viernes, 9 de agosto de 2013

Euplo (Euplio), Santo


Diacono y mártir, 12 de agosto
 
Euplo (Euplio), Santo
Euplo (Euplio), Santo

Euplo

Martirologio Romano: En Catania, de Sicilia, san Euplo, mártir, que, según la tradición, en la persecución desencadenada por el emperador Diocleciano, cuando llevaba en sus manos los volúmenes de los Evangelios, fue encarcelado por el gobernador Calvisiano y cuando, interrogado de nuevo, respondió que se gloriaba de tener en el corazón los Evangelios, fue flagelado hasta morir (304).
San Euplo (o Euplio), diacono, fue martirizado durante el noveno consulado de Diocleciano y el octavo de Maximiano el 12 de agosto de 304, su pasión se relata así: “El diacono Euplo, hallábase en el espacio detrás del velo del tribunal, y desde allí gritó: «soy cristiano, quiero morir por el nombre de Cristo». Calviniano, el gobernador, lo mandó llamar, y le ordenó leer algo de los libros que Euplo portaba, él leyó: «Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos», luego dijo, «s la ley de mi Señor, tal como ha sido transmitida».

Calviniano ordeno que fuera torturado, para convencerlo de que se desdijera de su fe, pero la respuesta de Euplo fue ratificar que era cristiano, persignarse y seguir orando mientras los verdugos seguían cumpliendo las órdenes recibidas. Fue invitado nuevamente a adjurar y presentar ofrendas a los dioses romanos, Euplo respondió que el sólo adoraba al Dios verdadero, luego de esto Calviniano ordeno que fuera flagelado hasta morir.



San Euplo, mártir
fecha: 12 de agosto
†: 304 - país: Italia
otras formas del nombre: Euplio, Eruplo
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Catania, de Sicilia, san Euplo, mártir, que, según la tradición, durante la persecución desencadenada por el emperador Diocleciano, fue encarcelado por el gobernador Calvisiano por haber sido encontrado con el libro de los Evangelios entre las manos, e, interrogado de nuevo, respondió que se gloriaba de tener los Evangelios en su corazón, por lo cual fue flagelado hasta morir.

El 29 de abril DE 304, durante la persecución de Diocleciano, un hombre llamado Euplo o Eruplo gritó frente a la corte del gobernador de Catania, en Sicilia: «Soy cristiano y estoy pronto a morir por mi fe». El gobernador, Calvisiano, mandó que trajesen inmediatamente a su presencia al autor de ese reto. Euplo se presentó ante el gobernador con un libro de los Evangelios, por lo cual uno de los circunstantes le dijo: «Los emperadores han prohibido esos libros».

Calvisiano: ¿De dónde sacaste esos libros? ¿De tu casa?
Euplo: No tengo casa, como el Señor lo sabe bien.
Calvisiano: ¿Son tuyos esos libros?
Euplo: Ya lo veis.
Calvisiano: Sí, ya veo que están en tu poder. ¿De qué clase de libros se trata? Léeme algo de ellos.
Euplo: Los conozco casi de memoria. Son los Evangelios según San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan.
Calvisiano: ¿Y qué significa eso?
Euplo: Es la ley del Señor, que yo he recibido de El.
Calvisiano: Alguien tuvo que enseñártela.
Euplo: Acabo de decirte que la recibí de Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios.
Calvisiano: ¡Basta! ¡Conducidle a la prisión!

Más de tres meses después, el 12 de agosto, Euplio compareció de nuevo ante el gobernador.
Calvisiano: ¿Qué me cuentas de nuevo?
Euplo: Te repito lo que te dije la primera vez que te vi.
Calvisiano: ¿Conservas aún esos malvados libros?
Euplo: Sí.
Calvisiano: ¿Dónde están?
Euplo: En mi interior.
Calvisiano: Si todavía los tienes, muéstralos.
Euplo repitió: «Los tengo en mi interior» y, con un gesto indicó al gobernador que los sabía de memoria. Entonces Calvisiano le condenó a ser torturado hasta que confesase a los dioses. Como todo resultase en vano, el gobernador le exhortó nuevamente: «Los enemigos de nuestras ilustres divinidades y cuantos se atreven a desafiar a los emperadores y persisten en sus crímenes, morirán cruelmente. Euplo ha dicho necedades ante esta corte, y yo le conjuro a retractarse si no quiere morir». Pero las palabras de Calvisiano no produjeron efecto alguno sobre Euplo, quien fue condenado y murió decapitado.

Las actas de Euplo producen una impresión favorable. Existen tanto en griego como en latín. El texto latino puede verse en Acta Sanctorum, agosto, vol. II, y en Ruinart. El texto griego se hallará en Cotelerius, Ecclesiae Graecae Monumenta, vol. I, pp. 192-200. Pero la mejor edición de ambos, junto con la de otros textos nuevos, es la de Pió Franchi de Cavalieri, Studi e Testi, vol. XLIX (1928); el mismo autor discute a fondo la cuestión en Note agiografiche, serie sexta. El Hieronymianum conmemora a san Euplo; cf. Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 436. La iconografía lo suele representar con la dalmática de diácono, seguramente por la asociación entre la predicación del Evangelio y el ministerio diaconal.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

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