miércoles, 23 de enero de 2013

Ildefonso, Santo

Obispo, 23 de enero
 
Ildefonso, Santo
Ildefonso, Santo

Obispo de Toledo

Martirologio Romano: En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconensis (hoy España), san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios (667).

Etimología: Ildefonso = Aquel que esta listo para la batalla, es de origen germánico.
Para reconstruir su biografía, además de los datos contenidos en sus obras, disponemos principalmente del Beati Ildephonsi Elogium de San Julián de Toledo, contemporáneo suyo y segundo sucesor en la sede toledana, escrita como apéndice al De viris illustribus (PL 96,43-44). La Vita vel gesta S. Ildephonsi Sedis Toletanae Episcopi, atribuida a Cixila, obispo de Toledo ca. 774-783 (PL 96,44-88; Flórez, V,501-520), donde se mencionan por primera vez los milagros de su vida y la Vita Ildephonsi Archiepiscopi Toletani de fray Rodrigo Manuel Cerratense, s. XIII (Flórez V,521-525), añaden al Elogium tradiciones posteriores con tinte legendario.

Nacido en el 607, durante el reinado de Witerico en Toledo,de estirpe germánica, era miembro de una de las distintas familias regias visigodas. Según una tradición que recoge Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Vetus, PL 96,11), fue sobrino del obispo de Toledo San Eugenio III, quien comenzó su educación. Por el estilo de sus escritos y por los juicios emitidos en su De viris illustribus sobre los personajes que menciona, se deduce que recibió una brillante formación literaria. Según su propio testimonio fue ordenado de diácono (ca. 632-633) por Eladio, obispo de Toledo (De vir. ill. 7: PL 96,202). En un pasaje interpolado del Elogium, se dice que siendo aún muy niño, ingresó en el monasterio Agaliense, en los arrabales de Toledo, contra la voluntad de sus padres. Más adelanté se afirma que «se deleitaba con la vida de los monjes», frase que debe interpretarse siguiendo a Flórez (V,276) en el sentido de que desde niño se inclinó al estado religioso. Ildefonso estuvo muy vinculado a este monasterio, como él mismo recuerda al hablar de Eladio, y como se deduce del De vir. ill. con el que pretende exaltar la sede toledana y quizá mostrar el papel privilegiado que correspondía al monasterio Agaliense. Estando ya en el monasterio, funda un convento de religiosas dotándolo con los bienes que hereda, y en fecha desconocida (650?), es elegido abad. Firma entre los abades en los Concilios VIII y IX de Toledo, no encontrándose su firma, en cambio, en el X (656). Muerto el obispo Eugenio III es elegido obispo de Toledo el a. 657, y según el Elogium obligado a ocupar su sede por el rey Recesvinto. En la correspondencia mantenida con Quirico, obispo de Barcelona, se lamenta de las dificultades de su época. A ellas atribuye el Elogium que dejase incompletos algunos escritos.

Muere el 667, siendo sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y posteriormente trasladado a Zamora. Su fiesta se celebra el 23 de enero.

Es patrón de la ciudad Zamora, en cuya Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, reposan sus restos; de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la misma provincia, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor. También es el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la provincia de Sevilla. La Orden de Caballeros Cubicularios se encarga de la custodia de sus reliquias en la citada iglesia zamorana.

Milagro del encuentro con la Virgen

La noche del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.

Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de un espacio sagrado relacionado con la Virgen Maria a quien se venera en el Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos pueden aun venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.

ORACIÓN A MARIA
De San Ildefonso de Toledo
(del Libro de la perpetua virginidad de Santa María)


A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.

A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.

Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor.

Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!

Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella, tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor
con la excusa de honrar a Dios su Hijo.

Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.

Por eso me gozo en mi Señora,
canto mi alegría a la Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,
ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad
por los siglos de los siglos.
Amén.

 
San IldefonsoEl Greco
San Ildefonso
Fiesta: 23 de enero
Obispo de Toledo.
  606- 669
San Ildefonso nació en Toledo, España. Su tío era Eugenio, también de Toledo. Estudió en Sevilla bajo San Isidoro. Entró a la vida monástica y fue elegido abad de Agalia, en el río Tajo, cerca de Toledo.  En el 657 fue elegido arzobispo de esa ciudad. Unificó la liturgia en España; escribió muchas obras importantes, particularmente sobre la Virgen María.
San Ildefonso tenía una profunda devoción a la Inmaculada Concepción XII siglos antes de que se proclamara dogmáticamente. Ella le favoreció con grandes milagros.

Milagro del encuentro con la Virgen
Una noche de diciembre, él, junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Alfonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la María, La Inmaculada Concepción, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María hízole seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.

Esta aparición y la casulla, fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición.
En la catedral los peregrinos pueden aun observar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.

En el bautismo, Cristo es quien bautiza
Del libro de san Ildefonso, obispo, sobre el conocimiento del bautismo, OFICIO DE LECTURA

Vino el Señor para ser bautizado por el siervo Por humildad, el siervo lo apartaba, diciendo: Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí? Pero, por justicia, el Señor se lo ordenó, respondiendo: Déjalo ahora. Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.

Después de esto, declinó el bautismo de Juan, que era bautismo de penitencia y sombra de la verdad, y empezó el bautismo de Cristo, que es la verdad, en el cual se obtiene la remisión de los pecados, aun cuando no bautizase Cristo, sino sus discípulos. En este caso, bautiza Cristo, pero no bautiza. Y las dos cosas son verdaderas bautiza Cristo, porque es él quien purifica, pero no bautiza, porque no es él quien baña. Sus discípulos, en aquel tiempo, ponían las acciones corporales de su ministerio, como hacen también ahora los ministros, pero Cristo ponía el auxilio de su majestad divina. Nunca deja de bautizar el que no cesa de purificar; y, así, hasta el fin de los siglos, Cristo es el que bautiza, porque es siempre él quien purifica.

Por tanto, que el hombre se acerque con fe al humilde ministro, ya que éste está respaldado por tan gran maestro. El maestro es Cristo. Y la eficacia de este sacramento reside no en las acciones del ministro, sino en el poder del maestro, que es Cristo.

Oración

Dios todopoderoso, que hiciste a san Ildefonso insigne defensor de la virginidad de María, concede a los que creemos en este privilegio de la Madre de tu Hijo sentirnos amparados por su poderosa y materna intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo.

ORACIÓN A MARIA
De San Ildefonso de Toledo

(del Libro de la perpetua virginidad de Santa María)
A ti acudo, única Virgen y Madre de Dios. Ante la única que ha obrado la Encarnación de mi Dios me postro.
Me humillo ante la única que es madre de mi Señor. Te ruego que por ser la Esclava de tu Hijo me permitas consagrarme a ti y a Dios, ser tu esclavo y esclavo de tu Hijo,
servirte a ti y a tu Señor.

A Él, sin embargo, como a mi Creador y a ti como madre de nuestro Creador;
a Él como Señor de las virtudes y a ti como esclava del Señor de todas las cosas; a Él como a Dios y a ti como a Madre de de Dios.

Yo soy tu siervo, porque mi Señor es tu Hijo. Tú eres mi Señora, porque eres esclava de mi Señor.

Concédeme, por tanto, esto, ¡oh Jesús Dios, Hijo del hombre!: creer del parto de la Virgen aquello que complete mi fe en tu Encarnaciòn; hablar de la maternidad virginal aquello que llene mis labios de tus alabanzas; amar en tu Madre aquello que tu llenes en mi con tu amor; servir a tu Madre de tal modo que reconozcas que te he servido a ti; vivir bajo su gobierno en tal manera que sepa que te estoy agradando y ser en este mundo de tal modo gobernado por Ella que ese dominio me conduzca a que Tú seas mi Señor en la eternidad.

¡Ojalá yo, siendo un instrumento dócil en las manos del sumo Dios, consiga con mis ruegos ser ligado a la Virgen Madre por un vínculo de devota esclavitud y vivir sirviéndola continuamente!

Pues los que no aceptáis que María sea siempre Virgen; los que no queréis reconocer a mi Creador por Hijo suyo, y a Ella por Madre de mi Creador; si no glorificáis a este Dios como Hijo de Ella,  tampoco glorificáis como Dios a mi Señor. No glorificáis como Dios a mi Señor los que no proclamáis bienaventurada a la que el Espíritu Santo ha mandado llamar así por todas las naciones; los que no rendís honor a la Madre del Señor
con la excusa de honrar a Dios su Hijo.

Sin embargo yo, precisamente por ser siervo de su Hijo, deseo que Ella sea mi Señora; para estar bajo el imperio de su Hijo, quiero servirle a Ella; para probar que soy siervo de Dios, busco el testimonio del dominio sobre mi de su Madre; para ser servidor de Aquel que engendra eternamente al Hijo,
deseo servir fielmente a la que lo ha engendrado como hombre.
Pues el servicio a la Esclava está orientado al servicio del Señor;
lo que se da a la Madre redunda en el Hijo;
lo que recibe la que nutre termina en el que es nutrido,
y el honor que el servidor rinde a la Reina viene a recaer sobre el Rey.

Por eso me gozo en mi Señora,
canto mi alegría a la Madre del Señor,
exulto con la Sierva de su Hijo, que ha sido hecha Madre de mi Creador
y disfruto con Aquélla en la que el Verbo se ha hecho carne.
Porque gracias a la Virgen yo confio en la muerte de este Hijo de Dios
y espero que mi salvación y mi alegría venga de Dios siempre y sin mengua,
ahora, desde ahora y en todo tiempo y en toda edad
por los siglos de los siglos.
Amén.
    
   
San Ildefonso de Toledo
GRECO San Ildefonso.jpg
San Ildefonso por El Greco (h. 1597-1603).
Padre de la Iglesia Latina
Apodocapellán de María
Nacimiento607
Toledo
Fallecimiento667
Toledo
Venerado enIglesia Católica, Iglesia Ortodoxa
Principal SantuarioIglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso (Zamora), reposan sus restos, pero hay un nicho en la Basílica de Santa Leocadia (Toledo)
Festividad23 de enero
AtributosPluma, Libro, Mitra, Báculo.
San Ildefonso de Toledo (Toledo, 607 - 667) fue arzobispo de Toledo del año 657 al 667 y es uno de los Padres de la Iglesia.
== Vida moy == Para reconstruir su biografía, además de los datos contenidos en sus obras, disponemos principalmente del Beati Ildephonsi Elogium de San Julián de Toledo, contemporáneo suyo y segundo sucesor en la sede toledana, escrita como apéndice al De viris illustribus (PL 96,43-44). La Vita vel gesta S. Ildephonsi Sedis Toletanae Episcopi, atribuida a Cixila, obispo de Toledo ca. 774-783 (PL 96,44-88; Flórez, V,501-520), donde se mencionan por primera vez los milagros de su vida y la Vita Ildephonsi Archiepiscopi Toletani de fray Rodrigo Manuel Cerratense, s. XIII (Flórez V,521-525), añaden al Elogium tradiciones posteriores con tinte legendario.
Nacido en el 607, durante el reinado de Witerico en Toledo, de estirpe germánica, era miembro de una de las distintas familias regias visigodas. Según una tradición que recoge Nicolás Antonio (Bibliotheca Hispana Vetus, PL 96,11), fue sobrino del obispo de Toledo San Eugenio III, quien comenzó su educación. Por el estilo de sus escritos y por los juicios emitidos en su De viris illustribus sobre los personajes que menciona, se deduce que recibió una brillante formación literaria. Según su propio testimonio fue ordenado de diácono (ca. 632-633) por Eladio, obispo de Toledo (De vir. ill. 7: PL 96,202). En un pasaje interpolado del Elogium, se dice que siendo aún muy niño, ingresó en el Monasterio de Agali o agaliense, en los arrabales de Toledo, contra la voluntad de sus padres. Más adelanté se afirma que «se deleitaba con la vida de los monjes», frase que debe interpretarse siguiendo a Flórez (V,276) en el sentido de que desde niño se inclinó al estado religioso. Ildefonso estuvo muy vinculado a este monasterio, como él mismo recuerda al hablar de Eladio, y como se deduce del De vir. ill. con el que pretende exaltar la sede toledana y quizá mostrar el papel privilegiado que correspondía al monasterio Agaliense. Estando ya en el monasterio, funda un convento de religiosas dotándolo con los bienes que hereda, y en fecha desconocida (650?), es elegido abad. Firma entre los abades en los Concilios VIII y IX de Toledo, no encontrándose su firma, en cambio, en el X (656). Muerto el obispo Eugenio III es elegido obispo de Toledo el a. 657, y según el Elogium obligado a ocupar su sede por el rey Recesvinto. En la correspondencia mantenida con Quirico, obispo de Barcelona, se lamenta de las dificultades de su época. A ellas atribuye el Elogium que dejase incompletos algunos escritos. Muere el 667, siendo sepultado en la iglesia de Santa Leocadia de Toledo, y posteriormente trasladado a Zamora.

Milagro del encuentro con la Virgen

La noche del 18 de diciembre del 665 San Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la capilla brillando con una luz tan deslumbrante, que sintieron temor. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María al ir hizo una seña con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, ella fijó sus ojos sobre él y dijo: "Tu eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería." Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo invistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.
Esta aparición y la casulla fueron pruebas tan claras, que el concilio de Toledo ordenó un día de fiesta especial para perpetuar su memoria. El evento aparece documentado en el Acta Sanctorum como El Descendimiento de la Santísima Virgen y de su Aparición. La importancia que adquiere este hecho milagroso sucedido en plena Hispania Ghotorum y transmitido ininterrumpidamente a lo largo de los siglos ha sido muy grande para Toledo y su catedral. Los árabes, durante la dominación musulmana, al convertirse la Basílica cristiana en Mezquita respetaron escrupulosamente este lugar y la piedra allí situada por tratarse de un espacio sagrado relacionado con la Virgen María a quien se venera en el Corán. Esta circunstancia permite afirmar que el milagro era conocido antes de la invasión musulmana y que no se trata de una de las muchas historias piadosas medievales que brotaron de la fantasía popular. En la catedral los peregrinos pueden aún venerar la piedra en que la Virgen Santísima puso sus pies cuando se le apareció a San Ildefonso.

 Obras

De las reseñadas en el Elogium se conservan las siguientes:
  • Sobre la virginidad perpetua de Santa María contra tres infieles (De virginitate Sanctae Mariae contra tres infideles), su obra principal y más estimada, de estilo muy cuidado y llena de entusiasmo y devoción marianos (fue llamado el Capellán de la Virgen en la comedia que, con ese mismo título, escribió Lope de Vega). Los tres herejes a que se refiere son Joviniano y Elvidio, refutados ya por San Jerónimo, y un judío anónimo. Esto da pie a pensar que intenta refutar a algunos de su época, que, quizá por influencia judía, resucitaban los mismos errores. Consta de una oración inicial y de 12 capítulos. En el primero defiende contra Joviniano la virginidad de María en la concepción y en el parto; en el segundo mantiene contra Elvidio que María fue siempre virgen; a partir del tercero muestra que Jesucristo es Dios y la integridad perpetua de María. Depende estrechamente de San Agustín y San Isidoro, y constituye el punto de arranque de la teología mariana en España. Fue traducida por el Arcipreste de Talavera.
  • Comentario sobre el conocimiento del bautismo (como reseña San Julián) o Anotaciones sobre el conocimiento del bautismo (Liber de cognitione baptismi unus), descubierto por E. Baluze y publicado en el libro VI de su Miscelánea (París 1738). Es de sumo interés para la historia del bautismo en España. Escrito con finalidad pastoral, expone al pueblo sencillo la doctrina de la Tradición sobre este sacramento. Dividido en 142 capítulos, en los 13 primeros trata de la creación del hombre y de la caída original; en los cap. 14-16, del bautismo de Juan y del bautismo de Cristo, afirmando que sólo el último perdona los pecados; en 17-35, expone cómo se ha de recibir el bautismo y explica las ceremonias; en 36-95, explica el Credo, que ha de aprenderse de memoria (es un valioso documento para el estudio de la historia del Símbolo en España); en 9.6-131, vuelve sobre las ceremonias bautismales; en 131-137, explica el Padrenuestro; en 138-140 trata de la Comunión, y en 141-142 explica la liturgia del lunes y martes de Pascua como coronación de las ceremonias de la iniciación cristiana. Las fuentes principales son: las Enarrationes in psalmos de San Agustín, las Moralia de San Gregorio Magno y las Etimologías de San Isidoro.
  • Sobre el progreso del desierto espiritual (De progressu spiritualis deserti), prolongación de la obra precedente. Tras el bautismo, simbolizado por el paso del mar Rojo, el alma camina por el Evangelio, como los israelitas por el desierto. Utiliza excesivamente la alegoría.
  • Sobre los varones ilustres (De viris illustribus), continuación del de San Isidoro. A diferencia de éste, enumera no sólo a escritores, sino a eclesiásticos ilustres por su santidad o dotes de gobierno. De los 13 personajes que en ella figuran, 7 son toledanos. En cambio, autores tan importantes como Braulio de Zaragoza o Isidoro de Sevilla, son apenas destacados. En el estilo y noticias depende de San Jerónimo, Genadio y San Isidoro. Aunque no está reseñada esta obra en el Elogium, dada la atribución manuscrita que se la atribuye unánimemente, puede darse por auténtica.
  • Finalmente, se conservan dos Cartas dirigidas a Quirico de Barcelona. No se conservan las siguientes: Liber prosopopejae imbecillitatis propriae, Opusculum de proprietate personarum Patris et Filii et Spiritus Sancti, Opusculum adnotationum actionis propriae, Opusculum adnotationum in sacris. El Elogium habla de misas compuestas por Ildefonso, himnos y sermones; la tradición manuscrita le atribuye algunos, que la mayor parte de los críticos toman como apócrifos.

 Doctrina

El Elogium dice de Ildefonso que fue notable por su elocuencia. Muy enraizado en la tradición patrística, su esfuerzo principal estriba en dar al pueblo en forma asequible «la doctrina de los antiguos». Su teología es fundamentalmente mariana y sacramentaria. Merece destacarse la claridad con que afirma su fe en el parto virginal: «No quiero que alegues que la pureza de nuestra Virgen ha sido corrompida en el parto... no quiero que rompas su virginidad por la salida del que nace, no quiero que a la Virgen la prives del título de madre, no quiero que a la madre la prives de la plenitud de la gloria virginal» (Sobre la virg., cap. I), y la insistencia con que la proclama Madre de todos los hombres. En la doctrina sacramentaria, recomienda la comunión diaria («Pedimos en esta oración del padrenuestro que este pan, el mismo Cristo, se nos dé cada día», Anot., cap. 136), defiende que el bautismo administrado por los herejes es válido y no debe iterarse (ib. 121), y que no es válido, en cambio, si se omite en la fórmula alguna de las tres divinas Personas. El bautismo sólo pueden conferirlo los sacerdotes, excepto en los casos de grave necesidad (ib. 115). Después habla de la Confirmación, relacionándola con el sacerdocio de los fieles: «Puesto que somos raza de elección y sacerdocio real, somos ungidos después del bautismo del agua con el crisma» (ib. 123) y de la infusión del Espíritu por la imposición de las manos (ib. 128).

Las posibles aportaciones ildefonsianas a la Liturgia Hispana

  • La fiesta de Santa María: En un contexto de afianzamiento de la fe católica frente a un arrianismo que no terminaba de superarse del todo particularmente en algunos ambientes visigodos relacionados tal vez económica y organizativamente con grupos judíos, se perfila una remodelación del antiguo calendario que permita un contexto más favorable para celebrar el misterio de la Encarnación del Verbo a la celebración de la maternidad virginal de María.El arrianismo caló fuertemente en los visigodos, no por una convicción, sino por la sintonía de este con las concepciones religiosas bastante simples de un pueblo guerrero y no muy dado a al distinción sutil.El abad Ildefonso, autor del canon 1º del X Concilio de Toledo (656), que fija la fiesta de la Encarnación (25 de marzo) o de Santa María en la fecha adventicia del 18 de diciembre a ocho días de la Navidad (25 de diciembre). A el también se le atribuyen la Misa y el Oficio de esta fiesta así como algunos posibles retoques en la Misa de Navidad.
  • Alusiones a la Virgen María en otros lugares de la liturgia: En España a Santa María, la Madre del Señor, se la conoce como “La Virgen”, tal y como en Francia es “Nuestra Señora” o en Italia “La Señora”. Se debe a San Ildefonso y a como caló en el pueblo cristiano su teología.
Con todo esto se puede percibir hasta que punto el siglo de Ildefonso(589-711) es un siglo apasionante en la vida de la Iglesia española y que se refleja fuertemente en su impronta sobre la Liturgia, la Teología y la Espiritualidad.

Patronazgos

Su fiesta se celebra el 23 de enero. Es patrón de la ciudad de Toledo y de Herreruela de Oropesa, en la misma provincia, donde sus fiestas se celebran cada año con bastante fervor. La celebración está documentada en esta población desde el siglo XVII. En la localidad de Olula del Río (Almería) es patrón, junto a San Sebastián, donde se celebra la noche del 22 de enero una tradicional fiesta de fuego, encendiéndose multitud de hogueras y el lanzamiento de miles de carretillas (cohetes borrachos sin detonante); el día 23 de enero se saca en procesión, procediendo los habitantes a lanzamiento de roscos de pan al paso del santo desde los balcones, ventanas y azoteas, durante la procesión. También es el santo patrón de la ciudad de Mairena del Aljarafe en la provincia de Sevilla y de la Villa de Peligros (Granada) lugar que repoblado por toledanos; asimísmo es Patrón de Zamora en cuya iglesia de San Pedro y San Ildefonso reposan sus restos, donde son custodiados por la Real Cofradía de Caballeros Cubicularios de Zamora.También es patrono de la villa de Camponaraya en la provincia de León.



Predecesor:
San Eugenio (Eugenio III)
Arzobispo de Toledo
657 – 667
Sucesor:
Quirico

Véase también

Bibliografía

Ediciones
  • F. DE LORENZANA, SS. Patrum Toletanorum quotquot extant opera, I, Madrid: 1782. PL 96,53-206.
  • V. BLANCO GARCÍA, S. Ildefonso. De virginitate beatae Mariae. Madrid: 1937.
  • V. BLANCO y J. CAMPOS, S. lldefonso de Toledo. La virginidad perpetua de Santa María, El conocimiento del bautismo, El camino del desierto, en Santos Padres Españoles. BAC, Madrid: 1971.
Estudios
  • J. F. RIVERA y M. C. CELLETTI, "Ildefonso". Bibl. Sanct., 7, 756-760.
  • J. MADOZ, S. Ildefonso de Toledo a través de la pluma del Arcipreste de Talavera, Madrid 1943;
  • J. MADOZ, S. "Ildefonso de Toledo". Estudios eclesiásticos, 26 (1952) 467-505.
  • J. F. RIVERA, "S. Ildefonso de Toledo, autor de un sermón de filiación dudosa". Revista Española de Teología, 6 (1946) 537-588.
  • J. M. CASCANTE, Doctrina mariana de S. Ildefonso de Toledo. Barcelona, 1958.
  • J. M. CANAL, "S. Hildefonsos de Toledo. Historia y leyenda". Ephemerides Mariologicae, 17 (1967) 437-462.
  • VEGA, A. C. Boletín de la Real Academia de la Historia 165 (1969) 35-107.
  • ROBLES, L. Anotaciones a la obra de S. lldefonso «De cognitione baptismi», «Teología Espiritual» 13 (1969) 379-457.
  • ALTANER, B. Patrología, Madrid: 1962, 510-514.
  • RIVERA, J. F. San Ildefonso de Toledo. Biografía, época y posteridad. BAC. 1985. ISBN 978-84-220-1189-7.
  • Hispania Gothorum San Ildefonso y el Reino Visigodo de Toledo. Toledo: Museo de Santa Cruz.

Enlaces externos

23 de enero SAN ILDEFONSO, (*) Arzobispo de Toledo
( P.C.)
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   El nombre de Ildefonso parece ser la forma original de la que se desprenden las variantes Alfonso y Alonso. Después de San Isidoro de Sevilla, San Ildefonso (al que una fuente no muy de fiar hace discípulo del primero), ha sido siempre considerado como una de las mayores glorias de la Iglesia de España, la cual le honra como doctor de la Iglesia. Ildefonso era sobrino de San Eugenio, arzobispo de Toledo, a quien debía suceder en el cargo. A pesar de la oposición paternal, Ildefonso se hizo monje a temprana edad, en el convento de Agalia, cerca de Toledo, del que fue más tarde abad. Sabemos que fue ordenado diácono hacia el año 630, y que, aunque no era entonces más que un simple monje, fundó un convento de religiosas en los alrededores. Siendo abad, asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo, en 653 y 655, respectivamente. Su elevación a la dignidad de arzobispo parece haber ocurrido el año 657. Los ardientes encomios que le prodiga Julián, su contemporáneo y sucesor en la sede, así como el testimonio de otros eminentes eclesiásticos y el fervor de sus propios escritos, prueban que la elección recayó sobre un hombre que poseía todas las virtudes exigidas por esa elevada dignidad. Ildefonso gobernó la sede de Toledo algo más de nueve años, y murió el 23 de enero del año 667.
   Uno de los rasgos más característicos de la obra literaria de San Ildefonso, y particularmente de su tratado De virginitate perpetua sanctae Mariae, es el entusiasmo casi exagerado con que el santo habla de la Santísima Virgen. Edmund Bishop pone de relieve este rasgo en sus valiosos estudios ("Spanish Symptoms"). Se trata en realidad de una nota típica, tanto de la devoción personal del santo como del medio en que vivía. Nada tiene, pues, de extraño que, un siglo después de su muerte, hayan surgido dos leyendas sobre la privilegiada posición de San Ildefonso respecto de la Madre de Dios. Según la primera de dichas leyendas, la mártir Santa Leocadia, patrona de Toledo, se levantó de su tumba cuando San Ildefonso se hallaba orando ahí, para agradecerle, en nombre de Nuestra Señora, las alabanzas que le había prodigado. La otra leyenda pretende que la Santísima Virgen se apareció en persona a San Ildefonso para mostrarle su gratitud y que le regaló una casulla. Esta última leyenda aparece, con muchos retoques, en casi todas las grandes colecciones de Marienlegenden, que tan de moda estuvieron en los siglos XII y XIII. En todo caso, hay razones para creer que el lenguaje mariano que se impuso en Toledo en tiempos de San Ildefonso, influyó profundamente en el tono de los documentos litúrgicos españoles.
   El breve resumen de la vida del santo, hecho por Julián, así como el relato de Cixila, se encuentran en Acta Sanctorum, 23 de enero, y en el segundo volumen de Mabillon. Ver también Dictionnaire de Théologie, vol. VII, cc. 739-744; el artículo de Herwegen, en Kirchliches Handlexikon; E. Bishop, Litúrgica Histórica, pp. 165-210; y A. Braegelman, Life and Writings of St. Ildephonsus of Toledo (1942), que resume el material.
  • * Vidas de los Santos, de Butler. Vol. I.
 
 
San Ildefonso de Toledo, monje y obispo
fecha: 23 de enero
n.: c. 607 - †: 667 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos», Alban Butler
En la ciudad de Toledo, en la Hispania Tarraconense, san Ildefonso, que fue monje y rector de su cenobio, y después elegido obispo. Autor fecundo de libros y de textos litúrgicos, se distinguió por su gran devoción hacia la santísima Virgen María, Madre de Dios.
refieren a este santo: San Eugenio de Toledo, Santa Leocadia
oración:
Dios todopoderoso, que hiciste a san Ildefonso insigne defensor de la virginidad de María, concede a los que creemos en este privilegio de la Madre de tu Hijo sentirnos amparados por su poderosa y materna intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

El nombre de Ildefonso parece ser la forma original de la que se desprenden las variantes Alfonso y Alonso. Después de san Isidoro de Sevilla, san Ildefonso (al que una fuente no muy de fiar hace discípulo del primero), ha sido siempre considerado como una de las mayores glorias de la Iglesia de España, la cual le honra como doctor de la Iglesia. Ildefonso era sobrino de san Eugenio, arzobispo de Toledo, a quien debía suceder en el cargo. A pesar de la oposición paternal, Ildefonso se hizo monje a temprana edad, en el convento de Agalia, cerca de Toledo, del que fue más tarde abad. Sabemos que fue ordenado diácono hacia el año 630, y que, aunque no era entonces más que un simple monje, fundó un convento de religiosas en los alrededores. Siendo abad, asistió al séptimo y octavo Concilio de Toledo, en 653 y 655, respectivamente. Su elevación a la dignidad de arzobispo parece haber ocurrido el año 657. Los ardientes encomios que le prodiga Julián, su contemporáneo y sucesor en la sede, así como el testimonio de otros eminentes eclesiásticos y el fervor de sus propios escritos, prueban que la elección recayó sobre un hombre que poseía todas las virtudes exigidas por esa elevada dignidad. Ildefonso gobernó la sede de Toledo algo más de nueve años, y murió el 23 de enero del año 667.

Uno de los rasgos más característicos de la obra literaria de San Ildefonso, y particularmente de su tratado «De virginitate perpetua sanctae Mariae», es el entusiasmo casi exagerado con que el santo habla de la Santísima Virgen. Edmund Bishop pone de relieve este rasgo en sus valiosos estudios («Spanish Symptoms»). Se trata en realidad de una nota típica, tanto de la devoción personal del santo como del medio en que vivía. Nada tiene, pues, de extraño que, un siglo después de su muerte, hayan surgido dos leyendas sobre la privilegiada posición de san Ildefonso respecto de la Madre de Dios. Según la primera de dichas leyendas, la mártir santa Leocadia, patrona de Toledo, se levantó de su tumba cuando san Ildefonso se hallaba orando ahí, para agradecerle, en nombre de Nuestra Señora, las alabanzas que le había prodigado. La otra leyenda pretende que la Santísima Virgen se apareció en persona a san Ildefonso para mostrarle su gratitud y que le regaló una casulla. Esta última leyenda aparece, con muchos retoques, en casi todas las grandes colecciones de Marienlegenden, que tan de moda estuvieron en los siglos XII y XIII. En todo caso, hay razones para creer que el lenguaje mariano que se impuso en Toledo en tiempos de san Ildefonso, influyó profundamente en el tono de los documentos litúrgicos españoles.

El breve resumen de la vida del santo, hecho por Julián, así como un relato atribuido a Cixila de Toledo, muy posterior y legendario, se encuentran en Acta Sanctorum, 23 de enero, y en el segundo volumen de Mabillon. Ver también Dictionnaire de Théologie, vol. VII, cc. 739-744; el artículo de Herwegen, en Kirchliches Handlexikon; E. Bishop, Litúrgica Histórica, pp. 165-210; y A. Braegelman, Life and Writings of St. Ildephonsus of Toledo (1942), que resume el material. Vale la pena la lectura del artículo correspondiente en la Patrología de Quasten - Di Berardino, tomo IV, BAC, 2000, pág 121-125, con una introducción más detallada a la obra literaria del santo.
Imagen: San Ildefonso, por El Greco, obra de 1603 o 1614, en la National Gallery of Art, Washington, USA.

fuente: «Vidas de los santos», Alban Butler
 
 
23 de enero, día de San Ildefonso

Hoy, 23 de enero, conmemoramos a San ILDEFONSO, Arzobispo.

SAN ILDEFONSO (606-667) nació en Toledo, en la época en que esta ciudad era capital de España. Su familia estaba emparentada con el rey Atanagildo.

De niño fue confiado a su tío San Eugenio III, arzobispo de Toledo. Más adelante continúa sus estudios con San Isidoro de Sevilla en esa ciudad, siendo un alumno muy aventajado en filosofía y humanidades.

A su regreso sintió el impulso de retirarse al monasterio de Agalia a un encierro. Su padre se opuso terminantemente e invadió la abadía, obligando a Ildefonso a salir huyendo. Finalmente su madre intercedió, y él pudo dedicarse tranquilamente al estudio y a la oración.

Fue un importante abogado del culto mariano, con un relevante tratado que escribió, que lleva por título De virginitate perpetua Sanctae Mariae adversus tres infidelis. Se dice que la propia Virgen María se le apareció para agradecerle su labor, y que le obsequió una túnica en calidad de símbolo.

A la muerte de San Eugenio en 659, San Ildefonso fue nombrado Arzobispo de Toledo con aclamación popular. Sus restos se conservan en la catedral de Zamora.

SAN ILDEFONSO nos enseña el valor de una vida dedicada a la oración y al estudio profundo.

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