jueves, 29 de agosto de 2013

Exorcismo Papa Francisco

Exorcismo Papa Francisco - Plaza San Pedro - Mayo 19 de 2013 - Benedicto XVI - Audiencia con Satanás
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VATICAN INSIDER, LA STAMPA, it, Martes 21 de mayo de 2013

El padre Amorth insiste en el exorcismo del Papa Francisco: "si Lombardi desmintió, no entendió nada".

"El Papa llevó a cabo un gesto de atención especial y de bendición particular para el chico, no fue un exorcismo". Lo dijo Dino Boffo, director de Tv2000, hablando en vivo a través del canal de la Conferencia Episcopal Italiana sobre la oración de Francisco al final de la ceremonia del domingo pasado, cerca del Arco de las Campanas.

"Como director, no puedo no apelar el pacto de transparencia y confianza que existe con los espectadores -indicó Boffo-, y admitió que este episodio ha creado en mí cierto disgusto y tristeza, por haber, involuntariamente, determinado la difusión de una noticia verdadera, pero sólo en parte, porque el Papa no se reconoce en la palabra "exorcismo". "No culpo a nadie -indicó el director de Tv2000- y asumo la responsabilidad, además de pedir disculpas por haber enturbiado la verdad de los hechos y por las personas involucradas; en particular pido disculpas al Santo Padre. No queríamos achacarle un gesto que no tenía intención de llevar a cabo. Este episodio, para nada clamoroso, que aparece hoy en los periódicos no nos deja con muy buena imagen, pero nos servirá como enseñanza. Y nunca volverá a suceder".

Ayer por la tarde, el director de la Sala de Prensa del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, había precisado que en la Plaza de San Pedro Francisco "no pretendía llevar a cabo un exorcismo, sino simplemente rezar por el sufrimiento de una persona", que le presentó el padre Juan Rivas, de la Legión de Cristo.

En cambio, el padre Amorth, sacerdote y exorcista, insistió en que se trató de un exorcismo. "Lo que hizo el Papa Francisco fue un verdadero exorcismo; si el padre Lombardi lo desmintió quiere decir que no entendió nada". Es la opinión del padre Gabriele Amorth, que habló en un programa radiofónico italiano ("Un giorno da pecora") sobre el episodio del domingo pasado. "Eso fue un verdadero exorcismo, y les puedo decir más: el chico al cual el Papa exorcisó, hoy, a las 11:30, vino a verme", subrayó.

¿Y qué tiene el chico?  "No se trata de un chico, tiene 43 años, una esposa e hijos. Se llama Ángel y está poseído por cuatro demonios. Hoy le hice un exorcismo largo". Entonces, le preguntaron en la entrevista radiofónica, ¿el Papa no logró curarlo?  "Podemos decir que le hizo un exorcismo, porque un exorcismo también es el que se hace poniendo las manos en la cabeza de la persona y rezando, sin recurrir a los exorcismos escritos".

"El Papa antes se reunió con estos jóvenes, después se les acercó un sacerdote y le dijo que este chico, que es mexicano, estaba poseído por cuatro demonios", indicó Amorth, según el cual la posesión en cuestión "es una venganza del demonio en contra de los obispos mexicanos, porque ellos no se opusieron al aborto como habrían debido. Este joven sólo será liberado cuando los obispos se arrepientan de no haber intervenido; tendrán que hacer penitencia por no haber intervenido".

Y, con respecto a las declaraciones del padre Lombardi, indicó el experto italiano: "Yo tengo tres casos de exorcismos que hizo Juan Pablo II, sin ningún libro de exorcismos".


Benedicto XVI, audiencia con Satanás


Publican el nuevo libro "El último exorcista. Mi lucha contra Satanás" del decano de los exorcistas italianos, el padre Gabriele Amorth, con historias inéditas e impresionantes, que escribió con el vaticanista Paolo Rodari (Piemme, 263 pp). Éste es un fragmento del capítulo dedicado al Papa Ratzinger:

"Es una mañana de mayo del año 2009. Joseph Ratzinger es Papa desde hace cuatro años. Durante su pontificado ha hablado muchas veces sobre Satanás. Sé que para él el demonio es un demonio existente, que lucha y que actúa contra la Iglesia y contra él. De otra forma, no se explicarían frases de este tipo:
"Por todos los que continúan pecando sin mostrar ninguna forma de arrepentimiento, la perspectiva es la perdición eterna, el infierno, porque el apego al pecado puede conducirnos al fracaso de nuestra existencia. Es el trágico destino que espera a los que viven en el pecado sin invocar a Dios. Sólo el perdón divino nos da la fuerza para resistir al mal y dejar de pecar. Jesús vino para decirnos que nos quiere a todos en el Paraíso y que el infierno, del que se habla poco en este nuestro tiempo, EXISTE y es ETERNO para todos los que cierran su corazón a su AMOR".
O como ésta:
"Hoy constatamos nuevamente con dolor que a Satanás le han concedido cribar a los discípulos visiblemente ante todo el mundo. Y sabemos que Jesús reza por la fe de Pedro y de sus sucesores. Sabemos que Pedro, mediante las aguas agitadas de la historia, va a encontrarse con el Señor y corre el riesgo de ahogarse, pero siempre la mano del Señor le salva y le guía en las aguas".
Hace calor en la Plaza San Pedro. La primavera ya entró hace tiempo. El sol cae sobre la plaza en la que una multitud de fieles espera al Papa. Es miércoles, el día de la audiencia general. Los fieles han venido desde todas las partes del mundo. Un grupo de cuatro personas entra desde el fondo de la plaza. Dos mujeres y dos hombres jóvenes. Las mujeres son mis asistentes. Me ayudan durante los exorcismos, rezan por mí y por los poseídos y asisten dentro de lo posible a los poseídos en su largo y difícil recorrido de liberación. Los dos jóvenes son dos poseídos. Nadie lo sabe. Sólo lo saben ellos y las dos mujeres que les "escoltan".

Aquel miércoles, las mujeres deciden llevar a ambos a la audiencia del Papa, porque creen que podría aprovecharles. No es un misterio que muchos gestos y palabras del Papa hacen que se enoje Satanás. No es un misterio que incluso su sola presencia inquieta y de alguna manera ayuda a los poseídos en su batalla contra aquel que les posee. Los cuatro se acercan hacia el "palco" desde el que Benedicto XVI ha comenzado a hablar hace poco tiempo. Los guardias suizos les detienen. No tienen boletos para continuar. Las dos mujeres insisten. Es importante para ellas lograr llevar a los poseídos lo más cerca posible del Papa. Los guardias suizos no admiten excusas y les intiman a alejarse. Así, una de las dos mujeres finge sentirse mal. La escena obtiene resultado. Los cuatro son dirigidos al otro lado de las vallas, en los lugares reservados a los minusválidos.
"¿Habéis visto, Juan y Marco?"
Preguntan las mujeres a los dos poseídos.
"Lo hemos logrado. Dentro de poco llegará el Papa y estaremos cerca de él"
Los jóvenes no hablan. Están extrañamente silenciosos. Es como si los que les poseyeran (se trata de dos demonios diferentes), estén comenzando a entender quién llegará a la plaza dentro de poco. Suenan las diez. Desde el arco de las campanas, el portón al lado de la Basílica vaticana, sale un jeep blanco con tres hombres a bordo. Un conductor, el Papa de pie y, sentado a su lado el secretario particular, monseñor Georg Gänswein.
"Mantén el control, Juan. No dejes que te domine. Reacciona. Mantén el control"
La otra mujer le dice las mismas palabras a Marco. Juan no parece escuchar las palabras de la mujer. De repente, se gira y le dice con voz lenta y que parece venir de no se sabe cuál mundo:
"Yo no soy Juan"
La mujer ya no dice nada. Sabe que sólo un exorcista puede hablar con el diablo. Si ella lo hiciera sería muy arriesgado. Así, permanece en silencio y se limita a sostener el cuerpo de Juan, que ahora está completamente en manos del demonio. El jeep gira por toda la plaza. Los dos poseídos se pliegan en el suelo. Se golpean la cabeza contra el pavimento. Los guardias suizos les observan pero no intervienen. ¿Será que están acostumbrados a escenas de este tipo? Talvés. Talvés han asistido en otras ocasiones a las reacciones de los poseídos delante del Papa.

El jeep traza un recorrido largo. Después llega a pocos metros del portón de la Basílica vaticana. El Papa desciende del vehículo y saluda a las personas de las primeras filas. Juan y Marco comienzan a gritar. Acostados en el suelo, gritan. Gritan muy fuerte.
"¡Santidad, Santidad, aquí estamos!"
Grita una de las mujeres al Papa, tratando de atraer su atención. Benedicto XVI se gira, pero no se acerca. Ve a las dos mujeres y ve a los dos hombres en el suelo, gritando, babeando, temblando. Ve la mirada de odio de los dos jóvenes. Una mirada que se dirige en su contra. El Papa no se descompone. Mira desde lejos. Alza un brazo y bendice a los cuatro. Para los poseídos es una sacudida furiosa. Un latigazo en todo el cuerpo. Ahora ya no gritan. Lloran, lloran, lloran. Gimen durante toda la audiencia. Cuando después el Papa se va, vuelven en sí mismos. Vuelven a ser ellos y no recuerdan nada.

Benedicto XVI es muy temido por Satanás. Sus misas, sus bendiciones, sus palabras son como exorcismos poderosos. No creo que Benedicto XVI lleve a cabo exorcismos. O, por lo menos, no me resulta. Sin embargo, creo que todo su pontificado es un enorme exorcismo contra Satanás. Eficaz. Potente. Un gran exorcismo que debería enseñar mucho a los obispos y a los cardenales que no creen:
De todas formas, éstos tendrán qué responder por su incredulidad. No creer y, sobre todo, no nombrar a los exorcistas en donde hay una necesidad explícita es, según mi opinión, un pecado grave, un pecado mortal.
El modo con el que Benedicto XVI vive la liturgia. Su respeto por las reglas. Su rigor. Su postura son muy eficaces en contra de Satanás. La liturgia que celebra el Pontífice es potente. Satanás resulta herido cada vez que el Papa celebra la Eucaristía. Satanás temió mucho la elección de Ratzinger. Porque veía en él la continuación de la gran batalla que contra él llevó a cabo por 26 años y medio, su predecesor, Juan Pablo II.

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