miércoles, 9 de enero de 2013

Vengan a Mí los que van Cansados


Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas y yo los aliviaré” (Mt 11,28). Jesucristo tiene y sabe y con estas palabras ofrece y da lo que los cansados y cargados necesitan. Juan 6,35 describe claramente lo que significa venir a Jesucristo: “Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”. Lo que nos muestra este pasaje de San Juan es que “venir” a Jesucristo significa “creer” en EL. Esa fe es conocimiento, asentimiento y confianza, todo al mismo tiempo. Además, la fe, don del Espíritu Santo, produce el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,  fe, mansedumbre, templanza (Gal 5,22). Produce obras de gratitud, realizadas en espontánea obediencia a Cristo.

La invitación es para todos los cansados y agobiados. Es a ellos, a todos ellos, a quienes se exhorta a venir a Jesús. Específicamente, ¿en quiénes está pensando Jesús? Mt. 23:4 da la respuesta. A todos los que están oprimidos por la pesada carga de reglas y reglamentos puestos sobre sus hombros por los escribas y fariseos, como si una persona pudiera ser salva solamente cuando en su vida la
obediencia a todas estas tradiciones sobrepasa a sus actos de desobediencia. Cuando en la mente y el corazón de alguien se arraiga la creencia de que así, y solamente de este modo, el hombre debe ganarse el camino a la vida eterna, el resultado, en el mejor de los casos, era una penosa incertidumbre; con más frecuencia algo peor, a saber, un terror que esclaviza, una ansiedad que corroe, una desesperación sin un rayo de esperanza. Es claro y lógico que la urgente invitación de Cristo a los cansados y cargados para que vengan a él esté vigente hoy tanto como lo estaba en el tiempo cuando Cristo andaba en la tierra. Se aplica a todo aquel quien, por cualquier razón, trata de obtener total o parcialmente la salvación por sus propios esfuerzos. Y, ¿no cobija el corazón de todo pecador, incluyendo aun al hombre ya regenerado pero que todavía vive en el mundo, a un fariseo, por lo menos de vez en cuando?

La promesa es: “…y yo os daré descanso”. Tal descanso no es sólo negativo, ausencia de incertidumbre, temor, ansiedad y desesperación; positivamente es paz en la mente y en el corazón (Sal. 125:1; Is. 26:3; 43:2; Jn. 14:27; 16:33; Ro. 5:1); seguridad de salvación (2 Co. 5:1; 2 Ti. 1:12; 4:7, 8; 2 P. 1:10, 11).
Continúa: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí …” En la literatura judía un “yugo” representa la suma total de las obligaciones que en conformidad con la enseñanza de los rabinos, una persona debe asumir. Esta definición explica expresiones como “yugo de la tora”, “yugo de los mandamientos”, “yugo del reino de los cielos”, etc. Ya ha sido demostrado que debido a la mala interpretación, la alteración y los añadidos a la Ley de Dios, el yugo que los maestros de Israel ponían sobre los hombros del pueblo era el de un legalismo totalmente falto de fundamento. Era el sistema de enseñanza que enfatizaba la salvación por medio de la estricta obediencia a una multitud de reglas y ordenanzas.  Jesús pone su propia enseñanza en contraste con lo que la gente se había acostumbrado a recibir. Cuando dice: “Tomad mi yugo sobre
vosotros y aprended de mí” o “y llegad a ser mis discípulos, quiere decir: “Aceptad mis enseñanzas y confiad en mí”.

No hay que olvidar También que un yugo, literalmente un marco de madera, era puesto sobre los hombros de una persona con el objeto de hacer más ligera de llevar una carga al distribuir en igual proporción el peso a ambos lados del cuerpo. Sin embargo, esto no excluía enteramente la posibilidad de que si la carga era demasiado pesada el yugo no fuera de suficiente ayuda para el portador. Jesús aquí asegura a las personas oprimidas a las que está hablando, tanto entonces como ahora, que su yugo, esto es el que él exhorta a que usen, es benigno, y su carga, esto es, lo que él requiere de nosotros, es ligera. Por lo tanto, lo que está diciendo en realidad es que la sencilla confianza en él y la obediencia a sus
mandamientos nacida de nuestra gratitud por la salvación ya impartida por él, es placentera. Trae paz y gozo. La persona que vive este tipo de vida ya no es esclavo. Ha llegado a ser libre.

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