viernes, 16 de agosto de 2013

Padre Alberto Hurtado Cruchaga


Fundador del HOGAR DE CRISTO, 18 de agosto
 
Padre Alberto Hurtado Cruchaga
Padre Alberto Hurtado Cruchaga

Sacerdote Jesuita Chileno

Martirologio Romano: En Santiago de Chile, beato Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952).

UN SANTO DE NUESTRO TIEMPO

Muchos artículos escribió el Padre Alberto Hurtado, grande fue y es su obra, su trabajo fue tan impresionante como su legado, pues lo que dejó y transmitió a sus sucesores y a su pueblo, es una tarea de amor total, es así como me es difícil tomar una decisión sobre que escrito mostrar para hacer ver como pensó este santo de nuestro tiempo, porque cada cosa que leo, artículos, pensamientos, cada hecho o suceso, cada instante de su vida y obra, es camino de santidad.

En uno de sus tantos artículos escribió: “Sería peligroso sin embargo, bajo el pretexto de guardar contacto con Dios, refugiarnos en una pereza soñolienta, en una quietud inactiva. Entra en el plan de Dios el ser estrujado... La caridad nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo; consolar un triste, ayudar un pobre, un enfermo que visitar, un favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales... y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro lugar!”

“Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de Cristo la que nos urgía? y darse a los hermanos ¿no es acaso darse a Cristo?”

“Mientras más amor hay, más se sufre: el deseo de hacer el bien, siempre el bien, de socorrer a los desgraciados, de siempre enseñar y siempre adaptar la verdad eterna, todo esto no se puede realizar sino en ínfima medida. Aun rehusándonos mil ofrecimientos, imponiéndose una línea de frecuentes rechazos, queda uno desbordado y no nos queda el tiempo de encontrarnos a nosotros mismos y de encontrar a Dios. Doloroso conflicto de una doble búsqueda: la del plan de Dios que hemos de realizar en nuestros hermanos y la búsqueda del mismo Dios que deseamos contemplar y amar; conflicto doloroso que no puede resolverse sino en el amor que es indivisible.”

BIOGRAFIA

Valparaíso, es la segunda provincia en importancia de mi país, esta larga y angosta faja de más de 5.000 kilómetros, que nace por el oriente al pie de la cordillera de los Andes, la que en muchos lugares llega hasta el mismo mar, Océano Pacifico, dejando algunos valles entre mar y cordillera. Junto al mar, en la misma ciudad donde nací, Viña del Mar, pero 49 años antes, nace Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, hijo de Ana y Alberto, luego hermano también de Miguel, otro de los hijo del matrimonio.

El padre de Alberto murió cuatro años después que el hubo nacido, se dice que por asuntos económicos, luego su madre vendió las propiedades familiares y emigró a Santiago, la capital donde vivió como allegada, el espíritu solidario de su familia y su madre fue una característica que llego a marcar y formar a Alberto "Las manos juntas para orar, pero abiertas para dar", quien de nacer en un hogar acomodado, hace luego una infancia que lo acerca a la vida humilde y a la pobreza.

Así fue, como a los ocho años de edad, Alberto ingresa a estudiar en el colegio San Ignacio de Santiago como alumno becado, donde se destaca por cumplir con sus obligaciones, reflejado en sus calificaciones, su natural inclinación por hacer el bien, su incondicional entrega a sus compañeros y amigos, sin dejar de ser un muchacho muy alegre y juguetón, lo que atrae con admiración a sus compañero de curso y sus maestros.

Por ser una escuela católica el Colegio San Ignacio, Alberto recibió una educación sólida y reforzada en la fe, es así como con tan sólo 15 años él manifestó sus inquietudes por ingresar a la Compañía de Jesús, siendo motivado a completar previamente su Bachillerato, del que egresó con el premio en Apologética y mención honrosa en todas las materias posteriormente, ya en 1918, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Católica.

Por el año 1920, el país sufría algunas crisis laborales en el área minera, principal fuente de riqueza hasta el día de hoy, como así mismo la más importante fuente laboral, y no habiendo otros recursos de trabajos Santiago, la capital, recibía gran cantidad de emigrantes que quedaban marginados en la pobreza, habitando en miserables albergues. En esa realidad, Alberto, quien se destacaba por su espíritu solidario, siendo estudiante , luego de las clases universitarias, visitaba asiduamente a los trabajadores desamparados a fin de ofrecer su apoyo moral y espiritual, esta tarea la hacia motivando a otros amigos para que lo acompañaran.

No descanses mientras haya un dolor que mitigar, era un bello lema del Joven Alberto, quien desde temprana edad adolescente fue inquieto luchador por los más necesitados. Su labor inicial la hizo apoyada desde el Patronato de Andacollo, ubicado en un sector marginal de Santiago, barrio de Mapocho. Allí su acción y su entrega a favor de lucha contra la miseria, le permitió ejercer una loable actividad, motivando su apostolado de carácter social.

Alberto siente un natural impulso de aliviar el dolor de los demás, es así como este Joven de profunda espiritualidad, y de gran servicio a su prójimo, comienza a manifestar una bella actitud solidaria y samaritana en los pobres y sufridos hombres, abandonados a su suerte experimentando una espiritualidad muy profunda y de gran servicio. Es así, como en una ciudad fría, de cemento, inclemente, con una sociedad donde la aristocracia no se la juega por los pobres, y con grandes problemas de cesantía, Alberto, con un gesto valiente, solidario, inspirado en el amor de Cristo, su amigo y líder, vuelca todo su amor y muestra su adhesión y presta su apoyo a una causa ajena, en situaciones difíciles, llevando palabras de aliento y el mensaje de la Iglesia en cada albergue que visita.

El ejemplar comportamiento de vida y el respeto por la vida institucional de Alberto, se muestra también en el cumplimiento de su deber patriótico, y lo hace ingresado a cumplir con sus obligaciones militares como cualquier estudiante responsable en este deber.

Del mismo modo el vio la necesidad de no dejar de participar en los debates contingentes de la época en asuntos sociales a través de las organizaciones estudiantiles.

Dentro de toda su actividad, Alberto no descuida la oración, no deja de lado el ejercicio espiritual, participa en retiros, lo que indica que su buena enseñanza católica del Colegio san Ignacio, su buena educación en la familia, su grupo de amigos, es y sigue siendo algo muy importante en su fe cristiana, adoptando como forma de vida, las enseñanzas de Cristo y su incondicional amor por El, algo que refleja en sus actitud permanente con su prójimo y consigo mismo.

De esta manera, con esta actitud solidaria y comprometida con Cristo y sin entrar aún a la Compañía de Jesús, Alberto Hurtado concluye sus estudios de Derecho, con distinción unánime en la Universidad Católica de Chile.

Pero no era su carrera como abogado lo que el deseaba en su corazón, y es así como el 14 de agosto de 1923, ingresa a la Compañía de Jesús, con sus estudios en el Noviciado de Chillán, distante a poco mas de 400 Km. de su casa al sur de Chile, en ese lugar estaría dos años, después viaja a Argentina, ciudad de Córdoba, lugar donde continua con su etapa inicial preparatoria. En su caminar continua trasladándose por el año 1927 al Colegio Máximo de Sarriá de Barcelona, en España, hasta el año 1931, para cursar por tres años filosofía y teología y a continuación como consecuencia de la realidad política española de la época con la instauración de la República, se ve obligado a viajar a Bélgica, donde continua estudiando en la Universidad de Lovaina, allí cursa otras materia relacionadas con la pedagogía y psicología.

Por que así Dios lo quiso, así fue en el Plan de Vida de Alberto, es ordenado sacerdote en Lovaina, el 24 de agosto de 1933, luego continuando con su brillante formación recibe el grado de doctor en Pedagogía de la Universidad de Lovaina, finalizando su etapa de estudios jesuitas.

Así es, como en una de sus cartas escrita en le año 1933, refleja su inmensa alegría de ser sacerdote, expresándose así "¡Ya me tiene de sacerdote del Señor! Bien comprenderá mi felicidad y con toda sinceridad puedo decirte que soy plenamente feliz”, luego, tres años mas tarde, regresa a su país natal que es Chile a ejercer su tarea encomendada divinamente. Sus primeras tareas, como educador y formador, la hace impartiendo clase en la misma escuela que lo formó, el Colegio san Ignacio, en la misma Universidad Católica de Chile y en el Seminario Pontificio Mayor.

Sin embargo, el país no había experimentado grandes cambios y los problemas sociales continuaban, como país subdesarrollado, pobre, marginal, clasista y racista, donde los que tenía buena situación económica se autoproclamaban aristócratas, formando una clase separatista en categoría Alta, que se mostraba indiferente a los afligido. En esa realidad, el Padre Alberto Hurtado, siente la enorme necesidad de acudir a los desamparados, viendo en cada pobre el rostro sufriente de Jesús.

Pero como el Plan de Dios en los hombres ha de cumplirse, en el año 1937, la gran formadora de este Jesuita, doña Ana Cruchaga, madre de Alberto, se encamina al encuentro con el Señor, cuando ella muere, Alberto estaba en esos momento en sus Ejercicios Espirituales, y a pesar del dolor por la partida de su madre, se siente reconfortado porque su convicción de la vida eterna en la manos de Dios es dueña de su corazón.

El Padre Alberto, hombre de gran carisma, atrae a personas de toda edad, es feliz trabajando con los jóvenes, es feliz oyendo a cada necesitado, y con mucho entusiasmo invita a enloquecerse por Cristo, lo que el llamada con alegría motivadora el "chiflarse" por Cristo.

Entonces observando y sintiendo la triste realidad social del país, se empeña en llevar a cada rincón del territorio una palabra de aliento y esperanza, es así, como en este ambiente el ve la necesidad permanente de la Iglesia de aumentar las vocaciones sacerdotales, entonces esta la oportunidad de captar nuevos servidores y los exhorta a seguir el bello camino del servicio, con su ejemplo de vida la motivación siempre estaba en buenas manos. Es así como impartió Ejercicios Espirituales y dirigió espiritualmente a un grupo de jóvenes, que mas tarde dio como resultado a buenos hombres de fe y servicio social.

Por el año 1941, es nombrado asesor de la Juventud de la Acción Católica, que a partir de ese instante y a través de su conducción, el movimiento cobra gran auge, debiendo viajar constantemente por distintos lugares del país. El además se caracteriza por ser buen escritor, excelente crítico social, buen observador de las cosas cotidianas, buen analista de la realidad social de país, todo inspirado en su gran amor a Cristo, su irrenunciable fe, su amor al prójimo, su espíritu de servicio, su gran preocupación por la comunidad y principalmente los pobres.

El Padre Hurtado, conciente de lo que llamaba la “injusticia social trae más males que los que puede reparar la caridad", se transforma en un buen obrero luchador por la transformación de una sociedad más justa, las tristes y pobres condiciones en las cuales viven los marginados socialmente en chile, la situación de los obreros, le causa un gran dolor, y una gran motivación para dedicarse a ellos, es tan vehemente, que busca, piensa y expresa todo los que puede ser de ayuda a los sufridos trabajadores, bajo el único concepto de justicia y amor que habita en su corazón, que es el espíritu de Cristo. Es así como él se hace presente en muchos sectores laborales, pala en mano se hace presente en las minas salitreras o de carbón en Chile.

En su incansable preocupación por los asuntos sociales, este notable solidario con sus hermanos, viaja a otros lugares como Paris en busca de elementos de juicio que aporten a su causa, llega a entrevistarse hasta con el Papa S.S.Pío XII, en Roma, a quien expone y presenta la realidad religiosa, social y política de su país Chile, haciéndole notar temas tan urgentes como llevar la doctrina social de la Iglesia al mundo sindical y hacer presente el espíritu cristiano en los trabajadores. También pasa por Bélgica, donde se ordeno sacerdote, para estudiar la liga de los campesinos católicos y los sindicatos cristianos.

En el año 1944 se involucra en lo que sería su proyecto más importante y de gran reconocimiento hoy en todo el País. Este comienza en una noche fría y lluviosa en una fecha que no es tradicional para la estación primaveral, en el mes de octubre, cuando es interceptado por un hombre de condición económica pobre que le solicita ayuda porque no tiene un lugar en donde dormir. Alberto con su gran corazón, se estremece, al verlo, desamparado y enfermo, y ve en aquel hombre pobre al mismo Cristo desolado.

Absolutamente conmovido, mas tarde cuenta su experiencia a un grupo de señoras de la congregación del Apostolado Popular que se encontraba en un retiro, con una gran respuesta, porque ellas también se conmovieron y sintieron el llamado de Cristo y decidieron entregar sus joyas y bienes que tenían a mano para dar impulso a una gran obra de caridad, así el 21 de diciembre de ese mismo año, el Padre Alberto Hurtado coloca la primera piedra del Hogar de Cristo.

El Hogar de Cristo es una de las obras de caridad mas grande y talvez la de mayor reconocimiento en el país, en ella el chileno expresa su solidaridad, en ella se refugian los pobres de Chile, en ella encuentran paz, descanso, comida y la presencia espiritual del Padre Alberto Hurtado. Esta obra surge de la espiritualidad del Padre Alberto, y de su gran concepto de lo que es ser solidario en Cristo, viéndolo a El en el rostro del desolado, el desamparado, el marginado y el hambriento hombre en busca de refugio.

“Dar al que lo necesita hasta que duela”, es una expresión acuñada en el corazón de muchos chilenos por el Padre Alberto Hurtado. También fue la invitación que ha sido acogida por sacerdotes y laicos que han estado dispuestos a trabajar por los más pobres, en un hogar que mucho amor, respeto y consideración se respira un aroma de autentica caridad para niños, adulto y ancianos, enfermos y sanos, chicos vagabundos, que habían hecho su hogar junto al Río, debajo de un puente, en una humilde choza de cartón, quienes en principio fueron recogidos por una típica camioneta de los años cincuenta que aún se conserva en excelentes condiciones.

Pero también, preocupado por la suerte del obrero chileno y sus paupérrimas condiciones, el Padre Alberto, se introdujo en el mundo del trabajo creando además la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) en 1947, ocupando el cargo de Capellán. Allí en la (ASICH), formó dirigentes cristianos y organizó los servicios jurídicos y sociales para defender sus derechos. Cabe destacar el reconocimiento y la afiliación de esta organización a la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos e integrada a organismos internacionales como la ONU, UNESCO y la Organización Internacional del Trabajo.

También es el creador de la revista Mensaje, que público su primer número en octubre de 1951, revista con la cual se hicieron presente los valores de solidaridad, el servicio, la justicia social, y el Evangelio.

Así fue, como el 18 de agosto de 1952, a los cincuenta y dos años de edad, y estando enfermo de cáncer, fue llamado por Dios, del cual tenemos la convicción total, que fue recibido amorosamente, como uno de sus predilectos hijos, que se entregó por entero a vivir y trabajar en el espíritu del amor de Cristo como uno mas de sus apóstoles.

El Padre Alberto Hurtado Cruchaga, fue beatificado en Roma en 1994 y es el segundo de los chilenos, después de la carmelita Teresita de los Andes, y muy pronto también la joven Laurita Vicuña, que tiene un puesto de honor junto a todos los santos de Dios. Canonizado el 23 de octubre de 2005, por el Santo Padre, Papa Benedicto XVI.
 
 

Alberto Hurtado

   
San Alberto Hurtado
Padre Hurtado junto a jóvenes católicos.jpg
NombreLuis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga
Nacimiento22 de enero de 1901
Viña del Mar, Flag of Chile.svg Chile
Fallecimiento18 de agosto de 1952
Santiago, Flag of Chile.svg Chile
(51 años)
Venerado enIglesia católica romana
Beatificación16 de octubre de 1994 por Juan Pablo II
Canonización23 de octubre de 2005 por Benedicto XVI
Festividad18 de agosto
PatronazgoNiños pobres, trabajadores sociales
Luis Alberto Miguel Hurtado Cruchaga, venerado por la Iglesia católica como san Alberto Hurtado, fue un sacerdote jesuita chileno y fundador del Hogar de Cristo. Es popularmente conocido como «padre Hurtado» y considerado el patrono de los trabajadores en Chile.
Fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994 y posteriormente canonizado por Benedicto XVI en la plaza de San Pedro (Ciudad del Vaticano) el 23 de octubre de 2005, convirtiéndose en la segunda persona nacida en Chile —tras santa Teresa de Los Andes— en ser elevada a los altares.

 

Biografía

Primeros años

Alberto Hurtado Cruchaga nació en Viña del Mar, en el seno de una familia de la aristocracia vasca[1] chilena, hijo de Alberto Hurtado Larraín y de Ana Cruchaga Tocornal.[2] Tras la muerte de su padre a manos de salteadores, se trasladó junto a su familia a Santiago a la edad de cuatro años.
Gracias a una beca, ingresó al Colegio San Ignacio (en Alonso Ovalle) dirigido por la Compañía de Jesús en 1908. Inició su trabajo con los más pobres de la ciudad cuando entró a trabajar en el patronato anexo a la Parroquia Nuestra Señora de Andacollo. Hurtado trabajó en la secretaría, la dirección de la biblioteca y la caja de ahorro de los alumnos de la escuela y del Centro Obrero,[3] además de en El Diario Ilustrado, un conservador periódico santiaguino. En su conciencia social, jugó un importante papel su director espiritual, el jesuita Fernando Vives, pionero en el tema de la responsabilidad social del católico.
En 1918, ingresó a estudiar Derecho en la Pontificia Universidad Católica de Chile. En 1919, ingresó al Partido Conservador. Su tesis para optar al título de abogado trató del «trabajo a domicilio», donde mostró la situación y las malas condiciones en que las costureras efectuaban sus labores. En 1920, ingresó al ejército en la llamada Guerra de don Ladislao, ante la amenaza ficticia de un nuevo conflicto bélico con Perú. En 1923, se recibió de abogado. Sin embargo, su vocación religiosa lo llevó a ingresar a la Compañía de Jesús el 14 de agosto de 1923. Su instrucción la inició en el Noviciado de los jesuitas en Chillán; luego recorrió Argentina, España y Bélgica. Fue ordenado sacerdote por el cardenal primado de Bélgica, Jozef-Ernest Van Roey, en la ciudad de Lovaina el 24 de agosto de 1933. Fue comisionado por el Ministerio de Educación a que estudiara en Bélgica y Alemania, donde recibió el doctorado en pedagogía el 10 de octubre de 1935. Regresó a Chile en febrero de 1936.

Trabajo social

Cuando volvió a Santiago, su trabajo se concentró en acercar la Iglesia a la juventud y a los más pobres. Trabajó como profesor en el colegio San Ignacio y en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde también contribuyó a la creación de la Facultad de Teología. El 9 de octubre de 1938, puso la primera piedra del Noviciado y la Casa de Ejercicios de Marruecos, pueblo que en la actualidad lleva el nombre de Padre Hurtado en su honor.
En 1941, fue nombrado asesor de la Acción católica juvenil de la arquidiócesis de Santiago, cargo en el cual trabajaría con el obispo de Talca, Monseñor Manuel Larraín Errázuriz, quien fue compañero suyo en el San Ignacio. El dinamismo y entusiasmo que le entregó a este grupo permitió que, en tres años, fuese ampliado al resto del país y que sus integrantes aumentaran de 1500 a 12 000 y sus centros, de 60 a 600. Sin embargo, la defensa de los derechos de los obreros, aun invocando la Doctrina Social de la Iglesia y las encíclicas de los pontífices, lo llevó a un conflicto con su amigo de juventud y obispo auxiliar de Santiago, entonces transformado en su superior jerárquico, Monseñor Augusto Salinas Fuenzalida. El obispo conminó a Hurtado a que renunciara a la asesoría de la Acción católica. El «padre Hurtado», fiel al voto de obediencia, acató la renuncia.
Su defensa de los pobres y los trabajadores llevó a que los sectores más acomodados y conservadores de la sociedad y de la Iglesia lo apodaran de «cura rojo» o «cura comunista». Sin embargo, se cree que Hurtado estuvo influenciado fuertemente por la Falange Nacional, la que posteriormente se transformaría en el Partido Demócrata Cristiano de Chile, aunque el propio padre Hurtado desmintió cualquier vínculo con la Falange. Lo cierto es que los líderes de este partido salieron de la Acción católica, dirigida por Hurtado en aquella época.

Hogar de Cristo y trabajos intelectuales


 
Imagen del padre Hurtado en un altar de la catedral de Santiago.
Luego de su participación en el mundo juvenil, se dedicó a ayudar a los más pobres. Así, comenzó una campaña, principalmente en el diario El Mercurio que llevó a la fundación del Hogar de Cristo. El 21 de diciembre de 1944, colocó la primera piedra de la construcción de la sede principal de la fundación, ubicada en la calle Bernal del Mercado, en la comuna de Estación Central.
En junio de 1945, fundó la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH). Pese a las reticencias iniciales de la Conferencia Episcopal de que fuera utilizada como una trinchera del comunismo dentro de la Iglesia, fue reconocida por esta en 1950. El 8 de octubre de 1947, fue recibido por el papa Pío XII, a quien solicitó ayuda para preparar dirigentes obreros sindicalistas y patrones jóvenes en el pensamiento católico y la doctrina social de la Iglesia.
En 1950, publicó El orden social cristiano en los documentos de la jerarquía católica y Sindicalismo, historia, teoría, práctica. En octubre de 1951, fundó la Revista Mensaje como una forma de difundir la doctrina social católica.

Últimos días


 
Oración al padre Hurtado.
Debido a un cáncer de páncreas que había desarrollado durante los últimos años, el padre Hurtado falleció en Santiago el 18 de agosto de 1952 a los 51 años de edad. Sin embargo, su muerte no implicó el fin de sus enseñanzas y mensajes: el Hogar de Cristo se volvió la mayor institución de beneficencia de Chile y un ícono para los jóvenes, pobres, ancianos y obreros.
El gobierno chileno declaró el 18 de agosto como el «Día de la solidaridad» y, desde su beatificación en 1994, el calendario litúrgico y el santoral de la Iglesia católica recuerdan su memoria ese mismo día, aniversario de su muerte.

Beatificación

Tras la acreditación de un milagro, consistente en la sanación de un tumor cerebral a María Alicia Cabezas, fue beatificado por el papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 16 de octubre de 1994. A la celebración asistieron miles de chilenos, encabezados por el presidente de la República, Eduardo Frei, y los presidentes de las cámaras legislativas.

Canonización

Luego de que las comisiones de médicos, teólogos y cardenales verificaran un segundo milagro, en la persona de Viviana Galleguillos, una joven que logró salir completamente sana de la condición de muerte cerebral debida a un accidente automovilístico, el «padre Hurtado» fue declarado santo de la Iglesia católica en una misa solemne celebrada por Benedicto XVI en la plaza de San Pedro el 23 de octubre de 2005, siendo la primera canonización de su pontificado. La misa fue concelebrada por obispos chilenos junto a cardenales de la Curia Romana, mientras entre los asistentes había más de siete mil peregrinos chilenos, entre los cuales se encontraba un grupo de jóvenes y adultos de escasos recursos beneficiados por el Hogar de Cristo. La delegación oficial fue encabezada por el presidente de la República, Ricardo Lagos Escobar, acompañado de su esposa, la primera dama de Chile Luisa Durán. En aquella ocasión, Lagos definió al «padre Hurtado» como «nuevo padre de la Patria».[cita requerida]

Medios de comunicación

En 1990, Canal 13 de Chile (Corporación de Televisión de la Pontificia Universidad Católica de Chile en ese entonces) emitió la miniserie biográfica Crónica de un Hombre Santo, la cual explora la vida personal de san Alberto Hurtado desde su nacimiento hasta su muerte. Su elenco estuvo lleno de populares figuras de telenovelas y cuatro actores de diversas edades encarnaron al padre Hurtado durante su vida —el popular actor Cristián Campos lo interpretó durante sus años de apostolado—. La serie también ha sido emitida por el canal católico EWTN.
Con motivo de su canonización, el mismo Canal 13 produjo el filme Alberto: cuánto cuesta hacer un ojal, que relata la historia de la tesis del joven Alberto Hurtado para obtener el título de abogado, la cual versó sobre las costureras y los derechos laborales. Este largometraje fue protagonizado por el actor Iván Álvarez de Araya.

Véase también

Referencias

  1. «Ayuda vasca permite crear primera empresa discapacitados en Chile (SID)» (HTML). Consultado el 31 de marzo de 2010.
  2. Pilleux Cepeda, Mauricio (16 de febrero de 2013). «Genealogía de la Familia Hurtado - Hurtado de Mendoza». www.genealog.cl. Consultado el 12 de marzo de 2013.
  3. Hurtado, S.J., Alberto, "Cartas E Informes del Padre Alberto Hurtado, S.J.," Santiago: Ediciones Universidad.

Enlaces externos

 

18 de agosto

San Alberto Hurtado Cruchaga

Alberto Hurtado Cruchaga nacido en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901, quedó huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre se vio obligada a vender en condiciones desfavorables su propiedad para pagar las deudas de la familia. Como consecuencia de ello, Alberto y su hermano debieron ir a vivir con parientes, y a menudo a transferirse de uno a otro de ellos. Así experimentó desde pequeño la condición de los pobres, sin casa y dependiendo de otros. Una beca le permitió estudiar en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo miembro de la Congregación Mariana (lo que hoy son las Comunidades de Vida Cristiana, CVX) y como tal se interesó vivamente por los pobres, yendo a trabajar con ellos a los barrios más miserables todos los domingos por la tarde.

Terminados los estudios secundarios en 1917 quiso hacerse jesuita, pero le recomendaron postergar la realización de su deseo con el fin de que se pudiera ocupar de su madre y su hermano menor. Trabajando por las tardes, logró mantener a los suyos y al mismo tiempo estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. En este período continuó dedicándose a los pobres, a quienes seguía visitando cada semana. El deber del servicio militar le hizo interrumpir sus estudios, pero luego pudo graduarse al inicio de agosto de 1923.

El 14 de este mes entró al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, Chile. En 1925 se trasladó a Córdoba, Argentina.

En 1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas de este país en 1931 le obligó a partir a Bélgica y continuar la teología en Lovaina. Allí fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. En 1935 obtuvo el doctorado en Pedagogía y Psicología. Después de realizar la experiencia de Tercera Probación en Drongen (Bélgica), regresó a Chile en enero de 1936.

Una vez que volvió a su patria, su celo apostólico se fue extendiendo paulatinamente a todos los campos. Comenzó su actividad como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y de pedagogía en la Universidad Católica y el Seminario Pontificio. Escribió varios artículos sobre educación y acerca del orden social cristiano. Construyó una casa de Ejercicios Espirituales en un pueblo que hoy lleva su nombre. Fue director de la Congregación Mariana de los jóvenes del colegio, a quienes invitó a ser catequistas en medios populares. Dio Ejercicios Espirituales en incontables ocasiones. Fue director espiritual de muchos jóvenes, acompañando a varios en su respuesta a la vocación sacerdotal, y contribuyendo notablemente a la formación de muchos laicos cristianos.

En 1941 el Padre Hurtado publicó su libro más famoso: «¿Es Chile un país católico?». En el mismo año se le confió el cargo de Asesor de la rama juvenil de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y al año siguiente, de toda la nación. Desempeñó el cargo con extraordinario espíritu de iniciativa, dedicación y sacrificio.

En octubre de 1944, mientras daba un retiro, sintió una imperiosa necesidad de llamar a la conciencia de sus auditores acerca de la necesidad que pasaban muchos pobres en la ciudad, y en especial muchos niños que vivían en las calles. Esto despertó una pronta reacción generosa. Fue el inicio de la iniciativa que ha hecho más conocido al P. Hurtado: se trata de aquella forma de actividad caritativa que ayuda a gente sin techo, dándole no sólo un lugar para vivir sino un verdadero hogar: el Hogar de Cristo.

A través de la contribución de benefactores y con la activa colaboración de laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Los pobres comenzaron a tener en el Hogar de Cristo un ambiente de familia en el cual vivir. Estas casas se fueron multiplicando y adquiriendo nuevas formas y características: en algunos casos se convirtieron en centros de rehabilitación, en otros, de educación artesanal y muchos otros. Todo se inspiraba en los valores cristianos, que empapaban la obra entera.

En 1945, el P. Hurtado viajó a Estados Unidos, y estudió cómo adaptar al país el movimiento «Boys Town». Los últimos años de su vida los dedicó al desarrollo de las varias formas en las que el Hogar de Cristo había llegado a existir y operar.

En 1947 fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover un sindicalismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Entre el 1947 y 1950 escribió tres importantes libros: Sindicalismo, Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. En 1951 fundó la Revista Mensaje, conocida revista de los jesuitas chilenos dedicada a dar a conocer y explicar la doctrina de la Iglesia.

Un cáncer al páncreas terminó con su vida en pocos meses. En medio de los grandes dolores solía repetir: «Contento, Señor, contento».

Después de haber pasado su existencia manifestando el amor de Cristo a los pobres, fue llamado por Él el 18 de agosto de 1952.

Desde su regreso a Chile vivió solamente poco más de quince años: fue un tiempo de intenso apostolado, expresión profunda de su amor personal por Cristo y, precisamente por eso, caracterizado por una gran dedicación a los niños pobres y abandonados, por un celo ardiente por la formación de los laicos, y por un vivo sentido de justicia social cristiana.

El Padre Hurtado fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994.

Vea también el último mensaje del Padre Alberto Hurtado y el mensaje del Obispo de San Bernardo.


San Alberto Hurtado Cruchaga S.J.
Sacerdote, (1901 - 1952)
Chile.  Fiesta: 18 agosto
Ver también enlaces: PUC.Hurtado Info. muy completa sobre el santo. HogarDeCristo.com  Institución fundada por el Padre Hurtado.
Mensaje.cl  Revista Mensaje, fundada por el santo.
SantuarioPadreHurtado.cl 
Libros recomendados: "Un Fuego que Enciende otros Fuegos, Pensamientos Escogidos del Padre Hurtado", "Disparo a la eternidad" (Ejercicios espirituales escritos por el santo). Ediciones Universidad Católica

Canonización del Padre Hurtado
 
Beatificado 16 de Octubre de 1994 por S.S. Juan Pablo II
Canonizado 23 de Octubre del 2005 por su Santidad Benedicto XVI.
"No descansen mientras haya un dolor que mitigar" P. Hurtado
"Contento Señor, Contento" P. Hurtado
"¿Podrá también en nuestros días el Espíritu suscitar apóstoles de la estatura del Padre Hurtado, que muestren con su abnegado testimonio de caridad la vitalidad de la Iglesia? Estamos seguros que sí; y se lo pedimos con fe".  (S.S. Juan Pablo II, en Chile 1987).

Alberto Hurtado Cruchaga nació en Chile, en la ciudad de Viña del Mar el 22 de Enero de 1901. Su familia era muy cristiana y unida. A los cuatro años de edad se le muere su padre. Anita su madre queda con Alberto y su hermano Miguel
En 1909 entró al Colegio San Ignacio, donde se distinguió por ser buen compañero, alegre, comunicativo y muy piadoso. Con gran generosidad ocupaba su tiempo libre en visitar y ayudar a los más necesitados.
Terminado el colegio estudió leyes en la Universidad Católica, trabajando al mismo tiempo para ayudar a su madre, pero su vocación era otra: ser sacerdote. Largas horas rezaba para poder realizarla y Dios oyó su oración, su madre recibió un dinero que se le adeudaba y con el cual podría vivir tranquila.

Cuando su hijo le comunicó su decisión de hacerse sacerdote Jesuita, ella aceptó con alegría. Entró entonces al noviciado y después de largos estudios y pruebas, fue ordenado sacerdote en 1933, en Bélgica.

Regresó a Chile, donde se dedicó de lleno a sus alumnos del colegio, a los cuales no sólo enseñaba sino que dirigía espiritualmente.
Fue un gran educador de juventudes.
Una noche el Padre Hurtado encontró un pobre, enfermo y miserable, que no tenía donde ir; otra noche vio a un grupo de niños abandonados que dormían bajo los puentes del río Mapocho; quiso ayudarlos. Reunió personas generosas que dieron lo que tenían: dinero, joyas, terrenos, etc... Y así fundó lo que sería y es su gran obra: "El Hogar de Cristo".

Con incansable amor, él salía en su camioneta verde a recoger a los pobres y a los niños para llevarlos al Hogar a tomar leche caliente y dormir en una verdadera cama... En cada necesitado veía a Cristo sufriente.

Más tarde fundaría talleres para darles educación y capacitarlos en un trabajo digno. Entre sus muchas actividades también están sus publicaciones y conferencias sobre el sacerdocio, los problemas de la adolescencia, el catolicismo, la educación y el orden social, fue, además fundador de la Revista Mensaje y de las Acción Sindical Chilena.
Un día cayó enfermo de cáncer, hospitalizado y con muchos dolores, nunca se quejó. Aceptaba la voluntad de Dios y repetía: "Contento, Señor, Contento".

El 18 de Agosto de 1952 el Señor se lo llevó junto a Él. Sus restos mortales se encuentran en el Santuario a su memoria ubicado en Av. General Velázquez 1090, Santiago de Chile. Para celebrar este acontecimiento el parlamento chileno decretó asignar el día 18 de Agosto de cada año como el día de la Solidaridad, en honor al beato Sacerdote.

Iniciado en Roma el proceso de beatificación, ésta se hizo realidad el día 16 de Octubre de 1994, en la ciudad del Vaticano en que el Papa Juan Pablo II lo beatificó.
 
San Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero
fecha: 18 de agosto
n.: 1901 - †: 1952 - país: Chile
canonización: B: Juan Pablo II 16 oct 1994 - C: Benedicto XVI 23 oct 2005
hagiografía: Vaticano
En Santiago de Chile, san Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Orden de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres sin techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudiesen encontrar un verdadero y familiar hogar.

Alberto Hurtado Cruchaga nacido en Viña del Mar, Chile, el 22 de enero de 1901. Quedó huérfano de padre a la edad de 4 años. Su madre se vio obligada a vender en condiciones desfavorables su propiedad para pagar las deudas de la familia. Como consecuencia de ello, Alberto y su hermano debieron ir a vivir con parientes, y a menudo a transferirse de uno a otro de ellos. Así experimentó desde pequeño la condición de los pobres, sin casa y dependiendo de otros. Una beca le permitió estudiar en el Colegio San Ignacio de Santiago. Aquí se hizo miembro de la Congregación Mariana (lo que hoy son las Comunidades de Vida Cristiana, CVX) y como tal se interesó vivamente por los pobres, yendo a trabajar con ellos a los barrios más miserables todos los domingos por la tarde.

Terminados los estudios secundarios en 1917 quiso hacerse jesuita, pero le recomendaron postergar la realización de su deseo con el fin de que se pudiera ocupar de su madre y su hermano menor. Trabajando por las tardes, logró mantener a los suyos y al mismo tiempo estudiar en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica. En este período continuó dedicándose a los pobres, a quienes seguía visitando cada semana. El deber del servicio militar le hizo interrumpir sus estudios, pero luego pudo graduarse al inicio de agosto de 1923.

El 14 de este mes entró al Noviciado de la Compañía de Jesús en Chillán, Chile. En 1925 se trasladó a Córdoba, Argentina.

En 1927 fue enviado a España para realizar sus estudios de filosofía y teología. Sin embargo, la expulsión de los jesuitas de este país en 1931 le obligó a partir a Bélgica y continuar la teología en Lovaina. Allí fue ordenado sacerdote el 24 de agosto de 1933. En 1935 obtuvo el doctorado en Pedagogía y Psicología. Después de realizar la experiencia de Tercera Probación en Drongen (Bélgica), regresó a Chile en enero de 1936.

Una vez que volvió a su patria, su celo apostólico se fue extendiendo paulatinamente a todos los campos. Comenzó su actividad como profesor de Religión en el Colegio San Ignacio y de pedagogía en la Universidad Católica y el Seminario Pontificio. Escribió varios artículos sobre educación y acerca del orden social cristiano. Construyó una casa de Ejercicios Espirituales en un pueblo que hoy lleva su nombre. Fue director de la Congregación Mariana de los jóvenes del colegio, a quienes invitó a ser catequistas en medios populares. Dio Ejercicios Espirituales en incontables ocasiones. Fue director espiritual de muchos jóvenes, acompañando a varios en su respuesta a la vocación sacerdotal, y contribuyendo notablemente a la formación de muchos laicos cristianos.

En 1941 el Padre Hurtado publicó su libro más famoso: «¿Es Chile un país católico?». En el mismo año se le confió el cargo de Asesor de la rama juvenil de la Acción Católica de la Arquidiócesis de Santiago, y al año siguiente, de toda la nación. Desempeñó el cargo con extraordinario espíritu de iniciativa, dedicación y sacrificio.

En octubre de 1944, mientras daba un retiro, sintió una imperiosa necesidad de llamar a la conciencia de sus auditores acerca de la necesidad que pasaban muchos pobres en la ciudad, y en especial muchos niños que vivían en las calles. Esto despertó una pronta reacción generosa. Fue el inicio de la iniciativa que ha hecho más conocido al P. Hurtado: se trata de aquella forma de actividad caritativa que ayuda a gente sin techo, dándole no sólo un lugar para vivir sino un verdadero hogar: el Hogar de Cristo.

A través de la contribución de benefactores y con la activa colaboración de laicos comprometidos, el Padre Hurtado abrió una primera casa de acogida para niños, luego una para mujeres y otra para hombres. Los pobres comenzaron a tener en el Hogar de Cristo un ambiente de familia en el cual vivir. Estas casas se fueron multiplicando y adquiriendo nuevas formas y características: en algunos casos se convirtieron en centros de rehabilitación, en otros, de educación artesanal y muchos otros. Todo se inspiraba en los valores cristianos, que empapaban la obra entera.

En 1945, el P. Hurtado viajó a Estados Unidos, y estudió cómo adaptar al país el movimiento «Boys Town». Los últimos años de su vida los dedicó al desarrollo de las varias formas en las que el Hogar de Cristo había llegado a existir y operar.

En 1947 fundó la Asociación Sindical Chilena (ASICH), con el objetivo de promover un sindicalismo inspirado en la Doctrina Social de la Iglesia.

Entre el 1947 y 1950 escribió tres importantes libros: Sindicalismo, Humanismo Social y El Orden Social Cristiano en los Documentos de la Jerarquía Católica. En 1951 fundó la Revista Mensaje, conocida revista de los jesuitas chilenos dedicada a dar a conocer y explicar la doctrina de la Iglesia.

Un cáncer al páncreas terminó con su vida en pocos meses. En medio de los grandes dolores solía repetir: «Contento, Señor, contento».

Después de haber pasado su existencia manifestando el amor de Cristo a los pobres, fue llamado por Él el 18 de agosto de 1952.

Desde su regreso a Chile vivió solamente poco más de quince años: fue un tiempo de intenso apostolado, expresión profunda de su amor personal por Cristo y, precisamente por eso, caracterizado por una gran dedicación a los niños pobres y abandonados, por un celo ardiente por la formación de los laicos, y por un vivo sentido de justicia social cristiana.

El Padre Hurtado fue beatificado por Juan Pablo II el 16 de octubre de 1994, y canonizado por SS Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005.

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