miércoles, 9 de enero de 2013

Presencia Real de Jesucristo en la Eucaristía


Transcribo a continuación lo que le ocurrió a un sacerdote al dudar de la presencia real de Jesucristo en las sagradas Especies mientras celebraba la santa Misa.
Alrededor del año 700 un monje sacerdote dudó de que en la Hostia consagrada estuviese verdaderamente presente el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Así celebró la Misa y, pronunciadas las palabras de la Consagración, vio que la hostia se hacía Carne y el vino se convertía en Sangre. Los fieles se dieron cuenta del hecho que después fue conocido por todo el pueblo.
La Carne se conserva todavía entera y la Sangre quedó dividida en cinco grumos desiguales que pesan todos juntos lo mismo que cada uno por separado.
Este prodigio persiste y puede observarse hasta hoy en día en la capilla construida por Juan Francisco Valsecca en el año 1636.

Con los debidos permisos, el 18 de noviembre de 1970, se extrajeron algunas muestras de las sagradas Especies para ser examinadas científicamente en el laboratorio del hospital de Arezzo.
Los resultados de la investigación llevada a cabo en los fragmentos de la Sangre y Carne, se resumen en los siguientes puntos:

-La sangre es verdadera sangre y la carne es verdadera carne.
-La carne procede del tejido muscular del corazón, miocardio.
-La sangre y la carne pertenecen a la especie humana.
-El grupo sanguíneo que se observó en los fluidos de elusión que se obtuvieron de la carne y de la sangre, es el mismo AB en ambos.
-En la sangre se encontraron las proteínas normales fraccionadas, con las relaciones porcentuales que se publican en el cuadro sero-proteico de la sangre fresca normal.
-En la sangre también existen los minerales, cloruros, fósforos, magnesio y potasio en cantidades reducidas mientras que el calcio registra una cantidad superior a la normal.
La preservación de la carne y de la sangre que ha permanecido en su estado natural (esto es, sin ningún preservativo químico) durante trece siglos y expuesto a la acción de los agentes atmosféricos y biológicos, permanece como un fenómeno extraordinario.
En 1976, la comisión médica de la Organización Mundial de Naciones Unidas, después de haber examinado de nuevo el prodigio, ha confirmado todo lo dicho con anterioridad por los científicos definiendo el Divino Portento como “un caso único en la historia de la medicina”. La ciencia ha confirmado la presencia real de Jesucristo en la Santísima Eucaristía”. (El Milagro Eucarístico de Lanciano, por Bruno de Sammaciccia).

Conclusión:

Si Dios por medio de los médicos y las medicinas, que son sus criaturas, hace tantas maravillas ¿qué cosa no puede hacer cuando él entra física y eucarísticamente en nuestro cuerpo?

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