viernes, 23 de agosto de 2013

Juan Bautista Faubel Cano, Beato


Mártir Laico, 28 de agosto
 
Juan Bautista Faubel Cano, Beato
Juan Bautista Faubel Cano, Beato

Mártir

Martirologio Romano: En la región de Valencia, España, beatos mártires Juan Bautista Faubel Cano y Arturo Ros Montalt, padres de familia que, durante la persecución contra la Iglesia, recibieron la muerte por parte de los hombres, pero la vida eterna por parte de Dios (1936).

Fecha de beatificación: El 11 de marzo del año 2001, el papa Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de la persecución religiosa en España.
Nació el 3 de enero de 1889 en la ciudad de Liria, provincia y diócesis de Valencia, y fue bautizado en la iglesia parroquial de la Asunción de Nuestra Señora de la ciudad de Liria. Recibió el sacramento de la Confirmación y el sacramento de la Eucaristía en la iglesia arciprestal de Liria. Frecuentó la escuela nacional y aprendió la profesión de pirotécnico de sus padres y completó su formación estudiando privadamente. Estaba considerado uno de los mejores pirotécnicos de la región. Obtuvo premios en Valencia y Zaragoza. Contrajo matrimonio con Patrocinio Beatriz Olba Martínez. De dicho matrimonio nacieron tres hijos: Patrocinio, Josefina y Juan Bautista.

Vivió auténticamente su vocación laical, tratando de impregnar de espíritu evangélico las realidades temporales en las cuales vivió su condición de esposo y padre de familia y su profesión de pirotécnico, destacándose siempre por su integridad moral en la profesión y como excelente ciudadano católico. Hombre de fe profunda, participaba a la Misa y recibía la comunión diaria. Tenía su momento de meditación, rezaba el Rosario en familia, era devoto del Sagrado Corazón de Jesús y de la Madre de Dios.

En esta intensa vida de piedad fue disponiendo su persona a una respuesta generosa a la acción Espíritu Santo que la lanzó al apostolado organizado siendo desde su juventud miembro de las asociaciones católicas locales, participando en ellas de una manera activa. En ellas se formó y esta condición cristiana tuvo a gala confesarla en los momentos más graves de su vida.

Pertenecía a la Acción Católica, a la Cofradía del Santísimo Sangre, a la Corte de María, a las Cofradías de la Virgen de los Dolores, de la Virgen del Remedio, de San Vicente Ferrer, a la Orden Terciaria Franciscana y a la Adoración Nocturna. Apóstol social ejercía la caridad ayudando a los pobres en sus necesidades. Era presidente de la Derecha llevando una sección de socorro de pobres.

Por la intensa actividad apostólica que realizaba, era considerado por los enemigos de la Iglesia como un católico ferviente, por ello lo arrestaron y asesinaron.

El 6 de Agosto de 1936, a medianoche, llegaron a su casa milicianos armados de pistolas a detenerle. En este momento, después de tranquilizar a su esposa, tomó el crucifijo y salió de su casa. Los milicianos lo llevaron, junto con otros detenidos, a una zona del término de Liria llamado ‘Els Olivarets’ y allí lo atormentaron pinchándolo con una aguja y disparando al aire para aterrorizarlos. Después lo llevaron a la cárcel de Liria donde estuvo un par de días, y posteriormente fue trasladado a la prisión de San Miguel de los Reyes; así lo testimonian su esposa y su hija.

La vida en prisión estuvo caracterizada por malos tratados y vejaciones morales que él supo llevar con entereza cristiana. Pocos días después de su detención, cuando su familia le visitó en la cárcel, les dijo que le habían hecho sufrir mucho en ‘Los Olivarets’; así lo testimonia la hija y el primo del Beato, Sr. José María Cano Novella. La hija de Juan Bautista, afirma: "Tanto en Liria como en San Miguel de los Reyes, vi a mi padre muy sereno. He oído decir que en San Miguel de los Reyes recibió la comunión varias veces".

El Sr. Luis Soler Pérez, compañero de prisión, llegó a encontrarse ante el pelotón para ser fusilado, afirma: "El día 28 de agosto de 1936, a la una de la madrugada estando durmiendo, los milicianos llamaron al Beato Juan Bautista y a once más, entre ellos dos sacerdotes, un diputado republicano llamado Angel Puig y a mí. Subimos a un autobús y custodiados por tres coches con milicianos rojos. Desde el penal de San Miguel de los Reyes nos condujeron por la carretera de Liria a la Cañada y frente a la misma Cañada en un montículo nos colocaron en fila para fusilarnos. El citado Angel Puig se destacó de la fila haciendo protestas de republicanismo y distrajo la atención de los asesinos y cuando fueron a darle el tiro de gracia aproveché esa circunstancia para escapar aprovechando la obscuridad de la noche".

La Sra. Carmen Silvestre Izquierdo, vecina de Juan Bautista, relata "Estando yo limpiando la acera de mi casa un miliciano que salía del local de la CNT situado enfrente y a quien no conozco me dijo: ‘Liriana, esta noche han matado a cuatro paisanos tuyos, uno es el pirotécnico, el otro un cura con una mano enguantada’, yo pensé que sería el Beato Juan Bautista y el sacerdote D. Miguel Aliaga... mi padre me confirmó que cuando los llevaban al martirio iban gritando: ‘¡Viva Cristo Rey!’".


233 Mártires de la persecusión religiosa en Valencia (1936)
El 11 de marzo de 2001 SS Juan Pablo II beatificó a 233 mártires de la Guerra Civil Española, que tienen en común, además, que fueron ejecutados en la región de Valencia, España, o por proceder de esa región su causa de beatificación fue cursada en este grupo.
En este grupo:
El nombre del beato José Aparicio Sanz encabeza la lista de 233 mártires pertenecientes a distintos subgrupos que dieron testimonio cruento de su fe en Valencia, España, en el contexto histórico de la Guerra Civil española. Cada uno de ellos está inscripto en la fecha de su martirio, pero puesto que fueron beatificados todos juntos por SS Juan Pablo II el mismo día, 11 de marzo de 2001, reseñamos aquí con la información del sitio del Vaticano, al par que en cada fecha correspondiente se podrá encontrar -en la medida en que la consigamos- la información individual.


Durante el primer semestre de 1936, después del triunfo del Frente Popular, formado por socialistas, comunistas y otros grupos radicales, se produjeron atentados a la religión más graves que los que se venían produciendo desde el inicio de la Segunda República, con nuevos incendios de templos, derribos de cruces, expulsiones de párrocos, prohibición de entierros y procesiones, etc., y amenazas de mayores violencias.

Éstas se desataron, con verdadero furor, después del 18 de julio de 1936 (formal inicio de la guerra civil). España volvió a ser tierra de mártires desde esa fecha hasta el 1 de abril de 1939, pues en la zona republicana se desencadenó la mayor persecución religiosa conocida en la historia desde los tiempos del Imperio Romano, superior incluso a la de la Revolución Francesa. Fue un trienio trágico y glorioso a la vez, el de 1936 a 1939. Al finalizar la persecución, el número de mártires ascendía a casi diez mil: 13 Obispos; 4.184 Sacerdotes diocesanos y seminaristas, 2.365 Religiosos, 283 Religiosas y varios miles de seglares, de ambos sexos, militantes de Acción Católica y de otras asociaciones apostólicas, cuyo número definitivo todavía no es posible precisar.

El testimonio más elocuente de esta persecución lo dio Manuel de Irujo, ministro del Gobierno republicano, que en una reunión del mismo celebrada en Valencia -entonces capital de la República-, a principios de 1937, presentó el siguiente Memorándum:

«La situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente: a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio. b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido. e) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron. d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aún han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales. e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos. f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos. g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso. h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y Objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerde.»


Y el cardenal arzobispo de Tarragona, Francisco Vidal y Barraquer (1868-1943), que se hallaba refugiado en Italia y fue invitado por el Gobierno republicano en 1938 para que regresara a su diócesis, dijo:

«¿Cómo puedo yo dignamente aceptar tal invitación, cuando en las cárceles continúan sacerdotes y religiosos muy celosos y también seglares detenidos y condenados, como me informan, por haber practicado actos de su ministerio, o de caridad y beneficencia, sin haberse entrometido en lo más mínimo en partidos políticos, de conformidad a las normas que les habían dado?». Y añadía: «Los fieles todos, y en particular los sacerdotes y religiosos, saben perfectamente los asesinatos de que fueron víctimas muchos de sus hermanos, los incendios y profanaciones de templos y cosas sagradas, la incautación por el Estado de todos los bienes eclesiásticos y no les consta que hasta el presente la Iglesia haya recibido de parte del Gobierno reparación alguna, ni siquiera una excusa o protesta.»

A los sacerdotes, religiosos y seglares que entregaron sus vidas por Dios el pueblo comenzó a llamarles mártires porque no tuvieron ninguna implicación política ni hicieron la guerra contra nadie. Por ello, no se les puede considerar caídos en acciones bélicas, ni víctimas de la represión ideológica, que se dio en las dos zonas, sino mártires de la fe. Los mártires que hoy beatifica el Santo Padre demuestran la unidad y diversidad eclesial y esta celebración resulta pastoralmente significativa, porque ve unidos en un único rito a muchos mártires de una misma archidiócesis y tiene las siguientes características:

-la representatividad eclesial del grupo de mártires,pues hay sacerdotes, religiosos y seglares, que son expresión de los numerosos carismas y familias de vida consagrada;

-la representatividad de la Iglesia en España, porque este grupo representa 37 diócesis. Todos ellos se encontraban en Valencia desarrollando sus respectivos ministerios y actividades apostólicas y algunos de ellos han sido unidos en el proceso por competencia, en base a la normativa canónica vigente;

-el elevado número de sacerdotes seculares y de seglares, pues es la primera vez que son beatificados 40 miembros de los presbíteros diocesanos de Valencia (37) y Zaragoza (3), así como 22 mujeres y 20 hombres y jóvenes, miembros de la entonces floreciente Acción Católica Española y de otras asociaciones de apostolado seglar, de todas las edades, profesiones y estado social;

-el actual contexto pastoral favorable, que ha despertado interés en las diócesis españolas hacia esta página gloriosa de la reciente historia. Ésta había quedado un tanto olvidada, pero testimonia la fe y la fidelidad de la Iglesia en España y, más en concreto, en Valencia que tuvo sus orígenes a principios del siglo IV en el martirio del diácono Vicente. El desarrollo de los procesos, las correspondientes catequesis y la "fama martyrii" han llevado a las comunidades cristianas a un mayor interés y devoción hacia los mártires.

Por ello, la beatificación de todos ellos juntos es sumamente oportuna y es de desear que susciten una vida cristiana más intensa, un mayor fervor espiritual y un renovado interés por mantener viva la memoria de estos gloriosos testigos de la Fe.


La página del sitio del Vaticano de donde lo hemos tomado contiene más información, así como la lista de los 233 beatificados, y bibliografía pertinente sobre el tema. También puede leerse la homilía de SS Juan Pablo II en la misa de beatificación, en la Plaza de San Pedro.
La imagen que acompàña la sección de los 233 mártires es un detalle del sepulcro de mármol del siglo IV tradicionalmente asignado a san Vicente mártir, que se encunetra en el Museo de San Pío V de la ciudad de Valencia; esta imagen se utilizó como símbolo gráfico para los actos de la beatificación.
 

No hay comentarios: