viernes, 9 de agosto de 2013

Liturgia de las Horas. XIX Domingo, Tiempo Ordinario. Ciclo C. 11 de agosto, 2013.

  
III Semana del Salterio
Propio.
INVITATORIO
Si Laudes es la primera celebración del día:
V.
Señor, abre mis labios.R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
    A continuación se dice el salmo
Invitatorio con la antífona:
  Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva. Aleluya..

Al final de cada salmo o cantico se reza el Gloria
Salmo 94
INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA


Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
+ entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses,
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
"Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso."
Si antes de Laudes se ha celebrado el Oficio de lectura:
    V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.
    
R. Señor, date prisa en socorrerme.
        Gloria. Aleluya.

 
 
 
oficio de lectura

HIMNO

Primicias son del sol de su Palabra
las luces fulgurantes de este día;
despierte el corazón, que es Dios quien llama,
y su presencia es la que ilumina.

Jesús es el que viene y el que pasa
en Pascua permanente entre los hombres,
resuena en cada hermano su palabra,
revive en cada vida sus amores.

Abrid el corazón, es él quien llama
con voces apremiantes de ternura;
venid: habla, Señor, que tu palabra
es vida y salvación de quien la escucha.

El día del Señor, eterna Pascua,
que nuestro corazón inquieto espera,
en ágape de amor ya nos alcanza,
solemne memorial en toda fiesta.

Honor y gloria al Padre que nos ama,
y al Hijo que preside esta asamblea,
cenáculo de amor le sea el alma,
su Espíritu por siempre sea en ella. Amén.

SALMODIA

Ant.1:
 Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.
Salmo 144
HIMNO A LA GRANDEZA DE DIOS

Justo eres tú, Señor, el que es y el que era, el Santo. (Ap 16, 5)
I

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.

Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus creaturas.
Ant.1: Día tras día te bendeciré, Señor. Aleluya.

Ant. 2: Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.
II

Que todas tus creaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas;

explicando tus proezas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad.
Ant. 2: Tu reinado, Señor, es un reinado perpetuo. Aleluya.

Ant. 3: El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.
III

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.

Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.

Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Señor guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados.

Pronuncie mi boca la alabanza del Señor,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jamás.
Ant. 3: El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. Aleluya.

V. Hijo mío, haz caso a mis palabras.R. Presta oído a mis consejos.

PRIMERA LECTURA

Año I:


Del segundo libro de los Reyes     
4, 38-44; 6, 1-7

MILAGROS DE ELISEO EN FAVOR DE LA COMUNIDAD DE PROFETAS


    En aquellos días, cuando Eliseo volvió a Guilgal, se pasaba hambre en aquella región. La comunidad de profetas estaba sentada junto a él, y Elíseo ordenó a su criado:
    «Pon la olla grande y cuece un caldo para la comunidad.»
    Uno de ellos salió al campo a coger unas yerbas; encontró unas uvas silvestres, las arrancó, llenó el manto y, al llegar, las fue echando en el caldo sin saber lo que hacía. Cuando sirvieron la comida a los hombres y probaron el caldo, gritaron:
    «¡Profeta, esto sabe a veneno!»
    Y no pudieron comerlo. Entonces, Eliseo ordenó: «Traedme harina.»
    La echó en la olla y dijo:
    «Sirve a la gente, que coman.»
    Y el caldo ya no sabía mal. Uno de Baal Salisá vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo:
    «Dáselos a la gente, que coman.»
    El criado replicó:
    «¿Qué hago yo con esto para cien personas?» Eliseo insistió:
    «Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: "Comerán y sobrará."»
    Entonces, el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
    La comunidad de profetas dijo a Eliseo:
    «Mira, el sitio donde habitamos bajo tu dirección nos resulta pequeño. Déjanos ir al Jordán a coger cada uno un madero, para hacernos una habitación.»
    Eliseo les dijo:
    «Id.»
    Uno de ellos le pidió:
    «Haz el favor de venir con nosotros.» Eliseo respondió:
    «Voy.»
    Y se fue con ellos. Cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar ramas, pero a uno, cuando estaba derribando un tronco, se le cayó al río el hierro del hacha, y gritó:
    «¡Ay, maestro, que era prestada!»
    El profeta preguntó:
    «¿Dónde cayó?»
    El otro le indicó el sitio. Elíseo cortó un palo, lo tiró allí, y el hierro salió a flote. Elíseo dijo: «Sácalo.»
    El otro alargó el brazo y lo cogió.
Responsorio     2R 4, 42. 43; Me 6, 41. 42

R.
 Un hombre vino a traer al profeta el pan de las primicias, veinte panes de cebada. Eliseo dijo: «Dáselos a la gente, que coman. * Porque así dice el Señor: "Comerán y sobrará."»V. Jesús pronunció la bendición, partió los panes, y todos comieron hasta quedar satisfechos.R. Porque así dice el Señor: «Comerán y sobrará.»

Año II:

Comienza el libro del profeta Jonás     
1,1-2,1.11

VOCACIÓN, HUIDA Y NAUFRAGIO DE, JONÁS


    En aquellos días, el Señor dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay:
    «Levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí.»
    Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor. Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se alzó una gran tormenta en el mar, y la nave estaba a punto de naufragar. Temieron los marineros, e invocaba cada cual a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar, para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo:
    «¿Por qué duermes? Levántate e invoca a tu Dios; quizá se compadezca ese Dios de nosotros, para que no perezcamos.»
    Y decían unos a otros:
    «Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.»
    Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás. Le interrogaron:
    «Dinos, ¿por qué nos sobreviene esta calamidad? ¿Cuál es tu oficio? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu país? ¿De qué pueblo eres?»
    Él les contestó:
    «Soy un hebreo, y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.»
    Temieron grandemente aquellos hombres y le dijeron:
    «¿Qué has hecho?»
    Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado. Entonces, le preguntaron:
    «¿Qué haremos contigo para que se nos aplaque el mar?»
    Porque el mar seguía embraveciéndose. Él contestó:
    «Levantadme y arrojadme al mar, y el mar se os aplacará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta terrible tormenta.»
    Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían, porque el mar seguía embraveciéndose. Entonces, invocaron al Señor, diciendo:
    «¡Ah, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre inocente! Porque tú, Señor, obras como quieres.»
    Levantaron, pues, a Jonás y lo arrojaron al mar; y el mar calmó su furia. Y aquellos hombres temieron mucho al Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos.
    El Señor envió un pez gigantesco para que se comiera a Jonás, y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días con sus noches. Entonces, el Señor dio orden al pez, que vomitó a Jonás en tierra firme.
Responsorio     Mt 12, 40; Mc 9, 30

R.
 Como estuvo Jonás en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. *  Pero al tercer día resucitará.V. El Hijo del hombre será entregado en manos de los pecadores, y lo matarán.R. Pero al tercer día resucitará.

SEGUNDA LECTURA
Del Diálogo de santa Catalina de Siena, virgen, Sobre la divina providencia
(Cap. 4, 13: edición latina, Ingolstadt 1583, ff. l9v-20)

CON LAZOS DE AMOR


    Mi Señor dulcísimo, vuelve benignamente tus ojos misericordiosos a este pueblo y al cuerpo místico que es tu Iglesia; porque mayor gloria se seguirá para tu santo nombre al perdonar tan gran muchedumbre de tus creaturas que si tan sólo me perdonas a mí, miserable pecadora, que tan gravemente he ofendido a tu majestad. ¿Qué consuelo podría hallar yo en poseer la vida, viendo que tu pueblo está privado de ella, y viendo cómo las tinieblas del pecado cubren a tu amada Esposa, por mis pecados y los de las demás creaturas tuyas?
    Deseo, pues, y te pido como una gracia especial este perdón, por aquel amor incomparable que te movió a crear al hombre a tu imagen y semejanza. ¿Cuál, me pregunto, fue la causa de que colocaras al hombre en tan alta dignidad? Ciertamente, sólo el amor incomparable con el cual miraste en ti mismo a tu creatura y te enamoraste de ella. Mas veo con claridad que por culpa de su pecado perdió merecidamente la dignidad en que lo habías colocado.
    Pero tú, movido por aquel mismo amor, queriendo reconciliarte gratuitamente al género humano, nos diste la Palabra que es tu Hijo unigénito, el cual fue verdaderamente reconciliador y mediador entre tú y nosotros. Él fue nuestra justicia, ya que cargó sobre sí todas nuestras injusticias e iniquidades y sufrió el castigo que por ellas merecíamos, por obediencia al mandato que tú, Padre eterno, le impusiste, cuando decretaste que había de asumir nuestra humanidad. ¡Oh incomparable abismo de caridad! ¿Qué corazón habrá tan duro que no se parta al considerar cómo la sublimidad divina ha descendido tan abajo, hasta nuestra propia humanidad?
    Nosotros somos tu imagen y tú imagen nuestra, por la unión verificada en el hombre, velando la divinidad eterna con esta nube que es la masa infecta de la carne de Adán. ¿Cuál es la causa de todo esto? Solamente tu amor inefable. Por éste tu amor incomparable imploro, pues, a tu majestad, con todas las fuerzas de mi alma, para que otorgues benignamente tu misericordia a tus miserables creaturas.
Responsorio     Sal 100, 1-2

R.
 Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor. * Caminaré por la senda perfecta, ¿cuándo vendrás a mí?V. Procederé con rectitud de corazón dentro de mi casa.R. Caminaré por la senda perfecta, ¿cuándo vendrás a mí?

Himno final

Oración
Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

 
CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



Laudes

HIMNO

Las sombras oscuras huyen,
ya va pasando la noche;
y el sol, con su luz de fuego,
nos disipa los temores.

Ya se apagan las estrellas
y se han encendido soles;
el rocío cae de los cielos
en el cáliz de las flores.

Las creaturas van vistiendo
sus galas y sus colores,
porque al nacer nuevo día
hacen nuevas las canciones.

¡Lucero, Cristo, del alba,
que paces entre esplendores,
apacienta nuestras vidas
ya sin sombras y sin noches!

¡Hermoso Cristo, el Cordero,
entre collados y montes! Amén.

SALMODIA
Ant. 1: El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.
Salmo 92
GLORIA DEL DIOS CREADOR

Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo; alegrémonos y gocemos y démosle gracias. (Ap 19, 6. 7)
El Señor reina vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor, 
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje del mar,
más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Ant. 1: El Señor es admirable en el cielo. Aleluya.

Ant. 2: Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.
Cántico     Dn 3, 57-88. 56
TODA LA CREACIÓN ALABE AL SEÑOR

Alabad al Señor sus siervos todos (Ap 19, 5)
Creaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.

Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.

Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.

Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.

Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.

Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.

Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.

Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.

Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.

Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.

Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.

Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.

Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.

Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.

Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor, 
ensalzadlo con himnos por los siglos.

Bendigamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.

Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
No se dice Gloria al Padre.
Ant. 2: Tú, Señor, eres alabado y ensalzado por los siglos. Aleluya.

Ant. 3: Alabad al Señor en el cielo. Aleluya. +
Salmo 148
ALABANZA DEL DIOS CREADOR

Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos. (Ap 5, 13)
Alabad al Señor en el cielo,+ alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo todos sus ángeles,
alabadlo todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna; 
alabadlo, estrellas lucientes.

Alabadlo, espacios celestes, 
y aguas que cuelgan en el cielo.

Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.

Les dio consistencia perpetua
y una ley que no pasará.

Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar.

Rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes.

Montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros.

Fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.

Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo.

Los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños.

Alaben el nombre del Señor, 
el único nombre sublime.

Su majestad sobre el cielo y la tierra; 
él acrece el vigor de su pueblo.

Alabanza de todos sus fieles, 
de Israel, su pueblo escogido.
Ant. 3: Alabad al Señor en el cielo. Aleluya.


LECTURA BREVE     Ez 37, 12b-14


Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que yo soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo soy el Señor: os infundiré mi espíritu y viviréis, os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo el Señor lo digo y lo hago.» Oráculo del Señor.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros. 
V. Tú que estás sentado a la derecha del Padre.R. Ten piedad de nosotros.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.: 
Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.
Cántico de Zacarías     Lc 1, 68-79
EL MESÍAS Y SU PRECURSOR


Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Ant.: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón.

PRECES

Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu Santo, para que con su luz santísima penetrara las almas de sus fieles, y digámosle:

    Ilumina, Señor, a tu pueblo.

Te bendecimos, Señor, a ti que eres nuestra luz,
    y te pedimos que este domingo que ahora empezamos transcurra todo él consagrado a tu alabanza.

Tú, que por la resurrección de tu Hijo quisiste iluminar el mundo,
    haz que tu Iglesia difunda entre todos los hombres la alegría pascual.

Tú, que por el Espíritu de la verdad adoctrinaste a los discípulos de tu Hijo,
    envía este mismo Espíritu a tu Iglesia para que permanezca siempre fiel a ti.

Tú, que eres luz para todos los hombres, acuérdate de los que viven aún en las tinieblas
    y abre los ojos de su mente para que te reconozcan a ti, único Dios verdadero.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Por Jesús hemos sido hechos hijos de Dios; por esto nos atrevemos a decir: Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo.

CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amén.



hora intermedia
 

V.
 Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

 
HIMNO
 
TERCIA

Ven del seno de Dios, oh Santo Espíritu,
a visitar las mentes de tus fieles;
y haz que los corazones que creaste
se llenen con tus dádivas celestes.

Ilumine tu luz nuestros sentidos,
encienda el fuego de tu amor los pechos;
Espíritu de Cristo, fortalece
este barro mortal de nuestros corazones.

Danos, Amor, tu amor y la alegría
de conocer al Padre y a su Hijo,
de poseerte a ti que eres de entreambos
eternamente el inefable Espíritu. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.


SEXTA
 
En los domingos:

Cuando la luz del día está en su cumbre,
eres, Señor Jesús, luz y alegría
de quienes en la fe y en la esperanza
celebran ya la fiesta de la Vida.

Eres resurrección, palabra y prenda
de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas,
serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro,
de tu radiante luz llena este día,
camino de alegría y de esperanza,
cabal acontecer de nueva vida.

Concédenos, oh Padre omnipotente,
por tu Hijo Jesucristo, hermano nuestro,
vivir ahora el fuego de tu Espíritu,
haciendo de esta tierra un cielo nuevo. Amén.
 
O bien, fuera de los domingos y de las solemnidades:

El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.

¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!

Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.
 
O bien, tanto en los domingos como en las ferias:

Este mundo del hombre, en que él se afana
tras la felicidad que tanto ansía,
tú lo vistes, Señor, de luz temprana
y de radiante sol al mediodía.

Así el poder de tu presencia encierra
el secreto más hondo de esta vida;
un nuevo cielo y una nueva tierra
colmarán nuestro anhelo sin medida.

Poderoso Señor de nuestra historia,
no tardes en venir gloriosamente;
tu luz resplandeciente y tu victoria
inunden nuestra vida eternamente. Amén.


NONA

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.
 
O bien:

Danos, Señor, la firme voluntad,
compañera y sostén de la virtud,
que sabe en la fatiga hallar quietud
y en medio de las sombras claridad:

La que trueca en tesón la veleidad,
y el ocio en perennal solicitud,
y las ásperas fiebres en salud
y los torpes engaños en verdad.

Y así conseguirá mi corazón
que los favores que a tu amor debí
le ofrezcan algún fruto en galardón.

Y aún tú, Señor, conseguirás así
que no llegue a romper mi confusión
la imagen tuya que pusiste en mi. Amén.



SALMODIA

Ant. 1:
 En el peligro grité al Señor, y me escuchó. Aleluya.
 
Salmo 117
HIMNO DE ACCIÓN GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular. (Hch 4, 11)
I

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo;
¿qué podrá hacerme el hombre?
El Señor está conmigo y me auxilia,
veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los magnates.
 
Ant. 1: En el peligro grité al Señor, y me escuchó. Aleluya.

 
Ant. 2: La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. Aleluya.
 
II

Todos los pueblos me rodeaban,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban cerrando el cerco,
en el nombre del Señor los rechacé;
me rodeaban como avispas,
ardiendo como fuego en las zarzas,
en el nombre del Señor los rechacé.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.

Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos:
«La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa,
la diestra del Señor es poderosa.»

No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.

Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
 
Ant. 2: La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa. Aleluya.

 
Ant. 3: El Señor es Dios, él nos ilumina. Aleluya.
 
III

Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.

Esta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.

Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quién lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.

Este es el día en que actuó el Señor,
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.

Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios: él nos ilumina.

Ordenad una procesión con ramos
hasta los ángulos del altar.

Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.

Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
 
Ant. 3: El Señor es Dios, él nos ilumina. Aleluya.

 
LECTURA BREVE

Tercia     Rm 8, 15-16


No habéis recibido espíritu de esclavitud, para recaer otra vez en el temor, sino que habéis recibido espíritu de adopción filial, por el que clamamos: «¡Padre!». Este mismo Espíritu se une a nosotros para testificar que somos hijos de Dios.
 
V. En ti, Señor, está la fuente viva.R. Y tu luz nos hace ver la luz.
 
La oración conclusiva como en las Laudes.

Sexta     Rm 8, 22-23


La creación entera, como bien lo sabemos, va suspirando y gimiendo toda ella, hasta el momento presente, como con dolores de parto. Y no es ella sola, también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, suspiramos en nuestro interior, anhelando la redención de nuestro cuerpo.
 
V. Bendice, alma mía, al Señor.R. El rescata tu vida de la fosa.
 
La oración conclusiva como en las Laudes.

Nona     2Tm 1, 9


Dios nos ha salvado y nos ha llamado con santa llamada, no según nuestras obras, sino según su propio propósito y su gracia, que nos dio con Cristo Jesús antes de los tiempos eternos.
 
V. El Señor los condujo seguros, sin alarmas.R. Los hizo entrar por las santas fronteras.
 
La oración conclusiva como en las Laudes.

 
CONCLUSIÓN

Después de la oración, por lo menos en la celebración comunitaria, se añade:

V.
 Bendigamos al Señor.R. Demos gracias a Dios.



II Vísperas

INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío ven en mi auxilioR. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

HIMNO

Santa Unidad y Trinidad beata:
con los destellos de tu brillo eterno,
infunde amor en nuestros corazones,
mientras se va alejando el sol de fuego.

Por la mañana te cantamos loas
y por la tarde te elevamos ruegos,
pidiéndote que estemos algún día
entre los que te alaban en el cielo.

Glorificados sean por los siglos
de los siglos el Padre y su Unigénito,
y que glorificado con entrambos
sea por tiempo igual el Paracleto. Amén.

SALMODIA

Ant. 1:
 Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha”. Aleluya. +
Salmo 109, 1-5. 7 
MESÍAS, REY Y SACERDOTE

Él debe reinar hasta poner todos sus enemigos bajo sus pies. (1 Co 15, 25)
Oráculo del Señor a mi Señor:
“Siéntate a mi derecha,
+ y haré de tus enemigos 
estrado de tus pies.”

Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro: 
somete en la batalla a tus enemigos.

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.”

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
“Tú eres sacerdote eterno 
según el rito de Melquisedec.”

El Señor a tu derecha, el día de su ira, 
quebrantará a los reyes.

En su camino beberá del torrente, 
por eso levantará la cabeza.
Ant. 1: Oráculo del Señor a mi Señor: “Siéntate a mi derecha”. Aleluya.

Ant. 2: El Señor piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.
Salmo 110
GRANDES SON LAS OBRAS DEL SEÑOR

Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente. (Ap 15, 3)
Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra,
su generosidad dura por siempre;
ha hecho maravillas memorables,
el Señor es piadoso y clemente.

Él da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su poder,
dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos,
todos sus preceptos merecen confianza:
son estables para siempre jamás,
se han de cumplir con verdad y rectitud.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza,
su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor,
tienen buen juicio los que lo practican;
la alabanza del Señor dura por siempre.
Ant. 2: El Señor piadoso ha hecho maravillas memorables. Aleluya.

Ant. 3: Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el Oficio es cantado. Cuando el Oficio se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.

Cántico     Cf. Ap 19, 1-2. 5-7
LAS BODAS DEL CORDERO


Aleluya. 
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios.
(R. Aleluya)
Porque sus juicios son verdaderos y justos. Aleluya
R. Aleluya, (aleluya).

Aleluya.
Alabad al Señor, sus siervos todos.
(R. Aleluya)Los que le teméis, pequeños y grandes. R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya. 
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya) Alegrémonos y gocemos y démosle gracias. R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya. 
Llegó la boda del Cordero. 
(R. Aleluya.) Su esposa se ha embellecido. R. Aleluya, (aleluya).

Ant. 3:
 Reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo. Aleluya.

LECTURA BREVE     1 Pe 1, 3-5

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final.

RESPONSORIO BREVE

V. 
Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.
V. Digno de gloria y alabanza por los siglos.R. En la bóveda del cielo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Dichosos aquellos siervos, a quienes el amo a su llegada encuentra velando; os aseguro que los hará sentar a la mesa y se prestará a servirles.
Cántico de la Santísima Virgen María     Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR


Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Ant.: Dichosos aquellos siervos, a quienes el amo a su llegada encuentra velando; os aseguro que los hará sentar a la mesa y se prestará a servirles.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro Padre, que maravillosamente creó el mundo, lo redimió de forma más admirable aún y no cesa de conservarlo con amor, y digámosle:

    Renueva, Señor, las maravillas de tu amor.

Señor, tú que en el universo, obra de tus manos, nos revelas tu poder,
    haz que sepamos ver tu providencia en los acontecimientos del mundo.

Tú, que por la victoria de tu Hijo en la cruz anunciaste la paz al mundo,
    líbranos de todo desaliento y de todo temor.

A todos los que aman la justicia y trabajan por conseguirla,
    concédeles que cooperen con sinceridad y concordia en la edificación de un mundo mejor.

Ayuda a los oprimidos, consuela a los afligidos, libra a los cautivos, da pan a los hambrientos,
    y fortalece a los débiles, para que en todos se manifieste el triunfo de la cruz.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Tú, que al tercer día resucitaste a tu Hijo gloriosamente del sepulcro.
    haz que nuestros hermanos difuntos lleguen también a la plenitud de la vida.

Concluyamos nuestra súplica con la oración que el mismo Cristo nos enseño: Padre nuestro.

Oración

Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo.

CONCLUSIÓN

V.
 El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.R. Amen



Completas

INVOCACIÓN INICIAL

V. 
Dios mío, ven en mi auxilio.R. Señor, date prisa en socorrerme.
    Gloria. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Es muy de alabar que, después de la invocación inicial, se haga el examen de conciencia, el cual en la celebración comunitaria puede concluirse con alguna de las fórmulas del acto penitencial de la misa.


HIMNO


Cuando la luz del sol es ya Poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant.:
 Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90
A LA SOMBRA DEL OMNIPOTENTE

Os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones. (Lc 10,19)
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío.
Dios mío, confío en ti.”

Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.

No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.

Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.

Tan sólo abre tus ojos
y verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.

No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;

te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.

«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.»
Ant.: Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.

LECTURA BREVE     Ap 22, 4-5
Verán el rostro del Señor, y tendrán su nombre en la frente. Y no habrá más noche, y no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios alumbrará sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.

RESPONSORIO BREVE

V.
 En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.R. Te encomiendo mi espíritu.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant.:
 Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón     Lc 2, 29-32
CRISTO, LUZ DE LAS NACIONES Y GLORIA DE ISRAEL


Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Ant.: Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

Oración

Humildemente te pedimos, Señor, que después de haber celebrado en este día los misterios de la resurrección de tu Hijo, sin temor alguno, descansemos en tu paz, y mañana nos levantemos alegres para cantar nuevamente tus alabanzas. Por Cristo nuestro Señor.

CONCLUSIÓN

V.
 El Señor todopoderoso nos conceda un noche tranquila y una santa muerte.R. Amén.


ANTÍFONA FINAL DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

I


Madre del Redentor, virgen fecunda,
puerta del cielo siempre abierta,
estrella de mar,
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración de cielo y tierra,
engendraste a tu santo Creador,
y permaneces siempre virgen.

Recibe el saludo del ángel Gabriel,
y ten piedad de nosotros, pecadores.
II

Salve, Reina de los cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.

Alégrate, virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
III

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!
IV

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.

 
Fuente: Liturgia de las Horas (Tomo IV)

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