viernes, 11 de enero de 2013

Teodosio el Cenobita, Santo


Monje, 11 de enero
 
Teodosio el Cenobita, Santo
Teodosio el Cenobita, Santo

Cenobita

Martirologio Romano: En el desierto de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, que después de una larga vida de soledad aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y ya centenario, habiendo padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo (529).
El bienaventurado padre san Teodosio, llamado cenobita, que quiere decir padre de muchos monjes, nació en una aldea de Capadocia.

Habíase dado a los estudios, y aun declaraba al pueblo las letras divinas, cuando deseoso de la perfección, partió a los santos lugares.

En llegando a Antioquía, quiso ver al insigne anacoreta san Simeón Estilita, el cual, inspirado del Señor, le dijo: «Teodosio, varón de Dios, seáis bien venido». Espantóse Teodosio oyendo esta voz, porque le llamaba por su nombre, y porque le honraba con el titulo de varón de Dios.

Subió a la columna por orden de san Simeón y echóse a sus pies; oyó sus consejos y todo lo que en adelante le había de suceder; y tomada su bendición, siguió su camino hacia Jerusalén, donde él adoró y regó con sus lágrimas aquellos sagrados lugares que Cristo nuestro Señor consagró con su vida y su muerte.

Retiróse después a la soledad, y vino a tener tantos discípulos, que labró un gran monasterio, en el cual acogía a los pobres.

Aconteció aparejarse en un mismo día cien mesas para darles de comer, y en tiempo de hambre, como los que tenían a cargo de darles de comer les cerrasen las puertas, san Teodosio mandó abrírselas y darles a todos lo necesario, y el Señor les proveía con tan larga mano, que después quedaban las arcas llenas de pan.

Era también su monasterio, hospital de enfermos, a quienes servía y besaba las llagas con grande amor.

Había entre sus discípulos hombres ricos y poderosos, militares y sabios, de los cuales salieron muchos obispos y superiores de suerte que cuando murió el santo, habían ya fallecido seiscientos noventa y tres de sus discípulos.

El emperador Anastasio, que favorecía a los herejes Acéfa1os, le envió una buena cantidad de oro para sus pobres: acéptala y repartirla el santo pero escribió al emperador, que ni él ni los suyos consentirían con los herejes, aunque la vida les costase.

Fuese luego, viejo como era, a predicar sin temor alguno por las ciudades de aquellos herejes que condenaban el concilio de Calcedonia; y subiendo una vez al púlpito, hizo señal al pueblo que callasen, y dijo: «El que no recibiere los cuatro concilios generales, como los cuatro Evangelios sea maldito y excomulgado».

Entonces el emperador le desterró, pero duró bien poco el destierro, porque el monarca hereje cayó muerto, herido por un rayo.

Teodosio volvió de su destierro, glorioso y triunfante. Muchas fueron las obras admirables que hizo este varón de Dios en su larga vida; muchas veces multiplicó el pan, anunció el terremoto que asoló la ciudad de Antioquía, y lleno de méritos y virtudes, descansó en la paz del Señor a la edad de ciento cinco años.

Honraron su cadáver el patriarca de Jerusalén con otros obispos y multitud de monjes, clérigos y seglares.

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CENOBITA: Miembro de una comunidad religiosa que profesa vida monástica. Se llama así a la persona que vivía en comunidad religiosa en los primeros siglos del cristianismo. Habitaban un edificio llamado cenobio que administraba un cenobita superior.
 
Velas
11 de enero

 San Teodosio


Señor Dios: gracias por darnos ejemplos tan maravillosos en tus santos.
Te suplicamos que a imitación de San Teodosio vivamos de
manera tan santa cada día, que a cualquier hora que vengas
 a llamarnos a la eternidad nos puedas decir
aquellas palabras del evangelio:
"Bien siervo bueno y prudente: has sido fiel en lo poco,
ahora te constituiré sobre lo mucho". Amen.
 
La Transfiguración del SeñorSu nombre significa: "Regalo de Dios".
Nació en Turquía en el año de 423.
Sus padres lo acostumbraban desde jovencito a leer cada día con atención una página de la Sagrada Escritura, lo cual le sirvió muchísimo para llegar a la santidad.
Al leer en el Génesis que Abraham agradó a Dios al dejar su patria y su familia para irse a la Tierra Santa a servir al verdadero Dios, dispuso hacer él otro tanto, y dejando sus grandes riquezas y su familia, se fue a Jerusalén.
Antes que todo se fue a visitar al famoso San Simeón el Estilita, el cual le anunció muchas de las cosas que le iban a suceder durante su vida y le dio consejos muy prácticos para saber comportarse bien.
Después de visitar en peregrinación a Jerusalén, Belén y Nazaret, se propuso dedicarse a vivir como un religioso solitario. Pero luego, el temor de tener que vivir sin un director espiritual y por lo tanto quedar expuesto a graves equivocaciones, lo hizo quedarse cerca de Belén, donde vivía el más sabio director de religiosos de esas regiones, el abad Longinos.
Después de ser ordenado sacerdote, recibió de Longinos la orden de encargarse del culto de una iglesia que estaba en el camino entre Jerusalén y Belén. Después de los actos de culto en la iglesia se iba a una cueva solitaria a meditar y rezar.
Pronto vinieron muchos jóvenes a pedirle ser admitidos como religiosos. El recibía a todos aquellos que demostraban estar dispuestos sinceramente a hacer penitencia y convertirse. A uno de sus discípulos, el que después fue obispo de Petra, le debemos los datos que vamos a narrar en seguida.
A sus jóvenes religiosos les hacía cavar ellos mismos su propia sepultura (una pala cada noche cada uno, antes de acostarse diciendo: "Yo he de morir, yo no sé cuándo; yo he de morir, yo no sé dónde; yo he de morir, yo so sé cómo; pero lo que sí sé de cierto es que si muero en pecado mortal me condenaré para siempre"). Esto para que recordaran que somos polvo y en polvo nos hemos de convertir y que "a la hora menos pensada vendrá el Hijo de Dios a tomarnos cuentas y que hay que estar preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora".
Cuando terminaron de cavar la primera sepultura, el abad Teodosio, les dijo: "La sepultura ya está lista; ¿quién desea ocuparla?". Un sacerdote llamado Basilio se adelantó y dijo: "Padre, si al buen Dios le parece bien así, yo acepto ser el primero en morir. Pero rezad por mí y dadme la bendición". Teodosio mandó que rezaran por Basilio las oraciones por los moribundos. A los cuatro días el sacerdote cayó muerto de repente, sin haber estado enfermo antes. Pero estaba bien preparado para la muerte.
Un día de pascua no había nada con qué almorzar. Los monjes empezaron a murmurar pero Teodosio les recomendó que tuvieran fe en la Divina Providencia. A medio día llegó una recua de mulas cargadas con alimentos. Nadie supo de dónde llegaron ni quién las envió.
Como la fama de santidad de Teodosio atraía muchos jóvenes que venían a vivir como religiosos, tuvo que hacer tres conventos: uno para los que hablaban griego, otro para los que hablaban idiomas eslavos y el tercero para los de idiomas orientales como hebreo, árabe y persa. Todos cerca de Belén. Los salmos los rezaba cada convento en su propio idioma, pero la Eucaristía la celebraban todos juntos en el templo.
También construyó Teodosio cerca de Belén tres hospitales: uno con ancianato, otro para los que sufrían toda clase de enfermedades, y el tercero para los que padecían enfermedades mentales. Esta idea era muy nueva en esos tiempos y poco frecuente en el mundo.
Eran tantos los enfermos que venían a ser atendidos, que los historiadores de ese tiempo cuentan que hubo días en que llegaron cien enfermos a ser curados. Cuando no había alimentos o medicinas, Teodosio ponía a sus monjes a rezar con toda fe y las ayudas llegaban de las maneras más inesperadas.
Los monasterios dirigidos por San Teodosio eran como una ciudad de santos en el desierto. Todo se hacía a su tiempo y con exactitud, oración, trabajo, descanso, etc. Cada uno se esmeraba por tratar a los demás como deseaba ser tratado por ellos. El silencio era perfecto. Todos estaban obligados a dedicar varias horas del día a trabajos manuales para conseguir lo necesario para alimentar a tanta gente. El Arzobispo de Jerusalén quedó tan admirado de aquel orden y seriedad, que nombró a Teodosio "Superior de todos los religiosos que vivían en Tierra Santa".
El emperador de Constantinopla apoyaba una herejía que le negaba algunas cualidades de Jesucristo, y para que Teodosio lo apoyara le envió una gran cantidad de dinero. Teodosio recibió el dinero y lo repartió entre los pobres pero recorrió toda Palestina diciéndole a la gente cristiana: "El que enseñe algo acerca de Jesucristo, contrario a lo que enseña la Santa Iglesia Católica, sea maldito". Y los sermones de este santo producían efectos maravillosos en los oyentes.
También obtenía milagros de Dios. Una vez una mujer que tenía un tumor maligno incurable, tocó con fe el manto de Teodosio y quedó curada instantáneamente.
El emperador se disgustó porque el abad no apoyaba sus herejías y lo desterró. Pero enseguida murió el emperador, y él que lo reemplazó mandó a nuestro santo que volviera inmediatamente a sus conventos de Belén.
Teodosio enfermó de una afección dolorosísima. Como el había curado a tantos enfermos con su oración, un discípulo le aconsejó que le pidiera a Dios que le quitara la enfermedad. El santo le respondió: "Eso sería falta de paciencia; eso sería no aceptar la santa voluntad del Señor". ¿No sabes que "Todo redunda en bien de los que aman a Dios?".
Cuando sintió que se iba a morir mandó reunir junto a su lecho a sus religiosos y les recomendó vivir de tal manera bien que cada día estuvieran prontos para presentarse ante el Juicio de Dios. Y anunció varios hechos que sucedieron después.
Murió a los 105 años, en el año 529. Era admirable su vigor en la ancianidad, a pesar de que ayunaba y empleaba muchas noches en la oración. De él se pudo decir lo que la S. Biblia afirma de Moisés: "Conservó su robustez y vigor hasta la más avanzada ancianidad".
El Arzobispo de Jerusalén y muchísimos cristianos de esa Ciudad Santa asistieron a su entierro y durante sus funerales se obraron varios milagros.
Lo sepultaron en la cueva en la cual escamparon los Reyes Magos cuando viajaban de Jerusalén a Belén.

  

San Teodosio Cenobiarca
Theodosius the Cenobiarch.jpg
Nacimientoc. 423
Mogarissos (Capadocia)
Fallecimiento529
Festividad11 de enero
Teodosio el Cenobiarca (c. 423-529) fue un monje, abad y santo de Constantinopla.

Biografía

Nacido en Mogarissos, un pueblo de la Cappadocia, los padres de Teodosio fueron Proheresius y Eulogia, personajes muy piadosos y temerosos de Dios. Después de que Eulogia se ordenara monja, tomó a su hijo como padre espiritual. Cuando era joven, sintió el deseo de imitar a Abraham y dejó a sus padres para dedicarse a su amor a Dios. Teodosio se instaló en Jerusalén en tiempos del Concilio de Calcedonia en 451.
Cuando Teodosio llegó a Antioquía, fue a ver a Simón el estilita, para pedirle su bendición. Al llegar al pilar donde estaba San Simón, el santo le llamó por su nombre y le invitó a subir a su columna. Teodosio subió al pilar y se postró ante el santo, pero éste profetizó una gran esperitualidad en el peregrino.
A su llegada a Jerusalén, fue a ver los Santos Lugares. Decidió entonces llegar al estado de perfección y lanzarse a la soledad en el desierto. Teodosio comenzó sus labores monásticas en la ermita del abad Longino, cerca de la Torre de David. Durante este tiempo ambos viveron junto a una mujer piadosa llamada Icella, que acababa de edificar una iglesia en honor de la Santísima Virgen. Icella pidió a Longino que Teodosio se estableciese en este lugar. Después de un tiempo atendiendo a peregrinos y visitantes, que se acercaban atraídos por la fama de santidad de Teodosio, decidió dedicarse a rezar en soledad.
Su primera parada fue una cueva en medio del desierto, donde según la tradición se creía que los Reyes Magos habían dormido, cuando volvían de Belén de adorar al Salvador. Dedicó la mayor parte del tiempo al ayuno y a la oración, sobre todo por la noche. Tan sólo algunas legumbres cocidas en agua o algunas hierbas silvestre fueron su alimento. A pesar de su discreción, la fama de asceta hizo que algunso peregrinos llegasen hasta la cueva. Acogió a algunos de ellos, a los que los enseñó las normas del dominio de las pasiones y el pensamiento de la muerte.
La llegada de discípulos fue creciendo y Teodosio se vio forzado a construir cerca de Belén, el Monasterio de San Teodosio. Monjes de diferentes culturas y lenguas se aproximaron al monasterio, que alcanzó gran fama por su dedicación al equilibrio mental y físico de sus habitantes. Profesaban estrecha amistad San Sabas y comúnmente los apóstoles de los desiertos de Palestina. San Sabas gobernaba un gran número de solitarios en su Laura, y Teodosio un número mucho mayor de cenobitas en su convento. Movidos los herejes eutiquianos de la gran reputación de nuestros Santos, no perdonaron medio, diligencia ni artificio para ganar a su partido a dos hombres tan insignes. El emperador Anastasio, gran fautor de estos herejes, se valió de promesas y de amenazas para engañarlos; pero siempre los halló invencibles. Unidos indisolublemente para defender los intereses de Dios y de la Iglesia, se opusieron con intrepidez á la violencia del emperador con un número casi infinito de religiosos y de solitarios.
En su origen era llamado el "Cenobiarca", que quiere decir el jefe de los que viven en comunidad.
A los 105 anos enfermó y viendo que que se acercaba la hora de su final, exhortó a sus discipulos a la observancia de las reglas y a la penitencia, para después entregar dulcemente el espíritu en manos de su Creador el día 11 de Octubre del año 529, a los ciento y seis de su edad, pasados casi todos en el retiro y en el desierto.

 Referencias

  • Attwater, Donald and Catherine Rachel John. The Penguin Dictionary of Saints. 3rd edition. New York: Penguin Books, 1993. ISBN 0-14-051312-4.
  • St. Demetrius of Rostov, Marretta, Fr. Thomas (Translator). The Great Collection of The Lives of the Saints, Vol V: January. Chrysostom Press, 2002. ISBN 1-8898914-04-0
  • Papadopulos, Leo (Translator). Four Great Fathers: Saint Paisius the Great, Saint Pachomius the Great, Saint Euthymius the Great, and Saint Theodosius. Holy Trinity Monastery, 2007. ISBN 0-88465-139-8
  • St. Nikolai Velimirović, Tepsić, Fr. T. Timothy (Translator). The Prologue of Ohrid: Lives of Saints, Hymns, Reflections and Homilies for Every Day of the Year, Vol. 1. Serbian Orthodox Diocese of Western America, 2002. ISBN 0-9719505-0-4

Enlaces externos


San Teodosio, monje
fecha: 11 de enero
n.: c. 424 - †: 529 - país: Israel
otras formas del nombre: Teodosio el Grande, Teodosio el Cenobiarca
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos», Alban Butler
En un eremo de Judea, san Teodosio, cenobita, amigo de san Sabas, quien, después de una larga vida de soledad, aceptó junto a sí a muchos discípulos e inculcó la vida comunitaria en los monasterios que construyó, y, ya centenario, tras haber padecido persecución a causa de la fe católica, descansó en la paz de Cristo.
refieren a este santo: San Sabas

San Teodosio nació en Gariso de Capadocia (incorrectamente llamado también Mogariso), el año 423. Había sido ya ordenado lector, cuando el ejemplo de Abraham le movió a abandonar patria y familia, como el patriarca. Emprendió, pues, el viaje a Jerusalén; pero en el camino se desvió para visitar a san Simeón el Estilita, quien le predijo muchas cosas de su vida futura y le dio algunos consejos. Tras de satisfacer su devoción visitando los Santos Lugares, Teodosio empezó a reflexionar en qué forma debía consagrarse a Dios. Los peligros que traía consigo el vivir sin director espiritual le indujeron a escoger la vida monástica. Así pues, se puso bajo la dirección de un hombre de Dios llamado Longino, quien concibió pronto un gran afecto por su discípulo. Como una dama hubiese construido una iglesia en el camino de Belén, Longino no pudo negarse a su petición de que Teodosio se encargara de asegurar el culto; pero tuvo necesidad de imponer esta obligación por precepto de santa obediencia a su discípulo, para que éste aceptara el cargo. Por lo demás, dicho cargo no duró mucho tiempo, pues Teodosio se retiró a una cueva en la cumbre de un monte vecino.

Pronto empezaron a reunírsele numerosos compañeros que querían servir a Dios bajo su dirección. Teodosio decidió, al principio, no admitir más que a siete u ocho, pero al poco tiempo tuvo que aumentar el número, y finalmente determinó no rechazar a ningún aspirante cuyas disposiciones fuesen sinceras. La primera lección que dio a sus compañeros fue la de mostrarles un gran foso que había excavado en los alrededores, y que habría de servir de sepultura común, para recordarles que debían aprender a morir a sí mismos constantemente. Un día, el abad dijo a la comunidad: «La sepultura está preparada. ¿Quién va a ser el primero en ocuparla?» Un sacerdote llamado Basilio se arrodilló y dijo a Teodosio: «Permíteme que sea yo el primero, pero dame antes tu bendición.» El abad ordenó que se rezaran por Basilio las oraciones de los moribundos, y éste murió cuatro días después, sin haber estado enfermo.

Un día de Pascua, los monjes, que eran ya doce, no tenían nada que comer, ni siquiera pan para celebrar la misa. Algunos empezaron a murmurar, pero el santo los exhortó a tener confianza en la Providencia de Dios. Poco después llegó al monasterio una recua de mulas cargada con alimentos. Como la santidad y los milagros de Teodosio atrajeran un gran número de aspirantes a la vida religiosa, el monasterio empezó a resultar demasiado pequeño. Teodosio construyó entonces otro más grande, en un sitio llamado Catismo, cerca de Belén. Construyó asimismo en los alrededores tres hospitales: uno para los enfermos; otro para los ancianos y los débiles, y el tercero para los que habían perdido la razón. Debe observarse que en aquella época la pérdida de la razón se atribuía a la posesión diabólica; pero en la mayoría de los casos se debía simplemente a extravagantes excesos en la práctica del ascetismo. En estos hospitales, las gentes del lugar encontraban generoso socorro material y espiritual. La hospitalidad era tan amplia que, según cuentan las crónicas, Teodosio recibió en un solo día a más de cien huéspedes en los albergues que había fundado. Cuando la comida era insuficiente para tanta gente, las oraciones de Teodosio la multiplicaban.

El monasterio era una especie de ciudad de santos en medio del desierto. La regularidad, el silencio y la caridad reinaban en él. Cuatro iglesias dependían del monasterio: una para cada una de las tres principales nacionalidades de los monjes, que hablaban idiomas diferentes, y la cuarta para los que hacían penitencia por sus pecados y para los lunáticos que estaban en vías de curación. La comunidad se dividía en tres nacionalidades principales: la de los griegos, que constituían el contingente más numeroso y provenían de todas las provincias del Imperio; la de los armenios, entre los que se contaban los árabes y los persas; finalmente la de los besas, que comprendía a todos los monjes de lengua eslava y a los originarios de las regiones vecinas de la Tracia. Cada nación cantaba en su propia iglesia la primera parte de la liturgia eucarística, hasta el Evangelio; en seguida se reunían todos en la iglesia de los griegos, donde celebraban en griego la parte principal de la liturgia y comulgaban juntos. Los monjes pasaban gran parte del día y de la noche en la iglesia. Fuera de las horas de oración y de descanso, estaban obligados a ejecutar algún trabajo manual que no fuese incompatible con el recogimiento y ayudase a mantener la despensa abastecida. Salustio, patriarca de Jerusalén, nombró a san Sabas superior de los eremitas y a san Teodosio superior de los monjes que vivían en comunidad en toda Palestina; por ello se dio a nuestro santo el nombre de cenobiarca. Una gran amistad unía a los dos siervos de Dios, y el tiempo iba a unirles en sus sufrimientos por la Iglesia.

El emperador Anastasio favorecía la herejía de Eutiques y empleó cuantos medios estuvieron a su alcance para ganarse a san Teodosio. El año 513 depuso a Elías, patriarca de Jerusalén, y ya antes había desterrado de Antioquía a Flaviano II para poner a Severo a la cabeza de su sede. Teodosio y Sabas defendieron valerosamente los derechos de Elías y de su sucesor Juan. Esto movió a los agentes imperiales a tratar de ganarles a su causa, en vista de la gran autoridad que les daba su santidad. Poco después, el emperador envió a Teodosio una fuerte suma de dinero, aparentemente para que la empleara en sus obras de caridad, pero en realidad para conquistar su apoyo. El santo aceptó el dinero y lo distribuyó entre los pobres. Anastasio, creyendo que con ello se había ya ganado la voluntad del santo, le envió para que la firmara una profesión de fe herética que confundía en una sola las dos naturalezas de Cristo. San Teodosio le contestó con una carta llena de espíritu apostólico, que aplacó al emperador por un tiempo; pero pronto renovó éste sus edictos persecutorios contra los ortodoxos y despachó a sus tropas para que los hicieran ejecutar. Al saberlo, Teodosio emprendió un viaje por toda Palestina, exhortando a los cristianos a permanecer fieles a las enseñanzas de los cuatro concilios ecuménicos. En Jerusalén gritó desde el pulpito: «Quien no tiene las enseñanzas de los cuatro concilios ecuménicos en tanta estima como los cuatro Evangelios, merece la muerte eterna». Estas valientes palabras devolvieron el ánimo a los cristianos aterrorizados por los edictos imperiales. Los sermones de Teodosio producían efectos maravillosos y Dios confirmaba su celo con milagros sorprendentes. Por ejemplo, una mujer que sufría de tumores quedó instantáneamente curada con sólo tocar sus vestiduras. El emperador decidió finalmente desterrar a Teodosio; pero Anastasio murió poco después, y su sucesor, Justino, hizo volver al santo del exilio.

En los últimos años de su vida, Teodosio fue atacado por una penosa enfermedad, en la que dio pruebas de paciencia heroica y de sumisión absoluta a la voluntad de Dios. Como un testigo de sus sufrimientos le rogara que orase para que Dios le diese algún alivio, el santo se negó a hacerlo, diciéndole que eso constituiría una falta de paciencia. Cuando Teodosio comprendió que se acercaba el fin, dirigió a sus discípulos una última exhortación y predijo muchas cosas que debían acaecer después de su muerte. El santo cenobita entregó su alma a Dios en 529, a los ciento cinco años de edad. El patriarca de Jerusalén, Pedro, y toda la ciudad, asistieron a sus funerales, en los que se realizaron varios milagros. El santo fue sepultado en la primera celda que había ocupado, llamada cueva de los Magos, porque la tradición afirmaba que en ella se habían albergado los gentiles que fueron a adorar al Señor en Belén.

Existen dos fuentes principales sobre la vida de san Teodosio: la primera es la biografía escrita por uno de sus discípulos, el obispo de Petra; la segunda es una corta noticia que debemos a la pluma de Cirilo de Escitópolis. H. Usener publicó por primera vez el texto griego de ambas biografías: Der heilige Theodosius (1890). A este material crítico, K. Krumbacher hizo una importante aportación en el Sitzungsberichte de la Academia de Munich (1892), pp. 220-379 Cf. también Byzantinische Zeitschrift (1897), vol. VI, pp. 357 ss.; Acta Sanctorum, 11 de enero; y E. Schwartz, Kyrillos von Skythopolis (1939), por lo que se refiere al texto de la biografía corta.



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