miércoles, 7 de agosto de 2013

EL CREDO DE JESÚS

 

Rostro_de_Jesus_(32)
 
Es hipotético. No está escrito en ningún libro, ni lo enseña ninguna tradición, pero si examinamos detenidamente lo que nos dicen de Jesús los evangelios, podemos concluir con acierto, hasta dónde llegaba la fe de Jesús, y cómo la expresaría.
Yo, Jesús de Nazaret, creo que Yahvé, el Dios de Israel, es el único Dios; el creador del cielo y de la tierra, y de todo cuanto hay en ellos; el dueño y señor del mundo y de la historia. Y creo, también, que es un Dios infinitamente bueno, infinitamente sabio, infinitamente justo, e infinitamente poderoso. Un Dios absolutamente fiel, veraz, humilde y santo. Un Dios de amor y de perdón, rico en misericordia y compasión. Un Dios de vida y esperanza.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, que Dios es mi Padre y que yo soy su Hijo muy querido. Y creo también, que Dios es Padre de todos los hombres y mujeres que han existido, que existen, y que existirán, y que no hace acepción de personas, ni exclusiones de ellas, por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, con todas las fuerzas de mi alma, que mi Padre me ama como ama a todos los hombres y mujeres del mundo, con el amor más grande que se pueda imaginar, porque él mismo es amor. Un amor que se da, que se entrega. Un amor que crea y que salva. Un amor que ama de una manera especial a las personas más débiles, y a todos los que sufren. Un amor que es capaz de todo. Un amor que no se acabará nunca.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, que Dios Padre me envió a la tierra para realizar una misión muy especial, una misión que yo quiero cumplir por encima de todo, porque la Voluntad de mi Padre, los buenos deseos de mi Padre, son también los míos. Una misión de amor y de vida; una misión de misericordia y de perdón; una misión de salvación para todos los hombres y mujeres de la tierra, sean quienes sean y hagan lo que hagan.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, que el lugar donde Dios está más a gusto, el lugar donde desea reinar por siempre, es el corazón humano, donde habita desde el principio de los tiempos. Y creo también que su bondad con los hombres no tiene límite, y tampoco su misericordia, su compasión, su perdón, su deseo profundo de que todos sus hijos sean buenos y felices por siempre.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, que el mayor anhelo de Dios es que todos los hombres y mujeres del mundo se amen, se apoyen, se ayuden, y se sirvan unos a otros, como verdaderos hermanos Que nadie se crea superior a los demás, por ningún motivo. Que se respeten, que sean solidarios y fraternos, y se socorran mutuamente en sus necesidades. Que se perdonen siempre que sea necesario, y que nadie guarde rencor a nadie.
Yo, Jesús de Nazaret, creo que en su sabiduría infinita, Dios sabe sacar bienes de los males, y llevar adelante sus proyectos, porque es el Dios de la esperanza.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, que el amor es lo fundamental en la vida. Que la verdad hace libre a los seres humanos. Que la paz nace en el corazón. Que la verdadera felicidad procede de Dios y a él conduce.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, que ni el amor ni el perdón, tienen límites. Que nadie llega a Dios sin pasar por los hermanos. Que la vida se vive a plenitud en el servicio. Y creo también, que nadie puede servir a Dios y al dinero, o a Dios y al poder, o a Dios y a los ídolos del mundo, a la vez, por mucho que se esfuerce.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, que para servir a Dios de verdad, como él merece ser servido, hay que ser humildes y sencillos como los niños.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque yo mismo lo he vivido, que la fe verdadera, se hace realidad en las obras de cada día. Y creo firmemente, que la felicidad que los seres humanos buscan con tanto afán, procede de Dios y a él conduce.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, porque lo siento en mi corazón, y lo he experimentado en mi vida personal, que el sufrimiento tiene un sentido. Y creo también, que cuando se acepta y se vive con paciencia y generosidad, y se ofrece a Dios, se convierte en dolor que redime y que salva.
Yo, Jesús de Nazaret, creo, que quien cree en Dios Padre que me envió, y cree también en mí, como su Hijo amado, aunque muera, vivirá para

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