lunes, 24 de junio de 2013

Pablo I Papa, Santo


XCIII Papa, 28 de junio
 
Pablo I, Santo
Pablo I, Santo

XCIII Papa

Martirologio Romano: En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, por la noche, en silencio, visitaba las casas de los enfermos pobres, prestándoles ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León, para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, cuidó de trasladar desde los cementerios en ruinas al interior de la ciudad, en los diversos títulos y monasterios, los cuerpos de los mártires, en medio de himnos y cánticos (767).

Etimológicamente: Pablo = Aquel que es pequeño o débil, es de origen latino
Fecha de nacimiento desconocida; muerto en Roma el 28 de Junio de 767.

Era hermano de Esteban II. Habían sido educados para el sacerdocio en el palacio Laterano. Esteban confió a su hermano, que aprobaba la línea de conducta del Papa con respecto al rey Pipino, muchos asuntos eclesiásticos, entre otros la restauración a los Estados Romanos de las ciudades que habían sido tomadas por los reyes lombardos Astolfo y Desiderio; Desiderio prometió devolver estas ciudades.

Mientras Pablo estaba con su hermano moribundo en el Laterano, una parte de los romanos se reunió en casa del arcediano Teofilacto para asegurar la elección de éste a la sede papal. Sin embargo, inmediatamente después del entierro de Esteban (murió el 26 de Abril de 757) Paulo fue elegido por una gran mayoría, y recibió su consagración episcopal el 29 de Mayo.

Pablo continuó la política de su antecesor hacia el rey de los francos, Pipino, y por eso mantuvo la supremacía papal sobre Roma y los distritos de Italia central frente a los esfuerzos de los lombardos y el Imperio de Oriente. Pipino envió una carta al pueblo romano, exhortándole a permanecer fiel a San Pedro.

En la respuesta enviada por el senado y el pueblo de Roma al rey franco, se urgía a éste para que completara la extensión de la provincia romana que él había arrebatado a los bárbaros, y a perseverar en la obra que había comenzado. En 758 le nació una hija a Pipino, y el rey envió al Papa las ropas usadas en el bautismo como presente, renovando de esta forma el patrocinio papal.

Pablo le dio las gracias e informó a Pipino de la acción hostil de Desiderio, que había incumplido su promesa de entregar las ciudades de Imola, Osimo, Ancona y Bolonia a Roma, y también había devastado la Pentápolis en su expedición contra los rebeldes duques de Spoleto y Benevento. Los dos ducados fueron conquistados y anexionados por Desiderio (758). En Benevento Desiderio mantuvo una conferencia con el embajador griego Georgios, y acordaron una alianza mutua de bizantinos y lombardos en Italia central. En su camino de regreso Desiderio llegó a Roma, y cuando el Papa le pidió la devolución de las antedichas ciudades, rehusó obedecer. Prometió devolver Imola, pero a condición de que el Papa persuadiera a Pipino de devolverle los rehenes lombardos que el rey franco se había llevado, algún tiempo antes, en la época de su segunda victoria sobre el rey lombardo Astolfo. Si Paulo no hacía esto, Desiderio lo amenazaba con ir a la guerra contra él.

El Papa estaba en un gran apuro. Encontraba difícil incluso conseguir que el rey franco fuera informado de su situación. Dio dos cartas al obispo Jorge de Ostia y al sacerdote romano Esteban, sus embajadores a Pipino, que hicieron el viaje con el mensajero franco Ruperto. En la primera carta destinada a garantizar a los embajadores un viaje seguro a través del territorio lombardo, daba su conformidad a las demandas de Desiderio y pedía a Pipino que accediera a los deseos de los lombardos firmando un tratado de paz y devolviendo los rehenes.

Al mismo tiempo los enviados tenían que dar al rey franco una segunda carta secreta, en la que el Papa le comunicaba los últimos sucesos, le informaba del acuerdo de Desiderio con los bizantinos para la conquista de Ravena, e imploraba a Pipino que viniera en ayuda del Papa, a castigar al rey lombardo y a forzarle a entregar las ciudades que retenía. Hacia el final de 759 otra embajada fue enviada a Pipino. A primeros de 760 dos embajadores francos, el obispo Remigio de Ruán, hermano de Pipino, y el duque Ansgar, se presentaron ante Desiderio, quien prometió devolver su patrimonio a la Iglesia Romana en Abril, y también entregar las ciudades pedidas por el Papa.

Pero de nuevo rehusó llevar a efecto sus promesas, las demoró, e incluso se introdujo por la fuerza en territorio romano. Una vez más Pablo imploró la ayuda del rey franco. La situación se hizo aún más amenazadora por la acción bizantina. Georgios había ido del sur de Italia a la corte de Pipino y allí había vencido al embajador papal, Marino. Pese a todos sus esfuerzos Georgios no pudo hacer cambiar de opinión a Pipino. En 760 se extendió por toda Italia la noticia de que una gran flota bizantina estaba navegando hacia Roma y el reino franco.

Más tarde se informó que los bizantinos pretendían enviar un ejército a Roma y Ravena. El arzobispo Sergio de Ravena recibió una carta del emperador bizantino, en la que buscaba obtener la sumisión voluntaria de los habitantes de Ravena. El mismo intento se hizo en Venecia. Sergio envió la carta del emperador al Papa, y el Papa lo notificó a Pipino. En caso de guerra con el Imperio de Oriente era importante asegurarse el apoyo de los lombardos y consiguientemente Pipino deseaba llegar a un acuerdo con Desiderio. Enseguida el rey lombardo mostró mejor disposición en la cuestión del patrimonio romano incluido en territorio lombardo, y cuando visitó Roma en 765, las disputas fronterizas entre el Papa y él fueron arregladas.

El rey franco mandó ahora a Desiderio a ayudar al Papa a recobrar el patrimonio romano en las regiones del sur de Italia bajo gobierno bizantino, y a apoyar los derechos eclesiásticos del Papa frente a los obispos de estos distritos. La oposición de Pablo a los planes del emperador Constantino Coprónimo no tenía realmente base política. El propósito del Papa era defender la ortodoxia eclesiástica en lo referente a la doctrina de la Trinidad y a la veneración de las imágenes contra el emperador de Oriente. Pablo despachó repetidamente legados y cartas referentes a la veneración de las imágenes al emperador de Bizancio. Constantino envió embajadores a Europa Occidental que, al presentarse ante el rey Pipino, no disimularon su intención de negociar con él lo referente a cuestiones dogmáticas, además de sobre la sumisión del exarcado de Ravena a la soberanía bizantina. Los legados papales también se presentaron ante Pipino en relación con estas cuestiones. A su vuelta, los legados pudieron dar garantías de nuevo al Papa sobre las opiniones del gobernante franco, que mantuvo junto a sí a dos de los embajadores papales, el obispo Jorge y el sacerdote Pedro.

En 767 se celebró un sínodo franco en Gentilly, cerca de París, en el que se mantuvieron las doctrinas de la Iglesia relativas a la Trinidad y la veneración de las imágenes. Pablo mostró gran actividad y celo en alentar la vida religiosa en Roma. Convirtió su hogar paterno en monasterio, y cerca de él construyó la iglesia de San Silvestro in Capite. La creación de esta iglesia condujo a la celebración de un sínodo en Roma en 761. A esta iglesia y a otras iglesias de Roma, Pablo trasladó los huesos de numerosos mártires desde sus deteriorados santuarios de las catacumbas devastadas por los lombardos en 756.

Trasladó las reliquias de Santa Petronila (vid.) de la catacumba de Santa Domitila a una capilla en San Pedro, erigida por su predecesor para este fin. La leyenda de Santa Petronila motivó que en esa época fuera considerada hija de San Pedro, y como tal se convirtió en la patrona especial romana de los gobernantes francos. Paulo también construyó un oratorio de la Santísima Virgen en San Pedro, y una iglesia en honor de los Apóstoles en la Vía Sacra, más allá del Foro Romano. Murió cerca de la iglesia de San Pablo Extramuros, donde había ido durante el calor del verano. Fue enterrado en esta iglesia, pero tres meses después su cuerpo fue trasladado a San Pedro. El "Liber Pontificalis" también alaba la caridad cristiana y benevolencia del Papa a la que se unía su firmeza. Pablo es venerado como santo.

Su fiesta se celebra el veintiocho de Junio.


San Pablo I, papa
fecha: 28 de junio
†: 767 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, san Pablo I, papa, quien, afable y misericordioso, de noche visitaba en silencio las viviendas de los enfermos pobres y les prestaba ayuda. Defensor de la fe ortodoxa, escribió a los emperadores Constantino y León para que restituyeran el culto a las sagradas imágenes. Muy devoto de los santos, trasladó entre himnos y cánticos los cuerpos de los mártires desde los cementerios en ruinas a los diversos títulos y monasterios del interior de la ciudad, y promovió su culto.

El sucesor del papa Esteban III en el trono de San Pedro, fue Pablo, su hermano menor. Los dos habían recibido al mismo tiempo su educación en la escuela de Letrán, juntos fueron elevados a la dignidad de diáconos por el papa san Zacarías, y Pablo siempre estuvo estrechamente unido a Esteban, a quien cuidó con ternura en su última enfermedad. No es de extrañar que, al ascender al papado, conservase estrictamente la política de su hermano. Un contemporáneo, cuyos escritos figuran en el Liber Pontificalis, rinde elocuentes tributos al carácter personal del papa Pablo y hace resaltar su bondad, su clemencia y su magnanimidad. Siempre estaba dispuesto a ayudar a los necesitados y jamás devolvió mal por mal. A menudo, aprovechaba las sombras de la noche para escurrirse en las prisiones a redimir a los deudores pobres encarcelados; en ocasiones, consiguió devolver la libertad a reos condenados a muerte. Si acaso llegaba a fallar en la justicia, era por exceso de misericordia.

El pontificado de Pablo, que tuvo diez años de duración, gozó de una paz relativa en el extranjero, debido a sus buenas relaciones con el rey Pipino, y una completa tranquilidad en su propia sede, debido a su firme gobierno; no deberíamos decir «firme», porque es una palabra que sugiere la dureza, pero así fue: la firmeza de la administración de Pablo I ofrece un marcado contraste con la bondad y dulzura de carácter del que habla el Liber Pontificalis. Al mismo tiempo, los registros de su pontificado, constituyen un largo relato de diplomacia política; en las palabras de Mons. Mann: «Por medio de un incesante esfuerzo de diplomacia, Pablo I evitó que los lombardos por una parte y los griegos por la otra, hiciesen o intentasen hacer algo en contra de los recién adquiridos poderes temporales del Sumo Pontífice; con brillante destreza, consiguió que los grandes y graves acontecimientos quedasen sólo a punto de suceder». Se mantuvo siempre en los mejores términos con el rey Pipino, a quien enviaba cartas extremadamente corteses, regalos (incluso un órgano) y reliquias de los mártires.

En Roma propiamente dicha, las actividades del Papa tomaron una forma más concreta todavía. Como las catacumbas habían quedado reducidas a escombros por la carcoma del tiempo y el paso de los bárbaros, el Papa se dedicó a trasladar las reliquias de muchos santos y mártires a las iglesias de la ciudad. Entre los restos qué recuperó, figuran los de santa Petronila, la supuesta hija de san Pedro, que fueron sepultados en un mausoleo recién restaurado que, con el tiempo, llegó a conocerse como Capilla de los Reyes de Francia. El santo Pontífice construyó o reconstruyó una iglesia de San Pedro y San Pablo y también erigió un oratorio en honor de Nuestra Señora dentro de su propia iglesia de San Pedro. En la mansión familiar, que convirtió en monasterio dedicado a los papas San Esteban I y San Silvestre, instaló a los monjes griegos que habían escapado de la persecución iconoclasta. La iglesia adjunta, reconstruida por el Papa y puesta al servicio de los religiosos refugiados, tomó el nombre de San Silvestre in Capite, porque ahí se guardó una cabeza que los griegos trajeron del Oriente y que era, según se afirmaba, la de san Juan Bautista. Once siglos más tarde, la misma iglesia, nuevamente reconstruida, fue entregada para el culto de los católicos ingleses, por el Papa León XIII. El Papa Pablo I se hallaba en san Pablo Extramuros, a donde había ido para escapar al agobiante verano de Roma, cuando fue atacado por una fiebre que resultó fatal. Murió el 28 de junio del 767.

El Liber Pontificalis en la edición de Duchesne (vol. I, pp. 463-467), es la fuente más digna de confianza para una estimación del carácter personal del Papa. Las cartas de Pablo I, se encuentran en MGH., Epistolae, vol. III, edición de Gundlach.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

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