martes, 29 de enero de 2013

Creo en Dios

Creer implica adhesión, acogida y obediencia; es un acto personal, una respuesta libre.
 
Creo en Dios
Resúmen de la catequesis semanal de SS Benedicto XVI por el Año de la Fe, 16 enero 2013


Queridos hermanos y hermanas:

La catequesis de hoy está dedicada al primer artículo del Credo: «Creo en un solo Dios», una afirmación fundamental, que parece sencilla pero que encierra un inmenso tesoro.

Creer implica adhesión, acogida y obediencia; es un acto personal, una respuesta libre.

Decir «creo» supone un don que se nos da y una responsabilidad que aceptamos; es una experiencia de diálogo con Dios que, por amor, nos habla como amigos.

Como enseña el Catecismo de la Iglesia católica: "La fe es un acto personal: es la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela a sí mismo" .

"La fe es la certeza de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve" (11,1). Los ojos de la fe son por lo tanto capaces de ver lo invisible y el corazón del creyente puede esperar más allá de toda esperanza, al igual que Abraham, de quien Pablo dice en la Carta a los Romanos que "creyó, esperando contra toda esperanza" (4,18).

¿Cómo escuchar su voz?

Fundamentalmente en la Escritura, que nos habla de fe y nos narra una historia en la que el Señor cumple su proyecto de redención, a través de personas que creen y confían.

Una de ellas es Abrahán, nuestro padre en la fe, porque es capaz de salir de su tierra, confiando sólo en Dios y en su promesa.

A pesar de ver su cuerpo deteriorado y a su mujer anciana, y de vivir siempre como extranjero en una tierra habitada por otros, espera contra toda esperanza; por ello recibe la bendición de Dios, llena de vida y fecundidad, para hacer de él un gran pueblo.

Para nosotros, Abrahán es ejemplo de libertad ante la opinión corriente, ante el juicio del mundo que busca un éxito aparente; Abrahán nos invita a responder también a Dios con un acto de confianza, que trasforme nuestra vida.

Cuando decimos: "Creo en Dios", decimos como Abraham: "Yo confío en Tí; confío en Tí, Señor", pero no como en Alguien a quien recurrir solo en los momentos de dificultad o a quien dedicar algún momento del día o de la semana.

Decir "Creo en Dios" significa fundamentar en Él mi vida, dejar que su Palabra la oriente cada día, en las opciones concretas, sin temor de perder algo de mí mismo.

Decir "Creo en Dios" nos impulsa, por lo tanto, a partir, a salir de nosotros mismos continuamente, al igual que Abraham, para llevar en la realidad cotidiana en que vivimos, la certeza que nos viene de la fe: la certeza, es decir, de la presencia de Dios en la historia, aún hoy; una presencia que da vida y salvación, que nos abre a un futuro con Él en pos de una plenitud de vida que nunca conocerá el ocaso.

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