lunes, 1 de octubre de 2012

¿Quién será el mayor?


Lucas 9, 46-50. Tiempo Ordinario. Si queremos llegar a Cristo, el camino es la sencillez y humildad, hacernos pequeños ante los demás.
 
¿Quién será el mayor?
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 46-50

En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros».

Oración

Dios mío, permite que tenga este rato de oración con la sencillez, la confianza y la docilidad del corazón de un niño, consciente de mi pequeñez, de mi fragilidad y necesidad de dependencia, por ello te suplico, ven Espíritu Santo.

Petición

Señor, ayúdame a llevar a la práctica todas las enseñanzas que me deja tu Palabra.

Meditación del Papa

«La clave para descubrir el fundamento interno de esa singular experiencia [...], de ese estar abiertos a la participación en el conocimiento del Hijo: "Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios". La pureza de corazón es lo que nos permite ver. Consiste en esa sencillez última que abre nuestra vida a la voluntad reveladora de Jesús. Se podría decir también: nuestra voluntad tiene que ser la voluntad del Hijo. Entonces conseguiremos ver. Pero ser hijo significa existir en una relación; es un concepto de relación. Comporta abandonar la autonomía que se encierra en sí misma e incluye lo que Jesús quería decir con sus palabras sobre el hacerse niño. De este modo podemos comprender también la paradoja que se desarrolla ulteriormente en el Evangelio de Juan: que Jesús, estando sometido totalmente al Padre como Hijo, está precisamente por ello en total igualdad con el Padre, es verdaderamente igual a El, es uno con El» Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primera parte, p. 136
Reflexión

En esta ocasión, los discípulos también se preocupan por saber quién sería el mayor de entre ellos. Suele suceder que en un grupo humano siempre hay uno o unos pocos que mandan y que en definitiva son los importantes. Los importantes en este mundo ocupan los primeros puestos, tienen muchos servidores a su disposición y quieren que se les tome en cuenta.

Cristo conocía el corazón humano y conocía el corazón de sus doce pescadores. Por ello, les previene de la forma más sencilla, a través del ejemplo de un niño. Porque si hay alguien en esta vida que nos da ejemplo de sencillez, naturalidad, candidez, franqueza son los niños. Quien sino ellos son el ejemplo auténtico de humildad de espíritu.

Por tanto, recibir a un niño en medio de nosotros significa acoger en nuestro corazón todas las virtudes que él representa. Y del mismo modo si queremos llegar a Cristo no nos queda otro camino más que el de la sencillez y humildad, el del servicio desinteresado a nuestro prójimo y en definitiva el camino de hacernos pequeños ante los demás que significa cortar todo engreimiento, vanidad y presunción delante de nuestro prójimo, y vivir para los demás olvidado totalmente de uno mismo.

Propósito

Confiar humildemente en que, unido a Cristo, puedo alcanzar la santidad con la sencillez de un niño.

Diálogo con Cristo

Jesús, Tú alabas la sencillez, la pureza, la apertura y la docilidad de los niños. Me pongo de rodillas y te digo que quiero ser una persona casta, pura, que pueda mirar directamente a los demás, con respeto y con amor fraterno. 
 
 lunes 01 Octubre 2012
Lunes de la vigésima sexta semana del tiempo ordinario

Santa Teresa del Niño Jesús


Leer el comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II : "Quisimos impedírselo, porque no está con nosotros para seguirte"

Lecturas

Job 1,6-22.


El día en que los hijos de Dios fueron a presentarse delante del Señor, también el Adversario estaba en medio de ellos.
El Señor le dijo: "¿De dónde vienes?". El Adversario respondió al Señor: "De rondar por la tierra, yendo de aquí para allá".
Entonces el Señor le dijo: "¿Te has fijado en mi servidor Job? No hay nadie como él sobre la tierra: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal".
Pero el Adversario le respondió: "¡No por nada teme Job al Señor!
¿Acaso tú no has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee? Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país.
Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la cara!".
El Señor dijo al Adversario: "Está bien. Todo lo que le pertenece está en tu poder, pero no pongas tu mano sobre él". Y el Adversario se alejó de la presencia del Señor.
El día en que sus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo en la casa del hermano mayor,
llegó un mensajero y dijo a Job: "Los bueyes estaban arando y las asnas pastaban cerca de ellos,
cuando de pronto irrumpieron los sabeos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: "Cayó del cielo fuego de Dios, e hizo arder a las ovejas y a los servidores hasta consumirlos. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: "Los caldeos, divididos en tres grupos, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron, pasando a los servidores al filo de la espada. Yo solo pude escapar para traerte la noticia".
Todavía estaba hablando, cuando llegó otro y le dijo: Tus hijos y tus hijas comían y bebían en la casa de su hermano mayor,
y de pronto sopló un fuerte viento del lado del desierto, que sacudió los cuatro ángulos de la casa. Esta se desplomó sobre los jóvenes, y ellos murieron. Yo solo pude escapar para traerte la noticia.
Entonces Job se levantó y rasgó su manto; se rapó la cabeza, se postró con el rostro en tierra
y exclamó: "Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allí. El Señor me lo dio y el Señor me lo quitó:¡bendito sea el nombre del Señor!".
En todo esto, Job no pecó ni dijo nada indigno contra Dios.


Salmo 17(16),1.2-3.6-7.


Oración de David.
Escucha, Señor, mi justa demanda,
atiende a mi clamor;
presta oído a mi plegaria,
porque en mis labios no hay falsedad.

Tú me harás justicia,
porque tus ojos ven lo que es recto:
si examinas mi corazón
y me visitas por las noches,
si me pruebas al fuego,
no encontrarás malicia en mí.
Mi boca no se excedió

Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes:
inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu gracia,
tú que salvas de los agresores
a los que buscan refugio a tu derecha.



Lucas 9,46-50.


Entonces se les ocurrió preguntarse quién sería el más grande.
Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, tomó a un niño y acercándolo,
les dijo: "El que recibe a este niño en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe a mí, recibe a aquel que me envió; porque el más pequeño de ustedes, ese es el más grande".
Juan, dirigiéndose a Jesús, le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros".
Pero Jesús le dijo: "No se lo impidan, porque el que no está contra ustedes, está con ustedes".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Beato Juan Pablo II
Encíclica ” Ut unum sint”, 14-15 

"Quisimos impedírselo, porque no está con nosotros para seguirte"

El ecumenismo trata precisamente de hacer crecer la comunión
parcial existente entre los cristianos hacia la comunión plena en la verdad
y en la caridad. Pasando de los principios, del imperativo de la
conciencia cristiana, a la realización del camino ecuménico hacia la
unidad, el Concilio Vaticano II pone sobre todo de relieve la necesidad de
conversión interior. El anuncio mesiánico “el tiempo se ha cumplido y el
Reino de Dios está cerca” y la llamada consiguiente “convertíos y creed en
la Buena Nueva” (Mc 1, 15), con la que Jesús inaugura su misión, indican el
elemento esencial que debe caracterizar todo nuevo inicio: la necesidad
fundamental de la evangelización en cada etapa del camino salvífico de la
Iglesia. Esto se refiere, de modo particular, al proceso iniciado por el
Concilio Vaticano II, incluyendo en la renovación la tarea ecuménica de
unir a los cristianos divididos entre sí. “No hay verdadero ecumenismo sin
conversión interior”(Unitatis redintegratio, 7).... Cada uno debe
pues convertirse más radicalmente al Evangelio y, sin perder nunca de vista
el designio de Dios, debe cambiar su mirada. Con el ecumenismo la
contemplación de las “maravillas de Dios” (mirabilia Dei) se ha enriquecido
de nuevos espacios, en los que el Dios Trinitario suscita la acción de
gracias: la percepción de que el Espíritu actúa en las otras Comunidades
cristianas, el descubrimiento de ejemplos de santidad, la experiencia de
las riquezas ilimitadas de la comunión de los santos, el contacto con
aspectos impensables del compromiso cristiano.
 


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