miércoles, 7 de agosto de 2013

JESÚS, HOMBRE COMO NOSOTROS

 

 

LA PERFECTA HUMANIDAD

DE JESÚS

Jesús es perfecto en su humanidad, del mismo modo que es perfecto en su divinidad. Lo muestran los Evangelios a lo largo y a lo ancho, y lo confirma la Carta a los Hebreos cuando dice:
Por tanto, así como los hijos participan de la sangre y de la carne, así también participó él de los mismos, para aniquilar mediante la muerte, al señor de la muerte, es decir, al Diablo, y libertar a cuantos por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud… Por eso tuvo aque asemejarse en todo a sus hermanos, para ser misericordioso y Sumo Sacerdote, fiel en lo que toca a Dios, en orden a expiar los pecados del pueblo. Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados” (Hebreos 2, 14-18).
Jesús nació y vivió como un niño cualquiera, en cualquier lugar del mundo y en cualquierChrist%20-%20My%20Son,%20My%20Savior%20-%20Simon%20Dewey época de la historia; fue un joven como los jóvenes de su tiempo y su cultura; llegó a la edad adulta como llegamos nosotros; tuvo que trabajar para mantenerse como lo hacemos nosotros; y, finalmente, murió como todos morimos.
Jesús amó como nosotros amamos, y sufrió como nosotros sufrimos. Sintió hambre, sed, cansancio, sueño, como los sentimos nosotros.  Tuvo anhelos y deseos como nosotros los tenemos. Experimentó el miedo y la angustia, como nosotros los experimentamos; en fin. Los evangelistas no tuvieron ningún reparo en constatarlo con total claridad:
A la mañana temprano, mientras regresaba a la ciudad, Jesús tuvo hambre. Al ver una higuera cerca del camino, se acercó a ella, pero no encontró más que hojas.” (Mateo 21, 18-19)
Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: “Dame de beber”  “ (Juan 4, 6-7).
Jesús, al ver llorar a María, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: “¿Dónde lo pusieron?”. Le respondieron: “Ven, Señor, y lo verás”. Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: “¡Cómo lo amaba!” “ (Juan 11, 33-36).
Christ%20-%20Gethsemane%204%20-%20%20Carl%20Heinrich%20BlochJesús se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”…. En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo” (Lucas 22, 41-42.44)
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: “¡Tengo sed!” . Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: “Todo se ha cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu”. (Juan 19, 28-30)
Esta humanidad perfecta y total de Jesús, lo hace para nosotros cercano; muy próximo a nuestra propia realidad y a todo lo que ella comprende y significa. Jesús es alguien que conoce las angustias y dificultades de nuestra vida cotidiana, porque las ha experimentado en carne propia. Alguien que sabe cuáles son nuestras necesidades más urgentes, porque él mismo las ha padecido. Alguien que nos comprende perfectamente, porque es uno de los nuestros.
Tal vez nuestra formación religiosa no tuvo esto en cuenta, y por eso nos acostumbramos a mirarlo como un ser lejano y ausente, parapetado en su dignidad divina, ajeno, en cierto sentido a lo que nos agobia y nos duele; alguien de quien sólo se pueden esperar milagros, en circunstancias muy especiales.
Pero la verdad es bien distinta: Jesús desea y busca que comencemos a  mirarlo de otra manera, a verlo con otros ojos.
Quiere que lo tratemos como una persona muy cercana a nuestro corazón, con absolutadhjourney confianza; que nos entreguemos plenamente a él; que le permitamos penetrar en nuestra vida para sanarla, para orientarla, para darle su verdadero valor.
La humanidad perfecta de Jesús, asumida por él en toda su integridad, con absoluta naturalidad, diviniza nuestra condición humana, frágil y limitada. Tomemos conciencia de esto. Es una gran alegría para nosotros. Un regalo inmenso de su bondad.

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