre valiente como David; felizmente en seguida se arrepintió respecto de la mujer de Urías. Está escrito asimismo: Han visto mi herida, teman (Job 6:21).
He aquí que has aprendido que Dios no les ha ahorrado (pruebas) a los santos. Vigila, entonces, sabes las promesas que has hecho, huye de la arrogancia, arranca de ti mismo al diablo para que él no te arranque los ojos de tu inteligencia y te deje ciego, de modo que no conozcas más el camino de la ciudad, el lugar donde vives. Reconoce de nuevo la ciudad de Cristo, dale gloria porque ha muerto por ti.
¿Por qué cuándo un hermano te hiere con una palabra, te enojas, te comportas como una fiera? ¿Acaso no recuerdas que Cristo murió por ti? Y cuando tu enemigo, esto es el diablo, te susurra alguna cosa, inclinas tu oído hacia él para que te derrame su maldad, le abres tu corazón y absorbes el veneno que te ha dado. Desdichado! Éste es el momento de transformarte en una fiera o ser como el fuego, para quemar toda su maldad! Debiste tener náuseas y vomitar la maloliente iniquidad; que el veneno no penetre dentro de ti y perezcas! Oh hombre, no has soportado una pequeña palabra dicha por tu hermano. Pero cuando el enemigo busca devorar tu alma, ¿entonces, qué has hecho? ¿Con él sí tuviste paciencia?
No, querido mío, no se deberá lamentar tu situación, puesto que en vez de un ornamento de oro sobre la cabeza, se te rapará la cabeza a causa de tus obras (Is 3:24). Vigila más bien sobre ti, soporta alegremente a quien te desprecia, sé misericordioso con tu hermano, no temas los sufrimientos del cuerpo.
Hijo mío, presta atención a las palabras del sabio Pablo cuando dice: Me esperan cadenas y tribulaciones en Jerusalén, pero no justifico mi alma con ninguna palabra sobre el modo de acabar mi carrera (Hch 20:23-24); y: Estoy dispuesto a morir en Jerusalén por el nombre de mi Señor Jesucristo (Hch 21:13). Ni el sufrimiento, en efecto, ni la prueba, impedirán a los santos alcanzar al Señor. Ten confianza! Sé valiente! Acaba con la cobardía diabólica! Corre más bien en pos del coraje de los santos. Hijo mío, ¿por qué huyes de Adonai, el Señor Sabaoth y recaes en la esclavitud de los Caldeos? ¿Por qué das de comer a tu corazón en compañía de los demonios?
Hijo mío, cuídate de la fornicación, no corrompas los miembros de Cristo. No obedezcas a los demonios. No hagas de los miembros de Cristo, miembros de una prostituta (1 Co 6:15). Piensa en la angustia del castigo, pon delante de ti el juicio de Dios, huye toda concupiscencia, despójate del hombre viejo y de sus obras y revístete del hombre nuevo (Col 3:9). Piensa en la angustia (que experimentarás) en el momento de salir de este cuerpo.
Hijo mío, refúgiate a los pies de Dios! Es él quien te ha creado y por ti ha padecido estos sufrimientos. Ha dicho, en efecto: Ofrecí mi espalda a los latigazos y mis mejillas a los golpes, no retiré mi cara a la ignominia de los salivazos (Is 50:6). Oh hombre, ¿de qué te sirve hacer el camino hacia Egipto para beber el agua de Geón, que está contaminada? (Jr 2:18). ¿En qué te benefician estos pensamientos turbulentos, hasta el extremo de sufrir tales penas? Conviértete, más bien, y llora sobre tus pecados. Está escrito, en efecto: Si hacen una oferta por sus pecados, sus almas tendrán una descendencia que vivirá por mucho tiempo (Is 53:10).
Oh hombre, has visto que la transgresión es una cosa mala, y cuánto sufrimiento y angustia engendra el pecado. Pronto, huye, oh hombre, del pecado, piensa en seguida en la muerte. Está escrito: El hombre sensato trata duramente al pecado (Pr 29:8), y: El rostro de los ascetas resplandecerá como el sol (Mt 13:43; Dan 12,3). Acuérdate también de Moisés: Prefirió sufrir con el pueblo de Dios, antes que gozar de las delicias momentáneas del pecado (Hb 11:25). Si amas el sufrimiento de los santos, ellos serán tus amigos e intercesores ante Dios y el te concederá todas tus justas peticiones, pues has llevado tu cruz y has seguido a tu Señor.
No busques un puesto de honor entre los hombres, para que Dios te proteja contra las tempestades que tú no conoces y te establezca en su ciudad, la Jerusalén celestial. Examina todo y quédate con lo que bueno (1 Ts 5:21). No seas altanero frente a la imagen de Dios. Vigila sobre tu juventud, para velar sobre tu ancianidad. Que no debas experimentar vergüenza o reproches en el valle de Josafat, allí donde todas las criaturas de Dios te verán y te increparán diciendo: "Siempre habíamos pensado que eras una oveja y aquí, en cambio, hemos constatado que eres un lobo! Vete ahora al abismo del infierno, arrójate en el seno de la tierra" (Is 14:15). Qué gran vergüenza! En el mundo eras alabado como un elegido, pero cuando llegaste al valle de Josafat, al lugar del juicio, te han visto desnudo, y todos contemplan tus pecados y tu inmundicia expuestos ante Dios y los hombres. Pobre de ti en aquella hora! ¿Hacia dónde volverás tu rostro? ¿Abrirás acaso tu boca? ¿Qué dirás? Tus pecados están impresos sobre tu alma negra como un silicio. ¿Qué harás entonces? ¿Llorarás? Tus lágrimas no serán recibidas. ¿Suplicarás? Tus súplicas no serán recibidas, porque no tienen piedad aquellos a los cuales te has entregado. Pobre de ti en aquella hora, cuando oigas la voz severa y terrible: Los pecadores, vayan al infierno (Sal 9:18), y también: Apártense de mi malditos, al fuego eterno que ha sido preparado por el diablo y sus ángeles (Mt 25:41). Y también: A los que cometieron transgresiones yo los he detestado (Sal 100:3). Borraré de la ciudad del Señor a todos aquellos que obran el mal (Sal 100:8).
Hijo mío, usa de este mundo con circunspección, avanza considerándote nada, sigue al Señor en todas las cosas para estar seguro en el valle de Josafat. Que el mundo te mire como a uno de aquellos que han sido despreciados; a fin de que en el día del juicio, en cambio, tu seas hallado revestido de gloria! Y no confíes a nadie tu corazón en lo que atañe al descanso de tu alma, sino confía todos tus anhelos al rey el te sustentará (Sal 54:23). Mira a Elías, confió en el Señor en el torrente Querit y fue alimentado por un cuervo.
Cuídate atentamente de la fornicación. Ésta ha herido y hecho caer a muchos. No te hagas amigo de un joven. No corras detrás de las mujeres. Huye de la complacencia del cuerpo, porque las amistades inflaman como llamas. No corras tras ninguna carne, porque si la piedra cae sobre el hierro, la llama se inflama y consume todas las sustancias. Refúgiate siempre en el Señor, siéntate a su sombra, porque quien vive bajo la protección del Altísimo, habitará a la sombra del Dios del cielo (Sal 90:1), y no vacilará nunca (Sal 124:1). Acuérdate del Señor y que suba a tu corazón el pensamiento de la Jerusalén celestial; estarás bajo la bendición del cielo y la gloria de Dios te custodiará.
Vigila con toda solicitud tu cuerpo y tu corazón. Busca la paz y la pureza (Hb 12:14), que están unidas entre sí, y verás a Dios. No tengas disputas con nadie, porque quien está en alguna pelea con su hermano, es enemigo de Dios y quien está en paz con su hermano, está en paz con Dios. ¿No has aprendido ahora que nada es más grande que la paz que conduce al amor mutuo? Incluso si estás libre de todo pecado, pero eres enemigo de tu hermano, te haces extraño a Dios; está escrito, en efecto: Busquen la paz y la pureza (Hb 12:14), porque están unidas entre sí. Está escrito asimismo: Aunque tuviese toda la fe como para mover montañas, si no tengo la caridad del corazón, de nada me serviría (1 Co 13:2-3). La caridad edifica (1 Co 8:1). ¿Qué cosa podría ser purificada de la impureza? (Si 34:4). Si sientes en tu corazón odio o enemistad, ¿dónde está tu pureza? El Señor dice por Jeremías: Dirige a su prójimo palabras de paz, pero hay enemistad en su corazón, habla amablemente a su prójimo pero hay enemistad en su corazón, o alimenta pensamientos de enemistad. ¿Contra esto no deberé encolerizarme? dice el Señor. ¿O de un pagano como éste mi alma no deberá vengarse? (Jr 9:5-9). Es como si dijese: "El que es enemigo de su hermano, ése es un pagano, porque los paganos caminan en las tinieblas, sin conocer la luz. Así, quien odia a su hermano camina en las tinieblas y no conoce a Dios. El odio y la enemistad, en efecto, han cegado sus ojos y no ve la imagen de Dios.
El Señor nos ha mandado amar a nuestros enemigos, bendecir a los que nos maldicen y hacer el bien a los que nos persiguen. En qué peligro nos encontramos entonces, si nos odiamos unos a otros, (si odiamos) a nuestros miembros-hermanos unidos a nosotros, los hijos de Dios, renuevas de la verdadera vid, ovejas del rebaño espiritual reunidas por el verdadero pastor, el Unigénito de Dios, que se ofreció en sacrificio por nosotros! Por esta obra grandiosa el Verbo viviente ha padecido esos sufrimientos. ¿Y tú, oh hombre, la odias por envidia y vanagloria, por avaricia o por arrogancia? Así, el enemigo te ha descarriado para hacerte extraño a Dios. ¿Qué defensa presentarás delante de Cristo? Él te dirá: "Odiando a tu hermano me odias a mí." Irás, pues, al castigo eterno, porque has alimentado la enemistad hacia tu hermano; en cambio, tu hermano entrará en la vida eterna, porque se ha humillado delante de ti por causa de Jesús.
Busquemos entonces los remedios para este mal antes de morir. Queridísimos, dirijámonos al evangelio de la verdadera ley de Dios, el Cristo, y le oiremos decir: No condenen para no ser condenados, perdonen y serán perdonados (Lc 6:37). Si no perdonas, tampoco serás perdonado. Si estás en peleas con tu hermano, prepárate para el castigo por tus culpas, tus transgresiones, tus fornicaciones realizadas ocultamente, tus mentiras, tus palabras obscenas, tus malos pensamientos, tu avaricia, tus malas acciones de las que rendirás cuenta al tribunal de Cristo, cuando todas las criaturas de Dios te contemplarán y todos los ángeles del entero ejército angélico estarán presentes con sus espadas desenvainadas, obligándote a justificarte y a confesar tus pecados; y tus vestidos estarán todos manchados y tu boca permanecerá cerrada; estarás aterrado sin tener nada que decir! Desventurado, ¿de cuántas cosas deberás rendir cuentas? Impurezas innumerables, que son como un cáncer para tu alma, deseos de los ojos, malos pensamientos que entristecen al Espíritu y afligen el alma, palabras inconvenientes, lengua fanfarrona que mancha todo el cuerpo, bromas, malas diversiones, maledicencias, celos, odios, burlas, ofensas contra la imagen de Dios, condenas, deseos del vientre que te han excluido de los bienes del paraíso, pasiones, blasfemias que es vergonzoso mencionar, malos pensamientos contra la imagen de Dios, cólera, disputas, obscenidades, arrogancia de los ojos, deseos perversos, falta de respeto, vanidades. Sobre todo esto serás interrogado, porque has pleiteado con tu hermano y no has resuelto el pleito, como hubieras debido, en el amor de Dios. ¿Nunca has oído decir que la caridad cubre una multitud de pecados (1 P 4:8)? Y Su Padre que esta en los cielos hará con ustedes lo mismo si no se perdonan mutuamente en sus corazones (Mt 18:35). Su Padre que está en los cielos no les perdonará sus pecados.
He aquí, queridos míos, que ustedes saben que nos hemos revestido de Cristo, bueno y amigo de los hombres. No nos despojemos de Cristo a causa de nuestras malas obras. Hemos prometido la pureza a Dios, hemos prometido la vida monástica, cumplamos las obras que son: ayuno, oración incesante, la pureza de cuerpo y la pureza de corazón. Si hemos prometido a Dios la pureza, no nos ocurra que seamos sorprendidos en la fornicación, la cual asume formas variadas. Se ha dicho, en efecto: Se han prostituido de múltiples formas (Ez 16:25). Hermanos míos, que no nos sorprendan en obras de este género, qué no nos encuentren inferiores a todos los hombres!
Nos hemos prometido a nosotros mismos ser discípulos de Cristo; mortifiquémonos, porque la mortificación maltrata a la impureza. Esta es la hora de la lucha. No nos retiremos, por el temor de devenir esclavos del pecado. Hemos sido constituidos luz del mundo; que nadie se escandalice por causa nuestra. Revistámonos de silencio, pues muchos, en efecto, le deben su salvación.
Velen sobre ustedes mismos, hermanos! No seamos exigentes entre nosotros, por temor a que lo sean con nosotros en la hora del castigo. A nosotros, vírgenes, monjes, anacoretas, ciertamente se nos dirá: "Dame lo mío con los intereses. Nos increparán y nos dirán: "¿Dónde está el vestido de bodas? ¿Dónde está la luz de las lámparas? Si eres mi hijo, ¿donde esta mi gloria? Si eres mi siervo, ¿dónde mi temor? (Mal 1:6). Si me has odiado en este mundo, ahora apártate de mi porque no te conozco (Mt 7:23). Si has odiado a tu hermano, te has hecho extraño a mi reino. Si has estado en peleas con tu hermano y no lo has perdonado, te atarán las manos detrás de la espalda, te atarán los pies y te arrojarán a las tinieblas exteriores, donde habrá llantos y rechinar de dientes (Mt 22:13). Si has golpeado a tu hermano, serás entregado a los ángeles sin piedad y serás fustigado con el flagelo de las llamas eternamente. No has tenido respeto por mi imagen, me has insultado, me has despreciado y deshonrado, por eso yo no tendré respeto por ti en la aflicción de tu angustia. No has hecho las paces con tu hermano en este mundo, yo no estaré contigo en el día del gran juicio. Has insultado al pobre. Es a mí a quien has insultado. Has golpeado al desgraciado. Así te has hecho cómplice de quien me ha golpeado en mi humillación sobre la cruz.
¿Acaso te he dejado faltar alguna cosa desde mi salida del mundo? ¿No te hice el don de mi cuerpo y de mi sangre como alimento de vida? No padecí la muerte por tu causa, a fin de salvarte? ¿No te manifesté el misterio celestial, para hacer de ti mi hermano y mi amigo? No te he dado el poder de pisar serpientes y escorpiones y todo poder sobre el enemigo (Lc 10,19)? ¿No te he dado múltiples remedios de vida con los cuales puedes salvarte: mis portentos, mis signos, mis milagros, con los cuales me revestí en el mundo como con una armadura de guerra? Te los he dado para que te ciñas y derrotes a Goliat, es decir el diablo. ¿Qué cosa te falta ahora, por qué te me has convertido en un extraño? Sólo tu negligencia te precipita en el abismo infernal!"
Hijo mío, estas cosas y otras peores nos dirán si somos negligentes y no obedecemos (el mandamiento) de perdonarnos mutuamente. Vigilemos sobre nosotros mismos y cuales son las potestades de Dios, que vendrán en nuestro auxilio en el día de la muerte; aquellas que nos guiaron en medio de la dura y terrible guerra, aquellas que harán resurgir nuestras almas de entre los muertos.
Se nos han dado, ante todo, la fe y la ciencia para expulsar de nosotros mismos la incredulidad, se nos han dado, después, la sabiduría y la prudencia para discernir los pensamientos del diablo, huirles y detestarlos. Se nos ha predicado el ayuno, la oración, la templanza, que otorgan la calma al cuerpo y la quietud a las pasiones. Se nos han dado la pureza y la vigilancia, gracias a las cuales Dios habitará en nosotros. Se nos han dado la paciencia y la mansedumbre. Si custodiamos todas esto, heredaremos la gloria de Dios.
Se nos han dado la caridad y la paz, poderosas en la lucha; el enemigo, en efecto, no se puede acercar al lugar donde se encuentran éstas. Respecto a la alegría, se nos ha ordenado combatir con ella la tristeza. Se nos han dado la generosidad y la disposición para el servicio. Nos han dado la santa oración y la perseverancia que colman de luz el alma. Se nos han dado la modestia y la simplicidad, que desarman la maldad. Ha sido escrito para nosotros que debemos abstenernos de juzgar, para vencer la mentira, perverso vicio que está en el hombre, porque si no juzgamos no seremos juzgados en el día del juicio. Se nos ha dado la paciencia para afrontar el sufrimiento y las injusticias, para que no nos oprima el desaliento.
Nuestros padres han transcurrido sus vidas en el hambre, en la sed y en innumerables mortificaciones, hasta conquistar la pureza; sobre todo han huido del hábito del vino, que nos colma de todos los males. Las turbaciones, los tumultos y los desórdenes en nuestros miembros son causados por el abuso del vino. Esta es una pasión llena de pecados, es la esterilidad y la podredumbre de los frutos. La insaciable voluptuosidad entenebrece el entendimiento, hace impúdica la conciencia y rompe el freno de la lengua. Hay alegría plena cuando no se entristece al Espíritu Santo y no está atontada la voluntad. El sacerdote y el profeta, está escrito, fueron atontados por el vino (Is 28:7). El vino es licencioso, insolente la ebriedad. Quien se abandona a él no estará limpio de pecado (Pr 20:1). Cosa buena es el vino, si se bebe con moderación. Si vuelves tus ojos a las copas y a los cálices, caminarás desnudo como un necio (Pr 23:31). El que se haya preparado para hacerse discípulo de Jesús, que se abstenga del vino y de la ebriedad.
Nuestros padres, conociendo cuántos males provienen del vino, se abstuvieron. Bebían poquísimo, en caso de enfermedad. Y si le fue concedido un poco a Timoteo, ese gran trabajador, eso sucedió porque su cuerpo estaba lleno de enfermedades. Pero a quien hierve de vicios en la flor de la juventud, en quien se acumulan las impurezas de las pasiones, ¿qué le diré? Tengo miedo de decirle que no beba (vino) por temor de que alguno, despreciando la propia salvación, murmure contra mí. En nuestros días, en efecto, para muchos este lenguaje es duro. Además, queridos míos, es bueno vigilar y es útil mortificarse, porque quien se mortifica pondrá en un lugar seguro su nave, en el buen y santo puerto de la salvación, y saciará de los bienes del cielo.
Pero lo que es todavía más grande que todo esto: nos ha sido dada la humildad; ella vela sobre todas las otras virtudes, tal es la gran y santa fuerza de la cual se revistió Dios cuando vino al mundo. La humildad es el baluarte de las virtudes, el tesoro de las obras, la armadura de la salvación, el remedio para toda herida. Después de haber fabricado las telas finas, los ornamentos preciosos y todos los adornos para el tabernáculo, se lo revistió con una tela da silicio. La humildad es cosa mínima delante de los hombres, pero preciosa y estimada delante de Dios. Si la adquirimos pisaremos todo el poder del enemigo (Lc 10:19). Está escrito, en efecto: ¿A quién miraré, sino al humilde y al manso? (Is 66:2).
No concedamos reposo a nuestro corazón en este tiempo de carestía, porque si se ha multiplicado la jactancia y la vanagloria, se ha multiplicado la avidez, reina la fornicación por causa de la saciedad de la carne, ha prevalecido el orgullo. Los jóvenes no obedecen más a los ancianos, los ancianos no se preocupan más por los jóvenes, cada uno camina según los deseos de su corazón. Éste es el tiempo de gritar con el profeta: Ay de mí, oh alma mía! El hombre que teme a Dios ha desaparecido de la tierra y el que es recto entre los hombres no vive más según el Cristo; cada uno oprime a su prójimo (Mi 7:1-2).
Queridísimos míos, luchen porque el tiempo está cerca y los días se han acortado. Ya no hay un padre que enseñe a sus hijos, no hay un hijo que obedezca a su padre, han desaparecido las vírgenes rectas; los santos padres han muerto doquiera. Han desaparecido madres y viudas. Hemos llegado a ser como huérfanos; se pisa a los humildes y se golpea la cabeza de los pobres. Por esto, todavía un poco y vendrá la ira de Dios, y estaremos en la aflicción sin que haya nadie para consolarnos. Todo esto nos ha sucedido porque no hemos querido mortificarnos.
Queridos míos, luchemos para recibir la corona que ha sido preparada. El trono está listo, la puerta del reino está abierta; al vencedor le daré el maná escondido. Si luchamos y vencemos las pasiones, reinaremos para siempre, pero si somos vencidos tendremos remordimientos y lloraremos con l grimas amargas. Combatámonos a nosotros mismos mientras esté a nuestro alcance la penitencia. Revistámonos con la mortificación y así nos renovaremos en la pureza. Amemos a los hombres y seremos amigos de Jesús, amigo de los hombres.
Si hemos prometido a Dios la vida monástica, "hagamos las obras de la vida monástica que son: ayuno, pureza, silencio, humildad, ocultamiento," caridad, virginidad, pero no sólo del cuerpo, sino aquella virginidad que es (escudo) contra todo pecado. En el evangelio, en efecto, algunas vírgenes fueron rechazadas a causa de su pereza; aquellas, en cambio, que vigilaban valerosamente entraron en la sala de bodas. Qué cada uno de nosotros pueda entrar en ese lugar para siempre!
El amor al dinero: por su causa somos combatidos. Si quieres amasar riquezas, que son la carnada para el anzuelo del pescador, sobre todo mediante la avaricia o con el comercio, o bien con la violencia o con el engaño, o con un trabajo excesivo, al extremo de no tener tiempo para servir a Dios, o por cualquier otro medio; si has deseado amasar oro y plata, recuerda aquello que se dice en el evangelio: Insensato! Esta noche te será quitada la vida y aquello que has amontonado ¿para quien será? (Lc 12:20). Y también: Amontona tesoros, sin saber para quién los amontona (Sal 38:7).
Lucha, querido mío, combate contra las pasiones y di: "Haré como Abraham, levantaré mis manos hacia el Dios Altísimo, que ha creado el cielo y la tierra (para atestiguar) que no tomaré nada de lo que es tuyo, ni un hijo, ni la correa de una sandalia (Gn 14:22-23)"; son bienes esenciales para un humilde extranjero. Y (di también) El Señor ama al prosélito, para proveerlo de pan y vestido (Dt 10:18). Igualmente a propósito de la pereza, por causa de la cual se nos combate: Acumula riquezas en vistas a la limosna y para los necesitados (Si 18:25). Recuerda que está escrito: Serán maldecidos tus graneros y todo lo que ellos contengan (Dt 28:17). A propósito del oro y de la plata, Santiago ha dicho: Su herrumbre se levantará en testimonio contra ustedes; la herrumbre devorará su carne como el fuego (St 5:3), y: Es superior el hombre justo que no tiene ídolos (Ba 6:72) y ve la su ignominia. Purifícate de la maldición, antes que el Señor te llame. Has puesto tu esperanza en Dios, porque está escrito: Que sus corazones sean puros y perfectos delante de Dios (1 Re 8:61).
Querido mío, te saludo en el Señor. En verdad has puesto en Dios tu auxilio, él te ama, has caminado con todo el corazón según los mandamientos de Dios. Qué Dios te bendiga, que tus fuentes se vuelvan ríos y tus ríos un mar! Verdaderamente eres carro de la templanza. La lámpara de Dios arde delante de ti, que reflejas la luz secreta del Espíritu y dispones tus palabras con juicio. Que Dios te conceda la gracia de fuerza atlética de los santos, que no se encuentren ídolos en tu ciudad. Que puedas poner tu pie sobre el cuello del príncipe de las tinieblas, ver al generalísimo del ejército del Señor a tu derecha, sumergir al faraón y sus ejércitos y hacer atravesar a tu pueblo el mar salado, es decir ésta vida. Así sea!
Te ruego aún no dar reposo a tu corazón! Esta es la alegría de los demonios: hacer que el hombre conceda reposo a su corazón y arrastrarlo a la red antes que lo advierta. No seas negligente en aprender el temor del Señor, crece como las jóvenes plantas y agradarás a Dios, como un joven búfalo que levanta en alto sus cuernos y sus pezuñas. Sé un hombre fuerte en obras y palabras; no reces como los hipócritas, para que tu suerte no sea como la de ellos. No pierdas ni siquiera un día de tu existencia, conoce qué cosa le das a Dios cada día. Vive solo, como un general prudente. Discierne tu pensamiento, sea que vivas en la soledad, sea en medio de otros. Cada día, en suma, júzgate a ti mismo. Es mejor, en efecto, vivir en medio de un millar de hombres con toda humildad, que solo, en una guarida de hiena, con orgullo. De Lot, que vivía en medio de Sodoma se atestigua que era un excelente hombre de fe. Hemos escuchado, en cambio, respecto a Caín, con el cual no había sobre la tierra sino tres seres humanos, que fue un malvado.
Ahora se te propone la lucha. Examina lo que te ocurre cada día, para saber si estás en el número de los nuestros o en el de aquellos que nos combaten. Solamente a ti los demonios acostumbran a presentarse por tu derecha, a los demás hombres se les aparecen por la izquierda. También yo, en verdad, fui asaltado por la derecha; me llevaron al diablo atado como un asno salvaje, pero el Señor me socorrió; yo no confié en ellos y no les entregué mi corazón. Muchas veces fui tentado por insidias diabólicas a mi derecha, y (el diablo) se puso a caminar delante mío. Se atrevió incluso a tentar al Señor, pero éste lo hizo desaparecer junto con sus engaños.
Hijo mío, revístete de humildad, toma como consejeros tuyos a Cristo y a su Padre bueno; sé amigo de un hombre de Dios, que tenga la ley de Dios en su corazón, sé como un pobre que lleva su cruz y ama las lágrimas. Permanece de duelo también tú, con un sudario en la cabeza. Que tu celda sea para ti una tumba, hasta que Dios te resucite y te dé la corona de la victoria.
Si alguna vez llegas a litigar con un hermano que te ha hecho sufrir con una palabra suya, o si tu corazón hiere a un hermano diciéndole: "No mereces esto," o bien si el enemigo te insinúa contra alguien: "No merece esas alabanzas," si recibes la sugestión o el pensamiento del diablo; si crece la hostilidad de tu pensamiento; si estas en disputa con tu hermano, sabiendo que no hay bálsamo en Galaad, ni médico en la vecindad (Jr 8:22), refúgiate en seguida en la soledad con la conciencia en Dios, llora a solas con Cristo y el espíritu de Jesús le hablará a tu entendimiento y te convencerá de la plenitud del mandamiento. ¿Por qué debes luchar solo, igual que una fiera salvaje, como si este veneno estuviese dentro de ti?
Piensa que tú también has caído a menudo. ¿No has escuchado decir a Cristo: Perdona a tu hermano setenta veces siete (Mt 18:22)? ¿No has derramado lágrimas muchas veces suplicando: Perdóname mis innumerables pecados (Sal 24:18)? Si tú exiges lo poco que tu hermano te debe, en seguida el Espíritu de Dios pone delante tuyo el juicio y el temor de los castigos. Recuerda que los santos fueron considerados dignos de ser ultrajados. Recuerda que Cristo fue abofeteado, insultado y crucificado por tu causa; y él colmará inmediatamente tu corazón con la misericordia y el temor; entonces te postrarás en tierra llorando, y diciendo: "Perdóname, Señor, porque he hecho sufrir a tu imagen." Inmediatamente te levantarás con el consuelo del arrepentimiento y te arrojarás a los pies de tu hermano con el corazón abierto, con el rostro radiante, la sonrisa sobre los labios, irradiando paz y, sonriendo, le pedirás a tu hermano: "Perdóname, hermano mío, por haberte hecho sufrir." Que abunden tus lágrimas; después de las lágrimas viene una gran alegría. Que la paz exulte entre ustedes dos y el Espíritu de Dios, por su parte, se gozará y exclamará: Dichosos los pacíficos por que serán llamados hijos de Dios (Mt 5:9). Cuando el enemigo oye el sonido de esta voz, queda confundido, Dios es glorificado y sobre ti desciende una gran bendición.
Hermano mío, éste es el tiempo de hacernos la guerra a nosotros mismos; tú sabes que por todas partes se levantan las tinieblas. Las Iglesias están llenas de litigantes y excitados, las comunidades monásticas se han vuelto ambiciosas, reina el orgullo. No hay ninguno que se ponga a servir al prójimo: en cambio, todos oprimen a su prójimo (Mi 7:2). Estamos inmersos en el dolor. No hay más profeta ni sabio. No hay ninguno que pueda convencer a otro, porque abunda la dureza de corazón. Quienes comprenden permanecen en silencio pues los tiempos son malos. Cada uno es Señor de sí mismo, se desprecia lo que no se debería despreciar.
Ahora, hermano mío, vive en paz con tu hermano. Y reza también por mí, porque no puedo hacer nada, sino que estoy atribulado por mis deseos. Tú vigila sobre ti en todas las cosas, esfuérzate, cumple tu obra de predicador. Permanece firme en la prueba, lleva a término el combate de la vida monástica con humildad, mansedumbre y temblor ante las palabras que escucharás. Custodia la virginidad, evita los excesos y esas abominables palabras poco oportunas; no te alejes de los escritos de los santos, sino que sé firme en la fe de Cristo Jesús nuestro Señor. A él sea la gloria, a su Padre bueno y al Espíritu Santo! Así sea! Bendícenos.
Prefacio de San Jerónimo.
Por afilada y centelleante que sea una espada, terminará por cubrirse de herrumbre y perder el esplendor de su belleza si permanece durante mucho tiempo en la vaina. Es por esto que, cuando me encontraba afligido por la muerte de la santa y venerable Paula (en esto no obraba yo en contraposición con el precepto del Apóstol, antes bien, aspiraba ardientemente que fuera consolado el gran número de aquellos a quienes su muerte había privado de sostén), acepté recibir los libros que me enviaba el hombre de Dios, el sacerdote Silvano. El mismo los había recibido de Alejandría con el fin de dármelos para traducir. Ya que, según me dijo, en los monasterios de la Tebaida y en el monasterio de Metanoia (este es el monasterio de Canope, cuyo nombre ha sido felizmente reemplazado por un término que significa "conversión"), viven muchos latinos que ignoran el copto y el griego, lenguas en las que han sido escritas las Reglas de Pacomio, Teodoro y Orsisio. Estos hombres son los que pusieron los cimientos de los "Coenobia" en la Tebaida y en Egipto, según la orden de Dios y de un ángel enviado por El con este designio.
Después de haber guardado un largo silencio durante el cual tascaba mi dolor, fui urgido a ponerme a trabajar por el sacerdote Leoncio y otros hermanos enviados a mí para eso. Así, después de hacer venir a un secretario, dicté en nuestra lengua las reglas que habían sido traducidas del copto al griego. Hice esto por obedecer no diré a las súplicas sino a las órdenes de estos grandes hombres, como también para romper mi prolongado silencio bajo auspicios favorables; como decían ellos: yo volvía a mis antiguos trabajos y también procuraba una satisfacción al alma de esta santa mujer que no había cesado de arder en el amor por la vida monástica y de meditar sobre la tierra lo que debía contemplar en el cielo; además, la venerable virgen de Cristo, su hija Eustoquia, tendría de dónde suministrar reglas de conducta a sus hermanas, y nuestros hermanos seguirían los ejemplos de los monjes egipcios, quiero decir de Tabennesis .
Estos monjes tienen en cada monasterio padres, ecónomos, hebdomadarios, oficiales subalternos y jefes de familia, que son los prepósitos. Cada casa reúne alrededor de cuarenta hermanos que deben obedecer a su prepósito. Según el número de hermanos, un monasterio cuenta con treinta o cuarenta casas que están unidas en tribus o grupos de tres o cuatro. Los que viven en estos grupos van juntos al trabajo y se suceden por rotación en el servicio semanal.
El que entró primero al monasterio, ocupa también el primer lugar al sentarse, caminar, salmodiar, comer y recibir la comunión en la iglesia. No es la edad de los hermanos la que se tiene en cuenta sino la fecha de su profesión.
En sus celdas no tienen más que una estera y los objetos siguientes: dos túnicas (especie de vestido egipcio sin mangas) y una tercera ya usada que usan para dormir o trabajar, un manto de lino, una piel de cabra a la que llaman melota, dos cogullas, un pequeño cinto de lino, calzado y un bastón como compañero de viaje.
Los enfermos son restablecidos gracias a cuidados admirables y comidas copiosas. Los que se hallan en buena salud se benefician de una abstinencia más severa; ayunan dos veces por semana, los miércoles y viernes, salvo durante el tiempo que va de Pascua a Pentecostés. Los demás días, los que lo desean comen después de la hora sexta y a la tarde se vuelve a poner la mesa a causa de los que trabajan, de los ancianos, de los niños y del intensísimo calor. Algunos comen poco la segunda vez, otros se contentan con una sola comida: el almuerzo o la cena. Algunos toman sólo un poco de pan y salen del refectorio. Todos comen al mismo tiempo. Cuando alguno no quiere ir a la mesa, recibe en su celda solamente pan, agua y sal, todos los días o día por medio según lo desee.
Los hermanos que practican un mismo arte son congregados en una casa bajo la autoridad de un prepósito. Por ejemplo: los que tejen el lino son reunidos en un grupo, los que hacen las esteras constituyen una sola familia. Lo mismo pasa con los sastres, los que fabrican las carretas, los obreros, los zapateros; estos grupos están gobernados cada uno por su prepósito, y cada semana dan cuenta de sus trabajos al padre del monasterio .
Los padres de todos los monasterios tienen un solo jefe que habita en el monasterio de Pbow .En pascua, todos, excepto aquellos cuya presencia es indispensable en sus monasterios, se reúnen en torno a él, de modo que casi cincuenta mil hombres celebran juntos la fiesta de la Pasión del Señor.
En el mes de Mesorí, es decir, en agosto, a ejemplo de la remisión del año jubilar (Lev 25) hay días en que a todos les son perdonados los pecados y en los que se reconcilian los que han tenido cualquier altercado. Luego se designan los jefes, los ecónomos, los prepósitos, los oficiales subalternos de los diferentes monasterios según sus necesidades.
Los de la Tebaida dicen todavía que Pacomio, Cornelio y Syro (este último vive aún y según cuentan tiene más de 110 años), aprendieron de boca de un ángel un lenguaje misterioso que les permite escribirse y comunicarse con la ayuda de un alfabeto espiritual, insinuando bajo ciertos signos y símbolos, sentidos escondidos. Hemos traducido a nuestra lengua estas cartas, que también han sido leídas entre los monjes coptos y griegos, y cuando encontramos esos mismos signos (del alfabeto místico) los hemos copiado.
Hemos imitado la simplicidad de la lengua copta movidos por el cuidado de dar una interpretación fiel, no fuera que una traducción pedante hiciera concebir una idea falsa de esos hombres apostólicos, completamente impregnados de la gracia del Espíritu. En cuanto a las otras cosas que están contenidas en sus tratados, no he querido exponerlas para que aquellos a los que deleite el amor de la santa "Koinonía" las aprendan en sus autores y beban en la fuente misma en lugar de hacerlo en los arroyos que de ella nacen.
El que viene por primera vez a la sinaxis de los santos, será introducido por el portero como se acostumbra, el cual lo acompañará desde la puerta del monasterio y lo hará tomar asiento en la asamblea de los hermanos; no le será permitido cambiar de lugar, ni modificar su rango; esperará que el oikiakos, es decir: el prepósito de la casa, lo instale en el puesto que le conviene ocupar.
Se sentará con todo decoro y modestia, poniendo debajo suyo la parte inferior de su piel de cabra que se ata sobre el hombro, y cerrando cuidadosamente su vestido, es decir la túnica de lino sin mangas, de manera que tenga las rodillas cubiertas.
Cuando se oiga la voz de la trompeta que llama a la sinaxis, en el mismo momento saldrán de la celda, meditando un pasaje de las Escrituras hasta llegar a la puerta del lugar de la sinaxis.
Cuando vayan a la iglesia para tomar el lugar en el que deben estar sentados o de pie, tendrán cuidado de no aplastar los juncos remojados y preparados para el tejido de las cuerdas, no sea que la negligencia de uno ocasione algún daño, aunque fuera mínimo, al monasterio.
A la noche, cuando se haga oír la señal, no te demores junto al fuego que se enciende habitualmente para calentar el cuerpo y defenderse del frío.
No permanezcas sentado sin hacer nada durante la sinaxis, por el contrario: prepara con mano vigilante los juncos que servirán para trenzar las cuerdas de las esteras. Sin embargo, evita que llegue al agotamiento el que tiene un cuerpo débil, a ese tal se le otorgará el permiso de interrumpir de tiempo en tiempo su tarea.
Cuando aquel que ocupa el primer lugar haya golpeado las manos, recitando de memoria algún pasaje de las Escrituras, para dar la señal del fin de la oración, ninguno tardará en levantarse, por el contrario: todos se levantarán al mismo tiempo.
Nadie observe a otro hermano que estuviere trenzando una cuerda o rezando; que sus ojos estén atentamente puestos sobre su propio trabajo.
He aquí los preceptos de vida que los ancianos nos han transmitido. Si ocurre que durante la salmodia, las oraciones o las lecturas, alguno habla o se ríe, desatará al instante su faja e irá a ponerse delante del altar con la cabeza inclinada y los brazos caídos. Después que el padre del monasterio lo haya reprendido allí, repetirá esta misma penitencia en el refectorio, cuando estén reunidos todos los hermanos.
Cuando durante el día haya resonado la trompeta para la sinaxis, el que llegase después de la primera oración será corregido por el superior con una reprimenda y permanecerá de pie en el refectorio.
Pero, durante la noche, ya que (a esas horas) se concede más a la debilidad del cuerpo, el que llegase después de las tres primeras oraciones, será corregido de la misma manera en la iglesia y en el refectorio.
Cuando los hermanos estén orando durante la sinaxis, nadie saldrá sin orden de los ancianos, o sin haber pedido y obtenido el permiso de salir para las necesidades naturales.
Nadie distribuirá los juncos que sirven para trenzar las cuerdas, a no ser el que está de servicio durante la semana. Si estuviera impedido de hacerlo por causa de un trabajo justificado, se esperará las órdenes del superior.
Para el servicio de la semana en cada casa, no se escogerá a los que tienen los primeros lugares y recitan pasajes de la Escritura en la asamblea de todos los hermanos. Se elegirá por orden a los hermanos que están sentados y se ponen de pie, los que fueren capaces de repetir de memoria lo que se les haya encomendado.
Si un hebdomadario se olvida o vacila al recitar algo, recibirá la corrección que merecen la negligencia y el olvido.
Ningún hebdomadario estará ausente el domingo, y cuando se hace la oblación, porque debe ocupar el lugar del cantor para responder al que salmodia. Esto concierne al menos a los que pertenecen a la casa que está de servicio de gran semana . Porque hay en cada casa un servicio de pequeña semana asegurado por un número menor de hermanos. Si este número debiera aumentarse, el jefe de la casa de gran semana llamará a otros hermanos del mismo grupo al que pertenece su casa. Pero sin orden suya nadie que pertenezca a otra casa del mismo grupo salmodiará. Y le está absolutamente vedado a un hermano de una casa el participar en el servicio de otra casa, a menos que pertenezca al mismo grupo, o tribu, que la suya. Se llama tribu al grupo de tres o cuatro casas (este número varía) según el número de hermanos y la importancia del monasterio, lo que podríamos llamar familias o clanes de una misma nación.
Ninguno recibirá el permiso de salmodiar los domingos o durante la sinaxis en que debe ofrecerse la oblación, excepto el jefe de la casa y los ancianos del monasterio a quienes por alguna causa les competa esta función.
Si un anciano se equivoca cuando salmodia, es decir: cuando lee el salterio, se someterá al punto, delante del altar, al rito de la penitencia y de la reprimenda.
El que sin permiso del superior abandonara la sinaxis u ofreciera la oblación, será reprendido al instante.
Por la mañana, en cada casa, después de concluida la oración, no volverán los hermanos inmediatamente a sus celdas. Primero tendrán un coloquio sobre lo que les fue expuesto por los prepósitos en las conferencias y luego retornarán a sus habitaciones.
Los que gobiernan las casas darán tres conferencias por semana; en estas conferencias los hermanos al sentarse o pararse, ocuparán sus respectivos lugares, según el orden de las casas y de los individuos.
Si alguno que está sentado se duerme en el transcurso de la conferencia del prepósito de la casa o del padre del monasterio, se le obligará a levantarse inmediatamente y permanecerá de pie hasta que haya recibido la orden de volver a tomar asiento.
Cuando haya sonado la señal de reunirse para escuchar los preceptos de los ancianos, nadie permanecerá (donde se hallaba) y no atizarán más el fuego, hasta el fin de la conferencia. El que omitiera uno de estos preceptos será sometido a la corrección ya mencionada.
El que está de servicio durante la semana no podrá dar a nadie las cuerdas o cualquier otro objeto sin que medie la orden del padre del monasterio. Sin ella ni siquiera podrá dar la señal de reunirse para la sinaxis del mediodía o la de las seis oraciones de la tarde.
Después de la oración de la mañana, el oficial de semana a quien se le ha confiado el trabajo, preguntará al padre del monasterio sobre todas las cosas que juzgue necesario y sobre el momento en que los hermanos deberán ir a trabajar a los campos; y, según la orden que haya recibido, recorrerá cada casa y enseñará a cada uno lo que debe hacer.
Si alguien pide un libro para leer, lo recibirá. Pero a fin de semana lo devolverá a su lugar por causa de los hermanos que se suceden en el servicio.
Si trenzan esteras, el hebdomadario preguntará a la tarde a los jefes de cada casa cuál es la cantidad de juncos necesarios en su casa; según la respuesta remojará la cantidad de juncos necesaria, para distribuirlos a la mañana siguiente a cada uno por su orden. Si en el transcurso de la mañana se da cuenta que van a necesitar más, los remojará y los llevará a cada casa, hasta que suene la señal de la comida.
El jefe de la casa que termina la semana y el que lo releva, como también el padre del monasterio, tendrán cuidado de fijarse en lo que se haya omitido o descuidado del trabajo. También harán sacudir las esteras que se extienden de ordinario sobre el piso de la iglesia y contarán las cuerdas que cada semana se trencen. Escribirán el resultado sobre tablillas que conservarán hasta el momento de la reunión anual, en el curso de la cual hay rendición de cuentas y donde se da la absolución general de las faltas.
Al volver de la sinaxis, los hermanos, que van saliendo de a uno, para ir a sus celdas o al refectorio, meditarán cualquier pasaje de las Escrituras y nadie tendrá la cabeza cubierta cuando medite.
Y cuando hayan llegado al refectorio, se sentarán por orden en los lugares que les han sido fijados y se cubrirán la cabeza.
Cuando un anciano te mande cambiarte de mesa, no le resistirás en lo más mínimo. No tendrás la osadía de servirte antes que tu jefe de casa. No observarás a los que comen.
Cada uno de los prepósitos enseñará a los miembros de su casa cómo deben tomar sus alimentos, con disciplina y modestia. Si alguno habla o se ríe durante las comidas, hará penitencia y será reprendido al instante en su mismo lugar. Se pondrá de pie y permanecerá parado hasta que se levante alguno de los otros hermanos que están comiendo.
Si alguien llegara tarde a la mesa, fuera del caso en que una orden del superior hubiera motivado tal retraso, hará la misma penitencia o volverá a su casa sin probar bocado.
Si en la mesa se tiene necesidad de alguna cosa, nadie tendrá el atrevimiento de hablar; antes bien, mediante un sonido hará señal a los que sirven.
Si te levantas de la mesa, no hablarás al regresar, hasta que hayas vuelto a tu lugar .
Los que sirven no comerán ninguna otra cosa que lo que haya sido preparado para todos los hermanos en general y no se permitirá que se aderecen platos diferentes.
El que toca para llamar a los hermanos al refectorio, meditará mientras lo hace.
Aquel que, a las puertas del refectorio, distribuye el postre a los hermanos que salen de la mesa, meditará cualquier pasaje de la Escritura mientras cumple su oficio.
El que recibe el postre que se da, no lo pondrá en su cogulla sino en su piel (de cabra) y no lo comerá antes de haber llegado a su casa. El que distribuye el postre a los hermanos recibirá su porción de manos de su prepósito, lo que harán también los otros servidores, quienes lo recibirán de otro sin nada arrogarse por propia voluntad. Lo que hayan recibido deberá bastarle para tres días. Si al cabo de estos tres días les sobrara algún alimento, lo llevarán de vuelta al jefe de la casa que lo reintegrará a la despensa, donde quedará hasta que, mezclado con otros, sea distribuido a todos los hermanos.
Nadie dará a uno más que a otro.
Si se trata de los débiles, el prepósito irá a ver a los servidores de los enfermos y recibirá de ellos lo que les sea necesario.
Si el enfermo es uno de los servidores de mesa, no tendrá permiso para entrar en la cocina o en la despensa con el fin de retirar cualquier cosa. Serán los otros servidores los que le darán lo que vean que necesita. No le estará permitido el cocinar para sí lo que desee, sino que los prepósitos recibirán de los otros sirvientes lo que ellos juzguen que le es necesario.
Nadie entrará a la enfermería sin estar enfermo. El que cayere enfermo será conducido por el prepósito de su casa a la enfermería. Si necesita un manto o una túnica u otras cosas como vestidos o comida, será el prepósito quien las recibirá de manos de los servidores y las dará de inmediato al enfermo.
Un enfermo no podrá entrar en el lugar de los que comen, ni consumir lo que desee, sin haber sido conducido allí para comer por el servidor encargado de este oficio. No le estará permitido llevar a su celda nada de lo que haya recibido en la enfermería, ni siquiera una fruta.
Los que cocinan servirán cada uno por turno a los que están a la mesa.
Ninguno recibirá vino o caldo fuera de la enfermería.
Si alguno de los que son enviados de viaje cae enfermo en el camino o sobre un barco y tiene necesidad o desea tomar caldo de pescado u otras cosas que se comen habitualmente en el monasterio, no comerá con los otros hermanos sino aparte, y los que sirven le darán con abundancia, para que ese hermano enfermo no sea contristado en nada.
Nadie osará visitar a un enfermo sin permiso del superior. Ni aún alguno de sus parientes o de sus hermanos podrá servirlo sin orden del prepósito.
Si alguno transgrede o descuida alguna de estas prescripciones, será corregido con la reprimenda habitual.
Si alguno se presenta a la puerta del monasterio con la voluntad de renunciar al mundo y ser contado entre los hermanos, no tendrá la libertad de entrar. Se comenzará por informar al padre del monasterio. El candidato permanecerá algunos días en el exterior, delante de la puerta. Se le enseñará el Padrenuestro y los salmos que pueda aprender. El suministrará cuidadosamente las pruebas de lo que motiva su voluntad (de ingresar). No sea que haya cometido alguna mala acción y que, turbado por el miedo, haya huido sin demora hacia el monasterio; o que sea esclavo de alguien. Esto permitirá discernir si será capaz de renunciar a sus parientes y menospreciar las riquezas. Si da satisfacción a todas estas exigencias, se le enseñará entonces todas las otras disciplinas del monasterio, lo que deberá cumplir y aquello que deberá aceptar, ya sea en la sinaxis que reúne a todos los hermanos, en la casa o dónde fuera enviado o en el refectorio. Así instruido y consumado en toda obra buena, podrá estar con los hermanos. Entonces será despojado de sus vestidos del siglo y revestido con el hábito de los monjes. Después será confiado al portero que, en el momento de la oración, lo llevará a la presencia de todos los hermanos y lo hará tomar asiento en el lugar que se le haya asignado. Los vestidos que trajo consigo serán recibidos por los encargados de este oficio, guardados en la ropería y a disposición del padre del monasterio.
Nadie que viva en el monasterio podrá recibir a alguien en el refectorio; pero le enviará al portero de la hospedería para que sea recibido por los que están encargados de ese oficio.
Cuando lleguen personas a la puerta del monasterio, si se trata de clérigos o de monjes, serán recibidos con muestras del más grande honor. Se les lavará los pies, según el precepto evangélico (Jn 13) y se los conducirá a la hospedería donde se les suministrará todo lo que conviene al uso de monjes. Si, en el momento de la oración o de la sinaxis, desearan participar en la reunión de los hermanos, si pertenecen a la misma fe, el portero o el servidor de la hospedería lo advertirá al padre del monasterio; seguidamente podrán ser conducidos a la oración.
Si son seglares, enfermos o personas más frágiles (1 P 3,17), nos referimos a las mujeres, los que se presentan a la puerta, se los recibirá en lugares diferentes, según su sexo y las directivas del prepósito. Sobre todo las mujeres serán tratadas con mayor respeto, atención y temor de Dios. Se les dará alojamiento totalmente separado de los hombres, a fin de no suscitar malos propósitos. Y aún si llegaran por la tarde, estaría mal el despedirlas. En este caso se las recibirá en el alojamiento separado y cerrado de que hemos hablado, con toda la disciplina y todas las precauciones requeridas para que la multitud de los hermanos se puedan ocupar libremente en sus trabajos y no se dé motivo para que nadie sea denigrado.
Si alguno se presenta a la puerta del monasterio, pidiendo ver a su hermano o a un pariente, el portero avisará al padre del monasterio, éste llamará al jefe de la casa y le preguntará si el hermano pertenece a ella, y, con su permiso, el hermano recibirá para esta circunstancia un compañero seguro y lo enviará a ver a su hermano o pariente. Si por casualidad éste le ha llevado algunos alimentos de los que está permitido comer en el monasterio, no podrá recibirlos directamente sino que llamará al portero que recibirá el regalo. Si se trata de cosas para comer con pan, no se darán a aquel a quien son ofrecidas, sino que serán para la enfermería. Pero si se tratara de golosinas o frutas, se las dará el portero para que pueda comerlas y el resto lo llevará a la enfermería. El portero no podrá comer nada de lo que se ha recibido. Retribuirá al donante con coles, panes o un poco de legumbres.
Aquel a quien hayan regalado los alimentos de que hemos hablado, los que son traídos por parientes o allegados y que se comen con pan, será llevado por su prepósito a la enfermería y allí comerá de ellos una sola vez. Lo que quede estará a disposición del servidor de los enfermos, pero no para sus necesidades personales.
Cuando avisen que está enfermo uno de los parientes o allegados de los hermanos que allí viven, el portero avisará primero al padre del monasterio. Este llamará al prepósito de la casa a que pertenece el hermano, lo interrogará, y juntos pensarán en un hombre de confianza y observancia a toda prueba y lo enviarán con el hermano a visitar al enfermo. (Para el viaje) llevarán la cantidad de víveres que haya dispuesto el jefe de la casa. Si la necesidad los obliga a permanecer más tiempo (de lo previsto) fuera del monasterio y a comer con sus padres y parientes, no consentirán en ello, antes bien, irán a una iglesia o monasterio de la misma fe. Si los parientes o conocidos les preparan u ofrecen alimentos, no los aceptarán o comerán a menos que sean los mismos que se comen habitualmente en el monasterio. No probarán salmuera, ni vino, ni otra cosa fuera de las que están habituados a comer en el monasterio. Cuando hayan aceptado alguna cosa de sus parientes, comerán sólo lo suficiente para el viaje, el resto lo darán a su jefe de casa que lo llevará a la enfermería.
Si muere el padre o el hermano de alguno, este no podrá asistir a las exequias a menos que el padre del monasterio se lo permita.
Nadie será enviado solo para tratar un asunto fuera del monasterio, sino que se le dará un compañero.
Y al regresar al monasterio, si encuentran delante de la puerta a alguno que pide ver a alguien del monasterio conocido suyo, no se permitirán ir en su busca, comunicárselo o llamarlo. Y no podrán contar nada en el monasterio de lo que hayan hecho o visto en el exterior.
Cuando se dé la señal de salir a trabajar, el jefe de la casa marchará delante de los hermanos y ninguno se quedará en el monasterio sin que el padre del monasterio se lo haya prescrito. Los que salen para el trabajo no preguntarán a dónde van.
Cuando se reúnan todas las casas, el jefe de la primera marchará delante de todos y los demás según el orden de las casas y de los individuos. No hablarán, sino que cada uno meditará luego algún pasaje de la Escritura. Si ocurre que alguien, al encontrarse con los hermanos desea hablar a uno, se adelantará el portero del monasterio que está encargado de ese oficio y le responderá. De él se servirán como intermediario. Si no estuviera allí el portero, el jefe de la casa o algún otro que haya recibido orden para ello, responderá a los que se encuentren con los hermanos.
Durante el trabajo los hermanos no proferirán ninguna palabra mundana; meditarán en las cosas santas o, al menos, guardarán silencio.
Que nadie tome consigo su manto de lino para ir al trabajo, a menos que el superior se lo haya permitido. En principio, nadie vestirá su manto cuando anda por el monasterio después de la sinaxis.
Nadie se sentará durante el trabajo sin orden del superior.
Si los que guían a los hermanos por el camino tienen necesidad de enviar a alguien para un negocio cualquiera, no lo podrán hacer sin orden del prepósito. Y si el mismo que conduce a los hermanos se ve constreñido a ir a algún sitio, confiará sus obligaciones al que, según el orden viene después de él.
Si los hermanos enviados a trabajar en el exterior del monasterio deben comer fuera de él, un semanero los acompañará para darles los alimentos que no necesitan cocción y para distribuirles el agua, como se hace en el monasterio.
Nadie podrá levantarse para sacar y beber agua.
Al volver al monasterio (de sus trabajos) lo harán en el orden que les corresponde a cada uno por su rango. Y al retornar a sus casas, los hermanos devolverán los útiles, y su calzado al segundo después del jefe de la casa. Por la tarde éste los llevará a una celda separada donde los guardará.
Al terminar la semana, todos los útiles serán llevados y ordenados en una sola casa para que los que toman su turno de semana sepan lo que suministrarán a cada casa.
Ningún monje lavará las túnicas y todo lo que compone su ajuar en otro día que no sea el domingo, excepto los marinos y los panaderos.
No se irá a lavar la ropa si no ha sido dada la orden para todos; seguirán a su prepósito; el lavado se realizará en silencio y ordenadamente.
Al lavar la ropa, nadie remangará sus vestidos más de lo permitido. Terminado el lavado todos regresarán al mismo tiempo. Si alguno está ausente o en el monasterio, dará aviso a su prepósito que enviará con él a otro hermano; una vez que haya lavado sus vestidos, volverá a su casa.
Los hermanos recogerán las túnicas a la tarde cuando ya estén secas, y las darán al segundo (es decir, al que sigue en orden al prepósito), quien las remitirá a la ropería. Pero si no están secas, se las tenderá al sol al día siguiente hasta que lo estén. No se las dejará expuestas al rayo del sol más tarde de la tercera hora. Después de haberlas recogido se las ablandará ligeramente. No serán guardadas por los hermanos en sus celdas, las entregarán para que estén ordenadas en la ropería hasta el sábado.
Nadie tomará legumbres del jardín; las recibirán de manos del jardinero.
Nadie recogerá por propia iniciativa las hojas de palmera que sirven para trenzar las cestas; salvo el encargado de las palmeras.
Que nadie coma uvas o espigas que no estén todavía maduras, esto por el cuidado de conservar el buen orden en todas las cosas. Y en general, que nadie coma en privado lo que encuentra en los campos o en los huertos, antes de que los productos sean presentados a todos los hermanos juntos.
El que cocina no comerá antes que los hermanos.
El que tiene a su cuidado las palmeras, no comerá de sus frutos antes que los hayan gustado los hermanos.
Los que hayan recibido la orden de cosechar los frutos de las palmeras, recibirán, cada uno de su prepósito, en el lugar mismo del trabajo, algunos frutos para comer, y cuando hayan vuelto al monasterio, recibirán su parte como los demás.
Si encuentran frutos caídos de los árboles no tendrán el descaro de comerlos, y los que encuentren en el camino los colocarán al pie de los árboles. El que distribuye los frutos a los trabajadores no podrá comer de ellos. Los llevará al ecónomo que le dará su parte en el momento de la distribución a los demás hermanos.
Nadie almacenará comida en su celda, salvo lo que haya recibido del ecónomo.
Con respecto a los panecillos que los jefes de casa reciben para darlos a los que no quieren comer en el refectorio común con los hermanos, porque se entregan a una abstinencia más austera, cuidarán los prepósitos de dárselos sin hacer acepción de personas, ni aún con los que parten de viaje. No los colocarán en un lugar común porque entonces cada uno podría servirse cuanto quisiere. Los darán a cada hermano en su celda, respetando el orden y la periodicidad con que quieren comer. Con estos panes, los hermanos no comerán otra cosa que sal.
Los alimentos se cocinarán solamente en el monasterio y en la cocina. Si los hermanos salen al exterior, es decir, si van a trabajar en los campos, recibirán legumbres sazonadas con sal y vinagre. En verano estas legumbres serán preparadas en cantidad abundante para que sea suficiente (alimento) en los prolongados trabajos.
Nadie tendrá en su casa o en su celda otra cosa que lo que prescribe en general la regla del monasterio. Por lo tanto, los hermanos no tendrán ni túnica de lana, ni manto, ni una piel más suave - la del cordero que todavía no haya sido esquilado -, ni dinero, ni almohadas de pluma para la cabeza, ni otros efectos. No tendrán sino lo que el padre del monasterio distribuye a los jefes de casa, es decir, dos túnicas, más otra gastada por el uso, un manto suficientemente amplio como para envolver el cuello y la espalda, una piel de cabra que se prenda al costado, calzado, dos cogullas, y un bastón. Todo lo que encuentren además de esto lo suprimirán sin protestar.
Nadie tendrá a su uso particular una pincita para quitar de sus pies las espinas que se clave al caminar. Ella está reservada a los jefes de casa y a sus segundos; se la enganchará en la ventana sobre la que se colocan los libros.
Si alguno pasa de una casa a otra, no podrá llevar consigo sino lo que más arriba dijimos.
Nadie podrá ir a los campos, circular por el monasterio o pasearse fuera de su recinto sin haber pedido y obtenido el permiso del jefe de la casa.
Es necesario cuidar que nadie lleve y traiga cuentos de una casa a otra, o de un monasterio a otro, o del monasterio a los campos, o de los campos al monasterio.
Si un hermano está de viaje, por tierra o por barco, o trabaja en el exterior, no contará en el monasterio lo que haya visto hacer fuera de él.
Dormirán siempre sobre la banqueta recibida para el caso, ya sea en la celda, sobre las terrazas (donde se reposa de noche para evitar los grandes calores), o en los campos.
Cuando se hayan instalado para dormir no hablarán con nadie. Si después de estar acostados se despiertan durante la noche y tienen sed, si es día de ayuno no se permitirá beber.
Fuera de la estera no se extenderá absolutamente nada sobre la banqueta.
Está prohibido entrar en la celda del vecino sin haber golpeado primero a la puerta.
No irán a comer sin haber sido convocados por la señal general. No se circulará por el monasterio antes de que se haya dado la señal.
Que nadie camine por el monasterio para ir a la sinaxis o al refectorio, sin su cogulla y su piel de cabra.
No se podrá ir a la tarde a untarse y suavizarse las manos después del trabajo sin la compañía de un hermano. Nadie ungirá su cuerpo enteramente, salvo en caso de enfermedad; ni se bañará o lavará completamente con agua sin estar manifiestamente enfermo.
Nadie podrá bañar o ungir a un hermano sin haber recibido orden para ello.
Que nadie hable a su hermano en la oscuridad.
Que nadie duerma con otro hermano sobre la misma estera.
Que nadie retenga la mano de otro.
Cuando los hermanos estén de pie, caminando, o sentados, habrá siempre entre ellos la distancia de un codo.
Nadie se permitirá sacar una espina del pie a otro, excepto el jefe de la casa, su segundo, o aquel que haya recibido tal orden.
Nadie se cortará el cabello sin orden del superior.
No estará permitido intercambiarse las cosas que recibieron del prepósito. Que no se acepte algo mejor a cambio de algo menos bueno. E inversamente, que no se dé algo mejor a cambio de algo menos bueno. En lo que concierne a los vestidos y los hábitos, no se procurarán nada que sea más nuevo que lo que poseen los otros hermanos, por motivo de elegancia.
Todas las pieles serán ajustadas y se prenderán en la espalda. Todas las cogullas de los hermanos llevarán la marca del monasterio y la de su casa.
Que nadie deje su libro abierto al ir a la iglesia o al refectorio.
Los libros que a la tarde se vuelven a colocar bajo la ventana, es decir, en el hueco del muro, estarán bajo la responsabilidad del segundo, que los contará y guardará según la costumbre.
Nadie irá a la sinaxis o al refectorio calzado o cubierto con su manto de lino, ya sea en el monasterio o en los campos.
El que dejare su ropa expuesta al sol más allá de la hora sexta en que los hermanos son llamados al refectorio, será reprendido por su negligencia. Y si alguno quebranta por desprecio una de las reglas mencionadas, será corregido con un castigo proporcional.
Nadie se permitirá ungir su calzado u ocuparse de cualquier objeto, a no ser el jefe de la casa y el que haya recibido la carga de esta tarea.
Si un hermano se ha hecho daño o se ha herido, pero no tiene necesidad de guardar cama, si camina con dificultad y necesita algo - una prenda, un manto, u otra cosa que le pueda ser útil -, su jefe de casa irá a los encargados de la ropería y tomará lo necesario.
Cuando el hermano se haya curado devolverá sin demora lo recibido.
Nadie recibirá nada de otro hermano sin orden del prepósito.
Nadie dormirá en una celda cerrada con llave, ni tendrá una celda en la que pueda encerrarse con cerrojo, a menos que el padre del monasterio haya dado ese permiso a un hermano en razón de su edad o de sus enfermedades.
Que nadie vaya a la granja sin haber sido enviado, salvo los pastores, los boyeros o los cultivadores.
Que dos hermanos no monten juntos a un asno en pelo, ni se sienten sobre el pértigo de un carro.
Si alguien monta un asno sin estar enfermo, se apeará de él delante de la puerta del monasterio, luego marchará delante de su asno teniendo las riendas en la mano.
Sólo los prepósitos irán a los diferentes talleres para recibir allí lo que les es necesario. No podrán ir después de la hora sexta, en que los hermanos son llamados al refectorio, a menos que haya necesidad urgente; en este caso, se enviará un semanero al padre del monasterio para advertírselo y darle a conocer lo que urge.
En general, sin orden del superior, nadie se permitirá entrar en la celda de otro hermano.
Nadie reciba nada en préstamo, ni aún de su hermano según la carne.
Que nadie coma cosa alguna dentro de su celda, ni siquiera una fruta habitual u otros alimentos del mismo género, sin el permiso de su prepósito.
Si el jefe de una casa está de viaje, otro prepósito, perteneciente a la misma nación y a la misma tribu, llevará la carga del que se va. Usará de sus poderes y se ocupará de todo con solicitud. En cuanto a la catequesis de los dos días de ayuno, dará una en su casa, y la otra en la casa de aquel a quien reemplaza.
Hablemos ahora de los panaderos. Cuando viertan el agua en la harina y cuando amasen la pasta, nadie hablará a su vecino. Por la mañana, cuando transporten los panes sobre las planchas al horno y a los fogones, guardarán el mismo silencio y cantarán salmos o pasajes de la Escritura hasta que hayan acabado su trabajo. Si tienen necesidad de alguna cosa, no hablar n, sino que harán una señal a los que pueden suministrarles aquello de que tienen necesidad.
Cuando se dé a los hermanos la señal de amasar la pasta, nadie permanecerá en el lugar donde se cocinan los panes. Fuera de aquellos que bastan para la cocción y que han recibido orden de hacerla, nadie permanecerá en el lugar donde se hornea.
En lo que concierne a los barcos, la norma a seguir es la misma.
Sin orden del padre del monasterio nadie soltará una embarcación de la orilla, ni tan sólo un botecito. Que nadie duerma en la sentina ni en cualquier otro lugar dentro de la barca; los hermanos reposarán sobre el puente. Y nadie tolerará que los seglares duerman con los hermanos en la embarcación.
No navegarán con ellos las mujeres, a menos que el padre del monasterio lo haya permitido.
Nadie se permitirá encender fuego en su casa sin que puedan hacerlo todos.
Tanto el que llegare tarde, después de la primera de las seis oraciones de la tarde, como el que hubiere cuchicheado con su vecino o reído a escondidas, hará penitencia según la forma establecida, durante el resto de las oraciones.
Cuando los hermanos estén sentados en sus casas, no les estará permitido decir palabras mundanas. Y si el prepósito enseña alguna palabra de la Escritura, la repetirán entre ellos cada uno a su turno, y se aprovecharán de lo que cada uno haya aprendido y retenido de memoria.
Cuando estén aprendiendo cualquier cosa de memoria, nadie trabajar, ni sacará agua, ni trenzará cuerdas, hasta que el prepósito haya dado orden para ello.
Nadie tomará por sí mismo los juncos puestos a remojar por los trabajadores, si el servidor de semana no se los da.
El que rompiera un vaso de arcilla o hubiera remojado tres veces los juncos, hará penitencia durante las seis oraciones de la tarde.
Después de las seis oraciones, cuando todos se separan para ir a dormir, nadie podrá salir de su celda, salvo en caso de necesidad.
Cuando un hermano se haya dormido en el Señor, la comunidad de los hermanos lo acompañará. Nadie permanecerá en el monasterio sin orden del superior. Nadie salmodiará si no se lo han mandado. Nadie agregará otro salmo al que acabó de recitar, sin el consentimiento del superior.
En caso de duelo, no se salmodiará de a dos; no se llevará el manto de lino.
Que nunca se abstenga un hermano de responder al que salmodia, sino que todos los hermanos estarán concordes en una misma postura y en una sola voz.
El que se encuentre enfermo durante un entierro, será sostenido por un servidor.
En general, a cualquier lado que los hermanos sean enviados, irán con ellos uno de los servidores de semana para asistir a los enfermos, en el caso de que el mal los sorprenda de viaje o en los campos.
Que nadie marche delante del prepósito y del conductor de los hermanos.
Que nadie se aparte de su fila. Si alguno pierde alguna cosa será castigado públicamente delante del altar; si lo que perdió formaba parte de su ajuar, estará tres semanas sin recibir lo que extravió, pero a la cuarta semana, después de haber hecho penitencia, recibirá un efecto semejante al que perdió.
El que encuentre cualquier objeto, lo suspenderá durante tres días delante del lugar donde los hermanos celebran la sinaxis, para que el que lo reconozca como de su uso pueda tomarlo.
Los jefes de las casas bastarán para reprender y exhortar sobre las materias que hemos indicado y establecido. Pero si se encontraren delante de una falta que no hubiéramos previsto, la referirán al padre del monasterio.
El padre del monasterio es el único que podrá juzgar del asunto; y será su decisión la que regirá todos los casos nuevos. (Traducción conjetural.)
Todo castigo se cumplirá así: los que sufran una corrección estarán sin cinto y permanecerán de pie durante la gran sinaxis y en el refectorio.
El que haya abandonado la comunidad de los hermanos y luego haya regresado, no volverá a su lugar, después de haber hecho penitencia, sin orden del superior.
Lo mismo establecemos para el jefe de la casa y el ecónomo: si una noche salen a dormir fuera, lejos de los hermanos, pero se arrepienten y vuelven a la asamblea de ellos, no les estará permitido ni entrar en sus casas, ni ocupar sus lugares sin que medie orden del superior.
Que los hermanos sean seriamente constreñidos a repasar entre ellos todas las enseñanzas que hayan escuchado en la reunión común, sobre todo en los días de ayuno en que sus prepósitos dan la catequesis.
Al recién llegado al monasterio se le enseñará primeramente lo que debe observar; luego, cuando después de esta primera instrucción haya aceptado todo, se le indicará que aprenda veinte salmos, o dos epístolas del Apóstol, o una parte de otro libro de la Escritura.
Si es analfabeto, irá, a la primera, a la tercera y a la sexta hora, a encontrarse con aquel que puede enseñarle y que fue designado para ello. Se mantendrá de pie delante de él y aprenderá con la más grande atención y gratitud. Seguidamente se le escribirá las letras y las sílabas, los verbos y los sustantivos, y se le forzará a leer aunque rehuse hacerlo.
En general, nadie en el monasterio quedará sin aprender a leer y sin retener en su memoria algo de las Escrituras, como mínimo el Nuevo Testamento y el Salterio.
Que nadie encuentre pretextos para no ir a la sinaxis, a la salmodia o a la oración.
No dejarán pasar el tiempo de la oración y de la salmodia cuando, por cualquier asunto, se hallen navegando o en el monasterio, en los campos o de camino.
Hablemos finalmente del monasterio de vírgenes.
Que nadie vaya a visitarlas, a menos que tenga allí a su madre, a una hermana, a una hija, parientes o primas o a la madre de sus hijos.
Si es necesario que aquellos que no han renunciado al mundo ni ingresado al monasterio vean a las vírgenes, necesidad ésta causada por la muerte del padre (a cuya herencia ellas tienen derecho), o bien por otro motivo incontestable, se enviará con los visitantes a un hombre de edad y de virtud probada. Juntos las verán y regresarán.
Por tanto, que nadie vaya a ver a las vírgenes, excepto aquellos de que hemos hablado más arriba. Y cuando vayan a visitarlas, lo harán saber primeramente al padre del monasterio, éste los enviará a los ancianos que han recibido el ministerio de las vírgenes. Los ancianos irán con ellos a visitar a las vírgenes que tienen necesidad de ver, con toda la disciplina que exige el temor de Dios. Cuando las vean no hablarán de cosas seculares.
Cualquiera que quebrante una de estas disposiciones, hará penitencia pública sin demora alguna, en razón de su negligencia y menosprecio, para poder entrar en posesión del reino de los cielos.
II.
Cómo se debe celebrar la sinaxis y reunir a los hermanos para escuchar la palabra de Dios, según los preceptos de los ancianos y la doctrina de las Sagradas Escrituras.
Los hermanos deben ser liberados de los errores de sus almas y glorificar a Dios en la luz de los vivientes (Sal 55). Es necesario que sepan cómo deben vivir en la casa de Dios, sin caídas ni escándalos. No debe embriagarlos ninguna pasión, por el contrario, han de permanecer en las normas de la verdad, fieles a las tradiciones de los apóstoles y de los profetas. Observen las reglas de las solemnidades, tomando por modelo de la casa de Dios la sociedad de los apóstoles y de los profetas, celebrando los ayunos y las oraciones habituales. En efecto, los que desempeñan bien el servicio siguen la regla de la Escrituras.
He aquí el servicio que deben prestar los ministros de la Iglesia.
Congreguen a los hermanos a la hora de la oración, y hagan todo lo que las reglas prevén. De este modo, no darán ninguna ocasión de recriminación y no permitirán a nadie que se comporte de manera contraria al ceremonial.
Si se les pide un libro, lo darán.
Si, a la tarde, alguno llega de afuera y no se presenta para recibir el trabajo que deberá hacer al día siguiente, que se lo asignen por la mañana.
Cuando se termine la tarea asignada se advertirá al superior y seguidamente se hará lo que determine.
Cuide el ecónomo de que no se pierda ningún objeto en el monasterio, en ninguno de los oficios que ejercen los hermanos. Si se pierde o se destruye algo por negligencia, el padre del monasterio reprenderá al responsable de ese servicio, quien a su vez, reprenderá a aquel que perdió el objeto en cuestión, pero esto solamente por voluntad y determinación del superior, porque sin su orden, nadie tendrá la potestad de reprender a un hermano.
Si se encuentra un vestido expuesto al sol durante tres días, el que tiene a su uso esa prenda será reprendido, hará penitencia pública en la sinaxis y permanecerá de pie en el refectorio.
(...) Si alguien pierde una piel de cabra, o calzado, o un cinto, u otro efecto, será reprendido.
Si alguno tomó un objeto que no está a su uso, se lo pondrán sobre la espalda, hará penitencia públicamente en la sinaxis y permanecerá de pie en el refectorio.
Si se encuentra a alguno que está haciendo cualquier cosa con murmuración o se opone a la orden del superior, será reprendido según la medida de su pecado.
Si se constata que un hermano miente u odia a alguien, o se comprueba que es desobediente, que se entrega a las chanzas más de lo conveniente, que es perezoso, que tiene palabras duras o el hábito de murmurar de sus hermanos o de los extraños - cosas todas absolutamente contrarias a la regla de las Escrituras y a la disciplina monástica -, el padre del monasterio lo juzgará y castigará según la gravedad y la índole del pecado que ha cometido.
Cuando se haya perdido un objeto en el camino, en los campos o en el monasterio, el jefe de la casa será responsable de la falta y sometido a reprimenda si durante tres días no lo advirtió al padre del monasterio. Hará pública penitencia según la forma establecida.
Si un hermano huye y su prepósito no avisa al padre del monasterio sino después de tres horas, se considerará al prepósito como culpable de su pérdida, a menos que lo encuentre. Este será el castigo que sufrirá el que haya perdido a uno de los hermanos de su casa: durante tres días hará penitencia públicamente. Pero si previno al padre del monasterio en cuanto se fugó el hermano, no será responsable de ello.
Si un prepósito, habiendo constatado una falta en su casa, no amonestó al culpable y no se lo advirtió al padre del monasterio, será sometido él mismo a la reprimenda prevista.
Por la tarde, en cada casa se rezarán las seis oraciones y los seis salmos, según el rito de la gran sinaxis que todos los hermanos celebran en común.
Los prepósitos darán dos conferencias cada semana.
Que nadie en la casa haga cosa alguna sin orden del prepósito.
Si todos los hermanos de una misma casa constatan que su prepósito es muy negligente, que reprende a los hermanos con dureza, excediendo la medida observada en el monasterio, lo dirán al padre del monasterio que lo reprenderá.
En principio, el prepósito no hará sino lo que el padre del monasterio ha ordenado, sobre todo en el dominio de las innovaciones, porque, para los asuntos habituales, se atendrá a las reglas del monasterio.
Que el prepósito no se embriague (Ef 5;18).
Que no se siente en los lugares más humildes, cerca de donde se ponen los útiles del monasterio.
Que no rompa los vínculos que Dios creó en el cielo para que sean respetados sobre la tierra.
Que no esté lúgubre en la fiesta del Señor que salva.
Que domine su carne según la norma de los santos (Rom 8:13).
Que no se lo encuentre en los asientos más honorables, como es habitual entre los
gentiles (Lc 14:8).
Que su fe sea sin doblez.
Que no siga los pensamientos de su corazón sino la ley de Dios.
Que no se oponga a las autoridades superiores con espíritu orgulloso (Rom 13:2).
No se encolerice ni se impaciente con los que son más débiles.
Que no traspase los límites (Dt 27:17).
Que no alimente en su espíritu pensamientos dolosos.
Que no descuide el pecado de su alma.
Que no se deje vencer por la lujuria de la carne (Gal 5:19).
Que no camine en la desidia.
Que no se apresure a pronunciar palabras ociosas (Mt 12:36).
Que no ponga lazos a los pies del ciego (Lev 19:14).
Que no enseñe a su alma la voluptuosidad.
Que no se deje disipar por la risa de los tontos o por las chanzas.
Que no deje que se adueñen de su corazón los que profieren palabras lisonjeras y
almibaradas.
Que no se deje ganar por regalos (Ex 23:8).
Que no se deje seducir por la palabra de los niños.
Que no se aflija en la prueba (2 Cor 4:8).
Que no tema la muerte, sino a Dios (Mt 10:28).
Que el temor de un peligro inminente no le haga pecar.
Que no abandone la verdadera luz por un poco de comida.
Que no sea vacilante ni indeciso en sus acciones.
Que no sea versátil en su lenguaje; que sus decisiones sean firmes y fundadas; que sea justo, circunspecto, que juzgue según la verdad sin buscar su gloria, que se muestre delante de Dios y de los hombres tal como es, alejado de todo fraude.
Que no ignore la conducta de los santos y no sea como ciego ante la ciencia de ellos.
Que a nadie dañe por orgullo.
Que no se deje arrastrar por la concupiscencia de los ojos.
Que no lo domine el ardor de los vicios.
Que nunca siga de largo ante la verdad.
Que odie la injusticia.
Que no haga acepción de personas en sus juicios, por causa de los regalos que le pudieren dar.
Que no condene por orgullo a un inocente.
Que no se divierta con los niños.
Que no abandone la verdad bajo el imperio del temor.
Que no coma el pan que haya obtenido por engaño.
Que no codicie la tierra ajena.
Que no ejerza presión sobre un alma para despojar a otras.
Que no mire por encima del hombro al que tiene necesidad de misericordia.
Que no dé falso testimonio, seducido por la ganancia (Ex 20:16).
Que no mienta por orgullo.
Que no sostenga nada que sea contrario a la verdad por exaltación de su corazón.
Que no abandone la justicia por cansancio, que no pierda su alma por respeto humano.
Que no fije su atención en los manjares de una mesa suntuosa (Eclo 40:29).
Que no desee hermosos vestidos.
Que no descuide el consultar a los ancianos para poder discernir siempre sus pensamientos.
Que no se embriague con vino, que junte la humildad con la verdad.
Que cuando juzgue siga los preceptos de los ancianos y la ley de Dios, predicada en el mundo entero.
Si el jefe de casa viola uno de estos preceptos, se usará con él la medida que él usó (Mt 7:2) y será retribuido según sus obras, porque cometió adulterio con el leño y con la piedra (Jn 3:9), porque el fulgor del oro y el brillo de la plata lo hicieron abandonar su deber de administrar justicia, y el deseo de una ganancia temporal lo hizo caer en la trampa de los impíos.
Que a tal hombre le alcance el castigo de Helí y de su descendencia (Samuel 4:8), la maldición que Doeg (Sal 51) imploró contra David; que lleve el signo con el que fue marcado Caín (Gen 4:15), que tenga por sepultura lo que es digna de un asno, como dice Jeremías (22:19), que por perdición merezca la de los pecadores a los que, abriéndose, tragó la tierra; que se quiebre como cántaro en la fuente de aguas (Ecle 12:6), que sea golpeado como las arenas de la costa batidas por la olas salobres, que se parta como el cetro dominador del que habla Isaías (14:5) y que quede ciego, obligado a tantear las paredes con la mano (Is 59:10).
Que todas estas calamidades le sobrevengan si no observa la verdad en sus juicios y obra con iniquidad en todo aquello que constituye la carga que recibió.
La plenitud de la ley es la caridad; para nosotros que sabemos en qué tiempos vivimos, es la hora de arrancarnos del sueño; la salud está mucho más cerca de nosotros que cuando comenzamos a creer. La noche está avanzada, el día, próximo, despojémonos de las obras de las tinieblas (Rom 13:10-20) que son las discusiones, las murmuraciones, los odios y la soberbia que infla el corazón (Gal 5:20).
Si un hermano, rápido para difamar y decir lo que no es verdad es sorprendido en flagrante delito, se lo advertirá dos veces. Si rehusa con menosprecio escuchar las observaciones, será separado de la comunidad de los hermanos durante siete días y no tendrá más comida que pan y agua hasta que se comprometa formalmente a abandonar su vicio y lo pruebe (por su conducta), entonces se lo perdonará.
Si un hermano colérico y violento se enoja a menudo sin motivo y por cosas sin importancia alguna, será reprendido seis veces. A la séptima se le mandará levantarse del lugar en que se sienta y se lo instalará entre los últimos. Así aprenderá a purificarse de este desorden del alma. Cuando pueda presentar tres testigos seguros que prometan en su nombre que no volverá a hacer nada parecido, recobrará su puesto. Pero si persevera en el vicio, que permanezca entre los últimos. Entonces habrá perdido su rango anterior.
Aquel que desee imputar algo falso a otro para oprimir a un inocente, recibirá tres advertencias, después será considerado culpable de pecado, ya esté entre los más encumbrados o entre los más humildes.
El que tenga el detestable vicio de engañar a sus hermanos con la palabra y de pervertir a las almas simples, será advertido tres veces; si da pruebas de menosprecio, obstinándose y perseverando en la dureza de su corazón, se lo pondrá aparte fuera del monasterio y se lo vapuleará con varas delante de la puerta. Después se le llevará por comida, tan sólo pan y agua, hasta que se purifique de sus manchas.
Si un hermano tiene el hábito de murmurar o de lamentarse, con el pretexto de que está agobiado bajo el peso de una pesada carga, se le mostrará hasta cinco veces que murmura sin razón y se le hará ver claramente la realidad. Si después de esto desobedece, y si se trata de un adulto, se lo considerará enfermo y se lo instalará en la enfermería, allí comerá como un desocupado hasta que vuelva a la realidad.
Pero si sus lamentos son justificados y ha sido oprimido con maldad por un superior, éste, que lo ha inducido a pecar, será sometido al mismo castigo.
Si alguno es desobediente, porfiado, contradictor o mentiroso, si es un adulto, será advertido diez veces que se deshaga de sus vicios. Si no quiere escuchar, será reprendido según las reglas del monasterio. Pero si cae en sus pecados por la falta de otro y si esto es debidamente comprobado, el culpable será el que fue causa del pecado de su hermano.
Si un hermano está aficionado a reír o a jugar libremente con los niños; si mantiene amistad con los más jóvenes, será advertido tres veces que debe romper esos lazos y recordar el decoro y el temor de Dios. Si no abandona tal comportamiento, se lo corregirá como merece, con el más severo castigo.
Los que menosprecian los preceptos de los ancianos y las reglas del monasterio (que han sido establecidas por orden de Dios), y los que hacen poco caso de los avisos de los ancianos, serán castigados según la forma establecida hasta que se corrijan.
Si el que juzga respecto de todos los pecados, abandona la verdad con perversidad de espíritu o por negligencia, veinte, diez o aún cinco hombres santos y temerosos de Dios, acreditados por el testimonio de todos los hermanos, se sentarán para juzgarlo y lo degradarán; le asignarán el último lugar hasta que se enmiende.
El que inquieta el corazón de los hermanos y tiene palabra pronta para sembrar discordias y querellas, será advertido diez veces, si no se enmienda será castigado según la regla del monasterio hasta que se corrija.
Si un superior o un prepósito, viendo a uno de sus hermanos en la prueba, rehusa buscar la causa y lo menosprecia, los jueces susodichos pondrán en claro el asunto entre el hermano y el prepósito. Si descubren que el hermano ha sido oprimido por la negligencia o la soberbia del prepósito y que éste toma sus decisiones no según la verdad sino según las personas, lo degradarán de su rango por no haber tenido en cuenta la verdad sino las personas y por haberse hecho esclavo de la vileza de su corazón antes que del juicio de Dios.
Si alguien prometió guardar las reglas del monasterio, comenzó a practicarlas y después las abandonó para volver enseguida a ellas, arrepentido, pretextando que la debilidad de su cuerpo le impidió cumplir lo que había prometido, se lo colocará entre los hermanos enfermos, hasta que cumpla lo que prometió, después de haber hecho penitencia.
Si, en la casa, los niños se entregan a los juegos y a la ociosidad sin que los castigos puedan corregirlos, el prepósito mismo deberá amonestarlos y castigarlos durante treinta días. Si constata que perseveran en sus malas disposiciones y descubre en ellos algún pecado pero no previene al padre del monasterio, él mismo, en su lugar, será sometido a un castigo proporcional al pecado que descubrió.
El que juzga injustamente será castigado por los otros a causa de su injusticia.
Si uno, dos o tres hermanos han sido escandalizados por alguna cosa y dejan su casa pero vuelven después en seguida, se indagará qué los ha escandalizado y cuando se haya descubierto al culpable se lo corregirá según las reglas del monasterio.
El que se hace cómplice de los que pecan y defiende a un hermano que ha cometido cualquier falta, será maldecido por Dios y por los hombres y castigado con una corrección severísima. Si se ha dejado sorprender por ignorancia sin pensar que obraba de veras de ese modo, será perdonado.
En principio, todos los que pecan por ignorancia obtendrán fácilmente el perdón, pero el que peca con conocimiento de causa será sometido a un castigo proporcional a su acción.
El jefe de la casa y su segundo deberán tejer veinticinco brazadas de hojas de palmera para que todos los demás ajusten sus trabajos sobre sus ejemplos. Si ellos están ausentes en ese momento, el que los reemplace se aplicará a cumplir esta medida de trabajo.
Que los hermanos vayan a la sinaxis después de haber sido convocados; antes de la señal, nadie saldrá de su celda. Si alguno transgrede estas prescripciones recibirá la reprimenda habitual.
Que no se fuerce a los hermanos a trabajar más; que una tarea justamente medida estimule a todos en el trabajo; y la paz y la concordia reine entre ellos; que se sometan de buen grado a los superiores ya estén sentados, caminando o de pie en sus lugares y, juntos, rivalicen en la humildad.
En presencia de cualquier pecado los padres de los monasterios podrán y deberán reprenderlo y fijar la corrección que merezca.
El jefe de la casa y su segundo solamente tendrán el derecho de obligar a los hermanos a someterse a la penitencia (por los pecados particulares), en la sinaxis de la casa, y en la gran sinaxis, es decir la que celebran todos los hermanos.
Si un prepósito ha partido de viaje, su segundo ocupará su lugar para recibir las penitencias de los hermanos como para todo lo que es necesario en la casa.
Si en ausencia del prepósito y de su segundo alguno va a otra casa, a lo de un hermano de otra casa, para pedir que se le preste un libro o cualquier otro objeto, y si tal cosa se prueba, será reprendido según la regla del monasterio.
El que quiera vivir sin tacha y sin menosprecio en la casa que se le ha asignado, deberá observar delante de Dios todo lo prescrito.
Cuando el jefe de la casa esté ocupado, el segundo proveerá a todo lo que es necesario en el monasterio y en los campos.
La alegría suprema es celebrar las seis oraciones de la tarde sobre el modelo de la gran sinaxis que reúne a todos los hermanos al mismo tiempo; se la celebra con tanta facilidad que los hermanos no encuentran en ello nada penoso ni experimentan ningún disgusto.
Si alguno ha soportado el calor y llega del exterior en el momento en que los otros hermanos celebran las oraciones, no será obligado a asistir si su estado no se lo permite.
Cuando los jefes de casa instruyan a los hermanos sobre la manera de llevar la santa vida (en la comunidad), nadie se abstendrá de asistir sin tener una razón muy grave.
Los ancianos que son mandados al exterior con los hermanos tendrán, durante el tiempo que pasen fuera, los poderes de los prepósitos y determinarán todas las cosas por propia iniciativa. Darán la catequesis a los hermanos todos los días fijados, y si sucede que nace alguna rivalidad entre ellos, les competirá a los ancianos escuchar y juzgar sobre el asunto; reprenderán al culpable de la falta y al recibir sus órdenes los hermanos se darán al punto la paz, de todo corazón.
Si uno de los hermanos experimenta rencor contra su jefe de casa, o el mismo prepósito tiene alguna queja contra un hermano, aquellos hermanos de observancia y fe sólidas deberán escucharlos y juzgar sobre sus asuntos; si el padre del monasterio está ausente y si ha salido por poco tiempo, lo esperar n, pero si ven que su ausencia se prolonga por más tiempo, entonces oirán al prepósito y al hermano, por temor de que una larga espera del fallo sea causa de un más profundo rencor. Que el prepósito y el hermano, como quienes los escuchan, obren en todo según el temor de Dios y no den ocasión a la discordia.
A propósito de los vestidos. Si alguno tiene más ropa de lo que la regla autoriza, la remitirá al que la guarda
en la ropería sin esperar la advertencia del superior y no podrá entrar para pedirla porque esas prendas estarán a disposición del prepósito y de su segundo.

ANTECEDENTES Y ORIGENES DELMONACATO CRISTIANO.

 1. Introducción

El monacato aparece como una clase dentro del cristianismo solo a fines del siglo III. Antes era solo un grupo de hombres dedicados a la vida solitaria, elección hecha por voluntad propia. El monje ( palabra del griego monos, que quiere decir solo o solitario)era el hombre que vivía apartado de los demás.
El surgimiento del Monacato Cristiano es sin duda alguna una cuestión disputada, ya que el motivo que originó su aparición no está claramente establecido. Ante esto es preferible dar a conocer todas las hipótesis para así tener una visión de conjunto sobre el posible móvil que dio origen al surgimiento del monacato cristiano:
1. Fundamentación Bíblica : Mateo 19:29 " Y todo aquel que haya dejado casas,hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredara vida eterna".
2. El movimiento monástico surge como una incompatibilidad entre el cristianismo y el mundo, como protesta ante el relajamiento de la vida cristiana.
3. Se atribuye el inicio del movimiento monástico a los cristianos que se refugiaron en los montes y desiertos durante las persecuciones.
4. La vida monástica surge como sucedáneo del martirio. Se cambia el martirio físico por un martirio general contenido en la forma de vida monástica, practicando la abstinencia y el ayuno.
5. Otras razones más bien alejadas de lo cristiano serian : liberarse de la servidumbre, de las deudas, etc.
Ante esto lo más razonable es no dar una sola causa todo el peso que implica el origen del monacato cristiano ya que lo más probable es que sea producto de muchas razones. Sin embargo si hubiese que atribuir el origen del monacato a una razón más específica e imperecedera, esta razón seria el ansia de seguir a Cristo.
2. Antecedentes y origenes delmonacato cristiano
1. Orígenes Del Monacato Cristiano
El monacato surge principalmente en las dos ultimas décadas del siglo III y lo hace a raíz de que algunos cristianos se desligan de su vida cotidiana, es decir de su familia, de sus pertenencias, etc. Y se retiran a la soledad para llevar una vida de austeridad voluntaria. Austeridad que se refiere a lo económico, alimentario, vestimenta, castidad, etc. En fin, normas impuestas por ellos mismos con el objetivo de seguir el ejemplo de Cristo.
Por lo tanto el monacato cristiano representa un paso en la evolución de la vida perfecta.
La vida monástica (en su forma inicial) aparece en varias de las mas importantes religiones del mundo civilizado, lo que nos demuestra que es una reacción humana y normal ante las aspiraciones morales y espirituales, ya que fue la enseñanza de Jesús la que dio forma a esas aspiraciones, engendrando así la existencia del monacato.
" Históricamente, la vida monástica y las actividades próximas y dependientes de ella en la Iglesia cristiana, se presenta desde principios del siglo IV hasta nuestros días como un impulso vocacional de aquellos que desean dedicarse enteramente a una comprensión mas profunda y una observación mas completa de los mandamientos y consejos de Cristo de las que se exigen a los que profesan simplemente la religión cristiana. Este concepto de la vida cristiana vivida en diferentes intensidades, es decir, por grupos o clases reconocidos, aunque nacida de la experiencia en otros aspectos de la vida humana, ha sido y es aún materia de discusión."
Es por tanto necesario hacer hincapié en que los orígenes del monacato cristiano no obedecen a una sola causa, sin embargo el primitivo monacato identifica en gran medida la imitación de Cristo encarnada en la idea del martirio.
El antiguo monje cree que con la imitación de Cristo puede cumplir de mejor manera algunos de los imperativos del Evangelio como son la genuina aspiración a la perfección y el verdadero amor a Dios. Siendo así resulta claro ver que el monaquismo cristiano en sus orígenes se entendía a sí mismo como la realización de ideales cristianos de perfección y representa un paso importante en la evolución de la vida perfecta que se practicaba en la iglesia.
Cuando en las dos décadas finales del siglo III algunos cristianos de Egipto y de Siria Oriental se desligaron de sus anteriores formas de vida en común en la familia y en la comunidad cristiana y se retiraron a la soledad, lejos del contacto con los hombres, para llevar una vida de voluntaria pobreza y de continencia sexual, quedo dado el primer paso que, desbordando el temprano ascetismo cristiano, había de conducir al monacato propiamente dicho.
Por otra parte hay que comprender que desde el principio de la vida cristiana, las comunidades mostraban su respeto por los que elegían la virginidad y la castidad. Esta opción se basaba en el ejemplo y en la enseñanza de Jesús :
Mateo 19: 21-30. " Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.
Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenia muchas posesiones.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.
Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿ Quién, pues, podrá ser salvo?
Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?
Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria,
vosotros que habéis seguido también os sentareis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.
Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces mas, y heredará la vida eterna.
Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros."
Jesús exhorta a sus seguidores a dejarlo todo, a llevar una vida pura.
Para el siglo II y III, los testimonios son cada vez más numerosos sobre hombres y mujeres que escogen el camino del ascetismo y de la castidad. A la motivación cristiana de dejarlo todo por el reino de los cielos habría que añadir a los que escogen la castidad por disgusto ante la inmoralidad del ambiente; para las mujeres, la virginidad podía ser una manera de liberarse de la sujeción social que era el matrimonio.
Hay que tener presente que el monacato no se puede separar de la vida social, lo esencial es tener noción de las reales razones que movieron a gran numero de personas a practicar algunas formas de ascetismo para satisfacer sus aspiraciones religiosas a partir del año 270 aproximadamente.
Con la paz de la Iglesia, desaparece el martirio. El ser cristiano no conlleva ningún riesgo y muchos empiezan a relajarse. Es así como algunos hombres desean llevar una vida cristiana más fervorosa y alejada de las preocupaciones del mundo. Y se van al desierto, es el origen del monaquismo.
Egipto : cuna del monacato cristiano
Casi no hay duda acerca del momento y el lugar de aparición del monacato en Oriente. El lugar fue el bajo Egipto y el momento a finales del siglo III; específicamente la Iglesia egipcia del año 271.
"En Egipto aparecieron las primeras grandes de figuras de monjes, universalmente admitidas y propuestas como modelo. En Egipto se especificaron relativamente pronto las principales formas de vida monástica –el anacoretismo y, sobre todo, el cenobitismo- , con perfiles nítidos, perfectamente determinados. Por su numero, sus proezas ascéticas, su discreción, su doctrina y sus virtudes, los monjes de Egipto alcanzaron pronto gran celebridad: se escribe sobre ellos; se emprenden largas y penosas peregrinaciones para visitarlos; se recogen avaramente sus dichos y hechos. A fines del siglo IV es Egipto el país clásico del monacato, el paraíso de los monjes."
Por consiguiente se podría decir que el monacato es una autentica creación del Egipto cristiano. Ahí mantuvo con mayor rigor su total separación del mundo y casi no intervino en el curso de la historia, salvo en controversias doctrinales, pero en lo que se refiere a la vida política o económica el monacato no tuvo influencia.
Pero ¿ por qué surgió el monacato precisamente en Egipto?
  • El clima y el terreno, en el sentido del desierto y la soledad son favorables. Por otra parte hay que tener presente que en Egipto permanecía una cultura milenaria, esto hace que los cristianos aburridos de esa cultura huyan del mundo.
Pero si queremos dar una razón más positiva ésta tendría que estar enmarcada en el ámbito de la creencia o expectativa del mas allá, esta actitud espiritual y religiosa básica, de la que tantas generaciones se habría nutrido, era altamente apropiada para albergar y hacer fructificar las vocaciones cristianas.
En pocos decenios, regiones del alto Egipto muy alejadas de los grandes asentamientos humanos ( llamadas mas tarde la Tebaida por referencia a su centro geográfico, Tebas) y la zona del desierto de Nitria al sudoeste de Alejandría, se vieron pobladas por numerosos hombres que construían chozas o alojaban en cuevas, demostrando así que el desierto de Egipto era el ambiente propicio para el inicial desarrollo del monacato cristiano.
Por otra parte la situación económica y política contribuyó de cierta manera al éxito del monacato en Egipto. Pero la vida monástica en el desierto es demasiado dura para que resulte soportable a hombres sin fe. Lo que realmente explica este éxito es el misticismo ardiente y el modo heroico de soportar el sufrimiento." Resulta natural que en un pueblo cristiano de tales características floreciera exuberante la vida religiosa. El monacato fue en Egipto no sólo un fruto de la sabia y helenista Alejandría, sino del sencillo y ardiente pueblo copto. Fueron estas gentes rústicas, sin educación, las creadoras de las formas monásticas mas probadas, los que proporcionaron a la Iglesia el paraíso de los monjes que fue Egipto a lo largo de los siglos IV y V."
Es así como Egipto a partir del siglo III se va transformando en la cuna del monacato no, las condiciones naturales son propicias, los hombres buscan la soledad.
Egipto y su desierto logran entregar lo que los hombres anhelan.
2. Variedad de formas del monacato
Seria imposible representar la vida monástica en Egipto como un todo homogéneo. Surge sin duda alguna como una manera de seguir a Cristo, pero esa manera no es uniforme.
El monacato cristiano en Oriente se dará de diversas formas:
El Ascetismo Primitivo
Este ascetismo esta caracterizado por la exagerada austeridad que se imponían los cristianos, tanto hombres como mujeres. Estos ascetas no se alejaban de su comunidad, sino por el contrario, permanecían en medio del mundo, con sus familias y participaban en la vida común de la sociedad. Solo a fines del siglo III los ascetas empezaron a retirarse al desierto.
Es importante tener en cuenta que la espiritualidad de este grupo esta enmarcada en el valor que ocupa la persona de Cristo. Jesús no es para estos hombres un ideal abstracto, ya que la estrecha unión con El y su presencia entre ellos las permitirá perseverar en la humildad, en la perfecta pureza; con la ayuda de Jesús rechazarán todo el mal que se encuentre en este mundo.
Los ascetas practicaron austeridades que conducían a la más alta mortificación, el ayuno estaba establecido para los días miércoles y viernes, pero muchos ascetas aumentaron dichos ayunos y agregaron otros tipos de abstinencias. La oración tenia una especial preponderancia en las Vigilias; estas tenían lugar cada semana en la noche del sábado al domingo. Estas vigilias estaban compuestas de lecturas bíblicas, homilías, salmos y oraciones. Ascetas y vírgenes, siguiendo la costumbre Judía se hacían el deber de orar en la mañana, al mediodía y por la tarde. Habitualmente oraban de rodillas, salvo en Pascua que lo hacían de pie como signo de gozo por la resurrección del Señor.
Hay que recordar que durante los tres primeros siglos las persecuciones fueron casi permanentes y esto hacia que la vida cristiana fuera dura y penosa, por lo cual debían fortalecer la "paciencia". Paciencia en el sentido etimológico de la palabra es la capacidad de padecer, patior, los males y sufrimientos de esta vida, con constancia y resignación, ya que la recompensa será una gloria incomparable. Mediante la paciencia se prueba la fe, el hombre se desprende de los bienes del mundo y se es capaz de soportar las injurias; la paciencia mitiga el dolor de las penas y apaga el deseo de venganza, a la vez que da fuerza y coraje.
Las Colonias De Solitarios
Contrario a lo que podría creerse, lo normal era que los solitarios vivieran cerca unos de otros ya que la vida en el desierto era penosa y difícil, algo tan elemental como los alimentos no es fácil procurárselos, por lo cual permanecían estos hombres relativamente cerca para así poderse ayudar.
Lo habitual entre este grupo de hombres era reunirse en torno a un hombre que estuviese mas preparado en lo espiritual y así era como se convertían en una hermandad de solitarios, en la que celebraban juntos la Eucaristía. Tal es el origen de las colonias de ermitaños, de las que hubo muchas en Egipto.
" Las mas celebres se encontraban en el norte, no muy lejos de Alejandría. Eran las de Nitria, Escete y las Celdas. En buena parte, eran famosas por ser las más fáciles de visitar y, de hecho, las mas visitadas. Es muy posible e incluso probable que en otras partes del inmenso país hubiera otras colonias eremíticas tan virtuosas y edificantes, de las que nada o casi nada sabemos. Pero es muy cierto también que en las tres colonias mencionadas vivieron anacoretas dignos de todos los elogios, como Ammón, los dos Macarios, Pambo, Pablo el simple, Poimén, Sisoes, Arsenio, Evagrio."
Es interesante ver como la vida de Macario, conocido también como San Macario de Egipto o Macario el viejo fue ejemplo para muchos otros solitarios.
Al poco tiempo de retirarse e iniciar su vida de solitario, sus virtudes le atrajeron imitadores y fue así como se formo la primera agrupación monástica de Escete, bajo la dirección de Macario. Macario se distinguía por su discreción, sus sermones e instrucciones. El era sacerdote, lo cual no era imprescindible para llevar una vida de solitario, pero esto le valió para tener gran llegada con sus seguidores. Macario organizo la primera colonia de Escete y luego se marcho a unos veinte kilómetros de distancia, en donde murió al poco tiempo. Lo que no impidió que en ese lugar se juntaran muchos solitarios y formaran otra colonia.
Esta forma de monacato estaba basada en la concepción anacorética y constituía una comunidad cooperativa de solitarios.
En el centro de las colonias generalmente se levantaba una iglesia, cuyo sacerdote, anacoreta como los demás, gozaba de cierta autoridad.
Lo más conveniente para los solitarios era agregarse a una de tantas colonias anacoréticas que existían en Egipto, ya que les solucionaba muchos problemas tanto de orden material como espiritual.
Las Ermitañas
Las mujeres no estuvieron ajenas a este tipo de vida. Ellas dejaban la ciudad y su familia para encerrarse en algún sepulcro, recibiendo por una ranura los alimentos necesarios para su subsistencia.
Otras mujeres, asustadas por los peligros del desierto permanecían encerradas en sus casas. De mas esta decir que su ideal era la virginidad, mediante esta y la oración permanente pretendían seguir a Jesús.
San Antonio Y El Anacoretismo
La forma temprana y más concreta del monacato cristiano en Oriente fue realizada por los anacoretas, aquellos cristianos que a partir de la segunda mitad del siglo III, en numero rápidamente creciente, añadieron al ascetismo practicado hasta entonces dentro de la comunidad cristiana la separación permanente de la familia y la comunidad.
También se debe mencionar la existencia de un grado intermedio entren ascetismo y anacoretismo, es decir, el caso de ascetas que se retiran pasajeramente a la soledad, es así como el ascetismo cristiano primitivo condujo a la anacoresis en las cercanías del pueblo natal, pero en el fondo se luchaba por una forma todavía más rigurosa de eremitismo en el desierto egipcio.
Una vez que en algunas zonas se fueron acumulando residencias de ermitaños, fueron surgiendo agrupaciones de anacoretas, uniones algo débiles en la que los solitarios se reunían en torno aun monje de prestigio que fuera su consejero y padre espiritual, aunque sin que le correspondiera tal cargo, este monje asumía el papel de superior o Abad. Estas agrupaciones de anacoretas, que generalmente eran un numero considerable, vivían cada uno en su propia casa o habitación.
-No se puede hablar del anacoretismo sin hablar de Antonio:
Antonio nace al sur de Menfis el año 251 aproximadamente. Perteneciente a una familia cristiana, a los 20 años siente el llamado de Dios: vende todo y su fortuna la reparte entre los pobres. Se pone bajo la dirección de un anciano asceta quien le entrego las "armas" necesarias para llevar una vida según el ejemplo de Jesús.
Antonio en la primera fase de su existencia anacorética, en la que moraba todavía en las cámaras sepulcrales del cementerio próximo a su pueblo natal podemos encontrar rasgos esenciales del monaquismo egipcio: oración, trabajo manual y lectura de las Sagradas Escrituras.
Esto era como lo básico, pero a los monjes de mayor experiencia se les planteaba una cuestión difícil de eludir: la lucha con el demonio. Que era en definitiva una lucha contra los poderes hostiles a Dios, que debe superarse mediante la fe.
Ya que en la terrible soledad del desierto esta el hombre expuesto con mayor rigor al asecho del diablo y es ahí donde se enfrenta a él y da la mejor prueba de su monaquismo.
Luego Antonio se interno en el desierto y vivió durante veinte años en un fuerte abandonado.
(5)" Cuando se decide a salir del largo retiro, la vida eremítica se desarrolla en torno a él. Un gran numero de "monasterios" ( o sea, de celdas, habitada cada una por un solitario) se fundan y él es como su "padre". Realiza curaciones físicas y morales. Y da a sus monjes una enseñanza que consiste sobre todo en saberse guardar del demonio, su táctica y engaños."
Como vemos la lucha contra el demonio es algo permanente en el desierto y pone a prueba la preparación y fe del monje, ya que es un asunto de fe combatir las tentaciones demoníacas.
Antonio murió a los ciento cinco años, el 17 de Enero del 356. Antonio es el padre y modelo de los anacoretas del desierto.
Hay que tener en cuenta que en Egipto el desierto esta al alcance de todos y es lógico que se retiren a él los que quieran separarse de la sociedad, ya que el desierto es la dura realidad que sirve de teatro al ideal monástico, el desierto es el lugar en donde no solo físicamente se junta el cielo con la tierra, es el lugar donde el ser humano se hace ángel o demonio, y además ofrece la "infraestructura" necesaria, como son las sepulturas de la época faraónica, es ahí donde se van los hombres que quieren llevar una vida alejada del mundo.
Estos hombres pertenecían mayoritariamente a las clases bajas de la sociedad egipcia, pocos eran los procedentes de la clase media, y todavía menos los salidos de las capas superiores.
Estos monjes pertenecían a un mundo rudo, ingenuo, talvez un poco inculto. La mayoría no conocía el griego, hablaban, leían y escribían en copto, claro que muchos ni siquiera sabían leer y escribir, por lo tanto no es extraño que estos monjes sintieran desconfianza ante discursos intelectuales, aunque tuvieran una base teológica.
Para ellos su religión, su forma de vida era simple, practica. Ellos daban mayor importancia a la vida cotidiana que a las especulaciones sobre esta, deseaban avanzar en el camino de la perfección mas que analizar estas etapas. Esta era la manera en que pensaban y actuaban la mayoría de los anacoretas egipcios.
Otro aspecto que hay que dejar bien claro al tratar sobre la identidad de los anacoretas es su condición de laicos, el sacerdocio entre ellos era algo poco común ya que significaba abandonar la soledad, su estado monástico. Por lo tanto el sacerdocio no era masivo entre los monjes, por las razones anteriores y porque solo se dedicaban al sacerdocio los monjes mas instruidos.
La Vida Del Monje En El Desierto
No es una vida de completo reposo, es una lucha, una vigilancia continua contra las agresiones del demonio. Los espíritus del mal están esparcidos por todas partes y son como los seres humanos en el sentido que cada uno tiene su propio carácter y sus intenciones. Además como todo hombre tiene su ángel bueno, debe cuidarse de su ángel malo, el cual está esperando el momento propicio para hacerlo caer.
Por lo tanto el monje, el cual está en el camino de la perfección debe luchar contra los ataques del demonio, el cual se manifiesta en forma de tentaciones.
En la bibliografía se hace mención al llamado "demonio del mediodía", quien representa a la tentación que surge precisamente a esa hora del día, es en el fondo la tentación mas fuerte para los monjes, representada por una ansiedad terrible que hace que el monje reniegue contra su forma de vida.
" Cuando este demonio se apodera del alma infortunada, le inspira horror por su vida, disgusto por su celda, desprecio y desestima de los hermanos que habitan con él o cerca de él, teniéndolos por negligentes y poco espirituales. Lo vuelve flojo y perezoso para todos los trabajos que debe hacer en su celda. No le permite ni permanecer en la celda ni aplicarse ala lectura. El monje se lamenta frecuentemente del poco progreso realizado después de tanto tiempo que habita en ella, de los magros frutos espirituales que puede esperar mientras esté en compañía de tan mediocres hermanos… podría dirigir, servir a otras almas ¡ y no forma a nadie, no consigue beneficiar a nadie con su dirección y su ciencia!.
Alaba a los monasterios que están lejos del suyo. Habla de ellos como de lugares donde el progreso y la salvación son mucho más fáciles de obtener; describe el encanto el provecho espiritual que se siente viviendo con los que los habitan. Por el contrario, todo lo que tiene a mano está lleno de amargura."
En esta cita se ve en forma clara lo que representa el demonio del mediodía, y hace que el monje pierda toda esperanza incluso puede hacer surgir pensamientos pecaminosos en él.
Para estas manifestaciones demoníacas o tentaciones el monje debía estar preparado. Conocer las Sagradas Escrituras y practicar fervorosamente la oración eran formas de combatir estos embates del mal. Pero eso no es tan fácil ya que el camino que ha de recorrer para lograr la perfección, la similitud a Jesús, es muy largo y duro.
Está en las manos del monje procurarse la defensa contra las agresiones demoníacas, el monje con la pureza de corazón que ha ido adquiriendo, con la tranquilidad de espíritu puede ir aplacando las tentaciones.
Otra forma de mantener las tentaciones alejadas son mortificando el cuerpo, la vía más común eran los ayunos excesivos, con los cuales pretendían una prudencia en todo sentido, aunque fuera atentando contra su propia salud.
Así se daba la vida del monje en el desierto durante los primeros siglos del monacato cristiano. Diversas formas de alcanzar la perfección, pero todas encaminadas hacia un único objetivo, que era lograr una vida parecida a la de Jesús.
3. El Cenobitismo
Pacomio: El Hombre Y El Monje
Hombre de origen pagano, Pacomio, cuyo nacimiento se sitúa en la Tebaida superior hacia el año 292, es sin duda alguna el fundador del monaquismo cristiano, al ser el inaugurador de la vida cenobítica, de la vida común.
Pacomio como es lógico no nace con la idea de crear una institución innovadora, ni con un espíritu cristiano, por el contrario, Pacomio era un egipcio común, reclutado por el ejercito Romano, a quien gracias a este hecho la vida en adelante le seria muy distinta.
(7) " Tenia unos veintitrés años cuando fue alistado a la fuerza en el ejercito imperial. En la ciudad de Tebas, primera etapa del convoy en el que iba, conoció a unos hombres que acudieron a avituallar y consolar a los reclutas que tan de mala gana se veían obligados a servir bajo estandartes extranjeros. Profundamente conmovido por tanta caridad, Pacomio indaga que sus bienhechores son cristianos. Este hermoso ejemplo le inspira una decisión muy generosa: hace voto de consagrarse al servicio de sus semejantes si logra librarse de la milicia. Poco después y contra toda esperanza fue licenciado. No olvido Pacomio su promesa. En Shenesit o Chenoskobion (Kar-es-Sayad en la actualidad), población profundamente cristiana, se hizo instruir y bautizar."
El bautizo e instrucción de Pacomio, como es de suponer no eran suficientes para transformarlo en el Padre del cenobitismo, el camino se había iniciado, pero era un largo y no menos difícil camino.
Años mas tarde, tal vez dos o tres, Pacomio se pone bajo la guía de Palamón, quien dirigía espiritualmente a un grupo de anacoretas, de él recibe las primeras enseñanzas: oración, lectura de las santas Escrituras, trabajo, etc.
Pacomio y Palemon llevaron una vida muy austera, solo comían pan y sal, y otros alimentos ligeros. Su tiempo estaba dedicado a la oración en forma casi exclusiva, llegando a no dormir.
Luego de permanecer siete años con Palamon, Pacomio decide abandonarlo.
(8) "Dotado de una gran intuición y sentido practico, se dio cuenta muy pronto de los peligros y arbitrariedades a que se encontraban expuestos los eremitas. Sintió en su alma una clara inspiración que le arrastraba a dedicarse a ayudar a esos buenos monjes, llenos casi siempre de la mejor voluntad, pero con una inexperiencia y carecía de medios superlativa. Había que trabajar las almas humanas para presentarlas puras a Dios. Esa era su vocación."
Su vocación era servir, ayudar a los demás, y durante los años de estadía con Palamon se dio cuenta que su misión no iba a
ser posible en su totalidad.
Así fue como inicio su caminata, la cual finalizaría en Tabennisi, una aldea abandonada, en donde decide construirse una celda para vivir. Aquí iniciaría su primera comunidad.
Aunque él animo de Pacomio fuera elevadísimo, hay que entender que los comienzos de esta vida no le serian tan fáciles, hay que imaginar que el solo hecho de la construcción de una celda era tarea complicada para un solo hombre.
¿ Cómo iniciaría su comunidad Pacomio?. Seria fácil pensar en Pacomio reclutando gente, tal vez sirviéndose de un discurso cristiano sobre salvación, bondad, los beneficios espirituales de una vida comunitaria u ofreciendo su ayuda para la salvación de las almas. Pero realmente no fue así.
El primero en unirse a Pacomio fue su hermano Juan, con el cual inició la ampliación general del local.
Poco a poco comenzaron a llegar hombres de poblados cercanos para unirse a esta incipiente comunidad. Los primeros en llegar no eran los candidatos adecuados, eran soberbios, insolentes, no acataban las normas de la vida común y Pacomio se vio enfrentado a la decisión de expulsarlos.
Luego del primer intento Pacomio no desiste, recibe nuevos discípulos, pero a estos les exige aparte del bautismo la renuncia total de todos sus bienes, para evitar así cualquier conflicto.
La idea es que todos estén en igualdad de condiciones y los bienes que pudiesen poseer no fueran motivo para problemas dentro de la comunidad. Todo debe ser de todos.
Así Pacomio inicia a tientas su organización. De ahora en adelante se vera enfrentado a todos los problemas que implica una organización, ya que en la vida comunitaria todo deberá ser reglamentado para evitar conflictos y arbitrariedades.
El primer problema fue la mantención de la comunidad. En los inicios fue necesario que los monjes salieran a trabajar fuera del recinto en que vivían para lograr su sustento, Pacomio se limitaba a administrar los salarios para que nada faltara en la comunidad y hacer las tareas propias de aquella vida, de la vida domestica que él debía manejar.
(9) " Pero este sistema – Pacomio no tarda en verlo- es incompatible con el recogimiento y la disciplina. Cuando la afluencia de los monjes aumenta en proporciones insospechadas, la organización resulta prácticamente insostenible, impracticable. Hay que pensar en un nuevo régimen. El Apa comenta las dificultades con los ancianos de la colonia, y se decide a implantar en su organización un sistema autárquico. Tres monjes se comprometen a observar las Reglas que redacte. Y comienza la segunda etapa. Esta nueva estructura es más lograda, mucho más perfecta."
Debido a los problemas e inconvenientes que producía el trabajo de los monjes fuera de la comunidad, Pacomio opta por cambiar el sistema de trabajo y es así como instaura los gremios de trabajo dentro del monasterio o cenobio, equilibrando el trabajo con las horas de oración y lectura divina.
Así por fin Pacomio inicia la reforma del Anacoretismo, tratando de establecer una verdadera comunidad monástica, en que todo esta dividido equitativamente apoyándose en la Regla, la cual ira redactándose poco a poco, según las necesidades que él vea.
En todo esto Pacomio no podía estar solo, la dirección y manutención de este tipo de vida era imposible que estuviese a cargo de un solo hombre, es por tanto que Pacomio se hace asesorar por los hombres mas ancianos de la comunidad, el no pretendía ser un dictador, sino un buen guía para todos sus hermanos.
La experiencia le había enseñado que un grupo de gente llevando una vida común no lo era todo, se necesitaba mas y es por eso que Pacomio comienza a escribir su Regla, con el objeto de ordenar y reglamentar esa vida común.
Pacomio condujo a los hombres que se reunieron en torno a él a una alta perfección, sobre todo dándoles un ejemplo de fervor.
Hacia el año 320 Pacomio dio comienzo al primer gran cenobio o monasterio de vida común.
" Dos rasgos del pacomianismo que fácilmente podían representar un peligro para el propio ideal, llaman ya aquí la arención. En primer lugar lo numeroso de la comunidad, que seguramente comprendía algunos centenares de monjes. esto no podía menos que dificultar o poner en contingencia a la larga el quehacer del abad, que debía ser padre y director espiritual de todos sus monjes. En sugunso lugar, la planificación económica de la gran explotación conventual conducía como por su propio peso a la adquisición de importantes posesiones y finalmente a la riqueza y al poder económico, que acabaría por poner en peligro el ideal de la pobreza."
Pacomio vino a ser el fundador del cenobitismo, no exento de problemas en su organización y dirección no ha dejado dejar de existir desde entonces y seria precisamente el que habría de proporcionar al monaquismo cristiano su profunda influencia religiosa y cultural.
El Monasterio Pacomiano Y La Vida Dentro De El
Tabennisi fue el primero, pero no el único monasterio Pacomiano, el grupo de hombres inicial con el tiempo fue creciendo de una manera insospechada, motivo por el cual se vio la necesidad de crear otros monasterios.
(11) "Este tipo de monasterio estaba formado por un vasto recinto, rodeado por un alto muro de clausura. En él estaban diseminadas una serie de casas y cada una de ellas comprendía una veintena de religiosos. Cada religioso tenia su celda. Más tarde, tres monjes compartirían de ordinario la misma celda.
Una iglesia, un refectorio, una cocina, una despensa, un patio o un jardín, una hospedería para los forasteros, completaban la disposición del monasterio."
Esto nos demuestra que el monasterio era un lugar sencillo, con las dependencias necesarias para vivir y atender a los que lo requiriesen en forma cómoda.
Todo el recinto estaba rodeado por un muro de clausura, lo cual no era nada extraordinario para la época ya que la bibliografía hace mención a que todos los poblados estaban rodeados por una valla con una sola puerta, por lo tanto los monasterios (en el contexto del paisaje) no se veían tan distintos de los pueblos, lo que los tornaba un lugar accesible para forasteros y hombres que deseaban iniciar una vida retirada.
Todos los monasterios Pacomianos estaban supeditados a un superior, el cual tenía por misión organizar la vida dentro del monasterio, cada casa de monjes tenia una labor especifica que cumplir dentro del monasterio, por lo cual ninguna actividad quedaba al azar y así se aseguraba el integro funcionamiento de la comunidad
Ejemplo de la jerarquía dentro del monasterio:
  • Superior local
  • Vicario o Segundo
  • Ecónomo local (a cargo de la economía domestica)
  • Prepósito o Prefecto (en cada casa y luego un Segundo)
  • Nebdomarios (semaneros elegidos por turnos)
Bajo esta jerarquía el monasterio no tendría ningún problema de administración y además desaparecía "la polémica" por la necesidad del trabajo para el monje. Ya que antes de la institución Pacomiana algunos guías espirituales afirmaban que la vida del monje era como la de los ángeles, basada en la oración permanente y el ayuno, alejándose de los problemas terrenales (como lo seria el trabajo).
La función de cada uno de los superiores era definida, su labor esencial era servir, ser servidores de sus hermanos, no imponer disciplina sin amor, ya que la idea del monasterio Pacomiano era la comunión fraterna de todos sus integrantes.
El ingreso al monasterio no significaba grandes pruebas a los postulantes, generalmente eran pocos los hombres rechazados, solo se les pedía la renuncia total al mundo y desear fuertemente la vida comunitaria, no se requería un largo noviciado ni nada parecido, ya que Pacomio tenia por objetivo acercar a los hombres a Dios.
Con esto se demuestra que el ingreso y la vida en la comunidad no presentaba grandes dificultades debido a que Pacomio con su experiencia había planificado y posteriormente reglamentado la vida en la comunidad.
Como se ha expuesto anteriormente, la planificación de la comunidad y sus edificaciones eran sencillas pero funcionales, ya que así se aseguraba el adecuado funcionamiento del monasterio.
En líneas generales, Pacomio había organizado así su congregación:
  1. Instalaciones.-Cada monasterio estaba cercado de una empalizada. Dentro de ella se levantaba la colonia monástica, "el poblado". En el centro se construían las grandes dependencias comunes: iglesia, sala de reuniones, cocina, refectorio, hospedería.
    Entorno a ellas se veían otras muchas construcciones más pequeñas. Eran las "casas", las habitaciones de los cenobitas.
  2. Comunidad.-Estos se encontraban repartidos en equipos de trabajo. Cada casa correspondía a un gremio diferente: casa de los agricultores, de los tejedores, de los zapateros…En cada una vivían de 10 a 20 monjes. Cada uno ocupaba su celda. (Cuando la comunidad aumento insospechadamente, cada celda era habitada por tres religiosos). Al frente de cada "casa" había un jefe de equipo –el prepósito- y un "segundo". Cada tres o cuatro "casas" formaban una tribu.
  3. Administración.-En cada "poblado" había un ecónomo que sobre visaba el material y el rendimiento del trabajo. La "casa" de los barqueros –individuos seleccionados por su fidelidad y virtud- aseguraba las relaciones comerciales, las ventas y compras. Las compras consistían, sobre todo, en sustancias y hierbas medicinales, y en materias primas para el trabajo. Como elemento de producción tuvo gran éxito el trenzado de cestas y esteras con juncos del Nilo.
  4. Régimen interno.-Los servicios domésticos- cocina, limpieza, portería, dar las señales para el rezo, transmitir ordenes…- se hacían por turnos. Cada tres semanas una "casa".
  5. Vestido.- El vestido de los monjes consistía en una túnica blanca –el rathou- un cinturón, una piel curtida de cabra y un mantelete con capuchón.
  6. Gobierno.- Al frente de cada "poblado" había un superior, el apa. Y el archimandrita gobernaba toda la congregación. La koinonía. La residencia generalicia estuvo primero en Tabennisi, pero más tarde fue trasladada a Pbow, aunque siguió llamándose: "Koinonía de Tabennisi".
Es así como Pacomio organiza su comunidad, luego de su primer intento ya posee la experiencia necesaria, por eso va creando las dependencias requeridas para vivir y trabajar en forma adecuada, el monje debe ser un verdadero guía y educador para los otros monjes y para los hombres en general.
Debido a esto el primer paso del monje recién ingresado a la comunidad era el bautismo, considerado la puerta de ingreso a la vida monástica, luego vendría la educación, aspecto de suma importancia para la trayectoria del monje en la comunidad. El saber leer era fundamental, ya que el monje se formaba con la meditación de la Biblia. El hombre analfabeto que sé hacia monje era sometido a un largo proceso de aprendizaje, además cada monasterio tenía una biblioteca, donde los monjes mas ancianos se encargaban de instruir a los analfabetos.
La vida diaria del monje Pacomiano se dividía entre la oración, meditación, trabajo y descanso. El sistema instaurado por Pacomio era totalmente factible de efectuar, ya que dejaba de lado todas las mortificaciones innecesarias, comúnmente practicadas por los anacoretas de la época.
En su sistema estaba todo previsto, incluso las comidas, las que según la bibliografía eran por lo menos una al mediodía que consistía en verduras crudas, queso, pescado, higos, dátiles, y otra más escasa en la noche. La comida del mediodía era en el edificio principal y era compartida por todos.
Todos ayunaban dos veces a la semana, los miércoles y los viernes, salvo los más austeros que hacían ayuno voluntario otros días de la semana.
En el monasterio se tenia especial consideración con los enfermos y con los huéspedes. Para ellos disponían de dependencias especiales para atenderlos, enfermería y hospedería contaba con monjes para atender a quien lo necesitara.
Una característica del monasterio Pacomiano era que los trabajos no eran asignados de manera obligatoria a los monjes recién ingresados, por lo general se les respetaba el oficio que tenían y en eso trabajaban dentro del monasterio.
Luego de conocer las características del monasterio es fácil comprender el porque del gran numero de adeptos.
(13) "Los miembros de la koinonia llegaron a ser una multitud que pesaba enormemente sobre los hombros del Santo. Cierto que las cifras que nos dan los diferentes autores no concuerdan, ni la mayor parte corresponde a los años en que vivía Pacomio. En vida de éste se llegaron a fundar nueve monasterios , uno de los cuales, Pbow, contaba con unos seiscientos monjes hacia 352, es decir, seis años después de la muerte del santo. El mismo documento que nos ofrece la cifra anterior asegura que, para la celebración de la Pascua se reunieron mas de dos mil pacomianos. El imaginativo Paladio afirma que San Pacomio fue archimandrita de tres mil monjes; en otro lugar de la misma obra, calcula era unos siete mil; Casiano nos habla de cinco mil; Sozomeno también de cinco mil, y San Jerónimo nada menos que de cincuenta mil…
Ante tal variedad de cifras, parece que la única conclusión que se pueda sacar es que la Koinonia llego a ser muy numerosa y que ya lo fue en la vida del fundador".
Estos antecedentes, aunque no concuerdan quizás con la realidad numérica de la Koinonia Pacomiana, dan una muestra de lo numerosa que llego a ser esta institución, el original Tabennisi tuvo que crecer y expandirse a otros lugares, ya que eran muchos los interesados en pertenecer a esta comunidad.
Pacomio tal vez no dimensionó cuando decidió convertirse al cristianismo y dedicarse a la vida solitaria la magnitud de las repercusiones de su decisión en la vida de muchos hombres y mujeres.
Así Pacomio sin tener la idea original de crear una institución de tal envergadura, fue el iniciador de una comunidad que quizás se convertiría en la institución madre de muchas otras.
La comunidad de los Pacomianos no consistía solo en la separación del mundo y en la renuncia a los bienes, implicaba máximas mas elevadas: "Todo deben ser una ayuda para ti, tu debes ser de provecho para todos", ahí radicaba la esencia de la Koinonia, una verdadera comunidad de hermanos, por lo cual eran severamente castigadas las faltas contra otros miembros de la comunidad.
La propiedad del monasterio, asunto importante para la mantención de la comunidad, venia a ser "propiedad de Cristo", por lo cual los monjes no disponían libremente del terreno, sino conforme a la obediencia, a las leyes emanadas de un superior, las cuales iban en beneficio de todos.
La Regla Pacomiana
La Regla es una compilación de normas, preceptos o leyes que tiene por finalidad reglamentar la vida de la comunidad. La Regla escrita por Pacomio tiene netamente ese objetivo, regular mediante ciertas normas la vida dentro del monasterio, esta idea en Pacomio no surge inmediatamente, sino que de a poco, ante la visible necesidad de mantener el orden y la buena convivencia.
(14) " Es una regla bien curiosa la de San Pacomio. Su comparación con cualquiera de las reglas monásticas siguientes, el mismo desorden en que se suceden sus preceptos, prueban que nació de la práctica, de la vida. Lejos de haber sido dictado por un ángel, como pretende cierta tradición, representa la acumulación de preceptos emanados de un superior en el decurso de una larga experiencia, y es claro que diferentes secciones representan añadiduras al cuerpo primitivo, como lo prueban, entre otras cosas, las frecuentes repeticiones. Esto hace pensar que tales reglas son una compilación de ordenaciones dadas por varios superiores, esto es, no sólo por San Pacomio, sino también por sus sucesores inmediatos":
Esta regla tiene muchos objetivos, aparte de los ya mencionados también está el terminar con las atrocidades que cometían los anacoretas y cenobitas para lograr una mejor vida o una consagración.
EL MONACATO PRIMITIVO I.Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones.
García M, Colombas. O.S.B. pp.95-96.
Estos hombres llevaban vidas rigurosas, donde el frecuente y casi permanente ayuno era cotidiano.
Pacomio con su regla pone fin a todo esto, es en cierta manera una renovación de las antiguas costumbres de los monjes. Pacomio en su regla dicta normas para todo, desde la vida cotidiana dentro del monasterio hasta el castigo para los monjes desobedientes.
La regla no era tan austera ya que Pacomio debía evitar todo tipo de exageraciones dentro de su comunidad, pero aunque mantuviera una cierta austeridad, dejaba un margen de libertad a los monjes, por ejemplo en el caso de las comidas, a los mas ancianos se les permitía ayunar en forma mas frecuente. Así la regla va cumpliendo dentro del monasterio una función ordenadora, reguladora y legisladora, para así poder lograr el objetivo de Pacomio, ser una verdadera comunidad de hermanos.
Según Paladio en su obra Historia Lausiaca, la regla fue dictada a Pacomio por un ángel, el cual instruyo a Pacomio para que dejara la vida solitaria y se convirtiera en padre de otros monjes.
Esto como es de suponer es parte de la tradición y no de la realidad, ya que la regla debió ser escrita durante el transcurso de los años y a medida que se veían nuevas necesidades de normar y regular la vida común.
La regla fue escrita en Copto, en su versión original. Posteriormente, en la segunda mitad del siglo IV San Jerónimo realizó una traducción al latín, la que sirvió para que la regla de Pacomio perdurara y pudiese servir de guía a reglas posteriores.
Es así como Basilio hace uso de ella para elaborar su propia regla.
Este código se fue componiendo de a poco, los preceptos ahí establecidos se fueron acumulando a lo largo de la experiencia práctica de Pacomio.
La importancia de la regla de Pacomio consiste en haber colocado una base económica y espiritual para la vida común, la cual es sustentada por la obediencia, castidad y pobreza.
2. Basilio y la reforma del cenobitismo
La vida religiosa comunitaria en la soledad paso de Egipto a Palestina y Siria y fue sobre todo Basilio el Grande quien mediante su actividad y sus reglas aseguró su victoria definitiva en Oriente frente al ascetismo libre y personal.
Basilio nació en Cesaréa de Capadocia en el año 329 aproximadamente, recibió una educación profundamente cristiana.
En el año 357 inició un viaje a través de Oriente con la intención de visitar a los mas famosos solitarios y estudiar la vida monástica donde quiera que surgiese.
Al regresar a su patria se instala cerca de Neocesarea frente a Annesi, donde en compañía de algunos ascetas agrupados al rededor de él llevo una vida de mortificación.
Durante esos años comprobó y perfecciono las ideas que se había formado a lo largo de sus viajes de investigación sobre la vida monástica.
Basilio luego de su viaje por Oriente logra un conocimiento sino total, parcial de la situación que viven los monjes o mejor dicho los diversos grupos de monjes.
Al no ser Basilio monje de una determinada agrupación mantiene una cierta imparcialidad ante lo que conoce y estudia, por lo tanto sus reformas tienen el peso natural que implica un estudio serio sobre la forma de vida que están llevando los monjes de Oriente.
"Por otra parte, las organizaciones pacomianas exigian,según él, profundas enmiendas. Cada monasterio contenía un numero excesivo de monjes. Excesiva era también la libertad otorgada a las mortificaciones particulares, lo cual favorecía las proezas vanidosas y complicaba terriblemente el común régimen alimenticio. Los praepositi, colocados entre el superior y los monjes acaparaban una porción muy grande de autoridad. Por último, las sanciones que amenazaban a los monjes culpables - el látigo, régimen a pan y agua...- le parecían demasiado brutales."
Así Basilio, al conocer el funcionamiento de los monasterios pacomianos decide hacer cambios para evitar excesos. Por lo tanto se podría decir que Basilio hace lo mismo que Pacomio en el sentido de reorganizar las instituciones existentes. Para Basilio el monje es un cristiano integro, es el cristiano autentico, el monje según Basilio debe practicar la observancia total del Evangelio y cumplir íntegramente los mandamientos, si no es así, ese hombre no puede considerarse un monje.
(16) " Para Basilio la vida monástica era comunal, pues era el marco adecuado para seguir fielmente la vida cristiana perfecta de amor fraterno, junto con el ascetismo propio del servicio y la humildad, y la penitencia por los pecados. Las jornadas se dedicaban al trabajo y a la meditación y estaban enmarcadas por plegarias litúrgicas similares a las ordenadas por Pacomio. Los monjes se dedicaban a la agricultura y a otros oficios, pero también había anexo al monasterio un orfelinato, un hospital y talleres para los pobres sin empleo. Basilio no escribió ninguna regla ni fundó ninguna orden comparable a la de Pacomio. Sus llamadas reglas no son mas que consejos espirituales y comentarios a las Escrituras. Sin embargo, su influencia fue muy grande y duradera. Al separarse de la vida eremítica y de los aspectos individuales del ascetismo, Basilio dio lugar a una vida monástica que encaja perfectamente con el temperamento de las tierras griegas, y todos los monasterios del Imperio Bizantino y todos los monasterios rusos posteriores le consideraron su patriarca, igual que los monjes occidentales consideraron a San Benito."
De esta manera podemos captar la importancia que ha tenido Basilio en el desarrollo de la historia del monacato cristiano.
Sus críticas y aportes perduraron y fueron un sólido ejemplo para las siguientes generaciones de monjes.
El Aporte De Basilio
La reforma basiliana se llevo a cabo en el sentido de dar un claro norte a la obediencia, la cual se convirtió en la virtud primordial del monje, virtud en que se sustentaban las otras. Obediencia, pobreza y castidad eran las bases de la vida monástica que Basilio se había preocupado de poner en estrecha relación con los preceptos bíblicos, era por medio de estas virtudes que según Basilio se lograba la mas estrecha unión con Dios.
Basilio no deja nada al azar, al estudiar la estructura del monasterio pacomiano ve, que lo realizado por Pacomio en términos generales constituye un gran aporte ya que el cenobitismo, en el sentido que se deja de lado la vida solitaria y el interés personal, llegando a una vida común. Así mismo Basilio ve lo que es necesario reformar para llegar a constituir una ordenada familia monástica. Sus conclusiones podrían ordenarse de la siguiente manera:
a) El numero de monjes que habita dentro de los monasterios Pacomianos Basilio lo encuentra excesivo, ya que es de la opinión de que difícilmente se puede infundir el espíritu de familia en un grupo de 300 ó 400 personas.
b) El sistema de gobierno a grados o en orden jerárquico dentro de la Koinonia para Basilio tiende a suscitar conflictos entre los monjes.
c) El hecho de que los monjes habiten en viviendas separadas debido a la clanización del trabajo, para Basilio representa una falta de cohesión dentro de la comunidad.
d) Para Basilio el apa de la Koinonia representa un administrador mas que un padre, lo cual no es lo correcto.
e) Hay demasiada libertad dentro de la comunidad para las penitencias privadas, lo cual favorece a la vanidad de cada monje.
Con estas claras observaciones Basilio pretende organizar la vida dentro de los monasterios, manteniendo lo bueno y extrayendo o modificando lo planteado antes por Pacomio.
Principios Fundamentales De La Reforma Del Cenobitismo
1- El monje no es un solitario, se debe apartar del mundo, de sus parientes y amigos para encontrar nuevos hermanos en el monasterio.
2- El monasterio es una familia cristiana, gobernada por la caridad. Por lo tanto:
a) El abad es el padre de los monjes y por consiguiente todo el poder de la familia está concentrado en él y su única limitación es la ley de la caridad.
b) El número de monjes debe ser pequeño con el fin de que se pueda mantener el espíritu de familia: viviendo bajo el mismo techo y comiendo en la misma mesa.
c) Ningún castigo debe ser excesivo. El abad y la Regla están para regular la vida monacal. No deben existir iniciativas privadas de carácter penitencial.
d) La virtud más necesaria en el monacato es la humildad porque de ella se derivan todas las demás, ante todo la obediencia ya que el monje debe renunciar a su propia voluntad.
La obediencia ha de ser franca, generosa.
3- Para Basilio el trabajo sirve para conservar el equilibrio moral del cenobita.
a) El trabajo manual debe ser reglamentado por el abad y los trabajos que se realicen deben ser útiles para el monasterio como la agricultura, carpintería, etc.
b) El trabajo intelectual está compuesto por la lectio divina que es el estudio de la Biblia y por otros estudios dirigidos a la formación de la persona del monje.
c) El trabajo y la vida del cenobita ha de desarrollarse en un ambiente de oración.
4- La oración monástica esta distribuida a lo largo de la jornada del monje para que no pierda su contacto con Dios. La oración matutina es para que el primer pensamiento del día sea para el Señor.
Durante cuatro veces interrumpe su tarea cotidiana para santificar sus actividades: a las horas de tercia, sexta, nona y al fin del día. La noche tiene también su tiempo para Dios: al comienzo del descanso nocturno y a la media noche los monjes se reúnen para orar.
Estos principios no se encuentran codificados sino esparcidos a lo largo de sus Regulae. Las Reglas de Basilio son un conjunto de normas prácticas en que se expone el ideal de monasterio, así él redacta dos tipos :
- Regulae Fusius Tractae : que son reglas de mayor extensión, en las que expone los principios de la vida monástica.
- Regulae Brevis Tractae : son reglas mas precisas, con mayores especificaciones.
Finalmente, luego de conocer lo expuesto por Basilio, se puede concluir que en comparación con la legislación Pacomiana Basilio muestra un marcado carácter de moderación y prudencia, no pretendiendo convertirse en un legislador monástico, logra con sus reformas informar e influir en todo el monacato.
3. Trascendencia Del Cenobitismo
Sin lugar a dudas la creación del Cenobitismo como nueva forma de vida monacal es una obra iniciada por Pacomio y acabada por Basilio, obra que perdura hasta nuestros días debido a sus sólidos planteamientos, los cuales se han mantenido a pesar de los avatares de la historia.
El cenobitismo entendido como una unidad religiosa logra su forma ultima con Basilio ya que él logró sacar a los monjes de la soledad de las montañas y los destinó a hacer obras de asistencia social, consiguiendo así una integración entre la ciudad y el monje, y estos por su parte convirtieron al cristianismo en una religión de masas.
(17) " Así pues, en algo mas de un siglo, Egipto y los países ribereños del Mediterráneo oriental dieron a la Iglesia la vida monástica en sus rasgos esenciales y en todas sus diversas formas desde la vida solitaria y ascética, a través de los lavra y de las casas shenouiticas "reformadas", hasta la laboriosa y moderada institución de Pacomio y las obras caritativas de Basilio. Durante este breve período de tiempo se construyó el armazón interior de la vida monástica, el esquema detallado de las plegarias públicas, la guía practica y ascética y el mecanismo de cualquier orden, y en los dichos de los padres y los escritos de Evagrio y Casiano quedaban trazadas las líneas fundamentales de una teología mística que iba a convertirse en tradicional."
El monacato se fue extendiendo por toda la mitad oriental del Imperio Romano, y no fue llevado a occidente por nadie en particular, sino que se fue extendiendo poco a poco. Quizás uno de sus agentes podría ser San Atanasio que luego de haber estado exiliado, ya de vuelta en su tierra se dedico a hablar sobre los monjes egipcios. Luego Jerónimo en Roma dio a conocer la vida monástica.
De esta manera la vida monástica de oriente se fue introduciendo en occidente y de ahí la trascendencia esencial del cenobitismo. Ya que surgieron muchos seguidores de este tipo de vida por toda Europa, los cuales pretendían crear una comunidad perfecta, fueron realizando cambios estructurales al cenobitismo oriental de manera de adaptarlo al lugar y a la realidad en que Vivian.
La trascendencia del cenobitismo radica en su forma material en la creación de monasterios o cenobios, tanto femeninos como masculinos lo que fomento sin duda la masificación de esta forma de vida. Ya que los monasterios, aparte de su misión eclesiástica representaron una alternativa de educación y trabajo para hombres y mujeres, que dedicando su vida a Dios y a los demás, realizaron grandes obras en beneficio de sus comunidades.
Los monasterios dejaron de estar apartados de las ciudades y pasaron a formar parte de ella. los monjes ya no Vivian en completa soledad, sino que interactuaban con sus comunidades ya fuera mediante relaciones comerciales ( las que evidentemente tenían por objetivo fundamental la manutención económica del monasterio) , educacionales o de beneficencia. Así los monjes dejaron de ser ajenos al mundo y con su forma de vida dirigida a Cristo lograron aportar al mundo con su ejemplo y sus enseñanzas.


4. Anexos
1. Fundadores del monaquismo cristiano
2. Cronologia del monacato cristiano
Fundadores del monaquismo cristiano
San antonio (251-356)
Nació en quenam, al sur de menfis el año 251. Es el fundador de la vida monástica. Tras la muerte de sus padres vendió sus bienes y renunció al mundo, el dinero lo distribuyo entre los pobres y comenzó a practicar la vida ascética no lejos de su casa.
Formó la primera agrupación de hombres que habían decidido renunciar al mundo y seguir a cristo en la soledad. Con antonio se inició lo que se podría llamar la "edad de oro" de la vida eremítica, que va desde el año 330 al 440. Es la época de los llamados "padres del desierto".
Ammonas
Después de la muerte de Antonio, la colonia de ermitaños de Pispir se hallaba bajo la dirección de Ammonas, uno de sus más antiguos discípulos, el cual era alabado por su inmensa bondad de corazón.
A Ammonas se le conoce por sus cartas, las cuales demuestran un misticismo genuino en el que no se observan indicios de un sistema o una teoría por la cual se guiase. En él destaca la antigua idea del largo viaje del alma al cielo, pero no después de la muerte, sino aplicada a una ascensión mística ya en este mundo.
San Pacomio (292 - 346)
Es el primer maestro de la vida común o cenobítica. Pacomio sintió el llamado de poner al alcance de todos la vida monástica, para lo cual tenia grandes dotes de organizador. Llegó a tener cientos de adeptos, los cuales pertenecían principalmente al campo y a pequeñas ciudades.
Pacomio elaboró una regla en la que dando por supuesta la castidad y la pobreza, añadió la obediencia como forma específica para la vida común.
San Basilio ( 329 - 379)
Basilio estudio en Atenas y luego viajó visitando a los monjes de Egipto, Siria y Palestina. Fue el hombre que llevó la vida monástica a las tierras griegas.
Nombrado obispo, continuó siendo monje y fundo un monasterio en los terrenos de su familia. El monasterio Basiliano era de forma cenobítica, logrando equilibrar el ascetismo individual con el amor fraterno. En sus reglas exige a los monjes que vivan en una verdadera comunidad; animándolos en el trabajo intelectual y en el cuidado hacia los pobres.
La obediencia hacia el abad es la principal virtud monástica. El superior no debe hacer más que interpretar y aplicar en la vida de cada día la regla suprema que es el evangelio. Todos los monasterios del Imperio Romano de Oriente (Bizantino) , lo consideraron su patriarca y adoptaron la forma de vida del monasterio que fundó en sus tierras.
Orsieso
Antes de morir Pacomio nombro como su sucesor a Petronio. Pero este le sobrevivió solo dos meses, por lo tanto la dirección la asumió Orsieso. El continuo con la obra sin mayores dificultades, pero en el año 350 aproximadamente surgieron problemas dentro de la Koinonia, Orsieso nombró como su ayudante en la dirección a Teodoro.
A Orsieso se le atribuyen los escritos denominados Doctrina de institutione monachorum en la que se demuestran los elevados ideales religiosos y monásticos que lo inspiraban.
Teodoro
Como asistente de orsieso fue una persona de notables empresas, a la vez que logró poner fin a la rebelión que amenazaba con destruir en parte a la organización pacomiana. Fundó varios monasterios nuevos y murió luego de haber cogobernado durante dieciocho años.
Macario
Macario el Egipcio , también conocido como el Viejo o el Grande, ocupo un gran lugar dentro de la historia del monaquismo Egipcio. Nació en el año 300 aproximadamente en una aldea de Egipto superior, a los treinta años se retiro al desierto donde vivió sesenta años como ermitaño. Pronto se vio rodeado de discípulos y estos lo llamaban "el joven viejo" debido a su forma de pensar y actuar. Con su ejemplo se gano la confianza de mucha gente. Fue invitado muchas veces a hablar a los anacoretas de las montañas de Nitria.
Macario el alejandrino
Fue contemporáneo de macario el egipcio, y era conocido también con el nombre del hombre de la ciudad, por el lugar de su nacimiento. Nació el egipto superior y posteriormente se estableció en el desierto de celia y destaco por su heroico ascetismo.
Evagrio pontico
Fue discípulo de los dos Macarios, y se le llama Pontico porque nació en Ibora, en el Ponto.
Se destaco por ser hábil en las discusiones contra las herejías y al marcharse al desierto de Celia entró en contacto con los dos Macarios y ahí decidió imitar el modo de vida de estos. Fue el primer monje en escribir extensas obras que ejercieron notable influencia en la historia de la piedad cristiana. De hecho es el fundador del misticismo monástico y el autor espiritual más interesante del desierto Egipcio. Los monjes de Oriente y Occidente estudiaron sus escritos como documentos clásicos y como manuales de valor incalculable.
Paladio ( 363- ¿? )
Nace probablemente en Galacia y se dirigió siendo mayor a Alejandría con el deseo de conocer a los virtuosos ascetas. A los treinta y seis años fue elegido obispo en Bitinia, pero extraño demasiado la vida en soledad y decidió partir nuevamente.
Permaneció tres años en el monte de los Olivos y luego cuatro años con los monjes Antinoe en la Tebaida.
Entre los años 419 - 420 escribió sus recuerdos es una serie de relatos dedicados a Lauso, chambelán de Teodosio II : la Historia Lausiaca. En ella describe el movimiento monástico de Egipto, Palestina, Siria y Asia Menor. Aquí combina sus recuerdos con la información que recibiera de otros en una serie de biografías. No pretende escribir una defensa del monaquismo ni vacila en dar a conocer las debilidades de los monjes.
Fue el historiador más eminente del monaquismo Egipcio y discípulo de Evagrio Póntico
Cronologia del monacato primitivo
Fecha acontecimiento lugar
251 Nacimiento de San Antonio Egipto
en Quam.
250-270 Ascetas cristianos se retiran a Egipto
vivir en cabañas no lejos de
las ciudades
270-275 San Antonio se instala en soledad Egipto
292 Nacimiento de Pacomio Egipto
305-306 San Antonio organiza la vida Egipto
monástica, gran número de
ermitaños se agrupan alrededor
de él, pero permaneciendo aislados.
314 Pacomio es monje en Schenesit Egipto
323 Pacomio funda un monasterio en Egipto
Tabennisi, en el alto Egipto
340 María, hermana de Pacomio Egipto
funda el primer convento
femenino.
346 Muere Pacomio Egipto
346 Petronio y Orsieso suceden Egipto
a Pacomio
356-357 San Basilio visita a los ascetas Asia Menor
Egipto, Palestina y el Ponto.
360 San Basilio funda un monasterio Asia Menor
en Neocesarea del Ponto.
370 San Basilio publica sus reglas Capadocia
en Cesarea.
399-400 Carta de Ammón al patriarca Egipto
Teófilo sobre Pacomio y Teodoro
419-420 Paladio publica la Historia Bitinia
Lausiaca.
529-530 Benito de Nursia funda el Italia
monasterio de Montecassino.
5. Conclusión
Hemos visto como los Origenes del Monacato Cristiano en Oriente son sin duda alguna la mas hermosa y duradera creación del cristianismo, ya que se trata de una obra realizada por hombres para el servicio de Dios. Hombres como Pacomio que huyen de la vida común para dedicarse en la soledad y contemplación a imitar la vida de Cristo.
Sus primeras manifestaciones son sin duda a lo largo de la historia tentativas de un proyecto final, el cual irá logrando su forma última con las reformas de Basilio, ya que el insta a los monjes a realizar una labor social y no solo contemplativa.
Fueron muchos los hombres que siguieron este tipo de vida y realizaron según sus convicciones, modificaciones a la forma monástica original, todos sin excepción aportaron algo a esta gran creación cristiana, que llegó a su forma última con Benito de Nursia, el cual es considerado el Padre del Monacato Occidental debido a que es precisamente el quien realiza los cambios dentro de el monacato para adaptarlos al lugar y a las necesidades.
En el prólogo de su Regula Benito de Nursia dice :
"Escucha, hijo, los preceptos de un maestro e inclina el oído de tu corazón, acoge con gusto la exhortación de un padre bondadoso y ponla en práctica, a fin de que por el trabajo de la obediencia retornes a Aquel de quien te habías apartado por la desidia de la desobediencia. A ti, pues, se dirige ahora mi palabra, quien quiera que seas, que renunciando a satisfacer tus propios deseos, para militar para el señor, Cristo, el verdadero rey, tomas las potentísimas y espléndidas armas de la obediencia."
Son estas palabras dichas por Benito, que quizas fueron dichas por otros hombres y en otros tiempos anteriores las que escucharon tal vez estos hombres en su interior y decidieron dejar todo e imitar el ejemplo de Cristo, ejemplo que logró crear una enorme y notable institución que perdure hasta el día de hoy.
6. Revisión Bibliográfica
Manual de historia eclesiastica
Bernardino llorca
Editorial Labor
1946
Cristianismo Primitivo Y Religiones Mistericas
Ediciones Cátedra
1995
Capitulo XXV.Origenes Del Monacato Cristiano
J.M. Blazquez.
Patrologia
Johannes quasten
Biblioteca Autores Cristianos
1994
Manual de historia de la iglesia
Hubert Jedin
Biblioteca Herder
Tomo II
Vida De Los Santos De Butler
Vol.II. Abril – Mayo – Junio.
1965
Historia de la iglesia
Joseph lortz
Editorial Cristiandad
Tomo I
Historia De La Iglesia
Fliche- Martin
Volumen III.
El Monacato Primitivo I
Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones
Garcia M. Colombas, O.S.B.
Biblioteca Autores Cristianos
El Hombre Que Creo Europa
Carlos Maria Lopez
Stvdivm Ediciones
1973
Pachomian Koinonia
Pacomio Santo 293- 348
Armand Veilleux
1981
El monacato cristiano
David knowles
Ediciones Guadarrama
1960.



El Monacato Primitivo

1. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones

stos hombres llevaban vidas rigurosas, donde el frecuente y casi permanente ayuno era cotidiano. Pacomio con su regla pone fin a todo esto, es en cierta manera una renovación de las antiguas costumbres de los monjes. Pacomio en su regla dicta normas para todo, desde la vida cotidiana dentro del monasterio hasta el castigo para los monjes desobedientes. La regla no era tan austera ya que Pacomio debía evitar todo tipo de exageraciones dentro de su comunidad, pero aunque mantuviera una cierta austeridad, dejaba un margen de libertad a los monjes, por ejemplo en el caso de las comidas, a los mas ancianos se les permitía ayunar en forma mas frecuente. Así la regla va cumpliendo dentro del monasterio una función ordenadora, reguladora y legisladora, para así poder lograr el objetivo de Pacomio, ser una verdadera comunidad de hermanos. Según Paladio en su obra Historia Lausiaca, la regla fue dictada a Pacomio por un ángel, el cual instruyo a Pacomio para que dejara la vida solitaria y se convirtiera en padre de otros monjes. Esto como es de suponer es parte de la tradición y no de la realidad, ya que la regla debió ser escrita durante el transcurso de los años y a medida que se veían nuevas necesidades de normar y regular la vida común.
La regla fue escrita en Copto, en su versión original. Posteriormente, en la segunda mitad del siglo IV San Jerónimo realizó una traducción al latín, la que sirvió para que la regla de Pacomio perdurara y pudiese servir de guía a reglas posteriores. Es así como Basilio hace uso de ella para elaborar su propia regla.
Este código se fue componiendo de a poco, los preceptos ahí establecidos se fueron acumulando a lo largo de la experiencia práctica de Pacomio. La importancia de la regla de Pacomio consiste en haber colocado una base económica y espiritual para la vida común, la cual es sustentada por la obediencia, castidad y pobreza.
Índice

2. Basilio y la reforma del cenobitismo

La vida religiosa comunitaria en la soledad paso de Egipto a Palestina y Siria y fue sobre todo Basilio el Grande quien mediante su actividad y sus reglas aseguró su victoria definitiva en Oriente frente al ascetismo libre y personal.
Basilio nació en Cesaréa de Capadocia en el año 329 aproximadamente, recibió una educación profundamente cristiana. En el año 357 inició un viaje a través de Oriente con la intención de visitar a los mas famosos solitarios y estudiar la vida monástica donde quiera que surgiese. Al regresar a su patria se instala cerca de Neocesarea frente a Annesi, donde en compañía de algunos ascetas agrupados al rededor de él llevo una vida de mortificación. Durante esos años comprobó y perfecciono las ideas que se había formado a lo largo de sus viajes de investigación sobre la vida monástica.
Basilio luego de su viaje por Oriente logra un conocimiento sino total, parcial de la situación que viven los monjes o mejor dicho los diversos grupos de monjes.
Al no ser Basilio monje de una determinada agrupación mantiene una cierta imparcialidad ante lo que conoce y estudia, por lo tanto sus reformas tienen el peso natural que implica un estudio serio sobre la forma de vida que están llevando los monjes de Oriente.
"Por otra parte, las organizaciones pacomianas exigian,según él, profundas enmiendas. Cada monasterio contenía un numero excesivo de monjes. Excesiva era también la libertad otorgada a las mortificaciones particulares, lo cual favorecía las proezas vanidosas y complicaba terriblemente el común régimen alimenticio. Los praepositi, colocados entre el superior y los monjes acaparaban una porción muy grande de autoridad. Por último, las sanciones que amenazaban a los monjes culpables - el látigo, régimen a pan y agua... - le parecían demasiado brutales."
Así Basilio, al conocer el funcionamiento de los monasterios pacomianos decide hacer cambios para evitar excesos. Por lo tanto se podría decir que Basilio hace lo mismo que Pacomio en el sentido de reorganizar las instituciones existentes. Para Basilio el monje es un cristiano integro, es el cristiano autentico, el monje según Basilio debe practicar la observancia total del Evangelio y cumplir íntegramente los mandamientos, si no es así, ese hombre no puede considerarse un monje.
(16) " Para Basilio la vida monástica era comunal, pues era el marco adecuado para seguir fielmente la vida cristiana perfecta de amor fraterno, junto con el ascetismo propio del servicio y la humildad, y la penitencia por los pecados. Las jornadas se dedicaban al trabajo y a la meditación y estaban enmarcadas por plegarias litúrgicas similares a las ordenadas por Pacomio. Los monjes se dedicaban a la agricultura y a otros oficios, pero también había anexo al monasterio un orfelinato, un hospital y talleres para los pobres sin empleo. Basilio no escribió ninguna regla ni fundó ninguna orden comparable a la de Pacomio. Sus llamadas reglas no son mas que consejos espirituales y comentarios a las Escrituras. Sin embargo, su influencia fue muy grande y duradera. Al separarse de la vida eremítica y de los aspectos individuales del ascetismo, Basilio dio lugar a una vida monástica que encaja perfectamente con el temperamento de las tierras griegas, y todos los monasterios del Imperio Bizantino y todos los monasterios rusos posteriores le consideraron su patriarca, igual que los monjes occidentales consideraron a San Benito."
De esta manera podemos captar la importancia que ha tenido Basilio en el desarrollo de la historia del monacato cristiano. Sus críticas y aportes perduraron y fueron un sólido ejemplo para las siguientes generaciones de monjes.
Índice

El Aporte de Basilio

La reforma basiliana se llevo a cabo en el sentido de dar un claro norte a la obediencia, la cual se convirtió en la virtud primordial del monje, virtud en que se sustentaban las otras. Obediencia, pobreza y castidad eran las bases de la vida monástica que Basilio se había preocupado de poner en estrecha relación con los preceptos bíblicos, era por medio de estas virtudes que según Basilio se lograba la mas estrecha unión con Dios.
Basilio no deja nada al azar, al estudiar la estructura del monasterio pacomiano ve, que lo realizado por Pacomio en términos generales constituye un gran aporte ya que el cenobitismo, en el sentido que se deja de lado la vida solitaria y el interés personal, llegando a una vida común. Así mismo Basilio ve lo que es necesario reformar para llegar a constituir una ordenada familia monástica. Sus conclusiones podrían ordenarse de la siguiente manera:
1. El numero de monjes que habita dentro de los monasterios Pacomianos Basilio lo encuentra excesivo, ya que es de la opinión de que difícilmente se puede infundir el espíritu de familia en un grupo de 300 o 400 personas.
2. El sistema de gobierno a grados o en orden jerárquico dentro de la Koinonia para Basilio tiende a suscitar conflictos entre los monjes.
3. El hecho de que los monjes habiten en viviendas separadas debido a la clanización del trabajo, para Basilio representa una falta de cohesión dentro de la comunidad.
4. Para Basilio el apa de la Koinonia representa un administrador mas que un padre, lo cual no es lo correcto.
5. Hay demasiada libertad dentro de la comunidad para las penitencias privadas, lo cual favorece a la vanidad de cada monje.
Con estas claras observaciones Basilio pretende organizar la vida dentro de los monasterios, manteniendo lo bueno y extrayendo o modificando lo planteado antes por Pacomio.
Índice

Principios Fundamentales de la Reforma del Cenobitismo

1. El monje no es un solitario, se debe apartar del mundo, de sus parientes y amigos para encontrar nuevos hermanos en el monasterio.
2. El monasterio es una familia cristiana, gobernada por la caridad. Por lo tanto:
  • El abad es el padre de los monjes y por consiguiente todo el poder de la familia está concentrado en él y su única limitación es la ley de la caridad.
  • El número de monjes debe ser pequeño con el fin de que se pueda mantener el espíritu de familia: viviendo bajo el mismo techo y comiendo en la misma mesa.
  • Ningún castigo debe ser excesivo. El abad y la Regla están para regular la vida monacal. No deben existir iniciativas privadas de carácter penitencial.
  • La virtud más necesaria en el monacato es la humildad porque de ella se derivan todas las demás, ante todo la obediencia ya que el monje debe renunciar a su propia voluntad.
  • La obediencia ha de ser franca, generosa.
3. Para Basilio el trabajo sirve para conservar el equilibrio moral del cenobita.
  • El trabajo manual debe ser reglamentado por el abad y los trabajos que se realicen deben ser útiles para el monasterio como la agricultura, carpintería, etc.
  • El trabajo intelectual está compuesto por la lectio divina que es el estudio de la Biblia y por otros estudios dirigidos a la formación de la persona del monje.
  • El trabajo y la vida del cenobita ha de desarrollarse en un ambiente de oración.
4. La oración monástica esta distribuida a lo largo de la jornada del monje para que no pierda su contacto con Dios. La oración matutina es para que el primer pensamiento del día sea para el Señor.Durante cuatro veces interrumpe su tarea cotidiana para santificar sus actividades: a las horas de tercia, sexta, nona y al fin del día. La noche tiene también su tiempo para Dios: al comienzo del descanso nocturno y a la media noche los monjes se reúnen para orar. Estos principios no se encuentran codificados sino esparcidos a lo largo de sus Regulae. Las Reglas de Basilio son un conjunto de normas prácticas en que se expone el ideal de monasterio, así él redacta dos tipos:
- Regulae Fusius Tractae : que son reglas de mayor extensión, en las que expone los principios de la vida monástica.
  • Regulae Brevis Tractae : son reglas mas precisas, con mayores especificaciones.
Finalmente, luego de conocer lo expuesto por Basilio, se puede concluir que en comparación con la legislación Pacomiana Basilio muestra un marcado carácter de moderación y prudencia, no pretendiendo convertirse en un legislador monástico, logra con sus reformas informar e influir en todo el monacato.
Índice

3. Trascendencia Del Cenobitismo

Sin lugar a dudas la creación del Cenobitismo como nueva forma de vida monacal es una obra iniciada por Pacomio y acabada por Basilio, obra que perdura hasta nuestros días debido a sus sólidos planteamientos, los cuales se han mantenido a pesar de los avatares de la historia. El cenobitismo entendido como una unidad religiosa logra su forma ultima con Basilio ya que él logró sacar a los monjes de la soledad de las montañas y los destinó a hacer obras de asistencia social, consiguiendo así una integración entre la ciudad y el monje, y estos por su parte convirtieron al cristianismo en una religión de masas.
(17) "Así pues, en algo mas de un siglo, Egipto y los países ribereños del Mediterráneo oriental dieron a la Iglesia la vida monástica en sus rasgos esenciales y en todas sus diversas formas desde la vida solitaria y ascética, a través de los lavra y de las casas shenouiticas "reformadas", hasta la laboriosa y moderada institución de Pacomio y las obras caritativas de Basilio. Durante este breve período de tiempo se construyó el armazón interior de la vida monástica, el esquema detallado de las plegarias públicas, la guía practica y ascética y el mecanismo de cualquier orden, y en los dichos de los padres y los escritos de Evagrio y Casiano quedaban trazadas las líneas fundamentales de una teología mística que iba a convertirse en tradicional."
El monacato se fue extendiendo por toda la mitad oriental del Imperio Romano, y no fue llevado a occidente por nadie en particular, sino que se fue extendiendo poco a poco. Quizás uno de sus agentes podría ser San Atanasio que luego de haber estado exiliado, ya de vuelta en su tierra se dedico a hablar sobre los monjes egipcios. Luego Jerónimo en Roma dio a conocer la vida monástica. De esta manera la vida monástica de oriente se fue introduciendo en occidente y de ahí la trascendencia esencial del cenobitismo. Ya que surgieron muchos seguidores de este tipo de vida por toda Europa, los cuales pretendían crear una comunidad perfecta, fueron realizando cambios estructurales al cenobitismo oriental de manera de adaptarlo al lugar y a la realidad en que Vivian.
La trascendencia del cenobitismo radica en su forma material en la creación de monasterios o cenobios, tanto femeninos como masculinos lo que fomento sin duda la masificación de esta forma de vida. Ya que los monasterios, aparte de su misión eclesiástica representaron una alternativa de educación y trabajo para hombres y mujeres, que dedicando su vida a Dios y a los demás, realizaron grandes obras en beneficio de sus comunidades.
Los monasterios dejaron de estar apartados de las ciudades y pasaron a formar parte de ella. los monjes ya no Vivian en completa soledad, sino que interactuaban con sus comunidades ya fuera mediante relaciones comerciales (las que evidentemente tenían por objetivo fundamental la manutención económica del monasterio) , educacionales o de beneficencia. Así los monjes dejaron de ser ajenos al mundo y con su forma de vida dirigida a Cristo lograron aportar al mundo con su ejemplo y sus enseñanzas.
Índice

4. Anexos

Fundadores del Monaquismo Cristiano

SAN ANTONIO (251-356): Nació en quenam, al sur de menfis el año 251. Es el fundador de la vida monástica. Tras la muerte de sus padres vendió sus bienes y renunció al mundo, el dinero lo distribuyo entre los pobres y comenzó a practicar la vida ascética no lejos de su casa. Formó la primera agrupación de hombres que habían decidido renunciar al mundo y seguir a cristo en la soledad. Con Antonio se inició lo que se podría llamar la "edad de oro" de la vida eremítica, que va desde el año 330 al 440. Es la época de los llamados "padres del desierto".
AMMONAS: Después de la muerte de Antonio, la colonia de ermitaños de Pispir se hallaba bajo la dirección de Ammonas, uno de sus más antiguos discípulos, el cual era alabado por su inmensa bondad de corazón. A Ammonas se le conoce por sus cartas, las cuales demuestran un misticismo genuino en el que no se observan indicios de un sistema o una teoría por la cual se guiase. En él destaca la antigua idea del largo viaje del alma al cielo, pero no después de la muerte, sino aplicada a una ascensión mística ya en este mundo.
SAN PACOMIO (292 - 346): Es el primer maestro de la vida común o cenobítica. Pacomio sintió el llamado de poner al alcance de todos la vida monástica, para lo cual tenia grandes dotes de organizador. Llegó a tener cientos de adeptos, los cuales pertenecían principalmente al campo y a pequeñas ciudades. Pacomio elaboró una regla en la que dando por supuesta la castidad y la pobreza, añadió la obediencia como forma específica para la vida común.
SAN BASILIO ( 329 - 379): Basilio estudio en Atenas y luego viajó visitando a los monjes de Egipto, Siria y Palestina. Fue el hombre que llevó la vida monástica a las tierras griegas.
Nombrado obispo, continuó siendo monje y fundo un monasterio en los terrenos de su familia. El monasterio Basiliano era de forma cenobítica, logrando equilibrar el ascetismo individual con el amor fraterno. En sus reglas exige a los monjes que vivan en una verdadera comunidad; animándolos en el trabajo intelectual y en el cuidado hacia los pobres. La obediencia hacia el abad es la principal virtud monástica. El superior no debe hacer más que interpretar y aplicar en la vida de cada día la regla suprema que es el evangelio. Todos los monasterios del Imperio Romano de Oriente (Bizantino), lo consideraron su patriarca y adoptaron la forma de vida del monasterio que fundó en sus tierras.
ORSIESO: Antes de morir Pacomio nombro como su sucesor a Petronio. Pero este le sobrevivió solo dos meses, por lo tanto la dirección la asumió Orsieso. El continuo con la obra sin mayores dificultades, pero en el año 350 aproximadamente surgieron problemas dentro de la Koinonia, Orsieso nombró como su ayudante en la dirección a Teodoro.
A Orsieso se le atribuyen los escritos denominados Doctrina de institutione monachorum en la que se demuestran los elevados ideales religiosos y monásticos que lo inspiraban.
TEODORO: Como asistente de Orsieso fue una persona de notables empresas, a la vez que logró poner fin a la rebelión que amenazaba con destruir en parte a la organización pacomiana. Fundó varios monasterios nuevos y murió luego de haber cogobernado durante dieciocho años.
MACARIO: Macario el Egipcio , también conocido como el Viejo o el Grande, ocupo un gran lugar dentro de la historia del monaquismo Egipcio. Nació en el año 300 aproximadamente en una aldea de Egipto superior, a los treinta años se retiro al desierto donde vivió sesenta años como ermitaño. Pronto se vio rodeado de discípulos y estos lo llamaban "el joven viejo" debido a su forma de pensar y actuar. Con su ejemplo se gano la confianza de mucha gente. Fue invitado muchas veces a hablar a los anacoretas de las montañas de Nitria.
MACARIO EL ALEJANDRINO: Fue contemporáneo de Macario el egipcio, y era conocido también con el nombre del hombre de la ciudad, por el lugar de su nacimiento. Nació el egipto superior y posteriormente se estableció en el desierto de celia y destaco por su heroico ascetismo.
EVAGRIO PONTICO: Fue discípulo de los dos Macarios, y se le llama Pontico porque nació en Ibora, en el Ponto. Se destaco por ser hábil en las discusiones contra las herejías y al marcharse al desierto de Celia entró en contacto con los dos Macarios y ahí decidió imitar el modo de vida de estos. Fue el primer monje en escribir extensas obras que ejercieron notable influencia en la historia de la piedad cristiana. De hecho es el fundador del misticismo monástico y el autor espiritual más interesante del desierto Egipcio. Los monjes de Oriente y Occidente estudiaron sus escritos como documentos clásicos y como manuales de valor incalculable.
PALADIO (363 - (?): Nace probablemente en Galacia y se dirigió siendo mayor a Alejandría con el deseo de conocer a los virtuosos ascetas. A los treinta y seis años fue elegido obispo en Bitinia, pero extraño demasiado la vida en soledad y decidió partir nuevamente.
Permaneció tres años en el monte de los Olivos y luego cuatro años con los monjes Antinoe en la Tebaida. Entre los años 419 - 420 escribió sus recuerdos es una serie de relatos dedicados a Lauso, chambelán de Teodosio II : la Historia Lausiaca. En ella describe el movimiento monástico de Egipto, Palestina, Siria y Asia Menor. Aquí combina sus recuerdos con la información que recibiera de otros en una serie de biografías. No pretende escribir una defensa del monaquismo ni vacila en dar a conocer las debilidades de los monjes. Fue el historiador más eminente del monaquismo Egipcio y discípulo de Evagrio Póntico.
Índice

Cronologia Del Monacato Primitivo

Fecha Acontecimiento Lugar
251 Nacimiento de San Antonio Egipto, en Quam.
250-270 Ascetas cristianos se retiran a Egipto vivir en cabañas no lejos de las ciudades  
270-275 San Antonio se instala en soledad Egipto
292 Nacimiento de Pacomio Egipto
305-306 San Antonio organiza la vida monástica, gran número de ermitaños se agrupan alrededor de él, pero permaneciendo aislados. Egipto
314 Pacomio es monje en Schenesit Egipto
323 Pacomio funda un monasterio en Egipto Tabennisi, en el alto Egipto
340 María, hermana de Pacomio, funda el primer convento
femenino.
Egipto
346 Muere Pacomio Egipto
346 Petronio y Orsieso suceden a Pacomio Egipto
356-357 San Basilio visita a los ascetas Menor Egipto, Palestina y el Ponto.
360 San Basilio funda un monasterio Asia Menor en Neocesarea del Ponto.
370 San Basilio publica sus reglas Capadocia, en Cesarea.
399-400 Carta de Ammón al patriarca Egipto
Teófilo sobre Pacomio y Teodoro
 
419-420 Paladio publica la Historia Bitinia. Lausiaca
529-530 Benito de Nursia funda el Italia monasterio de Montecassino. Italia
Índice

5. Conclusión

Hemos visto como los origenes del Monacato Cristiano en Oriente son sin duda alguna la mas hermosa y duradera creación del cristianismo, ya que se trata de una obra realizada por hombres para el servicio de Dios. Hombres como Pacomio que huyen de la vida común para dedicarse en la soledad y contemplación a imitar la vida de Cristo.
Sus primeras manifestaciones son sin duda a lo largo de la historia tentativas de un proyecto final, el cual irá logrando su forma última con las reformas de Basilio, ya que el insta a los monjes a realizar una labor social y no solo contemplativa.
Fueron muchos los hombres que siguieron este tipo de vida y realizaron según sus convicciones, modificaciones a la forma monástica original, todos sin excepción aportaron algo a esta gran creación cristiana, que llegó a su forma última con Benito de Nursia, el cual es considerado el Padre del Monacato Occidental debido a que es precisamente el quien realiza los cambios dentro de el monacato para adaptarlos al lugar y a las necesidades.
En el prólogo de su Regula Benito de Nursia dice:
"Escucha, hijo, los preceptos de un maestro e inclina el oído de tu corazón, acoge con gusto la exhortación de un padre bondadoso y ponla en práctica, a fin de que por el trabajo de la obediencia retornes a Aquel de quien te habías apartado por la desidia de la desobediencia. A ti, pues, se dirige ahora mi palabra, quien quiera que seas, que renunciando a satisfacer tus propios deseos, para militar para el señor, Cristo, el verdadero rey, tomas las potentísimas y espléndidas armas de la obediencia."
Son estas palabras dichas por Benito, que quizás fueron dichas por otros hombres y en otros tiempos anteriores las que escucharon tal vez estos hombres en su interior y decidieron dejar todo e imitar el ejemplo de Cristo, ejemplo que logró crear una enorme y notable institución que perdure hasta el día de hoy.
Índice

6. Revisión Bibliográfica

1. Manual de historia eclesiastica, Bernardino llorca, Editorial Labor,1946
2. Cristianismo Primitivo Y Religiones Mistericas, Ediciones Cátedra, 1995 - Capitulo XXV.Origenes Del Monacato Cristiano, J.M. Blazquez.
3. Patrologia, Johannes quasten, Biblioteca Autores Cristianos, 1994
4. Manual de historia de la iglesia, Hubert Jedin, Biblioteca Herder - Tomo II
5. Vida De Los Santos De Butler, Vol.II. Abril – Mayo – Junio – 1965
6. Historia de la iglesia, Joseph lortz, Editorial Cristiandad, Tomo I
7. Historia De La Iglesia, Fliche- Martin, Volumen III - El Monacato Primitivo I
8. Hombres, Hechos, Costumbres, Instituciones, Garcia M. Colombas, O.S.B.
9. Biblioteca Autores Cristianos, El Hombre Que Creo Europa, Carlos Maria Lopez - Stvdivm Ediciones, 1973
10. Pachomian Koinonia, Pacomio Santo 293- 348, Armand Veilleux, 1981,
11. El monacato Cristiano, David knowles, Ediciones Guadarrama - 1960

No hay comentarios: