¿CUÁL ES EL PRIMERO DE LOS MANDAMIENTOS?
Un escriba que oyó discutir a Jesús con los saduceos, al ver que les había respondido bien, se acercó y le preguntó: “¿Cuál es el primero de los mandamientos?”
Este relato, está en los tres Evangelios sinópticos, en San Marcos la pregunta se la hace en un tono de respeto, sin embargo en los relatos de San Mateo, y más en San Lucas, en un sentido hostil. Es cuestión del estilo redaccional de cada evangelista. La diferencia entre los saduceos y los fariseos, es que los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos religiosos y los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la inmortalidad del alma.
En este Evangelio, se le acerca ahora a Jesús un escriba. ¿Qué busca?, él quiere probar la opinión de Jesús, con habilidad y astucia, quizás para conseguir algo con oscuros propósitos y así comprometerlo, en otras palabras, mediante una treta, busca como perjudicar a Jesús.
El tema del primer mandamiento era muy discutido en las escuelas rabínicas. Pero San Marcos es el que destaca la argumentación basándose en que Dios es único; luego exige la plenitud de amor y servicio. La repetición de corazón, alma y mente es el procedimiento semita de prueba por acumulación.
Pero en el amor a Dios va incluido el amor al prójimo, todo ser humano, que es lo que destaca especialmente el relato que hace San Lucas en este pasaje similar (Lc 10:29ss). Pero para el judío, el prójimo era sólo el judío.
- 2. “AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”.
Así es, como Jesús, nos exige un amor total a Dios, y no aceptar en nosotros un amor parcial o limitado, y lo mismo nos enseña y nos exige, la entrega y el amor, tanto a Dios como al prójimo. Eso quizás fue sorprendente para el escriba, Jesús puso al mismo nivel los dos mandamientos, y así lo aclara el evangelio cuando en san Mateo 22,34-40, dice; De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
- 3. SI TU AMAS A TU PRÓJIMO, AMAS A DIOS
Nos recuerda San Pablo, para que no olvidemos; “No hay judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gál 3,28).
Esto es los que nos enseña Jesús, el hombre es imagen de Dios, y si tu amas a tu prójimo, amas a Dios, y si amas a Dios, lo amas en también en el prójimo.
Estos preceptos son nuestros fundamentos de la vida cristiana, ambos basados en el amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos el mandamiento más grande de la Ley.
El escriba le dijo: “Muy bien, Maestro, tienes razón al decir que hay un solo Dios y no hay otro más que él, y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo, vale más que todos los holocaustos y todos los sacrificios”. Jesús, al ver que había respondido tan acertadamente, le dijo: “Tú no estás lejos del Reino de Dios”. Estos Versículos son propios de San Marcos. En ellos se hace ver que el amor al prójimo es mejor que todos los holocaustos y sacrificios. En esto San Marcos se enlaza con la línea de los profetas sobre la autenticidad del culto y la misericordia (1 Re 15:22; Os 6:6). A esta valoración del escriba que le preguntó, Cristo le responde que su rectitud moral le está aproximando al reino de Dios
- 4. EL COMPROMISO CON NUESTRO PRÓJIMO
Pero el amor divino no se aprende. En efecto, no aprendemos de otro a amar la vida, ni amar a nuestros padres, ni a nuestros amigos, ni mucho menos podemos aprender las reglas del amor divino. Hay en nosotros cierto sentimiento íntimo que nos inclina a amar a Dios. Todo el que obedece este sentimiento y practica la doctrina de los divinos preceptos y llega a la perfección de la divina gracia. Así entonces, amamos naturalmente el bien; amamos también a nuestros prójimos y parientes, y además damos espontáneamente a los hombres de bien, todo nuestro afecto.
- 5. EL, NOS MANDA AMAR AL PRÓJIMO.
Y a tu prójimo como a ti mismo, lo mas prójimo, es decir lo más próximo que tenemos, es quien habita en nuestro corazón, morada de Dios, a El todo nuestro amor.
“Y adonde no hay amor, ponga amor, y sacará amor” (San Juan de la Cruz)
El Señor les Bendiga
XXXI Domingo Ciclo B
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