lunes, 23 de septiembre de 2013

Israel, Judío


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Israel

Espontáneamente, la palabra Israel evoca para nosotros hoy el Estado de Israel, fundado en 1948, y a los israelíes. Pero en la Biblia se habla de los israelitas, que es diferente.
¿De dónde procede el nombre de Israel?
En el relato de Jacob en el vado del Yaboc (Gn 32,23-33), al final del combate nocturno contra un misterioso adversario, éste, derrotado, le da el nombre de Israel, «porque has luchado contra Dios y contra los hombres, y has vencido» (Gn 32,29). ¿Es ésta una alusión a las luchas de Jacob contra su hermano Esaú, contra sus rivales y vecinos? ¿O contra el propio Dios? El nombre «Israel» puede significar, por tanto: «Que Dios se muestre fuerte». El sobrenombre dado a Jacob se convierte en el nombre de los descendientes de sus 12 hijos: «los hijos de Israel» o israelítas.
En Egipto son llamados «hebreos»; este nombre es de origen oscuro: quizás procede de habiru (o apiru): semitas mal controlados, tanto empleados en las prestaciones personales como mercenarios. Es a Israel a quien Dios elige para establecer una alianza*; es el pueblo elegido: «Si me obedecéis y guardáis mi alianza, vosotros seréis el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos» (Ex 19,5).
Los relatos sobre los orígenes de la monarquía de David hacen frecuentemente la distinción entre dos partes del reino: Israel y Judá (2 Sam 5,5). Es todavía más clara cuando el reino del Norte se hace autónomo, después de Salomón, en el 932: es llamado «reino de Israel». Elías, Eliseo y Oseas son profetas en Israel; mientras que Isaías y Jeremías lo son en Judá. Amós, originario de Judá, pero enviado por Dios a Israel, será expulsado de allí (Am 7,10-17). Este reino de Israel es conquistado por los asirios en el 722: duró dos siglos.
Después del exilio, la palabra «Israel» vuelve a encontrar su sentido primero: el conjunto del pueblo de Israel, pero desde entonces es reemplazada con frecuencia por la palabra «judío». Antes de la Ascensión, los discípulos preguntan a Jesús si va a restablecer la monarquía para Israel (Hch 1,6).

Judío

Judío es la deformación española de la palabra «judaíta» (heb. yehudi) , es decir, habitante de Judea (Judá antes del exilio). Por tanto, no se habla de judíos más que a partir del exilio de los judaítas a Babilonia (siglo VI). Como este tiempo de exilio fue un periodo de refundación de la religión de Israel (con la formación del Pentateuco, la Torá), vemos en él de modo natural el nacimiento del «judaísmo»: una religión que puede ser vivida tanto en Judea como en Babilonia (o en las demás diásporas).
El otro periodo bisagra del judaísmo es la destrucción del Templo de Jerusalén en el 70 de nuestra era, lo cual entraña una reorganización de la religión judía sin el Templo (por la asamblea de Yabné, hacia el 80-90). Es la fundación del «judaísmo rabínico», inspirado en la teología farisea, hasta el judaísmo actual.

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