sábado, 29 de septiembre de 2012

Los ángeles, mensajeros de Dios
Juan 1, 47-51. Fiesta Santos Arcángeles. Siempre nos traen la alegría y esperanza en Dios. De los tres hemos de aprender a saber servir más que ser servidos.
 
Los ángeles, mensajeros de Dios
Del santo Evangelio según san Juan 1, 47-51


Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Le dice Natanael: ¿De qué me conoces? Le respondió Jesús: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Le respondió Natanael: Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.

Oración introductoria

Señor, como Natanael, quiero ser sincero y auténtico, en mi mente y en mi corazón, para tener la posibilidad real de tener un encuentro de amor contigo en esta oración. Tú sabes que trato de ser fiel a mi fe, que confío en tu providencia y misericordia, y que te amo con todo mi corazón. Envía tu Espíritu Santo para que ilumine y guíe esta meditación.

Petición

Ángel de mi guarda, ayúdame a ser un auténtico discípulo y misionero de Cristo.

Meditación del Papa

También la vocación de Pedro, según escribe el evangelista Juan, pasa a través del testimonio de su hermano Andrés, el cual, después de haber encontrado al Maestro y haber respondido a la invitación de permanecer con Él, siente la necesidad de comunicarle inmediatamente lo que ha descubierto en su "permanecer" con el Señor: "Hemos encontrado al Mesías -que quiere decir Cristo- y lo llevó a Jesús". Lo mismo sucede con Natanael, Bartolomé, gracias al testimonio de otro discípulo, Felipe, el cual comunica con alegría su gran descubrimiento: "Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés, en el libro de la ley, y del que hablaron los Profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret". La iniciativa libre y gratuita de Dios encuentra e interpela la responsabilidad humana de cuantos acogen su invitación para convertirse con su propio testimonio en instrumentos de la llamada divina. Benedicto XVI, 25 de abril de 2010.

Reflexión

Los grandes arcángeles de Dios testimonian para nosotros la fidelidad y la pasión y celo con que los hijos de Dios han de alabar a su Creador. Ellos, lejos de ser seres desconocidos y “mitológicos” representan los mejores compañeros de viaje, los mejores sanadores del corazón, los mejores defensores de los intereses de Dios en el mundo.

San Miguel es el fiero defensor de Dios. La narración del Apocalipsis nos lo muestra expulsando a satanás de los dominios de Dios, al gran traidor y padre de la mentira que osó rebelarse contra un Dios tan bondadoso. Encendido de celo por el Señor blandió la espada y arrojó a todos los obradores de iniquidad al único lugar en donde pudiesen soportar su soberbia y su rebelión. Por eso san Miguel es en quien el cristiano halla el mejor baluarte para defenderse de las asechanzas demoníacas y gran modelo de fidelidad a Dios. De él hemos de aprender el celo por las cosas de Dios, celo que consume de pasión y que lleva a una acción inmediata, tajante, sobre todo cuando Dios se está viendo ofendido por sus enemigos que incitan sin cesar a la rebelión y desunión.

San Gabriel quizás fue el más afortunado de entre todas las criaturas celestes. A él siempre lo mandaron a dar mensajes. A él le tocó dar el mensaje más hermoso jamás oído a la criatura más hermosa jamás vista. Hablar de él lleva irremediablemente a la contemplación de la Toda Pura, Nuestra Madre de cielo, María. Su ejemplo nos debe enseñar a predicar sin miedos los designios de Dios a nuestros hermanos en la fe y, sobre todo, a testimoniar las maravillas obradas por Dios en Ella. Levantemos confiados la mirada a la Madre y pidamos auxilio al arcángel mensajero para ser fieles a la palabra de Dios en el mundo.

San Rafael representa la mano providente de Dios que no se olvida de sus hijos que sufren en el mundo. A él le tocó sanar muchas heridas del cuerpo y, sobre todo, del alma. Por eso es el arcángel que cura, que alivia las penas del alma, que sabe confortar y comprender al que sufre. De él hemos de aprender a ser un consuelo más que un horrible peso, para el hermano que lo necesita. De él, la confianza inamovible en la acción cierta de Dios en el mundo.

De los tres hemos de aprender a saber servir más que ser servidos. Porque los ángeles son ministros de Dios. Y de los tres a estar pendientes de su cierta acción en favor nuestro. ¿Quién sabe si un día cualquiera hemos sido ayudados por un ángel del Señor?

No cerremos las puertas a nadie, no sea que se las estemos cerrando a uno de estos mensajeros, o más terriblemente, al mismo Señor de la vida y de la historia.

Propósito

Aprender de los Arcángeles, el deseo de servir siempre.

Diálogo con Cristo

Jesús, no quiero aparecer ni hacer más, mi aspiración es amarte más, y como consecuencia, a los demás. No pretendo conocer más, sino tener una relación íntima contigo. Por ello quiero ofrecerte mi esfuerzo de perseverar en la oración, de acrecentar mi vida sacramental y de meditar más tu Palabra, sólo así lograré mi anhelo y podré dar un testimonio que atraiga a los demás. 
 
sábado 29 Septiembre 2012
Fiesta de los Santos Miguel, Gabriel y Rafael, arcángeles

Santos Arcángeles


Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : “Hubo un combate en el cielo : Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón” (Ap 12,7)

Lecturas

Daniel 7,9-10.13-14.


Yo estuve mirando hasta que fueron colocados unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve y los cabellos de su cabeza como la lana pura; su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente.
Un río de fuego brotaba y corría delante de él. Miles de millares lo servían, y centenares de miles estaban de pie en su presencia. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.


Salmo 138(137),1-2a.2bc-3.4-5.


Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
te cantaré en presencia de los ángeles.
Me postraré ante tu santo Templo,
y daré gracias a tu Nombre
por tu amor y tu fidelidad,
porque tu promesa ha superado tu renombre.



Me respondiste cada vez que te invoqué
y aumentaste la fuerza de mi alma.

Que los reyes de la tierra te bendigan
al oír las palabras de tu boca,
y canten los designios del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.



Juan 1,47-51.


Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: "Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez".
"¿De dónde me conoces?", le preguntó Natanael. Jesús le respondió: "Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera".
Natanael le respondió: "Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel".
Jesús continuó: "Porque te dije: 'Te vi debajo de la higuera', crees . Verás cosas más grandes todavía".
Y agregó: "Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II
Audiencia general del  23/07/1986

“Hubo un combate en el cielo : Miguel y sus ángeles combatieron contra el dragón” (Ap 12,7)

En la perfección de su naturaleza espiritual, los ángeles están
llamados desde el principio, en virtud de su inteligencia, a conocer la
verdad y a amar el bien que conocen en la verdad de modo mucho más pleno y
perfecto que cuanto es posible al hombre. Este amor es el acto de una
voluntad libre... que significa posibilidad de hacer una elección en favor
o en contra del Bien que ellos conocen, esto es, Dios mismo. Hay que
repetir aquí lo que ya hemos recordado a su debido tiempo a propósito del
hombre: creando a los seres libres, Dios quiere que en el mundo se realice
aquel amor verdadero que sólo es posible sobre la base de la libertad. Él
quiso, pues, que la creatura, constituida a imagen y semejanza de su
Creador, pudiera, de la forma más plena posible, volverse semejante a Él:
Dios, que "es amor" (1 Jn 4, 16). Creando a los espíritus puros, como seres
libres, Dios, en su Providencia, no podía no prever también la posibilidad
del pecado de los ángeles. Pero precisamente porque la Providencia es
eterna sabiduría que ama, Dios supo sacar de la historia de este pecado...
el definitivo bien de todo el cosmos creado. De hecho, como dice
claramente la Revelación, el mundo de los espíritus puros se divide en
buenos y malos... ¿Cómo comprender esta oposición?... Los Padres de la
Iglesia y los teólogos no dudan en hablar de "ceguera", producida por la
supervaloración de la perfección del propio ser, impulsada hasta el punto
de velar la supremacía de Dios que exigía, en cambio, un acto de dócil y
obediente sumisión. Todo esto parece expresado de modo conciso en las
palabras "¡No te serviré!" (Jer 2, 20), que manifiestan el radical e
irreversible rechazo de tomar parte en la edificación del reino de Dios en
el mundo creado. "Satanás", el espíritu rebelde, quiere su propio reino, no
el de Dios, y se yergue como el primer "adversario" del Creador, como
opositor de la Providencia, como antagonista de la amorosa sabiduría de
Dios. De la rebelión y del pecado de Satanás, como también del pecado del
hombre, debemos concluir acogiendo la sabia experiencia de la Escritura,
que afirma: "En el orgullo está la perdición" (Tob 4, 14)
 
 


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