sábado, 29 de septiembre de 2012

ETAPAS DE FORMACIÓN



“Vengan a mi los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mt. 11, 28-30)

La invitación de Cristo es para todos. Cada uno de nosotros responde a esa llamada de diferentes maneras, y una de ellas es por medio de la vida monástica, siguiendo el ejemplo y enseñazas de San Benito.

La meta de la vida cenobítica, de la vida monástica, es buscar a Dios.  El monje es una persona que busca a Dios y desea que Él sea el centro de su vida. La vida comunitaria le ayuda a enfocar su vida hacia ese objetivo ya que la integran hombres de fe que van tras el mismo ideal: buscar a Dios

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De acuerdo ala la Regla de San Benito, un monje es el que vive en un monasterio bajo una regla y un abad (RB. 1,2).  Es el hombre que quiere responder a la llamada de Cristo dejándose guiar por los instrumentos que Dios ha dispuesto en la vida monástica como son la Regla de San Benito y el superior en cada comunidad, al igual que el acompañamiento de los demás hermanos que están en la misma búsqueda.
Aunque esta búsqueda es un proceso que dura toda la vida, hay unas etapas de formación que van orientando o mostrando el camino. Estas etapas son: el Aspirantado, Postulantado, Noviciado,  Juniorado y la Profesión Solemne.  


ETAPAS DE FORMACIÓN

ASPIRANTADO
La exploración del camino monástico, comienza con las indagaciones iniciales sobre este estilo de vida,  por   medio del diálogo con el promotor vocacional, con visitas a la comunidad donde el aspirante tiene la oportunidad de conocer y vivir en comunidad, la vida de oración y el  trabajo con los monjes que allí viven, entre ellos el Prior de la comunidad con quien tiene entrevista.
Es una etapa de mutuo conocimiento entre el candidato y la comunidad. La principal motivación para el ingreso a la vida monástica debe ser el sincero deseo de buscar a Dios. La duración de esta etapa no tiene una duración definida, pues dependerá mucho de la disponibilidad del candidato y de su proceso con el promotor vocacional. Cuando las dos partes estén de acurdo, el candidato puede hacer su petición de ingreso al Postulantado, adjuntando la documentación requerida por la comunidad.

POSTULANTADO
Es una etapa de discernimiento vocacional, viviendo dentro de la comunidad,  asumiendo el estilo de vida que allí se lleva. Es la oportunidad para que el candidato se confronte así mismo con la vida monástica que se vive en este monasterio, que profundice en su búsqueda de Dios con la ayuda de la comunidad.
Esta etapa tiene una duración aproximada de un año.
El candidato al ser admitido debe tener mínimo 20 años y 35 como máximo. Debe tener madurez emocional y mental, estar en capacidad  de asumir una vida de estabilidad, obediencia y conversión de costumbres. Debe estar en capacidad de vivir en comunidad y seguir los parámetros que allí se presentan, de acurdo a la Regla de San Benito y las costumbres propias del monasterio.
El postulante viste el Capuchón monástico y sigue el programa de formación para dicha etapa y está bajo la orientación del maestro de postulantes y realizará las laores por él asignadas o el Prior de la comunidad.  


NOVICIADO
El Postulantado le irá dando herramientas al candidato para ir clarificando su vocación a la vida monástica. Al terminar dicha etapa debe tener claro si desea continuar su discernimiento como novicio.  Luego de dialogar con su maestro de formación, el candidato presentará su petición de ingreso al noviciado, etapa que tura un año.
El noviciado es la etapa en la cual se va adquiriendo la identidad propia del Monasterio Benedictino de Tibatí, de acuerdo a la tradición monástica que allí se vive.
De ser aceptado, el candidato recibirá el hábito monástico y seguirá el plan de formación para dicha etapa. Al igual que en postulantado, realiza las labores asignados por el maestro de formación o por el Prior de la comunidad. Estará bajo la orientación del maestro de novicios.


JUNIORADO
Al cabo del noviciado,  el novicio debe tener claridad si desea continuar su proceso vocacional en esta comunidad de manera más comprometida. De ser así, luego del diálogo con su maestro y de las respectivas evaluaciones, presentará su petición de ingreso al juniorado.
El Juniorado es la etapa mediante la cual el candidato hace su profesión de votos, con lo cual se compromete a vivir la estabilidad, la obediencia y la conversión de costumbres de manera libre y consciente. Cada año el junior hace su renovación de votos. El periodo de juniorado oscila entre tres años como mínimo y seis como máximo.

El monje en esta etapa de formación adelanta estudios profesionales en formación religiosa tales como filosofía y teología; se involucra en el trabajo y los apostolados de la comunidad de manera más comprometida y responsable.

PROFESIÓN SOLEMNE
Después del periodo de juniorado si el junior piensa que definitivamente éste será el estilo de vida que quiere seguir, hará su petición para la Profesión Solemne. Si es aceptado, el junior se comprometerá solemnemente ante Dios y la comunidad a vivir de acurdo la ley propia de la congregación benedictina.
Debe tener  presente, como nos dice San Benito, “que, según lo establecido por la ley de la Regla, desde aquel día no le será lícito irse del monasterio, 16 ni sacudir el cuello del yugo de la Regla, que después de tan morosa deliberación pudo rehusar o aceptar” (RB. 58,15-16).
Ante todo debe tener  claro que su principal objetivo será la búsqueda de Dios.


VOCACIÓN SACERDOTAL
Dentro de la formación monástica también hay espacio para la vocación al sacerdocio –aunque ésta no sea el objetivo principal de la vida monacal. La ordenación sacerdotal dependerá del diálogo entre el candidato y el superior, quien tendrá en cuenta las necesidades de la comunidad.
Quien es ordenado,  como dice San Benito, “debe guardar siempre el lugar que le corresponde por su ingreso al monasterio, salvo en el ministerio del altar, o también, si el voto de la comunidad y la voluntad del abad lo hubieren querido promover por el mérito de su vida.  Pero sepa que debe observar la regla establecida para los decanos y prepósitos., (RB. 52, 5-7).
La formación para la ordenación la va adquiriendo desde el juniorado, pues independiente de que se quieran ordenar o no, los monjes  deben tomar clases de Filosofía y Teología, ya sea en el seminario o en la universidad.
Ante todo se busca la formación de la persona para que adquiera herramientas para su crecimiento y también para que pueda dar respuesta a las necesidades de los apostolados de la comunidad, buscando así, "que en todo sea Dios glorificado" (RB. 57,8).




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