miércoles, 9 de enero de 2013

Tercer Domingo de Pascua



1.      HAGAN PENITENCIA Y CONVIÉRTANSE, PARA QUE SUS PECADOS SEAN PERDONADOS (Hech 3, 13-15. 17-19)

Pedro (Hech 3, 13-15) les hace ver a los hombres de su tiempo los dolorosos sucesos que había antecedido: “Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida.” Las acusaciones son indispensables y fuertes; Sin embargo Pedro sabe que él está también incluido en ellas, el renegó  al Maestro. Hoy en nuestro tiempo, también reniegan a Cristo todos los hombres que pecando siguen negando al “Santo” y rechazando “al autor de la vida”, postergándole a las propias pasiones, que son causa de muerte.
Pedro, no ha olvidado su culpa que llorará toda la vida, sin embargo ahora siente en el corazón la dulzura del perdón del Señor. Esto le hace capaz de pasar de la acusación a lo excusa: “Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia o mismo que sus jefes”, y luego de esto llama a la conversión: “Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados”. (Hech 3, 17-19). Del mismo modo como Pedro había sido perdonado, así le sucederá a su pueblo y cualquier otro hombre, con tal de que todos reconozcan sus propias culpas y hagan el propósito de no pecar más. Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más. (Juan (SBJ) 8, 11)

2.      SI ALGUNO PECA, TENEMOS UN DEFENSOR ANTE EL PADRE: JESUCRISTO, EL JUSTO. (1Jn 2, 1-59)

Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. (1 Jn 2, 1). ¿Cómo volverá al pecado quien ha penetrado en el significado de la pasión del Señor? Sin embargo, consciente de la fragilidad humana, el Apóstol Juan, prosigue: “Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo.  Juan, que había oído en el Calvario a Jesús agonizante pedir el perdón del Padre para quienes lo habían crucificado. En efecto, antes de morir, Jesús ha tenido buen cuidado de decir a su Padre: ¡Perdónales, porque no saben lo que hacen!, Juan sabe hasta qué punto Jesús defiende a los pecadores. Víctima inocente de los pecados de los hombres, Jesús es también su abogado más valedero, pues “Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados”. Perdónales a todos, a Pilatos, a Pedro, a ti y a mí, por eso dice san Juan: “y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero”

3.      MIREN MIS MANOS Y MIS PIES, SOY YO MISMO.

“Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”. Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies”. Ya la noticia de que Jesucristo había resucitado ya se extendía por todas partes. Entonces, los discípulos que amaban mucho al Señor, tenían un gran deseo de encontrarse con El, y Cristo vino a ellos y se dio a conocer a los que le amaban, ansiaban y buscaban. Es así como Jesús, se presenta a ellos, no de una manera dudosa, sino con toda la evidencia, “se apareció en medio de ellos”
Jesús ya le había mandado a decir; “Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán”.  (Mateo (SBJ) 28,10). San Ambrosio comenta; (Catena aurea). “Creo que fue muy conveniente que Jesús anunciase a sus discípulos que le verían en Galilea pero se presentó antes, cuando estaban reunidos, porque tenían miedo”. Esto no representa la transgresión de una promesa, sino más bien el cumplimiento adelantado y la manifestación de su bondad, ya que quería animar la encogimiento de sus discípulos. Es así como San Ambrosio nos explica: “Después que hubo fortalecido sus corazones, se dice que aquellos once marcharon a Galilea. Y nada se opone a que pueda decirse que había unos pocos reunidos, y muchos en el monte”. San Pablo dice: “después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez” (1 Corintios (SBJ) 15,6)

4.      “LA PAZ ESTÉ CON USTEDES”

Jesús ya ha resucitado, así se manifiesta a los discípulos, y los saluda con una palabra que será habitual luego en El, “La paz esté con ustedes”. Los Once estuvieron atónitos y asustados por su aparición, pero no menos llenos de confusión y de arrepentimiento por haberlo abandonado durante la pasión. Muerto para destruir el pecado y reconciliar a los hombres con Dios. Cristo les ofrece la paz para asegurarles su perdón y su amor intacto.
Luego de la Paz, los corazones de sus discípulos, están inquietos y alegres, llenos de gozo, Jesús esta en presencia de ellos, aunque resistían a creer. Una bella enseñanza de Jesús, por eso donde quiera que vayamos, debemos de llevar la paz, ofrecer la paz, la paz del Señor. Sin embargo no podemos hacerlo si no tenemos paz, si no vivimos en paz y si no vivimos la paz en nuestro corazón y para vivirla, es necesario dejar de lado las odiosidades y llenar el corazón de amor.

5.      ¿POR QUÉ ESTÁN TURBADOS Y SE LES PRESENTAN ESAS DUDAS?

En este relato, san Lucas, destaca el aspecto apologético del mismo, es decir, con este escrito, defiende y alaba la censura que hace Jesús a los discípulos porque no creyeron a los que se les había aparecido. En efecto, ellos creen ver un espíritu; pero El les demuestra que no lo es, mostrándoles y haciéndoles palpar sus manos y sus pies; los espíritus diciéndoles; “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”. Y ante la duda aún de ellos, por fuerza del gozo y de la admiración, les da otra prueba. Pidió algo de comer, y ante ellos comió un trozo de pecado asado.
Resucitado Jesús, se apareció varias veces a los discípulos. Se apareció a los once cuando estaban reunidos, para que todos fuesen testigos, y refiriesen a todo el mundo lo que habían visto y oído. Al decir once, se designa a todo el colegio apostólico antes de que Matías ocupase el lugar de Judas. Y después de la ascensión ellos debían de predicar el Evangelio a gentes que debían creer sin haber visto a Jesús.
Antes de partir, increpó también el Señor a sus discípulos cuando iba a dejarlos corporalmente, para que sus palabras quedasen impresas más profundamente en sus corazones. A mi parecer, Jesús reprueba la incredulidad, para que la reemplace la fe; reprueba la dureza del corazón de piedra, para que le reemplace otro de carne lleno de caridad.

6.      “CUANDO TODAVÍA ESTABA CON USTEDES, YO LES DECÍA”

En la segunda parte del relato, sin conexión necesaria con el anterior, y en forma corporal, Lucas quiere responder, en su fondo, a las conversaciones de Cristo con los apóstoles, asís es como el Señor les dice; “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía” En su exposición hay una síntesis del kérigma (palabra griega que significa predicar, proclamar, llevar el evangelio), el cumplimiento, “Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos,  junto con el arrepentimiento de los pecados, “Y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados”
Jesús, nos destaca como en las escrituras se ha anunciado, en tres partes, la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos, Y especifica especialmente los Salmos — quizá por su gran valor mesiánico, ya que, generalmente, sólo se citaban la Ley y los Profetas —, que el plan del Padre no era el mesianismo ambiental, nacionalista y político, sino que el Mesías había de morir y resucitar. Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día.

7.      ENTONCES LES ABRIÓ LA INTELIGENCIA PARA QUE PUDIERAN COMPRENDER LAS ESCRITURAS

Es posible que la frase de abrirles la inteligencia para que entendiesen las Escrituras, tenga dos sentidos, me parecería síntoma de arrogancia decir es esto y no lo otro. Puede ser que Cristo les conceda un carisma para que ellos penetren este sentido de las Escrituras, a diferencia de los de Emaús, ya que a esos discípulos abiertamente se las explicó, o que se trate de una frase fundamentalmente equivalente a la de los de Emaús, aunque la redacción literaria sea algo distinta, pues aquí mismo dice san Lucas que después de abrirles la inteligencia, esto es hacer comprender, les dijo que; “Así estaba escrito, el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día”, Es decir, explicación hecha por él mismo. Probablemente este segundo sentido sea preferible.
Lo que si podemos decir, es que a los discípulos se les capacitó para que tuviesen una visión nueva — la auténtica — del Antiguo Testamento. Que se predicase en su nombre, del Cristo muerto y resucitado y la penitencia para la remisión de los pecados. Es así como en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Le dice Jesús; “Ustedes son testigos de todo esto”. Esta penitencia es cambiar el modo de ser, y de ver en El, con su mesianismo de cruz y de resurrección, al único Salvador que Dios puso para la salvación. En los Hechos de los Apóstoles dirá San Pedro ante el Sanedrín: “En ningún otro (Cristo) hay salud, pues ningún otro nombre (semitismo por persona) nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos” (Hech 4:12). Con la conversión a este Mesías y a su doctrina, se tiene la remisión de los pecados. Hermosa gracia que se nos ha regalado.

8.      USTEDES SON TESTIGOS DE TODO ESTO

Esta predicación de Cristo Mesías y la salvación, unido a la fe, que depende y tiene una estrecha relación a su fe, es para todas las naciones. Es el universalismo de la fe (Mt 28:19.20). Pero en el plan de Dios será irradiada esta Buena Nueva comenzando por Jerusalén (Hech 1:8). Era todavía la bendición del Mesías al pueblo que lo crucificó, y como gran beneficio, al tiempo que pasaba el privilegio de Israel a las gentes. El mismo San Pablo reconocerá estas primacías privilegiadas de Israel. “y así, todo Israel será salvo” (Romanos (SBJ) 11,26)
Dice Jesús, “Ustedes son testigos de todo esto”. En efecto, los apóstoles serán los testigos de toda esta verdad y enseñanza. La enseñanza es la instrucción que se nos ha dado, como dice san Mateo, que se predique a todas las gentes la salvación en su nombre, “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.  (Mateo (SBJ) 28, 19-20) Jesús dio y nos da la orden de predicar el Evangelio a todas las gentes. Se observa ya el universalismo cristiano en acción entre los gentiles. Este es el gran mandato, es decir la gran misión que nos dio el Señor, que debemos hacer con fidelidad en todos los tiempos y en todas las circunstancias.
Es así como Jesús, envía a sus apóstoles, por todo el mundo, a predicar a todas las gentes de todas las naciones, para que la predicación apostólica, que antes fue rechazada por la soberbia de los judíos, venga en nuestro auxilio. Cuando Jesús dice a todas las naciones, esta diciendo a los creyentes e incrédulos. El que crea y se bautice se salvará. El que no crea se condenará. Porque no basta creer, porque el que cree y no está bautizado todavía, no ha alcanzado aún la salvación, sino imperfectamente.

La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones

“ay de mí si no evangelizo” , San Pablo
 
Tercer Domingo de Pascua

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