viernes, 27 de septiembre de 2013

Profesión de fe de Pedro

Lucas 9, 18-22. Tiempo Ordinario. ¿Sabemos quién es Cristo? Respondámosle sin miedo en la intimidad de la oración.
 
Profesión de fe de Pedro
Del santo Evangelio según san Lucas 9, 18-22


Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?". Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado". "Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios". Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. "El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".

Oración Introductoria

Señor Jesús, el Evangelio en muchas ocasiones menciona cómo sabías darte el tiempo y buscabas el mejor lugar para hacer oración. Ayúdame a aprender de Ti, que sepa darle siempre prioridad a mi oración.

Petición

Jesús, dame la luz y la fuerza para convertirme en un verdadero hombre/mujer de oración.

Meditación del Papa Francisco

Pienso en nosotros, bautizados, si tenemos esta fuerza. Y pienso: “Pero nosotros, creemos en esto? ¿Que el bautismo sea suficiente para evangelizar? O esperamos que el cura diga, que el obispo diga… ¿Y nosotros?”. Demasiado a menudo la gracia del bautismo se deja un poco aparte y nos encerramos en nuestros pensamientos, en nuestras cosas. A veces pensamos: “No, nosotros somos cristianos: hemos recibido el bautismo, nos hemos confirmado, hemos hecho la primera comunión… y así el carnet de identidad está bien. Y ahora, dormimos tranquilos: somos cristianos”. Pero "¿Dónde está esta fuerza del Espíritu que te lleva adelante? ¿Somos fieles al Espíritu para anunciar a Jesús con nuestra vida, con nuestro testimonio y con nuestras palabras?- cuando no lo hacemos, la Iglesia se convierte no en madre, sino en Iglesia niñera, que cuida al niño para que se duerma. Es una Iglesia adormecida. Pensemos en nuestro bautismo, en la responsabilidad de nuestro bautismo. (S.S. Francisco, 17 de abril de 2013)..

Reflexión

¿Quién dicen los hombres que soy? Es una pregunta que aún hoy nos hace Cristo a cada uno de los que profesamos el nombre de cristianos. Esa vez fue dirigida a los apóstoles y causó el mismo impacto que si nos la dijera hoy Jesús a nosotros. Ellos, que habían escuchado sus palabras, habían dejado todo por seguirlo, nunca se habían cuestionado sobre quién era "realmente" aquel Hombre que podía dominar la naturaleza y que curaba a los enfermos y perdonaba los pecados.

Ante la primera pregunta muchos respondieron de inmediato: que Juan el Bautista, que alguno de los profetas… Y vosotros, ¿quién decís que soy? Sólo ahora se quedaron estupefactos. No se lo habían planteado jamás. ¿Cómo era posible que no supieran quién era? Ocurre que muchos católicos tras años de bautizados, y después de haber visto la acción de la gracia tan patente por los sacerdotes, tampoco saben "realmente" quién es Él. Porque es una pregunta que se responde de corazón a corazón, no de un frío libro a una también fría mente. Cristo pregunta y lo hace porque desea que lo conozcamos de veras.

Sólo el bueno e intrépido de Pedro responderá justamente: Tú eres el Cristo. Porque se ha dejado llevar de la inspiración del Espíritu, él que será la Piedra de la Iglesia. ¿Sabemos quién es Cristo? Respondámosle sin miedo en la intimidad de la oración de corazón a Corazón.

Propósito

Esforzarme por tener a Cristo como el criterio de mis decisiones e imitar su estilo de vida.

Diálogo con Cristo

Jesucristo, lo primero que debo de buscar, si quiero ser feliz, es vivir centrado en Ti, eso es lo esencial de mi vida. Tengo que arraigarme en Ti y corresponder generosa y alegremente a tu infinito amor. Te pido tu gracia para saber vivir en el amor al saberte reconocer en los acontecimientos, buenos y malos, de este día.
 

viernes 27 Septiembre 2013

Viernes de la vigésima qunita semana del tiempo ordinario

San Vicente de Paúl

 Leer el comentario del Evangelio por
San Juan Crisóstomo : “Les ordenó terminantemente que no dijeran a nadie que él era el Mesías de Dios”

Ageo 1,15b.2,1-9.
Era el día veinticuatro del sexto mes, del segundo año del rey Darío.
El día veintiuno del séptimo mes, la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos:
Di a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, a Josué, hijo de Iehosadac, el Sumo Sacerdote, y al resto del pueblo:
¿Queda alguien entre ustedes que haya visto esta Casa en su antiguo esplendor? ¿Y qué es lo que ven ahora? ¿No es como nada ante sus ojos?
¡Animo, Zorobabel! -oráculo del Señor-. ¡Animo, Josué, hijo de Iehosadac, Sumo Sacerdote! ¡Animo, todo el pueblo del país! -oráculo del Señor-. ¡Manos a la obra! Porque yo estoy con ustedes -oráculo del Señor de los ejércitos-
según el compromiso que contraje con ustedes cuando salieron de Egipto, y mi espíritu permanece en medio de ustedes. ¡No teman!
Porque así habla el Señor de los ejércitos: Dentro de poco tiempo, yo haré estremecer el cielo y la tierra, el mar y el suelo firme.
haré estremecer a todas las naciones: entonces afluirán los tesoros de todas las naciones y llenaré de gloria esta Casa, dice el Señor de los ejércitos.
¡Son míos el oro y la plata! -oráculo del Señor de los ejércitos-
La gloria última de esta Casa será más grande que la primera, dice el Señor de los ejércitos, y en este lugar yo daré la paz -oráculo del Señor de los ejércitos-.

Salmo 43(42),1.2.3.4.
Hazme justicia, oh Dios,
y defiende mi causa
del hombre sin piedad;
de la gente tramposa y depravada
líbrame, tú, Señor.

Si tú eres el Dios de mi refugio:
¿por qué me desamparas?
¿por qué tengo que andar tan afligido
bajo la presión del enemigo?

Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas sean mi guía
y a tu santa montaña me conduzcan,
al lugar donde habitas.

Al altar de Dios me acercaré,
al Dios de mi alegría;
jubiloso con arpa cantaré
al Señor, mi Dios.


Lucas 9,18-22.
Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?".
Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado".
"Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?". Pedro, tomando la palabra, respondió: "Tú eres el Mesías de Dios".
Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
"El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por :

San Juan Crisóstomo (c.345- 407), presbítero en Antioquia, obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia, Padre de la Iglesia Oriental
Homilías sobre san Mateo 54, 1-3.

“Les ordenó terminantemente que no dijeran a nadie que él era el Mesías de Dios”

“Entonces, él ordenó a los discípulos no decir a nadie que él era Cristo”¿Por qué esa orden? Para que, todo motivo de escándalo fuera descartado, la cruz y su pasión cumplidas, todo obstáculo capaz de detener a la multitud de creer en él aplazado, el conocimiento exacto de que él tenía poder se graba profundamente ya en todas las almas. Su poder no tenía aún el brillo de una manera resplandeciente. El esperaba, porque ellos predicaban, que la evidencia de la verdad y la autoridad les hacia confirmar el testimonio de los Apóstoles.


Otra cosa era el ver ahora multiplicar los prodigios en Palestina, después en el blanco de las persecuciones y los ultrajes, y la cruz iba seguida de estos prodigios; otra cosa de ver adorada, creída por toda la tierra, al refugio de los tratamientos que otras veces había sufrido. Mira, por qué les recomienda no decir a nadie... Si los Apóstoles, que habían sido testigos de los milagros, que habían participado en tan inefables misterios, se escandalizaban de una sola palabra, y con ellos el mismo Pedro, el jefe de todos(Mt 16,22), qué habrían pensado el común de los mortales, si después de haber entendido que Jesús era el Hijo de Dios, lo habían manchado de salivazos y clavado en la cruz; y ¿cuando no se conoce todavía la razón de estos misterios y antes de la venida del Espíritu Santo?
 

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