viernes, 22 de noviembre de 2013

PARA TÍ, ENFERMO




ORACIÓN DEL ENFERMO

¡Oh Dios!, de mi debilidad y mi fortaleza,
de mi tristeza y de mi alegría,
de mi soledad y compañía,
de mi incertidumbre y esperanza.

En la noche de mi enfermedad
me pongo en tus manos de Padre:
Alumbra esta oscuridad con un rayo de tu Luz,
abre una rendija a mi esperanza,
llena con tu Presencia mi soledad.

Señor, que el sufrimiento no me aplaste,
para que también ahora
sienta el alivio de tu Amor
y sea agradecido a la generosidad
de cuantos sufren conmigo.


Amén
 

Oración por un enfermo

Señor Jesús, aquel (aquella) a quien amas está enfermo (a). Tú lo puedes todo; te pido humildemente que le devuelvas la salud. Pero, sin son otros tus designios, te pido le concedas la gracia de sobrellevar cristianamente su enfermedad.

En los caminos de Palestina tratabas a los enfermos con tal delicadeza que todos venía a ti, dame esa misma dulzura, ese tacto que es tan difícil de tener cuando se esta sano.

Que yo sepa dominar mi nerviosismo para no agobiarle, que sepa sacrificar una parte de mis ocupaciones para acompañarles, si es su deseo.
Yo estoy lleno de vida, Señor, y te doy gracias por ello. Pero haz que el sufrimiento de los demás me santifique, formándome en la abnegación y en la caridad. Amén
 

ORACIÓN POR LOS ENFERMOS

Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana, mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado en el cuerpo y en el espíritu.

Reconfórtalo con tu poder para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males; y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia del dolor para la salvación del mundo.

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
 

PARA TÍ, ENFERMO

«Mucho te ama Jesús cuando te envía tales pruebas -escribía Santa Teresita del Niño Jesús- A quien ama más, da más pruebas, y a quien ama menos, le da menos». Yo te digo, amigo enfermo, ¿a quién ha amado y ama Dios más que a Jesús? Pues a él le dio el mayor sufrimiento que persona humana padecerá sobre la tierra, pues le hizo «varón de dolores».

¿Qué opinaba la misma Santa sobre el dolor y el sufrimiento?: «Con el dolor se salvan muchas almas. Se salvan más almas con el dolor que con los más brillantes sermones»... «Mientras más intenso es el dolor y menos se muestra a los ojos de las criaturas, tanto más os hace sonreir, oh Dios mío». «Los sufrimientos nos vuelven más buenos e indulgentes con los demás, porque el sufrimiento nos acerca más a Dios». Una de las ventajas del sufrimiento con amor es que madura a la persona y la capacita para comprender a los demás. El sufrimiento es, de hecho, el gran altavoz del que se suele servir Dios para dejarse sentir como Padre. «Al enfrentarme con la perfección he visto que para llegar a ser santo era necesario sufrir mucho». Tanto en salud como en enfermedad esta es la voluntad de Dios: nuestra santificación.

Mejor es sufrir por Dios que hacer milagros. Para hacer milagros quizás no se necesite un amor tan puro como para ofrecer a diario, a Dios, una enfermedad, que nos es misteriosa. Tienes que aprender a padecer. También el padecer es un arte y como todo arte tiene sus leyes de aprendizaje. No debes sufrir mucho, sino saber sufrir. De esta manera sufrirás menos y mejor. He aquí las tres claves para aprender el arte del padecer o sufrir: sufrir con paciencia, con oración y con amor por Jesús. Si puedes sufrir en silencio y con amor, grande será tu perfección. Pero tampoco exageres. También es humano y cristiano comunicar amablemente la intensidad del sufrimiento.

Que tu enfermedad o sufrimiento no te hagan perder la calma, la paz. Para ello ten presente el papel que Dios ha asignado al sufrimiento, después que su Hijo predilecto lo tomó sobre sí: ser instrumento certero de redención y santificación individual y eclesial. Tú eres discípulo de Jesús si tomas tu cruz, tu enfermedad y le sigues, si con tu cruz diaria también sigues redimiendo al mundo. Cristo tiene muchos que quieren trabajar por Él, pero pocos que quieren sufrir por Él y con Él.

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