martes, 25 de junio de 2013

Los Esenios

    
 
 
 
 
Los esenios (del griego «Εσσηνοι», «Εσσαιοι» o «Οσσαιοι»; Essinoi, Esenios, Ossa) eran un movimiento judío, establecido probablemente desde mediados del siglo II a.C., tras la revuelta macabea y cuya existencia hasta el siglo I está documentada por distintas fuentes. Sus antecedentes inmediatos podrían estar en el movimiento hasideo, de la época de la dominación Seléucida (197 a 142 a. C.)
Sobre el origen de la palabra esenios se han tejido varias hipótesis: puede provenir de la palabra "santos" en griego «ὅσιος» ossa, o ser una referencia a "los piadosos" hasidei, en arameo hesé. Escritos árabes se refieren a ellos como magaritas, "de las cuevas".

Documentos

Durante mucho tiempo fueron sólo conocidos por las referencias de autores antiguos, tales como Plinio el Viejo[1] , Flavio Josefo, Filón, Dión Crisóstomo, Hipólito de Ostia y Epifanio de Constancia, aunque para algunos estudiosos, los esenios eran un grupo de ascetas que vivían aislados en comunidades separadas, probablemente la mayoría de los varios miles de miembros de la secta vivían en pueblos y ciudades[2] y una importante comunidad esenia vivía en Jerusalén,[3] en cuyas murallas se encontraba la "puerta de los esenios,[4] que ha sido encontrada ya por los arqueólogos.[3]

La Comunidad

 
Qumrán.
Tras la revuelta Macabea (166-159 a. C.), que habían apoyado pero cuyos resultados finales no compartieron, se retiraron al desierto para "preparar el camino del Señor", bajo el mando de un nuevo líder, el Maestro de Justicia.
Si alguien deseaba ser miembro de la comunidad (Yahad) debía ser instruido, aceptado y luego pasar dos años de prueba para ingresar definitivamente. A los que hacían el juramento y entraban en la comunidad se les exigía una vida entera de estudio de la Ley, humildad y disciplina. No volvían a jurar pues estaban obligados a decir siempre la verdad. Sus bienes pasaban a ser parte de toda la comunidad y, al igual que los frutos del trabajo personal, se distribuían según las necesidades de cada uno, dejando una parte para auxiliar a pobres, viudas, huérfanos, mujeres solteras de edad, desempleados, forasteros y esclavos fugitivos que, sin ser integrantes de la comunidad, requirieran ayuda. Se imponía también la observancia de un estricto código de disciplina, cuya base era la corrección fraterna mutua.[5] Por lo general, las mujeres no eran aceptadas dentro de la comunidad, y los hombres practicaban el celibato toda su vida,[6] aunque según Josefo, una parte de los esenios sí permitían el matrimonio[7] y entre las normas de Qumran se reconoce claramente la opción de casarse,[8] pero se exige monogamia estricta para todas las personas, incluso los reyes.[9]
Administraban la interpretación última de la Ley que había sido revelada a su fundador, a quien se hace referencia en sus escritos como el Maestro de justicia. Este personaje, del que se especula más gracias a los manuscritos del Mar Muerto, actuó hacia el 150 a. C. y se habría opuesto al Sumo Sacerdote Jonatán, hermano de Judas Macabeo, al considerar que había abandonado la fidelidad a Dios. Sus seguidores marcharon a Qumrán, sitio que los integrantes de la comunidad llamaron Damasco. La arqueología muestra que la ocupación de Qumrán fue intensa del 103 al 76 a. C., durante los reinados de Aristóbulo I y Alejandro Janeo, quienes persiguieron cruelmente a sus opositores.
El esenismo no se limitó a Qumrán. Se sabe que en el siglo I en Jerusalén había un barrio esenio. Muchos esenios, unos 4.000, según Flavio Josefo, vivían en las ciudades, de una forma particular, pacifista, en comunidad de bienes, manifestando su doctrina. Según este autor, parte de los esenios no se casaban, pero otros por el contrario sí lo hacían. Entre estos últimos estaban los de Qumrán, que debían contraer matrimonio a la edad de 20 años.
La comunidad de Qumrán, se autosostenía con los trabajos agrícolas. En las ruinas es notable el número de depósitos de agua. Estos eran imprescindibles para las necesidades físicas de la comunidad en medio del desierto, pero también desempeñaban una parte importante de su ritual, que incluía numerosos lavados. Algunos han supuesto que, así como los terapeutas egipcios también, dentro de sus leyes y deberes los esenios eran vegetarianos, pero no hay absolutamente nada que indique tal cosa en los rollos de Qumran.
Se ha especulado con que Jesús de Nazaret y Juan el Bautista tenían relación con ellos o incluso pertenecían a la secta: "parece que Juan el Bautista y tal vez también Jesús y su familia fueron cercanos a esta comunidad. En cualquier caso, en los manuscritos de Qumrán hay múltiples puntos de contacto con el mensaje cristiano. No puede descartarse que Juan el Bautista viviera un tiempo en esta comunidad y haya recibido en ella, en parte, su formación religiosa".[10] Entre ellos se ha querido ver el germen del cristianismo y Renán llegó a escribir que "el cristianismo fue en gran medida el esenismo triunfante".[11]
Respecto a si Jesús perteneció a la congregación de los esenios, se tiene una referencia en el evangelio de Juan 10:22-23, donde habla que Jesús asistió a la fiesta de la Dedicación o Jánuca, de la cual se cree que los esenios no compartían, por considerar dicha fiesta ilegal. Jesús estaba en Jerusalén desde dos meses antes, cuando había ido a la Fiesta de las Tiendas (Juan 7:2-10). Por otra parte, si se sigue los evangelios sinópticos, es posible que Jesús haya celebrado la Pascua en la fecha indicada en el calendario seguido en Qumran, ya que los mismos indican claramente que la última cena fue una celebración de Pascua (Mateo 26:17-19, Marcos 14:12-16, Lucas 22:7-15) y además que la unción de Betania ocurrió dos días antes de la fiesta de los panes sin levadura y la Pascua, mientras que el evangelio de Juan indica que la unción de Betania fue seis días antes de la Pascua (Juan 12:1) y Jesús murió el día anterior a la Pascua oficial (Juan 16:31).[12] Lo cierto es que la Biblia no hace referencia alguna al término Esenio o alguna comunidad con tales características; tampoco se ha encontrado testimonio histórico que designe a alguna comunidad o secta con el nombre de "Esenios" en fuentes hebreas o arameas y los rollos de Qumran usan designaciones como "comunidad de los santos", "congregación de los pobres", "asamblea de los numerosos".[13]

Actualización y controversias

En el siglo XIX, los esenios fueron popularizados por los escritos del espiritista Allán Kardec (1804-1869) y la teósofa Madame Blavatsky (1831-1891).
Estudios recientes, particularmente los relacionados con la Dra. Rachel Elior de la Universidad Hebrea de Jerusalén, sugieren que los manuscritos del Mar Muerto o rollos de Qumrán, no fueron escritos por los Esenios, sino por sacerdotes expulsados del templo de Jerusalén. Para Elior, los Saduceos, una secta descendiente del sumo sacerdote Sadoc que ungió a Salomón como rey, son los verdaderos autores de los rollos de Qumrán, los mismos que pertenecieron al Templo y se trasladaron al Mar Muerto con la intención de protegerlos. Rachel Elior también afirma que los Esenios fueron introducidos por el historiador Flavio Josefo, mientras que no existe mención alguna de los Esenios en los manuscritos del Mar Muerto; a la vez que no se encuentra testimonio histórico de los Esenios en fuentes hebreas o arameas. Considera atípico que personas que hubiesen coexistido en vida comunitaria de forma parca y frugal –contrario a la ley de la Tora– no aparezcan mencionados en fuentes hebreas o griegas.[14]
La autoría saducea de los rollos del Mar Muerto, ha sido refutada por varios expertos,[15] ya que las reglas de Qumran y el Documento de Damasco exigen explícitamente la comunidad de bienes[16] como requisito de ingreso,[17] lo cual era opuesto a las prácticas saduceas. Los qumranitas se designaban como "los pobres", mientras los saduceos pertenecían a la crema de la sociedad rica y aristocrática.[18] Aunque los autores de los rollos encontrados reclaman su origen sacerdotal y por tanto un origen común con los Saduceos, también denuncian que el Templo fue contaminado por la corrupción de los sacerdotes que quedaron allí, por lo cual es imposible que fueran estos últimos al huir quienes hayan preservado los rollos. Durante los años de control saduceo del Templo, del 134 al 76 a. C., durante los gobiernos de Juan Hircano, Aristóbulo I y Alejandro Janneo, los autores de los rollos fueron severamente perseguidos, luego es claro que no eran saduceos sino sus contradictores.[18] La angelología,[15] así como insistencia de los diversos rollos en seguir el calendario solar del libro de los Jubileos y 1 Henoc excluye también la posibilidad de una autoría saducea.
Según The Interpreter’s Dictionary of the Bible, los esenios eran aún más exclusivos que los fariseos y “a veces podían ser más farisaicos que estos mismos”. Sin embargo, mientras los fariseos, para salvar una propiedad, permitían que un sábado se sacara de un pozo a una res accidentada ("vosotros" Mateo 12:11), pero se oponían a curar a las personas en sábado, los esenios se oponían a rescatar una vaca de un pozo el sábado,[19] pero a la vez si se trataba del accidente de una persona un sábado, mandaban quitarse las ropas y rescatar con ellas a quien fuera que hubiera caído al agua, inmediatamente, el mismo sábado.[20] Documento de Damasco (XI:12-15)

Referencias

  1. Plinio el viejo Historia Natural libro v - 73.
  2. Flavio Josefo, Guerra de los judíos II,7.
  3. a b Qumran - Centro de una secta judia del periodo del Segundo Templo y los Rollos del Mar Muerto Israel Ministry of Foreing Affairs.
  4. Flavio Josefo, Guerra de los Judíos 5,145.
  5. Documento de Damasco V:24-VI:1
  6. Plinio el Viejo, Historia Natural, 5,73; Flavio Josefo, Guerra de los Judíos II, 7, 2; Filón de Alejandría, Hypothetica 11,1
  7. Guerra de los Judíos 2,8,13
  8. Documento de Damasco VII: 7-8
  9. Documento de Damasco IV:20-V:2.
  10. Ratzinger, Joseph Papa Bendedicto XV (2007) Jesús de Nazaret I:14. The Doubleday Religious Publishing Group. ISBN 978-0-385-52504-6
  11. Ernest Renán: Jesús en su tiempo. Madrid: Palabra, 2004.
  12. Jaubert, Anne (1954) La date de la dernière Cène; Revue de l'histoire des religions 146 (2): 140-173 .
  13. García Martínez, Florentino (editor y traductor); Textos de Qumrán: 40; Editorial Trotta, Madrid, 1992 (6ª edición 2009).
  14. Ilani, Ofri (2009). The Essenes, Dead Sea Scroll authors, never existed
  15. a b VanderKam, James C. (2005) "La Comunidad de los Manuscritos del Mar Muerto ¿Esenios o Saduces?"; Hershel Shanks (Ed.) Los Manuscritos del Mar Muerto: 105-124. Barcelona: Paidós.
  16. Regla de la Comunidad 1QS V: 2
  17. Regla de la Comunidad 1QS VI: 19-20, 22.
  18. a b Delcor M; F. García Martínez (1982) Introducción a la literatura esenia de Qumrán: 33. Madrid: Ediciones Cristiandad.
  19. Documento de Damasco (XI:12-15)
  20. 4Q 265, f.1, c.II:6-7.

Referencias bibliográficas

  • Vidal Manzanares, César (1993, Barcelona). Los esenios y los rollos del Mar Muerto. Martínez-Roca. 
  • Vidal Manzanares, César (1995, Madrid). Los manuscritos del mar muerto. Alianza. ISBN 84-206-4664-4. 
  • Schonfield, Hugh J. (2005, Madrid). El Enigma de los Esenios: los orígenes del cristianismo y el misterio del verdadero maestro. EDAF. ISBN 978-84-414-1618-5. 
  • Vidal Manzanares, César (2006, Barcelona). Jesús y los manuscritos del mar muerto. Planeta. ISBN 84-08-06528-9. 

Véase también


Los Esenios y los manuscritos del Mar Muerto

     

El hallazgo de los manuscritos del mar muerto
En 1945 tres Pastores beduinos de la tribu ta´amireh, que Vivian en el desierto de Judea, descubrieron una cueva en Qumran, en su interior encontraron diez tinajas cilíndricas y restos de otras que se habían roto por las piedras caídas del techo. Algunas estaban vacías, pero de una de ellas sacaron un extraño paquete de color verdoso que contenía pergaminos. Luego se descubriría que los escritos correspondían al manuscrito de Isaías (es el texto más antiguo que hoy en día disponemos del Antiguo Testamento), al comentario de Habacuc y a la Regla de dicha comunidad que algunos investigadores pensaban que podían ser los esenios. El 11 de abril de 1948 salió a la luz pública la noticia al mundo del hallazgo de estos manuscritos cuya antigüedad se fechaba en torno al siglo II ó III antes de nuestra Era. Entre 1945 y 1966, beduinos y arqueólogos buscaron en el interior de cientos de cuevas a lo largo del desierto que está paralelo al Mar Muerto.
En unas veinte de esas cuevas se hallaron escritos de distintas épocas, que componen un conjunto de textos de tipo bíblicos, apócrifos, documentos de los esenios, cartas y papeles de carácter jurídico-administrativo, así como monedas, restos de utensilios, etc.
Gracias a estos hallazgos podemos ver que apreciaban la ley mosaica y el antiguo testamento además de que podemos observar su extraño lenguaje escrito ya que algunos de sus escritos han sido realizados en símbolos para solo ellos poder entenderlos.

Inicios

 Hacia el año150 a.C. surgen como una verdadera religión. El nombre significa “los piadosos” y les fue dado por las gentes que los conocían, ya que ellos mismos se denominaban “Orden de los Hijos de la Luz”. No existe referencia de ellos ni el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, pero si la hay; a través del historiador y cronista Flavio Josefo (Guerra de los Judíos II, 119-161), de Filón, Plinio y muchos otros, coincidiendo todos en elogios sobre su Regla y del espíritu que les inspiraba. Plinio dice; “son gente solitaria y muy superior al resto de la Humanidad” y que se nutrían merced a la incesante corriente de personas que acudían a ellos en gran número. A Filón, le inspiraron su Tratado para probar que todo hombre bueno es también libre. Para Josefo que hacia los diecinueve años había pertenecido ya a los fariseos, a los saduceos y a los esenios, nos dice que constituyen una hermandad similar a los pitagóricos y que habían renunciado al placer y a las riquezas de la vida.
Tenían todos sus bienes en común, todos debían contribuir con sus trabajos y en retribución, nunca debían de carecer de lo necesario.
Solían vivir más de cien años. No había entre ellos ni esclavos ni señores, pues apostaban por la fraternidad.
Estudiaban las Escrituras tratando de aumentar en el conocimiento profundo de la Verdad, iban siempre de blanco, y su vida estaba siempre presidida por un alto nivel de disciplina.
Los esenios habitaron en la llamada “Ciudad de la Sal”, lugar inhóspito en el desierto de Judea, junto al Mar Muerto.

El llamado maestro de justicia

 La comunidad fue reorganizada por un personaje llamado Maestro de Justicia y continuó en el desierto hasta el terremoto que produjo graves daños en toda la zona, en el año 31 a.C. algunos grupos volvieron al Mar Muerto para luego desaparecer en la historia.

 Los documentos hallados en Qumran, han puesto sobre la mesa su importantísimo papel en el que se inspiró el cristianismo primitivo. La comunidad reflejada en estos documentos es mesianista aguardando la restauración de la línea davídica en el trono de Israel. En el manuscrito de la Guerra, hallado en una de las cuevas a ese Mesías davídico se le llama “el Cetro”.Eran dualistas y con la mentalidad apocalíptica tal y como se refleja en el Nuevo Testamento.
La comunidad de qumran

 Qumran, a unos 17 kilómetros al sur de Jericó y al norte de Ain Gidi, era su lugar principal en Palestina, pero estaban por todo el país, y también en Egipto donde tenían su sede más importante en los alrededores de Alejandría; próximos al Monte Moria o ha Heliópolis según otros.
Los sectarios de Qumran se reconocían a sí mismos como el “grupo” puro de Israel, como la Nueva Alianza. Sus miembros practicaban ritos similares al bautismo de la primitiva comunidad cristiana y marcaban las frentes de sus iniciados con el signo de la X (cruz de San Andrés) se creyó que representaba la letra inicial de la palabra griega Xristos, pero la práctica efectiva de señalar al iniciado “elegido” era la misma.

 Arnauld de Saint-Jacques en su obra Los Templarios y el Evangelio de San Juan: La fuente de Moisés fue Egipto y los iniciados esenios aprendieron de esta misma fuente, aparte de recoger la Tradición hebrea en su pureza a través de textos ocultos de los profanos y los invasores romanos. No cabe ninguna duda de que la Orden de los Hijos de la Luz era una orden monástica, y una orden iniciática que practicaba la cábala, la astrología y la alquimia. Su misión principal era preparar el advenimiento del Mesías, formando un cierto número de iniciados y de santos que ayudaran al Cristo en su Misión Redentora y a los apóstoles.

Jesucristo y los esenios

 Seguramente la Orden Esenia cumplió su cometido, preparando el nacimiento de Jesús, para lo cual tomaron bajo su protección a las familias de María y de José que recibieron formación esenia como la recibiría el mismo Jesús y Juan el Bautista.
Tras morir Cristo, los esenios siguieron prestando sus servicios a los apóstoles y discípulos con tal eficacia y discreción que sólo pasados los siglos, ha sido reconocida su inmensa labor por algunos de los historiadores.

Relación entre los judíos y esenios

 El odio de los jefes judíos contra los esenios era atroz, tomemos como ejemplo el hecho de que el Gran Sacerdote de Jerusalén realizara una expedición violenta contra Qumran donde se asesinó al Maestro de Justicia mientras este oficiaba una ceremonia.
Los esenios, herederos de la Orden de Melquisedec, acusaban a los líderes judíos de usurpación del sacerdocio y de contaminar el santuario ya que rechazaban los sacrificios de animales. Hasta el calendario era objeto de discusión ya que Qumran se regía por el calendario solar, mientras que Jerusalén utilizaba el lunar, por lo que las liturgias no coincidían. Mientras los esenios creían en la esencia de la Tradición del Verbo Solar de Ram, los judíos; habían adoptado el Principio Jónico, simbolizado por la Luna, principio femenino y reflejo del solar.
Los esenios eran conscientes, no sólo creían en una Nueva Alianza, sino, que además vivían ya esta Nueva Alianza.

El final

 Tan viva era su fe que no temían la muerte, por ello causo la admiración de los mismos romanos cuando estos atacaron Qumran.
Josefo nos decía: “Menosprecian los peligros, triunfan del dolor por la elevación de su alma y consideran la muerte, cuando se presenta con gloria, como preferible a una vida mortal. La guerra romana ha probado su fuerza de carácter en toda circunstancia: los miembros apaleados, torturados, quemados y sometidos a todos los instrumentos de martirio con el fin de arrancarles alguna blasfemia contra el legislador o para hacerles comer alimentos prohibidos, no ha podido obligarles ni a lo uno ni a lo otro, ni siquiera sus torturadores han podido alardear de haberles hecho derramar una sola lágrima. Sonrientes durante los suplicios y burlándose de sus verdugos, expiraban con alegría como si pronto volvieran a revivir”. (Guerra de los Judíos, Libro 2º, cap. VII).
La Orden de los Hijos de la Luz fue destruida durante la represión del año 70. Qumran fue arrasada y muchos esenios muertos. Los que escaparon se refugiaron junto a hermanos suyos en las comunidades cristianas. Estos últimos esenios serían uno de los tres grupos de iniciados que formaron el misterioso Priorato de Sión, prolongación oculta de la Orden del Temple.
El temple y los esenios
Resulta curiosa la similitud, en su trascendencia y rigurosidad, entre las liturgias de entrada de ambas órdenes. Ingresar en la secta esenia, así como en la orden templaria, no era fácil, llevándose a cabo complejos rituales de admisión.
El enigma crístico
Si la figura de Juan el Bautista ha provocado dudas sobre su procedencia esenia, el propio Jesús no lo ha sido menos. La figura central del Cristianismo ha sugerido; todo tipo de leyendas para explicar su mensaje. Desde teorías que lo llevan al Himalaya, hasta secretos viajes a Egipto o a la India. La falta de información de Jesús permite todo tipo de especulaciones.
Una cosa si está clara, y es que cada vez se hace más evidente la aportación de los esenios al Cristianismo.



Esenios
 
Una de las tres sectas judías lideres mencionadas por Josefus que florecieron en el segundo siglo AC., las otras dos siendo los Fariseos y los Saduceos.
Concerniente a su origen, historia y dogma hay mucha controversia inconclusa. Las únicas fuentes antiguas que tenemos son algunos párrafos en Philo Judaeus, una descripción un poco más larga en Josefus y una corta nota en Plinio. La siguiente sinopsis es derivada principalmente de los dos primeros.

Son denominados Essæi por Philo, que lo derivó de hosios (sagrado); Essæi y Esseni por Josefus. Su número, según los dos autores era en torno de 4000 y sus principales ubicaciones de residencia, a lo largo de la parte occidental - aunque lejos de la playa – del Mar Muerto. Ellos también habitaban otros sitios - excepto los más aislados -, y pueblos de Palestina, aunque algunos eran encontrados en las ciudades. La secta surgió aproximadamente en el año150 AC (Judas fue el primero en ser llamado de “esenio”, 110 AC) y desapareció a fines del primer siglo DC. Ellos adoraban a un Dios, Creador y Controlador de todas las cosas, omnipotente y omnisciente. Moisés era considerado con altísima estima y blasfemar su nombre significaba la muerte. El sol era considerado con tal reverencia que llega a levantar sospechas de idolatría. Se admitía un Destino, aunque el libre albedrío, aparentemente, no era negado. Se recusaban a participar de los sacrificios en el templo por miedo de impurezas, pero hacia allá enviaban ofrendas; parece que no ofrecían ningún tipo de sacrificio sangriento ya que clamaban que una mente reverente era la mejor ofrenda a Dios. El Sabbat era guardado con la más rigurosa exactitud, no se respondía ni mismo a los llamados de la naturaleza. Reunidos en sus sitios de asamblea, donde se sentaban según la superioridad de edad, la escritura era leída y explanada, generalmente de manera alegórica, por algún miembro sabio. Ellos se lavaban con frecuencia, ya que se daba extrema importancia a la pureza ceremonial y seguían escrupulosamente las prescripciones contra las profanaciones levíticas; mismo un joven tocar un anciano era algo impuro para el último. Cuáles eran sus doctrinas esotéricas nosotros no lo sabemos. La muerte era bienvenida, ya que alegaban que sus cuerpos eran corruptibles y de materia efímera, pero sus almas eran inmortales, viviendo para siempre, y procedían del más sutil éter, siendo atraídas para dentro de los cuerpos como que para una cárcel, a causa de algún deseo natural. Pero cuando se libertaban de las ataduras de la carne, entonces ellas se regocijaban por la liberación de una larga esclavitud, ascendiendo a las alturas. Y estando ellos de acuerdo con la opinión de los griegos, declaraban que los buenos vivían más allá del Océano, en un sitio jamás afligido por la nieve, ni tempestad, ni calor intenso, sino siempre calmo y refrescado por la brisa fresca que soplaba desde el Océano. Para las almas malas, ellos atribuían un antro, tempestuoso y sombrío, repleto de tormentos sin fin. Algunos dedujeron a través de las palabras aquí mencionadas, que los esenios no creían en la resurrección del cuerpo.

Entre sus virtudes, los esenios cultivaban sobretodo la obediencia, la sinceridad, la continencia, la justicia y la templanza; tenían muchas atenciones con los enfermos, respecto con los ancianos, y mostraban mucha hospitalidad y amabilidad con los extranjeros. Consideraban todos los hombres como iguales y la esclavitud como contraria a la naturaleza. Los culpados de crímenes graves eran punidos con una larga exclusión, o total excomunión, las cuales implicaban grande sufrimiento y frecuentemente la muerte, visto que no se permitía que comieran nada preparado por manos de extraños. La Filosofía era rechazada como algo inútil y fuera de la capacidad de comprensión del hombre, pero la Ética era estudiada con celo. Buscaban las propiedades medicinales de la naturaleza, pues dedicaban cuidados especiales a los enfermos, independientemente de su credo, y también investigaban las propiedades de los minerales. A ellos se atribuían poderes mágicos y la habilidad de predecir. Sobre la última, Josefus nos cuenta algunos casos, entre ellos lo del esenio Manahem, el cual predijo el Grande Reinado a Herodes, cuando era sólo un niño, sin ninguna perspectiva regia. Todas las cosas eran de uso común, ni sus casas pertenecían a si mismos. Trabajaban sobretodo en actividades agrícolas, o fabricaban implementos agrícolas o artículos domésticos, pero jamás armas bélicas, las cuales no se les permitía llevar, excepto objetos de autodefensa cuando salían de viaje. Cosechas y pagas iban para los administradores, que se las distribuían según la necesidad de cada uno. Vestimentas y calzados eran usados hasta que se desgastaran. No se permitía comercio alguno, excepto la permuta. La unción con aceite era considerada una profanación. Siervos eran prohibidos como tentaciones que llevaban a la injusticia. Sus gobernantes eran electos, así como sus sacerdotes – si así puedan ser llamados – y sus administradores. En las ciudades, se designaba un encargado para cuidar de los hermanos que estuvieran en tránsito. Una centena de miembros constituía un tribunal cuya decisión unánime era irrevocable. Los miembros eran divididos en cuatro clases. La rutina cotidiana se daba como siegue: se levantaban antes del alba y no hablaban de asuntos profanos antes de nacer el sol, y hacia él encaminaban una oración, como si le pidieron que naciera. Cada uno era entonces enviado a las tareas designadas, en las cuales trabajaban hasta la quinta hora, i.e., las once horas, cuando todos se reunían, y ya se habiendo bañado en agua especialmente exorcizada y vestidos de blanco, entraban al comedor común, quietos y silenciosos. Delante de cada uno se ponía el pan y un plato con un sólo tipo de alimento. Un sacerdote daba gracias y solamente entonces ellos podrían comer. Al fin de la comida, se decía otra oración, se quitaban sus vestimentas blancas y recobraban sus hatos, a continuación trabajaban hasta anochecer, cuando cenaban de la misma manera. Para la comida del mediodía, que aparentemente era considerada un ayuno de sacrificio, siendo preparada por los sacerdotes, no se admitía forasteros, pero para la cena, era todo lo contrario. Llevándose en cuenta que cada uno hablaba a su turno y que observaban grande moderación con la comida y bebida, el silencio en las comidas les parecía a los forasteros, así se cuenta, algo muy solemne y misterioso. Muchos de los esenios alcanzaban mucha edad y obtenían tanta fuerza física y mental que los peores tormentos a ellos infligidos por los romano fallaron en debilitar su constancia y encontraban la muerte con una sonrisa.

La mayoría de los esenios renunciaba al matrimonio, no porque creían haber algún mal en ello pero porque no se fiaban de las mujeres y deseaban paz y armonía. Ellos perpetuaban su secta adoptando niños y admitiendo adultos que estuvieran “hartos de luchar contra el rudo mar de la vida”. Como Plinio dice. Al llegar, recibían un delantal para llevar en sus abluciones, una vestimenta blanca y una herramienta parecida con una pequeña pala con la cual cavaban un hoyo y escondían sus excrementos de los rayos del sol. Por un año se les testaban sus templanzas mientras cumplían de fuera de la comunidad sus reglas ascéticas. Entonces se seguía un nuevo juzgamiento de dos años, durante el cual compartían de los ritos de purificación - pero no de las comidas - de los iniciados. Si considerados satisfactorios, eran elegidos miembros totales y se comprometían bajo terribles juramentos de honrar a Dios, observar la justicia, ser leal a todos, especialmente a las autoridades, y si ellos mismos ejercían tal autoridad, no excederse a los otros por sus vestimentas, amar la verdad y honestidad, no disimular nada a sus compañeros, no revelar nada a extraños, mantener en secreto a todo costo sus libros y los nombres de sus ángeles. Ese era el único momento en que los esenios rendían juramentos, todos consideraban sus palabras tan sagradas que Heródes les excusaba del juramento de fidelidad. Algunos de ellos observaban las mismas reglas aunque casados, pero simplemente por el bien de la orden y solamente tras una probación de tres años y si la mujer les pareciera saludable y capaz de parir.

Los esenios han recibido atención por los últimos tres siglos fuera de toda la proporción de su numero, de su influencia en la vida contemporánea, o de su importancia como un factor de desarrollo religioso. Eso emergió de dos causas, una externa y otra interna. La última fue la curiosa mezcla de elementos judíos y extranjeros en sus dogmas y costumbres. Esa peculiaridad incitó la curiosidad y ejercitó la ingenuidad de los eruditos, para dilucidarse la combinación. Que los esenios eran realmente judíos, no obstante hablando muy probablemente el griego (judíos por raza, dice Josefus), es reconocido. Su creencia en un sólo Dios, reverencia por un sólo Dios, estricta observancia del Sabbat, fanática adherencia a la circuncisión (Hipólito), etc., todo apunta hacia ello; mientras su actitud con relación al sol, elección de sacerdotes, modo de vida, igualados al pitagoreano por el propio Josefus, etc., parecían demostrar influencias ajenas. La fuente de tales influencias, como todo que es esenico, genera controversias, pero hasta ahora nadie tuvo éxito en determinarla satisfactoriamente. El budismo, el parsismo, el pitagorismo (viejo, nuevo y órfico) helenismo, etc., fueron todos aclamados como uno de los padres de esa secta híbrida. Es suficiente decir que las influencias persas-babilónicas, a través de la Cautividad, el helenismo filtrándose a través de Alejandría y el uso de la lengua griega se pueden ampliamente contar como elementos extranjeros. La alegación de que sus elementos - si despojados de su apariencia griega - pueden tener sus raíces en fundamentos bíblicos, no es fácilmente rechazada. La causa externa de tanta atención fue la tendencia de los deístas ingleses y racionalistas continentales, los cuales se esforzaron en transformar los esenios en predecesores desde los cuales, gradualmente y bien naturalmente, los cristianos se desenvolvieron, y los masones, que simularon hallar en el esenismo la pura cristiandad. En consideración a tales quimeras, es suficiente decir que hay entre el esenismo y el cristianismo algunos puntos de semblanza; no podría ser de otra forma ya que el esenismo era judío en sus orígenes y el cristianismo no fue destructivo, sino progresivo. En cambio, las diferencias son fundamentales. Que Juan Baptista y Cristo eran esenios no es más que mera suposición basada en analogías que surgieron, natural y independientemente del ascetismo y de la pobreza voluntaria. Luego, de la misma forma, la alardeada dependencia entre esenismo y monasticismo puede ser solucionada en las peculiaridades necesarias a cualquier vida ascética, comunista (ved “Wuccu” en “Studien u. Mittheilungen d. Ben. Cist. Ordens”, 1890, I 223-30; Berliere en “Revue Bénéd”, 1891, VIII, 12-190). “ La actitud de Jesús y sus discípulos es totalmente antiesenica”. (Jewish Encyc.). El riguroso silencio sobre cualquier Mesías se debe parte quizás al secreto de los esenios y, principalmente, sin duda, a Su rechazo por parte de su cronista Josefus. En fin, nuestro conocimiento actual de los esenios es superficial y nada fiel, sino que sus fuentes son escasas, tendenciosas y no-fiables.
Fuentes antiguas: Philo, Quod Omnis Probus Liber, xii, también sumarios de su Apologia Jud. en Eusebius, Præp. Evang., VIII, xi; Josefus, Bell. Jud., XIII, v, 9; XV, x, 4-5; XVIII, i, 5, etc., en tr. Complete Works (Paris, 1875), ed. Dindorf; Plinio, Hist. Nat. V. xvi-xvii; Hipólito, Philsophumena (Göttingen, 1859) IX; Epifanio, Hæreses, xix.
Literatura Moderna. – muy larga. Ved: Lightfoot, Collosians and Philemon (London, 1884); Edershiem, Life and Times of Jesus the Messiah (New York, 1896), I; Riggs, Hist. of the Jew. People (New York, 1900); Morrison, The Jews under Roman Rule (New York, 1890); Oesterley and Box, The Religion and Worship of the Synagogue (New York, 1907), vi; Keim, Hist. of Jesus of Nazara (London, 1873; Prideaux, Connection of the O. and N. Test.; Carpzovius, Apparatus Hist-Crit (Leipzig, 1748), 31, 215; Schürer, A Hist. of the Jewish People in the Time of Christ (tr. Edinburgh, 1886), una bibliografia completa; Greitz, Gesch. d. Juden (1905), III (tr. London, 1892); Döllinger, Heidenthum u. Judenthum (1857) tr., The Gentile and the Jew (London); Ewald, Gesch, d. Volk Israel (1868), tr. Hist. of Israel (London, 1870); Krüger, Beiträge zur Hennt. d. Pharisäer u. Essener in Theol. Quart. (Tubingen, 1894); Friedländer, Zur Entstehungsgesch. d. Christenhums (Vienna, 1894; Idem, Die religiösen Bewegungen d. Judent im Zeit. Jesu (Berlin, 1905); Smith, Dict. of the Bible; Ginsburg in Dict. Christ. Biog.; Conybeare in Hast., Dict. of Bible, s. v.; Idem, Dict. of Christ and the Gospels, s. v.; König in Kirkenlex.; The Jewish Encyclopedia.

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