martes, 30 de abril de 2013

Jesucristo fundó la Iglesia Católica







Jesucristo fundó la Iglesia Católica para comunicarnos por ella las ayudas necesarias para ser mejores y salvarnos eternamente
 
38.- Jesucristo fundó la Iglesia Católica para comunicarnos por ella las ayudas necesarias para ser mejores y salvarnos eternamente.

Para ello la hizo depositaria de su doctrina y de todos los medios de salvación.


1. Dice la Carta a los Hebreos: «Dios ha hablado a los hombres»61.

«Dios quiso que lo que había revelado para la salvación de todos los pueblos se conservara para siempre íntegro, y fuera trasmitido a todos los tiempos»
62.

«La Revelación concluyó con los Apóstoles»
63.

La misión de la Iglesia es señalar el camino de la salvación eterna de los hombres por medio de la doctrina de Cristo y los sacramentos por Él instituidos.

Jesucristo estuvo en la Tierra pocos años. Para que su obra redentora pudiese continuar a través del tiempo, dejó una institución que cuidara de su doctrina, y ayudara a los hombres a conseguir la salvación eterna
64. Como San Pedro y los Apóstoles iban a vivir un número limitado de años, para que la Iglesia durara hasta el final de los tiempos como Cristo prometió65 ellos necesitaban tener sucesores.

Cristo dio a San Pedro autoridad para «atar y desatar. esto es, obligar en conciencia»
66.

«Jesús ha querido valerse de los hombres, como ministros suyos, para llevar adelante su obra redentora»
67.


2. El hombre no puede conocer bien a Dios, si Dios no se manifiesta al hombre. A esta manifestación se le llama Revelación
68. Por ejemplo, el dogma de la Santísima Trinidad el hombre sólo lo conoce por revelación69.

La Revelación es la manifestación que Dios ha hecho a los hombres de Sí mismo y de aquellas otras verdades necesarias o convenientes para la salvación eterna.
«Al revelarse Dios a sí mismo quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas»
70.

«La revelación presupone los hechos y palabras exteriores, que percibimos por los sentidos, pero acontece fundamentalmente en el corazón del hombre. Los hechos exteriores necesitan de una luz interior; el mensaje que desde fuera nos es ofrecido necesita pulsar nuestro corazón con una fuerza que permita a nuestra libertad abrirse con alegría a sus exigencias. Por ello la revelación tiene su expresión correlativa en la fe, que es igualmente don divino»
71.

La doctrina revelada por Dios se encuentra en la Sagrada Escritura y en la Tradición, que nos ha transmitido las verdades de la fe oralmente.

No todas las verdades de la fe están en la Biblia. Algunas las conocemos sólo por la Tradición. Por ejemplo: todos sabemos que Jesucristo fue soltero, pero esto no está en ningún versículo de la Biblia.

Por eso el principio protestante de «sólo la Escritura» no es válido. Pues además esto supone que cada uno tiene su Biblia para poder leerla e interpretarla, y esto no fue posible para los cristianos durante 1.400 años, antes de inventarse la imprenta. La imprenta la inventó Guttemberg en 1450.

Los primeros cristianos recibieron la fe por la palabra predicada, no por la escrita. Muchos no sabían leer, y pocos podían tener un manuscrito de la Biblia.

Y, para total seguridad, era necesario dominar la lengua original del autor.

Es decir, resulta evidente que el principio protestante de «solo la Escritura», no es válido.

Es verdad, como dice San Pablo
72, que la Biblia es necesaria, pero eso no excluye que también es necesaria la Tradición.

Si yo digo que el agua es necesaria para vivir, no quiero decir que baste el agua para vivir.

«Escritura y Tradición enlazan directamente con los Apóstoles y gozan de la misma autoridad. (...) La Escritura y la Tradición son las fuentes que nos dan acceso a la Revelación.»
73.

La Biblia y la Tradición proceden de la misma fuente. Son los dos canales por los que nos llega el contenido de la Revelación.

La Biblia y la Tradición están íntimamente unidas y tienden a un mismo fin; por eso los pasajes oscuros de la Sagrada Escritura se iluminan con la Tradición. Esto lo expresa el Concilio Vaticano II con estas palabras: «La Iglesia no saca exclusivamente de la Escritura la certeza acerca de todo lo revelado; por eso la Sagrada Escritura y la Tradición se han de recibir y respetar con el mismo espíritu de devoción». «La Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un solo depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia»
74.

La Sagrada Biblia nos transmite la palabra de Dios escrita.

La Tradición nos transmite las enseñanzas orales, transmitidas de viva voz de una generación a la siguiente
75.

«La tradición apostólica era la clave para el canon de los libros inspirados, diciéndonos qué doctrinas deben enseñar (o no enseñar) los libros apostólicos, y diciéndonos qué libros fueron escritos por los apóstoles y sus compañeros.

»Irónicamente los protestantes, que normalmente se burlan de la tradición en favor de la Biblia, ellos mismos están usando una Biblia basada en la tradición»
76.

La Tradición es más amplia que la Escritura. Las dos transmiten lo que proviene de la palabra de Dios; proceden de una misma fuente y son los dos canales por lo que nos llega el contenido de la Revelación. Por tanto entre Escritura y Tradición hay una íntima relación.

Los Apóstoles enseñaron principalmente de palabra, como ellos habían sido enseñados por Nuestro Señor. Cristo no escribió nada. Se limitó a predicar.

Y a los Apóstoles no les dijo «escribid», sino «predicad»
77.

Jesús dijo: «El que a vosotros oye, a mí me oye»
78. «Id y haced discípulos de todos los pueblos»79. Por eso «la fe viene por la predicación»80.

Jesús les enseñó muchas cosas que no están en la Sagrada Escritura, pero han llegado hasta nosotros transmitidas de viva voz de generación en generación por la Tradición oral de la Iglesia: San Pablo, escribiendo a los de Tesalónica les dice: «Hermanos, sed constantes y guardad firmemente las enseñanzas que habéis recibido de nosotros, ya de palabra, ya por escrito»
81. «Cuando recibisteis la palabra de Dios, que nosotros predicamos, la aceptasteis no como palabra de hombre, sino cual realmente es palabra de Dios, que obra en vosotros los creyentes»82.

A Timoteo le dice: «Conserva viva la doctrina que has oído de mí»
83. «Lo que has oído de mí, trasmítelo a otros, para que a su vez lo enseñen a otros»84.

San Pablo alaba «a los que conservan las tradiciones tal como él las transmitió»
85.

Todo esto está indicando que la doctrina evangélica se trasmite por la predicación oral, es decir, por la tradición.

Hay que distinguir entre la Tradición Apostólica, con mayúscula, objeto de fe, y las tradiciones humanas, con minúscula, que no afectan a la fe: son costumbres.

Cuando decimos «Sagrada Tradición» entendemos las enseñanzas de Jesús y, después de Él, de los Apóstoles a quienes envió a enseñar
86.

Estas enseñanzas han sido entregadas a la Iglesia Es necesario para los cristianos creer y seguir firmemente esta Tradición, lo mismo que la Biblia. Dijo Cristo: «El que os escucha a vosotros me escucha a mí; y el que os rechaza a vosotros, a mí me rechaza»
87

La Iglesia está protegida por el Espíritu Santo, que la preserva de todo error
88.

La Sagrada Escritura está contenida en la Biblia.

La Biblia consta de setenta y tres libros divididos entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.

La Tradición apostólica hizo discernir a la Iglesia qué escritos constituyen la lista de los Libros Santos. Esta lista integral es llamada "Canon de las Escrituras". Canon viene de la palabra griega "kanon" que significa «medida, regla».

El Canon comprende para el Antiguo Testamento cuarenta y seis escritos, y veintisiete para el Nuevo.

Éstos son: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Rut, los dos libros de Samuel, los dos libros de los Reyes, los dos libros de las Crónicas, Esdras y Nehemías, Tobías, Judit, Ester, los dos libros de los Macabeos, Job, los Salmos, los Proverbios, el Eclesiastés, el Cantar de los Cantares, la Sabiduría, el Eclesiástico, Isaías, Jeremías, las Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, y Malaquías, para el Antiguo Testamento.

Para el Nuevo Testamento, los Evangelios de Mateo, de Marcos, de Lucas y de Juan, los Hechos de los Apóstoles, las Epístolas de Pablo a los Romanos, la primera y segunda a los Corintios, a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, la primera y segunda a los Tesalonicenses, la primera y segunda a Timoteo, a Tito, a Filemón, la Epístola a los Hebreos, la Epístola de Santiago, la primera y segunda de Pedro, las tres Epístolas de Juan, la Epístola de Judas y el Apocalipsis.

Lo que divide estas dos colecciones de libros es la Persona de Jesucristo. Lo que se escribió antes de Él, es el Antiguo Testamento. Lo que se escribió después de Él, es el Nuevo Testamento.

Para facilitar la búsqueda de los pasajes, el texto se ha dividido en capítulos, y dentro de éstos se han numerado los párrafos (versículos). Estas divisiones son posteriores a los evangelistas. La división en capítulos se debe a Esteban Langton, en el siglo XIII, y la división en versículos a Roberto Estienne, en el siglo XVI.

Los salmos tienen dos numeraciones debido a la diferente numeración de la Biblia hebrea y la griega, en las que se dividen en dos los salmos 9 y 147, respectivamente
89.

Jesucristo ha encargado a la Iglesia la interpretación y vigilancia sobre la Sagrada Escritura y Tradición, para evitar el error
90 .

Por eso no se pueden leer todas las traducciones de la Biblia, sino sólo aquellas que tienen aprobación eclesiástica, y por lo tanto nos consta que no contienen errores.
Hay pasajes de la Biblia que son difíciles de entender, como advirtió San Pedro
91 .

«Para descubrir lo que el autor sagrado quiere afirmar hay que tener en cuenta la forma de pensar y de hablar de su tiempo»
92 .

«El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios escrita o transmitida ha sido confiado únicamente al Magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el nombre de Jesucristo. Este Magisterio, evidentemente, no está sobre la Palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado. Por mandato divino y con asistencia del Espíritu Santo, la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad; y de este único depósito de la fe saca lo que propone como verdad revelada por Dios que se ha de creer»
93

La libre interpretación de la Biblia de los protestantes da lugar a multitud de interpretaciones equivocadas y opuestas entre sí, pues no todo el mundo está preparado para conocer los géneros literarios de los distintos pasajes bíblicos, ni para entender la lengua en que se escribió el texto bíblico original.

Hay que tener en cuenta los modos de pensar y de expresarse que se usaba en tiempos del escritor
94.

Por eso hace falta un magisterio entendido, que oriente con autoridad en la interpretación bíblica.

Dijo Cristo que, «la verdad nos hará libres»
95.

Quien está en la verdad objetiva pisa firme, se siente seguro.

Quien piensa que la verdad es relativa, que cada cual tiene su verdad, está en un error.

La verdad tiene un valor absoluto. Quien no se ajusta a la verdad objetiva está en un error. La verdad objetiva no depende de nuestro parecer ni de nuestros deseos.

Por deseo de ser conciliador y tolerante, no puedo decir que la verdad es el término medio de dos opiniones distintas.

Si uno dice que la capital de España es Madrid y otro que es Barcelona, yo no puedo decir que es Zaragoza porque está equidistante entre Madrid y Barcelona.

Cuando se trata de valores subjetivos cada uno puede tener su verdad. Pero cuando se trata de valores objetivos, la verdad objetiva es la misma para todos.

Por ejemplo: uno puede dormir mejor con la ventana de la habitación abierta y otro con ella cerrada. La temperatura ideal para dormir puede variar según las personas. Pero las temperaturas de la evaporación del agua y su solidificación son siempre 100º y 0º centígrados respectivamente.

Ha dicho el Cardenal Ratzinger: «La tolerancia que todo lo acepta se despreocupa de la verdad»
96.

Frente a los múltiples errores, hay una verdad objetiva.

Frente a la verdad objetiva no somos libres. Tenemos obligación de someternos a la verdad objetiva.

Todos los médicos tienen obligación de decir que el órgano de la visión es el ojo, ninguno puede decir que vemos por la nariz.

Todos los químicos del mundo tienen la obligación de decir que el agua es H2O, ninguno puede decir que es ClNa.

Todos los matemáticos del mundo tienen obligación de decir que _ es la relación de la circunferencia a su diámetro, una constante, que en el sistema decimal es 3´141592... y no 8´2432...

Si a un niño le dan un mapa con todas las ciudades de Europa para que señale las capitales de cada nación, y él elige las ciudades que más le gustan por su nombre, esto no cambia la verdad. Las capitales seguirán siendo las que son independientemente del parecer del niño.

La verdad no me permite opinar libremente lo que yo prefiera.

La verdad orienta la libertad, no la quita. Como las vías del tren que orientan la ruta del tren, pero no le impiden avanzar, sino que le ayudan. Un tren fuera de la vía, se despeña.

Subordinar la verdad a mi libertad es ridículo. La mentira no interesa a nadie con sentido común: queremos café de verdad, no agua sucia; medicinas de verdad, no pócimas ineficaces; amistad de verdad, no traidores.

Todo esto es indiscutible para una persona normal.

Lo mismo pasa con la verdad religiosa. El bien de la libertad religiosa no es el tener libertad para elegir el error, sino elegir libremente la verdad sin sentirse coaccionado.

La verdad objetiva es dogmática, invariable. El error es libre. Para encontrar la verdad hay un sólo camino. Para equivocarse hay muchísimos.

En la estación del ferrocarril un sólo tren me lleva a mi destino. Todos los demás me pierden.

Hoy algunos cambian la verdad objetiva por la opinión personal («eso para mí no es pecado»), la belleza estética por la moda (moda de pantalones tejanos sucios y rotos), y la bondad ética por el placer (libertinaje sexual). Pero siempre quedará en pie que los tres grandes valores del ser son la verdad, la belleza y el bien.

Incluso en cosas accidentales no siempre podemos cambiarlas a nuestro capricho.
El orden de las letras del abecedario es el que es, y yo no puedo alterarlo a mi capricho, aunque en absoluto podría ser otro. Pero así está establecido para todos. No depende de la voluntad de cada uno.

La fe es libre, no en el sentido de que dé lo mismo creer que no creer; sino que al no ser axiomática no se impone a la razón, sino que ésta queda en libertad para aceptarla o rechazarla a pesar de que sea razonable
97. Aunque la fe sea oscura. Ya lo dice la Biblia: La fe es garantía de lo que se espera y convicción de las realidades que no se ven98.

Es oscura, porque no es evidente. Sin embargo es cierta porque son verdades reveladas por Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.
Y los motivos de credibilidad la hacen razonable
99.

Puede ser interesante mi libro Motivos para creer editado por Planeta, o mi otro libro de conferencias. Pedidos al autor:
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  1. Carta a los Hebreos, 1:1-3regresar
  2. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº7regresar
  3. JOSÉ ANTONIO SAYÉS: Compendio de Teología Fundamental, 1ª, VIII, 4. Ed. EDICEP. 1998.regresar
  4. JOSÉ Mª CIURANA:¿Cuál es la Iglesia verdadera?, I, E. Ed. Bosch. Barcelona 1982.regresar
  5. Evangelio de SAN MATEO, 28:20.regresar
  6. PINARD DE LA BOULLAYE, S.I.: Jesús, viviente en la Iglesia, III, 1. Ed. FAX. Madrid.regresar
  7. MIGUEL PEINADO: Exposición de la fe cristiana, 3ª, IV, 65. Ed. BAC. Madrid. 1975.regresar
  8. FELIPE CALLE, O.S.A.: Razona tu fe, V. Ed. Religión y Cultura. Madrid.regresar
  9. RONALD A. KNOX: El torrente oculto, Vi. Ed. Rialp. Madrid.regresar
  10. Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, nº 52regresar
  11. OLEGARIO GONZÁLEZ DE CARDEDAL:La entraña del cristianismo,3ª,XI,3,a. Salamanca.1997.regresar
  12. SAN PABLO. Segunda Carta a Timoteo, 3:16sregresar
  13. JEAN DANIELOU: Dios y nosotros, V. Ed. Taurus. Madrid.regresar
  14. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº9sregresar
  15. JESÚS MARTÍNEZ GARCÍA: Hablemos de la Fe, I, 10. Ed. Rialp. Madrid. 1992regresar
  16. JAMES AKIN del sitio en INTERNET: The Nazareth Apologetics, Bible and Theology Page.regresar
  17. AGUSTÍN PANERO, Redentorista: NO a los Testigos de Jehová, IV, 12, 4. Ed. Perpetuo Socorro. Madrid. Este breve, pero acertado folleto es muy útil para conocer y refutar los errores de los Testigos de Jehováregresar
  18. Evangelio de SAN LUCAS, 10:16regresar
  19. Evangelio de SAN MATEO, 28:19regresar
  20. SAN PABLO: Carta a los Romanos, 10:17regresar
  21. SAN PABLO: Segunda Carta a los Tesalonicenses, 2:15regresar
  22. SAN PABLO: Primera Carta a los Tesalonicenses, 2:13regresar
  23. SAN PABLO: Segunda Carta a Timoteo, 1:13regresar
  24. SAN PABLO: Segunda Carta a Timoteo, 2:2regresar
  25. SAN PABLO: Primera Carta a los Corintios, 11:2regresar
  26. Evangelio de SAN MATEO, 28:20regresar
  27. Evangelio de SAN LUCAS, 10:16 regresar
  28. Evangelio de SAN JUAN, 14:16regresar
  29. PIERRE GUIBERT, S.I.: Así se escribió la Biblia, II,4,b. Ed. Mensajero. Bilbao. 1997.regresar
  30. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº10regresar
  31. Segunda Carta de SAN PEDRO, 3:16regresar
  32. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº12regresar
  33. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº10regresar
  34. Concilio Vaticano II: Dei Verbum: Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación, nº12regresar
  35. Evangelio de SAN JUAN, 8:32regresar
  36. Diario LA RAZÓN del 6-!X-2000, pg.31regresar
  37. ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: LA FE DE LA IGLESIA, 1ª, VI, 4. ED. BAC. MADRID 1996regresar
  38. Carta a los Hebreos, 11,1regresar
  39. ANTONIO ROYO MARÍN, O.P.: LA FE DE LA IGLESIA, 1ª, VI, 2,b. ED. BAC. MADRID 1996regresar
 "TU ERES PEDRO Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARE MI IGLESIA..." (Mt. 16, 13:20)
 
PEDRO Y LA IGLESIA
 
¿Conoces tú a la Iglesia Católica?
 
Actualmente, muchos católicos abandonan su Iglesia por que no la conocen. Tenemos un tesoro de 2,000 años que aún permanece escondido para la gran mayoría de los católicos.

1.) ¿Quién fundó la Iglesia?
 
En el Evangelio de San Mateo 16 : 13-20 Jesús declara: "Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." Jesús fundó así una Iglesia. El no quiso un grupo de creyentes subsistiendo aislados o como ovejas sin Pastor.

2.) ¿A quién le habló Jesús en Mateo 16 : 13-20?
 
Jesús se dirigió a Simón Bar Jonás, uno de los que formarían parte de Sus doce apóstoles y Jesús le cambia el nombre por el de Pedro.

3.) ¿Qué quiere decir Pedro?
 
El nombre de Pedro no aparece en ningún escrito de la antigüedad, hasta que Jesús se lo da a Simón. Pedro es un nombre propio que tomó de la palabra "Petras" que quiere decir "Roca" en griego. Existen en este idioma 7 palabras para definir piedra; cuando se aplica a Jesús se utiliza "Acroniagos" que quiere decir "Piedra Angular" y  Pedro significa "Roca Firme".

4.) ¿Por qué cambia Jesús el nombre a un solo apóstol?
 
Pedro es la única persona del Nuevo Testamento que recibe un nuevo nombre de parte de Jesús. En el Antiguo Testamento, cuando Dios va hacer un pacto con un hombre, le cambia de nombre y le da uno de acuerdo con la misión que va a realizar; como ejemplo tenemos a Abram, cuyo nombre fue cambiado por Abrahám que quiere decir "Padre de muchedumbres", ésa sería su misión, ser el padre en la fe de millones de hombres (cf. Gen 17: 4-8).
Tenemos también a Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel que quiere decir "Fuerza de Dios".

5.) ¿Por qué a Simón?
 
Jesús reconoce en Simón, la fe sólida en la cual debía fundarse la Iglesia y por esa razón le asigna la misión de ser la roca firme sobre la cual se sostiene aún después de 2,000 años . A partir de la misión recibida, Simón pasa a ocupar el primer lugar entre los apóstoles (cf. Mc 3 : 16-19; Lc 6: 14-16). En Lucas 22: 31-32, Jesús esclarece la misión de Pedro de confirmar en la fe a los demás apóstoles y apacentar al pueblo de Dios (cf. Jn 21: 15-19), como continuación dell trabajo del Buen Pastor.

6.) ¿Al morir Pedro, dejó de existir con él esta misión?
 
De ningún modo, en Mateo 16 : 19, Jesús promete dar las llaves. ¿Qué llaves? El profeta Isaías nos da la respuesta en Is 22 : 22.  Las llaves indican sucesión cuando se habla del hecho relatado en Isaías. David había muerto siglos antes, sin embargo las llaves que simbolizaban el Poder de Administrar siguieron transmitiéndose por generaciones. Jesús es el heredero del Reino de David (cf. Lc 1 : 32-33) y El transfiere el poder de administrar la Iglesia - Su Reino - a Pedro y a los sucesores de éste.

7.) ¿Si la palabra "Papa" no aparece en la Biblia, por qué la usan?
 
La palabra "Papa" quiere decir en italiano Padre y por esa razón se le ha llamado así al Obispo de Roma. En la Iglesia, sólo existen tres ministerios: Diácono, Presbítero y Obispo. El Papa es Obispo de la Ciudad de Roma, donde nuestra Iglesia Católica tiene su sede principal y donde habita el sucesor de Pedro, a quién deben estar sujetas todas las demás iglesias, permaneciendo así bajo la autoridad y en comunión con el Obispo de Roma, ya que Dios es un Dios de orden.

8.) ¿Por qué en Roma, si la Biblia no menciona que Pedro haya estado allá?
 
La Biblia tampoco menciona que Pablo haya muerto, esto no quiere decir que aún esté vivo. El libro de los Hechos de los Apóstoles fue escrito por Lucas, seguidor de Pablo, el cual - por la forma en que termina - pareciera que no fué concluido. Todo historiador serio sabe por pruebas arqueológicas que Pedro sí estuvo en Roma donde también murió; su sucesor fue Lino y a éste le siguió Anacleto y así sucesivamente hasta el actual Papa Juan Pablo II. En la carta del sucesor de Pedro, Clemente I, a los Corintios - que pertenece a los escritos de los de los Padres de la Iglesia - se hace mención del martirio de Pedro en dicha ciudad. La carta fue escrita en el año 96 D.C.
El libro Historia de la Iglesia de Kenneth Scott Laturell (edición de la Casa Bautista de Publicaciones, pág. 162) dice: " Aunque no fue fundada por el uno ni por el otro, la iglesia de Roma gozaba del prestigio de la visita de Pablo y de Pedro lo que parece información digna de crédito". Declara igualmente que Roma fue el escenario del martirio tanto del miembro más prominente de los doce apóstoles originales como del principal misionero de la Iglesia primitiva. La Nueva Enciclopedia Americana dice: " Cuando Pedro dejó Jerusalén, se fue por un tiempo a Antioquia y después a Roma, donde fue jefe de la Iglesia ".

9.) Pero la Iglesia Católica la fundó Constantino en el Siglo IV 
 
Esto es totalmente falso. Con el Edicto de Milán, Constantino terminó con la persecución y matanza de los cristianos, lo cual fue positivo. Al mismo tiempo, le concedió igual trato que a los cultos no cristianos, pero nada especial. A raíz de este edicto, la Iglesia cristiana que vivía en las catacumbas salió a la luz y fue a esta misma a la que más tarde se llamó Católica, que en griego significa "Universal". ¿Por qué fue la Iglesia Católica le beneficiada? Por la sencilla razón de que no existía otra, las demás surgieron de la Católica después del siglo XV.

10.) Algunas personas afirman que el Papa es el Anticristo. ¿Es cierto esto?
 
La palabra anticristo significa negar a Cristo. A lo largo de todo su pontificado, El Papa ha recorrido el mundo predicando a Cristo como la única salvación para el hombre. Si el Papa fuera el anticristo, el Señor habría fallado al haberle dicho a Pedro: " Las fuerzas del infierno no prevalecerán sobre ella ". Se estaba refiriendo a la Iglesia (cf. Mt 16:18).

CRISTO FUNDO UNA SOLA IGLESIA:
LA IGLESIA CATÓLICA
Pruebas bíblicas e históricas

Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre dio su vida en la Cruz para salvar a los hombres del pecado y el poder del demonio. Fundó su Iglesia para continuar su obra de salvación. Única y exclusivamente a esta Iglesia que El mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su autoridad y sus poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su nombre y salvar a los hombres. Sin embargo, dieciséis siglos después de Cristo, Martín Lutero, un sacerdote católico excomulgado, inventó la teoría de la libre interpretación de la Biblia. Este libre examen produjo unas 36,000 sectas diferentes y opuestas, que sin ningún derecho se apropiaron del Evangelio, utilizándolo contra la legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas estas sectas pretenden ser de Jesucristo. Hoy en día muchos fundan "su iglesia" y "predican la Biblia" a su modo, haciendo "discípulos" y sembrando confusión y división entre los católicos ignorantes. ¿Sería fruto del Espíritu Santo de Cristo todo esto? ¿Reconoce Cristo a estas 36,000 iglesias como suyas o las rechaza puesto que El no las fundó y a nadie dio autoridad para fundarlas? Frente a la confusión y desorientación provocadas por las sectas y los falsos profetas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 15-23) ¿Cómo saber con certeza cuál es la verdadera Iglesia que Cristo fundó? Este asunto necesita de reflexión, mucha buena voluntad y humildad.

Cristo Fundó la Iglesia Católica

Toda persona que es lógica y cree en lo que dice la Biblia y quiere hacer la voluntad de Dios, debería aceptar los principios siguientes:

1. Cristo no escribió una Biblia, sino que fundó una Iglesia: formó hombres y los mandó a hablar y actuar en su Nombre (II Timoteo 2, 2; Lucas 10,16; Mateo 28,19; Juan 20,19-23).

2. La Iglesia que Cristo fundó debe necesariamente tener 21 siglos de existencia, puesto que Cristo vivió hace más de 2000 años en esta tierra.

3. Únicamente la Iglesia que tiene 21 siglos es la Iglesia fundada por Cristo; es la iglesia legítima, la que escribió la Biblia, la que recibió el Espíritu Santo, la que salva.

4. Ahora bien, la historia nos dice que la Iglesia Católica, es decir, la Iglesia cristiana universal, es la única Iglesia que tiene 21 siglos, y que esta misma Iglesia viene de los Apóstoles, a través de sus legítimos sucesores. Desde San Pedro, martirizado en el año 67 en Roma por el emperador romano Nerón, hasta el Papa Benedicto XVI, esta Iglesia tiene un jefe representante de Cristo en la tierra y sucesor legítimo de San Pedro, ahora llamado Papa.

5. Únicamente la Iglesia Católica y Apostólica, que ha tenido 265 Papas, puede proporcionarnos una lista de sus jefes, desde San Pedro hasta el Papa actual.
 
Ninguna otra iglesia puede ofrecernos esta lista de la sucesión apostólica. Si no puede mostrarnos esta escritura, significa que fue fundada después; y si fue fundada después, no es una iglesia legítima, ni verdadera ni bíblica; no puede ser obra de Cristo, esta "iglesia" fundada por supuestos profetas, no puede predicar correcta y legítimamente el Evangelio, ni santificar, ni salvar, aunque afirme a la ligera ser de Cristo (Mateo 7, 15-23). Es un instrumento de perdición que confunde la gente, ya que Cristo afirma que: "Surgirán muchos falsos profetas y extraviarán a muchos" (Mateo 24,11). Es lo que está pasando hoy con la multiplicación de las sectas.

6. Cristo, por ser Dios, no puede equivocarse ni engañarnos: prometió a sus Apóstoles y a sus sucesores que El estaría con ellos hasta el fin del mundo y que las fuerzas del mal no podrían prevalecer contra su Iglesia (Mateo 28, 17-19; 16, 18) Por consiguiente, pretender que la Iglesia verdadera se acabó en el siglo cuarto y que el emperador Constantino "fundó la Iglesia Católica" es antibíblico y antihistórico; es una afirmación indigna de un hombre sensato.

7. Los que inventan supuestas iglesias desobedecen a Cristo y a sus legítimos representantes a quienes El dijo: "Quien a vosotros escucha, a Mí me escucha y quien a vosotros rechaza, me rechaza a Mí; ahora bien, quien me rechaza a Mí rechaza a Aquel que me envió" (Lucas 10, 16).

8. Iglesia Católica y Biblia son inseparables. Rechazar la Iglesia Católica y Apostólica y servirse de la Biblia, que esta misma Iglesia nos transmitió durante dieciséis siglos, es algo ilógico. Cristo por ser Dios, es sabio y prudente, no dejó la Biblia como una manzana de la discordia entre sus discípulos. Fundó una Iglesia, dejó un representante, que fue San Pedro y sus legítimos sucesores, para predicar, interpretar y defender su Evangelio contra los manipuladores de la Biblia (II Pedro 1, 20; Gal. 1, 8; II Cor. 11, 13-14). La Biblia en manos de los fundadores de sectas, no puede defenderse, no tiene boca para desmentir las falsas interpretaciones e injustas acusaciones.

9. La Iglesia verdadera necesariamente es UNA, SANTA, CATÓLICA Y APOSTÓLICA. Debe tener 2000 años; debe tener la misma fe, la misma moral, la misma autoridad mediante la legítima sucesión apostólica y la misma enseñanza, desde Cristo hasta hoy. Ahora bien, aparte de la Iglesia Católica, ninguna de las 36,000 iglesias protestantes cumple con estas condiciones (Juan 17, 20).

La Biblia nos habla de una Iglesia

San Pedro, después de haber declarado que Cristo es el Hijo de Dios vivo, recibe del propio Cristo esta respuesta: "Yo te digo que tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré MI IGLESIA, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que atares sobre la tierra, será atado en los cielos, y lo que desatares sobre la tierra, será desatado en los cielos" (Mateo 16, 17-19).
 
Nuestro Señor dice mi Iglesia, no dice mis iglesias. Aunque la Iglesia esté en el mundo entero, es una. Jamás de los jamases nuestro Señor habla de varias iglesias. Al contrario, nos advierte de no dejarnos engañar y extraviar por supuestos profetas que hacen su negocio con la Biblia.

La Iglesia debe ser católica y apostólica

Así como Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2, 5), así la Iglesia Católica es la única Iglesia que conduce a Jesucristo, puesto que ella sola fue fundada por El, para continuar su obra. Ella sola recibió al Espíritu Santo y la promesa de ser asistida por El hasta el fin del mundo (Hechos 1, 8; Mateo 28, 20); ella sola es "la Iglesia del Dios viviente, columna y sostén de la verdad" (I Timoteo 3, 15); ella sola es la Iglesia de la cual habla la Biblia. Separarse de ella es renunciar a Cristo. Que esta Iglesia tenga hijos ministros buenos o malos es otro asunto.
Cristo, Pontífice y Sacerdote supremo del Nuevo Testamento (Hebreos 4 y 5), formó a los Apóstoles y les comunicó sus poderes. Los Apóstoles que son los enviados y depositarios exclusivos de la autoridad de Cristo, antes de morir dejaron sucesores legítimos, esto es, formaron otros presbíteros y obispos, a quienes dieron el poder y la misión de predicar conforme la Fe que ellos recibieron, predicaron y transmitieron (II Timoteo 2, 2). Desde el siglo I hasta el XXI, siempre la Iglesia Católica tuvo sacerdotes, obispos y papas. Ella sola tiene esta sucesión apostólica legítima. San Pablo escribe a su discípulo, el obispo Tito: "Te he dejado en Creta (isla griega) para que arregles las cosas que faltan y para que constituyas presbíteros en cada ciudad como yo te ordené" (Tito 1, 5). Los presbíteros son los sacerdotes. El mismo San Pablo dice a los fieles de la ciudad de Corinto: "Os alabo porque observáis las tradiciones conforme os las he transmitido" (I Cor. 11, 2). "Mantened firmemente las tradiciones en que fuisteis adoctrinados, ya sea de viva voz ya sea por carta nuestra" (II Tesalonicenses 2, 15). Una secta que nació 2000 años después no ha visto nada, no recibió nada, no escuchó nada, no tiene ninguna tradición apostólica. 
 
La palabra tradición viene del latín; significa "transmisión" y "entrega" del mensaje de Cristo, comunicado oralmente o por escrito (II Juan 12; III Juan 13). Por ejemplo por la Tradición sabemos que hay cuatro evangelios canónicos. En la Iglesia Católica, los fieles con sus presbíteros observaron lo que fue transmitido, y ellos lo transmitieron, bajo la vigilancia de los obispos, a la generación siguiente; así fue desde el siglo I hasta hoy.
 
La más antigua secta protestante fue fundada por Martín Lutero, 1521 años después de Cristo. Ahora bien, los protestantes, que nacieron dieciséis siglos después de los Apóstoles, nunca los conocieron ni los escucharon ni recibieron una Biblia de ellos. De ninguna manera pueden saber la correcta interpretación de la Biblia, que es el libro Sagrado de la Iglesia Católica y Apostólica. San Pablo dice: "Aun cuando nosotros mismos, aun cuando un ángel del cielo os anuncie un evangelio distinto del que os hemos anunciado, sea maldito. Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema." (Gálatas 1, 8-9). Toda interpretación de la Biblia que contradice la Fe católica y apostólica de 2000 años es un evangelio distinto. Todas las sectas, incluso las "evangélicas" predican por desgracia un evangelio diferente del que predicaron los Apóstoles y sus legítimos sucesores.
 
Hablando de los predicadores no autorizados por la legítima Iglesia, San Pablo dice: "Esos tales son falsos apóstoles, obreros engañosos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. No es maravilla, ya que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. No es mucho, pues, que también sus ministros se disfracen ministros de justicia; su fin será el que corresponde a sus obras" ( (II Cor 11, 13-14).
 
Esto es algo tremendo e increíble. Sin embargo Cristo dijo: "Se levantarán muchos falsos profetas que engañaran a muchos [...] y obrarán grandes señales y prodigios..." (Mateo 24, 11 ,24). Los falsos profetas harán incluso falsos milagros.

La Iglesia debe ser apostólica

Cristo mandó a sus Apóstoles y sucesores anunciar su Evangelio (Mateo 28, 20). Los Apóstoles predicaron y dejaron representantes. San Pablo escribe a Timoteo, a quien consagró Obispo: "Lo que oíste de mí transmítelo a hombres fieles, los cuales serán aptos para enseñarlo a otros" (II Timoteo 2, 2). En la Iglesia Católica, desde San Pablo los obispos transmitieron a otros obispos lo recibido y los dejaron como guardianes de este depósito de la Fe (I Timoteo 6, 20) para evitar el robo y la confusión. Las palabras Iglesia y Católica vienen del griego y significan la asamblea universal de todos los fieles cristianos. Decir católico y decir cristiano es la misma cosa. "La iglesia, dijo San Agustín, es el pueblo cristiano esparcido por toda la redondez de la tierra". Desde el año 107, San Ignacio mártir, segundo Obispo de Antioquia de Siria, después de San Pedro, utilizó el término Iglesia Católica.
 
Los rusos y griegos "ortodoxos", por ejemplo, se separaron de la Iglesia Católica en el año 1054. Los protestantes y los evangélicos empezaron con Martín Lutero a partir de 1521. Los anglicanos fueron fundados en 1534 por el rey de Inglaterra, Enrique VIII, porque el Papa no le permitió divorciarse. Todas las demás sectas nacieron de la revolución luterana. Los Testigos de Jehová fueron fundados en Estados Unidos en 1871 por Charles Taze Russell; los Mormones en 1830 por Joseph Smith; los de la supuesta "Luz del mundo" en 1926 por Eusebio Joaquín González, en México. Los que se llaman "cristianos" son protestantes disfrazados. De todas estas sectas, ninguna tiene veintiún siglos, ninguna viene de los Apóstoles. Ahora bien, si Cristo no las fundó ¿Qué garantía de veracidad y legitimidad pueden tener? Absolutamente ninguna. Al contrario, la Biblia, la historia, el sentido común y la justicia las condenan como usurpadoras de misión y función (Jeremías 23, 21, 25; Mateo 7,15-23).

En conclusión, Nuestro Señor Jesucristo, el fundador de la Iglesia Católica, nos advierte: "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestiduras de ovejas; mas por dentro son lobos feroces... No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; mas el que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, éste entrará en el reino de los cielos. Muchos me dirán en aquel día (del Juicio): Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu nombre, en tu nombre lanzamos demonios, y en tu nombre obramos muchos prodigios? Y entonces les declararé: nunca jamás os conocí; apartaos de mí los que obráis la iniquidad" (Mateo 7, 15-23).
 
En la crisis actual muchos de buena fe siguen a las sectas, pero pensando estudiar la Biblia pierden la verdadera fe cristiana. Se separaron de la Iglesia de Cristo para seguir ilegítimas que no tienen la autentica interpretación de la Biblia, ni legítimos ministros y que no pueden salvar. La solución es regresar a la Iglesia fundada por Cristo mismo, la que es Una, Santa, Católica y Apostólica.
 
 

Jesucristo Fundó la Iglesia católica

     
   
Iglesia católica
apostólica romana
Latin cross gold.png
Doctrina
FundadorCristo
DeidadDios
Texto sagradoBiblia
TipoCristianismo
Organización
Líder religiosoFrancisco
SedeSanta Sede, en el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Seguidores
Nombre de seguidoresCatólicos
Número de seguidores1 196 millones[1]
País con mayor nº de seguidoresBandera de Brasil Brasil
(unos 163 millones)[1]
Otros
Lengua litúrgicaLatín y lenguas nacionales
La Iglesia católica apostólica romana[2] (en latín: Ecclesia Catholica Romana), es la Iglesia cristiana más numerosa.[3] Se considera a sí misma como un "sacramento", como un "signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano", en cuanto ella misma se declara fundada por Cristo.[4]

Introducción

 
Laicos católicos en la plaza de San Pedro. Los laicos constituyen la inmensa mayoría de la Iglesia católica. En el decir de Pío XII, reiterado por Juan Pablo II: «Ellos son la Iglesia» (Christifideles laici 9).
La Iglesia católica se conoce como Iglesia católica apostólica romana o como Iglesia católica romana. Católica es término originario del idioma griego καθολικός, 'katholikós', que significa 'universal'. Se hace esta distinción en relación a otras iglesias cristianas, como la Comunión Anglicana y las Iglesias Ortodoxas, las cuales se refieren a sí mismas dentro de la única "Iglesia, una, santa, católica y apostólica" del Credo y que también serían católicas (tanto en sentido etimológico como en todo el contenido del término dado que se dirigen a prosélitos de todo el mundo). La diferencia de las iglesias ortodoxas respecto de la Iglesia católica romana consiste en situarse fuera de la autoridad del Papa, o bien se trata de personas procedentes de países en los que el habla ha adoptado esta expresión debido al uso intenso por parte de comunidades relevantes de anglicanos y otros protestantes y de ortodoxos.
Existen Iglesias en plena comunión con el obispo de Roma que, al tener tradiciones litúrgicas distintas, no añaden el término "romana". Por lo tanto, para englobar a las Iglesias orientales católicas y la Iglesia católica romana se usará el término más general Iglesia católica, tal como está en el título del artículo.
En los países en los que el culto católico es mayoritario, a la Iglesia católica se le conoce normalmente con el término la Iglesia, término que en países como Suecia se aplicaría a la iglesia nacional luterana, o en Rumania, Bulgaria, Montenegro, Serbia, Georgia, Rusia, Albania, Etiopía, Armenia, la ex República Yugoslava de Macedonia o Grecia, a la Iglesia católica Apostólica Ortodoxa.
Según una larga tradición, existen otros términos para referirse a la Iglesia católica, tales como Sacramento de Cristo, Pueblo de Dios, Cuerpo místico de Cristo, Esposa de Cristo, Jerusalén de arriba, edificación de Dios,[5] Barca de Pedro o Nave de salvación.[6]
A la Iglesia católica pertenecen todos los bautizados según sus ritos propios y que no hayan realizado un acto formal de apostasía.[7]
La Iglesia católica tiene como cabeza al obispo de Roma, el Papa, que recibe el trato honorífico de "Su Santidad". Según el dogma católico,[8] el primer papa fue Pedro. El papa actual es el argentino Jorge Mario Bergoglio, que escogió el nombre pontificio de Francisco.
La Iglesia católica tiene su cabeza en Roma, donde se encuentra la Sede Apostólica; relacionada con la Sede está el Estado de la Ciudad del Vaticano (Status Civitatis Vaticanæ, en latín y oficialmente; Stato della Città del Vaticano, en italiano), un enclave dentro de la ciudad de Roma, que funciona como un estado independiente y reconocido internacionalmente. Si bien el Estado Vaticano está estrechamente ligado a la Sede Apostólica, se trata de entidades distintas, ya que el Estado Vaticano es un poder temporal (gobernado directamente por el papa), mientras que la Sede Apostólica es entendida por los católicos como poder espiritual. En la Ciudad del Vaticano y en Roma se encuentran la Curia Romana, formada por las instituciones (llamadas dicasterios) que ayudan al papa en el gobierno de la Iglesia.

Etimología

La palabra «Iglesia» ["ἐκκλησία" (ekklesia) 'asamblea', del griego "ἐk-kαλεῖν"(ek-kalein) - 'llamar fuera'] significa 'convocatoria'. Designa asambleas del pueblo (cf. Hch 19, 39), de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (cf. Éxodo 19; 5, 1. 3). Dándose a sí misma el nombre de "Iglesia", la primera comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios "convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término Kiriaké, del que derivan las palabras church en inglés, y Kirche en alemán, significa "la que pertenece al Señor".[9] Desde el punto de vista teológico, el término "iglesia" designa al pueblo creyente que Dios llama y reúne de todas partes para formar la "asamblea" de todos aquellos, que por la fe y el Bautismo, han sido hechos "hijos de Dios",[10] "miembros de Cristo"[11] y "templo del Espíritu Santo".[12] [13]
 
Representación de Ignacio de Antioquía. 1486.
El término «católico» proviene del griego καθολικός (katholikós), que significa 'universal'. Ignacio de Antioquía brinda en su Carta a los esmirniotas, escrita hacia el año 110, el testimonio más antiguo de este adjetivo como calificativo de la Iglesia:
Donde está el obispo está la comunidad, así como donde está Cristo Jesús está la Iglesia católica.
Ignacio de Antioquía, Ad Smyrn. 8, 2[14]
En una epístola dirigida al novacianista Simpronio, Paciano de Barcelona (siglo IV) justificó la aplicación del nombre de «católicos» a sus correligionarios del pasado y del presente, y llegó a expresar: Christianus mihi nomen est, catholicus cognomen («Cristiano es mi nombre, católico es mi apellido») (Epistula 1, 4). En la misma carta, Paciano destacó la unidad de la Iglesia católica en contraste con la diversidad de grupos minoritarios de su tiempo, varios de las cuales tomaron los nombres de sus fundadores, cuyas doctrinas diferían de la línea de pensamiento eclesial (ebionitas, marcionitas, valentinianos, apolinaristas, montanistas y novacianistas).[15]

Características

 
La Eucaristía (de rito oriental).
La Iglesia católica se ve a sí misma y se proclama como la encargada por Jesucristo para ayudar a recorrer el camino espiritual hacia Dios viviendo el amor recíproco y por medio de la administración de los sacramentos, a través de los cuales Dios otorga la gracia al creyente.
La Iglesia católica se concibe a sí misma como la única Iglesia fundada por Cristo, y por tanto, la única auténtica frente a las demás iglesias y denominaciones cristianas que han surgido históricamente después de ella.[16]
La Iglesia católica considera que tiene encomendada la misión de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana, así como la de cuidar de la unidad de los fieles. Debe también disponer la gracia de los sacramentos a sus fieles por medio del ministerio de sus sacerdotes. Además, la Iglesia católica se manifiesta como una estructura jerárquica y colegial, cuya cabeza es Cristo, que se sirve del colegio de los apóstoles, y que en la historia posterior ejerce la autoridad mediante sus sucesores: el Papa y los obispos.[17]
La autoridad para enseñar el Magisterio de la Iglesia basa sus enseñanzas en la Revelación,que está expresada tanto en las Sagradas Escrituras como en la Sagrada Tradición.

Atributos de la Iglesia católica

De acuerdo al Catecismo de la Iglesia católica, ésta es Una, Santa, Católica y Apostólica. Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí, indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión.[18]
Los católicos profesan su fe en los cuatro atributos (o notas) de la Iglesia a través del Credo de los Apóstoles y del Credo Niceno-Constantinopolitano. Las notas de la Iglesia son Dogma de Fe, estas son según la enseñanza oficial:
Unidad: La Iglesia es "una" debido a su origen, Dios mismo. Dios es uno según la doctrina católica. Es una debido a su Fundador, Cristo. El apóstol San Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, hace referencia a la Iglesia como "Cuerpo de Cristo": Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo.[19] En otra carta, también Pablo enseña sobre este atributo: Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos.[20] Cristo mismo enseña y ruega por esta unidad de su Iglesia: Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.[21]
Santidad: la Iglesia católica, a pesar de los pecados y faltas de cada uno de sus miembros que aún peregrinan en la Tierra, es en sí misma "santa" pues "Santo" es su fundador y "santos" son sus fines y objetivos. Asimismo, es santa mediante sus fieles, ya que ellos realizan una acción santificadora, especialmente aquellos que han alcanzado un alto grado de virtud y han sido canonizados por la misma Iglesia. La Iglesia católica contiene la plenitud de los medios de santificación y salvación. Es Santa porque sus miembros están llamados a ser santos.[22]
Catolicidad: con el significado de "universal" la Iglesia es "católica" en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y recibir en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo lugar, que acepten su doctrina y reciban el Bautismo; dondequiera que se encuentre uno de sus miembros, allí está presente la Iglesia católica. También es "católica" porque Cristo está presente en ella, lo que implica que recibe de Él la plenitud de los medios de salvación.[23]
Apostolicidad: la Iglesia católica fue fundada por Cristo sobre el fundamento de Pedro y los demás apóstoles.[24] Todo el Colegio Apostólico goza de autoridad y poder siempre que esté en comunión con Pedro y sus sucesores;[25] Pedro y los demás Apóstoles tienen en el papa y los obispos a sus sucesores, que ejercen la misma autoridad y el mismo poder que en su día ejercieron los primeros, que fueron elegidos e instituidos por Cristo.[26] También es "apostólica" porque guarda y transmite las enseñanzas oídas a los apóstoles.[27]
Estos atributos se encuentran en todas las Iglesias particulares que engloba la Iglesia católica, que son las Iglesias particulares de la Iglesia católica Romana (Rito Latino) y las Iglesias Rituales Autónomas (Ritos Orientales); todas ellas tienen en común los mencionados atributos o características esenciales y la autoridad suprema del Sumo Pontífice como vicario de Cristo en la Tierra.
La Iglesia católica se considera a sí misma como heredera de la tradición y la doctrina de la iglesia primitiva fundada por Jesucristo y, por lo tanto, como la única representante legítima de Cristo en la Tierra. Mediante la figura de los obispos, sucesores sin interrupción de los apóstoles, cumple con el mandato de Jesús de cuidar de su ovejas.[28]
 
Asunción de la Virgen, Tiziano, Santa María dei Frari (Venecia). Una creencia que distingue al catolicismo del resto del cristianismo son los dogmas marianos.

Doctrina esencial

La doctrina fundamental para la Iglesia católica se encuentra en el Credo, que recoge las fórmulas de fe elaboradas en los primeros concilios de la historia. El Credo encuentra una explicación sistemática en el Catecismo de la Iglesia católica, aprobado en 1992 por Juan Pablo II.
Una característica sobresaliente y genuina para distinguir a los católicos de los demás grupos cristianos es su aceptación de todos los concilios ecuménicos de la historia (desde el Concilio de Nicea I hasta el Concilio Vaticano II).
La noción de Revelación es central en la doctrina católica, porque bajo tal término se incluyen dos fuentes inseparables entre sí: la Sagrada Escritura y la Tradición. Una síntesis sobre este tema se encuentra en la constitución dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II. Para los católicos el culmen de la Revelación es Jesucristo.[29]
También es notable la posición que ocupa el obispo de Roma. Este recibe el título de Papa y se le considera no sólo obispo de su diócesis sino jefe de la Iglesia católica entera, es decir, Pastor y Doctor de todos los cristianos debido a que es considerado el sucesor de San Pedro.[30] Su elección ha ido variando a lo largo de la historia; desde el siglo XI es elegido por el colegio cardenalicio en el cónclave. El Papa hasta el día 28 de febrero de 2013 fue Benedicto XVI, el 265.º de la historia. Anunció la renuncia al pontificado el día 11 del mismo mes.[31] Actualmente ostenta el título honorífico de Papa emérito. El 13 de marzo del 2013 fue elegido como sumo pontífice y obispo de Roma el hasta entonces arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, cardenal primado, Jorge Mario Bergoglio quien eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís.
El Papa goza en la Iglesia católica de un estatus de jerarquía suprema, poseyendo el primado sobre todos los demás obispos y la plenitud de la potestad de régimen (como se denomina en la Iglesia católica al poder legislativo, ejecutivo y judicial), la cual puede ejercer de forma universal, inmediata y suprema sobre todos y cada uno de los pastores y de los fieles católicos. La autoridad del obispo de Roma, su jerarquía dentro del Magisterio de la Iglesia católica es reconocida solo por los católicos, y no así por los cristianos no católicos, y fue expuesta en diversos momentos de la historia y de modo especial en el Concilio Vaticano I.
Otras partes de la doctrina católica, sobresalientes y distintivas en relación al resto de los cristianos, son la creencia en el Dogma de la Inmaculada Concepción, y en la Asunción de María, madre de Jesús, así como la fe en la autoridad espiritual efectiva de la Iglesia católica para perdonar pecados y remitir las penas temporales debidas por ellos, mediante el Sacramento de la Penitencia y las indulgencias.
Otro dogma sobresaliente en la Iglesia católica es la creencia en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, en que mediante el cambio que es llamado transubstanciación el pan y el vino presentados en el Altar se transforman en el cuerpo y en la sangre de Cristo.[32]
Según la doctrina Católica Romana, la Salvación del alma se obtiene por medio de la fe en Jesucristo y de las buenas obras, lo que constituye un punto diferencial clave con otros grupos cristianos como los Protestantes y Evangélicos, los cuales predican que solamente la fe en Jesucristo es necesaria para la salvación del alma, siendo las obras una consecuencia de ésta.

Estructura organizativa

La Iglesia católica tiene miembros en la mayoría de los países de la Tierra[33] , aunque su proporción en la población varía desde una mayoritaria en algunos a casi nula en otros. Es una organización jerárquica en la que el clero ordenado está dividido en obispos, presbíteros y diáconos. El clero está organizado de forma jerárquica, pero tiene en cuenta la comunión de los fieles. Cada miembro del clero depende de una autoridad superior, pero la autoridad superior debe ejercer su gobierno teniendo en cuenta la comunidad, a través de consultas, reuniones e intercambio de ideas.
 
Basílica de San Juan de Letrán, catedral de Roma y Madre y Cabeza de todas las iglesias del Mundo, por su condición de sede del Romano Pontífice.
Territorialmente, la Iglesia católica se organiza en diócesis o Iglesias particulares, cada una bajo la autoridad de un obispo; algunas de éstas, de mayor rango, son llamadas arquidiócesis (o archidiócesis) y están bajo la autoridad de un arzobispo. En las iglesias orientales católicas, estas circunscripciones suelen llamarse eparquías y archieparquías, respectivamente. Actualmente (abril de 2013), hay 2836 diócesis en todo el mundo, de las cuales 631 son arquidiócesis [1]. La diócesis de Roma, que incluye a la Ciudad del Vaticano, es la Sede Papal. Asimismo, existen 9 Patriarcados (3 latinos y 6 de ritos orientales), 9 Exarcados Patriarcales y 5 territorios dependientes de Patriarcas.
Algunos territorios, sin llegar a considerarse diócesis, funcionan en la práctica como tales: son las prelaturas y abadías territoriales, regidas por un prelado o un abad, respectivamente. Actualmente, existen 44 prelaturas territoriales, casi el 80% de ellas en América Latina (sobre todo en Brasil y Perú), y 11 abadías territoriales, principalmente en Italia, así como 1 prelatura personal (la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei), con sede en Italia, 36 ordinariatos militares, 8 ordinariatos para los fieles de ritos orientales que se encuentran en territorios sin eparca (obispo) de su propio rito y 3 ordinariatos personales para los fieles convertidos del anglicanismo (católicos de rito anglicano): Ordinariato personal de Nuestra Señora de Walsingham en el Reino Unido, Ordinariato personal de la Cátedra de San Pedro en los Estados Unidos, y Ordinariato personal de Nuestra Señora de la Cruz del Sur en Australia.
Las diócesis pueden agruparse en provincias eclesiásticas y éstas, a su vez, en regiones eclesiásticas. La arquidiócesis que preside una provincia eclesiástica es llamada metropolitana. En ocasiones, la provincia eclesiástica está conformada únicamente por la arquidiócesis metropolitana. De las 631 arquidiócesis existentes, 550 son metropolitanas, 4 son archieparquías mayores (una de ellas posee además 3 exarcados archiepiscopales, en Ucrania) y las restantes 77 son llamadas arquidiócesis archiepiscopales.
Los territorios en donde la organización de la Iglesia aún no es suficiente para erigir una diócesis (o una eparquía) son dirigidos por un vicario (o exarca) y son llamados vicariatos (o exarcados) apostólicos; actualmente existen 87 vicariatos apostólicos (sobre todo en América; pero también en África y Asia) y 15 exarcados apostólicos (sobre todo en Europa; pero también en América y Asia). Si la organización es muy incipiente, se erigen prefecturas apostólicas (actualmente existen 40, casi las tres cuartas partes en China). Por razones graves, se erigen administraciones apostólicas estables (actualmente existen 8, en Europa y Asia); además, existe la Administración Apostólica Personal de San Juan María Vianney, en Brasil (diócesis de Campos), para los fieles que se adhieren al "rito romano extraordinario" o Misa tridentina. En los territorios en que la Iglesia aún no ha penetrado oficialmente, se organizan misiones independientes sui iuris (actualmente existen 8).
El gobierno de la Iglesia católica reside en los obispos, a quienes ayudan los sacerdotes:
  • Los obispos: se encargan de cada diócesis. Son ayudados por los presbíteros y los diáconos. Ningún obispo, aunque haya sido nombrado cardenal, tiene autoridad sobre otro, sino que cada uno depende directamente del Papa.
  • Los cardenales: ayudan al Papa en la acción pastoral de la Iglesia católica universal y en la administración del Vaticano y la Curia Romana. Cuando el Papa muere o renuncia, eligen al sucesor en un cónclave. Colectivamente forman el Colegio cardenalicio. Los cardenales son elegidos personalmente por el Papa.
  • El Papa: es electo por el Colegio de Cardenales, reunido en cónclave. En 1871, el Concilio Vaticano I hizo énfasis particular sobre la ya existente doctrina de la infalibilidad papal, lo cual ha generado hasta el día de hoy grandes polémicas. Él desarrolla su ministerio coadyuvado por dos grupos de colaboradores: los cardenales y el concilio ecuménico.
  • El concilio ecuménico: asamblea de todos los obispos del mundo presidida por el Papa, es convocado cuando hay que tomar las decisiones más importantes, en materia de fe (dogmas) y de moral.
Los obispos de un país pueden organizarse en una conferencia episcopal (o asamblea de Ordinarios, en Oriente), cuyos cargos son electivos entre los obispos de la misma nación. También existen organizaciones inter-diocesanas que involucran a más de un país. Tenemos así:

Congregaciones y órdenes

Las órdenes religiosas no forman parte en cuanto órdenes de la jerarquía de la Iglesia católica, pero dependen del Papa y de los obispos de formas diversas. Ellas pueden ser de dos tipos:
  • Órdenes religiosas de derecho diocesano: dependen del obispo de la diócesis en la que han sido reconocidas.
  • Órdenes religiosas de derecho pontificio: dependen directamente del Papa, aunque deben trabajar en comunión con los obispos de las diócesis en las que actúan.
Las congregaciones y órdenes religiosas son establecidas conforme a los tres votos básicos de pobreza, castidad y obediencia. El origen de cada una se explica, según los católicos, por una inspiración dada al fundador, que debe ser reconocida como auténtica por la autoridades jerárquicas. Tal inspiración o carisma se concreta en constituciones que valen sólo si son aprobadas por las autoridades jerárquicas, y según las cuales deben vivir los miembros de cada orden o congregación. Después del renacimiento, los nuevos movimientos fundados dejan de recibir el nombre orden y se llaman congregaciones. No todas las congregaciones hacen el voto de pobreza, algunas hacen sólo un compromiso de pobreza utilitaria.
Dentro de la Iglesia católica se encuentran muchas órdenes religiosas monásticas de frailes y monjas, así como también congregaciones e Institutos de vida religiosa. Sus miembros suelen hacer los votos de obediencia, pobreza y castidad; de todos modos los votos a realizar quedan a disposición de la cada institución. Todos ellos dedican sus vidas enteramente a Dios. Otras prácticas religiosas incluyen el ayuno, la meditación, la oración, la penitencia y la peregrinación.
La finalidad fundamental de los miembros de las órdenes y congregaciones es salvar su propia alma y ser ejemplo salvífico para toda la sociedad con su pobreza, castidad y obediencia, vividas conforme al carisma específico de la constitución de cada orden o congregación.

Iglesias católicas de rito oriental

Iglesias orientales católicas
Categorías
Iglesias patriarcales
Iglesia católica maronita
Iglesia católica copta
Iglesia católica armenia
Iglesia católica siria
Iglesia católica caldea
Iglesia greco católica melquita
Iglesias archiepiscopales mayores
Son similares a las patriarcales, pero el arzobispo mayor, después de ser elegido por el Sínodo, debe ser confirmado por el Papa antes de ser entronizado. Iglesia greco católica ucraniana
Iglesia greco católica rumana
Iglesia católica siro malabar
Iglesia católica siro malankara
Iglesias metropolitanas sui iuris
Los metropolitanos son elegidos por el Papa a partir de una lista de tres candidatos enviada por el Concilio de obispos. Iglesia católica etíope
Iglesia católica Bizantina en América
Iglesia greco católica eslovaca
Otras iglesias orientales sui iuris
Iglesias con jerarquía propia: Sin Sínodo ni Concilio de obispos ya que tienen una o dos diócesis, sus jerarquías son elegidas por el obispo de Roma. Iglesia católica bizantina búlgara
Iglesia católica bizantina húngara
Iglesia católica bizantina ítalo albanesa
Iglesia católica bizantina griega
Iglesia católica bizantina rutena
Iglesia greco católica de la Eparquía de Križevci
Iglesia greco católica macedonia
Iglesias sin jerarquía propia: Tras finalizar la era comunista no se les ha nombrado todavía un obispo propio.
Iglesia católica bizantina albanesa
Iglesia católica bizantina rusa
Iglesia greco católica bielorrusa
La división entre las iglesias de oriente y occidente dio lugar a la existencia de comunidades de ritos orientales que se mantuvieron o entraron en plena comunión con la iglesia de Roma, conservando su liturgia, pero que en algunos casos se han latinizado en algún grado. Algunas nunca han estado en cisma con la iglesia de Roma (como la iglesia Maronita y la ítalo-albanesa) y otras han surgido de divisiones de las iglesias Ortodoxas o de las antiguas iglesias nacionales de oriente.
En el pasado fueron también llamadas uniatas pero hoy el término es considerado despectivo e inexacto. Regularmente constituyen minorías en países donde su contraparte ortodoxa predomina (como en Grecia, Serbia, Bulgaria, Armenia y Rusia), otras son minorías junto con sus contrapartes ortodoxas en países donde predomina otra religión (melquitas en Siria, caldeos en Irak, malankaras en la India, etc.) y otras no tienen contraparte en cisma con Roma (maronitas e ítalo-albaneses), también debido a la migración muchos católicos orientales viven hoy en países occidentales (Australia, América del Norte, Argentina, Brasil, Francia, etc).
Son consideradas iglesias sui iuris y están en un plano de igualdad con el rito latino, como afirmó el Concilio Vaticano II a través del documento Orientalium Ecclesiarum. Los fieles de estas iglesias están fuera de las jurisdicciones de los obispos latinos, excepto en los casos donde no tengan una jurisdicción propia. De la misma manera los católicos latinos están fuera de las jurisdicciones de los obispos orientales, excepto en Eritrea, país donde no existe jerarquía latina, en parte de Etiopía, en las diócesis siro-malabares que están fuera del estado de Kerala en la India y en algunas parroquias de las eparquías ítalo-albanesas de Italia.
La organización eclesial de las iglesias orientales católicas está gobernada por el Código de Cánones de las Iglesias Orientales, promulgado por el papa Juan Pablo II el 18 de octubre de 1990, que entró en vigor el 1 de octubre de 1991.
Las Iglesias patriarcales eligen su propio patriarca a través de su Sínodo patriarcal, el cual luego de ser elegido es inmediatamente proclamado y entronizado sin intervención del Papa, a quien luego le remite la comunión eclesial. En su propio territorio canónico sus obispos son elegidos por el Sínodo Patriarcal tomándolos de una lista de candidatos previamente aprobada por la Santa Sede. También los santos Sínodos pueden erigir diócesis dentro de su territorio canónico, pero no en zonas de rito latino.
En el caso de la Iglesia greco-católica rusa, los dos exarcados apostólicos existentes en Rusia y China antes de las revoluciones marxistas no han sido aún reactivados por la Santa Sede, dependiendo los fieles en Rusia de los obispos latinos y ucranianos. En China la Iglesia continúa en las "catacumbas"; las pocas parroquias existentes dependen de obispos latinos.
La Iglesia católica bizantina en América (aunque es parte de la Iglesia católica rutena, lo mismo que el exarcado de la República Checa y la Eparquía de Mukachevo, constituye una jurisdicción independiente, no existiendo en la práctica ningún órgano que reúna a estas jurisdicciones rutenas, como tampoco existe para las jurisdicciones que constituyen, por ejemplo, la Iglesia católica bizantina griega o la Iglesia católica ítalo-albanesa).
En el caso de la iglesia albanesa, la Santa Sede ha reactivado la administración apostólica del Sur de Albania que, a pesar de ser catalogada como de rito oriental, tiene un obispo latino y la mayoría de sus escasos fieles son también de este rito.
La iglesia bielorrusa es la más floreciente de las tres, pero debido a las diferencias con el Patriarcado Ortodoxo de Moscú, la Santa Sede no le ha nombrado aún jerarquía, dependiendo sus fieles directamente de la Congregación para las Iglesias Orientales.
Existió una pequeña comunidad católica bizantina georgiana, pero nunca fue erigida en iglesia ni incluida en la lista oficial de ritos orientales publicada en el Anuario Pontificio.
La Santa Sede ha erigido también cinco ordinariatos para los fieles de rito oriental desprovistos de un ordinario de su propio rito; estos ordinariatos se encargan de la atención espiritual de católicos orientales de ritos sin jerarquía organizada en la Argentina, Francia, Austria, Polonia y Brasil, dependiendo de los arzobispos latinos de Buenos Aires, París, Viena, Varsovia y Río de Janeiro respectivamente.

Historia

Edad Antigua

 
Cristo entregando las llaves a San Pedro, fresco de la Capilla Sixtina realizado por Pietro Perugino.
Según la doctrina católica, Jesús fundó una comunidad cristiana jerárquicamente organizada y con autoridad, dirigida por los apóstoles (el primero de los cuales era San Pedro). Posteriormente (según los Hechos de los apóstoles), los apóstoles y los primeros seguidores de Jesús estructuraron una iglesia organizada. Una carta escrita poco después del año 100 por san Ignacio de Antioquía a los de Esmirna (capítulo 8) es el texto más antiguo que se conserva en el cual se usa el término ἡ καθολική ἐκκλησία (la Iglesia católica o universal): "Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la Iglesia católica." De esta Iglesia él evidentemente excluía a los herejes, contra los cuales usó palabras muy fuertes: "fieras en forma humana - hombres a quienes no sólo no deberíais recibir, sino, si fuera posible, ni tan sólo tener tratos con ellos" (capítulo 4). El mismo Ignacio de Antioquía testimonia la existencia de una jerarquía de tres grados que consistía en obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos.[34] En el siglo III, san Cipriano, obispo de Cartago, habla de una jerarquía monárquica de siete grados, en la cual la posición suprema la ocupaba el obispo. En esta jerarquía el obispo de Roma ocupaba un lugar especial, en cuanto sucesor de san Pedro.[35] [36]
Además, el que el obispo de Roma llegara a tener una importancia particularmente grande, se debió, según algunos, por motivos políticos: Roma fue la capital del Imperio Romano hasta que el Emperador Constantino I el Grande hizo de Constantinopla la nueva capital, el 11 de mayo de 330[cita requerida]. Otros atribuyen esta importancia al hecho, reconocido entonces por todos[cita requerida], que el obispo de Roma era sucesor de san Pedro, a quien, según el Evangelio de Lucas 22:32, Jesús le dijo: Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú una vez vuelto, confirma a tus hermanos. Más aún, hacia el año 95, Clemente de Roma (obispo de la Iglesia de Roma entre 89 y 97) escribió una carta a la comunidad cristiana de Corinto para resolver un problema interno, sugiriendo su primacía sobre las Iglesias particulares. En efecto, habían surgido levantamientos contra los presbíteros-epíscopos en Corinto y Clemente, como obispo de la Iglesia de Roma, los llamó al orden y a la obediencia a sus respectivos pastores, evocando el recuerdo de los apóstoles Pedro y Pablo.[37] Esa carta es la primera obra de la literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento de la que consta históricamente el nombre de su autor, la situación y la época en que se escribió, y cuyas palabras manifiestan una dureza propia del lenguaje de aquél que es consciente de su autoridad.[38]
Algunos autores han afirmado que no hay argumentos suficientes para confirmar que Pedro haya sido obispo en Roma.[39] [40] La tradición que afirma que Pedro fue a Roma y ahí murió martirizado se basa también en esta carta de san Clemente, que menciona su martirio (capítulo 5), en la Carta de san Ignacio de Antioquía a los Romanos ("No os mando nada, cosa que hicieron Pedro y Pablo." – capítulo 4), y en la obra de c. 175-185 Contra las herejías (libro III, 1.3.1) de san Ireneo de Lyon, donde dice:
Como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva la Tradición y «la fe anunciada» (Rom. 1,8) a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros.
Ireneo de Lyon, Adversus haereses, Libro III, 1.3.1
El Concilio de Nicea I (325) condenó el Arrianismo excluyendo de la Iglesia los seguidores de esta opinión teológica. Otros Concilios también definieron más precisamente la fe católica y excluyeron a otros grupos, en particular los Concilios de Éfeso (431) y de Calcedonia (451)[cita requerida].

Edad Media

La Iglesia católica, en el siglo V, se había extendido por casi todo el territorio del Imperio Romano (desde Hispania hasta Siria, con las zonas costeras del norte de África). Posteriormente, se realizaron misiones hacia zonas del norte de Europa, que llegaron hasta Irlanda, Gran Bretaña, Germania, y posteriormente zonas de Escandinavia, Centroeuropa y las poblaciones eslavas del Este. Este largo proceso abarca de los siglos V al XI. Buena parte de estas misiones, así como el trabajo de recristianizar los territorios del antiguo Imperio Romano de Occidente, fue posible gracias a los monasterios, sobre todo a los benedictinos.
La expansión de poblaciones convertidas al Islam llevó a un progresivo declive de las poblaciones católicas del norte de África, que llegaría a ser casi completo en el mundo moderno.
Un hecho posterior significó la división entre numerosas iglesias: el Gran Cisma entre sus porciones de Occidente y Oriente (cuya iglesia, aún denominada como "Católica Ortodoxa", pasaría a ser conocida solo por esta última palabra) ocurrido en el año 1054 a causa de las rivalidades entre los patriarcados de Roma y Constantinopla y, teológicamente, alrededor de la cláusula filioque.
Durante los siglos XI y XIV se produce un gran desarrollo cultural gracias a la institución de nuevas universidades eclesiásticas, centradas sobre todo en la teología, pero también con facultades de artes, de derecho y, en algunos lugares, de medicina.
En el siglo XIII fueron fundadas y empezaron a desarrollarse las órdenes mendicantes, que tuvieron un gran influjo en la vida religiosa de la sociedad.
Hacia finales del siglo XIV se produjo un cisma, conocido como Cisma de Occidente, que afectó a la Iglesia católica desde 1378 hasta 1417, y que provocó fuertes tensiones y el surgimientos de ideas de tipo conciliaristas, según las cuales un concilio podría tener más autoridad que el Papa en algunos puntos. El conciliarismo fue condenado en el concilio V de Letrán en 1516.

La Inquisición

El término Inquisición (latín: Inquisitio Haereticae Pravitatis Sanctum Officium') hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la herejía en el seno de la Iglesia católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir las herejías de los cátaros, albigenses y valdenses. En 1249, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal). En la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición Española (1478 - 1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió después a América. También fueron importantes la Inquisición portuguesa (1536 - 1821) y la Inquisición romana (1542 - 1965), conocida también como Santo Oficio. El número de ejecutados por autoridades civiles tras ser condenados no puede determinarse con certeza, por la existencia de numerosas lagunas en la evidencia documental. Extrapolando detallados estudios,[41] Pérez estima en menos de 10 000 las condenas a muerte ejecutadas en España;.[42] En Portugal, sobre alrededor de 23 000 casos documentados, se registran 1454 condenas a muerte en la hoguera.[43] Estas cifras no toman en cuenta el número de muertes causadas por la tortura o por las condiciones de encarcelamiento.

Edad Moderna

La Iglesia católica afronta profundos cambios en la Edad Moderna. Por una parte, se inicia una expansión de las misiones hacia algunas zonas de África y Asia y hacia América desde los viajes y conquistas de españoles y portugueses. Por otro lado, se viven fuertes tensiones internas y un deseo profundo de reforma.
La invención de la imprenta permitió una mayor difusión de la Biblia y de sus traducciones, que empezaron a circular entre los católicos en diversos lugares.
El rechazo de la autoridad papal por causas de independencia política y económica y el rechazo de Martín Lutero al hecho de que se cobrara dinero por las indulgencias, provocó el surgimiento del protestantismo en 1517. En el mismo siglo XVI, empezó a desarrollarse el calvinismo en Suiza, y luego se extendió rápidamente en otros países europeos. Un importante cisma siguió con el surgimiento de la Iglesia Anglicana (nacida del Acta de Supremacía inglesa en 1534).

Contrarreforma

La contrarreforma fue la respuesta a la reforma protestante de Martín Lutero, que había debilitado a la Iglesia católica. Denota el período de resurgimiento católico desde el pontificado del Papa Pío IV en 1560 hasta el fin de la Guerra de los Treinta Años, en 1648. Sus objetivos fueron renovar la Iglesia católica y evitar el avance de las doctrinas protestantes.
Entre los años 1545 y 1563 se desarrolló el Concilio de Trento, con diversas etapas. Antes y después del Concilio de Trento se fundaron diversas congregaciones religiosas que buscaron promover una profunda renovación entre los católicos. Una de esas congregaciones, que adquirió más tarde un gran desarrollo, fue la Compañía de Jesús.


Edad Contemporánea

 
Francisco papa 266° de la Iglesia católica, en marzo de 2013.
El papa emérito Benedicto XVI, ha sido la cabeza de la Iglesia católica hasta el 28 de febrero de 2013 y es considerado un prominente teólogo.
 
El papa Juan Pablo II destacó por su apertura al diálogo entre religiones y su carisma entre la juventud católica.


Número de católicos

Situación actual

Según los datos del Anuario Pontificio de 2012 referentes al año 2010, habría en el mundo 1.196 millones de bautizados, el 17,5% de la población mundial.[44]
De entre los católicos según los registros, no todos se reconocen como tales, y entre quienes se declaran católicos hay quienes participan poco a las ceremonias religiosas. Por ejemplo, en España, un país tradicionalmente católico en la que la mayoría de las personas son bautizadas al poco tiempo de nacer, según la libre elección de sus padres, se desprende de la encuesta realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en mayo de 2010[45] que el número de personas que se declara católica es del 73,7%, y de este porcentaje el 56,8% declara que no asiste a las celebraciones religiosas.
La Iglesia católica cuenta como católicos a todos los bautizados en la Iglesia (o admitidos a la misma si lo piden y habían sido antes bautizados en otros grupos cristianos) con sus derechos y deberes, y que no hayan hecho acto formal de defección de ella. Para la Iglesia católica quien no practica como católico sigue formando parte de ella. Pero celebrar otros sacramentos no es lo que les hace católicos, sino el bautismo. También considera católicos a los que viven de modo imperfecto, como pecadores con posibilidad de conversión:
Jesús les dijo: «No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan».
Lucas 5,31-32
Es posible abandonar la Iglesia mediante «un acto formal» de defección llamado Apostasía, cumpliendo con la manifestación formal de la voluntad de realizar tal acto ante la autoridad eclesiástica competente. Aún habiendo realizado declaración de apostasía, conforme al derecho canónico, el vínculo sacramental de pertenencia a la Iglesia dado por el bautismo permanece, dado el carácter sacramental del bautismo, que para los católicos, es indeleble en el sentido de que sigue existiendo su unión con Cristo. Conforme al Código de Derecho Canónico (cánones del 865 al 869), hay casos en los que el bautismo sería ilícito (lo cual no quita la validez) y otros en los que sería inválido (lo cual significa que nunca se produjo el bautismo), por lo que la persona interesada puede proceder a solicitar la nulidad o ilegalidad de su bautismo fundamentándose en la forma que fue bautizada, por tanto, esta unión con Cristo también puede quedar revocada. Esta es una de las fórmulas utilizadas para que el interesado pueda cambiar de religión
Quienes han dejado la fe católica, pueden volver, si lo desean, a la Iglesia, y existen programas y grupos que buscan facilitar el retorno al catolicismo.[46]
La excomunión es una pena medicinal, una medida cuyo fin es la conversión, no la expulsión. Por eso sólo inhabilita para tomar parte de lleno en las actividades de la comunidad, pero el excomulgado sigue siendo considerado miembro de la Iglesia católica.
Algunos críticos[¿quién?] opinan que quienes no aceptan todos los principios del catolicismo no deberían llamarse católicos, los que no realizan el acto formal de defección pueden con total libertad personal considerarse todavía dentro de la Iglesia católica, al igual que aquellos católicos cuyas infidelidades intelectuales y morales son mucho menos notables y otros que se declaran católicos sólo como una etiqueta de identidad cultural.
La doctrina de la Iglesia católica exige de los fieles la aceptación del Magisterio (la doctrina oficial), siendo delito de herejía "la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma" (canon 751 del Código de Derecho Canónico). Actualmente, sólo se inician acciones disciplinarias contra los teólogos católicos que defienden, con cierta influencia, ideas alternativas en esos terrenos, privándolos de la autoridad de enseñar con el título de profesores de teología católica, pero no respecto a los fieles comunes, por mucha que sea su relevancia pública, contra los cuales puede aplicar sólo penas espirituales.
En Alemania 1,78 millones de católicos, con una declaración hecha delante de la autoridad civil y reconocida por los obispos, han «salido de la Iglesia católica» desde 1990 para evitar el impuesto eclesiástico (que de promedio se eleva a 9 % de la renta imponible): 143.500 en 1990, 192.766 en 1992, 168.244 en 1995, 101.252 en 2004, año en el cual 141.567 protestantes hicieron el mismo paso.[2]
En otros países, mientras generalmente las personas se alejan de la Iglesia católica sin desear cortar formalmente su conexión con ella, algunas asociaciones de ateos o escépticos y algunos grupos protestantes animan a entregar declaraciones de apostasía o herejía. Sólo con la carta circular del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos del 13 de marzo de 2006 se hizo totalmente claro el procedimiento eclesiástico a seguir en estos casos.

Distribución en el mundo

 
Mapa que muestra el porcentaje de católicos en los diferentes países (Colores aproximados).
En 2010 el número total de católicos, si se toman como tales a los bautizados, es de 1 196 millones o el 17,5% de la población mundial, concentrándose en los continentes de Europa y América y en países en vías de desarrollo.[47]
En Europa, los bautizados como católicos son mayoritarios en la población de los siguientes países: Andorra, Austria, Bélgica, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, España, Francia, Hungría, Irlanda, Italia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Mónaco, Polonia, Portugal, San Marino. En Alemania, República Checa, Países Bajos, Suiza, e Irlanda del Norte, están representados por números similares a los de los protestantes.
En los países de habla inglesa y en general en la Mancomunidad Británica de Naciones (en inglés, Commonwealth of Nations) el catolicismo no ha prosperado a raíz del desencuentro histórico de Enrique VIII con la autoridad espiritual del Vaticano.
La mayor parte de la población de América Latina se considera católica en mayor o menor grado, (exceptuando Cuba, en donde el catolicismo se extiende a poco más de la mitad de la población). El país con mayor cantidad de católicos en el mundo es Brasil (139,5 millones).
Los países con mayor número de católicos de América Latina, de mayor a menor porcentaje, son los siguientes: Brasil, Colombia, Paraguay, México,Argentina, Venezuela, Ecuador, Puerto Rico, El Salvador, Chile, Costa Rica, Perú,Guatemala, Bolivia.
En Asia, los países católicos como Filipinas (antigua colonia española) y Timor Oriental (antigua colonia portuguesa) están rodeados de países musulmanes; en otros, como Líbano, sólo lo son la mitad de la población y en Palestina y Siria, hay pequeñas minorías destacables, y algo menores aún en Corea, India, y Vietnam.
En África, el número de católicos superaría el 50% de la población en los siguientes países: Angola, Burundi, Cabo Verde, Congo, Guinea Ecuatorial, Lesoto, Reunión, Santo Tomé y Príncipe y Seychelles. El número total de católicos africanos, según el Anuario Pontificio 2010, con datos referidos a 2008, sería de 173 millones.[48]

Compromiso social

Historia y datos varios

Desde los tiempos de la Iglesia naciente la comunidad cristiana ha buscado comprometerse socialmente, teniendo preferencia por los más necesitados.[49] Esto fue reconocido por el Emperador Juliano el Apóstata (332-363), quien fue un fuerte opositor de la Iglesia.[50] [51] La Iglesia católica fue fundadora de los primeros hospitales, asilos y orfanatos en la historia de Occidente desde la temprana Edad Media.[52] Las primeras escuelas europeas nacieron de la labor de las Órdenes Religiosas, siendo las universidades más célebres las fundadas por los Papas. En Europa, de las 52 universidades anteriores al año 1400, 40 fueron fundadas por los Papas, entre ellas las de París, Montpellier, Oxford, Cambridge, Heidelberg, Leipzig, Colonia, Varsovia, Cracovia, Vilna, Lovaina, Roma, Padua, Bolonia, Pisa, Ferrara, Alcalá, Salamanca y Valladolid.[52]
La Iglesia católica actualmente cuenta con misioneros religiosos y laicos de ambos sexos que realizan de forma regular obras sociales, tanto materiales como de apoyo moral y espiritual.[53] En 1996, el Vaticano dedicó unos 5,2 millones de dólares a ayuda humanitaria, sin contar con los aportes que hicieron privadamente los laicos y las Órdenes Religiosas.[54]
En casi todas las diócesis del mundo, en los países donde le es permitido, la Iglesia católica lleva a cabo algún tipo de obra social. La cantidad de Fundaciones o Pastorales parroquiales de ayuda abarcan estos campos: escuelas, dispensarios, centros de acogida para niños y ancianos, hospitales, centros de rehabilitación de toda índole, leproserías, etc.
Los últimos papas han mostrado un marcado interés por los crecientes problemas sociales. Así, Juan Pablo II en una ocasión destinó 1,72 millones de dólares a poblaciones afectadas por calamidades y para proyectos de promoción cristiana; 1,3 millones a comunidades indígenas, mestizas, afroamericanas y campesinos pobres de América Latina; 1,8 millones para la lucha contra la desertificación y la carencia de agua en el Sahel. Esto entre otras ayudas menores de cientos de miles de dólares dirigidas a solucionar situaciones humanas críticas y estimular la solidaridad.[55]
El Vaticano ha distribuido, a petición del Sumo Pontífice, 5 millones de dólares en el año 1997; 7 millones en 1998 y 9 millones en 1999, etc. Estas cifras han sido destinadas a ayudar a las poblaciones afectadas por catástrofes naturales o humanas.[56] Y en 1999 la suma destinada por el Vaticano a ayudas en general ascendieron a un total de 30 millones.[57]

Organizaciones asociadas

En Estados Unidos, la asistencia caritativa católica encuentra una organización corporativa en la Catholic Charities USA, que agrupa a más de 1.700 asociaciones que trabajan en las diócesis y que apoyan a más de 9 millones de personas, según se informó en 2010.[58]
La agrupación católica de mayor presencia mundial, con mayor número de obras, es Cáritas, que realiza labores humanitarias y guía proyectos humanos, con presencia en los 5 continentes. Cáritas Española, por ejemplo, invirtió en 1999 más de 19.000 millones de pesetas (114,2 millones de euros) en la lucha contra la pobreza.[59] En 2009, y a pesar de la crisis económica que vivió el país aquel año, Cáritas Española destinó 230 millones de euros para ayudas sociales.[60]
Según datos del Anuario Pontificio dados a la luz en 2008, "las instituciones de asistencia y de beneficencia de identidad católica, en todo el mundo, son más de 114.738; de éstas, 5.246 son hospitales; 17.530 son dispensarios; 577 son leproserías; 15.208 son residencias de ancianos, enfermos incurables y discapacitados.".[61]
Por deseo de Juan Pablo II, desde 1984 exista una Fundación para la ayuda del Sahel, que promueve proyectos de desarrollo en países del norte de África afectados por la desertificación. Entre los años 2001 y 2004, la Fundación había invertido más de 9 millones de euros en distintos proyectos.[62]
La ONG católica Manos Unidas ha invertido (entre 2007 y 2009), 2,37 millones de euros en 68 proyectos orientados al desarrollo de Haití.[63]

Educación

Hacia finales del siglo XX, la Iglesia católica educaba en el Tercer Mundo a un millón de universitarios, 96 millones en enseñanza media y 15 millones en la enseñanza primaria.[cita requerida] La Compañía de Jesús educa en Hispanoamérica a más de un millón de niños en las Escuelas Gratuitas de Promoción Popular "Fe y Alegría".[64]
En 1985 la Iglesia contaba alrededor del mundo con 45.562 jardines de infancia, con 3.786.723 de niños en ellos. De estos centros, 3.835 estaban en África, 5.331 en América del Norte, 5.857 en Hispanoamérica, 6.654 en Asia, 23.566 en Europa y 319 en Oceanía. Este mismo año dirigía 78.160 escuelas primarias y elementales con 22.390.309 alumnos; atendía 6.056 hospitales, 12.578 ambulatorios, 781 leproserías, 10.467 Casas para ancianos, enfermos crónicos, inválidos y minusválidos, 6.351 consultorios familiares, 6.583 guarderías infantiles, 7.187 centros especiales de educación o reeducación social y otros 23.003 centros asistenciales.[65]
Hacia el año 2000, la Iglesia administraba 408.637 parroquias y misiones, 125.016 escuelas primarias y secundarias, 1.046 Universidades, 5.853 Hospitales, 13.933 centros de acogida para ancianos y discapacitados, 74.936 dispensarios, leproserías, enfermerías y otras instituciones. En total, la Iglesia es responsable de la educación de 55.440.887 niños y jóvenes (más de 55 millones), y dispone de 687.282 centros sociales en todo el mundo.[66]

Sanidad

Según el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud, la Iglesia católica administra y sirve el 26% de los centros hospitalarios y de ayuda sanitaria existentes en todo el mundo.[67] Cuenta con 117.000 centros de salud (hospitales, clínicas, casas de alojamiento para huérfanos), 18.000 dispensarios y 512 centros para la atención de personas con lepra.[67] En el Vaticano existen más de 100 organizaciones que se dedican a repartir limosnas a los pobres de todo el mundo.[68]
La Iglesia católica opera numerosos establecimientos de atención a las víctimas de la epidemia de sida alrededor del mundo. Se ha manifestado en el sentido de que los seropositivos al VIH merecen apoyo, comprensión y compasión. En 2010 se dio a conocer el uso de 1,2 millones de euros por parte de la Congregación para la evangelización de los pueblos (del Vaticano) para sostener el trabajo de 131 centros de prevención y tratamiento del sida, en 41 países.[69] La iglesia reconoce que la epidemia de sida es grave, pero se muestra crítica hacia las estrategias adoptadas en varios países. Por ejemplo, rechaza el modelo "biológico-higienista" adoptado en la educación sexual y las estrategias de prevención de la infección por VIH que incluyen el uso del condón.[70] Desde el punto de vista de la Iglesia católica, la promoción del condón es un engaño porque no brinda protección total y alienta el adelanto de la edad de iniciación sexual. Como estrategia para detener la epidemia la iglesia propone la promoción de un "preservativo moral", basado en la promoción de la fidelidad y la educación sexual familiar.[71]

Financiación

En materia económica la Iglesia católica no es una entidad centralizada, sino que las distintas personalidades jurídicas canónicas (provincias eclesiásticas, conferencias episcopales, diócesis, parroquias, asociaciones de fieles, etcétera) son titulares de su patrimonio y lo gestionan de forma autónoma, obteniendo los recursos según lo establecido en el Derecho canónico y las leyes civiles.[72] En general, la Iglesia católica y sus instituciones se financian por varias vías, entre las que se pueden distinguir:
  1. Aportaciones de las instituciones propias o ligadas a la propia Iglesia católica.
  2. Rendimientos económicos recibidos en forma de plusvalías de empresas e instituciones donde tiene capital invertido.
  3. Aportaciones y recolectas directas o indirectas, tanto de carácter público como de carácter privado.
  4. Financiación proveniente de las arcas públicas de muchos de los países donde tiene presencia.
  5. Otras fuentes.
La contribución de los Estados al sostenimiento económico de la Iglesia católica es diferente en cada caso. En algunos países como España, Italia, Portugal o Hungría el Estado no destina ninguna dotación presupuestaria para financiar las actividades religiosas de la Iglesia, sino que los ciudadanos pueden elegir donar un porcentaje de sus impuestos para esta causa.[73] [74] Un sistema similar se da en Alemania o Austria, aunque allí se impone un impuesto eclesiástico a todo aquel que se declare católico para contribuir al mantenimiento de la Iglesia.[74]
Sin embargo en países como Argentina, Bélgica o Luxemburgo, es el Estado el que se hace cargo de los sueldos y pensiones de los titulares de oficios eclesiásticos mediante una partida de sus presupuestos.[75] [76] Todo lo contrario ocurre en otros países como Francia, donde no se permite subvención alguna con fondos públicos, aunque el Estado sí se hace cargo del mantenimiento de los templos que son de su propiedad (los construidos con anterioridad a 1905) y también paga a los capellanes de las fuerzas armadas, hospitales públicos y prisiones.[76]
También puede darse que los países eximan a la Iglesia del pago de cierto tipo de impuestos o tasas, así como que otorguen subvenciones para restaurar o mantener el patrimonio artístico, para fomentar el mecenazgo, o para financiar instituciones católicas de carácter benéfico, de enseñanza o asistencial; entre otros.[76] [77] [78]

Críticas

La Iglesia católica ha recibido muchas críticas a lo largo de su historia, desde dentro como desde fuera de ella. Las críticas se dividen principalmente en dos grupos: las que se refieren a aspectos doctrinales, y las que censuran el comportamiento (real o supuesto) de los católicos en su conjunto o en porcentajes de cierta relevancia (sea que vivan de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia, sea que actúen en contra de las mismas).

Acusaciones contra delitos y faltas de algunos miembros

Entre ellas cabe mencionar las críticas a los modos de actuar de la Inquisición.[79] A partir sobre todo de la última década del siglo XX, han sido conocidos diversos casos de abuso sexual cometidos por miembros de la Iglesia católica que han dado lugar a condenas penales y civiles, además de condenas eclesiásticas, en varios países. También ha recibido críticas por el apoyo activo que algunos miembros destacados de la jerarquía católica dieron a regímenes dictatoriales (dictaduras militares en América Latina, regímenes fascistas en España o Italia), o la posición negacionista de ciertos clérigos y obispos.[80]
El papa Juan Pablo II, en su Carta Apostólica dirigida al episcopado, al clero y a los fieles como preparación del Jubileo del año 2000 (10-11-1994), subrayó:
Así es justo que, mientras el segundo Milenio del cristianismo llega a su fin, la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo largo de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio, ofreciendo al mundo, en vez del testimonio de una vida inspirada en los valores de la fe, el espectáculo de modos de pensar y actuar que eran verdaderas formas de antitestimonio y de escándalo. [...] Es bueno que la Iglesia dé este paso con la clara conciencia de lo que ha vivido en el curso de los últimos diez siglos. No puede atravesar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes. Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentía que nos ayuda a reforzar nuestra fe, haciéndonos capaces y dispuestos para afrontar las tentaciones y las dificultades de hoy.[81]
Juan Pablo II, Tertio Millennio Adveniente 33

Críticas en materia doctrinal

Las críticas en cuanto a la doctrina se han basado muchas veces en que la Iglesia católica expone creencias, doctrinas y conceptos que algunos piensan no están presentes en la Biblia, siendo que la Iglesia católica considera también como palabra de Dios a la que se transmite mediante la tradición apostólica.[82] Además, se destaca la controversia con grupos protestantes en torno a algunos libros bíblicos, considerados apócrifos por los protestantes (entre ellos, el libro del Eclesiástico y Tobit) los cuales se encuentran definidos como parte del canon original de la Biblia (conocido como Canon alejandrino o Canon católico), conformando la clasificación de los libros bíblicos Deuterocanónicos.

Véase también

Referencias

  1. a b «1.196 millones las personas católicas en el mundo», La Razón, 28 de febrero de 2013. Consultado el 7 de marzo de 2013.
  2. En ocasiones, sobre todo por influjo de países de habla inglesa, se añade el adjetivo de "romana" a los anteriores. En el Credo y en el Catecismo de la Iglesia católica se dice simplemente "una, santa, católica y apostólica", sin "romana". Existen, sin embargo, otros textos donde aparece la palabra "romana" añadida a las anteriores. Cf. Juan Pablo II, Audiencia general del miércoles 26 de junio de 1985
  3. «Major Branches of Religions». adherents.com. Consultado el 24 de agosto de 2010.
  4. Cf. Concilio vaticano II, declaración dogmática Lumen gentium, nn. 1, 5.
  5. Cf. Concilio vaticano II, declaración dogmática Lumen gentium, nn. 6-9.
  6. El uso de Nave de salvación o Barca de Pedro proviene del Evangelio de Marcos, 4, 35-41, y es expresión utilizada para referirse a la Iglesia católica al menos desde el siglo IV. Cf. Ramón Pellitero, La barca de Pedro
  7. La Iglesia católica entiende que el bautismo puede recibirse una sola vez, dado que lo considera un sacramento que reviste carácter. Así, sólo puede ser bautizado quien no haya sido bautizado antes, tal como se indica en la pregunta 257 del Compendio del Catecismo de la Iglesia católica y el nº1246 del Catecismo de la Iglesia católica. De este modo, en quien haya realizado una apostasía, la Iglesia no considera que quede revocada su unión con Cristo.
  8. Constitución dogmática Lumen gentium, 22.
  9. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 751.
  10. Cf. Gál 3, 26-29; 4, 4-7; Jn 1, 12; 3, 3-5; 11, 52; Rm 8, 14-17; 1 Ped 1, 23; 1 Jn 3, 1-2.
  11. Rm 12, 4-5; 1 Co 12, 12-30; Ef 1, 22-23; Col 1, 18.
  12. 1 Co 3, 16-17; 6, 19; 2 Co 6, 16; Ef 2, 20-22.
  13. Cf. Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 147.
  14. Quasten, Johannes (2001). Patrología, Tomo I: Hasta el Concilio de Nicea. Biblioteca de Autores Cristianos. ISBN 978-84-7914-483-8.  Quasten señala que Ignacio, en su carta a los cristianos de Esmirna, es el primero en usar la expresión «Iglesia católica» (katholiké) como sinónimo de «universal», para significar a los fieles colectivamente.
  15. Hanson, Craig L. (trad.) (1999) (en inglés). The Fathers of the Church. Iberian Fathers, Volume 3: Pacian of Barcelona, Orosius of Braga. Estados Unidos: The Catholic University of America Press. p. 6. ISBN 0-8132-0099-7. http://books.google.com.ar/books?id=CsGzZ2LI1YMC&pg=PA6&dq=Christianus+mihi+nomen+est;+catholicus+vero+cognomen&hl=es&sa=X&ei=pGylUIWbAq6u0AGGoIDQAw&ved=0CD8Q6AEwBw#v=onepage&q=Christianus%20mihi%20nomen%20est%3B%20catholicus%20vero%20cognomen&f=false. 
  16. La Iglesia alega que ésta es la voluntad de Cristo, su fundador, que desea "un solo rebaño y un solo Pastor" (Jn 10, 16; 17, 11. 20-23) Según la doctrina católica, Cristo es "Dios verdadero" (Cf. Credo Niceno; Jn 1,1. 18; 5, 17-18; 10,33; 1Jn 5,20; Rm 9,5; Hch 20,28; Tit 2,13; Hb 1,5-9; Ap 1,18) y solo Dios puede fundar válidamente su Iglesia (Sal 87). Así, Jesús aparece como la "Piedra angular" y "fundamental" sobre la que se funda la Iglesia (Cf. 1Co 3,9-15; 1Ped 2,3-10) cuya base también está constituida por los apóstoles (Cf. Ef 2, 20-22) y especialmente por Pedro (Cf. Mt 16, 16-19; Jn 1,42), que según la enseñanza oficial católica, fue constituido como el Pastor universal de la Iglesia por institución de Cristo (Cf. Jn 21,15-22; Lc 22, 28-32). Esto sumado a la promesa de Cristo a los primeros discípulos sobre una constante asistencia (Mt 28,20) y la compañía del Espíritu Santo (Cf. Jn 16, 7-15; 14,15-17. 26; 15,26; 1 Jn 2, 27) y a la garantía que le dio a la Iglesia de nunca ser vencida por el mal (Mt 16,18), han bastado para que la Iglesia católica se proclame a sí misma como "columna y fundamento de la Verdad" (1 Tm 3, 15), "Esposa de Cristo" (Ef 5, 24-30) y heredera y depositaria de toda la Verdad Evangélica legada por los Apóstoles (Cf. 1 Co 11, 1-2; 1 Jn 2,24; 2 Ts 2,15; 1 Tm 6, 20-21; 2 Tm 1, 12-14; Flp 4, 8-9). Y exigiendo para sí la obediencia debida a los mismos apóstoles (Cf. Hb 13, 17; 2 Ped 3,2), esto especialmente en la persona del Papa, que según la fe católica es el sucesor del apóstol Pedro, en la Cátedra episcopal de Roma (Cf. Sucesión apostólica). Él es el "pastor de toda la Iglesia, sobre la que tiene, por institución divina, la potestad plena, suprema, inmediata y universal." (Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, 181).
  17. Dominique Le Tourneau (1997). El Derecho de la Iglesia (2ª edición). Ediciones Rialp. pp. 36 ss. ISBN 9788432131363. http://books.google.es/books?id=rDtrUeUEaAkC. 
  18. Cf. Catecismo de la Iglesia católica, 811.
  19. 1 Co 12, 12.
  20. Ef 4, 3-6.
  21. Jn 17, 20-21.
  22. Cf. Jn 17, 17; Ef 5, 27; 1 Tes 3, 13; 2 Co 1, 1; 1 Ped 1, 16; Hb 12, 22-24.
  23. Cf. Mt 28, 19; Hch 1, 8; 2, 37-41.
  24. Cf. Ef 2, 20; Mt 16, 16-19; Jn 1, 42; 20, 21-23.
  25. Compárese Mt 18, 18 con Mt 16, 16-19. nótese que solo Pedro recibe las "llaves". Cf. Lc 22, 31-32.
  26. 1 Tm 4, 14; 5, 22; 2 Tm 2, 1-2; 1,6; Hch 20, 17-32; Tit 1, 5;
  27. Cf. Jn 20, 21-23; Lc 10, 16; Ef 2, 20; Jn 13,20; Mt 10, 40-42; Gál 4, 14; 1 Co 4, 1; 1 Jn 1, 1-5; Hch 4, 20. véase también: Sucesión apostólica.
  28. En el Evangelio según san Juan, Jesús le dice a Pedro: "Apacienta a mis ovejas". De allí el axioma patrístico "Donde está Pedro está la Iglesia" (Ubi Petrus ibi ecclesia).
  29. Dei Verbum, nº4: "La economía cristiana, por tanto, como alianza nueva y definitiva, nunca cesará, y no hay que esperar ya ninguna revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo".
  30. Lumen Gentium, nº8.
  31. Hasta el día 28 de febrero de 2013, después de anunciar el día 11 del mismo mes que renunciaría al cargo. El Papa anuncia su renuncia el próximo 28 de febrero por razones de salud
  32. Catecismo de la Iglesia católica, nº1376.
  33. «Catholic Church in the World by Country» (en inglés).
  34. Véase Augustus Neander, The History of the Christian Religion and Church, During the Three First Centuries, traducido al inglés por Henry John Rose, segunda edición, Nueva York, 1848.
  35. Véase el Dictionnaire de Théologie Catholique. También la Cyclopedia de McClintock y Strong.
  36. Augustus Neander, The History of the Christian Religion and Church, traducido al inglés por Henry John Rose, segunda edición, Nueva York, 1848, pág. 111.
  37. Ruiz Bueno, Daniel (1979). Padres apostólicos. Biblioteca de Autores Cristianos. p. 114. ISBN 84-220-0151-9. 
  38. Pardo Fariña, Felipe (2010). «Observaciones acerca del Primado en la Iglesia a partir de la Carta de Clemente I y otros escritos de la primera centuria cristiana». Veritas (23):  pp. 133-152. doi:10.4067/S0718-92732010000200007. ISSN 0717-4675. http://www.scielo.cl/pdf/veritas/n23/art07.pdf. Consultado el 5 de septiembre de 2012. 
  39. Tratado De Ecclesia de Juan Hus (1371-1415).
  40. Véase el comentario de John L. McKenzie, profesor de teología en Notre Dame en 1971, en la Despertad (22.02.1972 pág.11).
  41. Entre ellos: Contreras, Jaime y Gustav Henningsen (1986). “Forty-four thousand cases of the Spanish Inquisition (1540-1700): analysis of a historical data bank”, en G.Henningsen, JA Tedeschi et al. (comps.), The Inquisition in early modern Europe: studies on sources and methods. Dekalb: Northern Illinois University Press; García Cárcel, Ricard (1976). Orígenes de la inquisición española: el Tribunal de Valencia, 1478-1530. Barcelona: Ediciones Península.
  42. Pérez, Joseph (2006). The Spanish Inquisition: A History. Yale University Press. pp. 173. ISBN 9780300119824. http://books.google.es/books?id=9oL0js9g5kkC. 
  43. Po-chia Hsia, R. (1998). The world of Catholic renewal, 1540-1770. Cambridge: Cambridge University Press; p. 45
  44. Cfr. Presentazione dell’annuario pontificio 2012, 10.03.2012.
  45. Encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), mayo de 2010. Véanse las preguntas 46 y 46a.
  46. Cf. como ejemplo www.catolicosregresen.org
  47. Boletín de ZENIT del 10 de mayo de 2007, ZS07051002. (consultado el 18-11-2012)
  48. Aumento considerable del número de católicos en África (29-4-2010)
  49. Cf. Hechos de los Apóstoles 6, 1-5.
  50. Decía de los cristianos: "Estos impíos galileos no sólo alimentan a sus propios pobres, sino también a los nuestros; recibiéndolos en sus ágapes los atraen como los niños son atraídos con pasteles". en Alvin J. Schmidt, Social Result of Early Christianity, pág.328.
  51. Cardenal Caetano Baluffi, The Charity of the Church: A Proof of Her Destiny, 1885, pág. 16.
  52. a b Toth, Tihamer, Cristo y los cristianos, 3ª edición. Atenas. Madrid; II, pág. 3.
  53. Compromiso social de la Iglesia, Compendio de Doctrina social.
  54. Diario ABC de Madrid, 14-II-1997, pág. 73.
  55. Boletín de ZENIT, ZE980618-3.
  56. Boletín de ZENIT, ZS00012705.
  57. Boletín de ZENIT, ZS00030810.
  58. Centenario de la Catholic Charities USA,2010.]
  59. Revista Ecclesia, nº2949. 12-VI-99. 13.
  60. Cáritas Española mejora las condiciones de vida de 6,25 millones de personas (28/10/2010).
  61. http://www.zenit.org/article-27075?l=/.
  62. Fundación papal Juan Pablo II para el Sahel.
  63. Manos Unidas en Haití.
  64. Loring SI, Jorge, Para Salvarte: Enciclopedia Católica del siglo XXI, Nº96,1. 53ª Edición. I.S.B.N.: 84-856662-96-2, Depósito legal: M-33714-2000.
  65. Secretariado General de la Conferencia Episcopal Española, Estadísticas de la Iglesia católica, 1989, Madrid. págs.43-44. También en: Jesús Polo Carrasco, Razones de la Fe, III, 18. 2ª ed., Ediciones Palabra S.A., Madrid, 1995. I.S.B.N.: 84-7118-911-9.
  66. Público.es (13 nov. 2009).
  67. a b ACI Prensa 10-2-2010" Hospitales católicos representan 26 por ciento de estructuras de salud del mundo", (consultado el 8-9-2010).
  68. Loring SI, Jorge: Ob. cit. Nº 38,4.
  69. Boletín de ZENIT, ZS10082503 (consultado el 25-8-2010).
  70. Por ejemplo, se considera que la educación sexual ofrecida por el estado argentino (La Nación, 28 de julio de 2010) sobredimensiona el "modelo biológico-higienista, al proponer como eje prioritario la promoción de la salud en general y reproductiva en particular" y que no orienta el ejercicio de la sexualidad hacia el amor. En el caso de México (Zenit, 8 de noviembre de 2009), se demanda al Estado que indebidamente se inmiscuye en la educación sexual de los menores, interfiriendo en la facultad que corresponde a los padres, pues desde la perspectiva eclesiástica se trata de un derecho de patria potestad.
  71. Sobre el "preservativo moral", léase la declaración de la Conferencia Episcopal Española "La Iglesia y el SIDA: la solución y el problema" (consultado el 1 de septiembre de 2010). Sobre la crítica de la iglesia a la promoción del sexo seguro, cfr. Alfonso López Trujillo (2003) vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/family/documents/rc_pc_family_doc_20031201_family-values-safe-sex-trujillo_sp.html#Conclusi%C3%B3n "Los valores de la familia contra el sexo seguro", en el VI Encuentro Mundial de Familias, Ciudad de México.</]
  72. «Veinte cosas que quizá no sabías sobre la Iglesia católica», lainformacion.com, 5 de noviembre de 2010. Consultado el 8 de marzo de 2013.
  73. Isidro Catela Marcos (3 de junio de 2012). «10 preguntas con respuestas sobre la financiación y fiscalidad de la Iglesia». Consultado el 7 de marzo de 2013.
  74. a b Gines, Pablo J.. «8000 millones para la Iglesia en Alemania y sólo 250 en España», La Razón, 27 de mayo de 2012. Consultado el 7 de marzo de 2013.
  75. Eduardo A. González. «La financiación de la Iglesia católica en Argentina». Consultado el 7 de marzo de 2013.
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  77. Vidal, José Manuel. «El IBI y la Iglesia católica», El Mundo, 25 de mayo de 2012. Consultado el 8 de marzo de 2013.
  78. Fernando Giménez Barriocanal (25 de Mayo de 2012). «El régimen fiscal de la Iglesia». Consultado el 8 de marzo de 2013.
  79. Comella, Beatriz (s/f), "El Tribunal del Santo Oficio o Inquisición", en Catholic.net.
  80. Goldhagen, Daniel Jonah (2002). La Iglesia católica y el Holocausto: una deuda pendiente. Editorial Taurus. ISBN 9788430604913. 
  81. Juan Pablo II (10 de noviembre del año 1994). «Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente». Ciudad del Vaticano: Libr. Editrice Vaticana. Consultado el 8 de febrero de 2013.
  82. Concilio Vaticano II (1976). «Constitución «Dei Verbum», n° 10». Documentos del Vaticano II (31a. edición). Biblioteca de Autores Cristianos. p. 123. ISBN 84-220-0010-5. «La Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la palabra de Dios, confiado a la Iglesia.» 

Bibliografía adicional

Enlaces externos

  • NEWS.VA, portal de noticias del Vaticano.
  • ACI Prensa Portal de noticias católico.
  • Zenit, agencia de noticias sobre la Iglesia.
 
 
 

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