miércoles, 9 de enero de 2013

Jesús el Pan de Vida


Comer la carne de Jesús significa aceptar la humanidad de Jesús, la encarnación de la Palabra de Dios que viene a vivir entre nosotros. San Pablo definía a Jesús como “la imagen visible del Dios invisible” (Col 1,15). Jesús, en su humanidad, es el enviado de dios para revelarnos quién es Dios y cuál es el camino para llegar a EL. La Sangre de Cristo simboliza su pasión en la cruz por medio de ella Jesús nos lava el pecado del mundo y nos justifica, es decir, nos pone en buena relación con Dios. Bien escribía San Pedro: “Ustedes fueron rescatados, no con oro o plata, corruptibles, sino con la sangre preciosa de Jesús, cordero sin mancha y sin defecto”(1P 1,19).
Comer la carne de Jesús y beber su sangre indica la fe en Jesús como Dios y hombre que viene a enseñarnos el camino de la salvación, a morir por nosotros para que sean perdonados nuestros pecados, y a resucitar para que seamos justificados y recibamos el Espíritu Santo. Dijo Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54). Cuando con fe aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Señor, estamos comiendo la carne y bebiendo la sangre de Jesús.
Cuando el Señor habló del Pan de Vida no dijo: “Este es el Pan que ahora yo les doy”. Jesús más bien dijo: El pan que yo DARE es mi carne, la cual DARE para la vida del mundo” (Jn 6,51). Jesús se refiere a un “FUTURO” cuando DARA el pan de Vida. Jesús en esta oportunidad, estaba haciendo una “PROMESA”. Cuando Jesús le habló a la gente de “comer su carne y beber su sangre”, dice el evangelista Juan que la gente se escandalizó. Pensaron que Jesús estaba loco. Dijeron: “Este modo de hablar es muy duro” (Jn 6,60). Muchos lo abandonaron en aquella ocasión por que comprendieron perfectamente que Jesús estaba hablando de comer su carne y beber su sangre. De esta manera violenta Jesús preparó a sus discípulos para la institución de la Eucaristía.
En la última cena, se hizo realidad la promesa de Jesús. El evangelista Mateo quien participó en la Ultima Cena nos cuenta con todo lujo de detalle como instituyó Jesús la Eucaristía: “Tomo Jesús pan y lo bendijo, lo partió y dándoselo a los discípulos dijo: Tomen, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y dadas las gracias, se la dio diciendo: Beban de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mt 26, 26-28). San Pablo hace notar que Jesús, a los apóstoles, les mandó hacer lo mismo que EL había hecho en la Ultima Cena, cuando les ordenó: “Hagan esto en memoria mía” (1Co 11,25).
En la Ultima Cena, Jesús, expresamente, alude a su cuerpo y a su sangre: “Este es mi cuerpo…..Esta es mi sangre”. También dice: “Coman…..Beban….” Los apóstoles comprendieron muy bien que en la Ultima Cena, Jesús les estaba entregando el pan de Vida que les había prometido. San Pablo nos da el sentido de lo que era la Cena del Señor para los primeros cristianos: “Cada vez que ustedes comen de este pan y beben de esta copa, anuncian la muerte del Señor hasta que EL venga” (1Co 11,26). Anunciar la muerte del Señor es proclamar la fe en la obra salvadora de Jesús. Lo que significa su muerte y su resurrección.
En el Antiguo Testamento, la comida principal de la cena de pascua, para el pueblo judío, era el cordero pascual. En el Nuevo Testamento, para nosotros, en la Cena del Señor, nuestra comida es el Pan de Vida. El cordero pascual tenía que ser comido después de haber sido asado al fuego. El Pan de Vida sólo puede comerse, si previamente, ha sido cocido en el fuego de la caridad. No hay verdadera Eucaristía si no existe el fuego de la caridad. Las Eucaristías de los primeros cristianos descritas en Hechos, se caracterizaban por la caridad.

El pueblo de Israel en su travesía por el desierto, después de haber sido liberado de la esclavitud en Egipto, comieron el maná y murieron. Los que comemos del Pan de Vida, recibimos la vida eterna desde ahora. Esa vida eterna se va acrecentando en nosotros hasta que un día se va a perpetuar en el cielo. Esta es la clara promesa de Jesús para el que coma del Pan de Vida.

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